Historia


Reconquista de Extremadura y Andalucía


Tema 1: LA RECONQUISTA DE EXTREMADURA

Y ANDALUCÍA.

1.1. INTRODUCCIÓN.

El concepto de Extremadura como lo utilizamos en la actualidad sólo comienza a esbozarse a fines del XV. No obstante, en documentos anteriores, se hace referencias a “las Extremaduras”; pero cuando así sucede, los cronistas que lo utilizan lo hacen con gran ambigüedad, incluyendo en él a territorios dispares situados al sur del Duero y alejados de aquellas otras que hoy pertenecen a esa región.

Una región que en la documentación del XII y XIII aparece denominada como la Transierra, término para nombrar los territorios más meridionales del reino de León: la alta Extremadura. Antes de la EM no existen unos territorios extremeños que tengan una unidad única desde el punto de vista administrativo, aunque será a mitad del XV cuando aparezcan referencias a esta provincia.

Región alejada de los centros de poder y marginal, en la actualidad cuenta con un extenso territorio: 40.000 km². Extensión que no estuvo densamente poblada y en la que no hubo grandes ciudades, y esto se tiene en cuenta para explicar su rápida señorialización: OO. MM. (Santiago y Alcántara); Obispados (Plasencia, Coria y Badajoz).

De todo lo anterior se deduce que existe gran dispersión de los fondos documentales y esto ha influenciado en que todavía hoy no se puede presentar una síntesis de la Hª de Extremadura. Sí puede mencionarse la introducción histórica de Julio González o el libro sobre Extremadura de José Luis Martín. Esta laguna también se explica por el hecho de que son pocos los documentos conservados hasta el presente. Existen archivos diocesanos (Mterio. de Guadalupe)y municipales (Coria, Plasencia y Trujillo); pero para la investigación de la Hª de Extremadura se debe acudir al Archivo de Simancas, al Archivo Histórico Nacional y Archivos Nobiliarios (Medinaceli, Frías, Alba y Osuna).

1.2. PRECENDENTES DEL SIGLO XII.

La Reconquista es un proceso lento, que se encuadra desde la mitad del s. XI hasta la primera mitad del s. XIII y sometido a grandes dificultades. Dada esta ambigüedad, la Reconquista se debió tanto a leoneses como a castellanos, aunque en tiempos del Emperador Alfonso VII (s. XII) se hizo una división territorial tomando como referencia la Vía de la Plata, quedando Montánchez o Trujillo bajo dominio castellano y reservándose la zona comprendida al Oeste de la Vía para León. No sólo castellanos y leoneses, sino también portugueses (por ejemplo, Geraldo Sempavor) e incluso nobles de otros territorios peninsulares (como el conde de Urgell, que participó en 1166 en la conquista de Alcántara). Pero sin duda alguna las que más contribuyeron fueron las Ordenes Militares: El Templo, Alcántara y Santiago.

Son estas Ordenes las que por su ayuda recibirán extensas donaciones y villas enteras. Sin duda una dificultad importante fue propiciada por la inestabilidad de Castilla y León, y algunas veces se agrava por el hecho de encontrarse entre ellos enfrentados. Semejante desunión sería aprovechada por los musulmanes para realizar incursiones en territorio cristiano para así recuperar parte del territorio arrebatado anteriormente. Sólo a partir de que se produzca la unión de Castilla y León en la persona de Fernando III podrá desarrollarse la conquista de manera fulgurante y rápida.

(INCLUIR AQUÍ LAS FOTOCOPIAS

DE DON JOSÉ L. DEL PINO)

La Batalla de Alarcos (1195)queda como punto culminante del Imperio almohade y fue un duro revés para la Cristiandad peninsular, especialmente para Castilla. La situación de Castilla se hizo crítica, obligada a luchar en tres frentes: Islam, León y Navarra. Desoyendo las exhortaciones del Papa, Alfonso IX de León y Sancho VII de Navarra parecían considerar la derrota en Alarcos como una ocasión admirable para obtener la venganza por tantos agravios como entendían haber recibido. La intervención del Papa fue decisiva: Celestino III veía en la actitud de Navarra y de León un atentado a los supremos intereses de la Cristiandad, y exigía solamente la unión entre todos los estados peninsulares. El 31 de Octubre de 1196 decretó la excomunión contra Alfonso IX. A pesar de todo, se consiguió la paz entre León y Castilla mediante el matrimonio de Alfonso IX con la Infanta Berenguela, primogénita de Alfonso VIII de Castilla, en 1197.

En 1210 Alfonso VIII, con la ayuda del Pontífice Inocencio III, que concedió indulgencias a los que ayudasen al castellano a conquistar tierra de moros, rompió las treguas con los almohades. Estos, mientras tanto, conquistaban Salvatierra en 1211. Ante la gravedad del hecho, Alfonso VIII convocó a sus vasallos para que se reuniesen con él el primer domingo de Pentecostés de 1212. Por su parte, el arzobispo de Toledo marchó a Francia en busca de ayuda, mientras que Alfonso VIII sólo obtuvo el apoyo de Pedro II de Aragón.

Los cristianos salen de Toledo el 20 de Junio; el 24 de Junio la vanguardia de cruzados tomó al asalto Malagón y el 30, Calatrava. Además, el día 7 de Julio, cuando ya habían sido conquistadas Alarcos, Caracuel y Benavente, llegó S. VII con sus tropas navarras. El 16 de Julio se produjo la gran victoria cristiana de las Navas de Tolosa.

Los cristianos irrumpieron en el Alto Guadalquivir: Baeza y Úbeda cayeron. Pero después de esto y comenzando a manifestarse la disentería en el ejército, Alfonso VIII decidió emprender la retirada. Años más tarde, caerían las plazas de Alburquerque (1218), Síjara, Muro, Alcocer, Herrera y Capilla (1226), que permitirían a los cristianos avanzar y conquistar toda la Andalucía Bética en los reinados de Fernando III y Alfonso X: Córdoba (1236), Jaén en 1246 y Sevilla en 1248, Niebla (1262), Jerez de la Frontera (1264) y por último Cádiz, en 1265.

Mientras tanto, los musulmanes aún ocupaban importantes plazas en Extremadura: Trujillo, Santa Cruz, Montánchez, Mérida, Cáceres y Badajoz. Algunas de ellas serían conquistadas por el monarca leonés Alfonso IX (la romana Mérida, Cáceres, Badajoz o Montánchez) y otras por su hijo Fernando III “el Santo” como por ejemplo: en 1234 Medellín y Alange; en 1236, Benquerencia; y en 1241 Zafra, Guadalcanal, Montemolín, Reina y Segura.

Tema 2: REPOBLACIÓN EN EXTREMADURA

Y ANDALUCÍA.

2.1 REPOBLACIÓN EN EXTREMADURA.

El fenómeno de la repoblación es de larga duración y supera los límites cronológicos de la EM. Este proceso sufrió numerosos avatares en un primer momento. Es difícil tratar, en relación con el tema, de señalar áreas de repoblación o niveles cuantitativos de poblamiento dada la falta de documentación. Habría que tener presente que un tercio del territorio extremeño se ocupa de forma rápida al mismo tiempo que otras tierras mucho más ricas (el valle del Guadalquivir), que sin duda polarizaron la atención de los colonos. Independientemente hay factores que influyen en la repoblación extremeña:

  • Los territorios conquistados a fines del s. XII o principios del XIII tuvieron mayor afluencia de pobladores que los ganados con posterioridad.

  • Las zonas dedicadas a la agricultura (Tierra de Barros y Vega del Guadiana) atrajeron más la atención de los repobladores que otras zonas de preferente dedicación ganadera (Valle de la Serena y zona suroccidental de Badajoz).

  • La proximidad a una zona conflictiva, frontera con Portugal, ejerció una acción repulsiva, que se superó en parte con la elevación de castillos que dieron protección a los habitantes de la zona. Esto explica que toda esa zona fronteriza se entregué a la nobleza y a las OO.MM., más capaces de garantizar su defensa. Serán éstas últimas quienes desde el punto de vista jurisdiccional controlen gran parte del territorio extremeño (50 %).

  • - Alcántara: Alcántara, Valencia de Alcántara, Benquerencia, Ciruela, Capilla, Almorchón, Magacela y Zalamea.

    - Santiago: sus encomiendas se hallan en la actual provincia de Badajoz, Tierra de Barros y la zona septentrional de Cáceres.

    - El Templo: por toda la provincia de Cáceres.

    - Sometidas al realengo están Badajoz, Cáceres, Plasencia y Trujillo. Otras fueron señorializadas (como por ejemplo Alburquerque, Herrera y Alcocer en favor de los Téllez de Meneses, y Jaraicejo en favor del Obispo de Plasencia).

    La región extremeña se caracterizó por su baja demografía en las poblaciones que la componen. Es poco lo que se sabe sobre el sistema de reparto. En relación al realengo, se piensa que todo ocurrió de acuerdo con lo seguido en Cáceres: el Rey concede un fuero y en él se le asigna un alfoz amplio. En el fuero se da paso a la constitución del Concejo, porque tras la conquista los cuadrilleros proceden al reparto de tierras. No se conoce la titularidad ni la importancia de esas tierras, pero debió de ser importante, aunque muchos territorios quedaron sin ocupar. En un segundo momento es el Concejo el que reparte la tierra entre los nuevos pobladores dividiendo el término en sexmerías, las cuales a su vez se dividen en veintenas. Los pobladores llegados en esta segunda fase reciben por sorteo un lote de tierras, y los que llegan tarde tuvieron que comprar sus heredades.

    Más afluencia tuvieron los territorios sometidos a las OO.MM., las cuales desarrollaron una política repobladora sabia concediéndoles franquicias, como se expone en los fueros de determinadas villas. En estos fueros se determina que deben pagar en determinadas épocas del año tributos o prestaciones, por ejemplo la martiniega (censo del día de San Martín), el yantar (hospedaje feudal) y el auxilio desde el punto de vista militar a los freires. A pesar de ello, la peste negra (s. XIV) y la guerra con Portugal (s. XIV y XV) mermaron considerablemente la capacidad demográfica de Extremadura. Para antes de la mitad del XV se constatan 29 despoblados, aunque poco después exista un aumento de población muy inferior a otras regiones castellanas.

    2.2 REPOBLACIÓN EN ANDALUCÍA.

    Desde fechas tempranas, este tema cuenta con las obras de Julio González y Juan de Mata y Carriazo.

    Consideraciones sobre el nombre

    y el territorio de Andalucía

    Andalucía como sector definido dentro de Castilla, alcanzó su primera definición a raíz del proceso conquistador de Fernando III. Antes de 1253, la palabra Andalucía se usaba en diferentes sentidos:

    a) Como traducción simple de Al-Andalus.

    b) Territorio de Al-Andalus correspondiente a Andalucía y Murcia.

    c) Tierras del valle del Guadalquivir.

    En cualquier caso, Al-Andalus y Andalucía definen dos regiones geográficas e históricas distintas. Para los cristianos, la diferencia entre Andalucía y el reino de Granada estuvo clara y se ha manifestado en los textos administrativos hasta el XIX.

    Pedro de Medina, en 1548, se refiere a los tres reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén como provincias de Andalucía. La conquista y repoblación de Granada hizo que en la Edad Moderna el concepto Andalucía se extendiera a los 4 reinos. La Andalucía a considerar se corresponde con la denominada “baja Andalucía”: Sierra Morena, depresión del Guadalquivir y cordilleras béticas (60.000 Km²).

    En este espacio se advierten constantes históricas:

    • Alto grado de urbanización.

    • Agricultura de tipo mediterráneo.

    • Conexión con las rutas del comercio internacional.

    • Relieve de las actividades marineras.

    Este espacio fue ocupado por Castilla a lo largo del XIII. La batalla de las Navas de Tolosa arrastró consecuencias importantes para la Reconquista del territorio andaluz; si bien los cristianos no accederán a la posesión de esta zona hasta la crisis almohade, en 1224. Tras la unión de Castilla y León en 1230, la conquista se hace con rapidez.

    Esta rápida conquista sólo se detuvo tras la revuelta de los mudéjares en 1264 y se reanuda en 1292 con la conquista de Tarifa. Con este hecho se cierra una época de avance reconquistador: Baeza (1226), Úbeda (1233), Córdoba (1236), Jaén (1246), Sevilla (1248) y Niebla (1264).

    La modalidad de conquista por medio de las armas implica la entrega de la plaza y la salida de los musulmanes. Sólo consta que en el caso de Arjona quedaron musulmanes. Esto también pudo suceder en Córdoba y Sevilla, donde se constatan grupos de mudéjares. Según González Jiménez, la expulsión de los musulmanes fue general en las grandes ciudades del territorio. Hubo localidades de tipo medio y pequeño que concertaron con los castellanos “pleitesías”, en virtud de las cuales los musulmanes pudieron quedarse en calidad de mudéjares (como Santaella, Hornachuelos, Zambra, Aguilar, Zuheros y Luque). Por este sistema se ocupó Alcalá de Guadaira y Carmona. No hubo pues expulsión de musulmanes, y se les garantizó sus propiedades. Al amparo de estos pactos, en estas comunidades los cristianos eran minoría.

    Estos pactos eran similares a los conservados para el área valenciana. Según González Jiménez las pleitesías garantizaban a los mudéjares libertad, conservación de propiedad y mantenimiento de su religión, régimen fiscal y judicial. Como consecuencia de ello, las modalidades de conquista dieron lugar a la división del territorio en 2 sectores :

    • Zonas de predominio cristiano (ciudades y villas vaciadas de musulmanes).

    • Zonas de predominio mudéjar (campiñas de Córdoba y Sevilla).

    Sólo en Carmona, Arcos de la Frontera y Écija coexistieron musulmanes y cristianos.

    Lo característico fue una repoblación volcada sobre centros urbanos, que se explica por el interés de los castellanos en controlar enclaves estratégicos de la región y porque los pactos con los musulmanes hicieron inviable la presencia de cristianos en territorios de mudéjares más allá de determinados niveles.

    Fernando III quiso una convivencia entre cristianos y mudéjares; pero este esquema cambia con Alfonso X, que confirmó la existencia de los pactos a determinadas comunidades y permitió e impulsó el asentamiento cristiano en territorio mudéjar o la repoblación con cristianos en lugares de exclusivo predominio mudéjar (Cádiz, El Puerto,..). Los musulmanes respondieron aceptando esto o emigrando a Granada.

    En 1261, Alfonso X procedió a la conquista de territorios mudéjares: por ejemplo el reino de Niebla (1262). En 1264 estalla una revuelta mudéjar alentada por Muhammad I y los benimerines del norte de África. La revuelta fracasó y tuvo consecuencias negativas para éstos: expulsión de los mudéjares de las localidades sublevadas y de aquellos otros núcleos que no participaron en la revuelta, además de la anulación de las pleitesías. Alfonso X pudo así remodelar la frontera y la zona del interior, con la consiguiente reducción demográfica de la población mudéjar. A partir de la crisis de 1275-1285 se puso fin a la 1ª época de repoblación de Andalucía. Esta repoblación fue resultado de la conjunción de diversos factores:

    • Necesidad de la Corona de asentar población para garantizar el hecho de la conquista.

    • Atracción ejercida por las ricas tierras del Sur a campesinos pobres.

    Los documentos no permiten conocer el número de repobladores, aunque sí establecen los niveles de población en determinados momentos en localidades que han conservado libros de repartimiento o cartas de poblamiento.

    La repoblación inicial tuvo un carácter selectivo, ya que sólo se ejerció en cabeceras de distrito, y estuvo condicionada por la falta de hombres. Es así como existen grandes vacíos, que se repoblarán en el XIV y XV. Más fácil es conocer la procedencia de los repobladores por el análisis de los apellidos toponímicos de los textos. Según lo dicho, los campesinos y soldados establecidos en Andalucía proceden de regiones de Toledo, León, Galicia, y en menor medida de Aragón, Navarra y Portugal. Excepcionalmente aparecen de origen extrapeninsular, siempre en localidades relacionadas con el comercio marítimo. Se ha planteado el fracaso de la 1ª repoblación, aunque es indudable la avalancha de miles de repobladores porque:

    • Muchos repobladores vendieron sus tierras y se marcharon de Andalucía.

    • Tras la crisis mudéjar, otros cristianos dejan de venir a Andalucía.

    • La repoblación se vio afectada por la crisis económica de la 2ª ½ del XIII, la carestía y la amenaza de granadinos y benimerines.

    Se puede hablar así de crisis de repoblación. La conquista y repoblación influyeron en el territorio, en ese sentido el reparto de tierras entre los repobladores contribuyen a cambiar la fisonomía de la región: redistribución de la propiedad de la tierra, nuevo tipo de economía castellana y circunstancias políticas y militares que condicionan Andalucía entre 1252 y 1350.

    Los repartos de tierras renuevan la titularidad de la propiedad de la tierra. Este proceso repercutió en la organización del espacio, pero la principal modificación se llevó a cabo en el predominio de la agricultura de base cerealera, con lo que se extingue el cultivo del algodón, de caña de azúcar y arroz. Hay también diferentes sistemas de cultivo: predominio del secano y la rotación bienal. Hay que destacar que la agricultura aparece desde los primeros momentos de la conquista asociada a la práctica de la ganadería extensiva.

    La conquista reforzó el papel de las ciudades acentuando sus valores administrativos y militares, y al mismo tiempo, alterando el poblamiento rural. Este se organiza a partir de núcleos urbanos, centros de poder y de defensa del territorio, por ejemplo: Córdoba, Sevilla,.. que cuentan con alfoces amplios. La conquista produjo también modificaciones en el paisaje. Sin embargo, lo que determina el abandono del campo andaluz fue la desaparición de los mudéjares y la incapacidad de los repobladores por ocupar los campos abandonados. Sobre este paisaje actúan las razzias benimerines. A fines del XIII las dos Andalucías presentan un aspecto demográfico distinto: Castilla (zona despoblada) y Granada (superpoblada). Los reyes, el clero y los concejos tratan de atraer repobladores para consolidar la conquista y llenar el hueco de los mudéjares, recurriendo a la concesión de bienes y propiedades inmuebles. En ese sentido, los pobladores lo hicieron trayéndose consigo sus esquemas sociales:

    • Caballeros hidalgos: pequeña nobleza.

    • Caballeros ciudadanos: gente del pueblo que se costea un caballo y armas.

    • Peones: soldados de infantería.

    Lo nuevo es la generalización de este esquema en ciudades y villas repobladas andaluzas, según el Fuero de Toledo o el Conquense. Otro rasgo de la sociedad andaluza del siglo XIII es la ausencia de hombres dependientes más allá de criterios jurisdiccionales.

    Los repobladores son libres, pero no todos disfrutan de las mismas condiciones sociales y económicas. Se contemplan dos tipos de donaciones:

  • Donadíos: entregadas a nobles, eclesiásticos y familiares reales. Son grandes extensiones de tierra (300 ó 400 Ha.) y no conllevan obligaciones de ningún tipo, si acaso ayuda militar.

  • Heredamientos: son tierras de cereal, casas, parcelas de olivar y viña para atender las necesidades de una familia. Se daban a hombres libres para establecerse durante 5 ó 12 años y cumplir con obligaciones militares según su condición social.

  • Todos los repobladores son propietarios y los repartos dieron lugar a una sociedad donde predomina la pequeña y mediana propiedad, y cuyos propietarios eran hombres libres. Los propietarios absentistas representan poco en la sociedad repobladora, aunque nobles, eclesiásticos y OO.MM. recibieron importantes donadíos; pero los grandes propietarios eran el 12'40 % de la tierra repartida, mientras que pequeños y medianos propietarios acumulan el resto de las tierras repartidas. Por tanto, es falso afirmar que los grandes latifundios fueron consecuencia directa de los repartos del Rey Santo y del Rey Sabio. La concentración de propiedad arranca del XIII y se prolonga hasta el XVI y XVII. El estudio de los libros de repartimiento ha puesto de manifiesto que los repartimientos constituyen una verdadera reforma agraria por lo siguiente:

    • Confiscación de tierras a sus antiguos poseedores.

    • Reparto de los mismos en diferentes lotes uniformes entre los participantes de la conquista.

    • Instalación de colonos cristianos a los que se da tierra en régimen de propiedad con la obligación de ponerla en cultivo.

    • Exenciones fiscales para incentivar su permanencia.

    • Medidas tendentes a que los lotes fueran enajenados en favor de la Iglesia o aristocracia.

    A continuación destacaremos algunos donadíos efectuados en Córdoba: donadío de Madroñiz (2000 Ha.) en favor del Infante d. Manuel y el Infante d. Alfonso de Molina recibió una finca de 330 Ha. en la campiña.

    Pero en realidad la mayoría de las personas que participaron en la conquista recibieron heredamientos menos extensos, por término medio entre 3 y 6 yugadas. Los caballeros villanos recibieron lotes de tierras de 4 yugadas y los peones, de 2. Las dificultades inherentes a la Repoblación de territorios recién conquistados, el hambre, la peste y la guerra del siglo XIV dieron lugar a que pequeños y medianos propietarios vendieran sus tierras, que fueron a parar a manos de los poderosos.

    La situación difícil de Andalucía a fines del XV es diferente a la que debió de darse a poco de producirse la conquista, porque las tierras de cereales están controladas por la nobleza, oligarquías urbanas e Iglesia en exclusiva. Quienes cultivan la tierra pocas veces son dueños de ella y actúan como rentistas del suelo. La pequeña propiedad está representada por tierras dedicadas al viñedo y olivar. Un sector importante del proletariado cuenta con el recurso de cultivar tierras comunales (las que conceden los municipios a particulares a cambio de un dinero en concepto de terrazgo). Las actas notariales ponen de manifiesto un proletariado rural, que se encarga de las actividades agrarias en condiciones de trabajo duras.

    Ésta es la situación del campo andaluz a fines del XV; pero relacionado con la concentración de la propiedad, e iniciado, en parte, en un momento posterior a los repartimientos está el de la señorialización de Andalucía. Las etapas del fenómeno son:

    1.- Conquista inicial-1284: Con Fernando III los grandes beneficiarios del señorío fueron OO.MM en Jaén, Córdoba; la mitra toledana recibió el adelantamiento de Cazorla. La familia real: la reina doña Juana (Carmona), el infante don Enrique (Morón y Cote), el infante don Luis (Marchena) y un vástago bastardo de Alfonso IX de León, Rodrigo Alfonso, hermano de San Fernando (Baena, Luque, Cabra y Zuheros).

    Los señoríos de OO.MM. y eclesiásticos se caracterizan por ser señoríos de frontera, para garantizar la defensa de territorios recién adquiridos. Los señoríos dados a parientes del Rey se hallan en zonas de mayor seguridad y fueron dados a título personal y de por vida.

    Con Alfonso X, las OO..MM. consolidan y amplían su patrimonio porque reciben nuevos señoríos en la frontera: Osuna, Estepa, Medina Sidonia, Vejer y Alcalá de los Gazules.

    2.- 1284-1350: El proceso de señorialización tiene un gran desarrollo con don Sancho IV. Desde ese momento, se observa la entrada de linajes propiamente andaluces: Ponce de León, Fernández de Córdoba, Guzmán.,.. que conseguirían crear sólidos patrimonios territoriales, los cuales transmitían a sus sucesores en virtud de las leyes del mayorazgo, que perpetúan la gran propiedad en manos de la nobleza.

    Se observa también un incremento de señoríos en detrimento del realengo y éste se asocia con un factor nuevo: repoblación interior. En el s. XIV esta repoblación adquiere un impulso de la aristocracia y los concejos. La nobleza pretende llenar el vacío demográfico de sus estados con la idea de aumentar sus vasallos y potencial económico. La fórmula empleada para la instalación de los campesinos es la carta puebla (contrato agrario donde se fijan derechos señoriales como concesiones señoriales a los repobladores).

    Al mismo tiempo, en este siglo, se prosigue el avance cristiano y se ocupan enclaves estratégicos (Gibraltar, Alcalá la Real y Teba), en los que se incentiva la repoblación con privilegios: por ejemplo, omicianos (delitos de sangre redimidos viviendo en esas localidades durante un año y un día). Según Glez. Jiménez, los repobladores proceden en su mayor parte de la propia región. Son campesinos sin tierras o asalariados a los que se atrae mediante propiedades. Esta repoblación estuvo sometida a:

    • Desórdenes internos.

    • Guerras de frontera, no solucionadas hasta la ocupación de Algeciras en 1344, que trajo: eliminación de intentos de invasión desde el Norte de África, el reino de Granada queda abandonado y aseguró a la navegación cristiana la ruta del Estrecho.

    3.- 1369-siglo XV: Con los Trastámaras la señorialización alcanzó un nuevo impulso, con las mercedes otorgadas por Enrique II a determinados nobles, que apoyaron su causa. De todo ello se deriva el gran protagonismo y fuerza de la nobleza en el XV, y explica esto las luchas entre linajes andaluces para alcanzar las más altas cotas de poder, tanto en la ciudad como en el mundo rural, y particularmente en los reinados de Juan II y Enrique IV. También en el XV siguen siendo los nobles los impulsores de la repoblación, pero para entonces, la situación demográficamente hablando ha cambiado. De 200.000 hab. a principios del XV se pasa a 500.000 en sus postrimerías, según Ladero Quesada. Si se tiene en cuenta este crecimiento la repoblación y conquista del reino de Granada fue obra de andaluces.

    Este se mantiene durante dos siglos por: intrincada orografía, elevada demografía, riqueza, además de la crisis y luchas políticas internas de Castilla; sin olvidar la politización de las OO. MM.

    Ocurrió también en Andalucía una toma de conciencia regional, determinada por su lejanía con los territorios del Tajo y del Duero. La presencia cercana a la frontera fue otro elemento de conciencia regional. No se puso en duda nunca la pertenencia de Andalucía a la corona castellano-leonesa. Tal como expuso Luis Suárez, la actividad de los reyes tuvo un tono andaluz, por ej. Alfonso X, Pedro I y los RR. CC., marcado por sus períodos de residencia en Andalucía. Esta fue organizada administrativamente en 3 reinos: Jaén, Córdoba y Sevilla (Cádiz y Huelva).

    Tema 3: El Mundo Urbano.

    3.1. INTRODUCCIÓN.

    Los siglos XIV y XV son los del despegue urbano en Europa y este fenómeno arranca del XI, cuando se produce una expansión demográfica y agrícola, que hace posible el renacimiento urbano. Las calamidades del XIV incidieron negativamente en el desarrollo de las poblaciones por la mortandad causada por la peste negra. Ésta no afectó a todos por igual y hubo comarcas que no sufrieron sus efectos: Europa Oriental y Central. En Europa Occidental el movimiento de fundación de ciudades prosiguió en el XIV a un ritmo más lento. Fue entonces cuando Inglaterra y País de Gales conocieron el establecimiento de una 1/4 parte de sus villas nuevas y Francia el 20% de burgos nuevos El Imperio Germánico conoció un ritmo sostenido de fundación de ciudades.

    Sin embargo, la mayoría de estas villas eran centros pequeños, que iban a desaparecer tiempo después. En el reino de Córdoba se conoce la existencia de aldeas o alquerías modestas que llegaron a desaparecer, como por ej. Belmonte o Cuzna. A pesar de esto se aprecia un crecimiento demográfico en ciudades preexistentes, que se convierten en polo de atracción del entorno inmediato.

    Grandes ciudades son aquellas que poseen más de 10.000 - 20.000 habitantes. Lo normal son villas medianas (entre 2.000 y 10.000 hab.) y pequeñas (500 a 2.000). La importancia de la ciudad no sólo viene determinada por el nº de habitantes, sino por las funciones que cumple o peculiaridades que presenta. ¿Cuáles son los rasgos que definen una ciudad?:

  • Desarrollo de actividades mercantiles y comerciales.

  • Organización administrativa y sede episcopal.

  • Murallas.

  • Monumentalidad de edificios.

  • Gran nº de habitantes.

  • Centros de difusión de ideas.

  • Diversificación social.

  • Collantes de Terán distingue 4 clases de ciudades, de menor a mayor entidad:

  • Centros comarcales que deben su existencia a la condición de ser ejes de un área rural extensa y que ejercen funciones de residencia de propietarios agrícolas, por ej. Baeza, Úbeda, Montánchez y Trujillo.

  • Centros de base esencialmente rural, que tienen un mayor grado de centralidad por su condición de cabeza de estados señoriales, por ejemplo Marchena, Zafra y Alburquerque.

  • Núcleos de tipo medio, en los que las funciones económicas juegan un papel destacado, no ya como centros agrícolas sino también de intercambio, por ej. Cádiz, Ayamonte y Cáceres.

  • Grandes centros regionales, que desarrollan funciones políticas administrativas laicas y eclesiásticas, por ej. Sevilla, Córdoba, Coria, Plasencia y Badajoz.

  • Las ciudades medievales se caracterizan por:

    A) Existencia de un alfoz o término, compuesto por villas y aldeas que dependen jurisdiccionalmente del Concejo y su conjunto se conoce como tierra. Se trata de términos amplios, por ej. Cáceres, que comprendía según A. Florino, 180.000 Ha. Estas villas, situadas dentro del alfoz, gozaban en líneas generales de una misma condición jurídica y disfrutaban de las ventajas concedidas al Concejo, por ej. protección jurídica que otorgaba el fuero, protección militar, derecho de usufructo de bienes comunales,..

    A pesar de estas ventajas, las relaciones de una ciudad con las villas de su alfoz siempre eran ventajosas para la primera, pues la autoridad del Concejo se extendía a todas ellas. Estas villas son gobernadas desde la ciudad, por ej el Concejo dirime pleitos entre ellas, ciertos oficios urbanos tienen competencias en el ámbito del alfoz, las autoridades locales son designadas con la aprobación del Concejo, los habitantes del alfoz van al servicio militar de la ciudad, integrando las milicias concejiles y defendiendo la ciudad. La posición de la ciudad es de gran superioridad respecto a las villas de su alfoz, lo que atrajo aldeanos a ellas que optaron por abandonar sus lugares de origen con el fin de convertirse en ciudadanos (aquél que se encuentra inscrito en el padrón y como tal mantiene propiedades, reside en la ciudad y paga la contribución).

    Las diferencias entre ciudadanos y aldeanos afectan a diversos campos por ej en el fiscal * (en Cáceres, los aldeanos pagan obligaciones fiscales que no satisfacen los habitantes de la villa; los aldeanos deben desplazarse a la villa para resolver sus disputas judiciales).

    B) La superioridad de la ciudad se acentúa más con un poder político que actúa para beneficiar a ésta y a la oligarquía urbana. El Concejo es una institución que marca la vida de la ciudad. En la Baja EM suele estar en manos de nobles o burgueses urbanos. Estos Concejos se articulan en torno a una serie de cargos:

    • Alcaldes Mayores: imparten justicia, actúan como principal autoridad y presiden las reuniones del Concejo.

    • Regidores: llamados desde el XIV “caballeros veinticuatro”, miembros de la nobleza urbana.

    • Jurado: representantes de cada collación de la ciudad.

    Todos estos participan en las reuniones capitulares o plenos. Sobre ellos se superpone, desde el XV, la figura del corregidor. Atribuciones del Concejo son: legislativas (elaboran ordenanzas que tienen fuerzas de ley en la ciudad y el alfoz); jurídicas (son jueces de la ciudad); económicas (regula el abastecimiento urbano y lo que se relaciona con la actividad empresarial y mercantil); fiscales (percibe impuestos y rentas que nutren las arcas municipales y que son recaudadas por las autoridades del Concejo); urbanas (tienen en sus manos la organización física de la ciudad).

    El nº de collaciones guarda relación con su categoría, por ej. Sevilla (24); Córdoba (14); Plasencia (6); y están dedicadas a las diferentes categorías de la Iglesia: profetas, evangelistas, Papas,.. En Córdoba, antes de fines del XIV, hay 7 en la villa y 7 en la Axarquía (a saber, San Juan, San Miguel, San Pedro o San Andrés).

    C) Existencia de barrios especiales, que reúnen población extranjera o minorías confesionales (morerías o juderías), situados extramuros. Desde el punto de vista de sus funciones, 3 parcelas centran la vida de la ciudad:

    C. 1. Organización económica: caracterizada por la artesanía y los movimientos comerciales (ferias). Por ej. Sevilla tuvo 2 ferias anuales por privilegios de Alfonso X en 1254; Cáceres una feria anual por privilegio de Sancho IV. También existen mercados permanentes para abastecer de productos de 1ª necesidad a los habitantes de la ciudad. Es también habitual la distribución por sectores industriales, por ej. la instalación de talleres en zonas marginales para no molestar.

    C. 2. Organización eclesiástica: toda ciudad cuenta con obispado, Catedral y Cabildo Catedralicio, amén de numerosas parroquias y algún monasterio, por ej.: en Córdoba el de San Pablo (dominicos).

    C. 3. Actividad cultural: está en manos de eclesiásticos. A fines del XV aparecen escuelas privadas no parroquiales. También la enseñanza se daba en la mayoría de las catedrales, donde se fue abriendo paso un estudio de gramática, en relación con el oficio y dignidad de maestre-escuela. En Córdoba está documentada desde 1313 y en 1466 un documento declara las materias impartidas: Gramática, Lógica y Filosofía. Además, la catedral de Córdoba disponía de una escuela destinada a la enseñanza de la lectura y la misa. En Sevilla, además de Gramática, se enseñaba Derecho Canónigo y Civil, y desde 1424 una cátedra de Teología. También, en 1505, se creó una Universidad.

    Al margen de las enseñanzas de las catedrales o parroquias se constata la existencia de contratos firmados entre maestros de 1ª letras con padres que deseaban que aquéllos enseñaran a sus hijos a leer y escribir. La cultura se transmite a través de la lectura de los libros y se documenta la existencia de bibliotecas en los cabildos.

    Estas actividades anteriores dotaron a la ciudad de un ambiente especial. Los mejores exponentes son los centros comerciales cercanos a una plaza central o una catedral, por ej. en Jerez, la feria anual se ubica en la calle principal y en Écija en la Plaza Mayor; en Sevilla existen 2 núcleos urbanos: 1) de carácter internacional: se desarrolla en torno a la catedral, donde se sitúa la alcaicería, la lonja y el ayuntamiento, 2) de carácter local: se desarrolla en torno al Salvador, donde se ubican los mercados especializados para satisfacer a la población. En Córdoba la feria anual tiene lugar en la Axarquía y las actividades lúdicas en la Plaza de la Corredera.

    3.2. ESTRUCTURA FÍSICA DE LA CIUDAD.

    Existe en el medievo una preocupación por parte de las autoridades municipales por la imagen física de la ciudad y por mantener una imagen decorosa des-de el punto de vista urbanístico de la ciudad. Esto es algo que los núcleos urbanos desarrollan mediante ordenanzas tendentes a obtener un ambiente urbano decoroso. Algunas de las normas contempladas estaban encaminadas a garantizar la seguridad de espacios principales, la higiene pública, reglamentar con prohibiciones las modalidades de frecuentación de determinadas zonas urbanas,... Esta reglamentación traía la necesidad de hacerla cumplir a sus habitantes y para ello surgieron una serie de oficiales con funciones urbanísticas en el XIV y XV, en Córdoba y Sevilla: alarifes (eran nombrados por el Concejo entre maestros albañiles y se encargan de atender todas las cuestiones relacionadas con la construcción, higiene y uso público del espacio urbano).

    Este panorama de preocupación por las condiciones urbanas de la ciudad no debe hacernos olvidar que las ciudades del Bajo Medievo son estrechas y sucias con problemas de higiene y seguridad. Desde el punto de vista de su estructura física, toda la ciudad medieval se caracteriza por la muralla que lo rodea, su rasgo más nítido. Las murallas fueron un instrumento de defensa en la Baja EM. Sin embargo, una vez conquistada Granada, las murallas se mantuvieron por diversos motivos, como por ej.: la de Sevilla porque era el único medio de los habitantes para defenderse de las crecidas del Guadalquivir. Existen 2 motivos de índole jurídico-económico que imponen la conservación de las murallas:

    1.- Esta marca el límite entre la ciudad y el campo, y era punto de referencia para fijar los límites de los privilegios que disfrutaban los habitantes de la ciudad.

    2.- Control más efectivo de la entrada y salida de personas y mercancías, y la mejor percepción de impuestos. Brinda seguridad a la ciudad por la noche.

    En el interior de las ciudades, lo 1º que llama la atención es la brevedad de las calles. A excepción de algunas, todas resultan angostas y apenas existen amplias arterias. Las calles medievales comunes son de una anchura de entre 2 y 5 metros. Las ciudades herederas del urbanismo musulmán siguen un trazado viario caracterizado por este tipo de calles. Calles pequeñas que presentan muchos inconvenientes, que se agravan cuando, por diversos motivos, los habitantes acumulan escombros u otros materiales. Las ordenanzas municipales cordobesas insisten en este asunto, lo que prueba el poco espíritu cívico de los vecinos, que ensucian a menudo impidiendo el tráfico normal por las calles, al dejar en ellas todo tipo de deshechos. Quizá el mayor obstáculo para la fluidez de la circulación era la construcción de partes exteriores de las casas, que se adentran en la calle. En algunas ordenanzas se fijan las dimensiones máximas de estos elementos exteriores de cara a la calle. Muchos bancos fueron destruidos por suponer un estorbo.

    Los balcones eran también elementos de fachada que suponían una disminución del espacio público en beneficio del privado. Existen 3 tipos: tejadillos (colocados sobre puertas y ventanas); balcones (colocados a mitad de fachada) y saleros de los tejados. También está el problema de los soberados: puentes que enlazan las casas por su parte superior y que dieron lugar a las llamadas calles encubiertas.

    Otro factor que impedía la circulación fue el de la actividad profesional del mundo urbano, por sus labores se desarrollan en las calles. Por este motivo se prohibió a los comerciantes vender en la vía pública los días de mercado y sólo lo podían hacer desde ventanas para no colapsar el tráfico.

    Un último aspecto es el de las plazas, único desahogo en el trazado urbano. No se deben de entender como centros amplios del que surge una estructura más o menos radial, sino simples ensanches de calles o lugares en los que por confluir dos o más calles daba lugar a espacios más amplios. Lo característico de la época es que las plazas se abren delante o en las inmediaciones de Iglesias parroquiales, muchas de las cuales sirvieron de cementerio para los habitantes de cada collación. Sin duda es la actividad económica la más importante entre las que se desarrollan en las plazas, al estar ocupadas por mercados más o menos permanentes y especializados, o tenderetes de artesanos y vendedores, que vivían y trabajaban en sus inmediaciones. Tampoco resulta desdeñable la actividad lúdica que se realiza en las plazas.

    Las fiestas incluían juegos y corridas de toros (1/2 del s. XV). Los balcones de las casas contiguas hacían de palcos para las personas que presenciaban el espectáculo; mientras, el resto de la población se acomodaba, donde podía, incluso, los techos más cercanos, lo cual tenía desdichadas consecuencias para los dueños. Por ej., en 1409 el Concejo de Sevilla pagó a Isabel López los 802 maravedíes que gastó en la reparación del techo de su casa tras la corrida de toros organizada por don Fernando de Antequera. En Córdoba existieron 2 plazas: la plaza del Salvador, donde se ubicaba el Cabildo, y la plaza de la Corredera, donde se celebraba un mercado y actividades lúdicas.

    También existían otros espacios abiertos en el interior de la ciudad. Muchos de ellos estaban integrados en las edificaciones como patios y corrales; pero en otros se trataba de espacios vacíos o solares no construidos por diversas circunstancia, y cuya abundancia se pone en relación con la amplitud del recinto intramuros. La mayoría de estos espacios se convirtieron en muladares, donde los vecinos arrojaban todo tipo de basuras perjudicando la higiene urbana. Tema relacionado con el de la infraestructura de la ciudad, porque una causa que contribuye a la falta de higiene era la ausencia de una organización adecuada por lo que se refiere a pavimentación, alcantarillado y abastecimiento de agua.

    Estas circunstancias dejan de lado las intenciones de los gobernantes, que desde la 2ª mitad del XIII se plantean las reformas de las imperfecciones urbanísticas. Y ello también se observa en las ordenanzas que el Concejo emite, plagadas de multas y sanciones contra quienes contravenían las disposiciones del Concejo. Ello sucedía, en gran parte, por falta de medios técnicos, que dotaran a la ciudad de elementos de infraestructura para proporcionar una solución a los problemas higiénicos y constructivos planteados. Otras circunstancias a tener en cuenta son:

    A) Orientación del callejero: utilizan varios sistemas: 1º - lineal (villas construidas a lo largo de ríos y caminos, es decir, eje mayor en el que se alinean las edificaciones. La plaza pública marca el centro y la única Iglesia se sitúa en posición excéntrica); 2º - basado en un cuadrado perfecto (ciudades herederas del trazado romano); 3º - concéntrico (villas cuyos nudos se realizan en calles de fuerte pendiente, unidas o atravesadas por otras de menor importancia).

    B) Toponimia del callejero : este aspecto permite conocer la ubicación de los sectores de la ciudad. Para Sevilla, Collantes de Terán establece 3 grupos de calles: 1º - unas con nombres de oficios; 2º - con nombres de personas; 3º - con nombres de algún accidente de la misma.

    3.3 INFRAESTRUCTURA URBANA.

    A) PAVIMENTACIÓN O ENROLLADO DE LAS CALLES:

    Las calles eran de tierra y esta característica afecta a la higiene y salubridad de la ciudad. La pavimentación ha de ponerse en relación con otras consideraciones: bienestar y salud pública. Es poco lo conocido por el sistema de pavimentación empleado en la época. Los casos conocidos son de fines del s. XV. El material empleado en la pavimentación de las calles era diverso: ripio y cascajo, ladrillo, piedra,.. Generalmente los cascotes solían irse con morteros. Cuando se utiliza el ladrillo, se coloca de canto unido por argamasa, y sin ella sólo con la arena en los márgenes de la calle. Antes de enlosar se debía acondicionar la calle: se apisonaba, se preparaba un piso de mortero y piedra menuda sobre el cual se disponían losas de mayor o menor tamaño.

    No todas las calles están pavimentadas y casi siempre el pavimento afecta a las vías principales. El Concejo podía disponer y sufragaba el coste de las obras de pavimentación. Generalmente, cuando se anuncia el empedrado de una calle, la obra sale a subasta. En muchas ciudades el coste de la obra lo sufragaban a partes iguales los vecinos de la calle, no obstante, los vecinos de la collación correspondiente pagaban una parte. También hay que tener en cuenta la existencia de oficiales que velan por el buen estado de las calles.

    Otro problema es el de la colocación de andenes por los vecinos de cada calle. Los poderes públicos tratarán de conservar cierta uniformidad en su realización e impedir que tuvieran diferentes anchura y altura en cada tramo de la calle.

    B) ABASTECIMIENTO DE AGUA.

    Existen 3 medios para atenderlo:

    • Conducciones de agua de fuera de la ciudad que desembocan en fuentes públicas o privadas. En este primer caso tenemos el ejemplo de Sevilla, donde su principal abastecimiento se conoce como los caños de Carmona. Desde Alcalá de Guadaira hasta la ciudad, en donde salía a la superficie, hacía su conducción aérea por arcos que permitían elevar el agua e introducirla por la muralla. Desde este momento una red de cañerías la distribuía por distintas partes de la ciudad.

    • Agua de procedencia fluvial para el consumo doméstico. Aquí tenemos los ejemplos de todas las ciudades asentadas a la orilla de un río aprovechan su agua para distintas labores. Por ej., en Sevilla se recomienda que el agua se tome lo más cercana al centro del cauce, porque la de la orilla estaba infectada por el alcantarillado y el lavado de pescado y lana. En Córdoba, el agua del Guadalquivir en el s. XV no se utiliza para consumo humano, sino para el ganado. El empleo del agua del río fue laboral: industria de batanes, cortidurías,..

    • Aprovechamiento del agua del subsuelo con la construcción de aljibes, pozos ,.. de donde muchas casas se surtían de pozos y norias situados en patios. Las ordenanzas emiten precauciones seguras para construir los pozos, por ej, no construirlo cerca de otro ni hacerlo más profundo, sino al mismo nivel.

    C) EVACUACIÓN DE AGUA.

    Las ciudades más importantes de tradición islámica cuentan con construcciones subterráneas, que, sin embargo, habían quedado en desuso y ello daba lugar a que las aguas residuales se evacuasen por medio de los diferentes arroyos que atraviesan el espacio urbano, aumentando el problema de la higiene pública. Ésta también viene determinada por la existencia intramuros de numerosos muladares.

    La proliferación de muladares adquirió un amplio desarrollo. Unas veces por la falta de interés de los vecinos y otra por falta de recursos económicos, porque la operación de limpieza era muy costosa. La solución más comúnmente adoptada era convenir con determinados particulares la limpieza de una calle, los cuales eran pagados por el Concejo. Este tipo de acuerdos es frecuente en las Actas Capitulares de Córdoba. A pesar de existir espacios extramuros para arrojar basura, los habitantes tendían a amontonarla en las calles o en las proximidades de la muralla. También se documenta la presencia de animales, especialmente el cerdo, que se dejan sueltos por las calles. Además se constatan pozos negros y letrinas. Otros elementos perjudiciales para la armonía eran el humo de los hornos, vapores de agua de baños públicos y el ruido de las ruedas de los molinos.




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    Enviado por:Manolo
    Idioma: castellano
    País: España

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