Historia


Salvaleón de Higüey


Historia De Salvaleon De Higüey

Denominación de un cacicazgo del Este de la Isla. Esta región conserva el nombre que se da también a su ciudad principal provincia la Altagracia. Es una de las provincias con mas desarrollo económico registrado de este pais ya que es la Capital del Turismo Dominicano y capital de La Provincia La Altagracia, denominada tambien Capital de La Ganaderia. Esta ciudad consta actualmente con mas de 150,000 (2006).

'Salvaleon de Higüey'
'Salvaleon de Higüey'

Según algunos autores “GUEY o HUIOU” es el sol en taíno. Entre varias tribus suramericanas también es sol, luz, día. Puede ser una simple coincidencia pero es de notar en Santo Domingo, Higüey se encuentra en el extremo oriental de la isla, es decir, en la región que primero recibe los rayos del sol.

Para 1503, Juan de Esquivel conquistó este cacicazgo y fundó una fortaleza la cual convirtió en 1506 por orden de Ovando en una villa, llamándola Salvaleón de Higuey.

Más tarde, por Privilegio Real despachado desde Sevilla el 7 de Diciembre de 1508 se le concedió a esta villa el Escudo de Armas. Durante el período colonial español, Higüey permaneció como Parroquia del partido del Seibo. Luego en 1801, debido a la división territorial llevada a cabo por Toussaint Louverture durante su dominio de la parte española de la isla, pasó a ser un distrito del departamento del Ozama.

Después del período de la Reconquista, en 1809, cuando España obtuvo de nuevo del dominio de la parte oriental, Higüey volvió a ser Parroquia del partido del Seibo hasta 1821. Luego para 1822, año en que se produjo la ocupación haitiana bajo el mando de Boyer, volvió a ser del Departamento del Ozama. Y al proclamarse la República en el 1833, la Junta Central Gubernativa la designó común del Departamento del Seibo.

Un año después, por medio de la Ley de Administración Provincial No.40, del 9 de Junio del 1845, quedó convertida en común de la provincia del Seibo, condición ésta que conservó hasta 1861 en que por resolución de la capitanía General del Gobierno Español Anexionista se le erigió en Tenencia del Gobierno Político y Militar del Seibo. Pero, al ser restaurada la República volvió a adquirir su condición de común de la provincia del Seibo por el Decreto No.860 del 12 de Agosto del 1865.

Actualmente es la común cabecera de la Provincia de la Altagracia. En esta provincia se encuentra el Santuario de la Milagrosa Virgen de la Altagracia, Patrona del Pueblo Dominicano.

Este es el primer santuario de América y en él se aglutina el 21 de Enero de todos los años millares de dominicanos para rendirle culto a la Virgen de la Altagracia.

Actualmente el cuadro venerado de la milagrosa imagen está expuesto en la Basílica que se construyó para honrarla frente al antiguo Santuario y unido a él por una gran avenida, moderna y bien iluminada.

LA VIRGEN DE LA ALTAGRACIA

'Salvaleon de Higüey'

Del cronista Can. Lic. Luis Jerónimo de Alcocer, natural de esta isla y quien lo escribió en el año de 1650 tomamos un testimonio de gran interés en un documento que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid:

Dice textualmente: “La imagen milagrosa de Nuestra Señora de la Altagracia está en la villa de Higüey, como treinta lenguas de esta ciudad de Santo Domingo; son innumerables las misericordias que Dios Nuestro Señor ha obrada y cada día obra con los que se encomiendan a esta santa imagen; consta que la trajeron a esta isla dos hidalgos naturales de Placencia, en Extremadura, nombrados Alonso y Antonio, de Trejo que fueron de los primeros pobladores de esta isla, personas nobles como consta de una cédula del rey, en que encomienda al gobernador de esta isla que los acomode y aproveche en ella, y habiendo experimentado algunos milagros que había hecho con ellos la pusieron para mayor veneración en la iglesia parroquial de Higüey, adonde eran vecinos y tenían haciendas”.

“Parece que no quiere Dios Nuestro Señor que salga de aquella villa, porque a los principios enviaron por ella el Arzobispo y Cabildo de la Catedral y se desapareció de un arca donde la traían cerrada con veneración y cuidado y al mismo tiempo en su iglesia de Higüey donde solía estar; está pintada en un lienzo muy delgado, de media vara de largo y la pintura es del Nacimiento y está Nuestra Señora con el Niño Jesús delante y San José a sus espaldas. Y con tener tanto tiempo tiene muy vivas los colores y la pintura como fresca; van en romería a esta santa imagen de Nuestra Señora de la Altagracia de toda esta isla y de las partes de las Indias que están más cerca y cada día se ven muchos milagros que por ser tantos ya no se averiguan ni escriben; Algunos en señal de agradecimiento los hacen pintar en las paredes y otras partes de la iglesia, y con ser los menos ya no hay lugar para más. Son muchas las limosnas que se hacen a esta Santa Iglesia, y así está bien proveída de ornamentos y tiene muchas lámparas de plata delante de su santa imagen”.

La parroquia fue erigida por decreto del primer obispo de Santo Domingo, Fray García de Padilla el 12 de Mayo de 1512. Siendo ya parroquia por esta fecha hay que pensar que el culto de la Virgen Santísima, bajo cualquier advocación, comenzó ya en esos días, lo que unido a la vencidad de los hermanos Trejo por aquellos años hace pensar que el culto a Nuestra Señora de la Altagracia, con carácter popular, no está muy distante de aquellos primeros tiempos.

Señala Monseñor Juan Félix Pepén, primer Obispo de Higüey, “que la construcción del templo que sustituyó a la vieja ermita techada de paja, donde tuvo su primer asiento el culto a Nuestra Señora de la Altagracia “Se debió principalmente al Canónigo Alonso de Peña, quien aportó para ello sus propios recursos económicos y la dirección de los trabajos, y al Mayordomo del Santuario, don Simón de Bolívar, quinto abuelo del Libertador de América del Sur quien gestionó la ayuda necesaria para su terminación. La obra de fábrica comenzó entre los años 1567 y 1569, y terminó en 1572 cuando el templo fue consagrado por el Arzobispo Fray Andrés de Carvajal.”

Para la época de la aparición del milagroso cuadro de la Virgen la población de Higüey contaba con unos 300 habitantes; en días laborables se mantenía casi desierta; hombres y mujeres laboraban la tierra en los campos aledaños. El santuario es el único centro que consigue agruparlos dándole una conciencia de comunidad social.

EL SANTUARIO DE HIGUEY

'Salvaleon de Higüey'
'Salvaleon de Higüey'

La histórica villa de Salvaleón de Higüey, fundada hacia el año 1505 (¿) por Juan de Esquivel, conquistador de Jamaica, blasonada con escudo real por orden del Rey de España, fue el primer santuario de María en América. El actual templo de mampostería se comenzó a edificar a mediados del siglo XVI por el Can. Don Alonso de Peña y el Mayordomo Don Simón Bolívar, quinto abuelo del Libertador de América del Sur. Esta sólida construcción que ha resistido inconmovible como una roca a todas las inclemencias del tiempo, tiene una sola nave, sobria, con techo en forma abovedada, que sostienen cinco arcos, de elegante sencillez y robustez. La cúpula forma una media naranja completa y una concha cobija el sitio que ocupa el altar mayor. Una estrella formada de piedra es la decoración de la cúpula; en los arcos lucen incrustados en serie hermosos rosetones. El altar mayor, en cuyo centro se destaca el nicho de plata que guarda el Santo Retablo, es obra de arte del siglo XVI, magnifica, ejecutada en rica caoba tallada a mano. La mesa del saltar luce un artístico frontal de plata, metal que cubre también las gradas y el Sagrario

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La parte exterior del templo es sencilla, así como la torre o campanario, de escasa elevación, que guarda sonoras campanas donadas por el piadoso caballero don Joaquín Alfáu en el año de 1864, quien también obsequió el pavimento de mármol del templo en el año de 1876.

El Santuario atesora valiosísimas prendas de valor histórico, que son objeto siempre de la curiosidad de los visitantes; entre otras se encuentran principalmente: el marco de oro y plata de la Virgen, con incrustaciones de piedras preciosas, destacándose en él la rica esmeralda rodeada de brillantes, que su Santidad Pío X regaló a nuestro bien recordado Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel en ocasión de su elección como Presidente de la República, y que ese ilustre prelado donó a la Virgen de la Altagracia como segura prenda de su amor y acendrada devoción; una gigantesca y artística custodia de oro de la era colonial; un elegante trono de planta con incrustaciones y campanillas de oro del año 1811 para sacar la procesión del Sagrado Cuadro de la Virgen; un vistoso guión de plata obsequio del Presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo en el año de 1737; Igualmente, de oro y plata una porta viático; un crucifijo, dos cálices y copones, seis varas del palio, cruz y ciriales parroquiales, candelabros y floreros, y otros objetos del culto de plata antigua.

Hoy la joya de mayor valor histórico, religioso, espiritual y material con que cuenta el santuario, es la hermosa corona de oro y piedras preciosas, rematada en una cruz de diamantes que sostienen dos ángeles de oro macizo, de siete filos de peso, que fue confeccionada con el oro y alhajas donados por el Pueblo Dominicano para su Canónica y Pontificia Coronación, celebrada sobre el Altar de la Patria el 15 de Agosto del año 1922. (Memoria de la Basílica Menor ...pág. 17).

EL CULTO DE LA ALTAGRACIA

'Salvaleon de Higüey'

2 El culto de la Santísima Virgen fue introducido en el Nuevo Mundo por su propio descubridor. La nave capitana de su flota se llamaba La Santa María, cuyo trágico fin está estrechamente vinculado a nuestros orígenes nacionales. Por otra parte, la devoción mariana del gran Colón resplandece en su magna obra, y en todos los pueblos que ganaba, señala Garcilazo de la Vega, ponía imagen de María Nuestra Señora. En cuanto a “Nuestra Señora de la Altagracia que está en la Villa de Higüey, en esta isla, asevera en 1664 en carta al Rey el Arzobispo de La Cueva y Maldonado, es el primero santuario que hicieron los católicos en ella, cuando las católicas armas de V.M. la conquistaron en su principio, con que tiene a ser el santuario primero de estas Indias” (Vitilio Alfau Durán).

Según el Can. Alcocer en su relación de 1650, la venerada imagen de la Altagracia fue llevada a Higüey por los hermanos Antonio y Alonso de Trejo, naturales de plasencia, en Extremadura, quienes se radicaron en dicha villa en los primeros días de su fundación y en cuya jurisdicción fueron dueños de un ingenio de azúcar cuyas ruinas se conservan. (El Ingenio de los Trejo en Higüey, El Caribe, 17 de Oct. 1957).

En cuanto a la aparición en el Naranjo, una tradición constante, mezclada quizás con la leyenda, y que se ha transmitido de padres a hijos la refiere así:

“Una niña, que tenía dos hermanos, era la más devota de la imagen de Nuestra Señora de la Altagracia que se veneraba en el oratorio de su casa. Ella le ponía flores a todas las imágenes de su altar y todas se marchitaban al siguiente día, pero las puestas a la Altagracia duraban sin marchitarse más de lo normal.

Muerta la niña, cuando apenas había traspuesto los umbrales de la infancia, la imagen de la Altagracia desapareció de la casa, siendo encontrada sobre las ramas de un naranjo por dos monteros que la reintegraron a su dueño. Eso se repitió, y en vista de ello resolvieron levantarle una ermita en ese sitio, o sea junto a la mata de naranja”. Esto es lo que refiere la tradición, y de ahí las denominaciones de La Virgen de la Niña y de la Virgen del Naranjo, que todos hemos, oído (Memorias de la Basílica Menor de Santa María, Virgen de la Altagracia, Higüey, 1971. pág.9).

CELEBRACIÓN DEL 21 DE ENERO

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El 21 de Enero de 1691 se libró en Sabana Real o de la Limonade la célebre batalla que inmortalizó al Maestre de Campo Don Francisco Miniel. Corresponde al Ese, Seibo e Higüey, según el historiador Fray Cipriano de Utrera el mayor número de hombres que sabían manejar el machete, arma que Moreau de St. Méry mienta en su obra como poderoso artefacto del criollo dominicano para abatir reses montaraces, y ya sabemos que al este de Higüey se hallaban las más notables y ricas porciones que terreno llamadas de montería. Estos, pues, alistándose en calidad de buenos artistas del machete, acudieron al llamamiento que en aquella ocasión se les hizo, y sea que estuvieran debajo de las ordenes de Don Antonio Miniel, que mandaba a los lanceros, que permanecieron pecho por tierra hasta recibir órdenes de levantarse y acometer, sea que los propios lanceros hayan de entenderse ser los macheteros de Higüey y del Seibo, no a las lanzas cabalmente ni a las escopetas y lombardas, sino al espantable y terrible machete en combinación con las demás armas, se debió que, cercenada la cabeza del gobernador francés y las de sus oficiales, el triunfo se lo anotaron por suyo los españoles. (Dilucidaciones históricas. Tip. Dios y Patria. SD, 1927, pág.192).

Refiere la tradición que los orientales invocaron la Divina Protección de la Santísima Virgen de la Altagracia en lo más comprometido de la acción guerrera, y ese fue el motivo por el cual acordaron celebrar todos los años como día de Acción de Gracias a Nuestra Señora la fecha aniversaria de tan resonante triunfo, acaso el primer palpito de vida de la nacionalidad dominicana.

Como testimonio de aquel triunfo, el machete que, manejado por anónimo soldado cercenó la engreída testa del gobernador Cussy en medio del fragor de la batalla, fue colocado como ofrenda en el santuario de Higüey, en donde permaneció hasta la vigilia de la dominación francesa. (Memoria de la Basílica Menor... Pág. 10).

LA BASILICA DE N. S. DE LA ALTAGRACIA

'Salvaleon de Higüey'

Lanzada la idea por un sacerdote dominicano, de la necesidad de un suntuoso templo en la villa de Higüey, que sustituyera el humilde y vetusto Santuario, que desde cuatro siglos había albergado a millares de devotos peregrinos venidos de todos los ámbitos del país, el pueblo dominicano acogió con inusitado entusiasmo esa feliz iniciativa que el gobierno nacional apoyó y patrocinó con la creación de una Junta Nacional Colectora para la recolección de fondos y una Comisión Oficial Erectora encargada de la parte técnica y administrativa para su construcción.

El proyecto de la Basílica se sometió a un concurso internacional, en el cual tomaron parte arquitectos e ingenieros de Santo Domingo, Chile, Cuba, Ecuador, Haití, Paraguay, Perú, Bélgica, España, Francia, Holanda e Italia. Después de un minucioso y estricto estudio de los proyectos el jurado seleccionó y premió el anteproyecto presentado por los arquitectos franceses A. Dunoyer de Segonzac y Pierra Dupré.

Este grandioso templo en su interior está constituido por una nave principal y un crucero cubierto por un conjunto de bóvedas que se penetran para reforzarse y escalonarse majestuosamente, culminando en un arco bóveda inmensa, que sostiene una escultura calada de la efigie de la Virgen, rematada por la corona mariana, a unos ochenta metros de altura. Las capillas de las naves laterales y del presbiterio están consagradas a la glorificación de las diferentes advocaciones de la Virgen Santísima. El presbiterio principal está dedicado a los divinos oficios, y el presbiterio secundario al camarín de la Virgen, por donde desfilarán los peregrinos para venerar la Sagrada Imagen. El Sagrado Cuadro descansará en un simbólico naranjo confeccionado de oro y plata. El interior del templo tendrá capacidad para seis mil personas, y en la parte externa amplias galerías o claustros cubiertas al amparo del sol y de las lluvias pueden dar protección a los millares de peregrinos que no pudiendo entrar al templo quieren participar de las sagradas ceremonias.

La fachada principal, que forma el monograma Mariano está ornamentado con las letanías de la Virgen. La Basílica está emplazada en el centro de una nueva urbanización trazada cerca del antiguo Santuario, de tal modo que ambos templos quedarán enlazados por una gran avenida de palmeras, adornada con las estaciones del Vía Crucis. Todas estas bellezas espirituales y arquitectónicas, unidas a las artísticas pinturas murales, la voz múltiple del órgano, con las suaves luces de los vitrales y la angelical música de las campanas del Carillón, contribuirán a encender el fervor religioso de las almas que en santas romerías visiten a Higüey. (Memorias de la Basílicas...Pág.18).

Los terrenos donde se levanta la monumental Basílica fueron donados por el Ayuntamiento y Don Baudilio Garrido.

La primera piedra fue bendecida y colocada el día 5 de octubre de 1954 y los primeros picazos simbólicos fueron dados por el ingeniero Salvador Dájer en su calidad de Secretario de Obras Públicas y Mons. Eliseo Pérez Sánchez, mentor de la obra, aunque el primero que ideó y abogó por una monumental Basílica para la Virgen de la Altagracia fue el Canónigo Manuel Montás Miranda, Cura de Higüey muchos años antes.

LA DIÓCESIS

Erigida por S. S. Juan XXIII el 1ro. De Abril de 1959, por la Bula “Solemne est Nobis”, fue solemnemente instalada el 12 de Octubre de 1959.

Primer Obispo: S.E. Monseñor Juan Félix Pepén Solimán, 1959 1975. Segundo Obispo: S.E. Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, con título personal de Arzobispo, 31 de Mayo de 1975.

Comprende las provincias civiles de: La Altagracia, La romana y El Seibo, 6,614 kilómetros cuadrados. Tiene una población de 313,449 habitantes de los cuales hay un 95% de católicos.

MONS. JUAN F. PEPEN S.

Obispo titular de Arpi. Nació en Higüey el 27 de Enero de 1920. Ordenado Sacerdote el 29 de Junio de 1947. Preconizado Obispo de Nuestra señora de la Altagracia en Higüey el 1 de Abril de 1959. Designado Auxiliar del Arzobispo de Santo Domingo, el 12 de Mayo de 1975. Vicario Episcopal de Pastoral para la parte Este de la Arquidiócesis de Santo Domingo.

MONS. HUGO E. POLANCO B.

Arzobispo - Obispo de Nuestra Señora de la Altagracia, nació en Salcedo el 13 de Octubre de 1918. Ordenado Sacerdote en Santo Domingo el 25 de Junio de 1944.

Consagrado Obispo Titular de Centenaria, Auxiliar de Santiago, 31 de Enero de 1954.

Primer Obispo de Santiago de los Caballeros, 24 de Noviembre de 1956 a 29 de Junio de 1966.

Obispo Titular de Nueva Germania, Administrador Apostólico de Santo Domingo, sede plena, 4 de Enero de 1966.

Obispo Titular de Mentesa, Coadjutor de Santo Domingo, Sedi Datus, 20 de Enero de 1970.

Obispo de Higüey. Tomó posesión el 31 de Mayo de 1975.

EL POZO DE LA VIRGEN

Situado hacia el costado sur del Viejo Santuario, ocupa el mismo centro de la calle Altagracia así como el de la desembocadura del callejón que separa la casa Curial del Hogar de Ancianos Nuestra Señora del Carmen, que antes fuera la casa del General Eustaquio Ducoundray, Guardián del Santuario hasta los últimos años de su vida.

No hay documentos que prueban el año en que fue construido ni quién lo construyó, y de su origen sólo sabemos lo que nos dice la tradición que ha ido de boca en boca hasta nuestros días.

Dice la leyenda que: Un gran incendio se desató y ardieron en un momento doas las chozas que estaban alrededor de la Iglesia las que eran techadas de paja. Y no habiendo agua disponible y quedando el río a una considerable distancia era imposible acarrearla con tiempo de apagar el fuego, cuando de pronto apareció allí aquel pozo que antes no estaba o que nadie había visto y con cuya agua pudo sofocarse el fuego, considerándose esto un milagro de la Santísima Virgen de la Altagracia.

Este pozo siguió utilizándose durante mucho tiempo para extraer el agua que se utilizaba en los bautizos y la que se bendecía para repartir a los peregrinos.

Hoy ha sido remodelado y clausurado, conservándose como Monumento Nacional.

LOS TOROS DE LA VIRGEN

La Hermandad de los Toreros de la Virgen, esa agrupación religiosa tan unida al folclor higüeyano, es tal vez la más antigua como tal existente en todo el país, y quizás en toda América. No se sabe exactamente cuándo tuvo su inicio, sin embargo se cree que muy probablemente nació con la celebración del 21 de Enero como día de la Virgen de la Altagracia.

Sabemos que la ganadería fue introducida en la isla por don Cristóbal Colón en el mismo inicio de la colonización y que ésta se multiplicó principalmente en la región oriental muy rápidamente, caracterizándose desde entonces como la región ganadera por excelencia.

La rápida multiplicación del ganado en los grandes hatos del este hizo del campesino oriental un artista en el manejo del machete ya que era ésta el arma que usaba para batir reses montaraces. Fueron éstos los mismos macheteros que el 21 de Enero de 1692 se distinguieron en la batalla de Sabana Real o La Limonade abatiendo al francés, y de donde surgió la celebración de este día como acción de gracias a la Virgen cuya protección fue invocada por los macheteros Higüeyanos, siendo uno de éstos precisamente el que en un arranque de valor cortó la cabeza al Gobernador francés Cussy y cuyo machete fue llevado como ofrenda a los pies de la Virgen donde permaneció hasta que lo hizo desaparecer de allí otra ocupación francesa.

Fueron estos mismos Higüeyanos los que, para sufragar los gastos de estas fiestas recolectaban de cada hatero o criador vecino un toro, y así nació la Hermandad de los Toreros de la Virgen.

Consta que esta actividad duró más de un siglo sin interrupción y se interrumpió en los días de la ocupación haitiana, mas la idea persistió en el recuerdo del pueblo.

La segunda época de la Hermandad de los Toreros de la Virgen comienza en este siglo en Higüey en 1916 con el Padre Felipe Sanabia, cura y capellán del Santuario. Y más tarde quien le dio verdadero impulso y la organización que hoy tiene fue el Padre Tomás Núñez Cordero, que había establecido en Bayaguana la ofrenda de “Los Toros del Santo Cristo”. Este sacerdote higueyano, nacido en La Enea, fue Párroco de Higüey desde 1928 hasta su muerte casi 30 años después.

Antiguamente los miembros de la hermandad eran los mismos donantes. Hoy no es así. Hoy son los recolectores. Los que recorren los campos a lomo de caballo con sus banderas desplegadas al viento, acompañados de varios hermanos, cantando tonadas improvisadas y constituyendo una muestra viviente del más auténtico folclor nacional.

Pero actualmente esta actividad está ligada no a las fiestas del 21 de Enero sino a las del 15 de Agosto. Yo, particularmente creo, que como en su etapa actual el impulso se lo dio el Padre Núñez, venido de Bayaguana donde había fundado una hermandad similar. Como allí las fiestas se celebran el 31 de Diciembre y queda también en la región oriental, por lo que allí hay Toreros de la Virgen de la Altagracia que recolectan toros para ésta y aquí hay toreros del Santo Cristo, que recolectan toros para aquel. Y como aquí se celebran con igual esplendor las fiestas del 21 de Enero y las del 15 de Agosto, Aniversario de la Coronación de la Virgen, no es raro que quisieran espaciarse estas dos actividades. Próximas investigaciones esclarecerán este punto.

El 14 de Agosto es la entrada de los Toros a Higüey, es la culminación de la actividad de la Hermandad. La noche anterior tienen la Estación en Santana, a seis kilómetros al oeste de la ciudad. Hay Velorio, o Vigilia hasta el amanecer del día siguiente. Aquello es una verdadera fiesta popular donde la religiosidad se mezcla con los valores humanos, y claro, también con sus miserias. La noche es toda una ininterrumpida improvisación de tonadas, baile de Atabales, derroche de espontaneidad y compañerismo, y desde luego, mucho alcohol para mojar la garganta que se reseca con tanto cantar.

Mientras tanto en el pueblo una gran caballería se prepara para ir a alcanzar a los toreros. Desde tres días antes se escogen las monturas, se recontar, se peinan, se bañan diariamente para que estén limpias y brillantes ese día que será una verdadera exhibición de jinetes de ambos sexos, de todas las edades y de todas las vestimentas, predominando eso sí el típico traje y sombrero vaquero. Desde muy temprano comienzan a recorrer las calles grandes grupos de jinetes y amazonas que luego se reúnen en un solo grupo y salen a alcanzar los toros unos cuantos kilómetros fuera del pueblo para entrar con ellos. Luego recorren varias calles para ir a terminar frente a la puerta de la Basílica donde son recibidos y bendecidos por el señor Obispo, terminando aquí la actividad de todo un año. Luego el día 16 esos toros son rematados en partidas y el dinero recolectado se emplea en las obras sociales de la Iglesia.

Más de una vez hemos oído decir que la Hermandad de los Toreros de la Virgen la fundó en Higüey el padre Núñez una vez llegado de Bayaguana y quien antes había fundado una hermandad similar allí, asegurándose que en Bayaguana existió la del Santo Cristo antes que la de Higüey. Esto se lee en un trabajo titulado “La Devoción al Santo Cristo de los Milagros de Bayaguana” bajo la firma de Martha Ellen Davis quien dice textualmente: “No está claro si el fenómeno de las hermandades es relativamente nuevo o si tiene la misma antigüedad que las peregrinaciones. La memoria de los Comisarios actuales alcanza sólo hasta el siglo pasado cuando el Padre Tomás Núñez fundo, o bien reestableció hermandades en Bayaguana e Higüey, lugares en que sirvió como Párroco. Parece que la hermandad de Bayaguana es algo más vieja que la de Higüey”.

Ya hemos dicho cómo nació en Higüey y a qué época se remonta. Siendo el Padre Núñez Higüeyano y conociendo la existencia y resultados de esta hermandad en su pueblo no es nada raro que fundara una similar en su nueva Parroquia. Luego, al venir a Higüey, con la experiencia sobre estos menesteres adquirida en Bayaguana dio un mayor impulso a ésta que desde entonces se convirtió en la pujante institución que es hoy.

Bibliografía: Toreros de la Virgen (Mons.R. de la Rosa C. La Devoción al Santo Cristo de los Milagros de Bayaguana. Martha Ellen Davis).

LA CRUZ DEL PERDON

Este pequeño monumento tan querido por los Higüeyanos se encuentra situado frente a la puerta principal del viejo Santuario, en la esquina sureste del Parque Central. Su construcción data de la misma fecha de la del templo.

Está formada por una pirámide rectangular de unos dos metros aproximadamente de altura, de mampostería y coronada por una cruz de hierro forjado. La pirámide está pintada en blanco y la cruz en negro mate. Desde los primeros tiempos los peregrinos que venían a Higüey desmontaban a la entrada del pueblo de sus callos o vehículos, y a pie o con las riendas en las manos se llegaban hasta la Cruz del Perdón donde se consideraba que la promesa ya estaba cumplida, o bien caminaban de rodillas desde allí hasta las mismas gradas al pie del altar de la Virgen. Otras veces este recorrido era aún más penoso, pues lo hacían desde el Carvario, situado en la entrada del pueblo por el lado oeste según la promesa hecha o la grandeza del favor recibido.

Una versión no confirmada de un viejo morador de la villa dice, que allí a la Cruz del Perdón acostumbraban a llevar antiguamente a los condenados a la última pena y se les concedía como gracia, en una carrera llegar hasta la puerta del santuario y en un salto aferrarse a una de las argollas que allí habían a una cierta altura. Si lo lograba la pena le era conmutada. En realidad allí estuvieron las argollas hasta hace poco, lo que falta por confirmar es la versión.

Recientemente, cuando la muy criticada y lamentada remodelación del Parque Central, al derribar una de las añosas caobas que allí había, ésta fue a dar sobre la Cruz a la que derribó en su caída y a lo que pareció no dar ninguna importancia el ingeniero encargado de la obra. En eso pasó por allí don Guillermo Alfáu quien vio el destrozo y antes que nada lo hizo fotografiar. Luego se movilizó ante la autoridad competente y en menos que canta un gallo la Cruz del Perdón fue dejada como antes. Hoy puede admirarse allí como en sus primeros tiempos.

LAS TRES CRUCES

En las tierras descubiertas y colonizadas por los españoles es una antigua costumbre la colocación de cruces a la entrada de los pueblos y en los caminos. El mismo don Cristóbal Colón lo primero que hacía era plantar una cruz y tomar posesión de las tierras descubiertas en nombre de los reyes de España.

Hoy no es raro encontrarse en cualquier parte del camino tres cruces plantadas en el suelo, rodeadas por una gran cantidad de piedras que van depositando allí desde época inmemorial los caminantes y cuya acumulación llega a constituir a veces verdaderas montañas. En Higüey ha habido dos Calvarios famosos. Uno a unos cuatro kilómetros de la ciudad en la carretera hacia Santo Domingo, el de Ceja Esperanza donde dice una vieja tradición que un buey habló a su amo el día del Corpus Christi porque aún ese día no descansaban. El otro es el Calvario situado a la entrada de la ciudad en el mismo camino.

Su origen, el mismo de los demás calvarios en los pueblos de la América hispana. Su fecha nadie da testimonio de ella. Allí estuvieron desde cuando la memoria de los más antiguos alcanza tres cruces de madera plantadas en el suelo y como de costumbre recibiendo las piedras que ponían junto a ellas todos los que por allí pasaban. Luego estas piedras que ponían junto a ellas todos los que por allí pasaban. Luego estas piedras fueron sustituidas por otras llamadas comúnmente piedras de fogón las que fueron dispuestas más artísticamente y pegadas con cemento constituyéndose en un verdadero calvario con gradas para subir hasta él.

Hasta allí llegaban los peregrinos a pie, a caballo o en sus vehículos. Eso sí desde allí hasta el Santuario el recorrido se hacía a pie y no faltaba quien a veces lo hiciera de rodillas por penitencia o por alguna promesa hecha a la Virgen por haber recibido un favor mediante su intercesión.

Este Calvario veíase a veces iluminado por cientos de velas durante las fiestas de la Santísima Cruz, en los días de los Fieles difuntos y en la noche del Miércoles Santo cuando se escenificaba allí el encuentro entre Jesús Nazareno cuya procesión recorría las calles de costumbre y la Virgen de los Dolores que aparecía por la calle General Santana. Allí tres una ligera inclinación de ambas imágenes que siempre resultaba muy emotivo y la prédica de un Sermón más emotivo aún continuaban ambas procesiones en una sola por la calle Altagracia hasta el viejo Santuario. Las costumbres han cambiado bastante y hoy esto ya no se hace así.

Durante el ejercicio de Mons. Juan Félix Pepén S. como Primer Obispo de la Diócesis, un estudiante exaltado destruyó a pedradas la imagen del Crucificado que allí había. Después de esto y por orden del mismo Monseñor este calvario fue remodelado nuevamente y así se conserva hasta el día de hoy.

Varias versiones quieren explicar el origen de este calvario; unas dicen que allí cayó el General Manuel María Suero y que se construyó allí por eso. No es cierto. Otras que se hizo para recordar a las generaciones futuras que allí fueron fusilados los Botello. Tampoco es cierto; ni fueron fusilados allí, y en ese tiempo el calvario ya existía desde mucho antes. De modo que no alcanza la memoria de los más antiguos a ubicar la fecha de su aparición allí y sólo recuerdan haberlo visto desde siempre.

Otra Cruz importante, hecha de mampostería estuvo en el otro extremo de la ciudad, en el sitio donde se unían el camino que iba a Los Ríos y Anamuyita y el que iba al Macao y Nisibón. Esta cruz tenía la particularidad que detrás de ella había una cerca y los campesinos que venían a enterrar sus muertos, allí dejaban la madera con que habían construido las andas; la corona casi siempre hecha de cartón y forrada de tela rosada que acompañaba al cadáver de un niño o negra si era el de un adulto, y era sitio obligado de visita de las hermandades de la Santísima Cruz con sus atabales el día en que comenzaban las festividades de su patrona. El sitio donde estuvo plantada esta cruz lo ocupa hoy un taller de mecánica al lado de la actual oficina de Obras Públicas.

ANTONINO DE AZA

Esta callecita honra con su nombre a uno de nuestros héroes más valerosos. Antonio de Aza nació en Higüey. De la denodada oficialidad que corrió al sur e hizo allí las Campañas Libertadoras de la Independencia, desarrolladas en el curso de doce años. En la Restauración estuvo también en actividad como uno de los Patriotas de la comarca oriental. Restablecida la nacionalidad era jefe de una guardia destacada en la boca del Río Yuma, durante la administración de José María Cabral el año de 1866 cuando arribó a la bahía una expedición revolucionaria contra el gobierno, encabezada por Tomás Botello y Mariano Lluberes. Antonio de Aza se unió a los expedicionarios, pero a poco fueron apresados los cabecillas, y terminó la rebelión.

El ex-jefe de de Yuma se refugió en los montes, y perseguido y viéndose sin la posibilidad de escapar se presentó al General Santiago Silvestre. No obstante, fue remitido a la Capital y condenado por un Consejo de Guerra a la última pena. Se le conmutó por la reclusión perpetua en el punto fronterizo de Las Matas de Farfán. Hubo el propósito de apartarle para siempre de su región, mas no habiendo seguridad de encierro en aquel punto fronterizo, se le retuvo en un cubo de la torre del Homenaje, en Santo Domingo, de 1867. No pudo ser apresado, y a los nueves meses volvió al poder el Partido Baecista. Nulas ahora todas las condenas hechas por Consejos de Guerra de los Azules y pendientes de ejecución, Antonio de Aza pensó mas cuerdamente que su comarcano Botello, y retirado definitivamente de la política, se acogió a la vida sosegada de agricultor en un paraje de Higüey, donde falleció en el año de 1879.

La calle que lleva su nombre aunque muy antigua es apenas un estrecho callejoncito de unas dos cuadras que va de la Florencio Soler a la Santomé en Cambelén y hay muy poca cosa que pueda decirse de él.

LIC. BALDEMARO RIJO

Un poeta Higüeyano, poco conocido entre nosotros, es sin lugar a dudas Baldemiro Rijo, a tal extremo, que muchos de sus cumpueblanos le han tenido por nativo de San Pedro de Macorís.

Baldemaro Rijo nación de Higüey, en el año de 1885, viviendo la mayor parte de su vida en San Pedro de Macorís donde ejerció con brillantez su carrera de Abogado, en una época en que esta ciudad era la más pujante del país, se encontraba en lo que se dio en llamar la danza de los millones por su bienestar económico, y tenía justa fama como centro donde florecían la ciencia, las artes y la cultura en todas sus manifestaciones. Por tanto,no es raro que atrajera a todo aquel que tuviera inquietudes artísticas o intelectuales.

Allí vivió nuestro Audilio; allí también vivieron nuestro Feliservio, Humberto, Lorenzo Sánchez. Inclusive muchos cerebros brillantes de la Capital, allí ejercieron sus carreras, enriqueciendo de paso el acervo cultural de la ciudad llamada desde entonces la Sultana del Este.

Nuestro poeta y Abogado murió en la ciudad de Santo Domingo en el año de 1939.

La calle que honra su memoria está localizada en el barrio Cambelén dirigiéndose en dirección Este a Oeste. Por el Este se inicia en la Gaspar Hernández terminando en la Hermanos Trejo, por el Oeste.

AVENIDA LIBERTAD

Esta calle lleva su nombre como homenaje de recordación a los logros alcanzados por el pueblo dominicano con el ajusticiamiento del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina, la noche del 30 de Mayo de 1961.

Durante los treinta años de la oprobiosa tiranía, el pueblo vivió sumido en una larga noche de terror, en la que aún sus más respetables ciudadanos, tuvieron, para preservar sus vidas y las de sus familiares, que gobernaba mediante el terror lo que consideraba su hacienda propia.

La inteligencia, la voluntad, la moralidad, todos los valores morales fueron prostituidos. Todos los nacidos y educados ruante aquella etapa, vergonzosamente llamada Era Gloriosa o Era de Trujillo, no conocían otra cosa que no fuera lo que a Trujillo le interesaba dar a conocer, a tal punto, que la generación del treinta en adelante creía sinceramente que la persona del gobernante era providencial. No obstante habían quienes sí conocieron otros tiempos y otras ocas; y, aunque aparentemente se inclinaban ante el sátrapa y le mostraban adhesión, secretamente tramaban en un bien combinado plan la manera de eliminarlo, y hacer desaparecer con él la vergüenza y la ignorancia que pesaba sobre el pueblo dominicano por soportar durante tanto tiempo tan odioso yugo.

Y fue así como en la memorable noche del 30 de Mayo de 1961 ocurrió el tiranicidio; los comprometidos se lanzaron y decapitaron la tiranía eliminando físicamente su cabeza visible en las inmediaciones de la Feria Ganadera, situada en las afueras de la Capital, en el camino que conduce a San Cristóbal.

Entre esos comprometidos se encontraban: Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda Pimentel, Salvador Estrella S., Tunti Cáceres Michel, Roberto Pastoriza, el Teniente Amado García Guerrero y otros, que fueron asesinados, después de horribles torturas en la hacienda María, de Nigua, el 18 de Noviembre del mismo año de 1961.

La calle que lleva este nombre, y que antes se llamó Las Carreras, corre de Este a Oeste, desde el puente que cruza el río Yuma, en la salida hacia el Macao, hasta la Juan Ponce de León. Antiguamente comenzaba en el punto donde hoy se cruza con la General Gregorio Luperon, y terminaba en la Colón. El trecho comprendido entre el río y la Gregorio Luperon era conocido como Los Cocos de Piquín Durán, de ahí que el barrio empezó llamándosele Los Coquitos.,

Había también una gran laguna que era como un caño por donde se desviaba el río en épocas de grandes crecientes, y hay muchas personas que todavía recuerdan haber visto el río subir en una de esas crecientes hasta donde hoy está el edificio de Obras Públicas.

Hacia el noroeste de Obras Públicas hay un sector donde antiguamente se levantaba una cruz de concreto ubicada en la confluencia de la Libertad con la hoy Dr. Celio Estruch. Esta última era el camino que llevaba hacia la sección de Los Ríos y ese pequeño sector se llamaba La Pendita. Luego dio en llamarse Villa Gloria probablemente en honor a una de las hijas de don Lolo Castillo, que vivía en la primera casa con que se iniciaba la calle por aquel entonces y que en verdad era bonita.

Frente a esta casa recuerdo siempre un caserón techado de zinc que se llamó siempre La Factoría. Allí estuvo siempre una descascaradora de arroz de Bobito Ozuna, luego una fábrica de hielo y hoy una estación de gasolina, tienda de insumos agrícolas y oficina particular del mismo dueño.

Yendo hacia el oeste y a ambos lados de la calle recordamos a personas muy antiguas que ya se nos han ido, otras aún permanecen allí y a otras les hemos perdido el rumbo.

Así podemos enumerar las casas de Menelo Rivera, el italiano Haroldo Mateei y su esposa Jineta quienes vivieron donde está hoy la viuda Peña; don Cocolo Cedeño y su esposa Amancia, padres del Dr. Conrado Cedeño; don Romero Valdez y la casa donde estuvo la descacaradora de los Ceno que todavía hoy existe como un viejo caserón propiedad de los sucesores de don Leonte Núñez.

La cuadra que corresponde al Mercado Municipal antes se llamó La Plaza; era una explanada donde había una pequeña construcción abierta y techada de zinc que funcionaba como mercado donde en realidad sólo se vendían carnes y comidas cocidas. El resto de la plazoleta se usó siempre para ejercicios militares, mítines y concentraciones, sobre todo teniendo el cuartel del Ejército y precisamente en parte de la plaza que daba frente a éste era donde estaban las astas de las banderas, la famosa palma de Trujillo y donde se hacían las prácticas del famoso Servicio Militar Obligatorio, a cargo siempre del Cabo Taveras y del Sargento Peña Beras.

Siguiendo hacia el oeste y una vez pasada la Teófilo Guerrero del Rosario, antigua María Trinidad Sánchez recordamos entre los viejos moradores de esta calle a Domingo el Tullido, barbero de muchas generaciones, la casa de Julia Pérez donde funcionaba siempre un ventorrillo, la de doña Irene Núñez, negociadora siempre en frutos del país; doña Emilia González, cultora del folclor y bailadora de Palos.

En la esquina formada con la Duvergé, donde está la casa de don Pastorí Núñez hubo una vez un viejo bar propiedad de don Ulises Alfáu, frente a éste estuvo la planta eléctrica de don Atilo Acosta y luego el tanque Reservoir del antiguo Acueducto. Ahí terminaba la calle.

Hoy se ha extendido y en esta prolongación encontramos el palacio Arzobispal, el Seminario, el Colegio de las monjas y una serie de residencias modernas y de bonita apariencia.

HERMANOS TREJO

La importancia de estos hermanos para que sea honrada su memoria dando su nombre a una calle de Higüey, está en su relación con el culto de la Virgen de la Altagracia en esta isla.

En el folio 69 de la Relación Sumaria de la Isla Española, del cronista Don Luis Jerónimo de Alcocer (1598-1605) se lee lo siguiente: “La imagen milagrosa de Nuestra Señora de la Altagracia, está en la Villa de Higüey, como treinta leguas de esta ciudad de Santo Domingo; son innumerables las misericordias que N. Señor ha obrado y cada día obra con los que se encomiendan a esta imagen.

“Consta que la trajeron a esta isla dos hidalgos naturales de Placencia en Extremadura, nombrados Alonzo y Antonio de Trejo, que fueron de los primeros pobladores, personas notables como consta de una cédula del rey Don Felipe Primero, año de 1506 en que encomienda al Gobernador de esta isla que los acomode y aproveche en ella; y habiendo experimentado algunos milagros que había hecho con ellos la pusieron para mayor veneración en la iglesia parroquial de Higüey, adonde eran vecinos y tenían hacienda.”

El historiador Rodríguez Demorizi consigna: “Don Alonzo y Don Antonio de Trejo fueron vecinos de Higüey y de los primeros pobladores de la isla”.

En el repartimiento de la isla Española llevado a cabo por el Lic. Pedro Ibáñez de Ibarra y Don Rodrigo de Alburquerque en 1514, figuraron los hermanos Trejo como encomenderos de indios de Higüey.

La Avenida que lleva su nombre corre de norte a sur iniciándose en la calle Altagracia frente al Calvario; se dirige hacia el sur pasando a un lado de la escuela Hermanos Trejo para ir a terminar en la José Audilio Santana, unos metros hacia el sur de la Arzobispo Nouel.

En esta calle, en las proximidades de la plazoleta que está delante de la Fortaleza Altagracia, vivió una familia llamada comúnmente “Los Pitiluises” que están unidos al folclor Higüeyano como tocadores de palos. Recuerdo al progenitor de esta familia de nombre don Panchito y de apellido Siminiel si mal no recuerdo, de apariencia muy humilde, rostro triste y resignado que se desempeño siempre como encargado de mantenimiento y limpieza de la ciudad.

También próximo a este lugar y en época más lejana estuvo ubicado el cementerio donde fueron fusilados los Botello y que fue clausurado en el año de 1833, para dar paso al actual.

Clavadas en el tronco de una mata de cana que está o estuvo hasta hace poco detrás de la casa de don Amado Melo, cerca del Calvario aparecieron recientemente unos plomos que según se afirma fueron las descargas disparadas a estos revolucionarios Higüeyanos.

AVENIDA JUAN XXIII

Esta avenida honra con su nombre al Pontífice Romano del mismo nombre, el “Papa Bueno”, quien tanto distinguió al culto de la Altagracia y tanto renovó a la Iglesia Católica.

Angelo José Roncalli, hijo de modesta familia campesina, nació en Sott il Monte, en la provincia de Lombardía en el año de 1881.

Recibió las ordenes sagradas en 1904. En la Primera Guerra Mundial fue Sargento de Sanidad Militar, y después Capellán Castrense. En 1921 Benedicto XV lo designó a la Congregación para la Propagación de la Fe. En 1925 fue consagrado Arzobispo titular de la Areópolis y designado visitador Apostólico en Bulgaria, y años después Delegado Apostólico en Turquía y Grecia, destacándose por sus dotes de bondad, rectitud y capacidad diplomática.

Al fin de la Segunda Guerra Mundial fue designado Nuncio Apostólico en París, realizando una brillante labor que culminó con la reanudación de las relaciones entre la Santa sede y Francia.

En 1953 fue elevado al Cardelanato y designado Patriarca de Venecia. Al morir Pío XII en Octubre de 1958 fue elegido para sucederle. En el primer año de su Pontificado designó 23 nuevos Cardenales y otros más en años posteriores. Realizó admirable labor en la Moral Cristiana y dignificación de las costumbres. En 1961 dirigió al obre católico su Encíclica “Mater et Magistra” sobre la Cuestión Social. Murió en 1963.

La Avenida Juan XXIII, amplia, extensa, con buena iluminación y pavimento comienza en el norte en la Enrique Rijo, en el barrio Nazareth, cruza frente al hospital, el Colegio de las Monjas, el Seminario y el Colegio de la Salle, detrás de la Basílica y al llegar a la altura de la Avenida Laguna Llana se curva hacia el Suroeste y cruzando frente a la Iglesia de San Martín de Porres y el Asilo de Ancianos N. S. de la Altagracia, va a terminar en la José Audilio Santana.

ABELARDO PEREZ

Maestro de párvulo fue el alfabetizador por excelencia de varias generaciones. De grandes virtudes y honradez vivió pobre y murió de la misma manera, aquejado de un cáncer en el cerebro.

Nacido en Santo Domingo pasó la mayor parte de su vida en Higüey; no tuvo descendencia y tras larga enfermedad regresó a su ciudad natal donde murió en 1928. Era tan pobre que para regresar a la capital dos discípulos suyos, Luquitas Damasí y Atilio Rodríguez hicieron una recolecta y con esto se pagó parte de los gastos de su enfermedad.

Tuvo un hermano que se fue a Francia en el 1889 y que no regresó más al país; era el que todos los años para las pascuas le enviaba un regalito. Como una rara coincidencia, ambos murieron en el año 1928. Aquel en Francia, éste en el hospital Padre Billini, de Santo Domingo.

La calle que honra su memoria es reciente y está ubicada en el barrio San Martín de Porres, en la parte Suroeste de la ciudad. Se extiende desde la Comandante Marmolejos hasta la Hermanos Goico Martínez.

ADAMANAY

Isla situada al sudeste de Santo Domingo, llamada hoy Saona. Según Michel de Cuneo, en su relación de 1495 el Almirante le puso a la isla el nombre de “Bella Saonese” en honor de Cuneo, quien, según dice éste “fue el primero a descubrirla” y le hizo merced de ella.

Parece que la relación exagera cuando dice que la isla tenía unas treinta y siete aldeas y treinta mil habitantes. Esas exageraciones eran habituales en los descubridores, quienes vivían en un mundo, para ellos, maravilloso.

En esta isla fue hecho prisionero, el valeroso cacique Higüeyano Cotubanamá. En 1526, Juan Genovés llevó reses a la Saona, y la pidió para hacer en ella “un hato de vacas”. En 1528, se dio licencia por diez años a Antonio de Villasante” para hacer la pesquería de las perlas” en dicha isla.

...Y plugo a Dios que alcanzó (el Almirante) a tomar una isleta que los indios llamaban Adamanay, que ahora llamamos La Saona, el cual nombre creo que le puso el mismo Almirante, o su hermano, el Adelantado. (Casas 11 p.68).

...¡ conociendo el Almirante, por este pez y otras señales, que quería mudar el tiempo, buscó algún puerto en qué recogerse,¡ a 15 de Septiembre, le deparó Dios una isla a la parte oriental de la Española, ¡cercana a ella, a la cual llamaban los indios Adamanai, ¡con gran tempestad dio su fondo en medio del canal que está entre ella¡ la Española, cerca de una isleta sita entre ambas. (Fernando Colón I p. 265).

...Navegando entonces hacia la Española, yo fui el primero en descubrir tierra, por lo cual el señor Almirante, en aquel propio sitio, a un cabo donde había un óptimo puerto, mandó tomar tierra y le puso el nombre de Cabo San Miguel Saonese, en atención a mí, ¡ así lo anotó en su libro, ¡ navegando siempre cerca de la costa, encontrando playa y buen puerto, fuimos muchas veces a tierra, por todas partes encontramos infinidad de gentes, del modo acostumbrado, ¡ costeando hacia nuestro casale (“verso el rostro casale”) hallamos una isla bellísima... la cual yo fui también el primero en descubrirla, la cual circunvala XXV legua, ¡ también por amor a ella, el señor Almirante la nombró la Bella Saonesa, ¡ me hizo presente de ella, como hacía el dicho señor Almirante con las otras, en representación de la majestad del Rey (“videlicet io”) por virtud de instrumento de notario público. En la dicha isla arranqué yerba y cortés árboles ¡ planté la cruz, ¡ clavé la horca, ¡ en nombre de Dios la bauticé con el nombre de la Bella Saonesa. bien puede llamarse bella. En ella hay XXXVII caseríos con XXX mil almas, cuando menos, todo esto lo anotó también en su libro, el dicho señor Almirante. (Relación del Vester Michael de Cuneo. 28 de Octubre de 1495. Savona, Italia. En Raccolta, parte III v II p. 105).

Dice la Raccolta, que Miguel de Cunea era de la noble familia de Cuneo, de Savona... Dice también que la isla se llama todavía Saona, al sudeste de la Española. Originalmente los indígenas la llamaban Adamanay.

Esta calle está ubicada en el barrio San Martín de Porres, y se extiende desde la Avenida Laguna Llana en el noroeste, hasta la José Audilio Santana en el suroeste.

AGUSTÍN GUERRERO

Esta calle lleva su nombre, en honor al distinguido munícipe Higüeyano que naciera en El Guanito, que se distinguió por su hombría de bien, y su desprendimiento y preocupación por todo lo que fuera en beneficio de su pueblo.

Fue él quien donó el reloj público que se encuentra en la torre del campanario del viejo Santuario, y que a pesar del tiempo no se ha dejado vencer y sigue fiel a su pueblo dejando oír sus campanadas cada hora y cada día.

Con el tiempo han ido desapareciendo las personas que tuvieron algún conocimiento sobre él, sin embargo los pocos que le recuerdan hablan de un campesino que aunque de pocos alcances académicos mostró siempre una gran sensibilidad por las necesidades de su pueblo y una gran preocupación por su adelanto y ornato.

Esta calle se extiende desde la misma puerta frontal de la Basílica hasta las márgenes del río Duey.

En su recorrido podemos ver, que la primera parte es una amplia avenida, moderna, bien pavimentada, limpia y con muy buena iluminación que va de la Basílica hasta el Viejo Santuario, y en este trecho llamado Avenida de los Palacios no hay casas de familia, sino los edificios que alojan las oficinas públicas principales: Gobernación, Palacio de Justicia, Ayuntamiento, Bomberos, Bancos Comerciales y Restaurantes.

Esta misma parte que hoy es la Avenida de los Palacios antiguamente se llamaba calle San José y por ella pasaban dos procesiones religiosas en el año que hacían el mismo recorrido. Una era la del Martes Santo o del Ecce Homo. Recorría la Agustín Guerrero hasta la Duarte, seguía por ésta hasta la Dionisio Arturo Troncoso, la que recorría hasta la Santomé y doblando por ésta se dirigía nuevamente hasta el santuario. La otra era la de la Octava de las fiestas de la Virgen que hacía el mismo recorrido, pero tenía algo muy típico: al llegar a la esquina de la Duarte, en el mismo centro de la calle se plantaba un enorme árbol seco cuyas ramas se adornaban con cintas de papeles de colores de la forma en que hoy se hace con los árboles de Navidad, y que se divisaba desde una gran distancia.

Al pie de este árbol había colocado lo que llamaban un descanso o sea un altar más o menos delicadamente adornado donde se colocaba el trono con la imagen de la Virgen, se cantaba el Salve Regina y luego continuaba la procesión.

En esa esquina que era casi el final de la calle pues ya no había más, estaba la tienda de don Rómulo Morel, de los más viejos comerciantes de la plaza; hoy está allí el Restaurante Nilo. En el mismo sector estaba doña Cocola, bien conocida porque fabricaba una longaniza muy sabrosa que alcanzó fama a nivel nacional. También vivió en el mismo pequeño sector Junico Caridad, hijo de don Miguel, herrero y relojero que todavía hoy mantiene en perfectas condiciones el viejo reloj que regalara don Agustín.

En el trecho ocupado por los palacios vivieron personas dignas de ser recordadeas por una u otra razón. Por ejemplo doña Carmita, fabricante de pan en donde está hoy el Cuartel de Bomberos; Pedro Melo, hasta hace poco único fabricante de ataúdes en el pueblo, don Miguel Caridad, cantor y organista en el viejo Santuario hasta la hora de su muerte.

Yendo hacia el este todavía hoy encontramos el solar de los Julián Pérez, cuna de abogados, maestros y políticos brillantes. Donde está hoy Juanito Morey y la Farmacia Altagracia estuvo don Mon Payán, farmacéutico, músico y fundador propietario de uno de los primeros periódicos que se fundara en Higüey. También en este sector y junto a la iglesia hay una plazoleta en donde estuvo ubicado el primer Cementerio desde tiempos de la Colonia. Aquí la calle hace un pequeño recodo para continuar descendiendo una pequeña cuesta en donde encontramos el solar de los Durán Pion; dos cuadras más abajo, donde está hoy Lisandro Castillo recordamos a doña Rosa María Durán, inolvidable por sus tocinos y chicharrones; la plazoleta del viejo Laurel; el peso de don Oscar y final de la calle. Hoy se continúa terminando en un corte abrupto en la misma barranca del río.

ALCIBÍADES VALLEJO

Esta calle honra la memoria de uno de los más abnegados maestros que tuvo Higüey.

Venido de Santo Domingo ejerció el Magisterio en esta común durante casi toda su vida distinguiéndose como hombre bueno, inteligente y comprensivo. Fue además músico.

Nació en Santo Domingo en 1879. Fue el primer Encargado de la Estación Telefónica Seibo -Higüey, que se inauguró en Septiembre de 1901. Su madre, doña Francisca Vallejo de García publicó una novela titulada “La Mano de la Providencia”.

Alcibíades Vallejo murió en Santo Domingo en el año de 1911.

La calle con que se le recuerda se encuentra en el sector de San Martín de Porres y va de norte a sur, extendiéndose desde la Comandante Marmolejos hasta la Hermanos Goico Martínez por el sur.

ANTONIO VALDEZ Hijo

Su verdadero nombre, según consta en la Fe de Bautismo, copia fotostática de la cual tengo en mi poder, cedida gentilmente por su hijo Fernando Antonio fue precisamente Fernando Antonio Valdez, y nació en Higüey el día 30 de Mayo del año 1899; hijo legítimo de don Antonio Valdez Lovelace y Teresa Pérez Marcano.

Su primer maestro fue Dionisio Arturo Troncoso, conocido educador, y alcanzó tal grado de preparación intelectual que dejaba sorprendidos a todos los que tuvieron ocasión de tratarlo. Dice el Lic. Adolfo Valdez Martínez que “su elocuencia era tal, que podía emular a un Tributo romano”.

En ocasión de una visita del General Horacio Vázquez a Higüey, y después de pronunciar el discurso de bienvenida frente al Casino Unión Dueyana, éste exclamó: ¿Dónde estudió este eminente joven? Y prometió enviarle a París, cosa que no sucedió porque le sorprendió la muerte.

Llamado cariñosamente Toñé, algunos de sus contemporáneos le recuerdan todavía como amigo entrañable y sincero; y, por su palabra e inspiración fácil, muy agradable compañía.

Fue también discípulo de José Audilio Santana y como él Educador y Poeta. Como Educador dicen que fue magnifico. Como poeta, fino, sensitivo; de él decía el Dr. Moscoso Puello que “tenía un erotismo más fino que el de Apolinar Perdomo”.

Con doña Silverina Durán procreó a sus hijos Fernando Antonio y Teresa Amelia. Para Fernando escribió “Los Versos de mi Hijo”, para ella “A mi hija Teresa Amelia”.

Pese a su juventud, fue maestro de sus contemporáneos y de varias generaciones. Vivió apenas 29 años y murió en el apogeo de su carrera poética, dejando, aunque no publicó libros, un acervo literario en las páginas del Listín Diario, las revistas Renacimiento, Panfilias, Blanco y Negro y El Diario de Macorís.

Era un nacionalista, tanto que, cuando con motivo de la aciaga intervención norteamericana de 1916, tomaba como tribuna una carreta de bueyes para alentar el fervor patrio de la juventud Higüeyana. Fue fundador propietario del periódico “La Razón”, editado en Higüey.

Entre sus principales poesías cabe citar el soneto “Tu Mano”, sobre cuya publicación recibió como obsequio un libro de poesías de Fabio Fiallo con la siguiente dedicatoria: Para el fino peta del alto soneto “Tu Mano”. También escribió “Himno Alado”, que dedicó al Dr. Ernesto C. Botello y a su esposa en el día de sus bodas. También escribió “Navidad” dedicado al poeta Félix Servio Docoundray. “Para la Anciana Triste”, dedicado a la madre de José Audillo Santana y otras. Murió el 31 de julio de 1928.

La calle Antonio Valdez hijo, antigua Independencia se inicia frente al parquecito Triangular de la Hermanos Trejo. Este parquecito fue el solar donde estuvo el Cuartel de la Policía y la Cárcel Pública mucho tiempo atrás, casi desde el inicio de la Era de Trujillo. La gente suele tenerlo por sitio grimoso aunque no lo parece tanto ya que precisamente por ser un poquito oscuro es lugar de cita par algunas parejas de furtivos amantes.

Iniciando el recorrido por esa parte encontramos que la calle no era muy poblada aunque podemos recordar algunos personajes A. Marmolejos, médico que vino a Higüey con su familia y aquí se estableció por mucho tiempo hasta la hora de su muerte; así mismo don Juanito Vélez, Agrimensor, cuya viuda e hijos aún viven en el viejo solar familiar que hace esquina con la Duarte.

La cuadra sureste que hace esquina con la Duarte comienza con el solar d ela familia cuyo apellido da nombre a la calle, Don Antonio Veldez y doña Teresa Pérez, progenitores de una larga familia de educadores y poetas, Antonio Valdez H., Tirso Antonio, Tulio Enrique, Vitalina, Teresita, etc., etc.

Un poco hacia arriba, ya haciendo esquina con la Beler, vivía un señor puertorriqueño, zapatero que tenía una hija famosa por su belleza y que murió tuberculosa. La muerte de esta joven dio origen a una serie de historias sobre aparecidos que hasta el día de hoy persisten, y hay personas del barrio que aseguran que no ponen un pie fuera de su casa si tienen que pasar por esa esquina a determinada hora de la noche dando por ciento que van a encontrarse con dicha aparición.

Esta calle podría llamarse con toda propiedad calle de los Educadores, pues tradicionalmente y hasta el día de hoy han vivido y viven aún una serie no muy corta de personas que han dedicado su vida al Magisterio, entre los cuales además de casi toda la familia de don Antonio Valdez merecen recordarse a Ernestina Rib, señorita Orfelina Pilier, doña Ernestina Cedano, Carmen, Dulce, Machi. María Luisa Moreno, don Lalo Botello, Ligia Cedena, los Julián Pérez, las Lugo, y muchos otros que aunque escapan por ahora a mi memoria no por eso son menos meritorios.

Otras personas dignas de recordarse en esta calle son: Don Negro Montás, cuya casa está ubicada al lado de la Caja Dominicana de Seguros Sociales; don Ernesto Cedano, vecino del anterior y padre de una pléyade de educadoras; doña Lela Melo, prolífica matrona de una serie de hombres y mujeres de trabajo.

Pasada la calle Agustín Guerrero vivía una señora morena, gruesa llamada Mónica Ramírez; nunca supimos de dónde vino y siempre la mirábamos con temor pues era tenida por bruja, a tal punto que al oír en el silencio de la noche algún ruido extraño o el aleteo de una lechuza sobre el tejado, sobrecogidos de temor comentaban: ahí va Mónica a hacer una de las suyas. Ya al terminar la calle, llegando a la Mella encontramos a un viejo tronco que aún persiste y que es personaje al que no puede olvidarse al hablar de esta calle, don Felipe Lugo, padre de otra pléyade de educadoras.

AROBISPO NOUEL

Esta calle lleva su nombre como homenaje de reconocimiento y respeto al ilustre Prelado, campeón de la proclamación del culto Altagraciano.

Nació en Santo Domingo en 1862; hijo de don Carlos Novel y doña Antonia Bobadilla. Siguió la carrera eclesiástica. Cursó estudios teológicos en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma, y en el año de 1883 se recibió de Doctor en Filosofía y Licenciado en Teología y Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana. De regreso al país en 1885, ejerció el curato de La Vega. También desempeño el curato de San Juan de la Maguana. Luego aumentó sus títulos con la Sagrada Orden del Presbiterado, en la Santa Iglesia Catedral de Santo Domingo, siendo agraciado con los cargos de Canónigo de la Santa Iglesia Catedral y Vice-rector del Seminario Conciliar de Santo Tomás de Aquino, desempeñando a la vez la cátedra de Filosofía, Teología y Latinidad. En 1904 volvió a roma, y fue consagrado Secretario de Estado de la Santa Sede, Arzobispo Titular de Metimna y Coadjutor con derecho a sucesión del Excelentísimo Monseñor de Meriño.

Ocupó el Solio Episcopal de la Arquidiócesis Primada de América el año de 1906, y en Diciembre de 1912, la Presidencia de la República transitoriamente. Tras una gestión de pocos meses, visto lo infructuoso de su mediación, renunció la Primera Magistratura. En los días de la ocupación norteamericana, cuando el pueblo estaba oprimido por bayonetas exóticas, la figura procera del Arzobispo estuvo prendido de él, y cuantas veces hubo necesidad de un mediador para solicitar de la fuerza alguna gracia o perdón por algún caído en desgracia, o también de hacerle al Gobernador Militar alguna declaración relativa a la Dignidad de la Nación Dominicana, el Arzobispo tuvo orgullo en servir, y, además, por su parte tomó iniciativas que impulsó con patriotismo tratando de hacer valer el Sagrado Derecho de nuestra Patria.

Bien parecido, lucía con gallardía los arreos sacerdotales. Tenía un poco de inclinación a lo mundano, y era buen conservador. Antes de acabar sus días tuvo que abandonar el cayado de Pastor. Desligado ya del gobierno de la Iglesia Dominicana, pasó a desempeñar en la vida secular a título de hombre ilustrado, para las cuales carecía de vigor intelectual, por decaimiento de su salud. Fue un período lamentable para su nombre, pues se le explotaba como medio de lograr fines políticos, que precisamente estaba él obligado a repudiar por respecto a su pasado. Murió en el año de 1937.

La calle que lleva su nombre está ubicada en la parte frontal de la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia, de Norte a Sur. Yendo desde la Avenida Libertad hasta la calle Altagracia.

BELER

Lleva su nombre esta callen en recordación de la célebre batalla del mismo nombre, trabada entre las fuerzas liberadoras dominicanas y los invasores haitianos.

El presidente de Haití, Pierrot, a pesar de los descalabros que sufrían sus tropas en nuestro territorio, y a su avanzada edad, volvía siempre sobre su proyecto de reconquistarlo. Con fecha 27 de Septiembre de 1845, publicó un decreto declarando cerrados para el comercio extranjero los puertos de su litoral, con apenas para los que negoricaran con la parte Este de la Isla. También resolvía aumentar el cuerpo del ejército del norte con miras a apoderarse de Santiago, y puso a su cabeza a los Generales Denis, Hilario y Mitil, los que no pasaron de Beler esperando las demás tropas que debían concurrir a la invasión por ese lado. Pero habiéndose ya reunido con la Boca de Guayubín las fuerzas del Cibao, que bajo las órdenes del General Francisco Antonio Salcedo debían rechazar al enemigo, y encontrándose nuestra flota que contaba de diez buques de vela al mando del Coronel Cambiaso, fondeaba en la bahía de Manzanillo, determinó el General Salcedo ponerse en marcha con su ejército el 24 de Octubre, y amaneció el 27 en la Sabana de Santiago, a media legua de distancia del principal puesto contrario.

Resolviendo atacarlo inmediatamente, dividió su infantería en tres columnas, cada una con una pieza de artillería; la que debía acometer por la derecha al mando del Coronel Pedro Eugenio Pelletier; la de la izquierda al de los Comandantes José Silva y Andrés Tolentino; y, la del centro bajo las órdenes del Coronel José Nicolás Gómez, y del Comandante Marcelo Carrasco. La caballería fue repartida en dos cuerpos: uno para la derecha, a cuya cabeza iba el General José gómez Mayor y otro para la izquierda al mando del Comandante Juan Luis Richard. Acompañaba al General Salcedo el General Imbert como segundo jefe, y ambos con sus respectivos ayudantes se incorporaron en la columna del centro.

Desembocaron nuestras tropas en perfecto orden en la Sabana de Beler, de Dajabón, y antes de que pudieran desplegarse principió a cañonearlas el enemigo con una culebrina de a doce; pero, avanzando éstas intrépidamente hasta el pie de la colina, sostuvose por más de una hora un encarnizado combate que se terminó con el asalto del mencionado fuerte al arma blanca, y el desmandamiento del enemigo, pasando de 350 según el parte oficial, las bajas que se hicieron a aquella guarnición despavorida que solo buscaba su salvación en la huida. Se le tomaron dos cañones con que estaba artillado el fuerte, más de doscientos fusiles, tres banderas, ocho cajas de guerra, el instrumental de la banda de música del Regimiento 28, y cantidades de pertrechos.

Nuestro ejército se lanzó en la persecución del enemigo que corría a guarecerse en el pueblo de Dajabón, al amparo de su retaguardia, la cual, tras haber sido inactiva espectadora de aquel desastre, a pesar de componerla un respetable cuerpo de caballería y un batallón de infantería, resolvió incendiar el caserío y retirarse a Juana Méndez, desde que columbró la derrota.

El Ejército dominicano permaneció toda la mañana en la conquista fortaleza, pero no entraba en su plan conservarla, por tanto la arrasó, regresando a su campamento de Guayubín, con la seguridad de que no sería molestado allí, porque tanto el pueblo, como el ejército haitiano condenaban aquella guerra que consideraban infructuosa para ellos. (C.N. de Moya II-281).

La calle Beler se extiende de sur a norte, iniciándose en la calle Altagracia y terminando en la Enrique Rijo, y a pesar de tener una gran extensión casi toda ella con la excepción del trecho que está entre la Altagracia y la Agustín Guerrero es relativamente reciente y con poca historia. Antiguamente no salí a la Altagracia como ahora, sino que se detenía en la Duvergé frente a la casa de don Modesto Cedano. Hoy hay un callejón que queda entre casa y la clínica del Dr. Montolío. Es un callejón que tiene su historia de aparecidos y arrastres de cadenas en altas horas de la noche, y como allí cerca también había unos garajes enormes y destartalados, también esto se prestaba a los comentarios sobre muertos y apariciones por las personas miedosas. Estos garajes estaban situados en el sitio donde luego fabricó un edificio muy largo don Ramón Pumarol y donde hubo un restaurante que se llamó Monmarte y que hoy ocupa otro con le nombre del Cofre.

Este mismo edificio además de apartamentos para familias, albergó durante mucho tiempo la Escuela Normal, además de la Caja Dominicana de Seguros Sociales que funciona allí. Frente a este edificio y en la cuadra de en frente encontramos la casa don Jesús Curiel que tiene su frente para la Duvergé y donde hubo en tiempos pasados un comercio propiedad de Bienvenido Nelly, una zapatería, propiedad del mismo Jesús Curiel y en la parte de la casa que da a la Beler, una freiduría. Al lado está la casa donde vive hace mucho tiempo doña Carolina Cedano, y ya en la esquina, en la casa que es hoy de Chichito Carpio, es donde estuvo el zapatero puertorriqueño del que hablo en otro capítulo cuya hermosa hija murió tuberculosa. Pasada esa cuadra encontramos un solar vacío donde estaba la casa de don Félix Ozuna y su esposa doña Ederlinda Caraballo. Hoy la casa de la misma familia se encuentra al lado y ya en la esquina con la Colón está la casa de don Publio Guerrero. En esa casa tuvo comercio don Juan Ramón Tejada antes de mudarse en la de en frente donde también tuvo comercio. En la cuadre de en frente, en la esquino con la Antonio Valdez hijo hay una vieja casa que ha sido siempre de alquiler y en la que han vivido un sin número de personas, algunas de las cuales menciono en otro capítulo. Al lado de ésta, estaba la casa de Mamá Toña, madre del mismo Juan Ramón y en la esquina, donde está la Lavandería central hubo Mercado, Carnicería, Comercio, Escuela, etc.

Al frente hay un parquecito triangular con un busto de Mons. Novel. En el lado que corresponde a la Beler hubo una carnicería de don Eduardo Guerrero, una casa de familia donde vivía Adelina Quezada y en la esquina una casa donde estuvieron muchas personas, con ventorrillos, fondas, etc., etc. Al frente estaba la casa de los papás de Luz María Guerrero, la mamá de Luciola Pion de la que hables antes, y las oficinas de Inspección de Instrucción Pública en tiempos de don Luis Valdez. Hoy está allí el Palacio de Justicia. Cruzada de Agustín Guerrero encontramos que la Beler cruza entre el Palacio Municipal y el de las Oficinas Públicas, para internarse en un barrio de reciente formación y que nosotros recordamos como cercas y potreros. Allí encontramos en la esquina con la Juan de Esquivel la Central Telefónica. Pasada la Avenida Libertad una Iglesia Adventista y un Colegio. Al final de la calle, la antena de Radio Sol.

INGENIERO BIENVENIDO CREALES

Hijo de don Domingo Cristiano Creales y doña Laura Guerrero, Bienvenido nación en Higüey, destacándose desde joven por su muy clara inteligencia. Estudió en Higüey y Santo Domingo, graduándose de Ingeniero Civil, pero de ideas avanzadas y enemigo acérrimo de la tiranía trujillista, jamás quiso doblegarse ente el tirano. Perseguido muy de cerca se fue al campo, donde trabajaba su padre y allí pasó algún tiempo laborando con él. Más, su espíritu inquieto no era para estar allí encerrado; su imaginación, sus avanzadas ideas tenía necesidad de darlas a conocer, de compartirlas con alguien.

Recuerdo verle como transformado cuando exponía sus ideas, cuando hablaba de música, de pintura o simplemente cuando repetía una estrofa que declamara Berta Singerman en su último recital en Santo Domingo, por la que sentía una gran admiración. Parecía volar en alas del ensueño e irse muy lejos. Este espíritu tan selecto, no podía sentirse aprisionado en el estrecho campo de las ideas del tirano, y no pudiendo callar lo que sentía, acabó como otros mártires, víctima de la sanguinaria sed del tirano Trujillo.

La calle que lleva su nombre corre de este a oeste en el sector denominado El Naranjo. Comienza en la Avenida Laguna Llana y termina empalmando con la calle Altagracia a la altura de los Multifamiliares.

Es también un barrio de reciente formación y todavía no hay mucho que decir de dicha calle a no ser que en ella está mi casa.

CAMBRONAL

Esta calle recuerda a la célebre batalla independentista entre dominicanos y haitianos en la sabana del mismo nombre.

Según narra el historiador don Casimiro N. de Moya, el General Santana, al mismo tiempo que enviaba de Azua por el camino de San Juan, fuerzas al encuentro del enemigo haitiano, despachó otros por el camino de Neyba, al mando del General Francisco de Sosa. Estas se encontraron con los contrarios en la sabana de El Cambronal, en la feliz mañana del 22 de Diciembre, próximamente a la misma hora en que del otro lado de la sierra se empeñaba la batalla de Santomé.

Afortunado y diestro el General Sosa en la distribución de las tropas para atacar, desde que el General Lorenzo de Sena, que mandaba su vanguardia, con la gente de Neyba y alguna de Barahona, empeño la acción, siempre se sostuvo la supremacía de los dominicanos sobre los haitianos, hasta que completamente derrotados éstos y activamente perseguidos en un espacio de cerca de tres leguas, no pudieron rehacerse hasta entrar en la población de Neyba, dejando en poder de los vencedores, todos sus muertos, entre los cuales yacía también el Duque de Leogane, mayor cantidad de heridos, y no pocos prisioneros.

El cansancio de la gente impidió al General sosa continuar el perseguimiento hasta la población, la cual determinó bloquear, mientras recibía los pertrechos que necesita para atacarla; pero, convencido el General Héctor, que había asumido el mando de las fuerzas contrarias, de la desanimación de éstas, y del peligro en que estaba de ser envuelto y caer prisionero, el 24 por la noche emprendió la retirada con toda cautela, para no provocar una inmediata acometida, que habría de ser desastrosa; objeto que alcanzó, con la satisfacción de conservar bajo las banderas, las mal paradas reliquias de aquel cuerpo de ejército tan duramente castigado en sus encuentros, y de recibir por ello exageradas alabanzas de parte de su gobierno y de sus conciudadanos.

Llegada a Azua la noticia de esta espléndida victoria, tras la de la obtenida en Santomé, causó júbilo indescriptible, a tal extremo, que hasta el General Santana, a pesar de su inflexibilidad, cedió a las instancias de los oficiales que lo rodeaban, perdonando la vida al Coronel Bernabé Polanco, ya en capilla para llevarlo al suplicio.

Esta calle se inicia en la Hermanos Trejo por el oeste, frente a la plazoleta que está delante de la Fortaleza del Ejército, y cruzando los sectores de Cambelén y Hoyo Caliente, va a terminar casi en las márgenes del río Duey.

En su inicio en la Hermanos Trejo, cruza por una serie de solares vacíos, donde estuvo el antiguo cementerio en que fueron fusilados los Botello. El trecho entre la Duarte y la José Audilio Santana está ocupado desde tiempos muy antiguos por viejos moradores, como fueron los padres de don Jerónimo Castillo; de Don Luis Solimán de donde desciende el ya ido Dr. Pepe Soliman y su hermano Sérvulo; Ernesto Gatón, doña Tomasa Aponte; Joaquín Guerrero y su esposa Anaelia Montás, padres del mártir sindicalista Teódulo Guerrero M.

Cruzado Cambelén y ya en Hoyo Caliente el trecho que recorre hasta su final es relativamente reciente.

CAYACOA

Con este nombre quiere honrarse le memoria del cacique que gobernaba en el cacicazgo de Higüey a la llegada de los españoles.

Leemos en Oviedo, V. I p. 65… Cayacoa tenía la parte el oriente de esta isla hasta la ciudad e fasta el río de Hayna, e hasta donde el río Yuma entre en el mar, o mui poco menos; i en fin era uno de los mayores señores de toda esta isla, e su jente era la más animosa por la vencidad que tenía de los caribes. I aqueste murió desde a poco que los chripstianos comenzaron a le hacer la guerra, e su mujer quedó en el Estado, e fue chripstiana, i se llamó Inés de Cayacoa.

La calle cuyo nombre recuerda este cacique de Higüey está localizada en el barrio Savica, de Este U oeste, iniciándose junto a los potreros del Dr. Soto y yendo a terminar en la avenida Hermanos Trejo, luego de haber atravesado la José Audilio Santana.

CESE CATRINA

El nombre de esta calle viene a honrar la memoria de una mujer del pueblo, que sin muchos conocimientos se desenvolvió como comadrona práctica, recibiendo en sus manos una gran cantidad de niños en su llegada por primera vez a este mundo.

Una persona que fue recibida por ella, y que todavía la recuerda con mucho cariño llamándola aún mama Cesé, es don Nunú Pión. Otra persona que la recuerda perfectamente es don Joaquín de Soto, quien declara que la conoció viviendo en la hoy calle Antonio Valdez hijo, en la casa que está exactamente al frente de la de don Negro Montás y su esposa Amantina Melo. Dice que allí tenía un ventorrillo donde vendía melado de caña, casabe, y un sabroso dulce de cinchos.

Esta calle se encuentra detrás del ayuntamiento, y se extiende de Este a Oeste, desde la Beller hasta la verja de la Basílica.

CLETO VILLAVICENCIO

Cleto Villavicencio nació en Higüey en el año de 1815. Soldado de la República en los días de la Independencia, fue, junto a Remigio del Castillo, uno de los encargados por Vicente Celestino Duarte, hermano del Apóstol, de reclutar hombres y mantener viva la llama del ideal independentista para el momento de la llegada de la hora en que debía ser proclamada la República.

Formó parte del famoso batallón de Higüey y se distinguió por su valentía en la Batalla de Las Carreras.

En dicha batalla, a la cabeza de la caballería se puso personalmente el General Santana entrando en acción y obligando al ejército haitiano, que mandaba en personal el Presidente Soulouque, a formar el cuadro con su infantería y al cual acometió con un alud la impetuosa y minúscula caballería dominicana. Fue en ese momento, según narra don Vetillo Alfau Durán, cuando “Cleto Villavicencio, de Higüey, y de la gente de Marcos Evangelista, le cruzó el pecho con su lanza al heroico general haitiano Louis Michel, que mandaba y defendía una pieza”.

Cleto Villavicencio murió en Higüey el día 29 de abril de 1877. En esta calle, cuyo nombre antiguo fue Duey y que hoy honra su memoria, se cree que nació y murió este gran soldado de nuestra Indpendencia.

La calle se extiende desde la Ursula Morel, por el Este hasta la Can. Montás por el Oeste. Antiguamente comenzaba en la actual Teófilo Guerrero, específicamente en el sitio llamado Los Mangos de Sandí, por tres viejos troncos de mango situados en el mismo centro d el acalle, hoy desparecidos. Luego se extendió cada vez más hacia el Este, llegando hoy casi hasta las mismas márgenes del río.

Haciendo un recorrido mental y casi a vuelo de pájaro comenzando por el Oeste, lo primero que encontramos es una serie de partes traseras correspondientes a las casas de los descendientes de don Mon Payán, cuyos frentes dan a la calle Agustín Guerrero, además un solar vacío donde hubo un caserón propiedad de la iglesia llamado Casa de los Peregrinos, destinada a dar albergue a los peregrinos que venían de lejos a visitar a la Virgen y que no tenían donde guarecerse. Quedan aún en esa misma cuadra una casita de cana propiedad de don Pío Marmolejo, donde aún viven sus descendientes, y la vieja casa de don Pepé Julián, hoy convertida en tienda de discos.

La cuadra de enfrente comenzaba con el solar de Florantén Duluc, padre de don Juaniquito Duluc, donde está hoy la casa del doctor Máximo Morales y funciona el salón de belleza de su esposa Zuñidla. Entre otras y siguiendo hacia el Este, en la esquina con la Pedro Livio Cedeño, hay otro viejo caserón, también propiedad de los descendientes de don Pepé Julián, donde vivieron unos franceses llamados Monsieurs Tenái y gussá durante mucho tiempo. Más tarde estuvieron allí las oficinas de Notaría y la casa de familia de don Octavio Reyes. Hoy es un almacén de electrodomésticos.

Frente a la casa donde está hoy la farmacia La Milagrosa hay otra de aspecto antiguo que da la idea de que tuvo mejores tiempos. En efecto, fue la casa de doña Chucho Melo, la cual obtuvo por compra a don Ramón Morales, quien no se sabe por qué motivos dio en vendérsela totalmente amueblada, con muebles lujosos para la época y de la mejor calidad. Luego fue la casa de los Méndez Núñez y la habitó durante mucho tiempo el Pbro. Can. Don Tomás Núñez hasta la hora de su muerte. Hoy hay allí una tienda de electrodomésticos.

En esta misma calle nació el autor de este trabajo, en el antiguo solar de mi familia Rivera Cedeño, tan antiguo que también en él nació mi padre don Tino Rivera.

Mi padre está muy ligado al folklor de este pueblo, pues toda su vida presidió una llamada Hermandad de la Santísima Cruz. En su casa celebró siempre en los primeros días del mes de mayo un velorio con baile de atabales. Esto fue así hasta la hora de su muerte en que pasó a otras manos. Otro cultor del folklor en el mismo aspecto fue don Felipe Cedano, quien vivió en la misma calle un poco más hacia el este.

Al llegar a la esquina con la Ramón Pumarol, existió hasta hace muy poco tiempo una casa siempre pintada de rojo, conocida como la Bodega Colorada. No recuerdo haber visto allí antes nada que no fuera el comercio de don Oscar Valdez, atendido por el siempre fiel don Heriberto Acosta (don Bertico). Recientemente fue demolida habiendo ahora un solar vacío.

De aquí en adelante recordamos a algunas personas que de antiguo tuvieron allí sus casas y sus familias: doña María La Paz, madre de los educadores doctores Ramón y Angel Tejada; don Nino Arache, doña Graciela Paniagua con su Bording San José y su venta de chicarrones y tocino; doña Lola y su hija modista Carmelita Pion, y ya al final de la antigua calle Pedro Juan González, viejito blanco y laborioso al que recuerdo siempre como mantenedor de la limpieza del pueblo; las Laché, Luisa Momo, Mon Paredes y otros que ahora escapan a mi memoria, pero que siempre formaron como una sola familia de esa calle antigua Duey y hoy Cleto Villavicencio.

COLEN SOTO

Colén Soto, cuyo verdadero nombre era Nicolás de Soto, nació en Azua y vino a Higüey con su madre, la cual fue traída a su vez por su hermano, el padre Antonio de Soto.

Formó parte del Batallón Sangriento, nombre con que era conocido el famoso y patriótico batallón de Higüey que luchó en las guerras de Independencia al lado del General Santana.

En la Batalla de Santomé, Nicolás de Soto se encontró un clarinete perteneciente al ejército haitiano.

La calle que lleva su nombre está en el barrio El Naranjo, y se dirige de Sureste a Noroeste, desde la Av. Laguna Llana hasta la Juan XXIII donde termina. Está en un barrio residencial de reciente formación y todavía con pocas edificaciones.

COLON

La calle Colón lleva este nombre en honor al insigne navegante genovés que con el descubrimiento de América añadiera un nuevo continente al orbe hasta entonces conocido.

Cristóbal Colón nació en Génova, en el año 1451, hijo de Domingo Colón y de Susana Fontanarosa, ambos tejedores y cargadores de lana. Sintiendo desde muy joven afición por los viajes marítimos; en 1474 llegó a Lisboa, Portugal, como agente comercial de la casa italiana Centuriones, y tuvo oportunidad de viajar a diferentes países: Inglaterra, Islandia y otros. En Portugal trabó amistad con un gran marino, Bartolomé Perestrello, padre de la que más tarde fue su esposa Felipa Muñiz de Perestrello, con la que procreó su primer hijo Diego Colón. En la biblioteca de su suegro pudo dedicarse de lleno a leer libros sobre náutica, astronomía, matemáticas y otras ciencias, llegando a obtener grandes conocimientos científicos.

En 1453 los turcos se apoderaron de Constantinopla y cerraron el paso por el Mediterráneo a los europeos que mantenían importantes relaciones comerciales con las Indias Occidentales, de donde traían las especias, piedras preciosas y las telas que se vendían a precios elevados en Europa. Era preciso buscar otra ruta. Portugal y España eran los más interesados. Colón, asociado a tal propósito, decidió hacer un viaje siguiendo una ruta diferente a la de los portugueses. Basándose en Toscanelli sostenía que viajando hacia occidente se encontraría más rápido el Asia.

Como Portugal era el país más interesado en hallar la nueva ruta, Colón, buscando quien patrocinara su empresa, se entrevistó con el rey Juan II de Portugal, pero la junta designada por el rey para estudiar los planes los rechazó. Al no tener éxito su entrevista con el rey de Portugal y sobrevenir la muerte de su esposa, salió en compañía de su hijo a buscar ayuda a España. Llegó al monasterio La Rábida, y allí los frailes Juan Pérez y Antonio de Marchena iniciaron gestiones para ponerlo en contacto con grandes personajes, entre ellos la Reina Isabel. Tras varias dificultades, al fin, en Santa Fe, el 17 de abril de 1492, se firmó entre los Reyes Católicos y Colón el contrato denominado Capitulaciones de Santa Fe, mediante el cual se le concedió a Colón lo que exigía y comenzaron todos los preparativos del viaje.

En la organización de éste se escogió el puerto de Palos de Moguer, donde vivían los hermanos Pinzón, amigos de Colón y personas de gran experiencia como navegantes; se prepararon tres carabelas: La Santa María, propiedad de Juan de la Cosa, tomada como nave principal y capitaneada por el mismo Colón; la Niña, propiedad de Juan Niño, capitaneada por Vicente Yánez Pinzón, y la Pinta, propiedad de Cristóbal Quintero, comandada por Martín Alonzo Pinzón. Zarparon del puerto de Palos en la madrugada del 3 de agosto de 1492. Tras innumerables peripecias, el 12 de octubre a las 2 de la madrugada, un marina de la Pinta, llamado Rodrigo de Triana, gritó “Tierra”. La isla a que habían llegado pertenecía al grupo de las Bahamas y era llamada por los indios Guanahaní. Colón la bautizó con el nombre de San Salvador. Creyó que había llegado a las Indias Orientales, y llamó a sus habitantes indios.

La exploró y siguió navegando hacia el sur llegando el 14 de octubre a otra isla que llamó Santa María de la Concepción, y así navegando y descubriendo pequeñas islas llegó a Cuba, grande y hermosa, a la que llamó Juana. Explorada Cuba y entusiasmado por las informaciones de los indios sobre la existencia de una isla llamada Babeque, donde había gran cantidad de oro, Colón tomó rumbo hacia el este, cruzó el canal del Viento, y el 5 de diciembre de 1492 llegó al puerto de San Nicolás, al oeste de lo que hoy es la República de Haití. Colón llamó a esta isla Hispaniola por su parecido con España. Al llegar al cacicazgo de Marién, gobernado por Guacanagarí, este le brindó su amistad y servicio y le hizo grandes regalos. Colón siguió explorando la costa hacia el Este; por un descuido de los tripulantes de la Santa María encalló en un banco de arena y con los restos de la misma se construyó el fuerte de La Navidad, por haber sido el 25 de diciembre cuando ocurrió el desastre. Allí dejó una guarnición de 39 hombres al mando de Diego de Arana y regresó a España a dar cuenta de su descubrimiento.

En la preparación del segundo viaje fueron muchos los hombres que se brindaron para participar en él, llegando a contarse 1,500 pertenecientes a todos los niveles y rangos. Ente ellos venían médicos, sacerdotes, un militar, Mosén Pedro Marguerite y otras personas que luego fueron famosas por sus descubrimientos y conquista como Ponce de León, Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, etc. En el segundo viaje la flota zarpó de Cádiz el 25 de septiembre de 1493 y navegando hacia el sudoeste el 3 de noviembre llegaron a una de las Antillas que Colón llamó Dominicana por ser domingo el día de su llegada. En ese viaje, tras un sinnúmero de islas descubrió a Borinquen. Cruzaron el Canal de la Mona y llegaron al Cabo San Rafael en la Española. Dando la vuelta llegaron a Monte Cristo y se dirigió al fuerte de la Navidad, que encontró hecho cenizas y a todos los españoles muertos, explicándole Guacanagarix que los españoles salieron en busca de oro, y arrancando de sus hogares algunos indios los mataron, por lo que Canoabo y Mainerí disgustados los rodearon e incendiaron el fuerte. Ante este hecho, considerado por Colón azaroso, se dirigió hacia el Este y fundo La Isabela, primera ciudad del Nuevo Mundo, donde el padre Boil, el 6 de enero de 1494, ofició la primera misa. Exploró, descubrió el Valle de La Vega Real, extrajo oro y regresando a la Isabela dejó el gobierno al mando de su hermano Diego y se dirigió a explorar a Cuba. En este viaje descubrió a Jamaica, y de regreso a la Isabela encontró que el padre Boil y Mosén Pedro Margarita, disgustados de la vida que llevaban en la Española, habían ido a España a quejarse del mal trato que los hermanos Colon daban a los españoles.

Para investigar las acusaciones de Boil y Marguerite contra los Colón envió la Corona a Juan de Aguado. A la llegada de éste Colón decidió ir a España a desmentir las acusaciones en su contra y nombró a su hermano Bartolomé como Adelantado y encargado del gobierno de la colonia. Llegó a España el 11 de junio de 1496. Allí convenció a los Reyes de su inocencia, y éstos satisfechos accedieron a costearle el tercer viaje.

Este tercer viaje contó de cinco naves y unos trescientos hombres. Entre ellos habían unas treinta mujeres. Esta vez los preparativos duraron un año, ya que estaban escasos de fondos y partieron del puerto de San Lúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498.

De regreso a la isla se encontró con la rebelión de Roldán, la horrible situación de los pobres indios y el descontento en toda la isla, por lo que enterados los reyes nombraron un gobernador, para sustituir a Colón. Para este cargo eligieron a Francisco de Bobadilla, quien llegó en agosto del 1500 y de inmediato tomó prisionero a don Bartolomé, quien ejercía el gobierno en ausencia de Colón que estaba en el interior de la isla. Al llegar fue apresado, lo mismo que su hermano Diego, y los tres fueron engrillados y enviados a España. Con este gobierno de Bobadilla termina la actuación de Colón en la Española.

Hubo un cuarto viaje, en el que nos e le permitió a Colón llegar a la Española, no obstante haber solicitado asilo para guarecerse en ella, debido a la proximidad de un huracán. En este viaje descubrió a Honduras, Costa Rica y Panamá.

El 7 de noviembre de 1504, cansado y enfermo, vislumbrando ya su muerte próxima, regresó a España. Allí se encuentra casi inmediatamente con la muerte de su protectora la reina Isabel, lo que hizo más difícil su situación, radicándose luego en Valladolid, donde en un ambiente humilde y rodeado de sus familiares muere el 19 de mayo de 1506.

La calle que lleva su nombre es bien antigua, sobre todo en su primera parte. Se extiende de oeste a nordeste y luego hace una curva hacia el norte franco hasta su final en la Manuel María Suero. Nace en la Hermanos Trejo frente a la Basílica, entre antiguas casitas de viejos residentes ya desaparecidos entre los que recordamos a don Lico y doña Anita Villanueva; a don José Cruzado o don José Benita y doña Cayeta. Una serie de casas que desaparecieron para dar paso a la construcción del Palacio de la Policía y donde vivían don Montolo Caraballo, Eleorcí Chevalier y don Santiago Guerrero entre otros.

Cruzando la Agustín Guerrero y ya propiamente en el Tamarindo encontramos a doña Felipe Bulé o de Jesús inolvidable por sus empanadillas, longanizas y dulces; doña Fidelia Núñez y su hotel San Antonio; Carlitos Castillo (el Cojo) y su tienda El Tapao; don Manuel Ubiera y su esposa Panina, padres de una pléyade de abogados, periodistas y educadoras.

Esta calle es además pródiga en hoteles, bares y restaurantes y comercios. Llegada a la avenida Libertad, frente al solar donde estaba el tanque del antiguo acueducto, terminaba la calle. Hoy se continúa en algunas residencias, hoteles y comercios para ir a terminar definitivamente en la Manuel M. Suero.

COMANDANTE MARMOLEJOS

Vicente Marmolejos nació en Higüey en el año de 1868, hijo de don Pío Marmolejos y su madre era de apellido Peña.

Peleó como un valiente cuando el golpe cuartelario de 1903. Estaba preso por política, mandado desde La Romana por Francisco Richiez Ducoundray. Durante la revuelta se significó como un valiente y fue jefe del fuerte d e la Concepción (por donde está hoy el Cuerpo de Bomberos).

Cuando se reunieron los jefes para capitular, se paró en medio de la reunión y dijo: “Yo no me rindo”, y antes de entrar el fuerte le pegó fuego a la Santa Bárbara. Esto alentó a los otros compañeros y obtuvieron el triunfo.

Esta actitud le valió un despacho de General de Brigada y un pagaré de cinco mil pesos, que le cobró su padre don Pío Marmolejos.

El Presidente Alejandro Wons y Gil lo nombró Jefe Comunal de La Romana. Allí lo mataron de un balazo en la gallera en noviembre de 1903.

La calle que lleva su nombre se encuentra en la parte sur de la ciudad. Comienza en el barrio San Martín de Porres a la altura de la Víctor de Castro.

CONSTITUCION

Esta calle lleva su nombre en honor a la ley Sustantiva por la que se rigen los destinos de la Nación y que fue firmada en San Cristóbal el día 6 de noviembre del año de 1844.

Dice el historiador Moya Pons en su Manual de Historia Dominicana, página 294: “El triunfo de Santana, Bobadilla y los afrancesados frente a los Trinitarios les permitió ocuparse de lleno en la organización del gobierno, y trabajar para dotar a la República Dominicana de una Constitución Política. Así, el mismo día en que se expidió el manifiesto contra Duarte y Mella, esto es, el 24 de julio, la Junta Central Gubernativa también dictó un Decreto convocando las Asambleas Electorales para que se eligieran los Diputados que habrían de formar la Asamblea Constituyente, que debía redactar la nueva Constitución. Una vez electos, entre los días 20 y 30 del mes de agosto, los Diputados Constituyentes se reunieron solemnemente en San Cristóbal a partir del 21 de septiembre, y estuvieron trabajando en la redacción de la Constitución hasta el día 6 de noviembre. Cuando terminaron sus trabajos presentaron a la Junta un proyecto de Constitución norteamericana que establecía la separación de poderes, y la preeminencia del Poder Legislativo sobre el Poder Ejecutivo”.

Esto no gustó a Santana y sus asesores y se negó a ser elegido como Presidente si se mantenía ese texto en la Constitución, porque decía que el poder político en la República Dominicana debía ser militar y no civil. Se salió con la suya y finalmente, a instancias de Tomás Bobadilla, se incluyó un nuevo artículo que especificaba que “durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz el Presidente de la República puede libremente organizar el ejército y armada, movilizar las guardias de la Nación, pudiendo en consecuencia dar todas las órdenes, providencias y decretos que convengan sin estar sujeto a responsabilidad alguna”.

Con este artículo, el 210, comenzó nuestra Constitución a ser maltratada de tal manera que es de toda conocida la expresión de uno de nuestros gobernantes donde la consideraba como un simple pedazo de papel. Con todo, es nuestra ley Sustantiva y por ella nos regimos.

La calle que lleva este nombre está ubicada en el sector de Savica, corre de Norte a Sur y atraviesa todas las calles del sector en su mismo centro.

COTUBANAMA

El nombre de esta calle honra a un cacique que luchó heroicamente contra los invasores españoles y que Ovando hizo ahorcar en la ciudad de Santo Domingo.

Dice de él Las Casas “que había trocado el nombre de Juan de Esquivel, Capitán General, y era su guaitiao, como hermano en armas; este cacique y señor era estimado por el más esforzado en toda aquella provincia, i era el más lindo i dispuesto hombre, que entre mil hombres de cualquiera nación, creo que se hallará; tenía el cuerpo mayor que los de los otros, creo también que tenía una vara de medir entera de espalda a espalda; la cintura la ciñeran con una cinta de dos palmos o muy poquito más; tenía las llave de las manos de un gran palmo; los brazos y las piernas y todo lo demás a los otros miembros muy proporcionados; el gesto no hermoso, sino de hombre fiero y muy bravo; su arco y flecha eran de doblado gordor que los de los otros hombres, que parecían ser de gigante. Finalmente, este señor de tan señalada disposición, que los españoles todos, de velle se admiraban” (Casas V p.89).

“…Iban delante algunos españoles, corriendo i sin orden, cada uno presumiendo de señalarse en la prisión de Cotubanamá; hallan dos caminos, van por el de a mano derecha, los más de los españoles, sólo uno acertó a tomar el de izquierda, porque, como toda la isla es montes bajos, no se puede ver hombre a otro aunque esté medio tiro de herrón del. Aqueste solo hombre, que tiró por aquel camino, se llamaba Juan López, labrador, harto bien alto y dispuesto, i de fuerza i no menos ejercitado en desgarrar indios, o al menos era de los que andaba en estas estaciones, porque era de los viejos que en esta isla Española se habían en tales obras ejercitado. El cual, aún poco entrado en el camino, topó 12 indios grandes y valientes, desnudos, como todos andaban, con sus arcos y flechas, en renglera, uno tras otro (porque así andan todos, i también aunque quisiera, porque la estrechura del camino i espesura del monte no pudieran venir de otra manera), i el postrero era Cotubanamá que traía un arco, según ya dije como de gigante, i una flecha con tres puntos de hueso de pescado como un pie de gallo, que si él la empleara en algún español, de vivir más, descuidase.

“Como los indios que venían delante, al español vieron, enmudecieron, pensando que sobre ellos venía todo el mundo, pudiendo con las flechas, clavillo i huir; pero, preguntándoles por su señor Cotubanamá, respondieron al Juan López `véllo, aquí viene detrás', i diciendo eso apartáronse para que pasase. Pasa Juan López con su espada desnuda; como no lo había visto antes i vídolo de súbito, quiso flechar su arco, pero arremetió Juan López con su espada i tírale una estocada; recógela Cotubanamá con ambas manos, pensó que debía ser algún palo blanco, como no lo había experimentado; corrió Juan López la espada y sególe las manos, entonces acudíale con otra.

“Díjole Cotubanamá: Mayanimacaná, Juan Desquivel daca (no me mates, porque soy Juan de Esquivel). Luego todos los indios huyeron, dejando al triste de su señor con Juan López, que lo pudieron mui bien matar i el señor i ellos salvarse… Púsole Juan López la punta de la espada a la barriga i la mano en el hombro o los cabellos, i como estaba solo, Juan López no sabía qué se hacer; estando así rogándole que no lo matase, que él era Juan de Esquivel, aunque las manos tenía cortadas, corriendo sangre, con la derecha da un vaivén a la espada, desviándola de la barriga, i justamente arremete con el Juan López que como dije tenía harto gran cuerpo i miembros, i fuerzas, i da con él de espaldas sobre las peñas i cae sobre el espada i échale mano, con la mano cuya llave dije ser de un gran palmo, de la garganta i ahogábalo. Estando así gaznando i quejándose como podía, oyéronlo ciertos españoles que iban por otro camino, que aun distaba poco el uno del otro; tornaron hacia atrás, donde los caminos se habían apartado, i entran por él, donde el cacique a Juan López maltrataba i llegó primero un ballestero i con toda la ballesta desarmada dio un gran golpe al cacique, que estaba encima del Juan López sobre todo el cuerpo, que cuasi lo aturdía, i levantándose, levantóse también Juan López medio muerto, y allí lo prendieron, con otros españoles que luego llegaron. Maniatároslo y llevároslo a cierto pueblo que estaba desploblado, donde acordaron los españoles de ir en busca de la mujer i de los hijos del Cotubano. Los 12 indios que vinieron con él, como huyeron fueron a dar aviso a la mujer i a los hijos de Cotubanamá, que estaban en la cueva, del estado en que dejaban a su señor, creyendo que sería muerto; creo que dejaron la cueva i huyeron a todos los rincones de la isla, pero tomados ciertos indios por los españoles i traídos donde Cotubanamá estaba, mandó que llevasen a ciertos españoles a la cueva, i a otros indios, que le trajesen a su mujer e hijos, i así fue. Trajéronle su mujer e hijos e de la cueva trajeron las alhajas que allí tenía, como hamacas en que dormía, i cosas de su servicio, que tenían poco valor, porque, arriba de lo mui necesario, las gentes desta isla Española, más que otras algunas, ninguna cosas poseían ni poseer querían. Hallaron allí también tres o cuatro espadas, i las cadenas en que llevaban los indios que habían hecho esclavos, i mataron a los dos o tres españoles que arriba dije, la cual traída echaron al mismo Cotubanamá, al cual se trató de quemar vivo allí, como habían quemado en parrillas a otros, sino que pareció que era mejor enviíllo a esta ciudad, en la carabela, porque aquí lo atenazasen y así recibiese mayores tormentos, como que hobiera cometido atroces delitos defendiendo su persona, i su estado, i su tierra de las opresiones que comenzaban a padecer del Martín de Villamán i de sus compañeros, i que eran comienzo i principio de las que sabían que todas las otras gentes infinitas desda isla padecían i habían padecido por los cuales habían ya perecido muchos dellos.

“Finalmente lo metieron en la carabela con sus presiones i trajeron a esta ciudad de Santo Domingo, y el Comendador Mayor se hubo con él menos cruelmente que Juan de Esquivel, y los españoles deseaban o pensaban, por qué lo hizo ahorcar i no atenazarlo… Preso y muerto este señor Cotubano y hechas las crueldades que por ocho o diez meses que esta guerra duró, en ella se perpetraron, cayeron todas las fuerzas, de todas las gentes desta ilas, que todas juntas eran harto pocas, y los pensamientos y esperanzas de nunca tener remedio, y así quedó toda las islas pacífica, si pacífica se pudiera con verdad decir, quedando los españoles en tanta guerra con Dios, por la misma libertad en que quedaron para poder oprimir estas gentes a su placer, sin embargo, sin impedimento alguno chico ni grande, que se les pusiese, y nadie les resistiese, y así los consumieron y aniquilaron de tal manera, que los que vienen a esta isla pueden preguntar ni los indios della eran blancos o prietos! (Casas, V. III, p- 93).

La calle Cotubanamá está en el sector de Savica. Corre de Este a Oeste, desde las cercas del doctor Soto hasta la calle José Audilio Santana. Sector y calle relativamente nuevas.

DANIEL HERRERA

Se honra con esta calle la memoria de este abogado, natural de Higüey, e hijo de don Manuel Herrera. Hombre de gran seriedad y cultura, se distinguió por el respeto que inspiraba y a la vez tenía con los demás.

Desempeñó entre otras funciones la de Alcalde, de 1904 a 1908; la de Juez Civil hasta 1914, año en que pasó a Santo Domingo como Procurador Fiscal; Juez de Primera Instancia de San Pedro de Macorís; Juez de la Corte de Apelación de Santo Domingo, y desde 1924 hasta su muerte en París en 1925 Juez de la Suprema Corte de Justicia.

Tuvo un gran amigo en don Teófilo Altagracia Reyes, al que visitaba cada noche en compañía de su fiel perro Boccacio, el que iba siempre unos pasos delante de él y el que al toque de las nueve anunciaba a su amo la hora del regreso parándose del sitio donde acostumbraba a echarse en la acera y dando una vuelta delante de él antes de emprender de nuevo el camino a casa.

La calle que lleva su nombre se encuentra en el sector de Nazareth, comenzando en la avenida Libertad por el lado norte de la Basílica, y tras un recorrido no muy extenso en un barrio reciente va a terminar en la Victoriano Pepén.

JUAN DE ESQUIVEL

Esta calle lleva ese nombre como homenaje de recordación al bravo capitán español del mismo nombre al que se atribuye la fundación de Higüey, lo que hoy se pone en duda, pues algunos historiadores aseguran que el Higüey que él fundó estuvo situado muy cerca del poblado de San Rafael del Yuma.

Conquistador y militar, Juan de Esquivel acompañó a Colón en su segundo viaje (1494) y se radicó en la Española por mucho tiempo. Se destacó en la conquista que llevó a cabo Frey Nicolás de Ovando para efectuar la colonización de la isla desde su llegada en 1502. Ovando le encargó en el 1503 la conquista del cacicazgo situado al Este de la isla de Santo Domingo era entonces el único libre y no pagaba tributos, lo que llevó a Ovando a querer someterlo a su dominio y obediencia, pero estuvo movido además por la insurrección del cacique, originada en la muerte de uno de sus hombres por causa de un perro que le azuzó un español sin motivo justificado. En venganza, Cotubanamá dio muerte a los hombres de un bote español que llegaron a su territorio.

Como respuesta a esta acción el Comendador confió a Esquivel una expedición integrada por cuatrocientos hombres bien armados. Este militar, para llegar al lugar designado, descendió por grandes montañas matando a todos los indios que encontraba a su paso sin respetar niños, ancianos o mujeres. Así llegó a Higüey, donde sostuvo un cruel combate con los nativos. Después de una larga lucha, consciente Cotubanamá de su derrota, salió huyendo a la isla Saona, donde se refugió con un grupo de los suyos; pero hasta allí fue Esquivel persiguiéndolo y lo tomó prisionero.

Esquivel fusiló a todos los indios capturados y llevó al cacique a Santo Domingo, donde fue ahorcado, no sin antes sufrir vejámenes y crueles castigos.

En los territorios de dicho cacique fundó Esquivel una fortaleza, y más tarde Ovando construyó la ciudad de Salvaleón de Higüey. Con la muerte de Cotubanamá, el gobierno del último de los cinco principales caciques terminó terminando también la época de la conquista de Quisqueya.

En 1509 el gobernador de Santo Domingo Diego Colón, sustituto de Ovando, encargó a Juan de Esquivel para que efectuara la conquista de la isla de Jamaica, encargo que éste realizó. En la conquista de dicha isla cometió grandes atrocidades de los nativos. No se tienen datos sobre los últimos años de su vida.

La calle que lleva su nombre comienza en Las Carreras, por el Este, y termina en la Beler por el Oeste. Su antiguo nombre su Sol de Oriente y en nuestro paseo imaginario, comenzando por el Este, encontramos como dato curioso que la construcción es la casita que perteneció al rey Tarquino y su madre doña Miquela. El rey Tarquino fue un personaje pintoresco. Demente inofensivo con ínfulas de rey de consorte de estrellas de cine y de princesas. Vestía con mucho colorido y gustaba de usar sombreros con plumas, medallas y espejitos. Cerca vivía doña María Gil, también conocida por sus ensalmos y botellas para curar el pasmo y las torceduras. Más arriba, doña Micaela del Rosario, anciana partera práctica, también preparadora de botellas; don Panchito Morel y doña Rosita Arache. Hacia la esquina con la Ramón Pumarol con Tito y doña Anita Caminero.

En su gran mayoría las casas que conformaban esta calle han desaparecido, siendo hoy su fisonomía totalmente distinta. Por ejemplo, el solar donde estuvo la casa del rey Tarquino hoy es una gran construcción moderna dedicada a comercio, y así todo hasta llegar a la próxima esquina donde hay una gran ferretería propiedad de Amable Guerrero. Esta casa donde estuvo un pequeño almacén de Amado Villavicencio y que hoy es una gran construcción donde están el comercio y la casa de familia de Atilo Guerrero.

El trecho entre la Teófilo Guerrero y la Ramón Pumarol también ha cambiado totalmente, pero recordamos que la casa de dos plantas donde está hoy la tienda y casa de familia de Amable Guerrero fue el solar de don Miguel Duluc, padre del más grande guitarrista Higüeyano de todos los tiempos, Manuel, y abuelo del autor de la inspirada pieza musical Adiós Bayahibe, Miguelito.

Donde se han registrado menos cambios es en el trayecto entre la Ramón Pumarol y la Duvergé, donde encontramos todavía las casas originales de don tito y doña Anita Caminero, la de doña Mariquita Mestre, o Durán, inolvidable en su ventorrillo bien surtido y de toda la vida. La de don Ibrahim Caridad e Isolina; la de las hermanas Julia, Ramona y Ernestina Caridad, junto a su tía María de la Cruz alias Maca. De esta señora se cuenta que fue la lavandera de Trujillo cuando estaba aquí en el Este; y que siendo ya Presidente quiso visitarle en un viaje que hizo a Higüey. Frente a la casita había una zanja formada por las lluvias abundantes de esos días y al cruzarla para entrar a la casa, Trujillo resbaló y cayó, por lo que inmediatamente ordenó la reconstrucción de la calle de su lavandera. Otra antigua moradora de esa calle que todavía resiste a los años como un tronco es doña Quilita, también lavandera y rezadora, aunque ya no vive en ese sector. En la próxima esquina con la Pedro Livio Cedeño todavía está la casa en que vivió don Ricardo de Aza y doña Mununa.

La próxima cuadra, al Suroeste tiene una construcción un tanto rara por su tamaño, la extensión que ocupa y su aspecto, pero que sin embargo despierta agradables recuerdos en muchas personas al pasar frente a ella; es ese caserón propiedad de los Caraballo y donde funcionó por tanto tiempo la Escuela Primaria e Intermedia Servando Morel, y que hoy ha pasado a otro edificio con el nombre Hermanos Trejo. Puede decirse que ocupa toda una cuadra, ya que las construcciones anexas fueron todas ocupadas para el mismo fin. Aunque hay en este sector algunas nuevas y modernas construcciones, aún queda la vieja casa de los Soto, la de los Acosta, y al internarse la calle en el Tamarindo no encontramos construcciones con frente a la calle hasta pasada la Colón, donde encontramos entre otros el hotel de doña Minda Vásquez, la familia de don Juanico Cedano o el Mocho, carnicero de muchísimo tiempo, y por último, ya para terminar la calle en la Beler, la Central Telefónica. Debemos aclarar que hasta hace relativamente poco esa terminar en la Beler no era tal, sino un estrecho camino que llevaba a cercas y pequeños potreros que circundaban la población por todas partes.

Cleto Villavicencio nació en Higüey en el año de 1815. Soldado de la República en los días de la Independencia, fue, junto a Remigio del Castillo, uno de los encargados por Vicente Celestino Duarte, hermano del Apóstol, de reclutar hombres y mantener viva la llama del ideal independentista para el momento de la llegada de la hora en que debía ser proclamada la República.




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Enviado por:Luis Antonio
Idioma: castellano
País: República Dominicana

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