Religión y Creencias


Religión griega y romana


La Religión Griega en la Época Arcaica.

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La religión griega, flexible, diversa y cambiante, evoluciono mucho. A los viejos fondos critico- micénicos se añadieron las aportaciones indoeuropeas recientes e influencias orientales. Dos ordenadores de genio le impusieron su sello: Homero, creador de una sociedad divina a imagen de la humana (Dioses olímpicos) y Heríodo, que concibió toda una teogonía y planteo el problema de las fuerzas misteriosas que forjan el destino del hombre. Paralelamente, la religión popular, fundad en el respeto a las fuerzas naturales antropomorfizadas (Zeus, Pan, Hermes, Artemis; en los ciclos inmutables de la vegetación, las siembras y cosechas, Demeter y Dionisos; en el hogar que debe ser protegido contra las malas influencias, Zeus Herkeios, Hestia, los Dióscuros), adquiere su caracteres fundamentales y mas duraderos.

La época arcaica, de trastornos e inestabilidad, ve desarollarse creencias nuevas, mas satisfactorias para el hombre, ávido de consuelo y anhelante de certidumbres morales: el culto de Dionisios, de aspectos múltiples, dios de la vegetación, de la vid, pero también de los muertos, con sus promesas de resurrección, excita el entusiasmo porque posee el secreto de la inmortalidad. El orfismo, de contornos vagos, disposición de espíritu mejor que doctrina razonada, insiste en la contraposición de alma y cuerpo, y en la responsabilidad individual; concibe un ideal de vida purificada, ascética y virtuosa, que el pitagorismo, mas científico en sus principios (papel del numero y de la armonía) y mas místico en sus dogmas (migración astral de las almas) desarrollara, sobre todo en Italia del Sur. En fin, los misterios de Eleusis yuxtaponen el culto agrario de Demeter, que enseño a los humanos el cultivo del trigo (Triptolemo) y el de su hija Koré o Perséfone, cuya permanencia invernal en los infiernos simbolizaría el ciclo del nacimiento y de la muerte de la vegetación, facilitando a los iniciados (mistos y epoptes, según el grado de su iniciación) el secreto de la muerte y la resurrección. Así, la vieja religión homérica se vio rejuvenecida y renovada antes de que la época clásica insistiera en el aspecto poliada (cívico) de los cultos y de que la filosofía le superpusiera nociones mas complejas y esotéricas.

Pero desde los primeros tiempos, la religión presenta ya dos aspectos colectivos y políticamente utilizables:

1º Las anfictionías reúnen pueblos o ciudades en torno a santuarios venerables, el de Poseidón en el cabo Micale (Panionion), el asimismo de Poseidón en el islote de Calauria, en Argólida, el de Apolo Pitio en Delfos. La anfictionía "pileodélfica", con frecuencia utilizada para sórdidos fines políticos en provecho de los tesalios, los lacedemonios y, en fin, del macedónico Filipo en el siglo IV, destruyo así desgraciadamente las reales posibilidades de unión panhelenica que existían.

2º. Los oráculos, las fiestas pan helénicas y los Juegos (Delfos asimismo, Olimpia, Nemea y el istmo de Corintio) habrían podido desempeñar así un papel eficaz; los juegos atléticos y musicales dieron a los griegos de cualquier procedencia el sentimiento de su fraternidad racial, las panegirias de Delos reunieron a los jonios en torno a la cuna de Apolo y Artemis; el oráculo de Delfos, mas importante ciertamente que los de Dodona y que el Didimeion milesio, desempeño, desde luego, un papel bienhechor aunque limitado; pero nada pudo contrarrestar realmente la mórbida tendencia de los griegos hacia la autonomía local y las competencias derivadas.

La Religión Griega en la Época Clásica

Los aspectos tradicionales.

La religión popular es la que evoluciono menos, pero también la que menos conocemos. Se basa en lo anhelos básicos y constantes de toda vida individual, la felicidad material en esta vida y la esperanza en la supervivencia. Así, los cultos agrarios, domésticos, y funerarios son tenaces y duraderos: las fiestas de la siembra, de la cosecha, de la vendimia y del vino, la devoción a las grandes deidades que animan la fuerzas naturales, cual Demeter, diosa de la fecundidad, a los dioses protectores a de la casa, jalonando el curso del año con ceremonias rústicas, mezcladas con frecuencia a practicas mágicas y "apotropaicas" (contra las malas influencias que amenazan a plantas, animales y personas). La vida de ultratumba, pobremente concebida, solo ofrece consuelos para los iniciados en los misterios de Eleuisis, que pueden situarse entre las manifestaciones de la religión popular, puesto que están abiertos a todos, incluso a los esclavos, sin distinción política, cultural ni social (salvo a los homicidas y a los bárbaros), pero cuyas exhibiciones naturalistas (espiga de trigos, ¿falo?) tienen para la memoria selecta un valor simbólico muy alto y la promesa de un eternidad feliz, bajo formas que ignoramos, pues el secreto de la iniciaciones fue muy bien guardado, desde el periodo arcaico hasta el siglo IV después de Jesucristo.

 

Caracteres de la religión clásica.

Fue ante todo cívica y panhelénica. Cada ciudad estaba situada bajo la protección de una divinidad (Atenea, Zeus, Artemis, Apolo), que une a sus propias virtualidades calificaciones peculiares: así Atenea, protectora de Atenas y de otras numerosas ciudades, es Promacos, Ergané, Partenos (protectora de los guerreros, de los trabajadores, de las vírgenes) y, por encima de todo, "Poliada" (protectora de la ciudad entera) y como tal símbolo de la razón y de la prudencia de la ciudad y de su habitantes. Estos rinden un culto publico, cuyos ministros son los magistrados, cuyas ceremonias (sacrificios, fiestas, representaciones, procesiones) son otros tantos actos de la vida colectiva. Pero la ciudad saca de esos actos mas provecho que el sentimiento religiosos; el culto tiende a hacerse laico, la piedad individual ya no halla satisfacción en el. Cuando la ciudad se debilita, la religión cívica experimenta la consecuencias con ello.

Ciertos grandes dioses se imponen a la vez a la totalidad del mundo griego: en primera fila, Zeus de Olimpia, Apolo de Delfos, mas jonio y progresivamente confiscado por el imperialismo ateniense, y sobre todo de Delfos, de origen dorio, pero que mantiene, para pesar de sus indecisiones políticas (la Pitia fue partidaria de los lacónico, de los beocios, antes de serlo de Filipo...), una audiencia universal; y, cada vez mas en favor, Asklepio de Epidauro, menos político, mas caritativo con los enfermos y los afligidos. La religión panhelenica se expresa por medio de los oráculos, a los cuales consultan los gobiernos, incluso sin creer demasiado en ellos, por los donativos oficiales, los tesoros de Delfos y de Olimpia, por los embellecimientos y reconstrucciones (el templo de Delfos, destruido en 373, fue reedificado en cuarenta años, por suscripciones) y por ciertas tentativas, demasiado imbuidas de política para triunfar, como las de Pericles (congreso de la Acrópolis para la reconstrucciones de templos, en 446; asunto de las primicias de Eleusis) y , en fin, por los grandes Juegos (Delfos, Nemea, Istmo, y sobre todo Olimpia), que materializan brillantemente la comunión de todo un pueblo. Sin embargo, los santuarios y los Juegos jamas impidieron las guerras; los primeros no quedaron al margen de las rivalidades (guerras sagradas de Delfos, saqueo de su tesoro por los focenses, lucha armada entre los eleos y los arcadios en el recinto de Olimpia, en el siglo IV), y los segundo se hicieron laicos, en provecho de su valor espectacular, hasta el punto de que los atleta se convirtieron en profesionales, explotando de ciudad en ciudad la corona de laurel ganada en Olimpia.

Las Dos Corrientes de la Religión Griega.

Ningún problema resulta mas confuso al historiador actual que el de hacer una síntesis de la religión helénica, sin duda porque careciendo de cuerpo dogmático, ritual y ético, los griegos no tenían verdadera religión en el pleno sentido que hoy damos a esta palabra. La imagen trazada por Homero, al organizar libremente a los dioses como en un gigantesca polis monárquica, tuvo honda raigambre. No hay que olvidar que cuando Hesídodo traza el esquema de una cosmogonía, declara que los dioses son posteriores. La Tierra, el Tártaro y el Eros- la fuerza motriz de la creación- han nacido de un caos inicial; y de la tierra nacen los titanes que, en un cuadro religioso muy antiguo, han de acabar con Zeus. Por otra parte, Grecia careció siempre de sacerdocio especializado; cualquier ciudadano podía representar a la polis en el cumplimiento de sus deberes religiosos, mientras que las creencias se hallaban sin control a disposición de poetas y de pensadores; nada mas libre, pues, que la dogmática griega.

Es imposible conocer los orígenes de la religiosidad griega, que aparece ante nuestro ojos como compleja yuxtaposición de elementos muy diversos. Por los testimonios posteriores se aprecian, sin embargo, dos corrientes, de las cuales una es, desde luego, griega y la otra no. Se ha supuesto que los dioses olímpicos, dioses de la luz y del cielo- a su cabeza Zeus tonante, que esgrime un haz de rayos-, que personifican simples fuerzas de la naturaleza, hayan sido la aportación de las olas migratorias de los aqueos, y que los dioses ctonios, tenebrosos y siniestros, que se esconden el las entrañas de la tierra y hablan del gran problema de la vida y de la muerte, sean prehelénicos. Pero en todo caso la mezcla es muy grande: el primer nombre de Dionisio, hijo de Zeus, es Zagreo, vocablo cretense.

Las ideas mas antiguas acerca del destino del alma parecen ser propias de pueblos en marcha, que queman el cadáver, pero ofrecen al espíritu liberaciones para aplacarle. Cada grupo tiene un fetiche y sobre todo, un héroe, que puede haber sido el antepasado común y a quien se rinde por temor un culto minucioso. Hasta tiempos muy avanzados, los genos conservaron la costumbre de ofrendas a los dioses propios y de culto a los antepasados muertos; uno de los aspectos mas importantes de la reforma emprendida por los legisladores será la supresión de los funerales. La polis absorbió seguramente estos cultos gentilicios, o alguno de ellos, y sobre todo la conciencia de responsabilidad colectiva en las obligaciones respecto al dios. De este modo ale cumplimiento de las obligaciones religiosas se convirtió en un haber ciudadano, por cuanto su descuido podía acarrear la venganza divina sobre la colectividad.

En este fondo primitivo de creencias apenas hay lugar para la vida de ultratumba, aunque los griegos creyesen en ella. Dominaba generalmente una pesimismo bastante estricto en esta cuestión. Las relaciones entre hombres y dioses eran concebidas como una especie de contrato en el que a cambio de ofrendas podían obtenerse beneficios temporales. Todos los dioses se hallaban estrictamente localizados; la Atenea de Atenas, por ejemplo, era distinta de la que se honraba en Esparta. Los lugares sagrados era extraordinariamente abundantes en Grecia, y daban origen a cultos muy diversificados. El templo no es lugar de reunido de fieles, sino morada del dios, y las ceremonias del culto se celebraban casi siempre fuera.

Culto y Mitología Griega.

La mitología griega acentuaba el contraste entre la debilidad de los seres humanos y los grandes y aterradores poderes de la naturaleza. Por lo tanto, el pueblo griego reconocía que sus vidas dependían completamente de la voluntad de los dioses. En general, las relaciones entre los seres humanos y los dioses se consideraban amistosas. Pero los dioses aplicaban severos castigos a los mortales que revelaban una conducta inaceptable, tal como la soberbia complaciente, la ambición extrema y hasta la excesiva prosperidad.

La mitología griega estaba ligada a todos los aspectos de la vida humana. Cada ciudad estaba consagrada a un dios particular o grupo de dioses, a quienes los ciudadanos solían construir templos dedicados al culto. Regularmente honraban a los dioses en festivales, supervisados por los altos funcionarios. En los festivales y otras reuniones oficiales, los poetas recitaban o cantaban significativas leyendas e historias. Muchos griegos conocían a los dioses a través de la palabra de los poetas.

Los griegos también relacionaban su vida doméstica con la de los dioses y en ella les rendían el culto debido. Diferentes partes de la casa estaban dedicadas a determinados dioses, y los individuos les elevaban ruegos regularmente. Un altar de Zeus, por ejemplo, podía colocarse en el patio, mientras que a Hestia se la honraba ritualmente en el hogar.

Aunque en Grecia no había una organización religiosa oficial, por lo común se veneraban ciertos lugares sagrados. Delfos, por ejemplo, era un sitio sagrado dedicado a Apolo. El templo construido en Delfos incluía un oráculo, o adivino, a quien valerosos viajeros consultaban sobre su futuro. Un grupo de sacerdotes, que representaban a cada uno de estos lugares sagrados y que podían ser además funcionarios de la comunidad, interpretaban las palabras de los dioses, pero no poseían ningún poder especial. Aparte de sus plegarias, los griegos solían ofrecer sacrificios de animales domésticos a los dioses, por lo común cabras.

La Religión Romana en Siglo I a.c

Es compleja y difícil de definir con exactitud. La religión tradicional ha perdido en esa época su prestigio; solo las gentes humildes observan en el campo los ritos agrarios, mientras que, en la ciudad, el pueblo sobre todo, es sensible a los prodigios, los presagios e incluso a la magia, lo cual es favorecido por los terrores de las guerras civiles. La minoría culta, cada vez mas helenizada, se vuelve hacia la filosofía y los políticos explotan la credulidad, en formas por lo demás interesantes que preparan el culto imperial.

Todas las filosofía hallan adeptos en Roma, si que aparezca nunca una aportación original, Durante la dictadura de Cesa, Marco Tulio Cicerón pone a disposición de sus conciudadanos un verdadero repertorio de las doctrinas griegas, creando el vocabulario filosófico latino; personalmente fue un ecléctico inclinado particularmente hacia el estoicismo y el academicismo (Platón), y preocupado ante todo, como buen romano, de justificar doctrimalmente el razonable y moral pragmatismo de los antepasado (De Officis). Era discípulo de Posidonio, sabio universal que, después de Panecio, represento el Pórtico Medio, y cuya influencia fue grande en los ambientes intelectuales. Finalmente, el epicureísmo, doctrina que había resultado sospechosa durante mucho tiempo, fue aceptado pu una parte de la clase rica, pero en la forma vulgar de materialismo que busca todo genero de placer; el epicureísmo de Atico, amigo de Cicerón, ciertamente fue mas refinado, mientras que Lucreco- que murió todavía joven en 55- compuso en su De Natura Rerum, una "summa" epicúrea ortodoxa cuyo ateísmo doctrinal escondía apenas una profunda y contradictoria religiosidad (invocación a Venus), vivificada por una ardiente poesía naturalista. A medias religión y a medias filosofía, el pitagorismo sedujo a muchas almas inquietas y místicas y reunió a sus adeptos en conventículos mas o menos clandestinos de los que la famosa Basílica de la Puerta Mayor (mas tardía) nos restituye la atmósfera y los símbolos esotéricos. Inspiro también las rarezas de Nigido Figulo, tan sensible a la magia y a la astrología delirantes como los mas rústicos de sus contemporáneos.

Los ambiciosos y los grandes jefes políticos, con frecuencia ateos personalmente, utilizaron en su propio provecho esas múltiples corrientes de pensamiento, sea aceptando la solemne investidura del augurado, que da el dominio de los presagios, sea insistiendo placenteramente, a la manera de los diadocos helenísticos, en la protección, e incluso filiación, divina que justifica y precisa su poder: Sila es el protegido de Venus Felix, Pompeyo invoca a Venus Genitrix (Madre) a la cual consagra en el foro, al pie del Capitolio, un notable templo. Hemos de creer que el pueblo no era insensible a tales pretensiones, que Augusto usará mas prudentemente, organizando el culto imperial.

La Primitiva Religión Romana.

La religión romana procede de la etrusca, aunque se hayan producido, con respecto a esta, alguna importantes modificaciones. Es imposible hacerse una idea clara acerca de los dioses etruscos; todo lo que de ellos conocemos nos ha sido transmitido por fuentes romanas muy tardías. Creían sin duda que después de la muerte el difunto pasaba una temporada en su tumba antes de integrarse en un mundo subterráneo, pero admitían que algunos difuntos volvían al mundo de los vivos.

Las aportaciones romanas no bastante escasa. Por lo que sabemos, Roma fue el crisol en el que se fundieron antiguas creencias italianas y etruscas con otras griegas; el espíritu latino se manifestó en el caracter jurídico que se dio a las relaciones entre dioses y hombres. Por este medio se desarrollaba la ética. Las dos concepciones mas características de la antigua religión romana eran la numen y el genius. Ambas representan fuerzas místicas, la primera residente en las cosas y la segunda en las personas. Es el numen de la espada quien hiere, como es el genius del magistrado quien encuentra la vía de la justicia. Después de la muerte el genius sigue existiendo y obra, en bien o en mal, sobre sus parientes: son los manes a los que se rinde culto. El hogar, lo mas importante para un romano, esta llena de estas fuerzas: Vesta (fuego), Jano (puerta), Lares (campos que rodean la casa).

El culto concebido con la doble forma de sacrificio y plegaria, se sujetaba rígidamente al ritual. En la concepción romana, el hombre ha de cumplir estrictamente sus obligaciones sin desvirase en nada de o que el rito exige, como en un pacto contractual porque de este modo




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Enviado por:Javier Orduña
Idioma: castellano
País: España

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