Biología, Botánica, Genética y Zoología


Sistema nervioso humano


Indice

  • Indice; págs. 1 y 2

  • Introducción; pág. 3

  • Sistema nervioso; pág. 4

  • 3.1- Sistema nervioso central; pág. 5

    3.1.1- Meninges; pág. 5

    3.1.2- Cerebro; págs. 5 y 6

  • El istmo del encéfalo; pág. 8

  • Cerebelo; pág. 8

  • Bulbo raquídeo; págs. 8 y 9

  • Médula; pág. 9

  • 3.2- Sistema nervioso periférico; pág. 11

    3.2.1- Nervios craneales; págs. 11 y 12

    3.2.2- Nervios raquídeos o espinales; pág. 13

    3.3- Sistema vegetativo o sistema nerviosos visceral; págs. 15 y 16

  • Fisiología del sistema nervioso

  • 4.1- La célula nerviosa; págs. 18 y 19

    4.2- Arco reflejo o acción refleja; págs. 21 y 22

    4.3- Objetivo y efectos; pág. 22

  • Los sentidos

  • 5.1- Sentido del olfato; pág. 23

    5.2- Sentido del gusto; págs. 24 y 25

    5.3- Sentido del tacto; pags. 26 y 27

    5.4- Sentido de la vista; pág. 28

    5.4.1- Iris; pág. 28

    5.4.2- Retina; pág. 29

    5.4.3- Cristalino; págs. 29 y 30

    5.4.4- Cuerpo vítreo; pág. 30

    5.4.5- Anejo de los ojos; pág. 31

    5.4.5.1- Conjuntiva; pág. 31

    5.4.5.2- Aparato lagrimal; pág. 32

    5.5- Sentido del oído; pág. 33

    5.5.1- Oído externo; pág. 33

    5.5.2- Oído medio; págs. 33 y 34

    5.5.3- Oído interno; págs. 34 y 35

    6- Bibliografía; pág. 36

    Introducción

    Nuestro cuerpo está formado por muchos órganos distintos, cada uno de los cuales cumple una determinada misión. Además, para que nuestro organismo funcione perfectamente, todos sus órganos deben actuar sin problemas y coordinadamente. Basta que uno trabaje mal para que se desequilibren las demás funciones vitales y se resienta todo nuestro organismo. Esta acción la protagoniza el Sistema Nervioso, que es el encargado de coordinar las funciones de todas las partes de nuestro cuerpo. Pero, además, el Sistema Nervioso es el encargado de relacionarnos con todo lo que nos rodea: recibe los mensajes del exterior, elabora las respuestas y da las órdenes oportunas para que actúen los músculos o órganos que en cada caso convengan.

    El Sistema nervioso:

    El sistema nervioso aparece claramente dividido en dos partes: sistema nervioso central y sistema nervioso periférico. El primero tiene la forma de un largo tallo, con un engrosamiento en su extremo superior, y se halla alojado en el conducto óseo craneorraquídeo: se designa con el nombre de eje cerebroespinal o neuroeje. Como luego veremos, todo el neuroeje está protegido por unas cubiertas membranosas, las meninges. El sistema nervioso periférico está constituido por cordones nerviosos, nervios que parten del neuroeje.

    Los centros nerviosos constan de sustancia gris y sustancia blanca. La primera procede de la reunión de células y de fibras nerviosas; las células, llamadas neuronas, son corpúsculos provistos de numerosas expansiones protoplasmáticas ramificadas (dendritas) y una prolongación alargada (cilindroeje) que se relacionan con elementos procedentes de células vecinas. Son unidades independientes, que actúan como centros receptores de impresiones periféricas, como centros emisores de estímulos motores y como centros elaboradores de fenómenos psíquicos: constituyen el elemento fundamental de neuroeje. La sustancia blanca consiste en una asociación de fibras que son continuación del cilindroeje. Además de estos elementos fundamentales existen la neuroglia, que sirve para el aislamiento de la formación de cicatrices, y la microglia, conjunto de células fagocitarias. Ambas sustancia se distribuyen diversamente en los centros nerviosos. En el encéfalo, la sustancia gris, situada periféricamente constituye la corteza cerebral.

    Sistema Nervioso Central:

    Lo componen, como se ha dicho, un largo talla, la médula, y un abultamiento voluminoso en su extremidad superior, el encéfalo, unidos por un corto segmento intermedio, el bulbo raquídeo. La masa encefálica se divide entres partes: cerebro, cerebelo e istmo del encéfalo. El neuroeje está formado por: cerebro istmo del encéfalo, cerebelos, bulbo raquídeo y médula.

    Meninges:

    Son cubiertas concéntricas, el tejido no nervioso, que envuelven el neuroeje. Estas membranas son la duramadre, las más superficial, de naturaleza fibrosa y también la más gruesa y resistente; la aracnoides, una serosa situada en la parte media, y la más profunda, la piamadre, membrana celulovascular, que se adapta inmediatamente a la superficie externa del órgano que recubre.

    Cerebro:

    Constituye la parte superior y anterior de encéfalo. En el hombre alcanza un volumen considerable y ocupa casi toda la caja craneana. Su parte superior, muy convexa, presenta en la línea media un surco profundo, la cisura interhemisférica, que divide el cerebro en dos mitades laterales, los hemisferios cerebrales, unidos en su parte media por una lámina horizontal, el cuerpo calloso.

    La corteza cerebral presenta numerosas prominencias alargadas, sinuosas, las circunvoluciones, separadas por surcos profundos, las cisuras.

    La significación de estos pliegues pudiera explicarse por la necesidad que tiene un contenido blanco (sustancia gris), que ha experimentado filogénicamente un desarrollo progresivo, de adaptase a un continente ( el cráneo) que lo hace en mucha menor proporción, lo cuál sólo puede efectuarse a expensas de loa parte más maleable, que ha de encogerse y plegarse sobre sí misma.

    Interiormente el encéfalo presenta unas cavidades irregulares, simétricas, llamadas ventrículos, llenos de líquido cefalorraqauídeo o cerebroespinal, que se designan con números a su situación.

    La sección del cerebro por la cisura interhemisférica, muestra: el cuerpo calloso, lámina de sustancia blanca extendida transversalmente de una a otro hemisferio, que en un corte sagital aparece como la sección de una bóveda; el septum lucidum, tabique transparente que separa las porciones frontales de ambos ventrículos laterales; el tálamo, constituido por dos núcleos de sustancia gris, situados a cada lado del II ventrículo, que contiene múltiples cuerpos celulares y fibras y realiza las funciones de un importante centro sensitivo; el hipotálamo, parte anterior de III ventrículo, relacionada con funcione viscerales; la hipófisis, importantisima glándula de secreción interna; la glándula pineal o epífisis, también con función probablemente endocrina; los pedúnculos cerebrales, que ponen en relación todos los departamentos del neuroeje con la parte más noble del encéfalo; los tubérculos cuadrigéminos, cuatro semiesferas de sustancia gris relacionadas con las vías ópticas y las auditivas; el acueducto de Silvio, conducto angosto corto que une los ventrículos III y IV.

    El istmo del encéfalo:

    Es una porción de la masa encefálica que une entre sí el cerebro, cerebelo y bulbo; por su parte anterior se apoya sobre el canal basilar. Vista por delante aparece como un ancho y grueso cordón aplanado; es la protuberancia anular o puente de Valorio, tendido entre los dos hemisferios cerebelosos.

    El istmo del encéfalo da paso a las vías nerviosas que establecen conexiones con los distintos centros nerviosos.

    Cerebelo:

    Es un órgano impar y simétrico que se sitúa en la parte posteroinferior de la masa encefálica, por encima del bulbo raquídeo. Se compone de una parte media y dos laterales que reciben el nombre de hemisferios o lógulos cerebelosos.

    En el cerebelo la sustancia gris se distribuye principalmente en la periferia, aunque se halla también formando inclusiones centrales. La sustancia blanca se dispone en el centro y dibuja ramificaciones cuyo aspecto arborescente le ha valido el nombre de “árbol de la vida”.

    Bulbo raquídeo:

    Une la médula espinal con el istmo y el cerebro. Situado en el canal craneorraquídeo, es un cilindro aplanado de delante atrás, de reducido tamaño (12 a 15 mm), lo cual no obsta para que reúna fibras procedentes de los siguientes órganos: médula, cerebelo y nervios bulbares, y sea uno de los segmentos más importantes del neuroeje.

    El bulbo raquídeo contiene centros nerviosos de los que dependen funciones tan importantes como la respiración y la circulación.

    Médula:

    Es un cordón nervioso, alargado, contenido dentro del conducto raquídeo, del cual sólo ocupan los dos tercios superiores, y separado de sus paredes óseas por una distancia de 3 a 8 mm.; tiene la forma de un tallo cilíndrico, aplanado de delante atrás con dos engrosamientos, uno situado mas alto, llamado superior o cervical, y otro más bajo, el inferior o lumbar. Por su parte superior se continúa directamente con el bulbo, y su límite convencional está situado en un plano que pasa por la articulación del atlas con los cóndilos del occipital; por su parte inferior termina en un cono (cono terminal), cuyo vértice se prolonga con un filamento (filum terminal) que, envuelto por las cubiertas meningeas, se inserta en la base del coxis.

    En la médula, la sustancia gris se dispone centralmente como las alas extendidas de una mariposa y se distinguen en ellas dos astas anteriores, dos posteriores y un segmento transversal o comisura gris. La sustancia blanca rodea por completo a la gris y forma externamente dos cordones laterales uno anterior y otro posterior.

    La médula, por la sustancia gris, es un complicado centro elaborador de reflejos; por la sustancia blanca (cordones anteriores, posteriores y laterales), es un conductor de corrientes sensitivas y motoras.

    Sistema nervioso periférico:

    Está constituido por los nervios, cordones formados por cientos de miles de fibras nerviosas envueltas por tejido conectivo. Los nervios desempeñan una doble función: conducen a los centros nerviosos las impresiones recibidas en la periferia o bien transportan a ella las incitaciones motrices o secretorias elaboradas por aquéllos.

    En cuanto a su estructura, Los nervios ofrecen el aspecto de cordones de color blanco brillante y de grosor variable; están formados, como ya se ha dichos, por fibras nerviosas, dispuestas paralelamente al eje y mezcladas con elementos conjuntivos. La fibra nerviosa puede estar rodeada de una sustancia grasa, la mielina (fibras mielínicas). Las que no lo están se llaman fibras de Remak.

    Nervios craneales:

    Son doce pares que parten del encéfalo o del bulbo en disposición simétrica y, después de atravesar las cubiertas del encéfalo, emergen atravesando la pared ósea por orificios osteofibrosos de la base del cráneo.

    Los nervios craneales salen del cráneo o entran en él según sean motores, sensitivos o sensoriales y son: cuatro pares para los órganos del sentido: el nervio olfativo, el nervio óptico, el nervio auditivo, el nervio glosofaríngeo (del gusto), el nervio trigémino (sensibilidad de la cabeza y la cara); los tres nervios motores oculares (motor ocular externo, motor ocular común, nervio patético), a los que se debe la motilidad del globo ocular; el nervio facial o de la mímica; el nervio hipogloso, del que depende la movilidad de la lengua; el nervio vago o neumogástrico, que se distribuye por los siguientes órganos: laringe, faringe, corazón, pulmones, estómago e hígado, y, finalmente el nervio espinal (accesorio del vago).

    Nervios raquídeos o espinales:

    Nacen, por pares, a cada lado de la médula espinal, atraviesan los agujeros de conjunción y se distribuyen por los órganos que inervan. Contiene fibras sensitivas y motoras: son, pues, nervios mixtos. Hay 31 pares de ellos. Los nervios raquídeos se dividen en cervicales (8 a cada lado), dorsales (12), lumbares (5), sacros (5) y coxígeos (1). Nacen de dos raíces; las anteriores son motoras, las posteriores, sensitivas. Como en los nervios craneales hay que distinguir su origen externo, que es el punto de emergencia de la médula, y su origen real, que es de su nacimiento en las astas medulares.

    A la salida de la médula los nervios raquídeos se dividen en dos ramas: una posterior o dorsal, que mantiene su independencia en todo su trayecto y termina en la piel y los músculos dorsales; y otra anterior que se subdivide y entrelazándose para formar plexos.

    Existen cinco plexos, que, enumerados de arriba a abajo, son los siguientes: cervical, braquial, lumbar, sacro y sacroxígeo, a los que hay que añadir los nervios intercostales que no forma plexos.

    Distribución de los nervios raquídeos en el cuerpo humano:Sistema vegetativo o sistema nervioso visceral:

    Es el conjunto de nervios cuyo funcionamiento regula las actividades viscerales de modo automático e involuntario. Su nombre indica a las claras que su radio de acción se extiende al territorio visceral, cuya actividad escapa de la regulación voluntaria, aunque este sistema nervioso inerva tambien otros órganos, por ejemplo, la túnica muscular de las arterias (acción vasoconstrictora y vasodilatadora), el iris (iridodilatación) y las glándulas sudoríparas (acción secretora).

    Tambien se le llama sistema nervioso autónomo y se diferencia fundamentalmente del sistema nervioso cerebroespinal por la existencia en el trayecto de las vías nerviosas de una estación ganglionar situada fuera del sistema nervioso central y que actúa como centro efector; puede, pues, decirse que los órganos cuyo funcionamiento no depende de nuestra voluntad reciben su inervación centrífuga de un centro ajeno al sistema nervioso central. Por tanto, en esta vía de inervación autónoma hay un tramo, formado por fibras preglanglionares, que van desde el encéfalo o la médula al ganglio, y un segundo tramo, formado por las fibras posganglionares, que emerge del ganglio y termina en los músculos o glándulas a los que va destinado.

    El sistema nervioso autónomo se divide en dos unidades bien diferenciadas anatómica y fisiológicamente: el sistema nervioso simpático y el parasimpático; ambos participan en la inervación de la mayoría de las vísceras que reciben la influencia antagónica de uno u otro, de tal modo que a la estimulación del simpático se opone la inhibición del parasimpático. El primero permite al organismo efectuar ejercicios violentos; el segundo favorece un estado de relajación y de mínimo consumo de energía.

    Una característica del componente parasimpático es que, a diferencia del simpático, las porciones preglanguionares de los nervios son más largas que las postganglionares, pues los ganglios periféricos se hayan situados en la proximidad de los órganos que han de inervar e incluso a veces englobados en las propias estructuras de éstos.

    Fisiología del sistema nervioso:

    La célula nerviosa:

    La célula nerviosa o neurona se caracteriza por las múltiples prolongaciones que emergen del cuero celular. La más importante de estas prolongaciones -cilindroeje o axón- es de longitud considerable; tanto, que puede llegar, por ejemplo, desde los ganglios raquídeos a la piel, aunque permanezca su diámetro siempre microscópico. Cada neurona tiene un solo cilindroeje que se ramifica y establece contacto con otras células nerviosas, o con estructuras periféricas diferenciadas, como la fibra muscular. Del cuerpo celular salen otras muchas prolongaciones, todas ellas de longitud microscópica, que se llaman dendritas.

    El cilidroeje sale de los centros nerviosos por los troncos nerviosos periféricos. Cada nervio está formado por muchas fibras nerviosas que conservan su individualidad pues la mayor parte de ellas están recubiertas por una vaina de mielina aislante.

    Los mensajes que transmite el sistema nervioso desde los centros a los órganos periféricos, desde los receptores periféricos a los centros, son descargas de excitaciones que se llaman impulsos nerviosos.

    La fibra nerviosa se ha comparado a un conductor metálico, y la conducción de los impulsos nerviosos se ha tratado de representar como la conducción de la corriente eléctrica pero esta comparación no resulta del todo adecuada ya que la transmisión no resulta del todo adecuada ya que la transmisión del impulso no es sólo un fenómeno eléctrico, sino también químico.

    Según la teoría de la neurona, sabemos que no hay continuidad estructuras entre las células nerviosas; que cada ramificación cilindroaxil que establece contacto con las dendritas o el cuerpo celular de otra neurona tiene su membrana de la superficie celular en que termina; y que la unión intercelular entre las neuronas es una conexión funcional y no anatómica. El contacto del bulbo terminal de un cilindroeje con el punto correspondiente de otra superficie neuronal se llama sinapsis. En esta superficie neuronal intervienen los neurotransmisores que son una sustancia química que interviene en la producción de impulsos nerviosos en las uniones sinápticas entre neuronas o entre una neurona y el órgano que inerva. Una sinapsis consta de un botón presináptico, una hendidura sináptica y una superficie postsipnáptica. Los neurotransmisores se liberan por los botones presinápticos, en la transmisión del impulso nervioso, y pasan de las hendiduras sinápticas a las superficies postsinápticas en estas superficies se fijan a receptores específicos, originándose una respuesta concreta.

    Las vías nerviosas están constituidas siempre por varias cadenas de neuronas. El impulso que se origina en una célula nerviosa, propagado a lo largo del cilindroeje, llega a otra célula nerviosa. Y allí origina una nueva excitación y un nuevo impulso nervioso. Es decir, la excitación se propaga nunca desde el cilindroeje al cuerpo de otra célula o las dendritas, pero no se propaga nunca desde las dendritas al cilindoeje. Este fenómeno, que es fundamentas para toda la fisiología del sistema nervioso, es la propiedad más característica de la sinapsis.

    Arco reflejo o acción refleja:

    Toda excitación que llega a un centro nervioso por una vía aferente -se llaman así las vías que van desde la periferia al centro -provoca una descarga de impulsos por una vía que arranca del centro y llega a los órganos periféricos encargados de responder; esta vía se llama eferente.

    Se llama arco reflejo al sistema que forman la vía aferente, el centro y la vía eferente.

    Cuando tocamos la superficie anterior del ojo, los párpados se cierran; si percutimos el tendón del cuádriceps, se contrae; la presencia del alimento en la boca provoca la secreción de saliva. Todas estas respuestas son actuaciones reflejas.

    Según el esquema estructural del arco reflejo hemos de distinguir tres categorías de elementos funcionales: receptores, células nerviosas y órganos efectores.

    Los órganos efectores son células y órganos sometidos a la acción reguladora del sistema nervioso -por ejemplo, los tejidos contráctiles- pero propiamente no pertenecen a dichos sistema.

    Los órganos receptores se caracterizan por su notable excitabilidad y sobre todo porque cada uno de los tipos de receptores está dotado de una especial sensibilidad para un determinado tipo de estímulo; por ejemplo, unos responderán específicamente a excitaciones mecánicas, otros a acciones químicas, etc.

    Toda excitación de los órganos receptores puede provocar respuestas reflejas; y puede también dar descargas de impulsos que llegan hasta los centros nerviosos más altos y despiertan sensación consciente.

    Objetivo y efectos:

    El sistema nervioso regula las funciones vegetativas -la actividad funcional de todas las vísceras- pero esta acción reguladora no es exclusiva porque junto a la regulación química que depende de los productos del metabolismo celular y de las hormonas.

    LOS SENTIDOS:

    Sentido del olfato:

    Se halla localizado en las paredes de las fosas nasales. Cada fosa nasal es un estrecho corredor, de cuya pared externa se desprenden tres láminas óseas, los cornetes superior, medio e inferior, que limitan tres espacios, los meatos superior, medio e inferior, respectivamente.

    El sentido del olfato se localiza en la parte superior de las fosas nasales, en una región que se limita al cornete superior y tercio superior del tabique nasal. En esta zona se encuentra una lámina epitelial mucosa, la pituitaria, que contiene unas neuronas especiales, las células olfativas periféricas. Sus axones se reúnen formando los nervios olfatorios que atraviesan la placa cribosa del etmoides y van a parar directamente al bulbo olfatorio del cerebro.

    Sentido del gusto:

    Los receptores que son impresionados por los sabores se hallan esparcidos por la superficie externa de la lengua. Este órgano tiene un armazón osteofibroso, el esqueleto de la lengua, formando por el hueso hioides y unas láminas fibrosas en las cuales se insertan los músculos que, a su vez, por su otro extremo, se insertan en el maxilar inferior, en la apófisis estiloides y en el armazón fibroso de la faringe.

    Tiene una porción anterior o bucal y otra posterior (base de la lengua), recubierta por una mucosa, continuación de la mucosa bucofaríngea, que la tapiza totalmente; su espesor es variable, y su coloración, normalmente rosada, se altera y adquiere tonalidades blancuzcas o amarillentas en el comienzo o en el curso de ciertas enfermedades. En la superficie libre de la mucosa lingual, se advierten unas pequeñas elevaciones que han recibido el nombre de papilas linguales, visibles con el nombre de papilas linguales, visibles con una lupa, e incluso a simple vista. Sus formas son variadas y se han designado con distintos nombres.

    Las papilas filiformes son las más numerosas; esparcidas por la superficie de la lengua, le comunican el aspecto afelpado característico de este órgano. Vistas con lupa, aparecen como menudos apéndices cilíndricos o cónicos, con un remate formado por un pincel de prolongaciones filiformes que le confieren una apariencia de corola ( papilas coroliformes). Estas papilas ocupan el dorso de la lengua y se disponen en filas paralelas que siguen una dirección oblicua desde la línea media al borde de la lengua.

    Las papilas fungiformes, llamadas así por su gran semejanza con un hongo, son de color rojizo, sobresalen por su extremidad libre, abultada, unida a un corto pedículo. Las papilas fungiformes, en número de 150 a 200, se distribuyen preferentemente por los bordes y la punta de la lengua.

    Las papilas foliadas, constituidas por pliegues verticales de la mucosa separadas por surcos más o menos profundos, poco numerosas, son rudimentarias y se hallan en el borde de la lengua, próximas a la base.

    Las papilas caliciformes están formadas por n mamelón central, rodeado por una formación anular. El mamelón es la papila, propiamente dicha, y entre ella y el anillo que la rodea existe un surco o fosa, de modo que la papila parece contenida dentro de un cáliz: de ahí el nombre de papila caliciforme. Son la más voluminosas y también más importantes por su estructura y funciones. Las papilas caliciformes, en número de 9 a 11, sólo se encuentran en la cara dorsal de la lengua, agrupadas en dos series lineales que, desde ambos bordes libres, convergen en su parte posterior y dibujan la llamada V lingual.

    Todas las papilas linguales son órganos sensitivos, pero conviene hacer una importante distinción entre ellos: las papilas filiformes sólo contienen corpúsculos táctiles pero carecen de unos microrreceptores peculiales, los bulbos, botones o corpúsculos gustativos, que se sitúan en la capa epitelial de la lengua.

    El aspecto de los botones gustativos recuerda bastante el de una botella con el cuerpo abombado, hundido en la parte profunda del epitelio (corion), y el cuello que se prolonga por las capas superficiales epiteliales para abrirse en la superficie libre de la mucosa por un orificio, el polo gustativo, al cual asoma un pincelito de apéndices filiformes, las pestañas gustativas. Los bulbos del gusto sólo se encuentran en las papilas caliciformes y en las fungiformes; por tanto, el sentido del gusto reside precisamente en las regiones donde se hallan aquellas papilas, o sea, en los bordes de la lengua y en otros dos tercios anteriores de su cara dorsal y en la región de la V lingual. Así se explica que sea precisamente la punta de la lengua la porción anatómica que se utilice para degustar el sabor de un alimento, sin necesidad de que llegue al resto de la lengua.

    Sentido del tacto:

    El tacto proporciona sensaciones de distinta naturaleza: táctiles, térmicas y dolorosas, y se halla repartido por todo el tegumento externo o piel y asimismo en las mucosas externas.

    Hay que añadir a las citadas, la sensibilidad propia de músculos, tendones y ligamentos de los órganos internos.

    Las modalidades de las sensaciones táctiles y térmicas, aparte de la naturaleza del excitante, se deben a la estimulación de receptores específicos para cada una de estas sensaciones, que se hallan extendidos por toda la superficie cutánea, donde ocupan zonas delimitadas (puntos de presión, de calor, de frío), cuya excitación origina precisamente la sensación correspondiente y no otra.

    Los corpúsculos táctiles, se pueden dividir en órganos sensibles a la presión (cutánea y profunda) y órganos de sensibilidad táctil propiamente tal; los primeros son los llamados corpúsculos de Pacini, órganos de naturaleza conjuntiva, ovoideos, opalinos, formados por láminas concéntricas, en cuyo interior se arboriza una fibra nerviosa. Se hallan en el tejido celular subcutáneo y también en las articulaciones y en el mesenterio. Los corpúsculos de Meissner, de forma elipsoidal, están constituidos por tejido conjuntivo; exteriormente, este corpúsculo muestra un tubo nervioso que describe un trayecto en espiral para introducirse finalmente en su interior, donde se ramifica entre las células intersticiales nerviosas. Se encuentran en la cima de las papilas dérmicas. Los órganos de la sensibilidad térmica se clasifican en los receptores sensibles al frío, los corpúsculos de Krause, y los receptores sensibles al calor, los corpúsculos de Ruffini, difieren notablemente en cuanto a su forma de todos los demás: son órganos fusiformes, con ramificaciones trabadas y aspecto irregular.

    Sentido de la vista:

    El sentido de la vista nos proporciona las sensaciones de luz y de color y su órgano esencial es el globo ocular, órgano par, simétrico alojado en las órbitas; en unión de otros órganos diversos, forma el aparato visual.

    El globo ocular tiene la forma de una esfera irregular; anatómicamente, está formado por tres túnicas concéntricas, las membranas envolventes y por unos medios líquidos o sólidos que son los medios transparentes y refringentes (cristalino, cuerpo vítreo y humor acuoso). Las membranas envolventes son tres: túnica externa, de naturaleza fibrosa; túnica media, muscular y vascular, y túnica interna, de naturaleza nerviosa. La túnica externa consta de una porción posterior, la esclerótica, y otra anterior a la córnea: la primera forma una esfera hueca que en su parte anterior presenta una ancha abertura donde encaja la córnea y por su parte posterior está atravesada por el nervio óptico.

    La túnica media está compuesta de tres partes: posterior o coroides, media o zona ciliar y anterior o iris.

    Iris:

    Segmento anterior de la túnica bascular, es una membrana circular, tendida verticalmente como un diafragma en el círculo formado por la unión de la córnea con la esclerótica, delante del cristalino. Presenta un orificio central, la pupila, de diámetro cambiante, que destaca por su color negro del resto del iris, cuya tonalidad varia de un individuo a otro.

    Retina:

    Es la túnica interna del ojo, de naturaleza nerviosa. Como las demás, es un segmento de esfera hueca con una cara externa aplicada a la coroides y una cara interna que se amolda a uno de los medios transparentes (humor vítreo). Esencialmente se componme de una capa externa, pigmentaria y otra capa interna, nerviosa. La primera está formada por células poligonales pigmentarias adheridas por su base a la coroides. La segunda o capa nerviosa, está constituida a su vez por tres zonas:

    • La primera contiene las células visuales, los conos y los bastoncillos.

    • Debajo de la primera está la segunda zona con las células bipolares, o neuronas intermedias.

    • En la tercera zona, se encuentran las células ganglionares de las que parten las fibras que formarán el nervio óptico.

    Cristalino:

    En una lente biconvexa, que constituye el más importante de los medios transparentes y está situado inmediatamente detrás de la pupila, entre el humor acuoso por delante y el cuerpo vítreo por detrás. Consta de dos caras convexas, cuya unión determina una circunferencia cuyo ecuador que están en relacción las fibras de una membrana elástica que lo sostiene. Su naturaleza elastica hace que si bien se deforma fácilmente, puede recobrar rápidamente su forma primitiva.

    El cristalino interviene en el acto de enfocar los objetos que se miran es decir, acomoda el ojo para la visión lejana (se aplana) o próxima (se abomba); este mecanismo es absolutamente involuntario e inconsciente.

    Por la importancia de su función las alteraciones que sufre el cristalino requiere una corrección cuidadosa. Las más comunes son la miopía (cuando la curvatura es excesiva y la imagen se forma en un plano anterior a la retina) y la hipermetropía (cuando se forma detrás).

    Cuerpo vitreo:

    Es una masa transparente, esferoide, situada entre el cristalino y la retina; consta de una membrana (hialoides) y un contenido gelatinoso (humor vítreo), algo más denso que la clara de huevo, dispuesto en forma de gajos y atravesando en su parte central por un conducto (conducto hialoideo).

    Entre la córnea y el cristalino existe un espacio, que el iris divide en dos partes; la situada entre la córnea y el iris y el cristalino, la cámara posterior. Ambas están llenas de humor acuoso, líquido incoloro, transparente, que emana del cuerpo ciliar y que, a través de la pupila, circula de la cámara posterior a la anterior, de la cual emerge por conductillos que lo drenan hacia las venas

    Anejos del ojo:

    Los órganos dispuestos alrededor del globo ocular forman parte del aparato visual, ya que, de un modo u otro, están relacionados con su función.

    Conjuntiva :

    Es una membrana mucosa que tapiza el dorso de los párpados u la zona anterior del ojo, es decir, une el globo ocular a los párpados; de ahí su nombre.

    Es absolutamente transparente, sobre todo delante de la córnea, uy está lubricada por la secreción de las glándulas lagrimales.

    Aparato lagrimal:

    Lubrifica constantemente la conjuntiva con las lágrimas; consta de un órgano secretor, la glándula lagrimal, alojada en una fosita del techo de la órbita, y las vías lagrimales, que conducen el excedente de las lágrimas a las fosas nasales.

    Sentido del oido:

    Es el sentido que nos permite percibir los sonidos. El aparato destinado a recibirlos uy ser impresionado por ellos reside en sendos huesos laterales del cráneo, los temporales. Se divide en tres segmentos:

    do externo:

    Está constituido por el pabellón de la oreja, lámina cartilaginosa en forma de concha, con repliegues curvilíneos en la superficie cóncava y un orificio central que se continúa con el conducto auditivo externo, cuya parte más externa es cartilaginosa uy ósea la más interna.

    Oído medio:

    Es una cavidad ósea, estrecha y alta cuya pared externa presenta una membrana fibrosa delgada y transparente, de forma circular, abombada hacia adentro, el tímpano, que separa el conducto auditivo externo de la caja del tímpano; la pared interna ósea separa el oído medio, o caja del tímpano, del oído interno, y presenta dos orificios o ventanas, la ventana oval u la redonda, que ponen en comunicación la caja del tímpano con el oído interno. La pared anterior ofrece un orificio que corresponde a la abertura interna de un conducto en forma de trompa que hace comunicar todo con la faringe: es la Trompa de Eustaquio. En la caja del tímpano se aloja la cadena de huesecillos del oído, extendida transversalmente desde el tímpano a la ventana oval: estos huesecillos, en número tres, se llaman martillo, yunque y estribo y están suspendidos por ligamentos a las paredes de la caja y unidos entre sí por articulaciones que les prestan gran movilidad. La parte del martillo que corresponde al mango está englobada en la membrana del tímpano, la base del estribo se aplica a la membrana del tímpano, la base del estribo se aplica a la membrana de la ventana oval. En estos dos huesecillos se insertan dos músculos, llamados del martillo u del estribo, a los que movilizan como luego veremos.

    Oído interno:

    Está constituido por una serie de cavidades que forman un complejo conjunto, designado con el nombre de laberinto óseo, dentro de las cuales se alojan otros elementos blandos y membranosos que forman el laberinto membranoso. Entre las paredes de ambos laberintos se encuentra un líquido, la perilinfa, u en el interior del laberinto membranoso hay otro líquido, la endolinfa.

    El laberinto óseo consta de una cámara central, el vestíbulo óseo, que se relaciona por detrás con unas galerías curvilíneas, los conductos semicirculares, y por su parte anterior con otra galería de trayecto helicoidal, el caracol óseo. Los conductos semicirculares constituyen el aparato vestibular que interviene en los reflejos postulares y el equilibrio. El caracol óseo forma el aparto cóclea que interviene en la audición.

    El caracol óseo, también llamado cóclia por su semejanza con la concha del caracol vulgar, consta de un núcleo óseo o columnita central (columela), alrededor del cual se arrolla en espiral un tubo cónico (lámina de los entornos), cuyo vértice, que corresponde al caracol, está cerrado y cuya base está abierta. Interiormente, este tubo está recorrido por una lámina que describe un trayecto espiral (lámina espiral), adosada a la columela por un borde, mientras el otro queda libre y, por tanto, no entra en contacto con la pared interna del tubo.

    El oído interno es la parte esencial del órgano del oído, pues contiene el aparato nervioso terminal, muy complejo llamado órgano de Corti, que se aloja en el caracol membranoso y es el responsable de transformar las señales auditivas en impulsos nerviosos.

    Hemos visto que el órgano del oído se compone de fuera adentro, de una parte receptora del sonido, al pabellón de la oreja y el conducto auditivo externo; de una parte transmisora, formada por la cadena de huesecillos, y de una parte receptora, el oído interno, constituida por el caracol óseo y encauza la onda sonora sobre el tímpano (fase aérea) que transmite la vibración a la cadena de huesecillos y a la membrana de la ventana oval (fase mecánica); sobre ésta se apoya la base del estribo y todos los movimientos oscilatorios de la cadena de huesecillos se manifiestan por variaciones de la presión de la perilinfa primero, u de la endolinfa posteriormente.




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    Enviado por:Pmm
    Idioma: castellano
    País: España

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