Ética y Moral


Relaciones públicas


“CRÍTICA APRIORÍSTICA

DE RELACIONES PÚBLICAS”

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN.............................................................3

PROPEDÉUTICA.............................................................7

PROLEGÓMENO DE RELACIONES PÚBLICAS........39

SER-SE EN RELACIONES PÚBLICAS.........................50

BIBLIOGRAFÍA...............................................................93

INTRODUCCIÓN

El objetivo de esta crítica es cambiar la forma de percibir las Relaciones Públicas que por el momento predomina, el mundo cambia constantemente, y, mal que nos pese, Relaciones Públicas no parece haberlo advertido, y esto, realmente me produce un hastió que encuentro como fuerza vital para mostrar mi disidencia. La lectura predominante de Relaciones Públicas me producen cierta nausea, esa sensación de “cuadradez”, de pacato, de estrechez que me encierra en palabras grises, en imágenes desgastadas de algún álbum de abuela que siempre e indefectiblemente se obstinan en mostrarme las mismas imágenes. Ciertas lecturas chatas que se realizan no son más que, aprendidas de generación en generación y transmitidas con cierto rancio contenido, y es que veo, y con cierto desconsuelo, y al menos en la realidad que me toca, que los caminos que nos llevan a Relaciones Públicas son sepia-tranvía, no encuentro actos de liberación sino más bien de esclavitud. La hazaña que nos cuentan sobre Ivy Lee es sin duda, de un patético tratamiento, Ivy Lee ante un choque de trenes lleva a los periodistas para mostrarles el “todo”, y esto, en resumen, es la gran “noticia”, con esto, y a partir de los “accidentes ferroviarios” que tenemos en nuestras empresas, hacemos la “Gran Lee”, y se piensa que repetir eso es Relaciones Públicas, una gran fantochada, nada más amenazador, pues lo que realmente encuentro motivante de esta historia es, la gran lectura que tuvo de la época y de su público, y que se atrevió a cambiar la estructura predominante, pues es esto lo que descubro plausible, ahí es donde radica su gran legado, más no, en el seguir su receta, pues algunas veces puede ser nada aconsejable.

Existe en algunos libros de Relaciones Públicas un tratamiento que considero necesario, nos hablan de ¿qué entienden por Relaciones Públicas?, ¿qué es la comunicación?, señal, signo, símbolo, diferencia entre dato e información; que es la opinión pública, nos hablan de los públicos, de la publicidad y la propaganda; de las internas y externas, no digo en absoluto que no sean necesarios estos conocimientos, pero, ¿qué nos dicen del por qué?

Sólo parecen un cúmulo de información, una aglomeración de datos con los cuales nada se puede hacer, están ahí, digeridos, estructurados, fríos y tediosos en los cuales alumnos adoctrinables fagocitan sin criterio, sin culpa, pensando que el recordar lo que se les dice los hace relacionistas públicos, ahora sí, cuando llegan a una institución no saben qué hacer, pues porque en ningún libro nos dice qué es lo que se debe hacer.

Este ensayo al que he titulado “Crítica apriorística de Relaciones Públicas” es un intento a darle personalidad a nuestra ciencia, y hablo de personalidad porque son las cualidades que configuran la manera de ser de nuestra ciencia, ya no un ente frío, sino más bien, una ciencia viva, que irradie calor. El título comienza con la palabra “Crítica” porque nos referencia “estudio”, y es un estudio que he realizado de los componentes esenciales de nuestra ciencia, lo ha-saber en sus formas y características fundamentales; lo “Apriorístico” me refiere a lo “trascendental”, aquello que se encuentra antes del hecho, antes de lo fáctico, no es una teoría de lo factible porque devenga del hecho, no teorizo porque algo dio resultado y pretendo que así sea para todos los casos, sino más bien, es una teoría del pensamiento de Relaciones Públicas, una teoría que intenta desestructurar la ideología para convertirlo en una estructura transformable, la estructura de pensamiento de Relaciones Públicas debe reestructurarse ante cada objetivo de lo ha-saberse, y para esto no hay recetas, para esto existen distintos conocimientos y, sobre todo, una actitud.

El cúmulo de conocimientos que nos llegan habitualmente en Relaciones Públicas es limitado y de una liviandad intelectual desconcertante, la gran mayoría de publicaciones de Relaciones Públicas las recomiendo para los alumnos que recién se van iniciando en nuestra ciencia, porque nos muestran “la cancha”, sus medidas, el tipo de superficie, el equipo con el que se juega, pero no nos hace jugadores; para alumnos en instancias superiores debemos llegar a los “átomos” del conocimiento, a formar sus aptitudes y actitudes para que puedan ser críticos y desenvolverse con absoluta libertad en los criterios de los distintos y cambiantes ha-saberse.

Este ensayo es en principio, el resultado de algunos años de investigación, y principio de investigaciones posteriores; el que sea estructurado como ensayo es; y en primer lugar, porque debe ser motivo de crítica para mejorar nuestro conocimiento, y en segundo lugar, porque descreo de las publicaciones con estructuras estrictas, este ensayo debe ser leído como un todo, no como conocimientos disconexos; es un tratamiento de lo ha-saber, sea este para organización de eventos, tratamiento de opinión pública, ceremonial y protocolo etc.; no trato de explicar la mejor forma de organizar un evento, trato de que entendamos el por qué de organizar uno; ni tampoco cómo se realiza exitosamente un ordenamiento protocolar, sino que entendamos que el protocolo es una forma de ordenar, pero no la única, no podemos ser esclavos de un protocolo, sino más bien, nuestros intereses nos dejaran evaluar cuál forma será la de mayor conveniencia.

En una primera parte, a modo de propedéutica, hago un sencillísimo tratamiento de historia de filosofía o del conocimiento, ya que encuentro indispensable estos conceptos para la posterior interpretación; en su segunda parte, encontraremos mis humildes consideraciones, y espero, le sean de alguna utilidad.

“Mirar el cielo, es mirar las

montañas desde arriba”

PROPEDÉUTICA

Platón en su filosofía distingue la duplicidad del sentido de la palabra “saber”, entre la simple opinión y el conocimiento fundado. Es importante a lo largo de este trabajo tener siempre presente esta distinción ya que posteriormente, será necesaria para el estudio del “ser de las cosas”. Platón distingue lo que él llama “doxa”, opinión, que es el saber que tenemos sin haberlo buscado, y la “episteme”, la ciencia, que es el saber que tenemos porque lo hemos buscado.

Platón parece hacer referencia aquí a la posibilidad de un conocimiento, al que podríamos llamarle, al uno, descansado, sin esfuerzo; y al otro, un conocimiento esforzado. Pero cómo es que llega Platón a decirnos que un conocimiento se “busca”, porque si aceptamos esta “búsqueda”, también podría ser aceptable que el conocimiento se “encuentra”, y este “conocimiento encontrado”, es, ¿a pesar suyo?, ¿bajo consentimiento de conocimiento?.

Para poder comenzar a entender lo que esta búsqueda significa es menester adentrarnos, aunque sea someramente, al entendimiento de los tiempos y de las distintas corrientes filosóficas que acunan el conocimiento del saber, este saber-sabido, este saber-se-sabiendo como afirmación del ser, de esta res cogitans, de las cosas-sabidas-de-saberse.

Con Heráclito comienza nuestra pequeña aventura de enriquecimiento histórico, y con su afirmación, “Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río”, qué nos quiso decir Heráclito con esta sentencia, su visión de la realidad, no existe un ser estático de las cosas, es decir, todo el tiempo estamos siendo, para dejar de ser, para ser de nuevo, y dejar de ser, y ser nuevamente ad infinitum, lo que hay es un ser dinámico, el perpetuo cambiar es la existencia, y esto nos encierra en un verdadero problema, debemos negarnos a conocer el ser, porque cuando puedo conocer el ser de una cosa, esta cosa cambia, y este ser me niega su conocimiento hasta volver a alcanzarlo, con esto, el conocimiento fluye en un hacer-se y des-hacer-se, esta misma cosa es, y no es, es que nos muestra lo inestable en lo permanente, esto que dura en su cambio continuo y fluido.

Según ciertos estudiosos, haciendo referencia a Ferrater Mora, surge posteriormente la metafísica de Parménides de Elea, en donde él encuentra una contradicción en la filosofía de Heráclito, ¿Cómo es esto de que una cosa es para pasar luego a no ser?. La correlación de ser, no ser, ser, no ser, parecía no convencer a Parménides y propone un principio de razón, que es una de las grandes hazañas del pensamiento filosófico, que aun hoy es tomada en cuenta, y este principio lógico de razón nos dice: “El ser, es; el no ser, no es”.

Con esta primera afirmación de Parménides, el grande, según Platón, comenzamos a aventurarnos en esta construcción del ser de las cosas, a partir de este momento tenemos un conocimiento del que aferrarnos para construir la metafísica que luego seguirán Platón y llegará a su máxima expresión con Aristóteles en esta brillante construcción, “lo que es, es, lo que no es, no es”.

Este principio que descubre Parménides es conocido como “Principio de identidad”, y a partir de este principio es la base de su construcción metafísica y lo lleva a revelar la siguiente afirmación: “El ser es único”. ¿Qué quiere decirnos con esto?, que no pueden haber dos seres, porque si suponemos que hay dos seres, lo que distingue a uno del otro “es”, lo que en el otro “no es”, y sería una contradicción afirmar este “no ser” como ser de la cosa, ya que lo que es, es, y, lo que no es, no es; el ser debe ser único. Pero no se detiene aquí, al contrario, prosigue con su tesis argumentando, además de el ser, ser único, podemos argumentar que este ser es eterno, ¿por qué?. Porque el ser, nos dice, no puede tener principio, y no puede tener principio porque tener principio, significaría, que antes de ese principio, este ser, no era; y estaríamos en la obligación entonces de afirmar la existencia del “no ser”, afirmar que el ser no es; por eso también se deduce que el ser no puede tener fin, ya que el fin del ser admite también la existencia del no ser, y así es como Parménides llega a la conclusión de que el ser es eterno. Pero además inmutable, porque el cambio del ser implica también la posibilidad del no ser, en un dejar de ser lo que era para pasar a ser otra cosa y dejar de ser lo que antes era, y esto es contradictorio para él. También agrega que el ser debe ser infinito, ya que el pensar que el ser deba tener límites, es pensar que este ser, esta siendo para luego dejar de ser a partir de su límite, lo cual cae en contradicción, ahora bien, si el ser es ilimitado, este ser debe ser inmóvil, ya que no puede ser este ser en un lugar para luego dejar de ser al estar en otro. Ahora bien; todos estos predicados del ser parmenídico nos dan como resultado que el ser es; único, eterno, inmutable, ilimitado e inmóvil.

Es común el presentar la doctrina de Parménides en contradicción con la de Heráclito, ya que el primero sostenía que todo fluía, y éste segundo afirma en cambio que “todo lo que es, es”, es decir, todo está en reposo. Ahora bien; toda esta doctrina que Parménides afirmaba, y a la hora de la demostración, de lo que los hombres ven, no podía ser sostenida, a Parménides no se le escapaba el ver que el espectáculo que nuestros ojos divisan es distinto de lo que él defiende, a pesar de su doctrina de lo inmutable, único, eterno, ilimitado e inmóvil, se contrapone a la realidad que nos dan nuestros sentidos de un mundo contrario, de movimientos, de seres que nacen y mueren, de seres que deambulan de aquí para allá. ¿Cómo resuelve esta contradicción entonces Parménides?, de una manera realmente asombrosa y sencilla, afirmando, el mundo que conocemos es una ilusión, el mundo sensible (a través de los sentidos) es una apariencia. Y afirma que existe un “mundo sensible” y un “mundo inteligible”, y por primera vez en la historia se hace a la luz esta tesis que nos habla de esta dualidad, la del mundo de lo sensible, o aquello que conocemos por los sentidos, ese mundo absurdo que nos hace caer en la irracionalidad de aceptar el “no ser”, y no en la afirmación racional de: “Lo que es, es; lo que no es, no es”.

Este punto al que hace referencia Parménides con su teoría, es, por así decirlo, brillante, pero de poco crédito, y en qué falla, en el confundir las condiciones formales con las condiciones reales, materiales etc. del ser. Una de las formas de entenderlo es pensar en la carrera que disputa Aquiles y la tortuga, en ésta, se postula que si Aquiles le da cierta ventaja a la tortuga, ésta, nunca será alcanzado por Aquiles. Y el problema de este asunto es exactamente el mismo que el anterior, pensar que si el espacio es infinitamente divisible como hecho formal del pensamiento, lo es, también, como hecho real; y es que realmente no podemos dividir infinitamente el espacio físicamente, aunque, al poner nuestro problema al servicio de la razón, ésta, nos indique que esto, es posible.

Ahora bien, si seguimos en este peregrinar por esta mínima historia de la filosofía, nos encontramos con Platón, y a éste, heredando tres importantes convicciones de Parménides; una, que para descubrir las cosas necesitamos del instrumento de la razón; dos, la teoría del mundo sensible y la del mundo inteligible y tercero, el arte de discutir. Pero también Platón aprende de Sócrates cosas muy importantes, por ejemplo, la idea del concepto, que Sócrates habría aprendido de los geómetras; el mundo moral, con sus virtudes, la justicia, la templanza etc. Qué quería lograr Sócrates, pues bien, aplicar la intuición intelectual para definir, para encerrar en un concepto, aquello que es la justicia, el amor, la templanza, o sea, definir el logos, así como los geómetras habían definido al círculo. Pero, qué es ese logos, Platón analiza y encuentra que es una unidad sintética, que forma una síntesis. Y eso es la “idea” de Platón, que la forma de la palabra griega que nos designa el ver, o sea que idea, significa visión, intuición intelectual. Pero qué es esta idea en-sí misma, es dos cosas, primero, intuición intelectual, y segundo, a esta intuición intelectual Platón le confiere la existencia real, de modo que las ideas son las esencias existentes de las cosas del mundo sensible, cada cosa en el mundo sensible tiene su idea en el mundo inteligible, y Platón entonces aplica los caracteres que Parménides le había dado a las cosas en general, o sea, una idea es siempre una, tiene unidad, es inmóvil, inmutable, intemporal y eterna. Y estas ideas son los conocidos paradigmas, son el modelo a que las cosas se ajustan imperfectamente. Y cual es nuestra tarea, tratar de llegar por medio de la discusión a una intuición intelectual del verdadero ser, el de la idea.

A partir de esto, podemos argüir que Platón considera como entes reales a las ideas, que éstas existen en-sí y por-sí, y qué nos quiere decir con esto, que las ideas, son en-sí ellas mismas y sólo ellas, y por-sí en la medida que no necesitan de nadie para ser, siendo por-sí mismas. Y con esto el mundo platónico ha quedado edificado, en la tierra, el mundo sensible que nos impide ver las cosas tal como son, en el cielo, este mundo platónico de las ideas.

La extensa obra de Aristóteles, construida con base a los pilares de la filosofía de Platón, tiene muchas coincidencias como es lógico pensar, pero también contiene muchas controversias al pensamiento platónico. Presenta como punto de partida una visión compartida con Platón y Parménides, el mundo de los sentidos, este mundo espectacular con el que nos encontramos, este que nos aterra y que nos ofrece sus colores, matices y voluptuosidades no es el verdadero ser, el verdadero ser de las cosas es un ser problemático. Este ser problemático se nos oculta, no nos muestra su verdadero ser-en-sí sino, que la explicación de este ser problemático de las cosas sensibles consistirá en descubrir detrás de ellas lo intemporal y eterno. Y ¿qué es lo que existe para Aristóteles?, pues, para Aristóteles existen las cosas individuales, y estas cosas individuales son; pero, ¿qué es lo que es? ¿en qué consiste eso que es?, y tenemos el advenimiento del concepto, la idea platónica para hacer inteligible las cosas. Pero antes decíamos que el ser es problemático, que no se nos devela fácilmente, entonces, ¿qué es lo que conocemos de las cosas? , la substancia. La substancia es para Aristóteles lo que existe, pero, ¿sólo lo que existe?, no, no sólo que existe, sino, lo que existe en unidad indisoluble con lo que es con su esencia, y no sólo con su esencia sino también con sus accidentes. Aristóteles logra bajar del cielo, de ese cielo platónico como residencias de las ideas a la tierra, las cosas para Aristóteles entonces son cosas en-sí que tienen una esencia, una substancia y accidentes. Entonces para Aristóteles lo que existe, ¿qué es? Pues bien, para Aristóteles entonces existe por ejemplo, este vaso, un objeto que tiene esta forma, compuesto por esta materia, también tiene esta finalidad, estos caracteres etc.

El extraordinario esfuerzo de Aristóteles por traer el mundo de las ideas a la tierra fructifica, obtiene sus resultados en esta peculiar manera de tratar de ver y de entender este mundo que nos es problemático de saber. Pues bien, para Aristóteles entonces existe la substancia, pero esta substancia se nos presenta de una manera dual, o sea, tiene estructura doble, por así decirlo, la de “existir” y la de “consistir”. Este sentido existencial y esencial que le da a la substancia es descompuesto por Aristóteles en los conocidos conceptos de “forma” y “materia”. Pero no es cuestión de pensar que esta materia y forma son conceptos que puedan ser pensado como separados, porque, ¿podemos pensar la materia sin forma? La respuesta es no, es imposible pensar, poner en nuestra mente que exista materia sin forma, aunque sea esta forma presentada como deformada, pues su forma bien sería la deformidad, deformidad en un sentido estrictamente estético por supuesto, ya que sino caeríamos en la contradicción de la forma no-formada de la deformidad, y esto sería un verdadero absurdo lógico. Pero de la misma manera que en el anterior caso, ¿podemos pensar la forma sin materia?. La respuesta nuevamente es no, no es posible tener una imagen mental de forma sin materia, porque es justamente la materia la que forma la cosa, y la materia, tiene extensión, y si tiene extensión, no existe divorcio con la forma. A esto llega Aristóteles, la materia sin forma, no es; y la forma, pues, sin materia, no tiene existencialidad.

“Real” y “posible” corresponden también, como pareja de conceptos a forma-materia, esto a lo que llamamos cosa, que es, para éste estudio, lo que podemos entender como cosa-cualquiera, debe estar imantada de realidad y posibilidad. ¿Por qué?. ¿Podemos pensar que algo, un algo cualquiera, sea real y no posible? Pues no, la realidad lleva implícita su posibilidad de ser, la realidad es a su posibilidad de ser; recordemos la sentencia y enseñanza que Parménides nos dejó, lo que es, es; lo que no es, no es. Aristóteles está impregnado de esta sentencia, que algo sea posible conlleva la posibilidad, y de la misma manera podemos pensar la contraposición de esta sentencia, si algo es posible, ha de ser real, ya que no podemos concebir la posibilidad de algo irreal, ya que lo irreal no es, por lo que son posibles solo las cosas reales, la posibilidad está en lo real y real es posibilidad. “Acto” y “potencia” se suman a esta lista aristotélica, y es pensado en un sentido dinámico, acto es el resultado del advenimiento del ser, y llama potencia a la materia en tanto y en cuanto ésta materia va a ser. De esto es que Aristóteles muestra y demuestra y trata de entender la causalidad, pues, por sus cuatro causas. Causa material, o sea aquello de lo que está hecho. Causa formal, aquello que la cosa va a ser. Causa eficiente, aquello con que está hecho. Causa final, que es el propósito con que está hecho.

Entonces, cómo explica Aristóteles que entendemos el mundo, cómo llegamos al conocimiento de las cosas, pues bien, a partir de estas causas, pero para esto necesita Aristóteles comenzar y concluir esta teoría en teología, ¿por qué? Porque dios crea el mundo como un artesano su artesanía, pero como dios no está en el tiempo, crea su obra con sólo pensarla. Y por qué podemos entender el mundo, porque las cosas del mundo han sido hechas inteligentemente, éste supuesto aristotélico de que las cosas están hechas por dios y de manera inteligente es la garantía de que estas cosas no están hechas por azar, sino hechas de manera inteligente; o sea, sin un dios, que hizo estas cosas, y si estas cosas hubieran sido hechas por azar, no serian inteligibles. Dios es pura inteligencia, puro pensamiento de sí mismo, y al pensar sus propios pensamientos pone en las cosas esa inteligibilidad con las que las ha creado, o sea, las cosas tienen inteligibilidad porque dios se las dio, y entonces nosotros podemos acceder y comprender la inteligibilidad de las cosas porque estas las tienen en-sí.

La teoría del conocimiento de Aristóteles es de una sencillez extraordinaria, pero no es correcto entender esta sencillez por simpleza, por ingenuidad infantil, en suma, por estupidez. Si bien cabe aclarar que no existía una teoría del conocimiento así como la conocemos en la actualidad, pero me tomo la libertad de nombrarla de esta manera por entender que a partir de esta teoría se ponía la confianza del saber en aquellos tiempos. La sencillez a la que hago referencia es de otras características, es la sencillez de un hombre, que después de un extraordinario esfuerzo intelectual ve, y explica el mundo tal como lo ve, espontáneamente, este hombre, Aristóteles, es el padre, por así decirlo, de nuestra forma de pensar sincera, las cosas son en-sí, yo puedo acceder al en-sí de las cosas a partir de mi inteligencia. Aristóteles es el máximo exponente de la escuela realista, de la metafísica realista, aquella que dominó dos mil años el pensamiento filosófico de la humanidad, y en la actualidad domina el pensamiento colectivo de las masas, entendido como masa a las personas en general, a las personas en su vida diaria, los filósofos en la actualidad han dejado de lado éste realismo aristotélico, pero sólo y en cuanto hacen filosofía, el filósofo más docto en su quehacer diario, el filósofo que busca casa para vivir, el que se junta con sus amigos para divertirse, “el filósofo que vive en su vida ordinaria sigue siendo, viendo y sintiendo como un realista aristotélico” por así decirlo, en general, la gente en su vida común vive de esta manera, así como Parménides había sentenciado, lo que es, es; lo que no es, no es.

Y es ésta, en gran medida, la manera que tenemos de conducirnos los hombres en nuestra vida cotidiana, en lo que aristotélicamente podemos llamar nuestra realidad. Y es aquí donde estriba lo simple de la filosofía de Aristóteles, el mundo es lo que es, a pesar de que es un mundo problemático, y es a través del esfuerzo de la inteligencia que podemos entender este mundo, las cosas son en-sí, y son ellas las que nos muestran su realidad, su substancia, su esencia, este realismo aristotélico fue teniendo pequeñas metamorfosis a lo largo de la historia, con San Agustín y Santo Tomás de Aquino como destacados, más de dos mil años hicieron falta para que el hombre perdiera su tranquilidad en este mundo aristotélico, y en darse cuenta que las cosas en-sí de este mundo, era correspondiente a ciertas dudas fundamentales.

A modo de pequeño resumen es que expongo las características fundamentales del realismo aristotélico. “Primero: Existen las cosas. Segundo: Existen las cosas como inteligibles. Tercero: Existe la inteligencia. Cuarto: El hombre es una de las cosas que existen. Quinto: El hombre es relativamente inteligente. Sexto: El hombre conoce que las cosas son, y lo que las cosas son. Séptimo: La actitud suprema del hombre consiste en el conocimiento”.

Fueron dos milenios de relativa tranquilidad, esta tranquilidad vista desde muchas formas, se consolidan los sistemas monárquicos, las guerras tienen un carácter expansionista, es decir, pueden ser estudiadas a partir de ciertos delirios de grandeza de los hombres, el pueblo en general tiene vidas apacibles, en general viviendo en campesinados donde los mayores miedos pueden ser las enfermedades, el hombre promedio que nace de campesinos, vive como campesino y muere como tal, así sus hijos y los hijos de sus hijos. Una época marcada por ser lo que se es, y como le humanidad en general, los filósofos también en su propensión natural de contestar a las preguntas metafísicas señalando hacia las substancias individuales, las cosas que son, su esencia, su existencia, y así durante siglos y siglos la filosofía fue sustentándose en la creencia del realismo, espontánea y naturalmente aristotélica, donde esta creencia fue enraizando en los espíritus hasta convertirse en una creencia, un paradigma que aun hoy, al hombre concreto, al hombre viviendo una vida natural, le es difícil escapar. Tan profunda es la creencia en esta visión aristotélica del mundo, que si en la actualidad, a un hombre se le ocurriera decir que el mundo no existe, que el mundo existe en la medida en que él es existencia, este hombre sería encerrado en un manicómio, este hombre no podría transitar cómodamente por los pasillos de las universidades porque se pensaría que está loco, que es insano.

Hasta acá es todo medianamente entendible, yo existo, existen las cosas, por medio de mi inteligencia puedo acceder a las cosas, las cosas se me muestran como son, pero, ¿es qué la humanidad se volvió loca?, ¿acaso los filósofos, estas personas oscuras que pierden el tiempo pensando se volvieron locos e irradiaron esta locura a la humanidad? ¿Por qué teniendo la vida como “comprada”, tuvimos que hacer éste cambio? Y todavía falta una pregunta mayor ¿cómo se dieron cuenta?. Y la respuesta a esto la tienen algunas crisis, crisis que invadieron el espíritu de personas familiarizadas con el conocimiento, personas que no se contentaban con encontrar la “verdad”, sino que intrépidamente se preguntaron ¿por qué esta verdad, es la verdad?. Así encontramos en primer lugar a un personaje histórico que nos es familiar, muy familiar, Cristóbal Colón, en 1492 llega, al menos el creía, a las Indias, demostrando que la tierra era redonda. Imagínense ustedes viviendo aquellas épocas de realismo aristotélico cómo podía justificarse esto, si la tierra es redonda ¿cómo es que no se caen las personas que viven abajo? Si las cosas son lo que son, es descabellado pensar que el agua no se caería. Cómo puede ser esto explicado, cómo puede concebirse esta posibilidad. Lutero es una segunda estacada a este sistema, en 1517, cuando clavó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg sus 95 tesis, la destrucción de la unidad religiosa, a consecuencia de esto las guerras de religión. El advenimiento del protestantismo y las luchas correspondientes entre hombres de distintos credos hace tambalear la fe en una única verdad, evidentemente hay un cambio de actitud de algunos hombres, y una masa de hombres, que por motivos que aquí no profundizaré, acompañan a estos marginales. Recordemos que la doctrina de la iglesia estaba enmarcada, domesticada en un sistema aristotélico desde San Agustín, Santo Tomás y tantos otros, nos encontramos en estos tiempos con hombres que las verdades únicas de dios, este dios que nos las dio, pueden ser interpretadas de distinta manera, ante una verdad revelada no hay una única respuesta, sino varias posibles. Esto evidentemente muestra un cambio de actitud en algunos representantes de los hombres.

Otro episodio comenzó a gestarse a partir de Copérnico, descubriendo el cielo, sabemos que había un sistema ptolemaico donde se aseguraba que la tierra era el centro del universo, y todo giraba alrededor de ella, pero el sistema copernicano hablaba de que el centro del universo no era la tierra, sino el sol, y la pregunta obvia seguramente abría sido ¿cómo el sol? ¿acaso no es evidente que el sol gira alrededor de la tierra? No es innegable que somos el centro del universo. Obviamente no fue el único que pateó el tablero de la seguridad religioso-aristotélica, Galileo años después descubre que Júpiter tiene satélites, que el sol tiene manchas, ¿pero cómo el sol va a tener manchas si fue creado por dios, que es perfectísimo, y perfectísima su creación? Después resultó que el sol tampoco era el centro del universo, que éramos un planeta de los tantos, ni siquiera el más grande, de los tantos planetas que tiene el sol, que nuestro universo ni siquiera es el único universo, que hay más.

Estos hechos, entre otros, fueron decisivos para aquellas personas que no se contentaban con esa realidad ingenua que el mundo les proporcionaba para preguntarse, ¿pero qué pasó con ese sistema de conceptos que se pliegan perfectamente a la realidad y nos muestra que lo que es, es? La crisis de este mundo, por supuesto, no para aquellos que vivían una vida natural, por decirle así, y no queriendo entender que los filósofos pensadores y científicos no vivan una vida natural, nos dejó sin seguridades, ya nada era seguro, todo lo que dos mil años de esforzado trabajo realizado por la filosofía había caído a la basura, ya no se podía confiar, todo el sistema estaba en decadencia absoluta y los filósofos sin saber de donde amarrarse, porque todo era movedizo, los conceptos eran inseguros, las esencias, el en-sí de las cosas ya no nos servían porque no habían podido decirnos fehacientemente qué es lo que eran. Un mundo así era un caos, y así lo fue, la humanidad velada por un puñado de hombres que no se conformaron con que las cosas son así como son, hombres que tuvieron la genialidad, el desafió superlativo de preguntarse simplemente ¿por qué? Y ¿por qué, por qué? Porque eran hombres que querían saber más, porque eran hombres a los que la comodidad les incomodaba, así como dos mil años antes un puñado de hombres no se contentaron con el saber popular, y forjaron con grandeza suprema una filosofía, una actitud de amor al conocimiento, así estos hombres empuñando la misma bandera del amor al conocimiento, de la necesidad de conocimiento forjaron la crisis más profunda que la humanidad jamás vivió, y que es la cuna de nuevos desafíos, nuevos hombres, nuevos nombres que desde la nada, desde los escombros de la humanidad construirían nuevamente, el todo, desde la nada. Lo que es, es; lo que no es, no es, y entonces, no fue.

Ya Gardel y Lepera nos enseñaban que veinte años no es nada, pues, veinte siglos tampoco son nada cuando el en siglo XVI principios del XVII fue preciso replantear de nuevo los problemas principales de la filosofía, pero el nuevo pensamiento, éste nuevo que debe surgir, ya no se encuentra sólo, tiene al menos un conocimiento, y este conocimiento es al menos, algo que no es, y esto no es poco. Cuando Parménides, Platón, Aristóteles y compañía comenzaron su búsqueda del conocimiento, ellos se encontraban solos, no había nadie detrás de ellos que les formara o informara qué camino debían seguir, fueron los primeros, y como tales, su valor es muy importante, ya estos nuevos filósofos y pensadores del siglo XVI tienen en sus espaldas invalorables conocimientos, su problema es saber cuál de todos ellos puede seguir sirviendo, pero esencialmente el tratar de no cometer los mismos errores de sus antecesores, y este error en qué lo podríamos resumir, en la confianza de la intuición, en la confianza del pensamiento. Pero cómo se las arreglan entonces los nuevos pensadores para poder pensar, ya que no le podían tener confianza a su pensamiento. Cómo evitar el error, y la solución es el método, si no podemos confiar en lo que pensamos, pues, entonces, hagamos un método por el cual, si hacemos atravesar el pensamiento por él, podamos asegurarnos su bienestar y ésta es, la Teoría del Conocimiento. Porque también se dan cuenta de algo, nuestro pensamiento es imposible de ser generado ahistóricamente, no puede generarse fuera del tiempo y del espacio, nuestro pensamiento, es hijo de su historia, y es acá donde vemos la ventaja de estos nuevos filósofos con sus antecesores, estos, tienen historia, y se saben hijos de ella, y saben que el pensamiento es una realidad histórica.

En este plan se coloca Descartes, y convierte a la duda como método, si estaban dudando de todo lo anterior, si esta duda había creado semejante problema, pues que sea esta misma duda quien nos saque a flote nuevamente. Y ya no es importante tener un cúmulo impresionante de conocimientos, no es importante tener concepto para todas las cosas, lo importante para ellos es tener, al menos, una certeza, y el camino cartesiano que se nos muestra es la búsqueda de una certeza, una certeza tal, que entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido no se interponga nada, ¿y se preguntarán ustedes, qué cosa hay tal, que se presente entre mi y la cosa sin que nada medie entre ambos? Pues bien, esta cosa es el pensamiento mismo, entre yo y el pensamiento mismo, pues nada se nos interpone. Descartes utiliza la duda y comienza diciendo, puedo dudar del mundo, puedo dudar de todas las cosas del mundo, puedo dudar de mi, pero hay algo de lo que me es imposible dudar, y es que me es imposible dudar de que estoy dudando, entonces bien cuál era la única certeza de Descartes, pues que estaba dudando. Pero el dudar es una actividad del pensar, entonces existe el pensamiento, pero si existe el pensamiento existe algo que piensa, por lo tanto, ¿qué existe para Descartes? Descartes contesta, por ahora existo yo, y mis pensamientos. Pero señor Descartes, ¿ es qué el mundo no existe?, es dudoso. El principio de esta filosofía idealista es realmente poco prometedora, y no sólo eso, estamos con gran riesgo de que se convierta al desolador solipsismo, donde nada existe sólo yo, pero es que realmente es lo único confiable para Descartes, que él existe y sus pensamientos existen, y dónde quedan las cosas para él, pues él no puede dudar de que el pensamiento existe; ahora bien, él, si piensa que puede dudar lo que piensa el pensamiento, mi pensamiento piensa esto de esta cosa, no puedo dudar de que pienso, pero si de lo que este pensamiento está pensando. De manera que, fíjense ustedes, teníamos antes una propensión natural, espontánea, a enfocarnos en el objeto para conocerlo, ya que este objeto, ahora denominado objeto de conocimiento, y antes con la certeza de que este objeto era en-sí, nos daría su esencia, pero ahora, el foco no está puesto en el objeto de conocimiento, sino, pues, en el pensamiento mismo, por lo tanto, ahora la filosofía moderna tiene el terrible y arduo trabajo que es sacar del “yo” las cosas mismas.

Este es el principio de esta filosofía difícil, de difícil comprensión, pero no es esto una actitud caprichosa de los filósofos modernos, es que esta nueva filosofía no puede valerse más del sentido común, no puede nunca más caerse en la tentación de ser ingenua, los ejercicios ahora son, como bien lo define García Morente, acrobáticos, la filosofía ya no descansa en la forma natural de ver el mundo, pues porque el mundo no va a decirnos nada, ahora necesitamos pensar el pensamiento, y esto implica aceptar pensar las cosas como derivadas del yo. “Je suis one chose qui pense”, al decir Descartes que los pensamientos existen y que yo soy una “cosa” que piensa, esta volviendo al error que tenia el realismo aristotélico, esta cosa pensante, esta substancia pensante, y al propio pensamiento como cosa, este error será salvado siglos después.

Ahora bien, tenemos estas primeras aseveraciones para comenzar, ¿qué existe? Existo yo, y mis pensamientos. Pero, qué pasa con la realidad, porque, esto que pienso con el pensamiento ¿existe?, la realidad no era problema para los realistas, la realidad existía, pero para estos idealistas, ¿existe la realidad? ¿Pueden confiar en lo que piensan que es la realidad? Pues, esta realidad, deberá ser demostrada por estos pensadores, y cómo lo hacen, si el pensamiento sensible se compone de pensamientos oscuros y confusos, que dan resultados dudosos, pero yo puedo analizarlos y descomponerlos en sus elementos. Pero de la misma manera no podemos confiar en estos pensamientos oscuros y confusos, tampoco podemos confiar en los claros y distintos, pero, Descartes logra superar esta barrera, al encontrar, al menos uno, uno de estos pensamientos claros y distintos en el cual sí se puede confiar, y este es, dios, el pensamiento de dios, y cómo logra deducir esto, en pocas palabras, de la siguiente manera.

La primera demostración la logra considerando lo pensado por él cuando piensa en dios. Cuando se piensa en dios, este pensamiento nos lleva a la idea de un ser infinito, perfecto, infinitamente bueno, omnisciente, todopoderoso etc. Y la clave para Descartes está en este pensamiento mismo, y es el hacerse la siguiente pregunta, pues, ¿cómo pudimos formar este pensamiento? Y él se responde que no de él solo, ya que sería imposible que seres imperfectos como nosotros pudiésemos pensar tanta maravilla, por lo tanto, esta idea de dios, esta perfección infinita debe responder a una realidad fuera de nosotros. La segunda prueba que Descarte la da a partir de las existencias contingentes. ¿Qué nos quiere decir con esto? Muy sencillo, mi existencia no es debida a mis padres, no vale que diga que en el pasado y en el futuro mi existencia se de la prolongación de ella dentro de un momento o el haber existido en un momento antes, por lo tanto, pues mi existencia no es contingente, no es necesaria, esto qué nos dice, que nuestra existencia no tiene fundamentación, por lo tanto, debo admitir un ser que me fundamente, que me contenga en contingencia, una existencia (dios) que fundamente la mía.

La tercera prueba que da es la prueba antológica, ésta si más famosa, la idea de dios es una idea singular, única, en la cual el pensamiento de dios contiene también su existencia. ¿Qué nos quiere decir? Pues Descartes quiere decirnos que el sólo hecho de pensar la cosa-dios, en ese mismo pensamiento están las características de su existencia. García Morente hace un silogismo que lejos del modo del pensamiento cartesiano, sirve, para entender lo que Descartes quería explicar: “ Un ser perfecto tiene todas las perfecciones. La existencia es una perfección, luego el ser perfecto tiene perfección”. Descartes decía en esta sentencia: “en el pensamiento de la esencia del ser perfecto está contenida la existencia necesariamente, y está contenida la existencia como una de las notas que al mismo tiempo resulta de ser nota del contenido del pensamiento, y nota de la realidad objetiva del pensamiento” . Ahora bien, existen para Descartes: yo, y existe dios. Existiendo dios entonces, dios me da las cosas y me da la posibilidad de conocerlas, aunque no me las dé de manera fácil, me da la posibilidad de que yo descubra las cosas.

Está instalado el pensamiento idealista sobre las concepciones de realidades aristotélicas antes expuestas, si bien, no está del todo desarrollado, es innegable la importancia que tuvo Descartes para el despertar de este nuevo mundo, de esta nueva visión de los hombres de ciencia, en Inglaterra se va a desarrollar lo que conoceremos como empirismo inglés, el término empirismo deriva del griego y se traduce como experiencia, esta experiencia podemos estudiarla o tomarla en cuenta como información proporcionada por los órganos de los sentidos, y la experiencia como lo que luego se va a llamar la vivencia, esto es el conjunto de emociones, sentimientos etc, que experimenta el sujeto y que se van acumulando en su memoria, para ser considerado una persona con experiencia.

Haciendo una descripción fenomenológica del conocimiento lo podemos describir como la correlación entre un sujeto y su objeto de estudio mediante el pensamiento. Lo que hacen los empiristas ingleses es deshacer, desarmar estos tres elementos entre sí, el objeto de conocimiento, al negársele el en-sí deja de tener valor para estos empiristas, si el sabor y el color son vivencias, si todo lo que yo puedo percibir es una vivencia de la cosa más no la cosa misma, no hay en ellas ninguna razón que permita afirmar la existencia metafísica en-sí y por-sí de lo que ellas son, pues las cosas no son más que vivencias, para Berkeley pensar una cosa en-sí misma es una contradicción, porque es pensar una cosa en cuanto no es pensada, cosa en-sí es la cosa no pensada por nadie y pensar la cosa pensada por nadie es una contradicción. Con el sujeto cognoscente también ocurre lo mismo, ya que el empirismo lo anula, ¿por qué? Pues, porque no hay forma de conocerlo, porque puedo yo por medio de la introspección tratar de conocerme, pero conoceré solo características psicológicas y fisiológicas, de mí puedo saber mis humores al pensarlos, mis sentimientos al pensarlos, pero yo no soy eso, no soy mis humores, no soy mis sentimientos, entonces lo que soy, no puedo saberlo, niegan entonces los empiristas el en-sí del sujeto, con qué consecuencias, pues para los empiristas solo pueden tener certeza los pensamientos, a estos si los consideran como en-sí. Para Hume, lo único que queda como realidad en-sí son los pensamientos, o sea la idea, la impresión. Pues entonces ¿quién existe para estos empiristas?, pues, sólo los pensamientos.

Es entendible lo que quieren lograr estos empiristas, pues lograr sacar todas las cosas en-sí que nos planteaba el realismo aristotélico, que supone el absurdo de que las cosas existen en-sí y por-sí independientemente de que puedan ser conocidas por un sujeto cognoscente o no, pero fallan estos hombres también por una vieja consideración aristotélica, resulta que eso contra lo que ellos luchan es justamente lo que los hace equivocarse y caer en el error, y ¿cuál fue ese error? Pues que consideraron a las cosas en un sentido aristotélico justamente, el realismo aristotélico nos plantea que las cosas son en-sí independientemente de nosotros, y ellos al estar en contra de esta postura remataron anulando el en-sí de estos objetos, cuando no pudieron pensar que no necesariamente las cosas debían ser o no ser, pensando que entre ser y no ser no hubiese podido haber alguna otra posibilidad para la cosa, pues ellos pensaron que no hay más que ser en-sí, podremos recordar ahora también como los ha condicionado Parménides cuando nos dijo, lo que es, es; lo que no es, no es. Pues los empiristas supusieron que si las cosas aristotélicas en-sí no eran, pues entonces había que negarlas por completo sin intentar encontrar alguna otra forma de ser del ser.

Esta particular forma de la realidad es, puesta en evidencia e inmediatamente captado el error por Leibniz, el error del empirismo consistió en la obstinación de querer reducir lo racional a hecho, la razón a pura facticidad, al hecho de obtener la absoluta contingencia del pensamiento por el sujeto cognoscente. Y la contradicción es clara y a la vez sencilla, también lógica por supuesto, si la razón es convertida a puro hecho, a puro hecho fáctico, pues, deja de ser razón, porque lo fáctico es sin razón de ser, mientras que lo racional no puede ser de otra manera. Fue Leibniz quien distinguió las verdades de razón y las verdades de hecho, las verdades de razón son todas aquellas que enuncian un ser o consistir necesario, el ser o consistir necesario es aquel que es lo que es sin que pueda ser de otra manera, el ejemplo clásico de estas verdades de razón es el del triángulo, no puede concebirse un triángulo con menos o más de tres ángulos, en este tipo de verdades vemos la necesidad inherente de su esencia de triángulo el de contener o consistir en esos tres ángulos, pues este triángulo es justamente su predicado que lo predica. En cambio, las verdades de hecho son aquellas que enuncian que algo es de cierta manera, pero, que podría ser de otra, Hessen en su Teoría del conocimiento nos da el ejemplo del calor en su estudio de la causalidad, él nos refiere que por experiencia podemos ver que cuando el sol ilumina una piedra, ésta, posteriormente se calienta, ésta, para Leibniz es una verdad de hecho, de hecho la piedra se ha calentado, esta piedra, ahora; pero nada nos indica que esto siempre, y en todo lugar, se puede dar de la misma manera, una verdad de hecho entonces es aquella que, por ejemplo, es derivada de la experiencia física, las históricas, son verdades o juicios asertóricos, el predicado pertenece al sujeto, y esta pertenencia debe entenderse pertenencia de hecho no de derecho, en los juicios asertóricos el hecho de que esta lámpara sea verde es algo cierto, pero también podría ser de cualquier otro color. Juicios apodícticos son todos aquellos donde el predicado no puede sino pertenecer al objeto, el cuadrado tiene cuatro lados, y no es posible que sea de otra manera, independientemente del sujeto cognoscente.

Ahora bien, Leibniz se pregunta si las verdades de razón pueden venir de la experiencia, y responde a esta interrogante de manera negativa, rotundamente negativa, y él dice, si las verdades de razón viniesen de la experiencia (de los hechos), pues dejarían de ser de razón, serían verdades accidentales. Pero Leibniz se pregunta, si las verdades de razón no devienen y no pueden devenir de los hechos, ¿es que éstas son innatas? Y se responde que si, pero en qué sentido, no en el sentido de que estas verdades estén en nuestro ser y que sabemos geometría desde el nacimiento, sino que estas son innatas en un sentido seminal, la vamos descubriendo a partir de estos gérmenes que tenemos de ella, descubriéndola, y esto es fuera de la experiencia, fuera de la experiencia concreta de toparnos con un triángulo, sino en la experiencia como vivencia cognoscente de experimentar el triángulo y de que éste germine en nuestra mente con su esencia de triángulo; es curioso advertir algún resabio de platonismo en esto, que tanto nos hace acordar a ese mundo de las ideas de que caímos y que debemos recordar los conocimientos que están dentro nuestro, de que no aprendemos nada nuevo, sino que recordamos lo antes olvidado cuando llegamos a este mundo, y es que hay un cierto maridaje en esta concepción. Leibniz hizo grandes aportes al conocimiento, pues es a él al que le debemos, como él mismo diría, el germinar del cálculo infinitesimal por ejemplo, y es que él quería reducir todo el conocimiento, o mejor dicho, lograr que todo el conocimiento fuese como el matemático, verdades de razón, así como también había pretendido Descartes, y cómo cree lograrlo, pues de una manera muy particular, él se pregunta, si hacemos coincidir un círculo y una recta tangencialmente, ¿qué es lo que hace que este punto en común entre la recta y el círculo pueda actuar de estas dos maneras simultáneamente? Y la respuesta para él es la mónada, mónada que ya explicaré de manera muy resumida, Leibniz decía, parece haber una fuerza, una energía que hace que este punto que es a la vez recta, a la vez círculo, pueda ejercer las dos funciones tan eficientemente, y esto, claro está, algo que no es el punto en-sí, la mónada es entonces para él substancia, es decir, realidad, y no substancia como contenida en el pensamiento, sino substancia en-sí y por-sí, y esta substancia sin extensión, de acuerdo que la mónada no puede ser dividida, esta mónada para Leibniz es fuerza y energía, pero no fuerza y energía por lo que entendemos nosotros a través de nuestros sentidos como la capacidad de un cuerpo en poner en movimiento a otro cuerpo, sino que él trata de entender el movimiento mismo, allende el cuerpo, sino el movimiento como capacidad de obrar. La mónada es en definitiva cada una de las sustancias indivisibles, pero de naturaleza distinta que componen el universo, las mónadas son el “vis” (vigor). Por supuesto que Leibniz apoya todo su sistema en una teología que por razones de temática no se desarrollará, pero lo importante es ver cómo el ideal del racionalismo es lograr que el conocimiento quede articulado de la misma manera que las matemáticas, la geometría. Vemos como en Leibniz también surge la teoría de los dos mundos de la filosofía griega, un mundo fenoménico representado por las apariencias y un mundo de sustancias en-sí mismas, las mónadas. Lo que en verdad existe no es el yo y mis pensamientos de Descartes, ni tampoco las vivencias de los ingleses, sino que para Leibniz lo que existe es la mónada, esas unidades espirituales que contienen la multiplicidad de las percepciones.

Numerosos intentos se dieron para poder llegar a una filosofía idealista, y todos ellos, si bien con grandes aportes, también con residuos del viejo realismo del que la mente no podían desembarazarse espontáneamente, pero fue Emanuel Kant quien terminó definitivamente con la idea del ser en-sí. Fue con Kant con quien no se va a poder hablar otra vez del ser en-sí, o si se vuelve a hablar de este ser en-sí, será de una manera completamente diferente del que se había hecho hasta ese momento. Kant va a tratar de demostrar como el ser, no es un ser en-sí, sino un ser objeto, un ser “para” ser conocido, un ser puesto lógicamente por el sujeto cognoscente como objeto de conocimiento, pero no en-sí ni por-sí, sino un ser “para” ser conocido. Pero antes habíamos estado hablando de la dificultad que significa conocer, es entonces que Kant se centra en una teoría del conocimiento para poder estar seguro de lo que piensa, y comienza hablando de los juicios, estos juicios son el punto de partida de todo el pensamiento de Kant y recordemos que estos juicios no son vivencias psicológicas de lo que nos acontece, no; estos juicios, y esto es muy importante, son enunciaciones objetivas de algo, tesis de carácter lógico, por lo tanto, son verdad o error. Y de esta manera Kant comienza a construir su pensamiento a partir de estos juicios que son llamados por él como “juicios analíticos” y “juicios sintéticos”.

Juicios analíticos: “son aquellos en los cuales el predicado del juicio está contenido en el concepto del sujeto”, qué nos quiere decir con esto Kant, y para esta explicación acudiremos a una elucidación práctica de García Morente, “Todo juicio consiste en un sujeto lógico del cual se dice algo y un predicado que es lo que se dice de ese sujeto, S es P”. Esto quiere decir que si analizamos el predicado del sujeto y lo dividimos en sus elementos conceptuales, encontramos total y exclusivamente los elementos del sujeto, eso es un juicio analítico. Un clásico ejemplo de este tenor es el del triángulo, y ¿por qué es analítico? Pues porque si tomo el concepto de triángulo lógicamente y lo analizo, me encuentro con: el triángulo tiene tres ángulos, vemos como este predicado contiene en su absoluto al sujeto, triángulo; entonces, el concepto de triángulo, es un juicio analítico.

Juicios sintéticos: “Son aquellos en los cuales el concepto del predicado no está contenido en el concepto del sujeto”. Esto quiere decir que por mucho que busquemos en el concepto, éste, no se nos aparece clara y puramente en el concepto del sujeto. Un ejemplo con los que García Morente nos ilustra es en el concepto de dilatación de los cuerpos; “el calor dilata los cuerpos”, si analizamos en concepto de calor no encontramos nunca nada referido a la dilatación de los cuerpos, y si analizamos el concepto de cuerpo tampoco nos refiere nunca sobre la dilatación, es decir, un juicio sintético es una síntesis de conceptos, o sea, unir sintéticamente varios conceptos heterogéneos en el sujeto y en el predicado. Eso es un juicio sintético.

Y ¿cuál es la fundamentación que da Kant a estos tipos de juicios?, pues bien, para los juicios analíticos su fundamentación se encuentra en el principio de identidad, el juicio que ha establecido este predicado no hará más que repetir lo que en el sujeto se encuentra. Y entonces, ¿cuál es la fundamentación de los juicios sintéticos? Pues, estos juicios están fundamentados en la experiencia, o sea, la dilatación de los cuerpos no está fundamentado en el predicado mismo, sino, en que, por observación, me doy cuenta de que el calor dilata los cuerpos, y, entonces, doy mi juicio de síntesis de conceptos de calor y de concepto de cuerpo, para decir en un predicado lo que en el sujeto observo por la experiencia. Pero, acá nos encontramos con un problema, si los juicios sintéticos se fundamentan en la experiencia, ¿cómo puedo confiar en ellos? Porque yo puedo decir que este metal, con esta intensidad de calor, se ha dilatado, pero, se ha dilatado ahora, acá, en este instante en que lo estoy viendo, y esto, ¿quiere decir que yo pueda estar seguro de que esto sucederá en el futuro, puedo confiar de que siempre esto fue así, puedo hipotecar mi certeza de que esto siempre será igual, si lo que acabo de ver lo he visto yo, ahora, estaré soñando, estaré siendo víctima de algún alucinógeno, estaré cuerdo?

Lo que a continuación viene es un verdadero deleite para el pensamiento humano, podríamos decir, uno de los momentos de mayor lucidez de nuestra especie que encontramos en el pensamiento de Kant, un hombre que nació y murió en un pueblito alejado de los grandes centros de investigación filosófica, un hombre que apenas una vez, y por poco tiempo dejó su lugar natal y que, en esa soledad, conspiró para dar a la humanidad una nueva visión que espero poder ilustrar con la menor torpeza posible.

Un juicio analítico es verdadero, universal y necesario, es verdadero porque nos dicen en su predicado lo que se encuentra en el sujeto, un triángulo tiene tres ángulos, es universal porque es valido en todo lugar y tiempo, el triángulo es triángulo en todos lados, antes de que la especie humana lo pensara, e incluso si la humanidad desaparece, el triángulo no será pensado, pero seguirá independiente en el tiempo, y no puede ser que el triángulo no tenga tres lados, por lo que es necesario que si así no es, esto sea falso. ¿Qué deduce Kant con esto? Pues, que estos juicios, no dependen de la experiencia, o sea, los juicios analíticos son “a priori”, o sea, independientes de nuestra experiencia. Ahora bien, estos juicios analíticos, verdaderos, universales y necesarios ¿agregan valor al conocimiento?, y la respuesta es no, o sea, una vez que los conocemos, ¿qué más conocimiento podemos sacar de estos juicios? Pues ninguno, si todo lo que conociéramos dependiera de juicios analíticos, pues, nada podríamos agregar ya que serían como compartimentos estancos, predicados que sólo hablan de su sujeto y nada más, poder combinar conocimientos resultaría en un juicio sintético a modo de síntesis de conceptos, y es acá donde agregamos valor a lo conocido, pero con juicios analíticos esto no es posible. Pero antes dijimos que los juicios sintéticos dependen de la experiencia, o sea, son particulares y contingentes, particulares porque su verdad esta constreñida al aquí y al ahora; éste calor, dilató esta barra de metal aquí y ahora, contingente porque su contrario no es imposible, o sea, ¿puede ser posible que ésta barra de metal Q, en un tiempo T, en el lugar L. de por resultado dilatación R? Y esto, no podemos saberlo, puede ser que no se produzca dilatación. Pero entonces ¿cómo es posible construir la ciencia?, no es posible construirla sobre la base de juicios analíticos ya que estos no agregan valor, más que su valor específico, y tampoco podemos construir una ciencia con juicios sintéticos, ya que estos dependen de la experiencia concomitante. Entonces, para Kant, es necesario encontrar una nueva forma de encarar el problema, forzar una nueva mirada para poder así construir su teoría del conocimiento, ¿y cómo es posible?, pues la posibilidad está dada en lograr independizar los juicios sintéticos de la experiencia concreta, es decir, lograr un juicio que, tenga la riqueza del juicio sintético, o sea, que sume conocimiento por encima de sus predicados, y que sean independientes de la experiencia tal como son los juicios analíticos para lograr así que sean también verdaderos, universales y necesarios, y, ¿cuáles son estos juicios? Pues, los “juicios sintéticos a priori”.

Lo que acá ha hecho Kant no es nada extraordinario para la ciencia, cualquier científico de su época y de la nuestra sabe que con un experimento bien hecho, puede ser suficiente para idear una ley, lo extraordinario de Kant es cómo puede conjurar éste hecho concreto desde una teoría del conocimiento, como puede filosóficamente abalar algo que parecía ridículo, que un juicio de experiencia (personal), un juicio sintético pudiere tener la universalidad de un juicio analítico, allende el principio de contradicción, y fundado en el principio de la experiencia, en la percepción sensible, aquella percepción de la que ya nadie creía, aquella percepción del que todos desconfiábamos es ahora, justamente nuestra riqueza.

El problema es poder demostrar ahora cómo es que estos juicios sintéticos a priori existan, que condiciones deben darse para que estos sean posibles, recordemos una cosa, juicios sintéticos siempre existieron, pero, ¿cuál era el problema?. Pues, que el predicado del juicio era tomado como dado de la cosa en-sí, recordarán conmigo a Aristóteles, pues ahora, ponemos en juicio el juicio mismo, ya que nuestra certeza puede ser este juicio, pues que sea éste quien, a pesar de ser juicio enjuiciado, nos de la universalidad y la verdad que estamos buscando, que tanto busco Descartes, juicios verdaderos, aunque pocos, pero que puedan ser confiables. El primer punto entonces para Kant es la de demostrar que la ciencia está amparada, descansada sobre juicios sintéticos a priori, y, entonces, ¿cómo pudo demostrar esto?, pues de la manera más sencilla, mostrándolos. El ejemplo que nos da es el de las matemáticas y el se pregunta, ¿la matemática, es juicio analítico?, la respuesta es negativa, y ¿por qué?, pues porque si fuese juicio analítico no podría agregar valor, pero la matemática siempre fue tomada como la elite de la “vérité de raison”, como es posible que esté sustentada de juicios sintéticos, pues bien, analicemos este concepto, “la línea recta es la más corta entre dos puntos”. Ahora bien, ¿cuál es el sujeto?, la línea recta; y, ¿cuál es el predicado?, es la más corta entre dos puntos, y éste, más corto, dónde encontramos el juicio de magnitud, de extensión en la recta; y, entre dos puntos, pues dónde esta encerrado el juicio de cantidad en la recta. Evidentemente en este juicio hay un maridaje de juicios, y este es un juicio sintético. Distinto si dijéramos, “ línea cuyos puntos están todos en la misma dirección, pues esto si es un juicio analítico, vemos como el predicado está contenido por su sujeto, pero el otro era un juicio sintético, y además, también era a priori, ¿pues hay alguien que considere necesario medir la recta, hacerse de la experiencia, para poder ver que la línea recta es la más corta entre dos puntos?, la respuesta es no, no necesitamos de la experiencia para ver que este juicio es universal, necesario y verdadero, por lo tanto es a priori, y sintético. Cuando decimos que “ En un triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos”, pues, ¿no es esto un juicio sintético y a priori? Si.

Ahora bien, me es necesario hacer un pequeño paréntesis en esta introducción, y este paréntesis se debe a que en estas páginas que han pasado, creo, el lector, y debido a mi falta de experiencia en el campo, todavía no comprenda hacia dónde me dirijo con esta tesis, pero en parte, también es mi intención que esto suceda de esta manera, porque el estudiante promedio de Relaciones Públicas, al tener poco contacto con estos saberes, no está acostumbrado a encontrar paralelismos para su carrera en esto, que pueden ser muy obvios. Y, para poder comprender, es necesario que se pierdan todos los resabios de la estructura de pensamiento tradicional, de la estructura de pensamiento cotidiana con la que estudiamos una materia, con la que rendimos, con la que observamos una empresa en una práctica; aunque luego hablaremos un poco de teoría del conocimiento propiamente dicha, haremos un pequeño salto para tratar, en lo posible, de producir en el lector motivos para abrazar una nueva estructura de pensamiento, quizá más difícil, quizá, más certera.

Entraré superficialmente en Crítica a la Razón Pura de Kant, en sus pensamientos sobre La Estética Trascendental, para referirme al “espacio” y al “tiempo” como condiciones necesarias para el conocimiento. Antes de procurar entrar en esta tarea poco sencilla, me es necesario aclarar el título de la obra, ¿qué nos quiere decir Kant con “Crítica a la Razón Pura”?, la palabra crítica quiere decir estudio, y con puro nos hace referencia a todo aquello que está allende a la experiencia, o sea, lo a priori, entonces crítica a la razón pura significará, investigación o estudio de la razón, funcionando independientemente de la experiencia, o sea, de la razón pura, ahora podemos entender mejor cual era la finalidad primordial de Kant; y con su “Estética Trascendental”, estética es el estudio de las percepciones, y trascendental significa lo que existe independientemente de mí.

El espacio, nos dice Kant, no es una cosa “en-sí misma”, no es una realidad absoluta, sino que es la forma de la sensibilidad externa, qué nos quiere decir con esto, pues, que el espacio es una condición que imponemos en la cosas para poder conocerlas, cómo es esto, pues, podemos pensar el espacio, pero no podemos pensar las cosas sin especialidad, pues, el espacio es la condición de que podamos percibir las cosas, no es trascendente sino más bien, trascendental, conozco porque, como condición necesaria, coloco especialidad en las cosas conocidas, más no puedo conocer el espacio, porque no puedo conocer el todo-espacio, sino más bien en sus manifestaciones, manifestaciones en las que su condicionalidad posibilitan el conocimiento, el espacio es a priori mi experiencia, imagino una figura geométrica, y a esta figura no puedo pensarla sin espacio, y esta figura, trasladada al mundo de las cosas reales, veo que funciona tan bien, como cuando era objeto ideal en su representación real, y el espacio, en su conjunto, es justamente la condición gracias a la cual puedo conocer la figura.

Cuando nos habla del tiempo, también nos demuestra que éste es a priori, también como condición necesaria de nuestro conocimiento, cualquier percepción sensible es una vivencia del yo, pero en toda la vivencia ha habido un acontecer, y esta sucesión de aconteceres es lo que denominamos tiempo, pues, sin este acontecer, no es posible el conocimiento; podemos pensar en el tiempo, pero no podemos pensar las cosas sin la condición del tiempo, por lo tanto, este tiempo, y en conjunto con el espacio, son las condiciones necesarias para poder conocer, por supuesto no es intención de este trabajo explayarse más sobre la obra de Kant, por lo que se recomienda directamente estudiar la obra a quienes sientan la necesidad de aprender más sobre esta concepción kantiana, pero esto si me sirve a mí para entrar a el ejemplo que quiero dar, y esto, para poder lograr en el lector la apertura mental necesaria para poder continuar con este estudio. Bertrand Russell en su trabajo “El conocimiento humano”, en el capítulo sobre Espacio-Tiempo nos habla de la siguiente paradoja, “la velocidad de la luz es la misma para todos los observadores, cualquiera que sea su movimiento”, y esto es, si vamos en un tren que viaja a 100 km/h y somos pasados por otro tren que por velocidad lleva 130 km/h, su velocidad relativa a nosotros será de 30 km/h, es decir, que veremos como este tren se aleja de nosotros a 30 km/h, ahora bien, pero si se mueve a la velocidad de la luz, su velocidad relativa será la misma que si lo observamos desde un punto en la tierra, qué quiere decir, que si pudiéramos colocar un observador de un rayo lumínico en la tierra, y pudiéramos colocar, en una nave que viajara a 250.000 Km. por segundo a otro observador que contemplara el mismo rayo, los dos, verían como se aleja el haz de luz a la misma velocidad relativa, o sea, una persona desde la tierra observa que el rayo se aleja de él a 300.000 Km. por segundo, y nuestro observador, en línea paralela con el rayo a 250.000 Km. por segundo vería que el rayo se aleja a la misma velocidad relativa que su terrestre observador. Se entiende que la velocidad es la resultante entre tiempo y espacio, pero, cómo distintos observadores pueden hacer o bien la misma medición en este caso, o mediciones diferentes si cambiamos algún factor del ejemplo anterior, pues el tiempo y el espacio son condiciones necesarias para el conocimiento, a priori a nuestra experiencia, o sea, las condiciones que nos hacen conocer pero, que no pueden ser conocidas por nosotros, este ejemplo me parece importante en la medida de que despierte en el lector una actitud fundamental, una actitud idealista si se quiere, es necesario dudar, es necesario dudar hasta de aquello que nos parece ilógico hacerlo, incluso también agregaría, debemos dudar de que estamos dudando, si dudamos bien encaminados o si de dudamos en un mal camino. Para aquellos lectores que quieran adentrarse en la explicación científica de esta paradoja, no está ni en la intención y mucho menos en las posibilidades de que pueda yo explayarme en estos menesteres, los que si están explicados por experimentos de Michelson-Morley.

Esto es sólo una pequeñísima muestra de que no todo aquello que parece lógico, aquello de lo que no cabe duda en nuestra estructura de pensamiento se comporta tal y como es de esperarse que se comporte. Los caprichos con que trabaja nuestro intelecto son los caprichos a los que debemos saltear a la hora de encaminarnos en el conocimiento, porque es éste, a fin de cuentas, el conocimiento, el que nos ha atraído a nuestra universidad, o al menos, deberíamos esperar eso, pero después de la lectura de esta tesis, ¿qué es lo que sabemos?, pues, sabemos que hay cosas reales, un caballo, una mesa, una persona, sabemos también que hay objetos ideales, la libertad, los números, el triángulo etc, y sabemos que hay valores, que no son, pero que valen, chico, grande, hermoso, feo etc. Veamos brevemente qué es el fenómeno del conocimiento.

La teoría del conocimiento es, como su nombre lo indica, una interpretación filosófica del conocimiento que el hombre posee, en el conocimiento se hallan frente a frente sujeto y objeto, un sujeto cognoscente que se encuentra de frente con su objeto a conocer en una relación o correlación irreversible, la función del sujeto es aprehender al objeto y la del objeto la de ser aprehendido por su sujeto cognoscente, pero el fenómeno del conocimiento solo es presunto, es presunto en la medida en que un sujeto esta conociendo su objeto, pero el fenómeno del conocimiento no tiene una existencia real.

Y a la pregunta ¿cómo podemos conocer? Pues podemos conocer mediante una forma del conocimiento llamada Dogmatismo, escepticismo, subjetivismo, relativismo, pragmatismo y criticismo: entendemos como dogmatismo, doctrina fijada; en esta doctrina se mantiene plena confianza en la razón humana, que, todavía, no es puesta en duda, pues, es todavía una de las formas de conocimiento que vemos en ciertas actitudes de individuos en distintos planos de la sociedad, sólo basta dar una vuelta y observar buena parte del alumnado en primarias, secundarias y universidades para darnos cuenta que es todavía un hábito llegar al conocimiento por esta vía, es la actitud del hombre con un conocimiento ingenuo, es probable que haya sido la primera forma de pensamiento del hombre desde el punto de vista histórico, su confianza en la razón y en las percepciones es absoluta, tanto así, que rechazan todo razonamiento que no parezca “natural” desde el punto de vista psicológico. En cambio, el escepticismo es el extremo del dogmatismo, así como el dogmatismo cree en una unión simple y sencilla entre sujeto cognoscente y objeto conocido, el escepticismo lo rechaza de plano, proclama una impotencia a la hora de que el sujeto cognoscente aprehenda del sujeto conocido por lo que proclama la abstinencia de todo juicio. Rechaza al objeto, está tan centrado en el sujeto que la significación de objeto es proclamada como ignorada. Pero debemos distinguir entre el escepticismo metódico del escepticismo sistemático, el primero hace referencia al método, o sea, dudar de todo aquello que se nos presenta como verdadero o cierto de manera natural para poder descartar lo falso, el segundo hace referencia a la imposibilidad de conocer el objeto. El problema del escepticismo está planteado desde su base, ya que proclama que el conocimiento es imposible, pero, si el conocimiento es imposible, esto ya es un conocimiento, por lo que se descarta en su sola estructura. Así que el escéptico nunca puede tener la pretensión de que sus conocimientos sean verdaderos, para él, a lo sumo, estos conocimientos son sólo probables. El subjetivismo y el relativismo nos hablan de que hay una verdad, pero de que esta verdad tiene una validez limitada, el subjetivismo nos habla de que existe una limitación de lo conocido por el sujeto y de sus juicios. El subjetivismo hace depender el conocimiento humano a factores que residen en el sujeto cognoscente, mientras que el relativismo revela la dependencia del conocimiento a factores externos del sujeto cognoscente, o sea, que las verdades dependen del círculo cultural y del contexto histórico del sujeto que realiza un juicio, o sea, toda verdad es subjetiva o relativa. Pero, si toda verdad es relativa, y esto es una verdad, también es relativo o subjetivo el juicio que nos dicta, toda verdad es relativa.

El moderno pragmatismo deviene como una variante del escepticismo, pero con un sesgo más positivo, éste postula la imposibilidad de conocimiento entre sujeto y objeto pero, sin detenerse en esta negación, nos habla de una nueva visión de la verdad, y para ellos verdadero es lo significado por útil, valioso, o sea, fomentador de la vida; para ellos, la verdad es, el error más adecuado, para ellos el hombre es más un ser de voluntad y de acción que un ser teórico, por lo tanto las verdades han de ser las representaciones de aquello que haya resultado ser motivos de acción, y vitales. El subjetivismo, el relativismo y el pragmatismo son, en el fondo, escepticismo; y la antítesis, el dogmatismo. Pero, hay una tercer fuerza que acabaría con esta antitesis en tesis, el criticismo (examinar), éste, comparte con el dogmatismo su confianza en la razón humana, pero, para que esta confianza no nos lleve al dogmatismo, y, a aceptar despreocupadamente los juicios de la razón, nos habla de una conducta reflexiva y crítica, o sea, de examen de cada uno de los postulados.

PROLEGÓMENO DE

RELACIONES PÚBLICAS

Ahora, con todos estos elementos, vamos a poder empezar con una profundización de lo que son las Relaciones Públicas y voy a intentar dejar asentadas las bases a partir de esta crítica, de lo que intento se entienda por Relaciones Públicas. Pero vamos a ir avanzando muy de a poco para hacer pasos más o menos seguros, ¿qué son las Relaciones Públicas?, pues por el momento, y es lo que puedo decir, Relaciones Públicas es algo. Esto no es para nada poco, y si esto no es poco, digamos entonces que, ya es mucho, aunque no mucho en el sentido de quedarnos conformes con esta explicación; pero sí, mucho como para saber que Relaciones Públicas “es”.

Ahora bien, ya sabemos que Relaciones Públicas es algo, pero este algo del que hacemos referencia todavía no podemos predicarle nada hasta no analizar su contenido, y ¿cuál es el contenido de Relaciones Públicas?¿Dónde podemos encontrarlo?, pues, debemos encontrarlo, a mi entender, en el contenido de su sentido, o sea, creo que la explicación del sentido de Relaciones Públicas debemos indagarlo en, y justamente, la idea de “Relaciones Públicas”. Pero antes me gustaría hacer una breve crítica, a modo de estudio, de algunas definiciones de algunos autores sobre Relaciones Públicas.

“Las Relaciones Públicas constituyen un subsistema, ciencia y arte, por los que cada organización, a través de uno de sus directivos, encauza sus vinculaciones con la comunidad para difundir una imagen verdadera, digna, promocionada y comprensible por los diversos públicos”. ¿Qué nos dice esta definición?, pues, no mucho, pues; “Las relaciones públicas constituyen un subsistema”, pues un subsistema de qué, un subsistema de qué sistema continente. Cuando habla de “para difundir una imagen verdadera, digna, promocionada y comprensible por los diversos públicos”, pues, qué es verdadera, qué significa digna, qué nos quieren decir con comprensible. Pues vemos que en este caso la definición nos deja con más dudas que certezas. En esta misma definición se agrega: “Esa actividad se realiza a través de un proceso continuo y científico que tiene por objeto ganar la buena voluntad y la comprensión generales: a) mediante la obtención de las informaciones que permitan el conocimiento permanente y exacto de la opinión pública acerca de la organización; b) mediante el autoanálisis y la corrección rápida de la difusión de cualquier error o rumor inexactos; y c) mediante la planificación y ejecución de una política adecuada, y con la colaboración de todo el personal”. En este parágrafo encontramos, en vez de una definición, lo que podríamos llamar “reflexiones a tener en cuenta”, sí, y evidentemente los puntos a, b y c son interesantes de analizar y podrían tomarse como necesarios, pero, no son la definición de Relaciones Públicas sino, y más bien, consideraciones importantes.

Para Sam Black, profesor honorario de la Universidad de Stirling, más que una definición de lo que son las Relaciones Públicas encontramos una exposición de deseos: “La práctica de las relaciones públicas es el arte y la ciencia de conseguir la armonía con el entorno por medio de la comprensión mutua, basada en la verdad y en una información completa”. Se hace evidente que esta definición, como casi todas las que podemos encontrar, están teñidas de un “deseo” de que algo sea de una manera, pero, y entiendo que en toda ciencia existe un deseo, y el deseo está siempre constreñido al logro de un objetivo, a descubrir una “verdad”; pero el deseo de una ciencia está expuesta por el científico, mas no por la ciencia. Es que ya Platón advertía de la diferencia del saber del de la opinión; “basada en la verdad” del que nos refiere Black es claramente una opinión, aunque no por eso descalificable y sin valor, es lo que él opina, pero, y por enunciación, no se puede caer en el error de dar una definición de Relaciones Públicas como ciencia haciendo un juicio de valor en la misma.

Sólo me he remitido a dos definiciones, y lejos de no exponer aun más enunciaciones por languidez, es que en su gran mayoría, siempre rondaría en las mismas críticas, según Carl Byoir, y aunque su definición sea risueña, encuentro que es bastante profunda, si entendemos que ha estudiado a todos los “definidores” de las Relaciones Públicas, y dice; “Las relaciones públicas son aquello que cree que son la persona que las practica”, y verdaderamente, creo que su sarcasmo es plausible. Pues al parecer todavía no podemos ponernos del todo de acuerdo, al parecer todos coincidimos que es una ciencia, pues, es un conjunto de conocimientos empíricamente demostrados, nuestro objeto de estudio es el hombre en cuento su “realidad” (lo en-el-mundo), y nuestro objetivo es cambiar o reforzar la idea de lo “en-el-mundo” de nuestros públicos. También parecen estar de acuerdo con que es un arte, razonamiento del que no estoy para nada de acuerdo, sí creo que hay que ser creativo, un artista también debe ser creativo, pero el objetivo del arte dista enormemente del objetivo de la ciencia, el empeño del artista se distingue claramente del propósito de un científico por lo que no podemos confundirlo. A partir de ahora, voy a intentar dar una definición de Relaciones Públicas que nos sea propia, partiendo de un análisis del sentido de “Relaciones Públicas”, y tratando de no hacerle contener juicios de valor para no caer en el mismo error antes citado.

Pues entonces, ¿qué es relación?, según Aristóteles es la referencia de una cosa a otra. Y qué encontramos si analizamos este “es la referencia de una cosa a otra”, pues la idea de referenciar (hacer referencia, referir), y esto es un acto importante para las Relaciones Públicas pues, hacer referencia es “relacionar” como actividad. Entonces relación es en principio, una actividad, pues la actividad de relacionar; en tal caso, para seguir referenciando, digamos que es un valor, ¿por qué?, pues porque la relación no es, ni un objeto real, no encontramos relaciones en-sí cuando caminamos, ni desprendiéndose de los árboles, ni en las góndolas de un supermercado; y no es un objeto ideal, ya que, la relación está sujeta a dos objetos de conocimiento (de una cosa a otra), puedo pensar en la relación de A con B, y de la relación que existe de B con F, pero, no puedo poner en mi cabeza la idea de relación sino, y en cuanto, dos objeto ideales o reales estén como objetos de conocimiento. Así que, y por ahora, podemos decir con cierta certeza que, Relaciones Públicas es, en principio, relacionar, y relacionar es, y como imposible su contrario, una actividad; porque es imposible, ya que actividad es activar, la no-activación de la relación. Pero puede que se me objete que puedo relacionar sin intención, pero, la intención es otra variante, puedo relacionar sin intención, a modo subconsciente, sí, es posible hacerlo, pero, la actividad de Relaciones Públicas me implica relacionar como actividad, y esta actividad debe ser intencional, y si es intencional pues, ¿qué necesita en su base toda intención?, ¿cuándo hay intención?, pues hay intención cuando lo intento, y si lo intento es que, pues, es que lo estoy queriendo, y si lo estoy queriendo, entonces, tengo el objetivo de alcanzar, y, ¿de alcanzar qué?, pues el objetivo de mi intención de alcanzar la relación, y ¿relacionar qué?, pues hechos con personas, personas con hechos, ideas con personas, personas con ideas, actividades con personas, personas con actividades, hechos con ideas e ideas con hechos etc. Ahora bien, ya tenemos la idea de que Relaciones Públicas “es”, y es algo, y este algo que es, es, en principio relacionar.

Es importante para los profesionales de Relaciones Públicas recordar esta premisa, la de la relación, ya que es habitual encontrarnos con que muchas veces se actúa sin vocación, y es que la inspiración de Relaciones Públicas es la de “hacer relación”, pues me encuentro que muchas veces se piensa en Ceremonial y Protocolo sin la idea de “hacer relación”, pareciera que a veces colocáramos el tratamiento del Protocolo con algún baúl impenetrable donde no se supiera realmente el por qué de su verdadero sentido, y éste es, pues, aparte del de ordenar, pues el de “hacer relación”, el Protocolo nos sirve claramente para ordenar, pero, el fin real para el cual lo utilizamos es, porque en principio queremos “hacer relación”. Si analizamos en mayor profundidad nuestro “hacer relación” nos daremos cuenta que es clave para todas las ciencias, pues todas ellas buscan hacer algún tipo de relación, encontrar algún tipo de relación, lo que nos separa de ellas es que, así como todas ellas tienen una forma particular de buscarlas y de tratarlas, pues Relaciones Públicas también tiene su particular manera de hacerlo, manera que trataremos más adelante con el correr de las páginas.

Pero, ¿qué queremos decir con Públicas?, pues sabemos que es una variante del vocablo: público, y público se deriva del latín publicus, lo notorio, lo patente, “lo sabido por todos”. Así que, en una primera inferencia, lo público debe ser “lo sabido por todos”; pero, y con esta palabra debemos hacer varias referencias, en primer lugar, y siguiendo con la definición dada, lo sabido debemos distinguirlo de lo conocido, pues, lo conocido deviene del conocimiento, y, debemos entender que lo conocido por el conocimiento es verdadero, el conocimiento de que la tierra es plana es un no-conocimiento, pero puede ser lo notorio, lo patente, lo sabido por todos, pero, un no-conocimiento; así que, de partida tenemos que públicas hace referencia a lo sabido por todos, pero, como actividad, y como actividad de Relaciones Públicas es, el-hacer-de-algo-sabido-por-todos. Pero cuando hablamos de públicas también hacemos referencias a lo que llamamos públicos, o sea, a un grupo definido de personas las cuales van a ser las receptoras de un conocimiento, conocimiento a modo de saber ya que éste puede ser, o bien, un “conocimiento”, o bien, un “no-conocimiento”, un “conocimiento-no-probado” o bien, un “no-conocimiento-factible”. En páginas posteriores se harán algunas consideraciones sobre estos tipos de conocimientos a los que llamamos como “sabido”, lo que se sabe; y es que para Relaciones Públicas la importancia radica en cuanto a este “el-hacer-de-algo-sabido”, en que se sepa. Para comenzar a cerrar el círculo de nuestra actividad a medida que avanzamos diré, no es función de Relaciones Públicas que “el-hacer-de-algo-sabido” resulte en un conocimiento, no-conocimiento, no-conocimiento-factible o en un conocimiento-no-probado, no es función de Relaciones Públicas demostrar un conocimiento ni tampoco el de estudiar un conocimiento-no-probado para probarlo.

Por el momento nos quedaremos pensando que nuestro objeto de estudio, el de “relacionar algo para ser sabido”, pero sabiendo que no es la mejor forma de tratarlo, y es que considero necesario hacer una pequeña modificación para mejorar el manejo de nuestro objeto de estudio. Voy a introducir un neologismo para referir este hacer-de-algo-sabido, y desde ahora le llamaré lo “ha-saber” o lo “ha-saberse” según corresponda, la función de este neologismo es en primer lugar entender este “ha-saber” como lo “a saber”, aprovechando que este “ha” y “a” tienen el mismo sonido, pero la utilización de este “ha” es la de hacer referencia también al “haber”, lo que “hay” en función de lo que “tengo” a saber, por lo tanto este “ha-saber” es por un lado entendido por lo “a saber” y por otro lado, y en concordancia, nuestro “ha” también nos recuerda que es lo que “tengo” como “haber” para ser-sabido.

Ahora bien, ya sabemos que Relaciones Públicas es, y este “ser” es, ser algo; pero, Relaciones Públicas no es algo a menos que, o bien lo piense, o bien lo haga, somos los sujetos cognoscentes y nuestro objeto a conocer son las Relaciones Públicas, así que, indefectiblemente, e insisto con esto, Relaciones Públicas es una actividad, y como actividad depende del hacer, así que, Relaciones Públicas es un hacer, ¿y hacer qué? Pues hacer la actividad, y hacer la actividad es querer, por lo tanto, querer relacionar en los públicos, algo a ser público, con una intencionalidad. Por ahora viene todo bastante sencillo, hasta ahora sólo debo tener la actividad de que los públicos relacionen algo intencionalmente; intencionalmente en sentido de mi intención y de su intención, o sea, mi intención es “en” su intención, ¿en qué sentido?, pues que, y por ahora, mi intención es que los públicos tengan “una” intención, y este “una” entendida como “la que pretendo”.

Pero, ¿intencionalmente a qué hace referencia?, pues ¿cuál es mi intención como Relaciones Públicas?, ¿la de que lo ha-saberse sea sabido?, pues la respuesta es no, y es importante conocer esta diferencia, pues, ¿cuál es la ciencia que se encarga de que lo a-saberse sea sabido?, la Comunicación Social; pues la intención de esta ciencia es justamente que lo a-saberse, sea sabido. Pero entonces, ¿cuál es nuestra intención cuando decimos que lo ha-saberse sea sabido?, pues la intencionalidad de Relaciones Públicas está en la respuesta, pero, ¿cómo en la respuesta?, pues bien, cuando un comunicador social, por definición, da lo a-saberse por medio de la comunicación, la acción que produce este lo a-saberse en su receptor no es parte de su intencionalidad, su intencionalidad termina cuando lo a-saberse es sabido por el receptor; ya que, y por definición, la Comunicación Social predica la búsqueda de la objetividad de la información. Pero entonces, si para el comunicador social termina su intencionalidad sólo en que lo a-saberse sea sabido por el receptor, pues, ¿cuál es la intencionalidad de Relaciones Públicas que también tiene un ha-saberse para ser sabido por el receptor?, pues la intencionalidad de Relaciones Públicas está constreñida en la respuesta del receptor, ¿y cuál puede ser la respuesta del receptor cuando ha sabido lo ha-saberse?, pues que haga o no haga, que piense tal o cual cosa, etc. Fíjense que cuando hablamos de lo “a-saberse” de Comunicación Social no utilizamos nuestro “ha-saberse” que nos es propio, y es porque un “a-saberse” de Comunicación social carece de este “ha” que nos da la idea de propiedad, de inmanente subjetividad, de ser elaborado previamente, hace referencia a lo que me es propio, al “haber” del “tener” de lo que quiero se sepa, somos dueños y productores de un ha-saberse. Definitivamente ésta es la diferencia que tenemos con los comunicadores sociales, y también nuestro maridaje con ellos, los dos tenemos públicos, los dos tenemos algo a-saber, los dos lo comunicamos (en sentido de hacer común), pero nuestra intencionalidad no está en la intención de que lo a-saberse sea sabido, sino, en que lo ha-saberse produzca una reacción determinada, tiene una intención. Un ejemplo pequeño, cuando una planta industrial amplía sus actividades, la intencionalidad del comunicador social es de que este a-saberse, sea sabido, la intención de un relacionista público es que este ha-saberse, por ejemplo, produzca mayor confianza en la marca, por esto debe entenderse que el relacionista público no da un a-saberse-puro, sino, que da un ha-saberse-manipulado, y manipulado en el sentido del artesano que opera la arcilla informe con una intención para crear un “utensilio”, nuestro “utensilio” es nuestro “ha-saberse” que garantice en su receptor la intencionalidad manifiesta. El comunicador social busca la pureza del a-saberse, pues las Relaciones Públicas buscan una elaboración artesanal en la intencionalidad con su ha-saberse.

Ahora bien, es evidente la diferencia que tienen las Relaciones Públicas con los comunicadores sociales, hemos entendido a qué le llamamos intencionalidad, pues, dónde está centrada esta intencionalidad, en hacer que un público piense o haga algo, pero, y es necesario preguntarnos, ¿ es que Relaciones Públicas es política?, o acaso, ¿el relacionista público es un político?, pues, evidentemente no es así, y si no es así, entonces, ¿no es que el político es quien pretende que la gente piense o haga algo?, ¿no es acaso su función fundamental?, pues mi respuesta es sí, pero si la respuesta es sí, entonces, ¿cuál será la actividad de Relaciones Públicas?. Se hace demasiado evidente que no es función de Relaciones Públicas la de hacer que alguien haga o piense algo, pues para eso existe la función del dirigente, y es que la actividad del Relaciones Públicas es la de manejar el mensaje, la de manejar la imagen, la de acomodar los contextos propicios para que, y ahora sí, ya sea el político, ya sean el departamento de marketing, publicidad, ventas etc, los que produzcan lo deseado. ¿Y cómo es esto?, relacionamos los públicos con “cosa-informatizada”, preparamos el camino, fertilizamos el campo de acción para que la gente piense o haga algo, hacemos propicio el contexto en que se mueve el público para que, y cuando llegue la acción del político o llegue la acción de marketing, nuestro público reaccione como hemos de esperar, como lo hemos planeado. Y es así que nuestra función es la del labrador, la del campesino que todas las mañanas prepara la tierra, abona el campo y en el momento propicio, en el momento indicado y sabido por él, tira la semilla, pero no pensemos que el campesino es quien hace brotar la semilla, la semilla germina por acción del sol, por acción del agua y los nutrientes, y por acción de su ser-se semilla (acto en potencia), Relaciones Públicas sólo prepara el campo para que los procesos que van a ser desencadenados por agente externos a él, obtengan los resultados deseados, los cuales, fueron su intención. A modo de ejemplo, si el objetivo fuese, por caso, que una empresa logre algún tipo de beneficio tributario por parte del estado, manejar que el rumor de un posible traslado de nuestra empresa (de 10.000 empleados) a otra zona (país, provincia), pone en situación de tensión a particulares gobernantes de acceder a nuestras propuestas, 10.000 empleados representan grosso modo 50.000 personas que dependen de nuestra institución, y la salida de ésta correspondería al aumento de la desocupación de, por caso, toda una localidad. Nuestro público, parte del gobierno; objetivo, lograr ventajas impositivas, lo ha-saberse “si no aceptan nos vamos”; estrategia, contratación de prestigiosa empresa consultora para evaluación de nuevo lugar de emplazamiento; resultado esperado, consultora deja escapar la información y el gobierno la toma como “real”; consecuencia, tienen que resolver un problema. Su yo-con-cosa-informatizada modificando su yo-en-el-mundo. Como vemos no es Relaciones Públicas la que logra la nueva condición impositiva, sino que, y cuando intervengan los negociadores, tienen una condición más propicia para el cumplimiento del objetivo.

Entonces, y para ir dejando un poco de claridad: “Relaciones Públicas es”, ya tenemos nuestra primer certeza. Ahora, existe algo que nos da la dirección, “el objetivo”, y teniendo el objetivo que sea, debemos analizar nuestra empresa, nuestros públicos y el propio objetivo que se nos dio, y eso lo hacemos a partir de distintos métodos empíricamente demostrados, o sea, y por ahora, “Relaciones Públicas es una ciencia”. Pues bien, de nuestra institución/persona qué estudiamos, su “realidad”, su en-el-mundo, pues para qué, para entender qué modificar o reforzar; y de nuestros públicos qué estudiamos, también su en-el-mundo a partir de su yo-con, pues para qué, pues para poder comprenderlo y a partir de estas comprensiones “crear nuestro ha-saber”, para poner al individuo en escenario de su yo-con lo ha-saber y que esto redunde en lo en-el-mundo-lógico esperado. Entonces es que digo:

“Relaciones Públicas, ciencia que estudia las realidades

de los distintos públicos para la creación de un ha-saber que

intencionalmente modifique o mantenga dichas realidades”.

Creo haber logrado sacar del concepto de Relaciones Públicas todo tipo de juicio de valor, como vemos ya no se habla de lo bueno, de la verdad, lo lindo lo “inmaculado”; y nos restringimos a lo que “es”, es una ciencia por lo antes expuesto, estudiamos las realidades (lo en-el-mundo) de los públicos, y al tener un objetivo propuesto, creamos ( condición necesaria ser-creativo; sin confundir con artista) un ha-saber (cosa-informatizada), que modifique a partir del yo-con de los públicos y devenga en lo en-el-mundo en que centramos nuestra intención.

He intentado en este prolegómeno dejar asentada las bases de lo que creo debemos entender por Relaciones Públicas; este tratado (a tratarse) entiendo logra dejar en claro lo que antes predicaba al decir Relaciones Públicas “es”. Ahora bien, y entendiendo que Relaciones Públicas “es”, y habiendo expresado el “ser” de este “es”, es que en esta etapa siguiente intentaré predicar sobre algunas consideraciones que creo necesarias para que, y ahora sí, Relaciones Públicas pueda ser-se.

SER-SE EN

RELACIONES PÚBLICAS

Vamos a dejar de lado por ahora algunas consideraciones como las de “manipular”, que trae aparejado un prejuicio sobre la libertad; y vamos a dejar de lado el concepto de lo ha-saberse, o sea, la cosa-informatizada, informatizada en sentido de cosa con información de mensaje a saberse (proposición), para pasar a hacer unas consideraciones sobre el individuo, ya que es sumamente importante que hablemos de éste, que es uno de los puntos más importantes de los que trata las Relaciones Públicas. Individuo nos viene del vocablo latino individuum, o sea, lo indivisible, lo indiviso, y para un sentido práctico, el termino individuo va a tener en este trabajo una connotación aristotélica, o sea, nuestro individuo de estudio va a ser considerado como en-sí. Por individuo en-sí vamos a entender este individuo que es lo que es en su esencia de individuo, por lo tanto un individuo en-sí puede no entenderse él mismo (ni nosotros) como individuo en-sí, ya que como individualidad, como esencia de lo que es, es continente de su individualidad, de su ser, su ser para-sí entonces no comprende su ser en-sí, que es su ser-esencia, es su ser para-sí la contingencia de su ser en-sí continente. Y es esto lo que el individuo comienza a entender. Pero, cómo llegamos a lo que es el ser para-sí, pues son varias las corrientes de opinión sobre este neologismo; pero, y para nosotros el ser para-sí será el principio del ser dinámico, el ser que somos para nosotros en una primer instancia, el ser en-sí es la esencia del ser, el ser para-sí es el ser que somos, pero, ¿qué es este ser que somos?. El ser en-sí busca en su ser-se el dinamismo de ser-siendo, y este ser-siendo es su ser para-sí, pues le es necesario, pero este ser en-sí-para-sí no es un ser en-si-mismado, pues nos es necesario el ser para-otros, y ¿qué es el otro? Pues es este ser-yo-que-no-soy-yo, este reconocer mis-yoes-que-no-soy-yo es afirmación en principio de mi en-sí, y de mi en-sí-para-si en este reconocimiento de un en-sí-para-sí allende a mi ser. Cuando decíamos, si yo no existo, no existen las cosas; también es entendible el decir, si no existen las cosas, yo tampoco existo. Es que el ser en-sí-para-sí necesita de otros en-si-para-si en su formación, y ésta es mi forma de ser-con, mi idea de mi-yo está formada a partir de la mirada de mi mis-yoes-que-no-son-yo, y es que mi para-sí en contacto con otros para-sies forma mi idea de yo-con, y todas las ideas de mi yo-con devienen en las de mi-yo-en-el-mundo. Y esto es importante, mi-yo-en-el-mundo es la reflexión de todas las contingencias de mi en-sí-para-sí como continente que produce este mi ser-con y en definitiva mi-yo-en-el-mundo.

Me es imposible predicar sobre el ser en-sí, pero si podemos predicar sobre el ser-con. Puedo predicar que el ser-con es dinámico, pero dinámico en qué sentido, pues en el sentido de que alterna, mi ser-con éste ser-que-no-soy-yo se combina; primero tengo mi yo-siendo-mi-ser para estar delante de este ser-siendo-su-ser-que-no-soy-yo, pero, al estar yo siendo-mi-ser, pues estoy tratando también de mostrar mi-yo, y este mi-yo como yo-estático-de-mí, y estático en el sentido de pensando-me, haciendo-me, estudiando-me; ahora bien, mi-yo-que-no-soy-yo es también un ser-estático-de-él pensando-se, y elabora mi-ser, pero ahora con mi “con”, pues ahora seré su ser-yo-que-no-soy-él “con” en sentido de para-él, y en él ha habido una transformación de su ser-con para pasar a ser su ser-con-migo. Qué es lo que quiero afirmar después de todo eso, pues, que sin hablar de que si las cosas son en-sí, de que si yo imanto las cosas o de que si las cosas me imantan a mí, es evidente que al menos, imantación hay, o sea, que soy las cosas en contacto, tengo tantos mi yo-con como contacto con cosas tenga, en este caso cosa es otro individuo-hombre. Ser en-sí es ser siendo su ser en su esencia, y esto es indivisible, porque sólo se puede ser siendo, no hay otra forma de ser no siendo, pero, ser para-sí, es influido de mi ser-en-el-mundo, que son mis ser-con, y este si es divisible, porque mi ser-con como amante, es distinto de mi ser-con como comprador. Y dentro de Relaciones Públicas, ¿cuál es el ser que nos interesa?, pues el ser-con. Y es este ser-en-el-mundo al que queremos relacionar a partir de su ser-con. Pues, a partir de esta división del individuo en sus distintos ser-con, lo individuum, lo indivisible, lo indiviso, ya no es más un problema para Relaciones Públicas, pues, y ahora bien, no podemos dividir el “ser”, pero si puedo estudiar estos diferentes ser-con del individuo de manera separada para, y así, poder hacer diferentes prédicas y pronósticos de un mismo ser.

Vamos con un ejemplo, existe una tendencia a simplificar a las personas por ejemplo, en categorías sociales, por sexos, por nivel de instrucción, pero esto nos lleva a grandes errores, los datos simples sirven para decisiones simples, los datos complejos son necesarios para decisiones complejas, y esto es, poniendo por caso una palabra detonante, “aborto”. Ahora vemos mi yo-con con esta idea, la del aborto, la clase social me va a decir por ejemplo, qué medios son convenientes para lo ha-saberse, el nivel social o de instrucción me dirá el cómo informar lo ha-saberse, pero nada me dicen de cómo dar lo ha-saberse para modificar el yo-con para lograr que los otros mi-yo-en-el-mundo sean a ese en-el-mundo. Es por eso que es tan importante el estudio del “con”, porque es ahí donde está la clave misma de que mi ha-saberse consiga lo “en-el-mundo”. Porque cualquier mi yo-con “hija”, interpreta aborto-ha-saberse de una manera distinta de yo-con “hija soltera” aborto-ha-saberse; yo-con “hija soltera embarazada” aborto-ha-saberse; yo-con “hija violada” aborto-ha-saberse. Me es necesario, al intuir a priori en, posibles lectores que, estoy dando un ejemplo controversial donde no puedo manejar su “yo-con mi trabajo”, y es que este trabajo habla de las formas correctas de hacer Relaciones Públicas como técnica, ahora bien, ustedes podrán reprocharme que el aborto está mal o que está bien, pero esa es una valoración que está fuera de esta exégesis, ya que, la técnica puede ser utilizada para producir un “en-el-mundo” bueno, y este bueno depende de la valoración propia de cada individuo, particularmente puedo manifestar mi oposición al aborto, pero, entendamos que éste no es un trabajo sobre el bien o el mal, sino sobre, la técnica de Relaciones Públicas en cuanto lo ha-saberse.

La relación que existe entre lo ha-saberse y Relaciones Públicas es circunstancial, ya que, lo importante de lo ha-saberse es el efecto que produzca, y el trabajo de Relaciones Públicas es el del contexto cuando llegue el ha-saberse, la situación, es la de poner al individuo en situación tal de que lo ha-saberse imante lo “en-el-mundo”, es encontrar su ser-con que garantiza en su en-si-para-si-estático-con que lo ha-saberse redunde en su en-el-mundo.

Pero la exégesis del ser-con es de una complejidad que simplemente perpleja, y esto, entre otras cosas, está dado por la relación de las clasificaciones lógicas de los juicios (Kant), y los conceptos desarrollados que albergan en sí el lenguaje (Heidegger). Todo ha-saberse, sabemos es una proposición, y “...toda proposición es; una indicación (como el primitivo sentido de logos)...; una predicación, en el sentido que alguien dice algo de algo, donde se predica, lo primero se determina por lo segundo...; y también significa comunicación, donde se tiene una determinación directa entre indicación y prédica...”; siguiendo con el ejemplo, cualquier juicio, a modo de proposición (lo ha-saberse) que arrojemos al individuo alberga en sí conceptos desarrollados en el lenguaje. Estos presupuestos en si abarcados en la proposición son de un carácter impuesto por el sujeto, la llegada de la proposición (lo ha-saberse) en la aprehensión del yo-con-lo-ha-saberse genera lo en-el-mundo de la proposición con los supuestos del lenguaje de cualquier tipo de juicio sean estos, individuales, infinitos, problemáticos, categóricos etc., dándonos como resultado cualquier en-el-mundo no deseado. Al hablar de “cuchillo filoso” (juicio de relación categórica) hablamos de una propiedad de la “cosa-cuchillo”, ¿pero qué concepto desarrollado en el lenguaje despliega el yo-en-el-mundo-con a partir de esta proposición?, ¿cuchillo-mata?, ¿cuchillo-utensilio?, ¿cuchillo-poder (contra nosotros)?. Como puede apreciarse, por caso, teniendo un aspirante a la gobernación, la utilización de “cosa cuchillo” en acto público debe ser estudiado y recomendado a partir del estudio previo de los yoes-en-el-mundo-con, y teniendo en cuenta los conceptos desarrollados en si en el lenguaje, ya que todo lo ha-saberse-enjuiciado marca taxativamente mi yo-en-el-mundo, y lo en-el-mundo del sujeto es de una virilidad tal, que al penetrar en la proposición abusa de ella para lograr una creación, una nueva interpretación que le sea afín, que le sea cómoda a su en-el-mundo, y es que en Relaciones Públicas no puede permitirse este abuso del sujeto a lo ha-saberse, sino, y más bien, es lo ha-saberse (doncella y prostituta) quién deja violentarse por el yo-con a cambio de algo, y ¿a cambio de qué?, pues a cambio de lo en-el-mundo que le ofrece, y es que Relaciones Públicas es procurar lo en-el-mundo.

Ahora, y seguramente como prejuicio, estoy considerando que se me preguntará, ¿y qué hay de la libertad del hombre? ¿No es que estamos coartando la libertad de una persona?, pues bien, me gustaría hacer unas consideraciones sobre la libertad para que veamos como juega en todo esto.

Libertad; es mucho lo que se ha escrito sobre este tema que ha desvelado a la humanidad desde los principios de la filosofía, solo haré unas consideraciones a modo de reflejo, para evitar en lectores desprevenidos una lectura errónea de los considerandos sobre libertad.

Para Sartre, libertad, sólo en situación ha de devenir, para la opinión corriente libertad es hacer lo que uno quiera, y esto, si bien, de alguna manera encontramos algunos puntos de concordancia, unos atisbos de ilustración, ser libre es mucho más que eso, y mucho menos también. -->[Author:L]Analicemos esta frase, “hacer lo que uno quiere” encontramos las dos claves (de la masa) de la libertad, Hacer y Querer, parecería que éste es el orden que el mundo moderno le da a esta frase, y no creo que sea aleatorio, me pregunto por qué no será al revez, ya que sería valido también Querer lo que uno Hace, se me puede objetar que es sólo una frase, que la fuerza de la tradición caprichosamente ha considerado esa estructura, no digo que no pueda tener valor esa explicación, pero de alguna manera somos lo que decimos, como lo decimos también nos da una idea de quien se esconde detrás de esa frase, voy a dejar esta incógnita; y proseguiremos con, Hago después Quiero.

HACER nos es a todos los seres vivos de este mundo como una cosa común, todos hacemos,-->[Author:L] comemos a modo de HACER, nos reproducimos a modo de HACER, pero en algo debemos diferenciarnos del resto de los seres, y esto es, en el querer, el querer es un deseo, querer como fuerza vitalizadora del HACER, porque así pasamos del HACER al producir a partir de un deseo, pero acá existe un problema, un animal, como ejemplo un gato, también tiene un deseo, aunque no concientemente experimenta el querer, cualquier gato con hambre ante dos posibilidades de comida muestra una preferencia. Podríamos decir a partir de esto que el gato es libre, la respuesta es si, es libre a modo de gato, tiene carne y verduras para elegir, y siempre elige carne en primer lugar, pero esto es libertad entendida para un gato, es su libertad a partir de su libre elección-predilección.

Bueno, la mayoría de las personas cree que libertad es eso, hacer lo que uno quiere, como el gato, dos opciones elijo una, es lo que quiero, por eso lo hago, y esto es un poquito más complicado que eso, esto no es libertad, será en todo caso, una conciencia puramente irreflexiva, es decir, se lo que hice, pero realmente no se porqué, podríamos llamarle capricho. Verdaderamente para que haya libertad, en principio, y es hasta tosco decirlo, hace falta una acción, el producto de esta acción es lo que podríamos llamar libertad, ¿en todos los casos? No, y veremos porque, hubo hace muchos siglos una teoría llamada determinismo, donde se trataba de explicar que todo acto, toda acción, estaba de antemano determinada, estaba escrito; claro que no vamos a tomar esta teoría al pie de la letra, ya que descarto de plano de que un ser superior haya determinado cada acto, cada hecho producido por todos los seres humanos, animales y plantas, y de que vivimos en una especie de nebulosa crédula de libertad; pero si podría, al observar que existen algunos condicionamientos en la manera de -->[Author:L]actuar, ya no escritos por un ser superior incluso antes de nuestra existencia, sino algunos fatalismos inconscientes, que parecerían tan arraigados en nuestra psique que trabajarían de alguna manera parecida a aquel primitivo concepto del determinismo. Para explicar esto debería explicar una pequeña pero lúcida teoría sobre las categorías ontológicas del hombre y son: el SER, el TENER y el HACER, todas las actividades humanas, en todos los sentidos se pueden reducir a estas tres categorías que son las mínimas reducibles, a partir de la reducción a estas categorías, sólo entre ellas admiten una reducción mayor, pongamos por ejemplo, el comprar es una forma del TENER, a ver si soy más claro, si compro un auto, es una forma del TENER, pero también es una forma de SER, y es inevitablemente una forma del HACER. Casarme con la señorita amada es un HACER, que también es una forma del TENER e invariablemente del SER. Por eso es que soy lo que tengo, soy lo que hago, hago según soy, hago según tengo, a partir de esta hermosa triangulación es que podemos entender muchas cosas del ser humano.

SER

TENER HACER

Para que una actividad sea libre tiene que haber en primer lugar un conocimiento de algo, éste algo, si se me permite llamarle cosa-situación, ha de ser una no-cosa-situación a modo de ausencia, o sea, un ser-con que encuentra un no-cosa-situación que lo nihiliza a su para-sí a modo de mostrar, hacer conciente la carencia de la cosa-situación, a partir de ahí se dirá, como me sucede a mi en este momento, veo mi paquete de cigarrillos, entiendo que quiero uno, voy y lo saco para fumarlo, se pensará, soy libre de hacerlo, la respuesta es no, a modo de libertad ya adquirida con anterioridad, la libertad sólo se da en situación de carencia de cosa-situación, y por sobre todo tiene que existir un agente externo o interno que inquiete de alguna manera el fácil acceso a la cosa-situación deseada, si no, estaríamos confundiendo el hábito con la libertad, que es lo que habitualmente sucede, y trae aparejado una buena cantidad de complicaciones y malos entendidos, claro que soy libre de tener un, mal hábito si se quiere, y puedo decidir fumar, y por eso soy libre, y puedo dejar de fumar si quiero porque soy libre, pero los cientos o miles de cigarrillos entre estas dos decisiones son nada más que hábito de fumar, y si se quiere, de reconocer aquella victoria anterior cuando en situación decidí, TENER un cigarrillo, HACER que fumo y devenir en SER fumador. Soy libre de adquirir un auto si sorteo los inconvenientes de obtenerlo, lo TENGO, ahora, cada vez que utilice (HACER) el auto, simplemente estoy ratificando aquella vieja decisión de tenerlo, donde hubo que sortear una barrera para poseerlo, en caso de que tenga dos autos y la duda sea en cual ir, tampoco digamos estoy ejerciendo una situación de libertad, simplemente, ratifico alguna de las dos elecciones anteriores de obtenerlo. De la misma manera cuando una mujer elige pasar la noche conmigo, ésta siendo libre, la segunda y noches sucesivas, sólo estamos ratificando aquella primogénita decisión. Todo esto, a partir de una exterioridad, digamos, que es un acto de aparente libertad, insisto con la idea que uno sólo es libre en situación de serlo, no todo el tiempo.

Ahora desde el punto de vista interno, preconsciente, inconsciente, pulsiones, historia personal, filosofía de vida, actividad intelectual, visión del mundo, cómo es que estas cosas pueden coartar la idea de libertad, ya que dijimos que libertad se da en situación, mediante una acción, y por supuesto, ahora lo agregamos, con conciencia de las consecuencias de esta acción, al menos en primer y segundo grado (es imposible prever todas las consecuencias), cómo juegan mi para-si, mi-yo, mi-yo-en-el-mundo, mi yo-con en todo este juego de decisiones, y es ahí donde hablo de un cierto determinismo. Quiero descartar de plano esta teoría política, moral cristiana, sobre la igualdad de posibilidades, esta igualdad de posibilidades es parte de una concepción pequeño burguesa que no va más allá de una aparente moralina dialéctica de quienes dicen practicarla, n-->[Author:L]o me digan que un niño de Palermo Soho -->[Author:L]tiene las mismas posibilidades al de un niño del bajo Luján y mucho menos de la Dormida, eso es una ideología de desvió y de tranquilidad aparente demasiado aburguesada, que un chico de Santa Rosa aproveche mejor las poquitas posibilidades que tiene es poco más probable, pero que me hablen de la igualdad de posibilidades es, por lo menos, de personas intelectualmente distraídas. La libertad es algo para ser tratada con cierta seriedad, a partir de estos determinismos que tenemos, se podría pensar que es imposible ser libre y doy por caso un simplísimo ejemplo que alguna vez escuché del lúcido Alejandro Dolina, con las respectivas disculpas por serme imposible reproducirlo con paralelismo intelectual. Cuando hablamos de la libertad de amar, en cuerpo y espíritu, poniéndome en este caso como sujeto, a una señorita, cómo juega la aparente libertad de elección; en primer lugar, al ser un hombre que se siente atraído por mujeres, digamos que me queda por elección, aproximadamente la mitad del mundo, un poco más tal vez, se me dirá, soy libre de elegir entre las aproximadas tres mil millones de mujeres que hay, bueno, no (recordar no confundir las condiciones formales de las materiales); la China me es algo lejana, al igual que Rusia, toda el África, Oceanía, América del Norte, digamos entonces las de Argentina, serán algo así como unas 19 millones, pero realmente no cuento con los medio para conocer toda la Argentina, así que me quedaré con las de Mendoza, las del gran Mendoza al menos, mi abanico se está cerrando a unas quinientas mil mujeres; entonces, como prejuicio lo admito, saquemos también todas las casadas, las de novia (hablo siempre para una relación seria), tengo 29 años así que, digamos aquellas que están entre los 23 y 31 años; salvo excepciones, descartemos las que no son universitarias o recibidas, sumémosle también que poco más, poco menos, estén dentro de los márgenes preestablecidos de belleza (ya que también como todos estoy perjudicado por estas imposiciones sociales), de éstas hay que descartar las que no me gustan, a las que podrían gustarme hay que descartarles las que nunca voy a conocer, de las que conozco solo aquellas que realmente me parecen interesantes de seguir conociendo, de esas, las que me parezcan aceptables y sienta una especie de despertar del amor. En definitiva, de las tres mil millones de mujeres de este mundo mi libertad estaría condicionada, con suerte, a unas siete o diez; bueno, no estaría mal después de todo, siete o diez no es un mal número realmente, ¡quién pudiera!. Pero tengo que recordar algo, un fatalismo aterrador que atenta sobre mi ego, el mismo ejercicio hacen esas siete o diez; por lo tanto, también debo coincidir en por lo menos alguno de esos abanicos, la respuesta, con suerte, mucha suerte, dos o tres, sumemos ahora que también la situación debe ser, al menos algo propicia para que una relación pase a algo más allá de una linda amistad. Se me dirá, pero bueno, casi todo el mundo se termina casando, y es verdad, casi todo el mundo así “termina”, sin sacar demasiadas conclusiones, y pensándose libres.

Y es que tenemos que ponernos de acuerdo en algo, ya que evidentemente no podemos ser libres de que cada uno piense su libertad, la libertad como “posibilidad de autodeterminación, como posibilidad de elección, como acto voluntario, como espontaneidad, como margen de indeterminación, como ausencia de interferencia, como liberación ante algo, como liberación para algo, como realización de una necesidad”. Para los antiguos, libertad era la no condición de esclavo, o sea, de autodeterminarse, pero también la de no ser esclavo de las pasiones, o sea que desde un principio la libertad apunta a un “poder hacer” y a una “limitación”, pues, y quedan muchos residuos de esto todavía, ser libre es ser esclavo de esa libertad. Podemos hablar de una libertad natural, de una libertad social y de una libertad individual. Para Kant la libertad es sólo moral, ya que no podemos hablar de una libertad física o mejor dicho, de la física. También, la libertad se convierte en libertad existencial, donde no es el resultado de un choque de motivos ni de un imperativo, sino que lo decisivo de la elección es, justamente que yo elijo, o sea que la libertad es esa elección. Pero es ahora a mí que se me exige y me exijo un acto de libertad, y este acto es el de mi elección, y en ésta, mi libertad es que, pues no se trata de decir si el hombre es libre o no, ya que esto sería coartar la libertad, pues, ¿cómo yo puedo decir que es la libertad?, si para ser libertad debe ser libre, y esto me incluye a mí y excluye mis opiniones, ¿cómo yo puedo definir la libertad que me es?, pues siendo libre no puedo definirla ya que debería renunciar a mi condición de libre, y la posibilidad de renuncia no es parte de mi libertad, ya que la renuncia de la libertad es también, libertad contradiciéndose.

La realidad humana es libertad, en cuanto libertad en juego de no ser-me en ella, y es que produzco mi acto liberador, pero, mi acto liberador no es la libertad, sino, que por ser libre produzco, o no, el acto liberador, y es el acto liberador el que me libera, me libera de la condición opresora, pero la condición opresora es justamente lo que es por mi condición de libre, ya que la condición opresora puedo considerarla como condición de libertad, la libertad subyace al ser. Ahora bien, como dijo Sartre, “la realidad humana trata de ocultarse a sí misma su propia libertad, y por tanto, su responsabilidad”. Estamos arrojados a la libertad, y esto es el peor castigo para el hombre, la libertad nos acerca al monstruo que somos, pero es esa misma libertad la que nos imponemos y nos hace los seres sociales con lo que todos los dias luchamos para ser, nuestro ideal de “ser-en-el-mundo”.

Resumiendo, el hombre es libre, ya que es condición subyacente al hombre la de la libertad, pero, sí es preciso que hablemos de una libertad condicionada, pero cómo, hablamos de libertad y esta libertad supone la única condicionalidad que ésta implica, la de ser libre, pero, la física nos impone condiciones, las matemáticas nos impone condiciones, la vida social nos impone condiciones, la razón nos impone condiciones, el estado-lógica nos impone condiciones, o sea, lo que conocemos es condición de nuestra libertad. Pero, ¿pareciera ser que el conocimiento nos liberta de la opresión del no-conocido?, y sí, es así de alguna manera, pero también esto nuevo conocido nos impone las restricciones que traen aparejados, nuestra capacidad de razonar es también un condicionamiento, nuestra vida psíquica nos condiciona en nuestra libertad, y esto sin hablar de los condicionamientos que generan la genética en nosotros. Pero entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de libertad?, pues hablamos de la libertad de sernos libres a pesar de los condicionamientos, si la libertad nos subyace, pues nos subyace también con nuestros impedimentos, nuestros condicionamientos, y es que nuestros condicionamientos, todos estos de los que hablamos, son justamente los posibilitadores del acto libertador, son en extremo necesarios para los actos libertarios ya que sin ellos, la libertad, sólo queda en el concepto, en la idea de libertad, en la cosa ideal, puesto que soy libre en mi acto libertador, es que los condicionamientos son, y a priori, necesarios para pasar de la potencia al acto, el otro, como contrario es mi posibilidad de liberto, el problema de la cosa, es mi posibilidad de libertarme de la incertidumbre, mi psique, es mi posibilidad de mi autoliberación, pero son tan necesarios que sin ellos, no hay posibilidad de acto, y esto, a la humanidad casi toda, le aterra; y cuando hablo de la humanidad casi toda, por desconocimiento de éste “toda” la humanidad, me veo en la obligación de tener la esperanza de que haya contadas personas que no sufran este problema, pero, me inclino a pensar que la gran mayoría, en diferentes porcentajes, en diferentes situaciones, sufrimos este problema del terror de la libertad, ya que, implica también la libertad del otro y la libertad de la naturaleza contra nosotros, y para demostrar esto sólo me basta nombrar instituciones como el Estado en sus divisiones Legislativas y sobre todo Judiciales, y, por supuesto, las religiones como generalidad. A este hombre sólo me basta decir, y sólo por ahora, que es en parte aquel Hombre Mediocre que ilustró José Ingenieros; el Señorito Satisfecho de Ortega y Gasset; o el Camello de Nietzsche.

Pero, cuando hablamos de lo ha-saberse y la intencionalidad de Relaciones Públicas en los yoes-con, ésta, ¿afecta la libertad del individuo? (en cuanto acto liberador), y la respuesta es si, evidentemente que es afirmativo que la libertad se condiciona, pues, deliberadamente estudiamos sociológicamente al público, estudiamos su morfología psicológica general, estudiamos el mensaje, los canales de éste, la semántica del mismo, y ponemos al individuo en situación que su yo-con esté en condiciones de producir su en-el-mundo esperado, pero, ¿hay forma de que esto no suceda? ¿Existe forma o fórmula alguna que garantice la total autonomía del receptor ante lo ha-saberse? Y ésta es una gran clave, la respuesta es no. No hay, no existe fórmula alguna que proporcione garantías, por más pequeñas que éstas sean de que la libertad del individuo se garantice in situ. Y eso, ¿ a qué le podemos atribuir la culpa de esto?, pues a Protágoras, con su “homo mensura”, evidentemente es él el culpable de este problema pues, como Protágoras dijo: “El hombre es la medida de todas las cosas”. ¿Y será que realmente es él el culpable de esto?, ojalá fuese tan sencillo, el realismo aristotélico lo olvidó durante dos mil años, pero por suerte empezamos a descubrir cuanta sabiduría existía en esas palabras, “somos la medida de las cosas”. Y junto a esta homo-mensura, pues, la imposibilidad de ser objetivos, pero, ¿no es eso lo que tratan de asegurarnos en una Universidad?, el hecho de ser objetivos, lamentablemente esto, es imposible, y veremos por qué.

Ahora empieza a cobrar un poco de sentido la propedéutica de este trabajo, recordemos algunas cosas, la filosofía dominante desde el s. V antes de Cristo hasta el s. XVI después de Cristo aproximadamente fue la del realismo aristotélico, y ¿qué nos decía? Pues, las cosas son en-sí, debo llegar mediante la razón a conocer la esencia de la cosa y pregonar el concepto, la razón y mis sentidos son suficientes para conocer el en-sí de las cosas; pero, ¿qué pasó con Descartes? Recordemos, no puedo confiar en mis sentidos, no puedo confiar ciegamente en mi razón, por eso, mi razón o los designios de mi razón deben pasar primero por el filtro del método. Y ¿qué nos enseñaba Kant?, puedo confiar en los juicios analíticos, ya que son universales verdaderos y necesarios, y estos juicios son a priori, o sea, antes de la experiencia de los sentidos, pero también nos decía, podemos confiar en los juicios sintéticos a priori, que también son verdaderos universales y necesarios, pero; y esto es importante, esto juega en el plano de la ciencia, en el universo de la vérité de raison, más, ¿podemos concebir un mundo donde sólo hablemos en estos términos? La vida llamada “normal”, la vida del campesino, la del ciudadano común, la del científico en cuanto no está en su laboratorio, la del filósofo en cuanto no está filosofando, es decir, en nuestra vida regular ¿actuamos bajo estos parámetros? Y la respuesta es no, es imposible llevar una vida en esa atmósfera, por caso, todos los que andamos en colectivo, yo que me tomo el 1 para volver del trabajo a mi casa, ¿puedo decir, “La línea L en la cual viajo pasa por 25 de mayo con una frecuencia de T minutos y demora T' minutos en dejarme en destino D por el recorrido X que realiza”, como juicio analítico? Irrisoriamente no, pero ¿puedo decir, “La línea L en la cual viajo pasa por 25 de mayo con una frecuencia de T minutos y demora T' minutos en dejarme en destino D por el recorrido X que realiza”, como juicio sintético a priori? Pues tampoco, ya que con un poco de imaginación podemos argüir miles de razones por las cuales esto puede no darse así, el conocimiento se podría dividir así, pocos juicios analíticos, algunos juicios sintéticos a priori, y el resto, todo el resto, “juicios mundanos”. Y es que, traten ustedes de imaginar un mundo donde debamos explicar el amor eterno de una noche a partir de juicios sintéticos a priori, diciéndole a una señorita: “En este amor que le prodigo, Margarita; el cuadrado de mis afectos es igual a la suma de los cuadrados de mis pasiones”, es evidentemente una locura tratar de pensar en esta situación, y por supuesto, desde el plano científico, sostenerla; y es que, en nuestra vida mundana lejos estamos de estos embrollos del conocimiento, la imposibilidad de la objetividad es un hecho, porque, la llegada de la sensación al aparato psíquico es desde el momento de reconocida, una cosa-informatizada enmascarada de objetividad.

Si la llegada de la sensación al aparato psíquico fuese absolutamente objetiva, estaríamos ante una dualidad de posibilidades, la suposición de un ente como cosa-informatizada-de-ser (lo ha-saber), es decir siendo-a-su-ser; o la posibilidad que el receptor, como en-si, incorpora a modo de sinapsis manteniendo esta cosa-informatizada-de-ser suponiendo un principio de libertad de esta cosa en la vida psíquica, para luego elaborarla. La primera de las opciones la descarto de plano, al no poseer conocimiento hasta el momento de algún tratado convincente sobre el “ser” de la cosa-informatizada a modo de, en su objetividad, de, saberse cosa-informatizada, pudiere ejercer libertad en su ser-para-otros. La segunda opción puede ejercer algún tipo de debate. La posibilidad de que el receptor, como en-si, incorpora una cosa-informatizada-de-ser a su psique y, que esta cosa-informatizada, obtenga un estadio licencioso-temporal, a modo de ser-inmaculado, hasta la posterior llegada de la subjetividad implicada en la psique de mi-yo-con-para-si-en-el-mundo. Descarto de plano esta posibilidad de estadio-pacífico-de-cosa-informatizada en el sentido de ser-estático-para-mi-en-si ya que todo conocimiento es a su contenedor sabido-de-saberse. Para Bourdieu, que nos brinda un pequeño atajo para seguir con esta investigación, “el gusto es una disposición adquirida para diferenciar y apreciar”, disposición a modo de, lugar desde donde lo miro, adquirido como mi ser-en-el-mundo para sacar conclusiones, y así divisar la idea de gusto. Ahora bien, cuando hacemos referencia a la cosa-informatizada es un no-ser-más-que-cosa-informatizada, y la cosa-informatizada es un no-ser, en la medida de no ser develada por un ser-sentidizador, en la forma de ser que da sentido, pero este dar, no es como consecuencia de la mencionada cosa-informatizada-estática-para-mi-en-si hasta el momento de enmascararla de significancia, sino que, soy la medida del ser, soy el significante, la cosa-informatizada es lo que significa porque es lo que soy, mi-yo, como reciprocidad de mis múltiples yoes en situación del devenir de los otros-que-no-son-yo develan mi curioso sentido, mi dar-me, y no basado en la superficialidad de “dar sentido a las cosas”, sino que, soy sentido “en” las cosas, las cosas son de mi ser lo que es mi-yo-con ante mi en-si-para-si como acto supremo y revelador de mi solipsismo.

“...el obrero de 1830 es capaz de revelarse si se bajan los salarios, pues, concibe fácilmente una situación en que su mísero nivel de vida se ve menos bajo que el que se le quiere imponer, pero no se representa sus sufrimientos como intolerables: se acomoda a ellos, no por resignación, sino porque le faltan la cultura y la reflexión necesarias para hacerle concebir un estadio social en que esos sufrimientos no existan, entonces, no actúa. Dueños de Lyon, a raíz de un motín, los obreros de la Croix-Cousse no saben que hacer con su victoria, se vuelven a sus casas, desorientados, y al ejercito regular no les cuesta sorprenderlos. Sus desdichas no les parecen “habituales” sino, más bien, naturales, son, eso es todo. Constituyen la condición del obrero, no las desprende, no las ve a clara luz y, por consiguiente, se las integra a su ser, sufre, sin considerar su sufrimiento ni conferirle valor: sufrir y ser son para él la misma cosa, su sufrimiento es el puro tenor efectivo de su conciencia, pero él no lo contempla...

Ningún estado de hecho, estructura política, filosófica, económica, psicológica es suficiente de motivar por sí misma ningún acto. Todo acto es una proyección del para-sí de algo que no es, en concreto, esa es la conciencia de ausencia, de falta, de ayuno que tiene, pero conciencia de ausencia; la fuerza que el para-si realiza sobre su en-si es el acto movilizador, que según miles y miles de condiciones, posibilita un mi-yo-en-el-mundo, la ausencia de una mirada del para-si hacia algún punto en situación, es la nihilización misma de este punto en situación, este punto no existe, por simple ausencia de cosa-informatizada-estática-de-mi-para-si que no puede producir una cosa-informatizada-siendo-mi-sentido.

La idea de que hay malos que manejan a la gente buena, y ésta, por buena, es manipulada por los malos, no sólo me parece repugnante desde el punto de vista intelectual, sino, que además, crea una falsa idea de lo que es la manipulación, como si ésta se tratara de unas pinzas con las cuales se las condujera a las personas de un lugar a otro con tanta facilidad. No digo que existen ciertos condicionamientos con los que esta alegoría pareciera ser cierta, pero, me parece que es apenas más sutil que una quimera. Si una mujer, al saber de un futuro encuentro, se maquilla y se embellece para gustar-me, ¿es ella la que manipula ciertas técnicas para llamar mi atención, o soy yo, que al verla tan esmerada en su apariencia, develo que esta mujer esta lista para mi? No me atrevería a llamarle manipulaciones encontradas, esta mujer, al que mi para-si ha descubierto como “sentido de búsqueda”, es encontrada por mis sentidos como cosa-informatizada-posible-de-posesión, y esto produce mi acto de apropiación, he sido yo cosa-informatizada-posible-de-posesión para sus sentidos, y es en este conocimiento de nuestras faltas, a modo de ausencias o carencias, que nos ha sido posible la posesión. Las realidades son únicas y personales, y donde la esclavitud de decisión está dada, en general, por una cómoda actitud hacia el esfuerzo intelectual.

El mundo no tiene sentido sino en la medida que soy “en” sentido del mundo. Y esto es algo importante para las Relaciones Públicas: “si los individuos plantean sus situaciones como reales, son reales sus consecuencias”, y es justamente porque las situaciones son reales en la medida en que un cualquier mi-yo-estático-de-cosa-informatizada, crea realidad al ser el sentido “en” esta realidad, por lo tanto la objetividad y la subjetividad son simples entes categorizadores que juegan en el plano de la moral, de la ética, de la legalidad, más, no son parte de la potencia creadora del ser, a modo de, cosa-informatizada-siendo-mi-sentido. Explicado de otra manera, cualquier ha-saberse, independientemente de mi finalidad, y aun, suponiendo la posibilidad de una no-finalidad, este ha-saberse, es sabido de manera subjetiva por su receptor, sin posibilidad de una segunda opción. El tema de la intencionalidad en lo referido a lo ha-saberse no concluye, por supuesto, acá, porque, y conociendo la independencia de lo ha-saberse, independencia dependiente de las independencias de los yoes-con, es que mi intencionalidad en lo ha-saberse puede no estar dirigida a que mi público capte lo ha-saberse de una manera que yo lo deseo de antemano, pero si, y por lo menos, mi intencionalidad debe estar dirigida a que mi público no capte lo que no quiero que capte, pues, para que no caiga en el error, y para que lo ha-saberse no produzca, o mejor dicho, para que los yoes-con no produzcan con este ha-saberse una interpretación errónea, es que yo, ya no dirigiendo mi intencionalidad hacia lo que proyecto, por lo menos, debo intencionar lo ha-saberse para que no caiga en la interpretación errónea, es decir, mi fuerza persuasora centrada no en el objetivo, si no más bien, en los no-objetivos.

Otra cosa importante para agregar sobre la libertad es, el tiempo-de-libertad, y tiempo-de-libertad tomando como parámetro el momento en que el individuo decide, en su libertad, actuar de manera liberadora sobre un obstáculo, y es que todo hombre en su existencia está condenado a esta libertad, pero claro, se puede objetar, ¿es que a veces elegimos sin libertad?, y esto parecería ser una contradicción, pues, ¿cómo puedo elegir en ausencia de libertad?, pues bien, estrictamente podemos decir que donde hay elección hay libertad, por lo tanto es contradictorio hablar de ausencia de libertad, pero, esto si tomáramos la libertad de manera realista donde la libertad es una cosa ideal en-sí a la cual puedo llegar, pero, la libertad vista desde la humanidad, de su mundanidad, no es así, y ¿por qué no es así? Pues porque para decidir tiene que haber primero conocimiento, no basta con un sabido ni mucho menos con un no-conocido, y este conocimiento debe ser de dominio del sujeto cognoscente, a modo de apercibido, y es así donde la libertad de decisión ante la cosa-situación comienza a dar frutos. El tiempo-de-libertad de estudiar una cosa-situación es el conocimiento del no-conocimiento, pues esto es que, en mi tiempo-de-libertad, elijo libremente investigar o no investigar la cosa-situación, pues es en este caso que mi conocimiento de no-conocimiento es justamente el conocimiento que subyace cómplice a la elección en mi tiempo-de-libertad de la cosa-situación de futuro estudio. Ahora bien, mi no-conocimiento de conocimiento ante mi cosa-situación, abruma mi yo-estático-de-mí, en la situación de mi yo-con cosa-situación haciendo que esta elección, este elegir, devenga en cualquier posibilidad de no-conocimiento del sujeto cognoscente. Pues bien, entonces, es que digo que existe una libertad, y ésta es la de la elección, y en esta libertad es que radica casi toda la mundanidad, si puedo elegir soy libre, y esto es más complejo; porque, pudiendo tener libertad de elección, ¿puedo elegir lo que elijo con libertad?, pues la respuesta es sí, pero, ¿a costa de qué?, pues a costa de hacer subyacer el conocimiento de la cosa-situación. Y este “a costa de” ¿qué significa? Pues significa un esfuerzo del sujeto cognoscente, una actitud de conocimiento donde el sujeto trasciende; este trasciende como a priori de su experiencia sensible, y contempla la cosa-situación para conocerla, el sujeto embarazado de duda, gesta en su interior contemplativo de cosa-situación en su-yo-estático-de-cosa-situación, para dar a luz la razón de su conocimiento, y en su libertad de elección, desembarazarse de su libertad de lo-elegido.

Para ser más concretos, supongamos un ha-saberse como, “libertad condicional para Maria Julia”, supongamos también dicha libertad condicional ajustada a derecho, y digamos que de parte del gobierno tenemos el objetivo que con este ha-saberse, no se genere turbulencias de masas repudiantes y que pase desapercibido para la opinión pública. Pues bien, Relaciones Públicas tiene su ha-saberse y su objetivo, sabemos que Relaciones Públicas debe generar que este ha-saberse tenga la mínima trascendencia, entonces, aprovechando la situación, aprovechando el entorno, Relaciones Públicas recomienda que este ha-saberse, esta liberación se produzca aprovechando la libertad de un tercero conocido como “Omar”, estimando que la atención pública se volcará más hacia la liberación de este “Omar”, y quedará en segundo plano lo ha-saberse “Maria Julia”, objetivo cumplido, claro que vale aclarar que esto es mucho más complejo que este ejemplo, y que puede planearse con mayor comodidad en Estados más previsibles que el nuestro. Ahora bien, evaluando los yoes-con lo ha-saberse, y haciendo coincidir liberación A y liberación B, los sujetos cognoscente tienen libertad de, y a modo de masas repudiantes, elegir cuál despreciar más, pero, ¿cómo juega lo “a costa de”?, pues, su libertad de elegir ha sido respetada, ahora bien, ¿el conocimiento de cosa-situación es, un conocimiento, un no-conocimiento o un sabido? Y esta respuesta sólo puede darse en el foro íntimo de cada sujeto cognoscente, esta actitud de los sujetos para develar la cosa-situación está fuera de toda posibilidad de coacción externa, es el individuo en su sentir su yo-estático-de-cosa-situación en su tiempo-de-libertad de libre elección.

Ahora voy a pasar a un ejemplo de cómo, la cosa-situación que para todos es igual, en realidad es distinta para cada yo-con, y de cómo en un lugar de diversión nocturna para jóvenes juega lo ha-saberse de Relaciones Públicas. Tomando en cuenta a la sociedad mendocina, en un boliche de la zona de chacras acá en Mendoza, a este boliche no lo voy a identificar por razones obvias. Las formas de “control social” o de “enajenación” o de manipulación que encontré fueron muy variadas. Por ser uno de los boliches denominados “top”, “nice” o “cool” me encontré con un lugar rebalsado de clientes y sobre todo de chicas; una de las características principales es que muchas de ellas eran de las consideradas “las más lindas”, ese tipo de chicas que físicamente están a tono con la denominación de belleza esperada por la sociedad. Mucha gente piensa, y de manera errónea, que la forma de control de “calidad” de la clientela de ese tipo de lugares para jóvenes se da de manera prejuiciosa y activa en la puerta de los locales con el denominado “peinado”, (suerte de separación de paja y trigo) que realizan los porteros del lugar. Si bien conozco de lugares donde esas prácticas se dan activamente, no era en este caso el modus operandis del lugar. Sólo el denominado “peinado” se hacia efectivo en la mujeres y hombres si estos no cumplían con una determinada edad o si la ropa no estaba limpia y ordenada, sin importar marcas o tendencias en la moda. Aclarado este punto, comienzo mi relato de por qué se encontraba tanta homogeneidad a simple vista dentro de este boliche si el acceso no estaba restringido, por supuesto las respuestas son variadas y trataré de enunciarlas de manera muy sencilla. Pero antes me referiré a cuales son algunas de las motivaciones por las cuales una persona hace pertenencia en una disco:

  • Aumentar el amor propio o la confianza de uno mismo

  • Librarse de trastornos emotivos

  • Reducir la ansiedad o la tensión

  • Hacer valer la independencia propia

  • Sentirse descansado

  • Librarse del dolor

  • Intensificar las emociones

  • Aumentar la energía o resistencia

  • Hacer que lo acepten a uno como parte del grupo

  • Ganarse la admiración o el reconocimiento de los amigos

  • Sobreponerse a la timidez

  • Huir de la soledad, de los problemas del hogar

  • Entrar en comunicación con los demás

  • Reducir el tedio

  • Conocer algunas facetas de la propia personalidad

  • Satisfacer la curiosidad

Como vemos son muchas las características que conllevan a una elección, pero debo aclarar que la motivación que con más frecuencia estudié es la de búsqueda de status (una de las tantas formas del yo-en-el-mundo), que este lugar daba a sus clientes. Y esta urgencia de un status determinado es la necesidad primordial que este boliche satisfacía, una suerte de mi-yo-en-el-mundo-deseado. Ahora sí me internaré en algunas consideraciones de aspectos que ayudaban a conseguir este efecto que los mismos clientes denominaban “gente linda”.

La arquitectura era una de las claves, como ya dijimos la gente de este lugar como máxima carencia mostraba una necesidad de alto status y de fama local, como primer medida tenemos entonces un lugar con bastante iluminación y haciendo foco en los lugares más visibles y altos de la disco, lugares como la barra principal, elegida por los hombres seguramente como muestra de poder económico, ya que las dos primeras horas después de la apertura es el lugar indicado para hacer sociales ,y por supuesto, ser visto, por las mujeres que se encuentran en una especie de coqueteo (no baile) con su público ocasional, mostrando que están disponibles, pero eso si, la actitud es siempre de desinterés general, actitud que debemos prestarle mucha atención ya que se ha logrado que el mostrarse desinteresado del mundo también sirva como arma de seducción. La consigna es “tengo todo controlado, pensado, por eso no me intereso” y esto vale tanto para hombres y mujeres. Volviendo a la arquitectura y, sumando la iluminación, el efecto visual que se produce cuando uno ingresa al local es el de un verdadero paraíso de gente hermosa, tal vez como lo hayan soñado algunos integrantes del WASP o NAZIS, la raza perfecta, la cultura mendocina deseada está ahí, a simple vista y lista para la acción. El juego de poder y seducción está armado, las fichas están en el tablero, sólo hay que saber moverlas para sentirse parte del glamour de la noche donde todos somos iguales, iguales y perfectos.

Ahora, ¿qué pasa en ciertos lugares vecinos en espacio pero extranjeros en iluminación? La vidriera de los desposeídos, los menos privilegiados de la herencia genética, en resumen, los caricaturescos y deslucidas que llenan las estadísticas y los espacios menos generosos, las penumbras del glamour del sábado por la noche. ¿Hablamos del “peinado”? esta discriminación es natural, funciona sola, no se hace en la puerta, no es malintencionada por los dueños del lugar que gozan con la diferencia social, se da sola, sola y naturalmente por los miembros de estas dos masificaciones muy distintas, naturalmente si una chica se siente fea se va a separar y elegir “libremente” lugares donde se sienta más protegida, esos lugares los da justamente un desnivel de 20 cms, y la mágica luz contaminada de penumbras aunque suene increíble. Este boliche no estaba lleno de “gente linda” como se pensaba, es que no cualquiera está preparado psicológicamente para ser centro de atención, (a menos que medie un desinhibidor como el alcohol), otra cosa habitual que pasa es que la persona que no se siente a gusto en un lugar no regrese más, pero, no es la idea de ningún empresario que esto suceda, lo que se intenta es recrear un ambiente donde cada uno pueda sentirse lo mejor posible, y para algunos es estar y no ser “demasiado” vistos. ¿Es ésta una práctica calificable de aberrante por parte de algunos empresarios? La respuesta creo es no, sólo muestran o destacan una parte de la realidad y “ocultan” otra que los que no están interesados en recorrer nunca encontrarán; la arquitectura, el día, la noche también nos dan una forma de manipulación natural, en la que nada podemos hacer porque es inherente a nuestra naturaleza.

Qué es lo que pretendo mostrar, pues, y está claro, mi yo-con involucrado en lo-que-me-rodea genera una conducta de respuesta libre de cada individuo, y para Relaciones Públicas ¿cuál es lo ha-saberse? Pues vamos a ejemplificar con objetivos empresariales, y verán que en este caso Relaciones Públicas transmite lo ha-saberse desde lo en-el-mundo que se genera. El objetivo principal de Relaciones Públicas en este caso es, como el de cualquier empresa, lograr ganancia, y también, pero principalmente, que lo ha-saberse sea sabido con la intención que antes preveo, lo ha-saberse en estos casos para Relaciones Públicas es, “este es mi lugar”, o sea, mi-yo-en-el-mundo deseado. El juego comienza con la intención del lugar, su objetivo, a saber, si el objetivo del lugar es generar un lugar con estatus, debo intencionar mi lo ha-saberse a esa relación de los yoes-con, y lo que significa lugar con estatus en público en pareja de más de 25 años, público en pareja de menos de 25 años, gente sola de menos de 25 años, gente sola de más de 25 años. El objetivo puede ser el de no parejas, o sea, público que se manifiesta en grupos, con todas las variantes anteriores, cambia también mi estructura edilicia interna y estilos de música entre otros. Si en cambio quiero lugares populares, cambia la estructura funcional desde la disposición interna de los escenarios, la iluminación, los mensajes, la música; si quiero lograr un lugar de relaciones pasajeras y ocasionales, también tengo que hacer cambios en la estructura. Todas estas formas de “manipulación”, y sólo visto desde lo edilicio, música, y luces, o sea, creando ambientes, pueden generar en el público deseado la intención que busca Relaciones Públicas con su objetivo lo ha-saberse, y sin decir una palabra, es decir, que le doy al público lo que pretende encontrar. Y entiendo que pueda objetárseme que, lo que esos lugares ofrecen es, pura “irrealidad”, y me veo forzado a responder, lo que los públicos buscan en su mayoría es, y justamente, “irrealidad”, (entendida como “lo distinto, lo fuera de lo común”).

Pero ahora es que voy a tratar de que entiendan que tan incontrolable es esto, y de cuánto, aunque esto mueva a risas, tiene una realidad bastante parecida a la que se vive en una Universidad. Y ésta es, el surrealismo que viven muchos estudiantes a la hora de elegir una carrera, como profesores saben, y más aquellos que dan clases en los primeros años, que muchas veces se elige una carrera por el status que ésta genera, por la fantasía de ser alguien a partir de un título, por la creencia popular que ciertas carreras nos harán ricos y poderosos. Y ahora, y les traslado mi inquietud a sus pieles, ¿hasta dónde es responsable una Universidad de un arquitecto que maneja un taxi?, ¿y es que acaso podemos denunciar a defensa al consumidor que después de 5 años de arduo trabajo universitario, de pagar cuotas o de tener cuantiosos gastos, ser-me abogado, haber-me como abogado, hace de mí el mi-yo-en-el-mundo que motivó mis estudios y esfuerzo? Pues, es que no se puede ser responsable de eso, toda responsabilidad tiene un límite, y es el límite de la individualidad, comprar un boleto de lotería es saberse con un X de posibilidades de ganar, sin embargo, nadie dice, “compre este billete de lotería, casi seguro no ganará”, cuando Relaciones Públicas se intenciona con un ha-saberse, no es responsable del acontecer. Por supuesto que existe una ética profesional, y esta ética puede llevarnos a no mentir, a evaluar moralmente los objetivos de la institución a la que se representa, pero la forma en que una universidad, un boliche, un candidato político, cuando no miente y cuando los objetivos no están en contra de la moral, da a partir de Relaciones Públicas su ha-saberse, el momento de libre elección del sujeto, en situación de incorporar lo ha-saberse, su yo-con lo ha-saberse y lo que éste genere a modo de mi-yo-en-el-mundo, no puede controlarse de manera definitiva, acabada; existe una responsabilidad ineludible, una que nos aterra como individuos, y es la responsabilidad de la libertad, esa de la que no podemos hacer desaparecer porque nos subyace, esa que es “en” nosotros y no tiene otra forma de ser-se, sino subyaciendo-me, esa libertad que me condena a tener cuidado de lo que deseo. Se hace evidente el vicio al que incurro al preocuparme demasiado en cierta virtud ética, y es que no agrega valor al trabajo tener este tipo de reparos, pero, y siendo que la finalidad del mismo no es sólo que sea, sino, que pase las revisiones “técnicas”, es que pido disculpa por edulcorar aspectos técnicos con moralinas circunstanciales. En definitiva, el hombre es libre, ¿por libre elección? No. Es libre porque la libertad le es inherente, le subyace, le es pilar fundamental para SER, está condenado a serlo, aunque esto parezca una contradicción, no lo es. El hombre también es sus circunstancias, porque son circunstancias del hombre las que hacen de este hombre, éste, y no otro hombre en lo que denominamos en-el-mundo. Estas circunstancias ¿puede elegirlas el hombre?, algunas si, otras no; no puedo elegir el siglo que vivo, pero puedo “elegir” la forma del ser-me, y cada forma del ser-se es elegida, consciente o inconscientemente. Y es que es fundamental dirigirnos una mirada un poco con desprecio, sin conmiseración, somos esto que somos porque lo estamos siendo, la vida para el hombre no tiene contemplaciones, no hace excepciones, nuestra mirada a nosotros mismos y a los que queremos las edulcoramos y coloreamos para ser-nos soportables; caer en las aspiraciones del señorito satisfecho es, y en verdad, una gran tentación, y a pesar de las moralinas de turno, parte de la libre elección; por lo tanto, puedo esforzarme en un mundo sin estupidez, pero, hasta incluso este esfuerzo, tiene su limite, ¿cuál? Pues el de no terminar siendo-me estupidez.

Cuando una persona ve un árbol, en realidad no está viendo cosa-árbol, lo que esta viendo es lo que la cosa-árbol produce en él, es lo que Russell llama “realismo ingenuo”, y eso es que, como registra Russell en su “Investigación sobre el significado y la verdad”, “ De esta suerte la ciencia parece estar en guerra consigo misma: cuando más objetiva se cree ser, se encuentra más sumida, contra su propósito, en la subjetividad. El realismo ingenuo conduce a la física, y ésta, si es verdadera, demuestra que el realismo ingenuo es falso. Por lo tanto, si el realismo ingenuo es verdadero, es falso, y por consiguiente, el conductista que piensa estar registrando observaciones del mundo exterior, está registrándolas, en realidad, de lo que ocurre dentro de sí mismo”. Y es que, ya no en el mundo de la ciencia, pero si en el mundo de la mundanidad, dónde está la realidad, y pues, la realidad, en este plano, se encuentra en cómo teatralizo mi realidad, y de cómo mi público, yo mismo o mi prójimo, da realidad al espectáculo ingenuo. En una investigación realizada sobre chimpancés, donde en un cuarto fue colocado un ramo de bananas colgando del techo y una escalera para poder llegar hasta las bananas, cuando fueron introducidos tres chimpancés en esta habitación, uno de ellos, al ver las bananas y estudiar cuidadosamente la forma de llegar a ellas, sube por la escalera y trata de arrancar el racimo de bananas, y es en ese momento que una lluvia grande de agua fría les cae a todos los monos mojándolos y produciendo en ellos una situación no deseada. Ahora bien, con la repetición sobre los mismos individuos de estudio se logró que asociaran el subirse a la escalera para agarrar las bananas con el baño de agua fría que ninguno quería, y ante la actitud de alguno de ellos de volver a repetir la conducta los otros individuos reaccionaban peleando al primero para que no continuara con la experiencia. Cuando los investigadores cambiaron a uno de los integrantes por otro individuo que nada conocía de las consecuencias de tratar de agarrar esas bananas, y al descubrirlas trataba de llegar hasta ellas, los otros dos peleaban y maltrataban al nuevo cohabitante para impedirle el acceso a esa comida. La experiencia prosiguió hasta que ninguno de los habitantes de dicho cuarto experimental conociera realmente el por qué de la prohibición de comer de “ese” racimo de bananas, habían aprendido a que no se podía comer de ahí, y respondían agresivamente a quien tratara de allegarse, y siendo que ninguno de ellos conocía los efectos que esto produciría, ya que nunca ellos habían sido mojados por los chorros de agua. Éste es un claro ejemplo de que el realismo ingenuo no nos es, a los hombres, de exclusiva propiedad.

Cuando hablamos de lo ha-saberse en Relaciones Públicas, hablamos de un objetivo que debe tener un sustento lógico y compartido por la ética del momento histórico, ya que, y a la larga, si los individuos no materializan de alguna manera los objetivos de lo ha-saberse, éste, cae por su propio peso de indefensión ante la mirada de su público. Esto, que a la vista de lectores distraídos parecería una doble moral, no lo es, cuando a un niño lo sorprendemos por primera vez queriendo meter los dedos en los enchufes, podemos y en primer lugar, decirle que no lo haga porque es peligroso, explicar las propiedades y leyes de la electricidad, y sobre la propensión del cuerpo a ser transmisor de la misma, causando daños de gran magnitud en órganos internos con posibilidad de que el niño fenezca si insiste con su empresa; al sorprenderlo en un segundo intento podemos argüir a lo ha-saber de Relaciones Públicas poniendo al individuo en situación, contándole alguna historia de niños que perdieron la posibilidad de jugar, o de que, visitará a sus tatarabuelos de manera adelantada para que desista de sus acciones, al sorprenderlo por tercera vez la coerción (palmada espontánea y contundente), parece ser un idioma universal.

En un sentido seminal, nuestro objeto de estudio, lo “ha-saberse”, carece de identidad fáctica en la transmutación concebida a partir de la transpolación que significa el ser-se-sabido en los diferentes entes categorizadores, nuestro ha-saberse no es un objeto real, en todos los casos nuestro ha-saberse es, y sólo como objeto de estudio, un objeto ideal como concepto aristotélico. No con esto quiero adosar a la idea de concepto que tenía Aristóteles, pero si, a modo de propedéutica puede sernos de gran utilidad; nuestro ha-saber siempre es de carácter ideal o de valor, más nunca, y por defecto, puede serlo de una cosa-real. El gran problema que se nos plantea dentro de Relaciones Públicas es que, nuestro ha-saberse, como cosa, carece de independencia de hecho, la independencia de nuestro ha-saberse es de naturaleza realista, pero en relación con el objeto-cognoscente lo ha-saberse es violado en su virginal estado de ser, la autonomía de una obra es fragmentada y re-naturalizada en su ser-se a partir de que el artista la presenta como su ha-saber, transformándose en su nueva “naturaleza” de ser-se ante la mirada desvirgante de un nuevo ente, esta desfloración que padece la obra al ser develada es de una naturaleza dependiente-independiente del nuevo observador, la independencia de la obra es de carácter “Real”, la dependencia tiene un carácter homo-mensurado. La importancia que radica para lo ha-saberse con este conocimiento es que, lo que ponemos en juego es la “verdad” de nuestro ha-saberse al convertirse en lo sabido, es por eso que juzgo necesario para el tratamiento de lo ha-saberse en cuanto a su verdad, un procedimiento criticista en cuanto a “Teoría del Conocimiento”, la búsqueda del conocimiento, la búsqueda de nuestro ha-saberse ante la debelación de éste ante su ente categorizador debe ser puramente crítico, ya que, y no siendo esto suficiente, encuentro que esta postura en principio, da mayores expectativas de “vida” de nuestro ha-saberse tal y como lo concebimos.

El criticismo metodológico de Relaciones Públicas está dado a partir del tratamiento de lo ha-saber como supuesto conocimiento y no-conocimiento; en cuanto lo ha-saberse como conocimiento-apercibido y como no-conocimiento-apercibido no radica en mayores problemas ni logros para nuestro tratamiento de lo ha-saberse, pero, para el conocimiento-no-apercibido, y llamo a este grupo todo aquel cúmulo de conocimientos no probados, y para aquellos no-conocimientos-factibles, en estos casos veo como indispensable para Relaciones Públicas el tratamiento de estos casos desde el pragmatismo de la teorética del conocimiento; la justificación que encuentro, y que me parece sostiene de manera satisfactoria esta concepción está dada por la epistemología dialéctica de Juan Samaja, que sostiene, “El estado justifica la lógica”, es una concepción interesante que nos hace progresar un poco de aquella concepción kantiana sobre los juicios, pues, si la homo-mensura es inherente al hombre, y el estado es esa “res” que nos engloba como seres, es lícito pensar en un estado-mensura, este concepto de estado de una manera dinámica en cuanto a lo que “estamos”, ya que el estado no significa más que lo que “estamos” siendo, estamos-siendo-nos estado en cuanto al derecho, en cuanto a la ciencia, en cuanto a la cívita, en cuanto a la moral etc. La idea del estado justificando la lógica no es más que el hacer-nos a la lógica, la relación con la lógica es de tipo dinámica ya que los influjos nos rehacen en esta dimensión, así como la relación paternal de Adán con Abel, así como Edipo puede ser hermano de su hijo, como Borgia padre de su nieto, hacemos la lógica que nos hace hacer-nos padres, hijos, hermanos y nietos de ésta; por eso al hablar del ideal de la lógica no puede confundirse con su justificación. Los conocimientos-no-apercibidos y los no-conocimientos-factibles, dada la anterior justificación, son de carácter valorativos, y sólo justificables por el momento histórico, por lo que “estamos”, el pragmatismo deberá ser justificado por el objetivo de nuestro ha-saberse.

El estado del soy es parte del estado del ser-me, el estado-del-estamos es creado como acción recíproca de haberme-en-estamos, por lo que el tratamiento de lo ha-saberse debe jugar en la lógica del “estamos”, y esto incluso para romper la lógica del estamos, qué quiero decir con esto, y suena paradójico, la destrucción de la lógica del estamos, al devenir una nueva lógica, debe ser abalada in situ por la lógica anterior, más no por la nueva. ¿A que debemos esto?, pues a que debemos sernos en la nueva lógica, y esto necesariamente debe ser captado y aceptado por la lógica del estarnos anterior. El tratamiento de lo ha-saberse en su pragmatismo teorético nos encamina al estamos que justifica su lógica. La controversia puede suscitarse, ante espíritus amplios, de cómo una nueva lógica debe ser-se justificada ante la lógica anterior, pues resulta que sólo hombres de altura-lógica pueden lograrlo sin la previa justificación, pero, para las masas, aquellas que lejos están de ser-se en la nueva razón, al no poseer por ellos mismos los elementos necesarios de la nueva estructura de pensamiento, es que nuestro ha-saberse debe encontrar justificación en su primogénito ser-se para llegarles por la emoción y la sensación a la nueva concepción, ya que, y por definición, lejos están de comprender los intrincados mecanismos de la génesis del nuevo ser-se. “Donde hay poco sentido común, es un peligro tener razón”. Y esto nos induce a la siguiente afirmación, la del entendimiento de la lógica del público seleccionado, cuando a Einstein, ante una conferencia de prensa sobre la Teoría de la Relatividad, los periodistas le proponen que la explique como para que ellos puedan entenderla y así transmitirla se dice que contestó: Si yo les explico la Teoría de la Relatividad para que ustedes la entiendan, dejaría de ser la Teoría de la Relatividad para ser cualquier otra cosa. Pues bien, muchas veces, y en Relaciones Públicas, vamos a tener un ha-saberse del tipo al que Einstein se refirió con su “cualquier otra cosa”, y es que, lejos de una errónea interpretación con ápices de moralina intelectual, muchas veces, algunos temas no son de dominio público y lejos están estos de serlo. Para que una persona pueda entender la Teoría de la Relatividad, necesitaría de años de estudio y dedicación, condiciones que no están en la expectativa, y por definición, del público-masa, con lo cual, y no por desprecio a su capacidad sino más bien, y justamente por comprender hasta dónde están dadas sus expectativas de conocimiento, es que en Relaciones Públicas nuestro ha-saberse debe ser recreado a lo que están capacitados para entender. Saliendo del ejemplo anterior, y como afirman todos los libros de Relaciones Públicas, debemos conocer nuestro público, y ¿por qué?, pues, porque deben entendernos, porque debemos hacernos entender, y esto es, y en todos los casos, lograr un bueno producto con nuestro ha-saber.

De la misma manera debemos entender la mirada dinámica de las Relaciones Públicas, si bien podemos definirla desde una concepción ideal, la fáctica de esta ciencia se da en la transmutación de su lógica ante su ha-saber, la lógica de Relaciones Públicas es encontrar la lógica, nuestro ha-saberse-manipulado no es más que, el logro de la construcción de un ha-saberse-lógico, este “lógico” es clave, y ¿por qué es clave?, pues porque este “lógico” nos da, y teniendo en cuenta nuestro público, el carácter de necesario; que algo sea lógico que sea así, es que sea necesario de ser-se, debe ser universal, tomando como posible de entender universo a un público específico, y siendo necesario y universal es que será verdadero, verdadero en cuanto a que mi universo lo mensura como tal, pues este sernos-lógica a la nueva-lógica es el resultado de nuestro ha-saberse-lógico. En este caso vemos como la utilización de estas categorías actuales, lo Universal, lo Necesario y lo Verdadero son parte de la concepción lógica actual, y en nuestra estructura de pensamiento nos parece una imposibilidad que sea de otra manera, pero, así como el ejemplo del haz de luz mirado desde distintos observadores no nos proporciona una respuesta a nuestra lógica universal, necesaria y verdadera, nuevas lógicas sociales pueden en un futuro imantarnos, y en esos casos, y para las nuevas generaciones de hombres masa, la justificación primogénita de ésta deberá hacerse desde la óptica de la vieja escuela.

El “sentido de búsqueda” del individuo resalto como manifestación de interés para las Relaciones Públicas, en él, el individuo se desenmascara con mayor facilidad, son estas fuerzas encontradas las que debelan parte del solipsismo del ser-en-el-mundo (lo “des-nudo”, sin nudos, sin embrollos), fuerzas encontradas a modo de; “sentido” es lo que me llega, si bien la idea de sentido genera la imagen de lo que proyecto, lo proyectado en sentido del individuo siendo “en” su futuro, el sentido tiene la dirección del contramano, pues el sentido siempre es desde nosotros y hacia nosotros, es un en-si-mismarse, en su “ser ante-los-ojos”, la idea de “sentido” es “un hacer-me la U” . Ahora bien, la idea de “búsqueda” tiene una doble lectura, en primer lugar la búsqueda se genera en la idea de un “sin-sentido” en la medida de que encuentro alguna carencia en mi-yo en-el-mundo y esto es lo “movilizante”; y en segundo lugar, la idea de “búsqueda” genera en el individuo la idea de “estrategia”, y esta estrategia ya tiene en su esencia la idea de “manipulación” del individuo para lograr con lo “a la mano” su en-el-mundo sentido. El interés generalizado de Relaciones Públicas está, y en primer lugar, en debelar o descubrir aquello “encontrado” del “ser ante los ojos” del ser para-sí, en su solipsismo, para luego, y en segundo lugar, crear lo ha-saber en sentido de “lo buscado” por el individuo, en cuanto lo ha-saber coincida con el “sentido de búsqueda” del sujeto no genera mayores contrariedades, el problema o exigencia nos suscita cuando el “sentido de búsqueda” es distinto de lo que tenemos para su ha-saber, y en esto, nuestra estrategia estará dada en, o camuflar nuestro ha-saber para que parezca su “sentido de búsqueda” (lo “a la mano” práctico), o bien, componer un ha-saber que genere en el individuo una contrariedad en su primogénita carencia y así generar un nuevo “sentido de búsqueda” (lo “ante los ojos” teorético) en su para-sí nihilizando nueva carencia.

Como podemos apreciar, cuando hablamos del “sentido de búsqueda” de un sujeto estamos hablando, y en el plano formal, de dos argumentaciones distintas de la fenomenología del “sentido de búsqueda”, por un lado la idea de “sentido de búsqueda” que nos refiere al individuo en su mirar-se, su para-si-estático-de-si al estudiar-se, pensar-se, poniendo sus sentidos en “su” sentido “ante los ojos”, y por otro lado la idea de “sentido de búsqueda”, refiriéndonos ya a lo “a la mano”, a lo práctico, a su idea de “alcanzar” suponiendo su “estrategia”. En este punto el individuo ya reconoce la “cosa” buscada y se reconoce en la “forma” (estrategia) de búsqueda, y supone su en-el-mundo-deseado a partir de lo “a la mano”, en este punto nuestro ha-saber debe tener identificado si es la “cosa” objeto de nuestro interés o es la estrategia, o bien ambos.

Cuando una persona está teniendo un estímulo sensorial, están ocurriendo en su interior dos procesos teóricamente distinguibles: uno de ellos es el simple hecho del estímulo llegando a los receptores; el segundo es este hecho enmascarado de los “concomitantes habituales”. Analicemos en primer lugar, y de manera poco compleja, la llegada del estímulo. Cuando vemos un perro, lo que ocurre es, una refractación de la luz, natural o artificial, en la cosa-perro, y cuando ésta llega a mis ojos, una serie de procesos que van desde algún tipo de excitación de nuestros bastoncillos y conos que, por algún proceso que no puedo explicar, lleva esa información hasta alguna parte del cerebro que produce en nosotros la sensación de ver-perro. Ahora bien, desde un punto de vista científico, yo no puedo decir que esta sensación de ver-perro es, realmente, ver-perro, ya que, por ejemplo, puedo estar soñando y vivir la sensación como real, también como juego de espejos puedo estar viendo reflejos de perro en mi ver-perro, también puede ser otro animal que por la velocidad de su traslación y por juego de luces parecía un perro, más no lo era. La imagen visual jamás es pura, y creemos lo que en principio vemos en virtud de la ley de hábito, o de los concomitantes habituales, y éstas son, que ver-perro conlleva también la expectación de habitual de lo que significa el hecho, si vemos un perro, y éste, sacara de su hocico una lengua de lagarto, y a partir de nuestra ley de hábito, ¿diríamos que es un perro?, si éste además cantara como pájaro, podríamos decir que lo que vemos sensorialmente como ver-perro, es de hecho, un perro; la respuesta es no. Cuando vemos un perro, esperamos verlo en sus actos habituales, y además, tocarlo y que al tacto parezca perro, que tenga olor a perro, y escucharlo ladrar como perro. Si alguna de estas concomitantes habituales fallan, nuestro juicio sobre la cosa-perro del que estamos siendo objeto de sensación, se corresponde en un error y en una verificación nueva para un posterior enjuiciamiento del objeto de estudio, el vivir en un mundo como el que nos rodea, nos hace tener cierta seguridad de que los objetos tienen cierta estabilidad, todo este tipo de expectaciones, pertenecientes a la inducción, se perfecciona en el individuo por el hábito que transforma la sensación en experiencia perceptiva, y ésta es, en términos generales, una creencia dogmática de las personas en lo que muestra la física y la inducción como probables, y, difícilmente un individuo, siquiera tenga conocimiento de los concomitantes habituales que, y como subjetividad envuelta en el momento de la percepción, juegan un papel importantísimo como valor inferencial del objeto de estudio. Dentro del estudio de Relaciones Públicas, tanto la ley de hábito, los concomitantes habituales y los valores de inferencia de cada uno de estos concomitantes son de una importancia superlativa, ya que, teniendo nuestro ha-saber, y cuando hablábamos de tener en cuenta el contexto, ya éste contexto tiene nombre de peso propio, ley de hábito, concomitantes y el valor de inferencia de cada uno de éstas; la importancia radica en que, el ver-perro debe oler a perro, ser palpado como perro y oído como perro sino, el objetivo de lo ha-saber cae al no poder ser sostenido por el público, que las cosas estén ordenadas de acuerdo a cierta lógica-esperada nos tranquiliza. La complejidad que conlleva la comprensión de estos elementos hace del estudio de Relaciones Públicas una actividad, como ciencia, de la que no se pueda generalizar en cuanto al objeto estudiado, cada lo ha-saber tiene su objetivo, su público, y cada público, y en general, tiene su “ley de hábito”, con mayor divergencia sus “concomitantes habituales” y en mayor diversidad aun, el “valor inferencial” con que cada concomitante habitual contamina por sobre su ley de hábito de cada hecho.

Existe un dicho popular muy ilustrativo a éste respecto; “ no sólo hay que ser honrado, hay que parecerlo”, en este dicho están encerradas ciertas estructuras de pensamientos, hábitos de pensamientos, que valen la pena analizar por la riqueza de su contenido. Por ley o definición, la masa, cuando analiza un tema X, lo hace desde la superficialidad, y esto es, tomar partido y en desafiante postura por cualquiera de las aristas de un X como un todo entendido, comprendido, como un sabido de saberse, y vale preguntarse ¿ desde qué lugar se ampara la masa para defender su punto de vista? Pues, lo hace desde lo que se le “aparece” como bien, y esto es, cualquier cosa amparado en una democrática mayoría. Para dar un ejemplo, es muy sencillo lograr que la masa acompañe cierto tipo de emprendimientos judiciales, a ejemplificar: que los presos tengan trabajos forzados. La ley del hábito nos dice que, las personas que están presas son culpables de algún hecho aberrante, los concomitantes habituales, grosso modo, personas de mal trazo, de poca pulcritud, sucios, mal hablados. Pero, sabemos que no todos son así, por lo tanto, si presentásemos un reo bien lucido, de buena dicción y bien perfumado, los valores inferenciales cambiarían para los receptores de la masa. Pero el tema que me suscita es el siguiente, teniendo en cuenta los concomitantes habituales, si quisiéramos como parte de un sector del gobierno, por ejemplo, legalizar los trabajos forzados de los reos con el pretexto de que trabajen para la sociedad que los mantiene, ¿qué deberíamos hacer?, pues, por ejemplificar alguna de las acciones, se podría organizar un motín convenciendo a los reclusos de hacer pedidos extravagantes y, editar los pedidos hechos ante las cámaras para luego mostrar esta “realidad” a la masa expectante frente al televisor. Irritar al hombre masa, teniendo los medios adecuados es, en exceso, una tarea relativamente sencilla, sólo debemos captar la atención de los individuos-masa, y apelando a la ley del hábito, mostrar los concomitantes habituales haciendo hincapié en los valores inferenciales que con mayor facilidad logran la ira de las masas expectantes, de ésta manera, nuestro ha-saber, logra el objetivo. Pero volviendo al hombre masa, que seguramente estaría convencido de que, la prohibición de que reos hagan trabajos forzados es para cuidar a los reclusos, pediría a sus representantes que se revierta la ley, y esto es, porque la masa actúa sin pensar, sin pensar bien al menos, y es porque, lejos de proteger a los reclusos, la prohibición de trabajos forzados en realidad es, para proteger al ciudadano común. ¿y cómo, esta ley, defiende al ciudadano común y no al reo? Pues, porque, las leyes tienen también la función de protegernos de los gobiernos; ¿cómo es esto?, ¿decimos que hay leyes que nos protegen de los gobiernos a nosotros? Pues si, bastaría un gobierno sin escrúpulos para, y a la hora de necesitar mano de obra barata para la construcción de una carretera por caso, inventara causas a dos mil o tres mil hombres de 18 a 35 años para la construcción de una ruta y al finalizar la obra, dictar el sobreseimiento de estas personas. Este ejemplo sólo nos ilustra que, en general, el hombre masa, y la vendita opinión pública en general, son síntomas de decadencia intelectual más no, el fruto de un pensamiento minucioso, fresco y sin estorbos de anomalías de intuición.

Es importante para Relaciones Públicas conocer de manera minuciosa la ley de hábito que se esconde detrás de nuestro ha-saber para lograr el objetivo planteado, acertar en los concomitantes habituales y hacer una elección precisa de los valores inferenciales de cada concomitante, y esto es de vital importancia a la hora de pensar la estrategia de nuestro ha-saberse, porque “no sólo hay que ser honrado, `también', hay que parecerlo”.

La “ilusión del movimiento” es una realidad que debemos tener en cuenta en Relaciones Públicas. Suponiendo por “esto”, cualquier situación, el cambio es la alteración del “esto”, por surgimiento o desagregación de los diversos componentes que lo hacen ser, tomando el cambio en situación de movimiento, el instante de cambio de componentes suponen otro “esto”, que ya no es el mismo, para que un “esto” sea cambio es necesario un estadio en situación para ser producido, por lo tanto, como advirtió Sartre, “el movimiento supone, al contrario, la permanencia, si un esto debiera a la vez ser trasladado de un lugar a otro sufriendo una alteración niega el movimiento ya que supone varios estos en el camino”. La ilusión del individuo que no se baña dos veces en el mismo rió, sea porque no es la misma agua, sea porque él ya no es el mismo, produce el efecto deseado para este sistema, esta idea de movimiento tranquiliza la masa, y si a esto le agregamos que esta ilusión de movimiento es realmente vertiginosa, imposibilitan la contingencia de un “esto” estático-metamorfoseante, a un “esto” “dinámico” con imposibilidad de cambio en movimiento pero con la ilusión de traslado a cambio de no parecer el mismo. ¿Cómo logramos esta idea de movimiento y velocidad?, no dejando al individuo en situación estática, todo el sistema, todos los sistemas caen a pedazos con un individuo en “soledad”; pensar-se, es una manera estática de un “esto”, donde esto es un yo que soy yo, puesto en situación de estaticidad para analizar-me, a modo de yo-estático-de-mi-yo. Pues, para alcanzar los objetivos de lo ha-saber, muchas veces el estudio de nuestro público nos impondrá la modalidad de tratamiento de lo ha-saberse en base a esta ley de “ilusión de movimiento”, y esto es, lograr la sensación en el individuo de que la corriente ante la que se sumerge es inevitable y por la cual él cambiará, y esto es, borrar la característica que nos da lo “estático”, o sea, el individuo en situación “pensante”; como ejemplo de esto podemos dar el de la moda, en cuanto a mi para-si nihilizando lo en-el-mundo a partir del “con”, en cuanto teatralización de mi exterioridad, tomando la ley del hábito en este caso, los concomitantes habituales y el valor de inferencia, y habiéndonos referenciado en el SER, TENER y HACER, es que el estudio del logro de mi ha-saber debe alcanzar la independencia del pensar-se forjando el “así debe ser”. La “ilusión del movimiento” es, en definitiva, la producción de un en-el-mundo a partir del “con” de lo irremediable, busca que el individuo lo acepte como tal, esta voracidad, a modo de velocidad irrevocable, que debe aceptarse tal y como es y que no produzca un cambio sustancial en el individuo. O sea, debo lograr individuos que acepten el cambio como irremediable, pero, al aceptar este cambio, el individuo no se ve modificado más que en su exterioridad, ya que, latente, este individuo seguirá con la idea del movimiento para así, aceptar la próxima propuesta de lo en-el-mundo del próximo ha-saberse. Siguiendo con el ejemplo de la moda, el individuo no cambia por la nueva vestimenta, sino más bien encontramos la creencia en una nueva teatralización de su en-el-mundo, esta idea de cambio a priori, es nuestra ilusión. Puede objetarse que lo en-el-mundo realmente cambia en cuanto a lo “como me ven”, y esto es aceptable, pero esta especulación en el individuo es a priori, a modo de ilusión, donde no necesariamente pueda darse de hecho, sólo logramos un individuo que se exterioriza como lo en-el-mundo-que-quiere-ser, pero su ser, no cambia; fijémonos qué pasa con un militar que viste su nuevo galardón, su grado superior, existe una sensación de cambio, y por supuesto vivida como real, más, sigue siendo el mismo en cuanto quiddidad.

Algunas veces, para Relaciones Públicas y para su ha-saberse, y al contrario que “la ilusión del movimiento”, encontramos que el cambio debe producirse a partir de un ha-saber de “Todo está bien, todo va a seguir igual”; como veremos, no se puede hablar de Relaciones Públicas si no hablamos de masa, pues, ¿existiría Relaciones Públicas sin la masa?, pues, no tendría sentido de ser, sería un sin-sentido; lograr un nuevo en-el-mundo a partir de un “Todo va a seguir igual” parecería, en esencia, una contradicción, pero, y como dije antes, así como Relaciones Públicas es un sin-sentido sin la masa, es justamente la idea de hombre-masa la que da sentido a esta representación. Los cambios bruscos aterran la estabilidad emocional, psíquica, social etc. del hombre, por lo que para la construcción de un ha-saberse-lógico serán necesarias las ideas de “Todo está bien, todo va a seguir igual”, por el contrario que “la ilusión del movimiento”, en ésta, debemos lograr un cambio real a partir de la creencia de permanencia; en un ejemplo, a partir de la conmoción que puede generar en el individuo la idea de “EEUU imperialista”, nuestro ha-saberse debe lograr lo en el mundo a partir de, “Si los argentinos fuésemos potencia, seriamos peor que los yankees”, esto, juega un doble papel, y veremos; por un lado cambiamos nuestro yo-con a partir de “nosotros seriamos peores”; y en segundo lugar, en definitiva, mi yo-en-el-mundo no pondría en peligro a la humanidad con el potencial armamentístico que poseen, por lo tanto, y siendo que ellos al menos, no son peores que yo, tampoco lo harían ellos, logrando el “todo va a seguir igual”. Existe un cambio real en la estructura del individuo, “ellos” ya no son tan malos, pero, para el hombre-masa, no existe conciencia del cambio, sino más bien, la aceptación de la situación que antes le aterraba por una aparente tranquilidad. La quiddidad, ahora, se aparece como “cambiada”, pero no sospechada por el individuo a partir de su en-el-mundo.

Para algunos tratamientos de lo ha-saberse, el condimento secreto de Relaciones Públicas podría ser “la idea de igualdad” en lo en-el-mundo del individuo, por definición sabemos que los hombres no son iguales, de ahí la idea de esencia del individuo, pero, y a veces, deberemos enmascarar lo ha-saberse bajo este precepto, a saber, “todos somos iguales”, aunque sepamos que no es así, ya que no todos somos iguales ante el otro, ni ante la ley, ni ante la naturaleza, al menos de hecho; por ejemplo para Relaciones Públicas internas, es que debemos forjar algunas veces este modelo; y qué se puede buscar con la idea de igualdad, pues la tranquilidad, la paciencia, cierto conformismo en aquellos que ya dieron su máximo potencial o todos aquellos que no son “indispensables” por caso, para una organización, se planteará que dentro de una organización esta idea de descartable es, de organizaciones poco comprometidas con su personal, pero, y lejos de moralinas, sabemos que hay individuos más difíciles de reemplazar que otros, pues, para los más “reemplazables”, la idea de igualdad ante su en-el-mundo es de suma importancia para que se sientan imprescindibles, ya que esto genera ciertas actitudes que pueden sernos de utilidad. En cambio, y para otros sectores u otras situaciones, la idea del “sobresalir” debe redundar en lo en-el-mundo a partir de su yo-con “empresa” para lograr colocar al individuo en la situación deseada, esta idea de “desigualdad” ante lo a sobresalir puede ser atacada desde distintos puntos, por ejemplo el del status dentro de la organización, esta idea de “igualdad” o de “desigualdad” es alimento para ciertos individuos a partir de su ”con” por nihilización de su para-si de cosa-situación con la posterior concreción de lo en-el-mundo por ellos pretendido. La idea de “igualdad-desigualdad” puede ser utilizado tanto para provocar como para desestimular ciertos en-el-mundo de los individuos.

La “idea de libertad” y “la idea de masa” juegan un papel muy importante en cuanto lo ha-saberse de Relaciones Públicas, y es que las posibilidades son múltiples, también como en todos los casos anteriores, puedo utilizar la “idea de libertad” para lograr un acto liberador en algún individuo en situación, pero también puedo lograr una masificación a partir de la “idea de libertad”; según corresponda, la “idea de masa” puede dejarme ante un en-el-mundo del cual puedo creer no poder salir, o por el contrario, justamente este tratamiento puede lograr la activación del individuo para lograr la “idea de libertad”, la clave está en el estudio del ser-con que redunde lo en-el-mundo del individuo para, y como resultado de la tesis previa, producir un ha-saberse que “garantice” nuestro objetivo.

Para Relaciones Públicas las verdades son circunstanciales, y esto, ¿qué quiere decir?, pues, y en primer lugar, que dependen de las circunstancias (para nuestro público); y en segundo lugar, que dependen de nuestro objetivo, no más que eso; por supuesto que desde el universo de la Filosofía, de la razón, podemos decir, “Nuestras pasiones son la vegetación que cubre la roca desnuda de los hechos”, y en este caso Nietzsche nos daría la razón pero, y muchas veces, el tratamiento de un ha-saberse deberá verse atraído por el ideal realista de “la verdad es una”. Y ¿por qué?, pues, será la masa la que nos justifique algunas veces este tipo de procedimiento, y es que para algunos objetivos será necesario que esto sea así; la relatividad de la verdad muchas veces puede servirnos para lograr en el individuo una situación de yo-pensando, o sea, un para-si-estático-de-si a partir del “con” al que fue expuesto, esta relatividad de lo que denomino “verdad”, y por ejemplo, puedo lograrla por caso, “terrorismo”, si nuestro público fuese el pueblo de los EEUU, pues bien una verdad “única”, “los terroristas quieren aniquilarnos, o son ellos, o nosotros”, pues éste fue el tratamiento de prensa oficial de este país ante esta situación; ahora bien, pero con el mismo tema, y teniendo un ha-saber en nuestro país, “mantener el sentimiento anti-yankee”, ante toda la opinión pública que adhiera a la anterior postura, el tratamiento de la verdad debería ser de tipo relativo, o sea, poner al individuo ante otra realidad que proponga un pensamiento, y sería “8 millones de niños murieron desde 1990 hasta el 2000 por el bloqueo americano”, esto no hace que una persona cambie su postura contra el terrorismo, pues lo que hacemos es poner a la presunta víctima en situación de victimario, al quedar las dos partes en igualdad de condiciones, atacante-víctima, logramos en apariencia que los individuos queden replanteando sus pensamientos.

Una cosa importante para tener en cuenta, primero, el tratamiento del hecho, segundo, la sensación del hecho. No es parte de Relaciones Públicas el tratamiento del “hecho en sí”, las verdades de hecho, y ¿a qué me refiero con esto?, pues bien, por caso, ante un crimen, ¿quién se encarga del tratamiento del hecho?, pues la policía, son sus peritos los que determinan qué paso, un juez dictamina lo que ha ocurrido en un hecho; ahora bien, de qué se encarga Relaciones Públicas entonces, pues, del tratamiento de la sensación del hecho, y es en esto que si existe un dinamismo del que no podemos despreciar, este dinamismo nos da, según nuestro ha-saberse, según nuestro público, la “libertad-determinada” del tratamiento, “libertad” en el sentido de que no podemos cegarnos ni que las verdades son únicas ni que son relativas; “determinada” en el sentido de que es nuestro público quien nos define, nos devela la mejor manera de presentarlo para lograr los objetivos de nuestro ha-saberse. No existen garantías de que nuestro ha-saber perviva en la conciencia de nuestro público, para esto es importante que nuestro ha-saber este en concordancia, y de alguna manera, con las estructuras de pensamiento ya existentes del individuo, según Ortega y Gasset: “Cuando alguna nueva representación acude a la conciencia salen a su encuentro las que en la conciencia preexistían y, entrando en contienda con aquella, la transforman haciéndola apta para vivir en unidad consigo mismas”, es por eso que, y cuando necesitamos la pervivencia de un ha-saber debemos tomarnos el trabajo de hacerlo “concordar” todo lo que se pueda con la mayoría de variantes en que su estructura de pensamientos podamos prever. Existen otras prerrogativas de importancia tales como “El gusto”, “El gusto del no gusto”, “El gusto de lo distinto”, “La ilusión del orden”, “La ilusión del caos” etc. que son importantes para profundizar, pero, serán reservados a otros estudios, creo que por el momento, y para el objetivo de este trabajo, con lo antes expuesto, es suficiente para entender la esencia.

Para ir finalizando con este trabajo, no me quiero guardar una consideración creo importante, muchas veces he visto y comprobado que la gente, en su generalidad, la masa, no sabe a qué nos dedicamos, muchas veces se piensa que el relacionista público es aquella persona que está para tener siempre una sonrisa, el que nos palmea y figura en todos los eventos, el que se codea y conoce los nombres de personas importantes pero, que no hace “nada”, sólo basta un buen traje caro y una linda corbata para ser relacionista público, estar en todas las fiestas y conseguir “cositas” para los huéspedes de nuestra institución, esta es la idea de la generalidad, ahora bien, esto es una generalidad y esto no me molesta, y ¿por qué no me molesta?, pues, es exactamente esta visión la que creo necesaria para poder hacer tranquilos nuestro trabajo, si llegara a conocimiento de la masa el por qué de nuestra función, si lograran conocer cuáles son nuestros objetivos, pues nuestro trabajo se vería afectado por un prejuicio que nos haría mucho más difícil nuestra labor. La verdadera razón por la que un relacionista público debe estar en los rincones que nadie ve es ésta, si “saben” cuál es nuestro trabajo, y nos ven cerca del hecho, pues pueden dudar de la “veracidad” de sus sensaciones, y esto, es un riesgo que no podemos correr. Que piensen que somos los que tenemos suerte, los que apenas trabajamos, los que nada podemos decir más que de obras de teatro, reuniones, cómo comer, cómo ubicarnos; que parezcamos los sirvientes mimados de la empresa es justamente nuestro ha-saber-propio que debemos estimular, los que “por algo deben estar, más no se por qué”, ese es nuestro primer objetivo en Relaciones Públicas dentro de nuestra organización ante la masa; los dóciles, los buenos, y por sobre todas las cosas los “inofensivos”; esta es la clave para poder caminar la empresa y que la gente no cambie de tema cuando está desayunando, cuando están en los baños, esperando para irse o en alguna cena de fin de año. Deberemos conformarnos con alguna prima a fin de año, y el guiño de algunos directivos que sí saben cuál ha sido nuestra función; para el resto, que sólo les parezcamos buenas personas, está bien.

Otra consideración, y creo o invento oportuna es, la del papel no de la Universidad, sino, y más bien, el papel del alumno en la Universidad; existen, lo que llamaría yo, los “alumnos custodios”, y son esos que ven la belleza de un pensamiento donde se les interpone que deben encontrarlo, y están los “alumnos de transición”, aquellos que son desconfiados, aquellos que sabiéndose en tránsito suponen un antes, un durante y un después que no es un conocido en su paso por la Universidad, la siguiente comparación a la que me expongo entiendo arriesgadísima pero sólo es una comparación a modo de ilustración, es por eso que casi se lo estoy diciendo al oído, como un susurro; un alumno custodio sería un juicio analítico a priori, dicen una verdad pero no construyen el conocimiento, nada aportan; un alumno de transición seria un juicio sintético a priori, van sintetizando y “jugando” con el conocimiento para formar nuevas formas de entendimiento, y estos si aportan, con esto no quiero que se entienda que unos tienen más importancia que otros, ambos tipos son importantes para distintas circunstancias, el tema es preguntarse, de cuál grupo se necesitan más miembros, y esto es un debate al que no me someteré, ahora. Aunque si podría mostrar mi preferencia, y es que los alumnos de transición me resultan más simpáticos, y para ellos, el peor enemigo de un alumno es su profesor, y entiendan bien esta enemistad, el profesor es aquel que trata de cualquier manera de mostrarle un conocimiento, y el alumno es el que intenta por todos los medios de que, justamente esto, nunca suceda, pues es que entiendo de que en esa lucha de odios y seducciones es que la “construcción” del conocimiento se nos hace propicia, esta guerra de adoctrinaciones y revoluciones elevan al profesor a su máxima exposición, y realzan la figura del alumno en su salvaje estado, y es que estos son los aires de libertad que huelen bien, estos son los perfumes que sensualizan los espacios de persianas abiertas, las Universidades que miran a las montañas, son aquellas que como modelo tienen lo estático, toda Uni-versidad debe mirar la Multi-versidad, siempre hacia el cielo.

En cuanto a la finalidad de este ensayo, espero sea de ayuda para estimular nuevas visiones de Relaciones Públicas en los alumnos y en la currícula de la carrera, y por sobre todo, provocar una actitud positiva hacia la investigación de nuestra ciencia.

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Tal y como la que siente Antoine Roquentin. Sartre.

Aunque fuera del diccionario, esta palabra me ha parecido descriptiva.

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Op. Cit.

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Platón interpreta este “saber”, de una manera que difiere del significado de “saber” que encontramos explicado en algunos parágrafos posteriores de este ensayo.

GARCIA, Manuel, “Las Relaciones Públicas”. Ed. Ágata, 1999

Ferrater Mora; Diccionario de Filosofía.

A pesar de estar aceptado por esta ciencia la imposibilidad del objetivismo, intento describir la diferencia en cuanto al compromiso del comunicador social al tratamiento de su información, este es un compromiso implícito del comunicador con su público que confía en la información proporcionada por éste como “verificada” y como “verdad”.

Podría ser entendido como un “Realismo Interno” de Putnam, según J. Habermas.

En el caso de Político está tomado en cuanto éste está en campaña tratando de convencer de su doctrina a los públicos, al Político en cuanto está en campaña política, no en cuanto a los aspectos de administración del Estado y estudio de la realidad circundante.

El que dirige.

Entender este ser-con como posibilitador del ser-en-el-mundo, Heidegger.

Para Heidegger, la estructura fundamental es el ser-en-el-mundo, (in-der-Welt-sein), una realidad total. Por eso no hay un sujeto en el mundo, ni un mundo en un sujeto; “El ser y el Tiempo”.

Es lo que normalmente nos dan los libros de Relaciones Públicas en su generalidad.

El Ser y el Tiempo, 172.

Si bien estas categorías ontológicas se desprenden de Sartre en “El Ser y la Nada”, éstas están resignificadas para este estudio.

Ferrater Mora; Diccionario de Filosofía

Sartre.

Por “prudencia académica” (debido a la facilidad con la que se confunden estos conceptos con ideales Fascistas), no constará registro en este trabajo de mi análisis sobre el “hombre-masa” al cual hago referencia, por la que debe entenderse en un mix de las tipologías especificadas por Nietzsche, Ingenieros y Ortega y Gasset. Acudo al interés del lector a introducirse en las obras de estos autores, para poder así, tener una aproximación a lo que interesa en este ensayo en cuanto a la significación que se le da a la idea de “hombre-masa”. Quiero hacer una aclaración, tardía por demás, pero creo que no por eso inoportuna, cuando hablo del “hombre-masa”, no me refiero a un hombre a partir de su condición social, étnica o nivel de instrucción que posea, cuando hablo del “hombre-masa” me refiero al hombre “escaso de razón”. También para un mejor entendimiento de lo que quiero expresar con “hombre-masa” puede encontrarse la idea en la siguiente frase de Scheler, “Para el perro sólo existen espacios ambientes, que cambian cuando el perro se mueve, y el perro no logra coordinar esos espacios ambientes en el espacio total del jardín”. “El puesto del hombre en el cosmos” Ed. Losada. 21° Edición. 1997. pag 64.

Entiéndase por “juicio mundano” todas las interpretaciones que se hacen a-científicamente.

Sartre. “El ser y la nada”.

Idea que encontraremos ampliada más adelante.

Para mayor información sobre aspectos de conducta y espacios conviene comenzar por la lectura de principios de urbanismo de Le Corbusier en “La Charte D'Athenes”

Ortega y Gasset.

Existe una evidente conexión de la idea de Samaja con el postulado de Carlos Marx que nos habla de que la realidad social determina la realidad del hombre, por lo que, y a modo de súplica, espero no contaminen la idea propiamente dicha con moralinas de tipo partidistas.

Es importante aclarar que la lógica es una disciplina que sirve para dar claridad a los conceptos, pero que no sirve para crear nuevas nociones, en cuanto, si hablamos de nueva lógica hablamos no de nuevas “ideas”, sino de una nueva manera de enfocarlas en cuanto a la nueva lógica. Esto puede traer confusiones en miradas distraídas, y por caso presento el ejemplo del conyugicidio, hace más de 2000 años sería mirado desde la lógica de ley del Talión, hace 500 desde la recuperación del honor perdido del esposo, y en la actualidad la idea de la “emoción violenta”. Como vemos el conyugicidio puede ser visto por varias “lógicas”, pero es importante precisar que la lógica es una forma de dar claridad a la idea de conyugicidio pero no una nueva forma de matar.

Quevedo. “Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón”.

Lo “ante los ojos” es, en este ejemplo, la idea del ser en cuanto a su sentido de carencia, proyecta lo “en” su futuro, de manera teorética. Heidegger.

Lo “a la mano” nos genera la idea de lo que el individuo puede manipular interna o externamente, su relación en el mundo práctico. Heidegger.

A modo de ausencia o carencia.

Este teóricamente habla del hecho formal, pero materialmente esto sería indivisible.

Bertrand Russell, “Investigación sobre el Significado y la Verdad”

“El principio de la democracia degenera, no solamente cuando se pierde el espíritu de igualdad, sino cuando se extrema ese mismo principio, es decir, cuando cada uno quiere ser igual a los que él mismo eligió para que le mandaran. El pueblo, entonces, no pudiendo ya sufrir ni aun el poder que él ha dado, quiere hacerlo todo por sí mismo, deliberar por el Senado, ejecutar por los Magistrados, invadir todas las funciones y despojar a los jueces”. Montesquieu, “El espíritu de las leyes”.

No quiero decir con esto que los pensamientos del hombre-masa sean erróneos, sino más bien, que los aciertos generales de sus pensamientos son casuales, el hombre-masa no busca aciertos en el pensamiento sino más bien, que a veces, sólo se tropieza con ellos; cuando un hombre busca un acierto intelectual, pues, sale de la definición de la masa.

Soledad, en sentido de ser-estático-de-si, de especulándose; más no, de simple ausencia de otros.

Este “así debe ser”, tomado como lo ha-saberse-lógico, o sea, lo necesario que así sea.

Lo que era antes de haber sido, Aristóteles.

Nietzsche, “Tratados Filosóficos”.

“Ideas y Creencias”, p 123.

Debe entenderse que por definición lo que “sabe la masa” es un saber caprichoso.

Primogénita idea que me ha inspirado conclusiones de el hombre y la sociedad y su tiempo de Ortega y Gasset.

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No se entiende muy bien si es Sastre o vos.

Estas escribiendo como español antiguo. “Para todos los seres vivos de este mundo, comer es una cosa común”

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Necesitamos u n nuevo titulo

Holliywood




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Enviado por:Leo Araya
Idioma: castellano
País: Argentina

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