Historia


Relaciones exteriores de Argentina entre 1973 y 1998


INTRODUCCIÓN

Contexto General

La crisis económica y monetaria de fines de los años `60 y principios de los '70 y, luego, la subida de los precios del petróleo tuvieron amplias y trascendentes consecuencias para la economía mundial y el funcionamiento del sistema financiero internacional. La duplicación de las reservas monetarias mundiales, resultado del aumento de la cantidad de dólares en circulación a principios de la década del '70, pasó a cubrir en los años siguientes la mayor demanda internacional de liquidez producida por la inflación mundial y la crisis petrolera. Esta situación derivó en un notable crecimiento del mercado del eurodinero, estimulando la movilidad especulativa del capital internacional incrementando la inestabilidad de los tipos de cambio entre las monedas más importantes del mundo.

Por otra parte, el sistema de cambios flexibles transforma el mercado de divisas en un ámbito incierto e inseguro al producir una oscilación considerable en los precios de los bienes transables, lo que hacía subir los costos de los intercambios y alimentaba las tendencias inflacionarias en los países más desarrollados.

En este contexto no existía una autoridad monetaria que controlara la liquidez internacional. Una nueva estampida de los precios del petróleo, que comenzó a fines de 1978 y se extendió hasta 1980, produjo serios efectos recesivos sobre la economía mundial. Esta suba en los precios de los combustibles generó un impacto negativo en el mundo industrializado y, sobre todo, en las balanzas de pago de los países en vías de desarrollo no petroleros, lo que redujo los ingresos disponibles para saldar importaciones y pagar intereses de la deuda externa.

Desde mediados de la década del '70 se extendieron las políticas proteccionistas, sobre todo en los países industriales y a través de la ampliación de barreras pararancelaria. Estas consistían en limitaciones cuantitativas para las importaciones y diferentes tipos de regulaciones e intervenciones estatales directas. Se formalizó, además, una serie de acuerdos multilaterales entre los países industriales.

La nueva década se abrió en la contexto de un ambiente internacional tenso y de “recalentamiento” de la Guerra Fría, agravada al año siguiente con la llegada de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos, quien abandonó la política internacional de su predecesor en defensa de los derechos humanos y reanudó la carrera armamentista con un programa denominado Iniciativa de Defensa Estratégica más conocida como “Guerra de las Galaxias”, respaldó s diversas dictaduras y desarrolló una posición mucho más dura con respecto a la URSS, sobre todo en las cuestiones estratégicas y militares.

Europa continental, se encontraba también en un proceso de transformación. Las estrategias nacionales frente a la crisis y los efectos diferenciados de ésta limitaron seriamente la posibilidad de una cooperación entre los miembros de la CEE. El resultado fue el debilitamiento del impulso integrador. En los países más poderosos de la región, la crisis también tuvo repercusiones políticas de importancia, ya que permitió el retorno de partidos conservadores al poder, desplazando a los de tinte socialdemócrata. La administración Reagan, pretendió llevar adelante una política económica basada teóricamente en la economía de la oferta, donde uno de los ejes esenciales lo constituía la baja de los impuestos. Las otras grandes líneas de acción eran la moderación del gasto y la desregulación de los mercados, lo que debía acompañarse con una política monetaria restrictiva. Hacia fines de 1982 la política económica de Reagan comenzó a cambiar basada en esquemas más bien keynesianos. No sería la oferta, sino la demanda la que iría a incrementarse debido a las alzas del consumo y de la inversión y, a un aumento del gasto público, en particular en la carrera armamentista.

Otro proceso del gobierno de Reagan fue el endeudamiento de los países en desarrollo .desde mediados de la década del '70 el mercado de préstamos se hizo cada vez más competitivo y la demanda de créditos de aquellos países creció vertiginosamente. América latina resultó la región hacia donde se dirigió la mayor parte del crédito, sobre todo Argentina, Brasil y México que recibieron un 80% de los préstamos otorgados. Por lo que en el período de las décadas del '70 y el '80 la deuda de América Latina aumentó considerablemente.

Hacia principios de los '80, la extrema apertura de la cuenta de capital en América Latina implicaba, sin embargo, un agudo incremento del grado de vulnerabilidad externa, con un endeudamiento en dólares a tasa de interés variable.

La responsabilidad de los gobiernos deudores también fue importante. Los fondos recibidos fueron utilizados de una manera desacertada, destinándose a financiar el consumo, los déficit presupuestarios e inclusive, los gastos militares, en lugar de invertirse en la adquisición de bienes de capital y en el estímulo de actividades productivas que generaran divisas y mejoraran las balanzas de pagos. Los gobiernos en el poder, muchos de ellos militares, favorecían, por otra parte, la corrupción, los gastos suntuarios o improductivos y la especulación desenfrenada. El estallido de la crisis de la deuda latinoamericana en 1982 inició una etapa de restricción financiera al suspenderse los préstamos, y los escasos flujos y refinanciaciones de la deuda quedaron sujetos a las condiciones impuestos por los organismos financieros internacionales. Su resultado fue una significativa reducción de las importaciones de una larga recesión económica. Además, la crisis y las altas tasas de interés internacionales estimularon una cuantiosa fuga de capitales de residentes latinoamericanos. Por lo que en la mayoría de ellos se detuvo por completo el crecimiento económico después de la crisis dando por resultado lo que llegó a denominarse la “década perdida” de los años '80.

Luego de las crisis, el manejo de la deuda a corto plazo fue coordinado por el FMI, que asumió el papel de intermediario entre los países deudores y los bancos acreedores, organizó, coordinó complejos paquetes de recursos que debían cubrir los problemas de liquidez y efectuó también desembolsos de sus propios fondos. El mecanismo utilizado fue la negociación de cada caso en particular, mediante los cuales los deudores acordaron con el organismo internacional llevar a cabo programas de ajustes en sus economías. Estos procuraban reducir la demanda interna para obtener el mayor superávit posible en la balanza comercial a fin de garantizar el pago de los intereses de la deuda externa. Como la lucha contra la inflación fue uno de los objetivos más importantes de estos ajustes, tales programas fueron sumamente severos con respecto al manejo de variables monetarias, fiscales y de ingresos. Para acceder a la renegociación de la deuda el requisito esencial era lograr un acuerdo don el FMI porque sólo siguiendo este paso los deudores podían asegurarse el acceso a nuevos fondos.

La situación de la Argentina en el mundo a principios de 1945 y en la última fase del Proceso de Reorganización Nacional era poco confortable. Su neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial la enfrentó con Estados Unidos a partir de enero de 1942, hizo que fuera expresamente excluida de la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz realizada en el Palacio de Chapultepec, México, de febrero y marzo del '45 y los tramos inaugurales de la Conferencia de San Francisco que redactó la Carta de Naciones Unidas. Las violaciones de los derechos humanos, el rechazo del laudo arbitral sobre la cuestión del Canal de Beagle, el posterior escalamiento de este tema hasta la amenaza de guerra contra Chile a finales de 1978 y el conflicto bélico de las Malvinas dieron una imagen negativa de la Argentina en el exterior, que derivó en una pérdida considerable de credibilidad y confianza externas.

No es causal que Juan Domingo Perón en 1946 y Raúl Alfonsín en 1983 juzgaran que su mayo desafío en materia de política exterior era lograr una “nueva inserción internacional”, un propósito igualmente presente en el inicio de todos los gobiernos del período. Las propuestas de “reinserción” internacional fueron presentadas como la faz externa de proyectos políticos definidos como “fundacionales” que, en tal carácter, procuraron construir una “Nueva Argentina”

DESARROLLO

1. La política exterior durante la dictadura

1. a. Relaciones Internacionales con Europa Occidental y Estados Unidos

El régimen militar iniciado en 1976 proclamó una decidida alineación con el mundo occidental y cristiano. En tal sentido se manifestó dispuesto a la defensa del “mundo libre” amenazado por la “agresión comunista” proveniente de enemigos “internos y externos”. A partir de estas definiciones serán previsibles las esfuerzos por mejorar las relaciones con “áreas tradicionalmente amigas” como los Estados Unidos y Europa Occidental.

Se inició un período de fuertes divergencias que dieron lugar al enfriamiento de los vínculos bilaterales en torno a tres cuestiones: “Los derechos humanos”, “La transferencia de armamentos” y “La política nuclear autónoma” seguida por el gobierno de Videla.

La metodología empleada por el régimen contra los “enemigos internos” es la que generó las mayores preocupaciones en Estados Unidos. El gobierno republicano de Gerald Ford había visto con simpatía el golpe militar en tanto rescataba al país del caos provocado por la administración peronista y encaraba una adecuada política económica. Pero con la asunción del demócrata James Carter, en el 1977, tanto la presidencia como el congreso norteamericanos iniciaron una fuerte ofensiva contra la dictadura militar argentina debido a su política de violación de los derechos humanos. Por lo que Estados Unidos anunció la restricción de la ayuda militar a la Argentina debido a las características de la represión. A partir de entonces el problema de los derechos humanos fue la variable que marcaría las relaciones bilaterales hasta 1980.

El desarrollo nuclear autónomo del país constituyó una cuestión conflictiva en la agenda bilateral. En el año 1977 luego de una entrevista entre el Gral. Videla y el Presidente Carter, éste le sugirió la conveniencia de que la Argentina ratificara el tratado de Tlatelolco, suscripto en México en 1967, sobre la proscripción de las armas nucleares en América Latina. El Gral. Videla ratificó la postura tradicional de nuestro país, que rechazaba la ratificación de los acuerdos nucleares por considerarlos discriminatorios, y ofreció todo tipo de salvaguardias para aquellos países dispuestos a transferir la tecnología nuclear argentina.

La negativa argentina a adherirse al embargo cerealero dispuesto por Estados Unidos contra la URSS en 1980, volvió a instalar elementos de fricción en las relaciones bilaterales. El rechazo al embargo cerealero resaltó la posición “autonomista” del gobierno argentino. Si bien condenó expresamente la intervención soviética, detrás de este “autonomismo” subyacía la dependencia argentina a las exportaciones de granos hacia la URSS, que se había convertido en su principal importador. Desprovista de toda implicación ideológica, la posición argentina reflejó la pragmática necesidad, impulsada por intereses locales, de comerciar con la URSS.

Si bien el gobierno de Carter se mostró poco favorable a la concesión de préstamos de bancos multilaterales a la Argentina, ello no implicó la llegada de capitales privados de origen norteamericano, que aumentaron en forma considerable. El comercio mutuo, las inversiones directas y los préstamos privados se desarrollaron con fluidez, respondiendo a las expectativas positivas que el sector empresarial del país del Norte tenía acerca de la política económica liberal del gobierno militar.

Con la asunción de Reagan a la presidencia de Estados Unidos en 1981 se inició una nueva etapa, con contactos más estrechos entre ambos países. Las relaciones bilaterales debían contemplar prioritariamente principios que relegaban el tema de los derechos humanos: el alineamiento del gobierno militar con Occidente y el renovado valor geopolítico y estratégico de la Argentina. De esta manera, el país del Plata se encontró con la oportunidad para desarrollar una colaboración más activa con los Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría.

Sin embargo, la “alineación” que planteaba la Argentina no significaba para Galtieri y la nueva cúpula de poder renunciar, a una cierta idea del interés nacional, simbolizando en la recuperación de las Islas Malvinas, tanto por razones ideológicas como por el deterioro de la situación interna. Ante las sanciones económicas y militares de los Estados Unidos y el apoyo norteamericano a Gran Bretaña, el gobierno de Galtieri, que había exaltado su carácter de “Bastión del Occidente”, se declaró dispuesto a recibir ayuda inclusive de la propia URSS. Pese a su proclamada postura pro occidental, el gobierno del proceso se había mantenido dentro del movimiento de “Países No Alineados” (NOAL), al que Argentina se integró durante el anterior gobierno peronista.

A la derrota militar siguió el período de pronunciada frialdad en las relaciones argentino-norteamericanas. El canciller de gobierno que sucedió a Galtieri, Juan Aguirre Lanari, afirmó que una política neutralista orientada a salvaguardar la “propia capacidad de autodeterminación”. El Gral. Bignone, reprobó la intervención de los gobiernos extranjeros en los gobiernos de América Central en obvia alusión a los Estados Unidos y pese a que los militares argentinos siguieron sus tareas de asesoramiento en la región.

En tanto, el gobierno de Reagan trató de “mejorar” las relaciones bilaterales. A partir de julio de 1982, en sucesivos pasos, levantó las sanciones económicas y militares impuestas a la Argentina y expresó sus deseos de restablecer la cooperación entre ambos países.

Hacia 1983, el gobierno de Washington otorgó prioridad a un inesperado objetivo en sus relaciones con la Argentina y que se contradecía con su pasiva posición frente a la caída de otros gobiernos democráticos, fue el respaldo a la decisión del presidente del último tramo del régimen castrense de retomar al sistema constitucional. La política represiva de la dictadura militar fue otro tema que tensó las relaciones entre la Argentina y Europa Occidental. Los gobiernos de España, Francia, Irlanda, Italia y Suecia en numerosas oportunidades pidieron explicaciones a las autoridades argentinas sobre el destino de ciudadanos de sus respectivos países que habían sido secuestrados. La acción de los exiliados argentinos en Europa también contribuyó a aumente la imagen negativa del régimen militar, y los intentos de éste por revertir esta situación a través de la creación, en 1977, de un “Centro Piloto” en París justificar o desmentir las acciones del gobierno, resultaron infructuosos.

Con la Guerra de Malvinas se sumaron las complicaciones con la Comunidad Europea (CE). En este conflicto se puso en juego la fuerza de los vínculos que unían a la comunidad con la alianza atlántica y las perspectivas de la integración política de Europa. Los países europeos terminaron respaldando a Gran Bretaña y dando la espalda a los reclamos argentinos, varios de los países que le habían vendido armas a la Argentina suspendieron la suministración de material bélico.

1. b. Relaciones con Brasil y Bolivia

Con respecto a América Latina la política exterior abandonó la perspectiva del proyecto peronista. Los planteos integracionistas fueron desplazados a favor de una visión “comercialista” y los principios de no intervención y de libre determinación de los pueblos quedaron soslayados en función de las estrategias geopolíticas que planteaban la subordinación de las fronteras nacionales a las exigencias que planteaban la defensa de las fronteras ideológicas. Los criterios que guiaron a la dictadura militar para llegar a un acuerdo con el Brasil fueron los siguientes:

  • La Argentina debía enfrentar el problema de la insurgencia interna para lo cual no era conveniente mantener abierto un conflicto potencial con el Brasil, convertido en el país más importante de la región.

  • Existía una coincidencia ideológica básica entre ambos regímenes militares que facilitaba un entendimiento.

  • Debido al conflicto del canal de Beagle la Argentina comienza a recibir a Chile como una amenaza mayor.

El 1977 se dieron los primeros pasos hacia al cooperación. Luego de varias reuniones tripartitas y encuentros a nivel de asesores, el 19 de octubre de 1979. Argentina, Brasil y Paraguay firmaron el Acuerdo Tripartito sobre Corpus e Itaipú, por el cual se definía la cota de la represa hidroeléctrica de Corpus y se establecía el potencial a utilizarse de la represa de Itaipú. También se firmó el acuerdo para el desarrollo y usos pacíficos de la energía nuclear. La guerra de Malvinas, en la que Brasil se solidarizó abiertamente con la acusa argentina, fue otro motivo de acercamiento entre ambas naciones, pero el inicio verdadero de la integración entre ambos países se dará con el retorno de la democracia y bajo el mandato de presidentes civiles.

1. c. Relaciones con la URSS y países del Este

Un aspecto importante de la diplomacia militar fue el paulatino crecimiento de la importancia de las relaciones con la URSS y los países del Este. A pesar del clima de la Guerra Fría y el por occidentalismo del que hacía gala el régimen castrense, que se acompañaba internamente con la represión indiscriminada de toda manifestación de izquierda; la Argentina del Proceso mantuvo estrechos contactos económicos y políticos con el principal “enemigo” de Occidente. Por razones económicas por la angustiosa necesidad de mercados para las exportaciones agropecuarias favorecían las relaciones con países compradores, entre los cuales tomó especial relevancia la URSS. Sus razones políticas se debían a que el gobierno trataba de contrapesar las tensiones con Estados Unidos y Europa por medio de los acuerdos con los soviéticos.

Entre 1976 y 1979 se realizaron estudios de factibilidad para la construcción de una gran represa en el Paraná Medio y se acordó la provisión de turbinas para otras centrales hidroeléctricas. Por otra parte, se reanudaron las reuniones de la comisión mixta argentino-soviética, suspendidas en 1975 y, en noviembre de 1976 la URSS realizó una gran exposición de productos industriales.

El tema de los derechos humanos fue otro terreno de acercamiento entre los dos regímenes autoritarios. La URSS se opuso en forma sistemática a que el cuestionamiento a la Argentina fuera debatido en los organismos en los que ambos países formaban parte. A principios de 1980, el gobierno militar rechazaba la decisión estadounidense de propiciar un embargo colectivo cerealero para castigar a la invasión soviética en Afganistán. El ministro Martinez de Hoz, cuya política económica en tanto privilegiada a una estructura productiva predominante agropecuaria, la captura de un mercado tan importante como el soviético resultaba fundamental. Además, para aprovechar los altos precios ofrecidos por los soviéticos, se redujo el comercio con mercados tradicionales. De esta manera, la URSS se transformó en el principal comprador de la Argentina y la balanza comercial entre ambos países inclinó claramente a favor del país.

En materia económica se realizaron importantes acuerdos pesqueros, se iniciaron las colaboraciones en materia nuclear, proyectos de infraestructura, se compraron maquinarias y vehículos soviéticos de distinto tipo.

Durante el último tramo de la dictadura militar, las relaciones argentino-soviéticas retornaron el rumbo del que parecieron apartarse a principios de 1982. El gobierno argentino manifestó sus deseos de realizar grandes obras hidroeléctricas con la colaboración de la URSS, acrecentándose con ese fin el intercambio de delegaciones técnicas y económicas. También se afirmaron los lazos militares.

2. Conflicto del Canal del Beagle

El Laudo Arbitral sobre el diferendo del Beagle fue conocido a principios de 1977. Chile presentó una gran cantidad de cartas geográficas de origen argentino que legitimaban la posición chilena y presentó una frondosa documentación de sus actos de posesión. Estos antecedentes determinaron que la Corte Arbitral favoreciera los reclamos chilenos y que Laudo respectivo causara consternación al gobierno argentino que esperaba un fallo más político. A partir de entonces varios representantes argentinos intentaron lograr un acuerdo con las autoridades chilenas sobre el asunto. Sin embargo, el gobierno de Pinochet rechazó las propuestas argentinas, se afirmó en el Laudo e, inclusive amenazó con recurrir a la Corte de la Haya, a fines de 1977, la negociación estaba en un callejón sin salida.

Finalmente, el gobierno argentino declaró la nulidad del Laudo Arbitral, en enero de 1978, argumentaron errores esenciales de Derecho, contradicciones y parcialidad, entre otras causales, la cancillería argentina anunció la impugnación de la decisión arbitral. Por su parte, la cancillería chilena expresó su rechazo terminante a la “insólita declaración de nulidad”. Los argentinos propusieron negociar aguas y zonas comunes, resignando algunas de sus pretensiones sobre tierras e introduciendo la novedosa proposición de establecer “zonas compartidas” en zonas marítimas al este del meridiano del Cabo de Hornos. Sin embargo, la delegación trasandina rechazó el planteo de los argentinos. Mientras tanto, las tensiones se fueron incrementando a ambos lados de la frontera. En diciembre de 1978, el enfrentamiento militar parecía inminente. Cuando la guerra estaba a punto de estallar, el Vaticano pidió al Papa su intervención en el diferendo. Por fin, el 23 de diciembre de 1978, Juan Pablo II designó al cardenal Antonio Samore para encauzar las negociaciones entre Chile y Argentina.

El 8 de enero de 1979, en las Actas de Montevideo, los cancilleres de Chile y Argentina aceptaron someter el litigio a la mediación del Papa. En un segundo Acuerdo, las partes se comprometieron a no hacer uso de la fuerza.

El dictamen papal se demoró dos años. El 12 de diciembre de 1980, el Sumo Pontífice entregó su propuesta de mediación a los cancilleres de Argentina y Chile. La propuesta convalidaba básicamente el Laudo Arbitral, lo que llevó al gobierno argentino a manifestar al Papa que “los renunciamientos que vuestra propuesta sugiere son graves”. De esta manera, la situación se ve estancada hasta la asunción del gobierno democrático.

3. Guerra de Malvinas

A lo largo de 1976 y durante el primer cuatrimestre del 1977, las conversaciones secretas trataron de sentar las bases para la prosecución de las negociaciones sobre la cuestión de las Islas Malvinas. La Argentina y Gran Bretaña acordaron elaborar en conjunto “una solución pacífica” a la disputa existente entre los Estados sobre la soberanía y al establecimiento de una marco para cooperación económica argentino-británica. Aunque en 1980 se insinuó la posibilidad de una transferencia de soberanía a la Argentina con los británicos insistían en que debían tenerse en cuenta los deseos de los kelpers, que rechazaban dicha transferencia. Treinta días antes de la invasión, ambas partes reafirmaron su decisión de hallar una solución a la disputa de soberanía y consideraron en detalle una propuesta argentina de crear una comisión negociadora para lograr mayores progresos en el diferendo.

El régimen castrense encontró en esta disputa por la soberanía una oportunidad para recomponer el orden autoritario en crisis. Así dispuso, en la madrugada del 2 de abril de 1982, que tropas de la armada desembarcaran en las Islas Malvinas. Estados Unidos apoyaba a Gran Bretaña.

Al día siguiente de la ocupación, fue convocado el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El honorable Consejo a pedido de Gran Bretaña, sancionó la Resolución 502, que demandaba el inmediato cese de hostilidades y el rápido retiro de las tropas argentinas de las islas. Exhortaba, a su vez, a los gobiernos de Argentina y el Reino Unido a buscar una solución diplomática a sus diferencias y a respetar de manera integral los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.

Margaret Thatcher, la titular del gobierno conservador mostraba su inflexibilidad rechazando toda posibilidad de negociar sin previo retiro de las tropas argentinas, y a la vez, exhibía su resolución a llegar al enfrentamiento armado de no lograr sus objetivos.

El 20 de abril el consejo permanente de la OEA (Organización de los Estados Americanos) votó por amplia mayoría (18 votos) la convocatoria del TIAR para prestar ayuda continental a la Argentina solo se abstuvieron Estados Unidos, Trinidad y Tobago y Colombia. Aunque el Tratado había sido concebido para prevenir un ataque externo al hemisferio por parte de un tercer país en el marco de la guerra fría, nada impedía que pudiera aplicarse en esta ocasión. Los Estados Unidos anunciaron el 30 de abril el apoyo militar a Gran Bretaña. A partir de entonces, la flota inglesa hizo sentir su poderío.

Por entonces se produjo el desembarco británico en las islas. Haciendo valor su enorme superioridad técnica y numérica, los ingleses avanzaron por el territorio isleño en camino hacia la capital del archipiélago y hacia fines de mayo lograron rendir el único foco de resistencia argentino en el interior. En tanto, las deliberaciones en el seno del TIAR, el 29 de mayo, lejos de definir una ayuda militar efectiva a la Argentina, sólo alcanzó a condenar a Gran Bretaña por haber desplegado un ataque “injustificado y desproporcionado”.

Finalmente, el 14 de junio, y tras varios combates, las fuerzas inglesas lograron la rendición del jefe del Comando Conjunto, el Gral. Menéndez y se consumaba así la derrota argentina en la única guerra de su historia en el siglo XX.

Retorno a la Democracia

4. Relaciones exteriores del gobierno de Alfonsín

En el tema de los derechos humanos se comprometió a derogar la ley de Amnistía promulgada durante la dictadura; a juzgar a los culpables de la violación de dichos derechos y a combatir los métodos violentos de derecha e izquierda. Con respecto al sindicalismo propuso la existencia de un sindicato único por actividad y el quite de la personería jurídica a las agrupaciones sindicales que hicieran política partidaria.

En el campo militar propuso el reemplazo de la Doctrina de la Seguridad Nacional y en el ámbito de política exterior, anticipo el desarrollo de una estrategia independiente, la solución pacifica de los conflictos, y la profundización de las relaciones con los países de América Latina.

La controvertida cuestión del Beagle se encauzo por carriles pacíficos. A cinco años del veredicto papal, el gobierno decidió la aceptación de la resolución vaticana.

4. a. Relaciones con EE. UU. Y Europa

Las relaciones del gobierno de Alfonsín con los Estados Unidos fueron adquiriendo creciente importancia con el correr del tiempo. El país del Norte ocupo un lugar de relevancia junto a América Latina y Europa Occidental.

Desde su Asunción, Alfonsín manifestó la voluntad de establecer una relación madura con la potencia hegemónica del sistema capitalista.

La diplomacia argentina diferencio dos niveles en la relación con Washington. Por un lado, las convergencias esenciales alrededor de principios y valores compartidos como la democracia, el pluralismo, la dignidad del hombre, los derechos humanos, la libertad y la justicia social. Por el otro, los disensos metodológicos debido a los intereses nacionales encontrados fuera del eje de la confrontación Este-Oeste y también acerca de los medios mas adecuados para alcanzar el desarrollo, afianzando los principios y valores del mundo occidental.

El gobierno argentino tenia una visión del escenario mundial distinta de la de Reagan. Rechazaba el esquema Este-Oeste como modelo explicativo de la problemática mundial tal como lo concebía el gobierno estadounidense. Desde su perspectiva, la paz y la seguridad en el mundo estaban amenazadas por los desequilibrios entre países ricos y países en desarrollo característicos de la problemática Norte-Sur; mientras que, para los neoconservadores de Reagan, las amenazas provenían de la Unión Soviética y de sus vicarios en América Latina, Cuba y Nicaragua, por lo que privilegiaban las consideraciones estratégico militares en lugar de las socioeconómicas.

Para el gobierno argentino el apoyo de los Estados Unidos era necesario para alcanzar un doble objetivo. Por un lado, consolidar el proceso democrático en momentos en que la Administración Reagan favorecía la implantación o fortalecimiento de democracias moderadas que no cuestionaran sus intereses fundamentales. Por otro, renegociar la deuda externa en mejores condiciones, contando con la asistencia de Washington. En cuyo caso, el gobierno argentino abandono su propósito de politizar la cuestión de la deuda externa y su cuestionamiento al orden económico internacional. De este modo los EE. UU. Logro alinear a la Argentina con el resto de los deudores.

En Noviembre de 1986, la Casa Blanca presiono para que el Comité de Bancos priorizara las negociaciones con la Argentina antes que con el Brasil; en Febrero de 1987, apoyo la concesión de un préstamo puente por 500 millones de dólares a la Argentina por parte de doce países industrializados. A mediados de Noviembre de 1987 las renovadas presiones norteamericanas para impulsar las negociaciones entre Argentina y el Comité de Bancos derivaron en un importante acuerdo firmado por el Departamento del Tesoro de los EE. UU. , juntamente con el Banco de Acuerdos Internacionales de Basilea, el Banco Central de la Republica de Colombia, el Banco de México, y el Banco Central de Uruguay.

La precomposición de los contactos con Europa Occidental constituyo otro pilar esencial en la estrategia de diversificación de las relaciones exteriores del gobierno radical. La conexión europea resultaba fundamental dada la cercanía de las visiones del escenario internacional de los dirigentes euro-occidentales con las de la diplomacia argentina. El gobierno argentino intensifico sus contactos políticos con algunas naciones de Europa Occidental.

En los dos primeros años de su gestión, Alfonsín visito España, Italia, Francia y Alemania, países considerados como actores privilegiados para la estrategia de aproximación a Europa Occidental. También figuras destacadas de la política europea vinieron a la Argentina: Helmut Kohl, Claude Cesión, Sandro Pertini, los reyes de España. Los resultados de estos intercambios se tradujeron en: el apoyo conjunto a las iniciativas de desarme y moratoria nuclear propuestas por el Grupo de los Seis, el apoyo a la redemocratización y a la política de derechos humanos en América Latina, la participación en la solución del conflicto centroamericano y un acercamiento declarativo en el tema de la deuda externa. En síntesis, se logro cambiar la imagen externa de la Argentina y se recompusieron las relaciones con Europa, profundamente deterioradas durante la dictadura militar.

El gobierno argentino esperaba, frente a las rígidas posturas norteamericanas, el apoyo europeo en la renegociación de la deuda externa. La posición de los europeos no difirió fundamentalmente de la sustentada por la administración norteamericana y su apoyo quedo subordinado al logro de la estabilidad económica y a la firma de un acuerdo con los organismos multilaterales de crédito y la banca acreedora.

La orientación de la política exterior hacia Europa experimento un cambio que estuvo encaminada en la búsqueda de asociaciones particulares, privilegiando las inversiones en el aparato productivo argentino en lugar del sector publico. Se destacaron el Tratado con la Republica Italiana para la Creación de una Relación Asociativa Particular y el Acuerdo de Cooperación y Amistad con el Reino de España. La crítica situación económica y la inestabilidad social e institucional del país imposibilitaron que ambos convenios se profundizaran.

En el tema Malvinas, durante 1984 se realizaron varios intercambios informales en busca de descongelar las relaciones con Gran Bretaña, interrumpidas desde 1982. Los británicos pusieron énfasis en la necesidad de que la Argentina dispusiera el cese formal de hostilidades como condición para reanudar las negociaciones. La diplomacia argentina mostró su disposición negociadora, levantando las restricciones impuestas a las empresas británicas en el país.

El gobierno argentino, planteo la cuestión en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en distintos foros tanto gubernamentales como no gubernamentales, logrando importantes apoyos a favor de la negociación directa entre las partes en conflicto. Asimismo, se desarrollaron esfuerzos diplomáticos en Europa para obtener respaldos en la cuestión de Malvinas. Sin embargo, los europeos mantuvieron su postura abstencionalista y escasamente predispuesta a enfrentarse con Gran Bretaña, lo que ponía entre dicho los intereses solidarios de la Comunidad Económica Europea.

4. b. Relaciones con América Latina

El gobierno radical busco la convergencia entre los intereses políticos y económicos del país y los de América Latina. Esta región se constituyo, junto con los EE. UU. en torno a una política exterior cuyos objetivos eran: impulsar la integración latinoamericana, revigorizar las instituciones regionales, fortalecer la paz y desalentar la carrera armamentista en el área, oponerse a toda doctrina que subordine los intereses de América Latina, a los objetivos estratégicos del conflicto entre las superpotencias, concertar políticas para regionalizar los problemas y sus soluciones y fortalecer las formas representativas de gobierno.

El problema de la deuda externa latinoamericana se fue convirtiendo en el tema más importante en la agenda externa del país a nivel regional. Es así que los jefes de las naciones industrializadas reiteraron su determinación a encarar el problema de la deuda de forma bilateral, caso por caso, propusieron una política de austeridad.

Once naciones latinoamericanas que representaban el 93% de la deuda regional arribaron al “Consenso de Cartagena” que reclamo el tratamiento político de la deuda, la vinculación de las dificultades financieras con los problemas del comercio internacional y estableció el principio de la corresponsabilidad de los países acreedores en el proceso del endeudamiento.

Sin embargo, las naciones latinoamericanas no lograron superar el plano discursivo. Prevalecieron las posiciones a favor de arribar a acuerdos bilaterales entre los respectivos gobiernos y la banca acreedora. En definitiva, el documento final de la reunión reafirmo la necesidad de una consideración política de la deuda aunque dejo traslucir el acuerdo mayoritario de los países participantes a favor de soluciones bilaterales. Estas dificultades introdujeron una modificación de la diplomacia argentina en el área.

También se profundizo la tendencia hacia el acercamiento bilateral con el Brasil. En 1985, ambos países firmaron acuerdo en materia de cooperación nuclear y técnica e industrial, y convinieron una inspección mutua de las instalaciones nucleares. Sin embargo, la iniciativa más importante tuvo lugar en Diciembre de 1986 con el lanzamiento del Programa de Integración y Cooperación Argentina-Brasil que a través de la firma de varios protocolos sentó las bases del MERCOSUR.

El acercamiento a Chile fue otro capitulo decisivo de la política exterior del gobierno de Alfonsín. La firma del Tratado de Paz y Amistad entro la Argentina y Chile se concreto en la Ciudad del Vaticano el 29 de Noviembre de 1984, y puso fin al diferenciado austral por el Canal de Beagle. Luego de cinco años, ambas partes aceptaron el veredicto papal y sentaron las bases para una intensificación de la relación bilateral.

4. c. Relaciones con la URSS y los países del Este

En Diciembre de 1985, expiraban los convenios comerciales firmados en 1981 por el gobierno militar. El deseo de reforzar los vínculos se manifestó entro 1984 1985 a través del intercambio de delegaciones parlamentarias y la invitación de Moscú a cuatro gobernadores con el propósito de acordar negocios concretos.

El 22 de Enero de 1986, en Buenos Aires se inició un nuevo convenio comercial por cuatro años para la venta de 4,5 millones de toneladas de granos a la Unión Soviética. La Argentina se comprometió a comprar en ese lapso 500 millones de dólares de equipos industriales y manufacturas, duplicándose el monto de compras acordado en el convenio anterior. Las dificultades en colocar los productos argentinos en los mercados occidentales y la competencia de los mismos países industrializados determinaron que el gobierno argentino se mostrara decidido a incorporar definitivamente a los países socialistas entre los protagonistas de su política exterior.

La dimensión política y estratégica de las relaciones bilaterales también fue abordada abiertamente por los soviéticos. En relación con la cuestión de las Malvinas y para discutir las respectivas actitudes en la Asamblea General de las Naciones Unidas, visito la Argentina, el secretario general de la chancillería soviética y manifestó el peligro creciente que significaba la militarización de las islas e interpreto la misma como una amenaza a la URSS. De esta manera, se introdujo el conflicto Este-Oeste en el caso Malvinas que dejaba de ser una disputa que involucraba solo a países del mundo occidental. Esta idea seguramente formo parte de la agenda de discusiones con la chancillería argentina.

En lo referido a las Islas Malvinas, se reclamo un arreglo político de la cuestión mediante negociaciones directas entre Gran Bretaña y la Argentina y el desmantelamiento de la base militar construida por los ingleses.

En el terreno económico, la visita del canciller Shevarnadze sirvió para reafirmar los créditos expuestos en ocasión de la visita de Alfonsín a la URSS. Las relaciones económicas debían tomar nuevos rumbos en reemplazo del tradicional intercambio de productos agropecuarios. Se aspiraba a la organización de empresas mixtas con la participación de ambos países y a la acción conjunta entre empresas soviéticas y compañías privadas argentinas en otros mercados.

5. El no alineamiento

El gobierno de Alfonsín planteo su rechazo a todo alineamiento en los términos de la confrontación estratégica mundial. Por lo tanto, la ratificación de la pertenencia argentina al Movimiento de No Alineados se sentó en la necesidad ética de rescatar los valores fundamentales de la organización, el rechazo a la política de bloques, el fomento de la distensión, oposición a la carrera armamentística y la negativa a integrar alianzas militares. El no alineamiento se transformo en una herramienta para operar sobre la confrontación Este-Oeste, tratando de contribuir a la distensión y al fortalecimiento de la paz, objetivos percibidos por el gobierno radical como condiciones necesarias para la autonomía latinoamericana. Por otra parte, según lo expreso el propio Alfonsín, se trataba de evitar la presencia de armas nucleares en la región e impedir que la OTAN este preparada para intervenir en países extra europeos (en alusión a las Malvinas). En este marco, la diplomacia argentina desarrollo una activa militancia a favor del desarme mundial.

En cuanto a la política nuclear, pese a las presiones de los EE. UU., la argentina no ratifico el Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina. A nivel internacional tampoco firmo el Tratado de No Proliferación. Argentina argumento el carácter discriminatorio de ambos tratados en la medida en que el primero, implícitamente y el segundo, en forma explicita, diferencian dos categorías de Estado: los que tenían derecho a fabricar bombas y los que no lo tenían.

6. Relaciones exteriores del gobierno de Menem

6. a. Fundamentos teóricos de su política exterior

La política exterior del gobierno menemista tuvo como sustento teórico al denominado “realismo periférico”. Este esquema plantea las estrategias de política exterior adecuadas para Estados periféricos, dependientes, vulnerables y escasamente relevantes para los intereses vitales de las grandes potencias.

El principal objetivo de la política de un Estado dependiente debe ser la reducción de costos y riesgos, lo que supone el alineamiento con las grandes potencias o con la potencia hegemónica de turno. La confrontación política con los países centrales resulta altamente contra producido para naciones vulnerables y poco estratégicas.

Por otra parte, debe renunciarse al conecto de autonomía, entendida como libertad de decisión o de acción de los Estados, es decir, como búsqueda de mayores márgenes de independencia. Esto marca claramente los limites de una política exterior propia, condicionada a los avatares de un escenario internacional conducido y diseñado por otros países, de cuya voluntad, y la de sus inversores, depende el financiamiento externo. Queda la libertad de elegir de qué manera quiere establecerse una vinculación funcional, teniendo en cuenta estas restricciones que suponen, además, el no cuestionamiento del orden internacional.

Las críticas a esta teoría apuntan a diversas cuestiones:

  • El realismo periférico parte de una lectura de la historia de las relaciones internacionales de la Argentina y, en particular, de la política norteamericana hacia América Latina basada en la adaptación forzada de ciertas hipótesis a los hechos históricos.

  • No se puede inferir que la conducta internacional histórica de la Argentina fue de permanente confrontación con la potencia hegemónica. Si hubo confrontación con los EE. UU., estuvo marcada durante largo tiempo en función de las relaciones con Europa y de la falta de complementariedad de las economías de los dos países.

  • No es posible renunciar a priori a la defensa de intereses propios cuando, persiste, la violencia o los conflictos en la política internacional y subsiste la ecuación “hegemonía-subordinación” como característica principal de las relaciones entre países periféricos y centrales.

6. b. 1. Relaciones con los EE.UU.

El “realismo periférico” del gobierno de Menem se tradujo en el alineamiento con los Estados Unidos le diseño de la política exterior se vinculo con la percepción de que el orden internacional emergente tras el fin de la Guerra Fría suponía el establecimiento de una hegemonía norteamericana.

La agenda de la diplomacia argentina quedo subordinada a la relación privilegiada con los Estados Unidos.

Este alineamiento determino un cambio en la política exterior. En septiembre de 1990, el Poder Ejecutivo anunció el envió de naves y tropas argentinas al golfo pérsico para participar en el bloqueo contra Irak. Así se rompió la tradicional neutralidad del país ante los conflictos que no le afectaban directamente. Sin embargo, las acciones argentinas en el golfo no significaron grandes beneficios materiales para la Argentina: se recibieron las felicitaciones de los gobiernos de los EE.UU. y Gran Bretaña, el especial agradecimiento del emir de Kuwait y se logro la participación de algunas empresas privadas argentinas en actividades ligadas indirectamente a la reconstrucción del país invadido.

La modificación de la política nuclear argentina se inscribió cuando se firmo el tratado de Tlatelolco en 1992.

El retiro del movimiento de los no alineados fue otro cambio en la política exterior argentina.

Después de la guerra del golfo se advierte un mayor involucramiento en los operativos de paz de la ONU.

También el gobierno argentino intento deslizar el rol de las fuerzas armadas hacia otros compromisos. En diciembre de 1996, Menem, en su encuentro con Clinton, solicitó se considerara la posibilidad de que la Argentina fuera considerado un aliado extra OTAN, fundamentalmente para combatir el narcotráfico y el terrorismo. Esto significa involucrar las Fuerzas Armadas en esta lucha.

El primer encuentro de Menem y Bush incluyo como tema fundamental la búsqueda de apoyo norteamericano a las negociaciones argentinas con el Club de Paris, el Banco Mundial y el FMI.

En octubre de 1997, se produjo la visita del presidente Clinton a la Argentina, en la que el mandatario estadounidense prometió ante las autoridades de la comunidad judía argentina apoyar sus demandas a favor de un esclarecimiento de los atentados contra la embajada israelí y la AMIA. Lo mas sustantivo de esta visita fue un cambio en l actitud con respecto al MERCOSUR: en lugar de verlo como un desvió indeseable, Clinton lo considero un paso convergente hacia la construcción de un proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas.

El balance de la política exterior argentina con respecto a los EE.UU. presento una curiosa paradoja. Argentina retomo la conducta internacional adoptada hasta los ´40, antes de la llegada del peronismo al gobierno: en lugar de Reino Unido, se busco a los EE.UU. como socio privilegiado. Por otra parte, otro aspecto de diagnostico consideraba que la globalización significaba la desaparición de la entidad de los espacios nacionales y el debilitamiento del papel de los Estados en el proceso económico.

En este aspecto, tal perspectiva contrastaba con lo que efectivamente ocurría en los países centrales, donde los Estados siguieron conservando un rol significativo y se mantuvieron muchas de las tendencias históricas características de la relación entre países centrales y periféricos. Sin embargo, es necesario también tener en cuenta la importancia de los procesos de regionalización, y, frente a este panorama, el camino para poder fortalecer el poder de negociación ante los EE.UU. pasa necesariamente por el MERCOSUR y tiene como uno de sus vértices insoslayables al socio brasileño.

6. b. 2. Relaciones con Europa

La recomposición total de las relaciones con la Comunidad Económica Europea (CEE) requería que la Argentina normalizara sus relaciones con la Gran Bretaña. Desde la Guerra de Malvinas, el veto británico impedía a la Argentina regularizar su comercio con el mercado comunitario y acceder a las líneas de créditos preferenciales. En consecuencia, el gobierno de Menem inicio un operativo diplomático tendiente a superar el statu quo en el que se mantenían las relaciones con Londres.

Los primeros pasos de dicho operativo se concretaron a partir de Octubre de 1989. Reuniones en las que se acordaron la renuncia mutua al uso de la fuerza, la reanudación de las relaciones consulares y la normalización de los vínculos económicos y de transporte. Los británicos se comprometieron a facilitar la recomposición de los vínculos comerciales entre la Argentina y la CEE.

Una segunda ronda de negociaciones se desarrollo en 1990. Durante la misma Argentina restableció las relaciones diplomáticas con el Reino Unido y los ingleses levantaron la zona de exclusión impuesta en torno de las Malvinas

En abril de 1990, la CEE y Argentina firmaron el Acuerdo de Cooperación Comercial y Económica. La firma de dicho acuerdo derivo en otro hecho de significación, ya que en 1991 se abrió en la Argentina una delegación de la CEE.

La UE (nuevo nombre que adopto la CEE) fue percibida como una respuesta económica y política frente a la presencia británica en el Atlántico Sur. Por ello, en 1993, se firmo con la UE el Acuerdo de Pesca que procuraba aprovechar la condición europea de primer mercado mundial de pescado y acrecentar la presencia argentina en el litoral atlántico.

La necesidad de inversiones fue un tema reiterado en las visitas realizadas por Menem a los miembros de la EU, por ello se firmaron acuerdos bilaterales de promoción y protección de inversiones con varios de ellos.

6. b. 3. Relaciones con América Latina

La dimensión regional de la política exterior de Menem mantuvo la continuidad con la del gobierno anterior. Se trato de buscar consensos como la negociación del ALCA desde el Mercosur.

Por otro lado la relación con el Brasil fue privilegiada

En 1991, la chancillería Argentina apoyo una propuesta norteamicana en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU para investigar supuestas violaciones a los derechos humanos en Cuba, mientras que el resto de los países de América Latina con representación en la Comisión se abstuvo o voto en contra.

En 1194, Argentina respaldo la intervención en Haití. Ese mismo año mientras se impulsaba la integración de Chile al Mercosur y enfatizaba la unión con el brasil, Menem y Cavallo se tentaban con la posibilidad de acceder al NAFTA

La aspiración argentina a integrarse como miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas precipito un desacuerdo con el Brasil. Las relaciones con Chile adquirieron un perfil de cooperación. A partir de 1990 comenzó a plantearse el objetivo de lograr la solución definitiva de los problemas limítrofes.

La resolución de la cuestión de los Hielos Continentales, sin embargo, resultó dificultosa. En el acuerdo de 1991, se había dividido la zona conforme a una poligonal que marcaba un alinea media entre las máximas pretendidas por ambos países. Ante la falta de rectificación del tratado por parte de los parlamentos de los dos países, ambos presidentes firmaron un protocolo adicional para salvar los obstáculos que impidieron su aprobación. Pero fue el reconocimiento del gobierno argentino del error cometido al dividir los Hielos mediante una poligonal cuestionada por los expertos sin consenso en el Congreso lo que permitió la solución. A partir de entonces, la participación de los parlamentos de ambos países en la búsqueda de la solución permitió la ratificación del acuerdo en junio de 1999 y puso fin a una era de conflictos.

En materia nuclear, se suscribió un acuerdo entre la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Comisión Chilena de Energía Nuclear, a fin de intensificar la cooperación bilateral en la aplicación de la energía nuclear.

En materia de política nuclear, antes de ratificar el Tratado de Tlateloico, algunos países de la región desarrollaron acciones en común. La Argentina, el Brasil y Chile promovieron una serie de reformas al tratado con el objetivo de actualizarlo y

hacerlo efectivo para toda la región. Esas enmiendas fueron aprobadas y firmadas por

los Estados parte, en la ciudad de México, durante las sesiones de la Conferencia General de la OPANAL en 1992.

7. El conflicto de Malvinas

Desde la Asunción de Menem, se modifico el tratamiento del tema dentro de la agenda diplomática. Por un lado, se mantuvo en los carriles de la negociación bilateral con el Reino Unido, y por otro, se congelo el debate en la Asamblea General de las naciones Unidas, aunque se lo continuo en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas y en la Asamblea General de la OEA.

En agosto de 1989, el nuevo gobierno comenzó a recomponer las relaciones con Gran Bretaña.

En cuanto al tema de la soberanía de las Islas Malvinas, luego de varios años de congelamiento bajo la figura del “paraguas”, aparecieron inquietudes con respecto a la parálisis en el tratamiento de la cuestión. Se conocieron varias propuestas oficiales para solucionar el tema: el recurso al arbitraje, la idea de un Condominio, la aplicación de la figura de Estado Libre Asociado, la indemnización compensatoria a los isleños para que abandonen la isla y la independencia del territorio en cuestión.

La soberanía también fue abordada en el marco del MERCOSUR. En junio de 1996, los presidentes de los países miembro con la adhesión de los mandatarios de Bolivia y Chile suscribieron en la provincia de San Luis una Declararon donde respaldan los legítimos derechos de la Argentina en la disputa de soberanía sobre las Malvinas, recordando que es interés del hemisferio que la disputa se solucione de conformidad con las resoluciones de la ONU y de la OEA.

La formula del “paraguas”, al sustraer el problema del ámbito de las naciones Unidas coloco el conflicto en terreno bilateral, preferido por los ingleses. Por otra parte, la formula no impidió que los británicos encararan el aprovechamiento unilateral de los recursos naturales de las islas ni la extensión de la jurisdicción marítima del archipiélago de manera de ensanchar la zona pesquera y emprender la exploración petrolera. En definitiva, nada se avanzo con el afianzamiento de las pretensiones de las pretensiones argentinas de mantener sus derechos de soberanía, respetando los intereses isleños.

8. La creación del MERCOSUR

El escenario internacional de mediados de los ´80 incidió favorablemente en la convergencia política entre Argentina y Brasil.

En 1985 el presidente Sarney se reunió con Alfonsín y se decidió la creación de una comisión mixta de alto nivel para estudiar la cooperación e integración entre las dos naciones.

En 1896 se firmo un acta para la integración Argentino- Brasileña, con la idea de transformar ambos territorios en un espacio económico común, y para permitir una mejor adaptación de empresas y personas.

En diciembre del ´86, el Acta de Amistad Brasileño-Argentina amplio el numero de protocolos en funcionamiento incluyendo transportes, siderurgia, comunicaciones y cooperación nuclear, y le confirió impulso político al PICE.

En 1988 se firmo en Brasilia el Acta Alborada que preveía la incorporación del Uruguay a la integración argentino- brasileña.

En 1990 se refirmo y reforzó la decisión política y la puesta en ejecución del proceso de integración entre la Argentina y el Brasil, creándose un organismo binacional: el Grupo Mercado Común (GMC).

Durante la primera reunión del GMC se acordó la armonización de políticas macroeconómicas y se fijo un cronograma de reducciones arancelarias.

En 1991 los presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay firmaron el Tratado de Asunción que fijo como fecha de conformación definitiva del MERCOSUR el 1º de enero de 1995, teniendo como primer objetivo el establecimiento de una zona de libre comercio que se fue logrando paulatinamente, aunque persistieron espacios conflictivos.

Entre 1985 y 1994 el comercio interregional aumento seis veces. El avance no solo se registró en cifras sino que también se dieron pasos a favor de la construcción de nuevos miembros. En julio del ´94 se hizo la primera reunión para analizar la conformación de un área libre entre el MERCOSUR y Bolivia. Este y luego Chile pasaron a ser asociados al mercado común.

Inicialmente, el MERCOSUR se sustento en un gran potencial de crecimiento y su dinamismo despertó expectativas no solo en la región, sino también en el resto del mundo. También este proceso genero el interés de los EE.UU., al punto, que impulso la creación de un Área de Libre Comercio de las ameritas (ALCA), que abarcaría la totalidad el continente “desde Alaska hasta Tierra del fuego”. Al mismo tiempo el bloque del sur inicio negociaciones con antiguos inversores y socios comerciales: la UE.

8. a. La evolución del Mercosur. Comercio e inversiones extranjeras

Los acuerdos iniciales posibilitaron un crecimiento notable del comercio intrarregional en los primeros años del MERCOSUR, pero luego algunos problemas del Brasil disminuyeron luego esos intercambios.

El intercambio del MERCOSUR con sus principales socios comerciales en 1990 y 1997 nos brinda una perspectiva distinta del comercio de la región. Lo fundamental de ese intercambio se concentro en los países centrales, principalmente los EE.UU. y los miembros de la Unión Europea.

El MERCOSUR represento un atractivo mercado para las inversiones externas, la mayoría de las cuales provino de los países industrializados, representados con firmas transnacionales.

El peso de las inversiones directas europeas y norteamericanas tuvo que ver, sino con el papel que desempeñaron las privatizaciones que se llevaron a cabo en América Latina en la década de 1990, sobre todo en Chile y la Argentina. La privatización de las empresas públicas abarco sectores claves de las economías de los países de la región, principalmente las finanzas, la energía, el transporte y las telecomunicaciones. Cabe destacara que Argentina fue el país del MERCOSUR con la mayor cantidad de privatizaciones.

En el caso particular de la UE resulta interesante observar la creciente importancia que adquirió el MERCOSUR en el flujo de sus inversiones, llegando a representar en el periodo de 1990-1996, mas del 50 % de sus inversiones totales en el continente. La mayor parte de estos ingresos se dieron en la economía argentina, pues era mas atractiva y rentable para los inversores extranjeros. Pero a partir de la crisis del “tequila” ese influjo disminuyo abruptamente y la inversión externa paso a interesarse sobre todo en el país vecino.

8. b. Problemas en la integración regional

Pronto surgieron dificultades; como, por ejemplo, por la aplicación de medidas que perjudicaran las importaciones de productos argentinos en el Brasil, y dieron lugar a polémicas y a que se levantaran voces en el país del Plata criticando la excesiva dependencia de su comercio exterior con la economía brasileña. Se ha señalado que Brasil no se desvió de su destino industrial y tecnología, mientras que, Argentina volvió a la vieja división del trabajo como productora de bienes primarios, los que pasaron a constituirse en el grueso de sus exportaciones al país vecino.

Resulta cierto e importante decir que Brasil constituye un país con mas ventajas industriales con respecto a la Argentina y es reconocido por norteamericanos y europeos como la “potencia regional” y el líder del MERCOSUR.

Sin duda éste esta ubicado en un hemisferio donde el peso indiscutible de los Estados Unidos influye en sus perspectivas futuras. La actitud argentina durante el gobierno de Menem de privilegiar las relaciones con los norteamericanos-relaciones carnales- en una suerte de “alineamiento automático” de la posguerra fría provocaron criticas en Argentina y Brasil y dieron lugar a una extensa polémica.

Es pertinente considerar el papel que juegan en el proceso de integración Uruguay y Paraguay que aparecen como socios menores, pero que pueden adquirir mayor importancia como árbitros de las relaciones entre Argentina y el Brasil, y en el caso del Uruguay, por su trayectoria política anterior y su inserción geográfica, como sede de organismos comunes. La posible incorporación definitivamente de Bolivia y Chile puede ser así misma decisiva.

Un mundo dividido en bloques regionales, como en el caso del MERCOSUR, no se contradice con la globalización, sino que constituye su contracara. La regionalización debe implicar una estrategia dirigida a contrarrestar los factores y tendencias negativas de esa globalización.

9. Postura de derechos humanos

Cuando hablamos de Derechos Humanos inmediatamente los asociamos al movimiento revolucionario símbolo de la libertad, la Revolución Francesa de 1789 y su “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, verdadera base de los derechos humanos votada el 26 de Agosto de 1789, acabando con los últimos vestigios del régimen feudal.

América Latina fue reiteradas veces castigada por regímenes totalitarios que se apartaron de los mas elementales derechos humanos, y recibió en cada ocasión, la unánime sanción de los países democráticos pero estas justas sanciones fueron utilizadas muchas veces como elemento de presión por parte de las potencias mundiales, las que, sin embargo, contaban ya en su haber con el triste merito de ser los principales violadores de los derechos humanos.

El advenimiento democrático en la Argentina nos llevo por fin a buscar nuestra integración al contexto mundial. Sin lugar a dudas, el reestablecimiento del sistema democrático ha gozado del respaldo de los EE. UU. así como del resto de los países.

Nuestro país fue reiteradamente sancionado por los EE. UU. , tanto en el aspecto moral como en el mas directo de los embargos militares y económicos, sobre todo de la década del `70, han dado prioridad a los derechos civiles y políticos, y , en especial, a la defensa de las democracias representativas; defensa que nuestro gobierno comparte plenamente, en sentido de que sin una democracia representativa no se puede garantizar el gobierno efectivo de los derechos humanos en conjunto.

Nuestro país fue escenario de arduos debates en torno al tema de los Derechos Humanos y el papel que estos jugaron el la política exterior, al menos desde la década del '70. Aquellas discusiones llenaron gran parte de la vida política comprendidas en las administraciones de Richard Nixon, Gerald Ford, James Carter y Ronald Reagan.

La postura de los EE. UU. se modifico fundamentalmente a partir de los años `70, cuando el Congreso decidió corregir una serie de estatutos relacionados con la política exterior donde los Derechos Humanos debían funcionar en relación con la asistencia militar, económica y financiera. Así el país del norte corrige sus estatutos para permitir la suspensión inmediata de ayuda a aquellos países que incurran en persistentes violaciones a los derechos humanos.

Así, la promoción de la democracia y de los derechos humanos en otros países no es solo una cuestión moral, sino también el mejor método estratégico para consolidar su propia seguridad nacional.

Nuestro país, y en general nuestra América Latina, ha transgredido reiteradas veces las normas básicas de los derechos humanos y, en consecuencia fue justamente sancionada por los EE. UU. Hoy en día, nuestros países experimentan la vivificante sensación de estar construyendo su futuro sobre la base de jóvenes democracias que deben, en estas difíciles circunstancias, luchar a brazo partido para ampliar los márgenes de la justicia social, componente fundamental de los Derechos Humanos.

LA CREACION DEL MERCOSUR

El escenario internacional de mediados de los ´80 incidió favorablemente en la convergencia política entre Argentina Y Brasil.

En 1985 el presidente Sarney se reunió con Alfonsin y se decidió la creación de una comisión mixta de alto nivel para estudiar la cooperación e integración entre las dos naciones.

En 1896 se firmo un acta para la integración Argentino- Brasileña, con la idea de transformar ambos territorios en un espacio económico común, y para permitir una mejor adaptación de empresas y personas.

En diciembre del ´86, el Acta de Amistad Brasileño-Argentina amplio el numero de protocolos en funcionamiento incluyendo transportes, siderurgia, comunicaciones y cooperación nuclear, y le confirió impulso político al PICE.

En 1988 se firmo en Brasilia el Acta Alborada que preveía la incorporación del Uruguay a la integración argentino- brasileña.

En 1990 se refirmo y reforzó la decisión política y la puesta en ejecución del proceso de integración entre la Argentina y el Brasil, creándose un organismo binacional: el Grupo Mercado Común (GMC).

Durante la primera reunión del GMC se acordó la armonización de políticas macroeconómicas y se fijo un cronograma de reducciones arancelarias.

En 1991 los presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay firmaron el Tratado de Asunción que fijo como fecha de conformación definitiva del MERCOSUR el 1º de enero de 1995, teniendo como primer objetivo el establecimiento de una zona de libre comercio que se fue logrando paulatinamente, aunque persistieron espacios conflictivos.

Entre 1985 y 1994 el comercio interregional aumento seis veces. El avance no solo se registró en cifras sino que también se dieron pasos a favor de la construcción de nuevos miembros. En julio del ´94 se hizo la primera reunión para analizar la conformación de un área libre entre el MERCOSUR y Bolivia. Este y luego chile pasaron a ser asociados al mercado común.

Inicialmente, el MERCOSUR se sustento en un gran potencial de crecimiento y su dinamismo despertó expectativas no solo en la región, sino también en el resto del mundo. También este proceso genero el interés de los EE.UU., al punto, que impulso la creación de un Área de Libre Comercio de las ameritas (ALCA), que abarcaría la totalidad el continente “desde Alaska hasta Tierra del fuego”. Al mismo tiempo el bloque del sur inicio negociaciones con antiguos inversores y socios comerciales: la UE.

LA EVOLUCION DEL MERCOSUR. COMERCIO E INVERSIONES EXTRANJERAS

Los acuerdos iniciales posibilitaron un crecimiento notable del comercio intrarregional en los primeros años del MERCOSUR, pero luego algunos problemas del Brasil disminuyeron luego esos intercambios.

El intercambio del MERCOSUR con sus principales socios comerciales en 1990 y 1997 nos brinda una perspectiva distinta del comercio de la región. Lo fundamental de ese intercambio se concentro en los países centrales, principalmente los EE.UU. y los miembros de la Unión Europea.

El MERCOSUR represento un atractivo mercado para las inversiones externas, la mayoría de las cuales provino de los países industrializados, representados con firmas transnacionales.

El peso de las inversiones directas europeas y norteamericanas tuvo que ver, sino con el papel que desempeñaron las privatizaciones que se llevaron a cabo en América Latina en la década de 1990, sobre todo en Chile y la Argentina. La privatización de las empresas públicas abarco sectores claves de las economías de los países de la región, principalmente las finanzas, la energía, el transporte y las telecomunicaciones. Cabe destacara que Argentina fue el país del MERCOSUR con la mayor cantidad de privatizaciones.

En el caso particular de la UE resulta interesante observar la creciente importancia que adquirió el MERCOSUR en el flujo de sus inversiones, llegando a representar en el periodo de 1990-1996, mas del 50 % de sus inversiones totales en el continente. La mayor parte de estos ingresos se dieron en la economía argentina, pues era mas atractiva y rentable para los inversores extranjeros. Pero a partir de la crisis del “tequila” ese influjo disminuyo abruptamente y la inversión externa paso a interesarse sobre todo en el país vecino.

PROBLEMAS EN LA INTEGRACION REGIONAL.

Pronto surgieron dificultades; como, por ejemplo, por la aplicación de medidas que perjudicaran las importaciones de productos argentinos en el Brasil, y dieron lugar a polémicas y a que se levantaran voces en el país del Plata criticando la excesiva dependencia de su comercio exterior con la economía brasileña. Se ha señalado que Brasil no se desvió de su destino industrial y tecnología, mientras que, Argentina volvió a la vieja división del trabajo como productora de bienes primarios, los que pasaron a constituirse en el grueso de sus exportaciones al país vecino.

Resulta cierto e importante decir que Brasil constituye un país con mas ventajas industriales con respecto a la Argentina y es reconocido por norteamericanos y europeos como la “potencia regional” y el líder del MERCOSUR.

Sin duda éste esta ubicado en un hemisferio donde el peso indiscutible de los Estados Unidos influye en sus perspectivas futuras. La actitud argentina durante el gobierno de Menem de privilegiar las relaciones con los norteamericanos-relaciones carnales- en una suerte de “alineamiento automático” de la posguerra fría provocaron criticas en Argentina y Brasil y dieron lugar a una extensa polémica.

Es pertinente considerar el papel que juegan en el proceso de integración Uruguay y Paraguay que aparecen como socios menores, pero que pueden adquirir mayor importancia como árbitros de las relaciones entre Argentina y el Brasil, y en el caso del Uruguay, por su trayectoria política anterior y su inserción geográfica, como sede de organismos comunes. La posible incorporación definitivamente de Bolivia y Chile puede ser así misma decisiva.

Un mundo dividido en bloques regionales, como en el caso del MERCOSUR, no se contradice con la globalización, sino que constituye su contracara. La regionalización debe implicar una estrategia dirigida a contrarrestar los factores y tendencias negativas de esa globalización.

Postura de derechos humanos

Cuando hablamos de Derechos Humanos inmediatamente los asociamos al movimiento revolucionario símbolo de la libertad, la Revolución Francesa de 1789 y su “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, verdadera base de los derechos humanos votada el 26 de Agosto de 1789, acabando con los últimos vestigios del régimen feudal.

América Latina fue reiteradas veces castigada por regímenes totalitarios que se apartaron de los mas elementales derechos humanos, y recibió en cada ocasión, la unánime sanción de los países democráticos pero estas justas sanciones fueron utilizadas muchas veces como elemento de presión por parte de las potencias mundiales, las que, sin embargo, contaban ya en su haber con el triste merito de ser los principales violadores de los derechos humanos.

El advenimiento democrático en la Argentina nos llevo por fin a buscar nuestra integración al contexto mundial. Sin lugar a dudas, el reestablecimiento del sistema democrático ha gozado del respaldo de los EE. UU. así como del resto de los países.

Nuestro país fue reiteradamente sancionado por los EE. UU. , tanto en el aspecto moral como en el mas directo de los embargos militares y económicos, sobre todo de la década del `70, han dado prioridad a los derechos civiles y políticos, y , en especial, a la defensa de las democracias representativas; defensa que nuestro gobierno comparte plenamente, en sentido de que sin una democracia representativa no se puede garantizar el gobierno efectivo de los derechos humanos en conjunto.

Nuestro país fue escenario de arduos debates en torno al tema de los Derechos Humanos y el papel que estos jugaron el la política exterior, al menos desde la década del '70. Aquellas discusiones llenaron gran parte de la vida política comprendidas en las administraciones de Richard Nixon, Gerald Ford, James Carter y Ronald Reagan.

La postura de los EE. UU. se modifico fundamentalmente a partir de los años `70, cuando el Congreso decidió corregir una serie de estatutos relacionados con la política exterior donde los Derechos Humanos debían funcionar en relación con la asistencia militar, económica y financiera. Así el país del norte corrige sus estatutos para permitir la suspensión inmediata de ayuda a aquellos países que incurran en persistentes violaciones a los derechos humanos.

Así, la promoción de la democracia y de los derechos humanos en otros países no es solo una cuestión moral, sino también el mejor método estratégico para consolidar su propia seguridad nacional.

Nuestro país, y en general nuestra América Latina, ha transgredido reiteradas veces las normas básicas de los derechos humanos y, en consecuencia fue justamente sancionada por los EE. UU. Hoy en día, nuestros países experimentan la vivificante sensación de estar construyendo su futuro sobre la base de jóvenes democracias que deben, en estas difíciles circunstancias, luchar a brazo partido para ampliar los márgenes de la justicia social, componente fundamental de los Derechos Humanos.

BIBLIOGRAFIA

  • Mario Rapoport, Historia económica, política y social de la Argentina(1880-2000), Ediciones Macchi, 2003

  • Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia de la Nación Argentina, TOMO VIII, Editorial Planeta, 2001

  • Carlos Saúl Menem, EEUU, Argentina y Carlos Menem, Editorial Ceyne, 1990

  • Ponencia de A. Guadagni, extraída del libro Empresas que invierten para exportar, Editorial Fundación del Banco de Boston, Bs.As. 1991

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Idioma: castellano
País: Argentina

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