Filosofía


Pensamiento filosófico socialista


TEMA 15

EL PENSAMIENTO SOCIALISTA: MARX, SCHOPENHAUER, NIETZSCHE

I. EL PENSAMIENTO SOCIALISTA

Para que pueda hablarse de socialismo es necesario que se produzcan gran número de transformaciones económicas y sociales, de hecho el pensamiento socialista va unido irremediablemente al desarrollo industrial que tiene lugar en el siglo XIX. Tal desarrollo provoca el nacimiento de una nueva clase (el proletariado) cuyas condiciones de vida hacen nacer un vasto movimiento intelectual (economistas, políticos, juristas ... ) que inicia la defensa de sus derechos.

El movimiento socialista no es uniforme, pero todos sus represen­tantes coinciden en un punto fundamental: la crítica de la sociedad de su tiempo, de la desigualdad reinante entre poseedores y proletarios.

Parece ser que la palabra socialismo fue forjada en 1832 por Pierre Leroux, en oposición a individualismo.

II. KARL MARX (1818-1883)

Marx estudió Derecho y Filosofía en las universidades de Bonn y Ber­lín, doctorándose en Filosofía en 1841. Sus pri­meros escritos aparecieron en la Gaceta Renana de Colonia observándose en todos ellos una actitud crítica frente al sistema que había establecido la burguesía. Marx visitó durante algún tiempo París y Bruselas de donde sería expulsado por las autoridades de estas dos ciudades, después regresaría a Alemania dirigiendo la Nueva Gaceta Renana, pero las opiniones expresadas en la revista le ocasionaron un proceso del que sería absuelto, aunque tuvo que salir del país, estableciéndose definitivamente en Londres. En esta ciudad pasó muchos años de auténtica miseria puesto que sus recursos econó­micos eran muy escasos a pesar de las múltiples ayudas que siempre recibió de Engels. Por último, no hay que olvidar que Marx participó activamente en la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores a la que dedi­có largos años de su vida.

Sus obras más importantes son: los llamados Manuscritos de París, Miseria de la filosofía, Tesis sobre Feuerbach y El Capital. Por otra parte, entre las obras realiza­das en colaboración con Engels hay que destacar La ideología alemana, La sagrada familia y el famosísimo Manifiesto del Partido Comunista.

Marx utiliza el método dialéctico desarrollado por Hegel, pero lo que hace es cambiar el punto de partida. En lugar de emplear una dialéctica idealista se apoya en una dialéctica materialista, dando primacía a lo real (lo material) sobre la idea. Para Marx, la pre­misa fundamental es la necesidad de la transformación de la realidad. Ahora bien, para que tal transformación tenga lugar es preciso que nos demos cuenta cómo se desarrolla la realidad, y según la concepción materialista de la historia, ésta sólo puede explicarse y comprenderse a través del análisis de la realidad eco­nómica.

En este análisis Marx distingue tres etapas diferentes: una reali­dad económica antigua, otra feudal y, finalmente, la realidad económica moderna basada en el modo de producción capitalista. Pero estos tres tipos de economía tienen una característica común, la existencia de dos clases antagónicas: la de los posee­dores de los medios de producción y la de los trabajadores que sólo pose­en su fuerza de trabajo. El sistema capitalista representa el triunfo de la burguesía sobre el feudalismo y lógicamente impone su modo de pro­ducción que necesariamente engendra desigualdades. Pero cuando el capitalismo alcanza un cierto grado de desarrollo, el capital comienza a concentrarse en pocas manos y al mismo tiempo el número de proletarios aumenta. Por esta razón, llegará un momento en el cual se producirá ine­vitablemente la revolución que cambiará el modo de producción capita­lista haciendo pasar la propiedad de los medios de producción a la colec­tividad.

Para Marx la estructura económica tiene una importancia decisiva, pues de ella depende no sólo las instituciones jurídicas, políticas, etc., sino también las diferentes ideologías, es decir, el modo de producción, sopor­te sobre el que se monta la superestructura jurídica (Derecho) y política (Estado). Por consiguiente, el Derecho no tiene una existencia propia ya que es el simple reflejo de las relaciones de producción.

Según Marx el Derecho es el medio a través del cual la clase social dominante que ha impuesto su modo de producción económico asegura su propia exis­tencia. De este modo, el Derecho nunca puede representar un interés general ya que su fuente es siempre la voluntad de una clase. Incluso cuando se ha arrebatado el poder político a la burguesía, en la transición hacía una sociedad comunista (sin clases), el Derecho vuelve a aparecer como un instrumento de clase; pero ahora aparece como un medio de dominación de la clase proletaria sobre la burguesía. Sólo cuando hayan desaparecido las clases será innecesario el Derecho, es decir, una vez que la clase proletaria haya establecido su modo de pro­ducción.

Establecida, pues, una sociedad sin clases, el Derecho no tiene razón de ser, ya que su existen­cia sólo venía justificada por la lucha entre una clase dominante y otra dominada. El Estado es la institución que crea el Derecho y por tanto está al ser­vicio de la clase dominante; por eso, cuando desaparezcan las clases, también deberá desaparecer el Estado.

Lo cierto es que la doctrina de Marx por lo que se refiere a la desaparición del Derecho y el Estado no se encuentra sufi­cientemente desarrollada. Por otra parte, las interpretaciones que se han realizado de la obra de Marx son tan dispares que difícilmente puede lle­garse a un acuerdo sobre su auténtico significado. No obstante, tanto los marxistas como los no marxistas han llegado a la conclusión de que en la obra de Marx la tesis de la extinción del Derecho y del Estado no puede ponerse en duda.

Hay que reconocer a Marx el mérito de haber dirigido sus críticas contra la sociedad burguesa de su tiempo. Es cierto que la Revolución Francesa había supuesto un avance notable en el reconocimiento de los Derechos y libertades de los ciudadanos, pero no lo es menos que la clase trabajadora había quedado al margen de la Revolución. Por otra parte, con la Revolu­ción Industrial las condiciones de trabajo eran durísimas e incluso inhu­manas. Por tanto, era preciso que alguien denunciara tal situación y a Marx le corresponde el honor de haber sido uno de los primeros pensa­dores que mayor sensibilidad mostró ante este grave problema.

Ahora bien, siendo cierto que la realidad económica tiene una importancia decisiva, hacer de la misma la base de todas las institu­ciones e incluso las formas de conciencia (ideologías), parece un poco exagerado. Por lo que se refiere al Derecho, es cierto que las condiciones económicas influyen en su configuración, pero, en ningún modo, de forma exclusiva. Por último, no hay que olvidar que la consecución de una sociedad sin clases resulta utópica.

III. ARTHUR SCHOPENHAUER (1788~1860)

Schopenhauer es el primero de los irracionalistas del siglo XIX. En el año 1820 fue habilitado como profesor en Berlín ejerciendo como docente privado durante un breve período de tiempo, pero sus cursos fueron un rotundo fracaso ya que los anunció a la misma hora que Hegel por el que sentía un verdade­ro desprecio. Finalmente se retiraría de la universidad, hacia la cual manifestó siempre una cierta hostilidad como consecuencia de su fraca­so académico. Sólo al final de su vida llegaría el reconocimiento a su labor ostentando una fama con la que jamás pudo soñar.

Sus obras más importantes son: El mundo como voluntad y represen­tación y Parerga y Paralipomena. También cabe destacar El fundamento de la moral y Sobre la libertad de la voluntad.

Schopenhauer parte, como Kant, de la distinción entre la cosa en sí y el fenómeno. La voluntad es el principio y la esencia del mundo y no se encuentra sujeta a nada; en consecuencia, es absolutamente libre, omnipotente e irracional. Además, la voluntad no tiene objeto ni finalidad: quiere por querer, la consecuencia de este incesante querer que sólo se detiene con la muerte es la angustia y el dolor; por eso, el deseo es por su naturaleza doloroso y la felicidad tiene siempre un carácter negativo ya que representa simplemente la supresión del dolor o de la necesidad. También el concepto de libertad es negativo ya que supone la negación de la necesidad. De ahí que la única forma de poner término al dolor sea la supresión de la voluntad, de modo que lo único que queda es la nada. La liberación por tanto, sólo se logra a tra­vés de un ascetismo religioso que Schopenhauer siempre predicó, pero que nunca cumplió.

El pesimismo que profesa Schopenhau.er en su visión del mundo se proyecta igualmente en su concepción del Derecho y del Estado. El con­cepto de Derecho es negativo ya que no contiene otra cosa que la nega­ción de la injusticia que es el concepto primordial, positivo y originario.

Las nociones de justicia e injusticia sólo tienen valor moral porque se refieren a la conducta del hombre en cuanto tal y no como ciu­dadano de un Estado, y son nociones anteriores al propio Estado y a toda legislación positiva. Es precisamente este valor moral el que constituye la base del Derecho natural o «Derecho moral» como Schopenhatier prefiere denominarlo.

El Estado nace para Schopenhauer de un pacto y su función es siem­pre negativa: garantizar la seguridad de los individuos. El verdadero ori­gen del Estado es el egoísmo, pero no se instituyó contra el egoísmo, «sino contra las desastrosas consecuencias que resultan para todos de la multiplicidad de los egoísmos individuales». Según Schopenhauer el mejor y el único medio de ahorrar a todos el dolor de padecer la injusticia es hacerles renunciar al placer de cometerla.

En definitiva, en relación con la diferencia entre la moral y el Dere­cho, mien­tras que la moral sólo se refiere a la acción en sí misma considerada, el Derecho otorga mayor relevancia a los efectos que tal acción produce, es decir, la acción humana es considerada por el Derecho solamente en el momento en que se exterioriza.

IV. FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)

Nietzsche ocupa un lugar destacado en la historia de la Filosofía. Fue profesor de Filología clásica en la universidad de Basilea, pero debido a una enfer­medad contagiosa de la que nunca pudo librarse, hubo de renunciar a su plaza. A partir de este momento iniciará una vida solitaria que marcará un nuevo rumbo en su producción intelectual. En el año 1889 perdió la razón, permaneciendo en este estado hasta el día de su muerte.

Sus obras más importantes son: Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del mal, Humano, demasiado humano, El Anti­cristo y La voluntad de poder.

La filosofía de Nietzsche tiene un carácter polémico. Por una parte, se trata de una filosofía inaca­bada, por otra parte, el pensamiento de Nietzsche ha sido considerado por muchos como la base intelectual del nazismo. En este sentido, aunque no pueda realizarse una afirmación absoluta, parece indudable que existe cier-ta semejanza entre algunas ideas de Nietzsche y la «filosofía» del nacionalsocialismo.

Una de las caracteristicas fundamentales del pensamiento de Nietzsche es su actitud crítica frente a todos los sistemas morales y religiosos en su época. En efecto, niega la religión (especialmente la cristiana), para él, «...la moralidad misma es una forma de inmo­ralidad...». Frente a esta moral de los débiles y esclavos propone la creación de un nuevo tipo de hombre, de un hombre superior: el Superhombre cuyo único fin es el poder.

Las virtudes tradicionales (compasión, piedad, etc.), son propias de los débiles. Frente a estas virtudes se reco­mienda la fuerza, la valentía, el orgullo, la guerra, la violencia, etc., que son las auténticas virtudes y las que posibilitan alcanzar más poder. En defi­nitiva, el Superhombre crea su propia ley y por naturaleza debe dominar a los más débiles, al «rebaño». De todo ello se infiere que los hombres no son iguales, es más, nunca deben ser iguales. Esta idea, se dirige directamente contra la democracia, de un lado, y contra el socialismo, de otro.

La concepción que Nietzsche tiene del Derecho y el Estado se encuentra en consonancia con el resto de su doctrina. El Estado ha sido creado para la protección de los débiles, del rebaño. Por consi­guiente, el nuevo ideal humano que propone (el Superhombre) debe situarse por encima del Estado; sólo de este modo podrá vencer la medio­cridad que viene representada por el resto de la sociedad. El único valor que reconoce al Estado es la posibilidad que éste tiene de llevar a cabo acciones que jamás acometería el hombre común.

En relación con el Derecho y la justicia su concepción es igualmen­te negativa. Sólo hablan de justicia los débiles, aquéllos que no pueden ejercer sus derechos. Por el contrario, los que tienen la suficiente fuerza para hacerlo se olvidan de las exigencias de la justicia. El Derecho se identifica, en cierto modo, con el poder; de ahí que sea absurdo e irreal hablar de un Derecho que no vaya acompañado de la fuerza. En definitiva, tanto el Derecho como el Estado son creados por los débiles para impedir que los más fuertes impongan su poder.

En conclusión, puede decirse que en todo el pensamiento de Nietzs­che está presente un acusado individualismo que niega todo aquello que pueda refrenar el desarrollo de la personalidad y, por tanto, se acaba negando la sociedad, el Estado y el Derecho.

Ascético: Persona que se dedica particularmente a la práctica y ejercicio de la perfección espirutual.




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Enviado por:Héctor
Idioma: castellano
País: España

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