Biología, Botánica, Genética y Zoología


Peces: Patología y Enfermedades


TERAPEUTICA DE LAS ENFERMEDADES DE LOS PECES

Todavía no se conoce con exactitud la terapéutica de las enfermedades de los peces si se compara con los amplios conocimientos que se tienen sobre su etiología. Está tratada de una manera parcial en las distintas publicaciones científicas, donde no se refieren a los tratamientos más que de forma secundaria y ocasional respecto al tema principal en estudio. Se han realizado pocas investigaciones referidas únicamente a establecer criterios definitivos (es decir, toxicidad y eficacia) para productos de tratamiento, y menos aún sobre los métodos de su aplicación. A pesar de ello, Roberts y Shepherd (1974) y Wood (1974) publicaron guías prácticas de gran utilidad.

Al igual que en la mayor parte de los sistemas de cría intensiva de animales, las tendencias actuales en las explotaciones piscícolas hacen hincapié sobre la prevención de enfermedades en lugar de su tratamiento. Sin embargo, la mayor parte de los brotes de enfermedades en los peces cultivados pueden atribuirse a cría o manejo inadecuado (Sheperd y Poupard, 1975). Por otra parte, el medio acuático da lugar a problemas especiales con respecto a la cría, por lo que las epizootias se presentan inevitablemente.

La terapia puede aplicarse a los peces de las siguientes formas:

  • Tratamiento externo.

  • Tratamiento sistémico a través del alimento.

  • Tratamiento parenteral.

  • Dentro de este amplio marco, en este capítulo se recomiendan varios productos químicos y medicamentos para el tratamiento de las enfermedades descritas anteriormente, proporcionándose detalles para su aplicación. Se ha prestado más atención al tratamiento de los salmónidos, de los que se dispone de una información mayor, por lo que hay que ser precavidos al recomendar un tratamiento según la especie piscícola en cuestión.

    Tratamiento Químico Externo

    Métodos

    Puede aplicarse de muchas formas y, a excepción de un tratamiento tópico, todos ellos consisten en la inmersión en una solución química. La aplicación tópica es un método útil cuando se realiza individualmente a peces con infecciones externas localizadas , aunque se debe inmovilizar antes de extraerlos del agua.

    La primera y más importante condición del tratamiento por inmersión consiste en mantener la integridad del medio acuático. La concentración del oxígeno disuelto en el agua es el factor primordial de la supervivencia a corto plazo, por lo que ha de ser mantenida por encima de su mínimo aceptable. La concentración de amoníaco no suele afectar directamente a la supervivencia durante el tratamiento. Por otra parte, los productos químicos imponen un “estrés” adicional en el pez enfermo y debe hacerse cualquier esfuerzo para asegurar que una baja calidad del agua no aumente el riesgo de mortalidad. se han de evitar igualmente grandes fluctuaciones de temperatura y salinidad. (tratamiento en agua de mar).

    Para asegurar el buen fin del tratamiento, la eficacia del producto químico contra el organismo causante de la enfermedad y su toxicidad, deben estar equilibrados. Las branquias son los órganos más susceptibles en cuanto a la toxicidad química, y cualquier alteración que los afecte disminuirá la capacidad del pez a sobrevivir. Los sólidos en suspensión, especialmente materia orgánica procedente de crecidas de los ríos o malas condiciones higiénicas en los estanques, pueden absorber parte del producto químico, reduciendo su concentración activa y por tanto su eficacia.

    El pH y la dureza del agua tienen influencia primordial sobre este equilibrio. Como regla general, cuanto más bajo es el pH, mayor es la acidez y menor la dureza del agua, mayor es la toxicidad de los productos químicos y menor la eficacia de los tratamientos.

    Teniendo en cuenta todos estos imperativos, para el tratamiento por inmersión se recomiendan las normas siguientes:

  • Ayuno durante doce - cuarenta y ocho horas (en función de la temperatura) antes del tratamiento que reduce el consumo de oxígeno y la producción de amoníaco, y refuerza la resistencia a la pérdida de escamas durante el manejo. Se debe comprobar la densidad de población y la temperatura del agua con relación al consumo de oxígeno y a la producción de amoníaco. Si la densidad es excesiva, ésta ha de reducirse antes de aplicar un tratamiento estático. En las estaciones calurosas, los tratamientos se deben llevar a cabo a las horas del día en las que la temperatura del agua sea más baja.

  • Comprobar el buen estado de las branquias, con el fin de eliminar, como primera medida, sus posibles parásitos antes de emprender cualquier tratamiento. Mantener una buena higiene en los estanques y evitar el tratamiento durante las crecidas de los ríos.

  • Aún más importante es realizar un ensayo del tratamiento sobre un pequeño grupo representativo de peces y esperar un período de doce - veinticuatro horas, por la posible aparición de algún estrés, antes de aplicar el tratamiento colectivo bajo idénticas condiciones. Es fundamental que otra persona compruebe los cálculos de la dosis, ya que un error en una coma puede entrañar riesgos mortales.

  • Durante la duración del tratamiento, vigilar la concentración de oxígeno e interrumpirlo tan pronto como aparezca el menor signo de estrés respiratorio entre los peces tratados.

  • Al igual que con cualquier otro control en la explotación, anotar y archivar los detalles y resultados obtenidos, y tratar de nuevo sólo si es absolutamente necesario.

  • En la Práctica es siempre difícil, y muchas veces imposible, seguir todas estas pautas. El ensayo previo del tratamiento es la única obligación absolutamente indispensable que debe cumplirse siempre, en particular cuando se trata de grandes poblaciones de peces.

    Los tratamientos por inmersión se subdividen como sigue:

  • Baño (“baths”), cuando se bañan los peces in situ en una solución química estática a baja concentración durante treinta - sesenta minutos. Este es un método útil en estanques o depósitos pequeños, aunque puede ocasionar una pérdida de oxígeno y una acumulación de amoníaco, en cuyo caso se hace necesario un aporte complementario de aire comprimido o de oxígeno.

  • Baño prolongado (“prolonged inmersion”), cuando se bañan los peces in situ en una solución química a muy baja concentración durante un período de tiempo superior a doce horas. Este método sólo puede aplicarse en estanques de cría intensiva en los que la renovación de agua sea mínima.

  • Inmersión (“dips”), cuando se sumergen los peces en una solución química a alta concentración durante uno - cinco minutos. Este es un método útil para pequeñas poblaciones de peces, que deben ser extraídos de su propio estanque, con el consi

  • ndo un volumen constante del producto químico se añada al agua de entrada durante un período determinado hasta proporcionar la concentración requerida. Esto se consigue por un sistema de sifón o por una bomba de flujo constante. Es particularmente útil en los estanques o depósitos en serie con suministros por tubería o por canal. Este método e el mejor desde el punto de vista precisión, del mantenimiento de la calidad del agua (situación de “mínimo estrés”) y ahorro de mano de obra, aunque la cantidad de producto aplicado sea considerablemente mayor en comparación con un tratamiento de año estático.

  • Condiciones y dosis.

    Infestaciones parasitarias.

    El formol (formaldehído al 40 %) ha sido, desde hace tiempo, un tratamiento tradicional en las explotaciones piscícolas, y es realmente eficaz a concentraciones que varían entre 167 y 250 mg/litro aplicadas durante una hora. Se recomienda una concentración menor en aguas blandas y ácidas, ya que en ellas el formol es más tóxico. Este producto puede aplicarse por baño, dispersión o dispersión continua, y se ha demostrado su efectividad frente a la mayor parte de los protozoos ectoparásitos, por ejemplo Costia, Trichodina, etc. y frente a algunos tremátodos monogenésicos, como Discocotyle y Entobdella soleae. Una concentración de 500 mg/litro durante treinta minutos fue efectiva en el salmón “louse” o Lepeophtheirus salmonis (H*stein, comunicación personal).

    La utilización terapéutica del formol impone una precaución primordial, que consiste en la necesidad de asegurarse que no entraña ningún riesgo de intoxicación por la formación de paraformaldehído. Esta sustancia forma un precipitado blanquecino en las soluciones almacenadas durante largo tiempo. Es altamente tóxico y debe eliminarse siempre por filtración. El formol se debe conservar en recipientes oscuros con objeto de reducir la tasa de producción de paraformaldehído.

    Otra precaución importante consiste en vigilar de cerca el contenido de oxígeno del agua, ya que el formol es un agente reductor y hace disminuir dicha cantidad de oxígeno disuelta en el agua.

    Ichthyophthirius multifiliis, protozoo externo responsable de la enfermedad de los puntos blancos, es extremadamente difícil de tratar en su fase de enquistamiento, recomendándose un tratamiento con verde de malaquita y formol, en baño durante una hora a una concentración de 1 - 2 mg/ litro de verde de malaquita y 167 - 250 mg/ litro de formol (en función del pH y dureza del agua). En un estanque de peces en Israel, se lograron resultados satisfactorios al aplicar un baño prolongado a una concentración de sólo 0,15 mg/ litro de verde malaquita (Sarig, 1971).

    Otros parásitos externos no sensibles al formol, como por ejemplo el tremátodo monogenésico Gyrodactylus, y parásitos crustáceos tales como Lernaea y Argulus, se pueden tratar con compuestos organofosforados, por ejemplo Masoten o Neguvon (triclorfón), administrado en inmersión al 1% durante dos - tres minutos , o Bromex (dimetil 1,2 - dibromo - 2,2 dicloroetil fosfato) en baño prolongado a una concentración de 0,1 mg/ litro. Estos tratamientos son efectivos, pero, debido al desconocimiento de la biodegrabilidad de los organofosforados, su empleo está prohibido en algunos países, incluyendo el reino Unido. Hoffman y Meyer (1974) realizaron una revisión bibliográfica completa sobre los tratamientos de parásitos externos. Kabata (1970) llevó a cabo una revisión de los tratamientos de los crustáceos parásitos, y Sarig (1974) describió las técnicas necesarias de tratamiento en estanques de agua cálida. Para mayor información, remitimos a nuestros lectores a estos trabajos.

    Infecciones Micóticas

    El verde malaquita, producto químico de elección contra la mayoría de las infecciones micóticas, especialmente Saprolegnia sp., es el producto tradicional utilizado por el piscicultor. Puede aplicarse en solución al 1 % como tratamiento tópico, en inmersión a un dosis de 67 mg/ litro durante un minuto, como baño, dispersión o dispersión continua, a una dosis de 1 - 2 mg / litro (según la dureza del agua y tamaño del pez) durante una hora, o en baño prolongado a una dosis de 0.15 mg/ litro. Durante la incubación de los huevos se recomienda como tratamiento profiláctico a una concentración de 2 mg/ litro durante una hora.

    El verde de malaquita se presenta comercialmente en diferentes preparados, siendo los más aconsejables aquellos que contengan sales basado en oxalato, cloruro y sulfato. La única precaución consiste en evitar su combinación con sales que contengan cloruro de zinc, debido a su gran toxicidad. Steffens et al. (1961) hicieron una revisión bibliográfica sobre el empleo del verde de malaquita en el tratamiento de enfermedades de los peces, estudio que recomendamos consultar para más amplia información.

    Infecciones Bacterianas

    Desde el punto de vista terapéutico, las infecciones bacterianas que responden a un tratamiento externo se pueden distribuir en tres grupos etiológicos: infecciones causadas por myxobacterias, infecciones causadas por bacterias endotóxicas Gram - negativas e infecciones mixtas. La enfermedad de las branquias producida por myxobacterias se ha tratado tradicionalmente con compuestos amónicos cuaternarios (QACs*), tales como Roccal (Bayer) o Hyamine 3.500 (lenning Chemicals), recomendados a una concentración de 1- 4 mg/ litro de producto activo durante una hora (en función del pH y dureza del agua) y aplicados mediante baño. La naturaleza bacteriostática de estos productos obliga muchas veces a repetir el tratamiento durante tres días consecutivos. Si bien la etiología de la enfermedad de las branquias ha sido objeto de polémica durante muchos años, un trabajo reciente de Cawley (comunicación personal) parece indicar que el principio detergente de los QACs juega un papel primordial durante el tratamiento y puede ser la curación resultante sea función de la eliminación mecánica en la superficie de las branquias del mucus que se haya acumulado, de los detritus celulares y de las bacterias que se encuentren en ellas.

    El nifurpirinol se ha citado como un compuesto de buenas perspectivas en el tratamiento de todas las enfermedades producidas por myxobacterias, aplicado en baño durante una hora a una concentración activa de 1 mg/ litro. Tiene la ventaja de ser absorbido a través de las branquias, y de esta forma actuar tanto externa como sistémicamente. También se han citado las infecciones producidas por Vibrio como susceptibles frente al nifurpirinol, aunque a una mayor concentración activa de 10mg/ litro durante una hora. Experiencias recientes sobre el uso de este medicamento en el Reino Unido, en pruebas de campo, demostraron que no era tan eficaz como se creía en principio, y que en todas las enfermedades por myxobacterias el mejor método de tratamiento consiste en mejorar las condiciones de cría, especialmente la calidad del agua.

    El sulfato de cobre es un compuesto de gran utilidad, alternativo y sustitutivo de los QACs (compuestos amónicos cuaternarios), aunque su empleo, en razón a sus riesgos de toxicidad, se aconseja limitar a un baño por inmersión durante un minuto a una concentración de 500 mg/ litro.

    El hemisulfato de proflavina es un buen tratamiento general contra las lesiones externas producidas por bacterias Gram - negativas. Se recomienda un baño durante treinta minutos a una concentración de 20 mg/ litro.

    Bullock et al. (1971) publicaron un extenso trabajo sobre las enfermedades bacterianas de los peces y su tratamiento; el lector encontrará en él los datos complementarios para una mayor información.

    Tratamiento Sistémico a través del alimento.

    Métodos.

    La incorporación de un medicamento al alimento con objeto de tratar las enfermedades sistémicas, plantea otros problemas diferentes a aquellos que se han descrito en los tratamientos externos. El pez tiene que ingerir el alimento medicado y, en general, uno de los primeros síntomas de enfermedad es la falta de apetito. Es por tanto necesario un rápido diagnóstico, pero, aunque están en período de inmunodifusión e inmunofluorescencia (Chen et al., 1974), el piscicultor no puede, en general, conocer la identificación específica del patógeno responsable antes de tres a cuatro días, aún cuando pueda contar con los servicios de un laboratorio de diagnóstico cualificado. Es fácil solucionar este problema empleando medicamentos con amplio espectro de acción y, teniendo en cuenta que casi todas las bacterias patógenas para el pez son Gram - negativas, se recomienda recurrir a aquellos productos que tengan actividad sobre la mayor parte de estas bacterias. Los patógenos Gram - positivos del pez son mucho

    e los efectos tóxicos y los efectos terapéuticos que se quieren alcanzar en el medio sanguíneo. La ración alimentaria dependerá de diversos factores, como son la actividad del medicamento, la temperatura del agua y la estación del año, aunque la variación en el apetito de los peces enfermos y el aparente rechazo del alimento medicado, incluso por los peces sanos, hace difícil predecir cuánto alimento van a consumir realmente los peces. La disponibilidad de medicamentos en algunos países presenta otra dificultad en razón de que ciertos productos terapéuticos no pueden emplearse más que bajo prescripción de un veterinario especialmente cualificado que justifique el uso clínico. Esta restricción y regulación se justifica plenamente y debe respetarse siempre, ya que es fundamental reducir los riesgos de aparición de cepas resistentes de bacterias patógenas, tanto para el hombre como para los animales.

    La incorporación de medicamentos a la dieta alimenticia puede ocasionar inconvenientes de tipo práctico. Los fabricantes de alimentos suministran piensos medicados o están dispuestos a preparar partidas especiales de acuerdo con las necesidades del cliente, siempre que solicite una cantidad suficiente.

    Como sistema alternativo se pueden añadir los medicamentos a los alimentos que se utilizan en la explotación, es decir, incorporando una masa acuosa que contenga el medicamento al triturado de peces si la dieta es a base de pescado fresco, o bien bañando los gránulos secos con una mezcla de gelatina o en una masa de aceite de maíz que contenga a su vez los medicamentos, en cuyo caso los gránulos los absorben al secarse. Estos métodos sólo deben aplicarse inmediatamente antes de su distribución, ya que algunos antibióticos se desnaturalizan dentro de un plazo de veinticuatro horas después de su manipulación.

    Finalmente, debe existir siempre una norma estricta que limite la comercialización de peces recién medicados. Aunque no suelen regir leyes al respecto, los piscicultores se encuentran frente a una importante obligación moral de no vender dichos peces al menos hasta un mínimo de cuatro semanas después del tratamiento, tiempo necesario para que los antibióticos se eliminen de los tejidos de los peces tratados. En caso contrario, podría inducirse una resistencia a antibióticos en la flora bacteriana del consumidor.

    Indicaciones y Dosis.

    Infecciones Bacterianas.

    Históricamente la quimioterapia de las enfermedades piscícolas se desarrollo en Estados Unidos después de la segunda guerra mundial. Se emplearon sulfamidas tradicionales para combatir brotes de furunculosis en peces de agua dulce (Snieszko y Friddle, 1952). Todavía se emplea la sulfameracina, recomendando su uso a una dosis diaria de 22 g/ 100 kg de peces durante su primer día de tratamiento, que después se rebaja a 11g/100 kg durante los cinco - diez días siguientes. Las sulfamidas tradicionales tienen la ventaja de su bajo costo, pero pueden causar problemas de toxicidad renal y provocar una pérdida de apetito. En la década de los 60 aparecieron cepas de Aeromonas resistentes a las sulfamidas, lo que estimuló a buscar otros productos quimioterápicos eficaces, y así empezó el uso de los nitrofuranos.

    Hoy en día se dispone de una amplia gama de nitrofuranos, de los que la furazolidona es la más accesible para el tratamiento de peces. Suelen incorporarse a las dietas en premezclas más o menos activas, según indicación veterinaria. La dosis recomendada es de 11 g (producto activo) / 100 kg de peces durante cinco - diez días. Los nitrofuranos son generalmente más costosos que las sulfamidas, pero sin embargo dan resultados más satisfactorios al ser menores los problemas de toxicidad y de pérdida de apetito.

    En los últimos años, se ha generalizado el empleo de las sulfamidas potenciales para el tratamiento de peces. Incorporadas en combinación con una sulfamida tradicional, se incrementa su actividad terapéutica a una dosis menor sin ningún peligro de provocar los típicos efectos de toxicidad e inapetencia habituales con el uso de las sulfamidas tradicionales.

    Las dosis diarias recomendada es de 5,5 g de una mezcla 5: 1 de una sulfamida tradicional, como por ejemplo sulfadiacina, y una sulfamida potenciada, por ejemplo trimetoprin, por cada 100 kg de peces durante cinco - diez días. (Mc Carthy, comunicación personal).

    De todos los antibióticos conocidos, la oxitetraciclina es el medicamento de elección contra la vibriosis y las enfermedades ulcerativas de los peces. Actualmente está muy extendido su uso en forma de premezcla para aplicación veterinaria. La dosis diaria recomendada es de 7,5 g (producto activo)/ 100 kg de peces durante cinco - quince días.

    El nifurpirinol ya se citó anteriormente y puede aplicarse como tratamiento contra las vibriosis sistémicas, aplicado mediante baño durante una hora a una dosis de 10 mg (producto activo) / litro (Pearse et al., 1974). En algunos casos se hace necesario repetir este tratamiento varios días consecutivos.

    La terapia de la enfermedad bacteriana del riñón por corynebacterias (BKD) plantea problemas especiales en razón de su naturaleza crónica. Se aplicó el tratamiento con sulfamidas, pero la medicación más eficaz hasta la fecha la proporciona la eritromicina, añadida al pienso a una dosis diaria de 9 - 10 g/ 100 kg de peces (Snieszko y Griffin, 1955). Este antibiótico actúa sólo deteniendo la enfermedad, por lo que se hacen necesarios tratamientos intermitentes durante largos períodos de tiempo.

    La infección secundaria por Aeromonas en los órganos de los ciprínidos asociada con la viremia primaveral de la carpa (SVC) y con la eritrodermatitis de la carpa (CE), se trata con inyección parenteral de antibióticos, aunque la incorporación terapéutica del antibiótico al alimento (oxitetraciclina y sulfamidas) se empleó también para limitar al menos los brotes de enfermedad (Fijan, comunicación personal). Los peces que se encuentran gravemente infectados suelen estar anoréxicos, y por lo tanto no toman suficiente alimento medicado para que el tratamiento sea efectivo.

    Las enfermedades sistémicas se acompañan muchas veces de lesiones externas, clínicamente visibles, y en estos casos su curación se ve favorecida sis se combina la alimentación medicada con un tratamiento químico externo adecuado, por ejemplo un baño de hemisulfato de proflavina a una dosis de 20 mg/ litro durante treinta minutos.

    Los tratamientos alternativos de las enfermedades bacterianas de los peces han sido revisados por Bullock et al. (1971). Recomendamos su consulta para mayor información. Se dispone de muy pocas publicaciones referentes al empleo de alimentos medicados en los peces de agua de mar.

    Parásitos Intestinales.

    Históricamente, el tratamiento tradicional contra hexamita (Octomitus), protozoo que parásita el intestino de los salmónidos, consistía en una alimentación medicada con calomelanos (compuestos mercúricos) o carbasona (compuesto arsenical). En un intento para eliminar estos compuestos, en cierto modo peligroso, se introdujo el empleo de “enheptin” (2 - amino - 4. nitrotiazol) (Post y Beck, 1966). Desafortunadamente este último producto no se comercializa en la mayor parte de los países, por lo que forzosamente se ha tenido que volver al empleo de la carbasona a una dosis de 200 mg/ litro (0.2 %), incorporada al pienso, durante tres días. Un tratamiento equivalente son las sales de Epsom (sulfato magnésico) mezcladas a los alimentos a una dosis de 30.000 mg/litro (3%) y administradas durante tres días.

    El mejor método de tratamiento para combatir los parásitos metazoarios intestinales consiste en incorporar a la ración óxido de di - n - butil estaño a una dosis de 25 g / 100 kg de peces durante tres días. Hoffman y Meyer (1974) publicaron una lista de tratamientos alternativos contra los parásitos, trabajo que debe consultarse para ampliar información.

    Tratamiento Parenteral.

    Al igual que el tratamiento tópico, el método de inyección es de utilización limitada en la cría intensiva de peces, ya que éstos deben inmovilizarse antes de extraerlos del agua para ser inyectados, proceso que implica mucha mano de obra, y, además, el tratamiento parenteral con antibióticos, por ejemplo con oxitetraciclina, resulta muy costoso. Por estas razones se reserva generalmente esta técnica a pequeñas poblaciones de peces valiosos, por ejemplo los progenitores. No obstante, un sistema de inyección masiva de en carpas, empleando jeringuillas automáticas multidosis, se ha puesto a punto y generalizado en el este de Europa (fijan, comunicación personal) como tratamiento preventivo en poblaciones de ciprinidos susceptibles a la SVC eto de evitar interferencias con la salud humana al ser utilizado en el tratamiento de algunas enfermedades del hombre. En opinión de autor, debe rechazarse el empleo de cualquier producto veterinario, siempre que existan buenos tratamientos sustitutivos que nos conlleven un riesgo a la población humana.

    En la falta actual de suficiente información hay que considerar las inyecciones con antibióticos de las enfermedades de los peces como métodos únicamente experimentales. Cuando una gran población de peces se encuentra afectada por una enfermedad debe utilizarse otro tratamiento alternativo siempre que sea posible.

    Elección del Tratamiento y del Método de Aplicación.

    Una vez establecido que existe la enfermedad, el primer paso debe ser siempre diagnosticar la causa primaria. En general, esta causa estará asociada a ciertas condiciones de cría o manejo del pez, siendo muchas veces suficiente con corregir y localizar estos fallos para restablecer la situación, aunque el tratamiento pueda ser aún necesario.

    Se recomiendan tratamientos específicos contra las enfermedades más probables, y cuando se dispone de distintas alternativas en cuanto al producto químico a utilizar, se suele elegir aquel que se tenga en existencia o que pueda adquirirse con mayor facilidad. La elección del método dependerá de varios factores, tales como el número de peces, su edad y el tipo de explotación. Esto puede sintetizarse como sigue:

  • El tratamiento por baños es el método idóneo para estanques y depósitos pequeños individuales.

  • El tratamiento por dispersión continua es ideal para baterías de estanques y depósitos pequeños con suministro de agua por tubos o canales.

  • El tratamiento por inmersión prolongada sólo se aplica en estanques de cultivo extensivo con poca o ninguna renovación de agua.

  • El tratamiento por inmersión sólo está indicado cuando se trata de un número pequeño de peces.

  • El tratamiento por dispersión es útil para los estanques en serie (“raceways”) y para los estanques de tierra.

  • El tratamiento sistémico a través del alimento puede aplicarse a cualquier población de peces que reciban una alimentación preparada industrialmente.

  • Los tratamientos tópicos y por vía parenteral son técnicas reservadas para su aplicación individual a peces de gran valor.

  • Es siempre el sentido común el que ayuda a elegir entre todas estas posibilidades, ya que en la práctica nunca se presentan dos situaciones absolutamente iguales. De una manera general, el tratamiento, en particular el tratamiento químico externo, ofrece mayor dificultad cuanto más extensivas son las condiciones de cría, es decir, las baterías de estanques pequeños son relativamente más fáciles de tratar que los grandes estanques o las lagunas y pantanos.

    Las jaulas flotantes, especialmente en el agua de mar, plantean problemas especiales por su condición de cultivo intensivo en un medio extensivo, y en razón a que el fin de un tratamiento consiste en mantener una concentración constante de producto químico dentro de la jaula. Hasta el momento actual se ha intentado el tratamiento tanto en mareas muertas como rodeando los lados de la jaula o caja flotante con polietileno o lona para reducir las pérdidas de producto químico. Ninguno de estos métodos es completamente satisfactorio, ya que, por una parte, apenas se consigue un descenso de la dilución de la concentración del producto químico y., por otra parte, se acompaña de una disminución de oxígeno, problema frecuente en aguas de mar. Se han utilizado sistemas de recirculación del agua con aporte de medicamentos utilizando filtros biológicos, pero también plantean problemas especiales, puesto que la mayoría de los tratamientos químicos pueden destruir la biomasa de tales filtros a la concentración necesaria para tratar a los peces. Durante la terapia, pueden alternarse los pasos de agua por el filtro y los períodos de tratamiento estático, y además se debe reforzar la concentración de producto para compensar las pérdidas en el filtro. El nifurpirinol es una excepción a esta regla general, ya que posee la propiedad especial de ser un compuesto antibactericida con sólo efectos mínimos sobre los filtros biológicos.




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    Enviado por:Toxeiro
    Idioma: castellano
    País: Chile

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