Historia


Teatro Nacional de Costa Rica


UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

ESCUELA DE ESTUDIOS GENERALES

CATEDRA DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE

El Teatro Nacional

Grupo 18

San José

7 junio de 2002

Introducción

Uno de los rasgos que definen la identidad de un pueblo lo constituyen las obras arquitectónicas que existen en su país. La historia de ciertos edificios es tan importante como las comidas o las tradiciones de un pueblo y nos revela datos importantísimos para conocer aspectos de nuestra historia.

Nuestro país estuvo gobernado entre 1870 y 1889 por militares liberales, una época de gran convulsión ideológica y política. El periodo que siguió al estado liberal no fue tampoco muy democrático. Los gobiernos de José Joaquín Rodríguez (1890-1894) y de Rafael Yglesias (1894-1902) abundaron en persecuciones a la oposición y fraudes electorales, pero continuaron la obra de modernización y progreso material de los militares que les precedieron (Pérez, 1993:30)

Precisamente, la novela de Tatiana Lobo El Año del Laberinto, está ubicada temporalmente dentro de esta época, y una de esas manifestaciones de progreso material lo constituye una de las más importantes obras arquitectónicas que hay en nuestro país: el Teatro Nacional. Conocer aspectos de su construcción, su inauguración,. sus principales sitios y el uso que se le da es muy importante para la comprensión de ciertos aspectos de nuestra identidad .

La crónica pobreza, el aislamiento cultural y la influencia moralizadora de la Iglesia Católica, inhibieron durante la Colonia el desarrollo de todo tipo de manifestaciones culturales en el país, incluida la actividad teatral. (Fischel, 1992:23) En los albores de la Independencia, las escasas representaciones teatrales se realizaban con ocasión de fechas especiales, en casas de particulares, al aire libre; y los actores por lo general, pertenecían a la servidumbre doméstica. El escenario lo formaba generalmente la galería externa de una casa; la platea y los palcos, la calle; y el cielo raso, el firmamento estrellado. (Fischel, 1992: 23) La temática religiosa, unida a la esporádica puesta en escena de obras extranjeras, dominó la actividad teatral durante la primera mitad del siglo XIX.

La afición del pueblo costarricense por el teatro se fue haciendo cada día más evidente. No fue sino hasta el año 1837 cuando se construyó en la Plaza Central (hoy Parque central), un local destinado a espectáculos: un primitivo galerón de paja en el cual setenta espectadores acudían con sus propias sillas a las funciones. (Fischel, 1992: 23)

En el año 1846, un señor de apellido Sifuentes construyó otro teatro de madera, con techo de teja y capacidad para doscientos espectadores. Tal coliseo fue inaugurado en diciembre de 1846, por un grupo de actores aficionados entre los cuales figuraba una mujer, lo que provocó las iras del clero, que criticaba severamente el caso desde le púlpito.(Fischel, 1992 24)

Durante la década de 1840, Costa Rica conoció una importante fase en su desarrollo político y económico. La separación efectiva de la República Federal Centroamericana y por ende su organización estatal sobre bases independientes, así como el esperanzador panorama económico que se vislumbraba a raíz de las primeras exportaciones de café a Europa, ampliaron la apertura cultural de nuestro país. (Fischel, 1992; 25)

Asimismo, la importación y el estudio de obras literarias y científicas, la llegada de inmigrantes y viajeros extranjeros de gran preparación académica, la salida de algunos jóvenes a estudiar a Europa y Estados Unidos, promovió un interés ante el clima de efervescencia intelectual, ya perceptible a partir de la cuarta década del siglo XIX. (Fischel, 1992 26)

En 1847 surgieron por primera vez las aspiraciones de crear un teatro de carácter nacional. Es significativo mencionar que sería el Dr. José María Castro Madriz, Presidente de la recién nacida República, quien además de propulsar la enseñanza nacional asumió la paternidad de esta idea y trabajó para lograr ponerla en práctica. La idea consistía en fundar una compañía de accionistas privados con el objetivo de reunir el capital necesario para la realización de la obra. Sin embargo, los intentos del Dr. Castro Madriz quedaron frustrados.

Dado el fracaso de Castro, varios vecinos de San José, organizados bajo la tutela del veterano actor de teatro español y agente comercial, el señor Larriva, improvisaron en 1850, una sala de teatro en la entonces Universidad de Santo Tomás, mientras se construía un edificio apropiado, como lo fue el Teatro Mora, luego Teatro Municipal; sala pública de espectáculos que permitiría, durante más de treinta años, periódicas representaciones artísticas y culturales del país. (Fischel, 1992; 27)

Es patente la franca participación que tuvo el Presidente Juan Rafael Mora en cuanto al desarrollo del teatro en Costa Rica. Durante su administración, no sólo se construyó el primer edificio municipal destinado a funciones artísticas, sino que se fomentó activamente la llegada de artistas extranjeros.

El presidente Mora sufrió un golpe de Estado el 14 de agosto de 1859. Una vez derrocado, el teatro que él ayudó a crear cambió de nombre. A partir de 1860 y hasta sus últimas días, se le conocerían como Teatro Municipal. En la década de 1880, a manera de presagio de su destrucción, el Teatro Municipal empezó a deteriorarse con alarmante rapidez. Asimismo, gran parte de sus decoraciones fueron llevadas a la Plaza del Hospital, en donde se utilizaron para adornar las casetas que guarecían a los transeúntes. Finalmente, el Teatro Municipal fue víctima de una cadena de terremotos que azotaron a nuestro país los días 29 y 30 de diciembre del 1888. (Fischel, 1992: 43)

Posteriormente, el General Tomás Guardia vio la necesidad de construir un gran Teatro Nacional, debido a que día a día, las presentaciones se hacían más incómodas por la escasa capacidad que poseía el teatro Municipal. Esa situación se hacía más manifiesta cuando nos visitaba una compañía de renombre, puesto que el Teatro se llenaba en su totalidad. (Fischel, 1992: 43 )

Este antecedente y otros más, llevaron a don Tomás a emitir -el 16 de noviembre de1878- un decreto por el cual se buscaba dotar al país de un cómodo y moderno edificio de espectáculos públicos. (Fischel, 1992 46) Sin embargo, las dificultades económicas del país en ese momento y la muerte del General Guardia en 1882, frustraron el gran ideal de la década de 1870, de construir un Teatro Nacional. (Fischel, 1992: 46)

La destrucción del Teatro Municipal en diciembre de 1888, da base para que cobre vigencia la idea del general Guardia de construir un coliseo. La prensa sirvió de vehículo importantísimo para la manifestación y difusión de gran cantidad de comentarios y opiniones sobre tal proyecto. (Fischel, 1992:46)

En marzo de 1890, algunos ciudadanos hicieron una petición formal al Presidente en ejercicio, para la creación de un impuesto que sirviera de sustento material a la obra de construcción del Teatro Nacional. (Fischel, 1992) Comerciantes y cafetaleros decidieron solicitar al gobierno la creación de un impuesto de $0,05 por arroba de café exportado. Tal impuesto produciría la suma de $75.000, para financiar la construcción del coliseo. (Fischel, 1992: 55)

El día 27 de mayo de 1890, el Congreso Nacional dio trámite afirmativo al citado proyecto. Un día después ese cuerpo emitió el Decreto No. 17, en el cual se consigna como “obra nacional”, a la vez que se sanciona la creación de un impuesto al café. (Fischel, 1992:71)

Si bien el impuesto al café había sido sancionado legalmente, la recaudación de este habría de esperar varios meses. Al ser la cosecha de café recolectada una vez al año, el monto del impuesto no podía ser recuperado en forma inmediata. Por tal razón, el gobierno debió proceder a contratar un empréstito con el Banco de la Unión, en su carácter de banco nacional, por la suma de $200.000 con el objetivo de dar inicio a la obra en el menor tiempo posible. (Fischel, 1992:72)

En lo que respecta al Teatro Nacional, el monto de ese empréstito inicial pronto se vio dramáticamente consumido dado los altos costos de la compra y preparación de los terrenos, el proceso de demolición de los edificios, y la obra misma de construcción. Por este motivo, el gobierno se vio precisado a emitir un decreto, con el cual prorrogó la vigencia del impuesto establecido para la construcción del Teatro Nacional. (Fischel, 1992:75)

Los cafetaleros, una vez disipada la euforia inicial, comenzaron a resentir el impuesto a la exportación del café y presionaron al gobierno para lograr su derogatoria. (Fischel, 1992: 78) Por esto, el 20 de mayo de 1893, el Presidente de la República, Lic. José Joaquín Rodríguez, emitió el Decreto Ejecutivo por el que se sustituye el impuesto al café por un nuevo impuesto a la importación. (Fischel, 1992:79) el cual permitiría finalizar con éxito la construcción del teatro. (Fischel, 1992: 81)

La tradición histórica que siempre ha alabado el impuesto al café decretado en mayo de 1890, ha omitido aclarar que éste tuvo un impacto poco sustancial en el proceso de construcción del Teatro Nacional. Es necesario puntualizar que durante su período de vigencia -de mayo de 1890 a mayo de 1893-se logró recaudar un total de $132.873.39 (ciento treinta y dos mil, ochocientos setenta y tres pesos con treinta y nueve centavos) (Fischel, 1992:82) Esta cifra es insignificante dentro del contexto total de los gastos de edificación de nuestro coliseo, que acuerdo con la información recabada, fue de más de tres millones de pesos. (Fischel, 1992:82)

En enero de 1891, una vez resuelto favorablemente el asunto de la localización del espacio, se dio inicio al trabajo del limpieza del terreno. (Fischel, 1992:91). El comerciante y vecino de San José, Juan Rafael Mata, planteó al Secretario de Fomento formal petición para construir un teatro “provisional o de madera”, el cual funcionaría mientras se construía el Teatro Nacional. (Fischel, 1992:91) Este teatrillo provisional funcionó tan sólo unos pocos meses. Su modesta arquitectura y limitado espacio, lo hicieron poco atractivo. Se ubicó en el Parque Morazán. (Fischel, 1992:93)

En cuanto a la realización de la obra del Teatro Nacional, existe cierta confusión acerca del origen de los planos para su construcción. Por una parte se dice que: “ Los planos fueron ejecutados por arquitectos belgas y, una vez aprobados por los ingenieros costarricenses, se ordenó la construcción de las estructuras metálicas en las fábricas de Bélgica.”(Monografía ICT, p.6, 1967).

Por otra parte la señora Astrid Fischel Volio, en su obra El Teatro Nacional de Costa Rica, su Historia, hace las siguientes referencias: “ Pocas semanas después de acaecido el terremoto que destrozó el Teatro Municipal en diciembre de 1988, los profesionales extranjeros radicados en nuestro país, Enrique Invernizio y Francisco Durini, sometieron a consideración del Ejecutivo una propuesta formal, acompañada de sus respectivos planos, para la construcción de un Teatro Nacional.”( Fischel, 1992:.97). Estos señores eran de origen italiano y después de realizar obras importantes en Guatemala y México, se trasladaron a Costa Rica debido a su sentido comercial y a propósito de la bonanza económica que tenía nuestro país por las exportaciones de café.

También fueron presentadas dos propuestas más: una de un ingeniero alemán de apellido Wedel y otra del costarricense de origen alemán, Guillermo Reitz. (Fischel, 1992:100 ).

Como consecuencia del auge de las construcciones que se presentaba a finales de los años mil ochocientos ochenta, se consideró necesario formar la Dirección General de Obras Públicas.

“ La Oficina Técnica de la Dirección General de Obras Públicas era, de acuerdo con las nuevas disposiciones legales, la llamada a elaborar los planos del Teatro Nacional. Dicha oficina estaba integrada por los señores León Tessier, Ingeniero en Jefe, Guillermo Reitz, Ingeniero Auxiliar y Alberto Navarro, Dibujante. El ingeniero Nicolás Chavarría, Director General de Obras Públicas, así como los ingenieros Luis Matamoros y Angel Velásquez, miembros de la misma, tuvieron también una participación importante en la primera definición de los planos.”( Fischel, 1992:101).

Los planos presentados por la Dirección General de Obras Públicas, fueron aprobados por la Secretaría de Fomento el 7 de noviembre de 1890. (Fischel, 1992:101).

La construcción del Teatro Nacional fue polémica desde sus inicios, no solamente por las expropiaciones de los terrenos, las improvisaciones de algunas partes del diseño como las entradas de los actores al escenario que no fueron previstas, los desniveles causados por los cimientos, las conexiones eléctricas, las cloacas, la recolección de aguas pluviales, y un sin número de detalles no considerados en el diseño original, que causaron grandes atrasos en el plazo de construcción. Así mismo, la Oficina Técnica de la Dirección General de Obras Públicas, tubo que salir a defender la autoría de los planos ya que eran catalogados por algunos medios de la prensa escrita, como una copia fiel del Teatro de Amberes.

“ Otro de los elementos que ha llevado a confusión con respecto a los planos del Teatro, es el hecho de que una vez puesta en marcha la obra, los planos originales sufrieron importantes modificaciones, sobre todo desde el punto de vista arquitectónico.”( Fischel, 1992: 104)

Durante la administración del licenciado José Joaquín Rodríguez (1890- 1893), el ingeniero Chavarría era el Director de Obras Públicas, y su estilo estaba influido por la escuela francesa.

Al asumir el poder Francisco Ma. Iglesias, luego de las elecciones de 1893, nombró al ingeniero Ángel Miguel Velásquez como Director General de Obras Públicas. Este ingeniero era partidario de la corriente arquitectónica italiana, que era la de moda en ese entonces, por lo cual procedió a hacer una serie de modificaciones al estilo del Teatro, con las cuales él no estaba de acuerdo.

Estas modificaciones a los planos originales, causaron grandes problemas de tipo arquitectónico, por lo que se hizo necesario contratar al señor Ruy Cristóforo Molinari, para resolverlos. (Fischel, 1992:107 ).

Esta situación deja en evidencia esta forma tan particular del ser costarricense, al modificar o dejar de lado las obras emprendidas por la administración anterior al no darles continuidad y seguimiento sin importar si son beneficiosas o perjudiciales para la Nación.

“ Muchas de las piezas fundamentales del Teatro Nacional fueron contratadas en el extranjero. Entre ellas la cúpula, las estructuras de metal, el mecanismo para levantar el piso y las escaleras de mármol. Debido a la necesidad de acompañar cada una de ellas con su respectivo plano, surgió la falsa idea de que la totalidad de los planos se hicieron en Europa. No obstante la realidad es que los responsables de los planos fueron costarricenses que habían realizado estudios en Europa, así como profesionales extranjeros radicados en el país.”( Fischel, 1992:.107). En cuanto a la mano de obra, la monografía citada del Instituto Costarricense de Turismo indicada más arriba, dice que se contrataron 50 maestros de obra procedentes de Italia y que las obras de tallado de la fachada son obra del cincel de los canteros costarricenses.

Transcurrieron siete años y cinco meses desde la orden de ejecución hasta su inauguración.

Fue en la construcción de este teatro donde la escritora Tatiana Lobo ambientó algunos de los pasajes de su novela El Año del Laberinto. Ejemplos de ello son:

  • Cuando el abogado Jiménez se para frente a la construcción del teatro para tratar de observar los diecisiete centímetros de desplome de la cúpula. ( Lobo; 2000: 10- 11).

  • O cuando el Patillas...”estuvo a punto de morir de un martillazo desde un andamio del Teatro Nacional donde entró,...”. ( Lobo; 2000: 163)

  • Además de “…el aguarascal pilló nuevamente al abogado Jiménez frente al Teatro Nacional.”. ( Lobo; 2000: 169).

  • Cuando el abogado Ricardo Jiménez se encontró con Pío Víquez dando saltos sobre los montículos de materiales de construcción que entorpecían la pasada frente al Teatro Nacional. ( Lobo; 2000: 296)

El Teatro Nacional se inauguró oficialmente el 19 de octubre de 1897. Transcurrieron siete años y cinco meses desde la orden de ejecución hasta su inauguración. El Presidente en ese momento era Rafael Iglesias, uno de los personajes de la novela de Tatiana Lobo. Iglesias contrató para tal fecha a una compañía de ópera con miembros de la Öpera de París y su Ballet, que interpretaron la Opera "Fausto". La actividad fue un éxito tanto social como artísticamente hablando (Monografía ICT: 16)

El Teatro Nacional fue y continúa siendo el escenario de grandes espectáculos de todo tipo: ópera, drama, comedia, y danza. Artistas destacados a nivel mundial en todas estas ramas han visitado este coloso.

Asistir al Teatro Nacional constituía todo un evento social. Se vestía con las mejores galas, y las personas viajaban durante cualquier lugar del país para asistir a alguno de los exclusivos espectáculos. Exclusivos debido a que se necesitaba cierto nivel cultural y una posición económica de clase media alta-alta para poder, en primer lugar, adquirir las entradas, y en segundo lugar, vestirse apropiadamente.

El Teatro Nacional también ha servido para realizar reuniones internacionales importantes y hasta hace unos años, bailes importantes de la sociedad.

El teatro representó un símbolo del progreso que vivía la capital en esa época. Pero más que representar el adelanto cultural que se había alcanzado, fue un símbolo de progreso material y de diferenciación social. Según cuentan las personas que vivieron durante esos años, asistir al Teatro Nacional se convirtió en una manera de "lucirse" ante los demás. Al respecto, Pérez dice: " La capital del país vivía los ecos de la Belle Epoque, y el Teatro Nacional... pudo albegar a las compañías italianas de ópera y españolas de zarzuela, para deleite de las familias de cafetaleros y la élite política" (el subrayado es nuestro) (Pérez; 1993: 28)

Las principales partes del Teatro Nacional son cinco: la Fachada, el Vestíbulo, la escalinata principal, el foyer, y el auditorio.

La fachada es de estilo renacentista puro y clásico, de líneas perfectas en el acabado de la talla. Es obra de costarricenses.

Al Teatro se entra a través de portones de hierro forjado, y entre jardines

Tres estatuas coronan la fachada, las cuales representan la danza a la derecha, la fama en el centro y la música a la izquierda del también escultor italiano Pietro Bulgarelli. Estas estatuas tuvieron que ser remplazadas por copias ya que se estaban dañando por la contaminación; las originales se encuentran dentro del teatro en diferentes lugares.

Además de las estatuas de Pietro, la fachada está adornada con estatuas neoclásicas, del dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca a la izquierda, y a la derecha la del compositor alemán Ludwing van Beethoven. Las estatuas son obras del artista italiano Adriático Froli. Destaca por su belleza modernista la escultura del flautista de Jorge Jiménez Deredia.(Monografía ICT:8)

Siguiendo con el recorrido por el Teatro, entraremos al vestíbulo, el cual está construido con influencia del estilo pompeyano. Es uno de los lugares de mayor belleza del teatro. A los dos lados tiene unas estancias muy bien decoradas. Actualmente, a la izquierda está la dirección y oficinas administrativas y a la derecha la cafetería.

El piso es de mármol, al igual que las columnas que lo sostienen. Estas últimas están rodeadas por cinturones de bronce. Se encuentran las estatuas de la música y de la danza, que originalmente estaban en la fachada, como se mencionó anteriormente.

También se encuentra la escultura los "Héroes de la Miseria", realizada por el costarricense Juán Ramón Bonilla.

Del vestíbulo se pasa al segundo vestíbulo a través de tres grandes puertas. Entre ellas están colocadas las estatuas que representan la Comedia y la Tragedia del escultor Genovés Pietro Capurro.

El vestíbulo es uno de los sitios más utilizados por la institución porque muchas veces se usa como lugar para hacer homenajes y celebrar conciertos. También es un espacio ideal para dictar conferencias y para efectuar mesas redondas, por su cálido ambiente.(Monografía ICT:8)

La cafetería es sitio de reunión, de buena comida y arte. Desde septiembre de 1976, cada mes se inaugura en ella una exposición de pinturas o de fotografía y por lo tanto se le reconoce como uno de los lugares importantes de exposición en la ciudad de San José. Hoy día la cafetería cuenta con una extensión al aire libre, ubicada en el Paseo del Artista, que es muy visitada tanto por costarricenses como por extranjeros que llegan a conocer el Teatro.

En el interior del segundo vestíbulo se destaca en su decorado, las escalinatas de mármol en una obra en la cual se puede apreciar un buen arte y gusto. Estas fueron contratadas con los hermanos Durini, y se dirigen al piso alto y al Foyer.

En estas se puede apreciar su belleza, su decoración y el laminado de oro de las lámparas adornadas con esculturas de cupidos en bronce. Tiene hermosos candelabros también en bronce y las gradas son de mármol. En las paredes de sus lados están los medallones de flores y frutas tropicales de Pablo Sierra.

Como coronación de está escalinata están los plafones, estas son obra del gran pintor milanés José Villa en el año 1987 en alegoría a los dos principales productos de exportación que son el café y el banano, donde los dibujos de nuestros campesinos le ponen una pincelada de encanto. Sin embargo, este cuadro presenta serias fallas, ya que presenta las matas de café a la orilla del mar, y a un campesino sosteniendo de manera incorrecta el racimo de bananos. Evidentemente, el pintor no era tico.

En la entrada del segundo piso se encuentran tres medallones que simbolizan el Comercio, el Arte y la Industria hechas por el maestro español don Tomás Povedano, quien llegó al país en el momento en que se construía el Teatro, para fundar y dirigir la Escuela de Bellas Artes.

En la segunda planta, encima del vestíbulo, al final de la escalinata principal se encuentra el Foyer.

Es para muchos el lugar más bello del Teatro. En él rige el más severo estilo, la más refinada concepción de arte y el más exigente buen gusto. Se puede admirar la utilización del espacio, los detalles de su decoración, los muebles europeos y las grandes consolas colocadas en las salitas pequeñas, pero sobre todo se puede admirar su piso de maderas preciosas que hizo decir al Conde de Foxá, citado por Ulloa, que tiene "un suelo rojo, rosado, negro, de oro, donde están embutidas todas las maderas del país". (Monografía ICT:12)

Tiene tres magistrales plafones en el cielo que representan los diferentes momentos del día: Aurora, Mediodía y Noche; estos fueron pintados por el italiano Luigi Vignani, artista que después tuvo a su cargo la decoración del Teatro de la Opera de Moscú (1906).

También, en ocho medallones pintados entrado el siglo XX, están los escudos de las siete provincias en que el país se dividió después de 1915: San José, Cartago, Heredia, Alajuela, Guanacaste, Puntarenas y Limón, y el Escudo de Costa Rica, tal y como quedó después de la reforma que se le hizo en 1907.

Hoy día, a la entrada del Foyer se puede apreciar la estatua original de la Fama que hasta 1991 coronó la fachada del Teatro pero al igual que las otras dos tuvo que ser sustituida porque se estaba viendo afectada por la contaminación ambiental.

Pero eso no es todo, el foyer tiene unas majestuosas columnas sólidas de mármol de seis metros de altura, los estucos, las consolas, los salones adyacentes, el conjunto de mármoles de los zócalos, el mobiliario, las ornamentaciones laminadas en oro y el parqué del piso ejecutado por obreros costarricenses con maderas nacionales.

El auditorio del Teatro Nacional es impresionante. Su estilo se debe a las casa de ópera del siglo XIX,. El techo muestra una obra maestra del pintor italiano Roberto Fontana, realizada en 1897. Del centro cuelga un enorme candelabro que da una perfecta iluminación.

El piso posee un mecanismo que le permite levantarse a nivel del escenario para ser usado en recepciones o conferencias.

Por todo ese esplendor, el Teatro Nacional fue declarado Monumento Nacional en 1965 mediante la ley número 3632, y gracias a una iniciativa del diputado Cristian Tattenbach Yglesias.

Se podría decir que después de mas de cien años de haber sido construido, el Teatro Nacional se encuentra en envidiables condiciones. Los pocos daños que son visibles en su estructura son algunas grietas en unas pocas paredes debidas a los movimientos sísmicos que han ocurrido y ocurren con frecuencia en nuestro país, y algunas filtraciones en los techos. Sin embargo en cuanto a reparaciones y restauraciones del Teatro no se escatima en gastos con el fin de lograr para la institución lo más optimo.

El Teatro Nacional es el principal promotor cultural y educador del pueblo en las artes, es por eso que es la casa de la Orquesta Sinfónica Nacional desde que esta se fundó en 1940 y de la Compañía Nacional de Danza.

También hay que tener en cuenta que lo que actualmente se presenta en el Teatro Nacional es sumamente exclusivo, lo mejor que se puede apreciar en Costa Rica en cuanto a artes escénicas se refiere. Esto debido a la construcción del Auditorio Nacional en el Museo de los Niños y al Teatro Melico Salazar, que se utilizan para presentar otros espectáculos de menor importancia que los que se presentan en el Nacional.

Conclusión

Como se mostró con la investigación, el Teatro Nacional constituye verdaderamente una obra arquitectónica de enorme valor material y cultural para el país.

Su realización representa el esfuerzo de muchísimos costarricenses que vieron plasmados en él sus deseos de contar con una casa de cultura. Asimismo, representó el medio para destacar en la sociedad de la época, que deseaba en la medida de lo posible, sentirse europea.

Sin embargo, no se puede decir que el Teatro Nacional represente la verdadera identidad del ser costarricense. Por mucho tiempo, fue un diferenciador social que hacía a un lado a los que no podían tener acceso a él. Y precisamente esos que no podían ingresar al Teatro eran la mayoría de los ciudadanos de la sociedad. Además, el lujo y la elegancia no es una característica de los típicos hogares costarricenses.

Otra de las conclusiones a las que llegamos fue que, actualmente, el Teatro Nacional no representa lo mismo que representaba en la época de su inauguración y años posteriores, sobre todo en cuanto a la exclusividad para ingresar a él. Actualmente es común ver a la gente con jeans o vestido de manera más informal dentro del Teatro. Asistir a una función, a no ser de que se trate de una función de gala, no es la gran cosa para muchísimas personas en el país.

Una posible razón de esta situación es que el país ya está mucho más acostumbrado a recibir visitas de renombre internacional y por lo tanto ya no ve una presentación de un artista famoso como algo tan maravilloso.

Para terminar, es importante recalcar que se deben preservar este tipo de edificaciones, ya que constituyen un símbolo dentro de la historia de la nación. El Teatro Nacional es el principal formador de cultura en la sociedad, tan necesaria ante la modernidad y la globalización. Cuidarlo es una tarea de todos.

Bibliografía

  • Fischel Volio, Astrid. El Teatro Nacional de Costa Rica, su Historia. 1° Edición. San José, Costa Rica. Editorial Teatro Nacional, 1992.

  • Lobo, Tatiana. El Año de Laberinto. San José, Costa Rica. Editorial Farben Norma. 2000

  • Pérez Brignoli, Héctor. Historia de Costa Rica, 1840-1940 Una Síntesis Interpretativa. Fascículo 16, colección Nuestra Historia. San José, Costa Rica. Convenio UNA/UNED. 1991

  • Rodo Manuel y Ulloa, Alfonso. Monografía Instituto Costarricense de Turismo (en conmemoración al 70 aniversario del Teatro Nacional) San José, Costa Rica. Casa Gráfica Ltda. 1967.




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Enviado por:Mela
Idioma: castellano
País: Costa Rica

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