Salud
Patología forense
1º REALICE UN CUADRO COMPARATIVO AMPLIO SOBRE LA AHORCADURA, SOFOCACIÓN, ESTANGULACION Y SUMERSION.
AHORCADURA
La ahorcadura, suspensión o colgamiento puede definirse como la muerte producida por la constricción del cuello, ejercida por un lazo sujeto a un punto fijo y sobre el cual ejerce tracción el propio peso del cuerpo.
Se distinguen en la practica las siguientes variedades de ahorcadura:
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Ahorcaduras completa e incompleta: Dependen de la altura a que ha quedado el cuerpo después de la suspensión. En la primera todo el cuerpo está suspendido en el aire; en la segunda, una parte mayor o menor del cuerpo toca en tierra, por lo que la tracción sobre el lazo suspensor no corresponde a todo el peso corporal.
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Ahorcaduras simétrica o asimétrica: Estas variedades están condicionadas por la situación del nudo. El colgamiento será simétrico cuando el nudo se encuentra situado en la línea media, por lo que habrá una ahorcadura simétrica anterior y posterior. El colgamiento será asimétrico cuando el nudo se encuentra en una situación lateral, cualquiera que sea ésta.
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Ahorcaduras típicas y atípicas: Se llama ahorcadura típica exclusivamente a aquella en que el nudo está situado en la línea media de la parte posterior del cuello. Cualquier otra situación del nudo corresponde a una ahorcadura atípica.
SOFOCACIÓN
La sofocación constituye un grupo aislado de asfixias mecánicas creado un tanto arbitrariamente por Tardieu en su famosa Memoria de 1885, que para él estaría caracterizado plena y suficientemente por la existencia de un signo anatomopatológico común, esto es, de unas equimosis de formas y localización especiales: equimosis puntiformes subpleurales, subpericárdicas, subpericraneales y tímicas. Dicho grupo lo constituía por la oclusión directa de los orificios respiratorios, la comprensión de las paredes torácicas y el encierro en un espacio confinado. Se trataría de mecanismos que habitualmente tienen una etiología criminal.
Como, según Tardieu, tales equimosis no se encuentran jamás en las otras variedades de asfixias mecánicas (estrangulación, ahorcadura, sumersión), cuando el perito encuentra en una de estas ultimas asfixias equimosis del tipo citado, está autorizado para afirmar que han existido violencias criminales de sofocación, lo cual distinguirá el homicidio del suicidio en ciertos casos.
Dicho de otra manera, de acuerdo con la doctrina de Tardieu, bastaría la presencia de las citadas equimosis, y ello aun fuera de toda huella o lesión, para llegar al diagnostico de crimen. La conclusión no podía ser más peligrosa, lo que se hizo patente al demostrarse lo erróneo de su fundamento.
En efecto, tales equimosis se han comprobado en la ahorcadura, estrangulación y sumersión; es decir, que en realidad se observan en todas las formas de asfixias. Pero es más; se encuentran también en sujetos fallecidos de diversas afecciones hemorrágicas (púrpura, homofilia), infecciones, enfermedades nerviosas (epilepsia), procesos convulsivantes (tétanos, eclampsia), afecciones respiratorias y cardiacas, etc. Resultan así privadas estas equimosis de aquel carácter patognomónico, puesto que en último extremo son debidas a una momentánea y acentuada hipertensión en el sistema de la arteria pulmonar, lo que explica que aparezcan en todas las muertes que se acompañan de tal fenómeno.
A pesar de todo, el subgrupo de asfixias mecánicas creado por Tardieu posee una cierta unidad, lo que, sumado a la tradición, justifica el que se reúna su estudio en un capitulo único.
Debemos hoy entender por sofocación, siguiendo a Vibert, aquellos casos en que un obstáculo mecánico, diferente de la estrangulación, suspensión y sumersión, interrumpe violentamente la entrada del aire en los pulmones.
Las distintas formas de asfixia incluidas en la sofocación entran dentro de uno de los siguientes epígrafes:
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Oclusión directa de los orificios respiratorios.
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Oclusión directa de las vías respiratorias.
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Compresión externa toracoabdominal.
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Carencia de aire respirable. Este, a su vez, con dos variedades: confinamiento y sepultamiento.
ESTRANGULACIÓN
Llamamos estrangulación a la muerte violenta producida por la constricción del cuello mediante la aplicación de una fuerza activa. Como dicha constricción puede hacerse por intermedio de un lazo o de las manos, dando lugar a lesiones distintas, es obligado es estudio por separado de ambas variedades.
SUMERSION
La sumersión puede definirse como un mecanismo de muerte ocasionado por respirar debajo del agua o por perder la respiración bajo el agua (Simonin). Se trata de una variedad de asfixia mecánica desencadenada por la penetración de una materia liquida o semilíquida en las vías respiratorias. Tal materia puede ser el agua (corriente o estancada) o medios distintos de consistencia mas o menos fluida: barro, lodo, contenido de las letrinas, etc.
Este tipo de asfixia no requiere la total inmersión del cuerpo. Se distingue, por ello, una sumersión completa, es decir, de todo el cuerpo, y una sumersión incompleta, parcial, que en sus casos mas extremos lo es solo de los orificios respiratorios. La ultima variedad, sin embargo, solo se concibe cuando la victima ha perdido la conciencia o las fuerzas (sincopes, embriaguez, ataques epilépticos, etc.) y cae de bruces en un charco, sobre un recipiente conteniendo un liquido (jofaina, pozal) u otra capa liquida cualquiera.
AHORCADURA (ETIOLOGÍA)
Se deben tomar en consideración cuatro modalidades de ahorcadura.
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Accidental
Es muy rara, aunque más frecuente que la homicida. En la practica suelen darse cuatro eventualidades:
El accidente propiamente dicho: Puede tratarse de niños, en sus juegos, o de adultos. En cualquier caso la victima que se encuentra sobre un plano elevado, se enreda la cabeza con cuerdas, correas, etc., pierde el equilibrio y cae, quedando suspendido por el cuello.
Los experimentadores: Algunos científicos se han sometido a experiencias de colgamiento para determinar personalmente la sintomatología del ahorcamiento o precisar puntos oscuros (Fleischmann, Minovici). Ha habido aficionados y curiosos que han querido repetir tales experiencias sin haber tomado las necesarias precauciones, lo que ha conducido a consecuencias fatales.
Los degenerados: La ahorcadura tuvo durante mucho tiempo la fama de que provocaba sensaciones eróticas de gran voluptuosidad, tal vez debida a la observación del liquido espermático en las ropas o en el suelo y al estado de semierección en que queda a menudo el pene de los ahorcados. Para provocarse tales sensaciones se han llevado a cabo intentos de ahorcadura, solitarios y sin medidas de precaución especiales, que han terminado por la muerte.
Los acróbatas: Hubo una cierta época en que estuvo de moda, como espectáculo circense, el arriesgado simulacro de ahorcarse en publico. Un accidente que se describió fue la perdida brusca de conocimiento que, inesperada por los ayudantes del acróbata e inadvertida al principio, terminaba en una verdadera ahorcadura mortal.
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Homicida
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Suicida
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Suplicio
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Homicidio
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Accidente
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Suicidio
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Accidental
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Suicida
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Homicida
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Homicidio
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Accidental
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Accidental
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Homicida
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Suicida
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Suplicio
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Accidental
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Suicida
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Homicida
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Suplicio
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Habito externo
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Lesiones locales
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Lesiones a distancia
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La posición de la cabeza depende del sitio que ocupa el nudo del lazo, apareciendo siempre inclinada hacia el lado opuesto.
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La apariencia del rostro es variable. La cara puede ser cianótica o pálida, lo que permite hablar de ahorcados azules y de ahorcados blancos. Esta diferencia depende de la situación del nudo. Cuando se trata de ahorcados simétricos, el lazo oprime por igual ambos lados del cuello, obturando arterias y venas y dando origen a una isquemia cefálica (ahorcados pálidos o blancos). Cuando el colgamiento es asimétrico, el lado correspondiente al nudo resulta menos comprimido, por lo cual, aunque las yugulares resultan siempre obturadas, pueden quedar permeables las carótidas o las vertebrales, produciendo como consecuencia una congestión cefálica (ahorcados azules).
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Se observan pequeñas equimosis faciales, sobre todo en frente, párpados, conjuntivas y labios.
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La lengua está proyectada fuera de la boca, muchas veces oprimida por los dientes, que se marcan en ella y originan acusada cianosis de la punta. Los ojos, igualmente, suelen estar proyectados hacia delante, dando lugar a una exoftalmia o exorbitismo, cuya importancia es mucho menor de lo que en un tiempo se suponía.
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Los fenómenos cadavéricos comunes acusan, asimismo, algunas peculiaridades. Las livideces se sitúan en la parte inferior del cuerpo si la suspensión se mantiene durante algunas horas después de la muerte; por otra parte, como consecuencia de la acción de la gravedad, suelen estar salpicadas de manchitas equimóticas postmortales. El hecho de que afluyan los líquidos a la parte inferior del cuerpo explica la frecuencia con que la putrefacción es húmeda y rápida en la mitad inferior del cadáver y, por el contrario, evoluciona en forma seca, momificándose parcialmente, en la superior; siempre en el supuesto de que el cadáver permanezca suspendido algún tiempo.
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Es un hecho a menudo comprobado la presencia de esperma, o liquido prostático, sobre el prepucio o manchando la ropa interior. Pero no esta demostrado que haya una verdadera eyaculación durante los fenómenos asfícticos de la ahorcadura. Este hecho se interpreta mas bien como un fenómeno cadavérico en el que colaboran la acción de la gravedad y la contracción, por la rigidez cadavérica, de las vesículas seminales.
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Por ultimo, sucede con frecuencia observar en los cadáveres de los ahorcados huellas de violencias traumáticas originadas en las convulsiones agónicas propias de la asfixia, cuando el cadáver pende inmediato a un muro, árbol, poste, etc., contra el cual se golpea.
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Lesiones internas
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Lesiones locales
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Línea argentina: A nivel del surco la piel se condensa y resquebraja en su profundidad, apretándose bajo el surco el tejido celular subcutáneo y formando una línea, delgada y brillante, cuya disección ofrece a veces dificultades. Disecada la piel, se comprueba como a nivel del surco asume una transparencia brillante que justifica el nombre que se le ha dado.
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Equimosis y hematomas: En las partes blandas del cuello afectadas por la constricción del lazo se producen equimosis de diverso tamaño. De importancia especial es la equimosis retrofaríngea descrita por Brouardel en la pared posterior de la faringe, la cual sería originada por la presión sobre ésta de la base de la lengua empujada hacia atrás por el lazo, por intermedio del hioides. Otras equimosis ocupan las vainas musculares y el tejido celular.
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Roturas musculares: Se localizan ordinariamente a nivel de los esternocleidosmastoideos y otros músculos de la región cervical. Cuando van acompañadas de extravasaciones hemáticas de cierto volumen y la sangre aparece infiltrada y coagulada, tienen el significado del colgamiento vital.
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Lesiones vasculares: Consisten en un desgarro de dirección transversal a nivel de la túnica interna de la carótida (signo de Amussat) o de la yugular (signo de Otto). Pueden producirse tanto en la ahorcadura vital como en la postmortal, pero solo en la primera van acompañadas de sufusiones hemorrágicas. De ordinario se encuentran estas lesiones inmediatamente por debajo de la bifurcación de las carótidas. Algunos autores señalan que estas lesiones son de rara observación (en un 4 a un 8 % de los cadáveres de ahorcados), mientras que serían mas frecuentes las equimosis o infiltración hemorrágica de la vaina de estos vasos por la ruptura de los vasa vasorum (lesión de Martín). En la producción de los desgarros de los vasos parece intervenir un mecanismo de elongación vascular, mas que una constricción local, como lo demuestra el hecho de que se localización no coincide siempre con la situación del surco.
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Lesiones laríngeas: Están ausentes con frecuencia y, cuando existen, se localizan fundamentalmente en las astas del tiroides y del hioides, siendo excepcional que estén afectados los otros cartílagos laríngeos. Se trata casi siempre de luxaciones y fracturas. El mecanismo de producción consiste en la compresión de la laringe contra la columna vertebral. Es por ello que resultan mas frecuentes en la estrangulación, en que la compresión se hace a un nivel mas bajo. Otros autores, no obstante, atribuyen estas lesiones a la distensión, por tracción, del ligamento hio-tiroideo. Solamente cuando existe derrame sanguíneo en el foco puede valorarse como signo de ahorcadura en vía.
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Lesiones del raquis: Son excepcionales en las ahorcaduras suicidas, mientras que constituyen una lesión característica de los ahorcados de justicia por la violencia de la ejecución. Consisten en roturas de los ligamentos intervertebrales, luxaciones de las dos primeras vértebras cervicales y, mucho mas raramente, fracturas vertebrales.
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Lesiones generales
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La sangre aparece en los ahorcados con los caracteres propios de las asfixias en general: negruzca, fluida y de coagulabilidad disminuida. Pero, además, pueden señalarse otros dos signos, a los que se sucede, por los autores que los han propuesto, valor como indicio de ahorcadura vital:
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El punto crioscópico o delta de la sangre contenida en el ventrículo derecho presenta valores sensiblemente mayores que los de la sangre contenida en el ventrículo izquierdo (Palmieri). Como dijimos, tal diferencia la atribuye este autor a la elevación de la tasa de anhídrido carbónico, que sería mayor en la sangre procedente de los tejidos.
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S.P. Berg ha comprobado diferencias cuantitativas en el contenido en fosfátidos en la sangre de ambas mitades del corazón. Según los resultados que obtiene el autor, el valor de los fosfátidos de la sangre del corazón derecho es sensiblemente mas alto en los ahorcados (promedio: 77,2 mg.), que en los individuos muertos por otras causas (promedio: 12,1 mg.).
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En el resto del cadáver se encuentra el cuadro general visceral de las asfixias mecánicas: los pulmones congestionados, con equimosis subserosas en su superficie, y en su profundidad núcleos apopléticos unas veces, zonas de efisema otras, etc. El estómago, hiperémico y con equimosis submucosas, y en el encéfalo, congestión generalizada con foquitos hemorrágicos meníngeos y cerebrales.
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Habito externo
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En la cara, acentuada cianosis y tumefacción; equimosis puntiformes diseminadas por la cara y extendidas también a la parte superior del tórax y al cuello. Las equimosis y sufusiones sanguíneas subconjuntivales, a veces acompañadas de quemosis, suelen ser muy extensas. Se ha visto en ocasiones la salida de sangre por el conducto auditivo, acompañada de rotura de la membrana timpánica (Hofmann); puede verse también salida de sangre por la nariz.
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En el cuello lo que caracteriza a esta variedad de asfixia mecánica es la presencia del típico surco de estrangulación. Este surco posee unos caracteres propios que permiten la diferenciación con el surco de la ahorcadura:
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Ante todo, falta muy raramente, dándose solo esta eventualidad cuando la estrangulación fue producida por lazos anchos, blandos y flexibles, mantenidos poco tiempo, por lo que dejan una impresión tan borrosa, que llega a pasar inadvertida.
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Suele estar situado a un nivel bastante bajo, muy a menudo a la altura de laringe.
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Por su numero puede ser único, doble o múltiple, conforme el número de vueltas que da el lazo; En este ultimo caso, los distintos surcos pueden estar mas o menos confundidos, y si no es así, suele haber entre ellos una cresta congestionada.
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Su dirección típica es la horizontal, si bien puede adoptar una dirección descendente y, con mayor rareza, ascendente.
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Su profundidad es uniforme; es decir, da toda la vuelta al cuello y falta el hueco o interrupción debida al nudo, como en la ahorcadura. Pero pueden haber interrupciones por interposición de cuerpos extraños (ropas) o por tratarse de lazos no homogéneos, cuyas distintas porciones tienen una consistencia dispar.
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Es posible que el surco reproduzca algunas particularidades del lazo: que sea nudoso, trenzado regularmente, con irregularidades que se hacen más ostensibles al tensarse (cinturones elásticos), etc.
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Por lo que se refiere al color y aspecto, casi siempre se trata de surcos pálidos y blandos, ya que, por la escasa excoriación, se apergaminan raras veces. Los bordes son más violáceos que el fondo y pueden presentar equimosis.
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Señalemos, para terminar, que cuando se ha usado garrote para la compresión del cuello queda también su impresión sobre él, en dirección perpendicular o ligeramente oblicua respecto al surco.
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Lesiones internas
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Lesiones cervicales externas
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Lesiones cervicales internas
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Lesiones a distancia
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Habito externo de los sumergidos
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Ciertas modificaciones debidas a la simple permanencia del cuerpo en el medio de sumersión.
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Signos especiales que se atribuyen a las reacciones vitales de un ser que muere por respirar debajo del agua.
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Lesiones debidas a violencias traumáticas sufridas por el cuerpo, antes o después de la muerte.
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Signos debidos a la simple permanencia del cadáver en el agua
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Modificaciones de los fenómenos cadavéricos en los sumergidos
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Ha sido señalada desde antiguo una frialdad externa de la piel que sería mas acusada que de ordinario. Esta apreciación, en realidad, es puramente subjetiva y aparente, pues las mediciones termométricas no la confirman. Se debe simplemente a la mejor capacidad conductora de la temperatura de los cuerpos mojados, por lo que la mano del explorador siente mas frío al tocar que con otro cuerpo seco a la misma temperatura.
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Cutis anserina: La piel aparece con el típico aspecto de carne de gallina. No se trata de ningún fenómeno especial, sino de la retracción de los arrectores pili por el proceso de la rigidez cadavérica. Se trata, no obstante, de un fenómeno que se observa con mas frecuencia en los cadáveres de los sumergidos, por comparación con otros tipos de muerte. El mismo origen tienen una acentuada retracción del pene, del escroto y del pezón, también de observación frecuente en estos cadáveres.
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Livideces: Sueles ser rosadas y más extensas que de ordinario, por el hecho de la dilución sanguínea que hace mas fluida la sangre.
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Putrefacción: La evolución general de la putrefacción común presenta ciertas diferencias en los cadáveres sumergidos. Ante todo, la putrefacción sufre una detención en su evolución, al menos durante un cierto periodo. Detención que es rápidamente compensada en cuanto se extrae el cadáver del agua, de forma que a las pocas horas, o antes, un cadáver aparentemente bien conservado aún, inicia rápidamente los fenómenos cromáticos y enfisematosos, hasta el extremo de sorprender al perito que presenció su extracción del agua. Por parte de la mancha verde, ya se indicó que en los cadáveres de los sumergidos se inicia en la parte superior del tórax e inferior del cuello, a diferencia de los casos comunes. El enfisema subcutáneo tiene lugar aun en los cadáveres sumergidos, siendo el origen del flotamiento, que hace volver a la superficie los cadáveres que primitivamente se hundieron. Se ha tratado de establecer una relación cronológica entre el momento de este flotamiento y la data de la muerte para las distintas épocas del año, pero en realidad este fenómeno presenta demasiadas variables para poder dar reglas generales. Señalaremos, por ultimo, la tendencia a la saponificación, total o parcial, que presentan los cadáveres de los sumergidos, ay que en ellos se reúnen las condiciones de humedad y ausencia de oxigeno que, como sabemos, facilitan la producción de este fenómeno conservador del cadáver.
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Fenómenos debidos a la permanencia del cadáver en el agua
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Maceración cutánea: Los cadáveres sumergidos no escapan a la acción general de ablandamiento y modificación estructural que el agua ejerce sobre todos los cuerpos orgánicos, y aun muchos inorgánicos. Se trata, en esencia, del mismo fenómeno que se produce en el vivo cuando permanece mucho tiempo en el agua; por su frecuencia en esta actividad profesional, se llama también, a veces, mano de lavandera o piel de lavandera. La maceración cutánea de los cadáveres sumergidos comienza generalmente en los sitios en que la piel está mas engrosada (callosidades), y es también en estas localizaciones donde suele alcanzar su máxima expresión. Se observan, por tanto, las primeras manifestaciones en la palma de la mano y planta del pie, extendiéndose luego progresivamente el resto de la superficie cutánea. Como consecuencia del proceso de maceración, la epidermis se arruga y va haciéndose blanca, hasta que poco a poco se desprende de la dermis. Llega así un momento en que fácilmente se arranca o cae de modo espontáneo en anchos colgajos, y muchas veces en bloque, toda la epidermis de la mano o del pie (en guante o en calcetín, respectivamente), arrastrando consigo las uñas. La maceración da también origen al desprendimiento precoz de los pelos y cabellos, pudiendo dar lugar a confusiones identificativas de los cadáveres por las calvicies artificiales que produce.
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Otros fenómenos: Son también habituales en los cadáveres de los sumergidos después de una prolongada permanencia en el agua: la desarticulación en diversos segmentos de los miembros, la abertura de cavidades (torácica y abdominal) y la presencia de ciertas incrustaciones calcáreas parecidas a granos de mijo, que, de otro lado, se ven también en cadáveres inhumados.
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Signos propios de la reacción vital
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Hongo de espuma: Ya lo hemos señalado a propósito de las lesiones generales de las asfixias mecánicas. Forma una bola espumosa, blanquecina o ligeramente rosada, que cubre los orificios nasales y bucal. Esta espuma se continúa con la traqueobronquial y se produce cuando el desarrollo de los gases de la putrefacción origina una verdadera expresión del pulmón. Es un signo de valor, aunque esté expuesto a ciertos errores. En primer lugar, puede no apreciarse, tanto en las observaciones precoces como en las tardías: en las primeras, por no haberse iniciado su formación (o más exactamente, su exteriorización); en las segundas, por haberse agotado la espuma traqueobronquial después de haber formado un hongo que luego desapareció por lavado o frotamiento. En según lugar, un hongo de espuma puede verse también en alguno procesos distintos a la sumersión; otras variedades de asfixia, edema agudo de pulmón, epilepsia.
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Erosiones y cuerpos extraños en las puntas de los dedos: Las primeras no son nunca muy profundas; los segundos se localizan habitualmente debajo de las uñas o están en la punta y cara palmar, incrustados firmemente en la dermis. Han sido atribuidos a la lucha del sujeto que roza y rasca con fuerza el fondo en su esfuerzo para salir a la superficie e impedir la asfixia.
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Equimosis faciales: Son análogas a las que se ven en otras variedades de asfixias: pequeñas, oscuras, diseminadas, múltiples o, a veces, aisladas, con una localización predominante en los párpados o debajo de las conjuntivas.
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Violencias traumáticas
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Unas veces se deben a intentos suicidas previos a la sumersión y que, precisamente por no haber conducido al propósito buscado, van seguidos de la sumersión.
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Otras veces se trata de traumatismos dolosos destinados a aturdir a la victima, a la que después se arroja al agua, o incluso a producirle la muerte, siendo la sumersión un medio de hacer desaparecer el cadáver o hacer creer en un accidente o en un suicidio.
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Finalmente, puede tratarse de lesiones accidentales producidas al caer al agua la victima y cuya gravedad puede a veces justificar la asfixia por sumersión por haber incapacitado a la victima para los movimientos natatorios.
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Lesiones internas
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Aparato respiratorio
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La espuma traqueobronquial se considera signo de sumersión vital, pues su producción se atribuye al batido que las respiraciones convulsivas de la agonía harían del agua de sumersión con aire y algo de moco. La espuma es blanquecina, alguna vez amarillenta y hasta rojiza por desgarros capilares o focos apopléticos; está constituida por burbujas finas y muy homogéneas. Ocupa todo el árbol bronquial, mas densamente en la bifurcación branquial y la traquea; llega a los orificios respiratorios, en los que se continúa con el hongo de espuma. La cantidad de espuma es variable; depende, según algunos autores, de la duración de la agonía; también influye el momento de la observación, pues los gases de la putrefacción la van empujando hacia el exterior, de modo que si es muy avanzada es posible que no se encuentre en las vías aéreas.
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Los cuerpos extraños del medio de sumersión paran también con el agua a las vías respiratorias. Cuando el líquido de sumersión presenta abundantes materias sólidas en suspensión, aparecen en los bronquios llenando su luz. De donde se las puede vaciar por expresión formando candelillas. Es frecuente, por ello, este fenómeno en la sumersión en líquidos cenagosos (pantanos, letrinas, lodos). Otras veces, se trata de partículas aisladas (granos de arena, arcilla u otros minerales) que se pueden apreciar por la vista y el tacto en la bifurcación bronquial. Pero también puede tratarse de formaciones minerales, vegetales o animales, microscópicas, que flotan en los líquidos, constituyendo el llamado plankton, acerca del cual llamaron la atención Reinsberg y Revesnstorf a principios de siglo.
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Aparato circulatorio
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Aparato digestivo
Constituye un procedimiento de excepción, ya que un individuo solo no puede ahorcar a otro de fuerza igual, que disfrute de pleno conocimiento y se mantenga alerta (Thoinot). Solamente puede explicarse por la acentuada desproporción de fuerzas entre victima y agresor, por la pérdida de conciencia de la víctima, o cuando el homicidio es cometido por un grupo de atacantes (linchamiento).
Habitualmente, aunque de modo impropio, suele comprenderse como ahorcadura-homicidio el colgamiento de un cadáver. Esto es, la ahorcadura simulada para engañar a la justicia, ya que ante una suspensión se despierta siempre la idea del suicidio.
Es uno de los procedimientos mas usados en todos los países y épocas para procurarse la muerte. Es mas frecuente en el campo que en la ciudad y más en el hombre que en la mujer.
El modo de ejecución varia casi con cada caso de especie. Nos limitaremos a señalar que, en contra de lo que se creía en un tiempo, las ahorcaduras-suicidio incompletas son tan frecuentes o más que las completas. El lugar en que se lleva a cabo tiene ciertas predilecciones: en el campo se ahorcan en un árbol, en cualquier sitio poco concurrido; en las poblaciones se eligen los sitios retirados de las casas, los graneros, el jardín, etc. Se ha dado con frecuencia entre los reclusos de cárceles y manicomios. Algunas veces son suicidio colectivos: parejas con contratiempos amorosos, grupos familiares. Puede darse también el homicidio-suicidio mixto: un padre ahorca a sus tres hijos de corta edad, suspendiéndose él a continuación.
Se han descrito verdaderas epidemias de suicidio por ahorcadura, ya como mecanismo único, ya combinado con otras violencias de la misma etiología. Todos los médicos forenses que han ejercido en partidos judiciales rurales, tienen la experiencia de que en alguna época del año, casi siempre en primavera, se producen una serie de ahorcaduras suicidas que van propagándose a los distintos pueblos de la demarcación, a menudo como las ondas de un estanque, es decir, alejándose paulatinamente el punto en que se dio el primer caso. Estas epidemias se han conocido desde la antigüedad, y ya Plutarco cita haber acabado con una de ellas, que se propagaba entre las mujeres, con la amenaza de exponer públicamente desnuda a toda joven ahorcada.
Ha constituido un modo de ejecución de justicia que estuvo generalizado en todas las naciones, atribuyéndose al emperador Justiniano su instauración como suplicio infamatorio. En la actualidad son muy pocos los países en que se mantiene.
SOFOCACIÓN (ETIOLOGÍA)
Sofocación por oclusión directa de los orificios respiratorios.
Cualquier objeto que obture mecánicamente la boca y nariz, impidiendo la entrada del aire en las vías respiratorias, da lugar a esta variedad de sofocación. Los autores anglosajones suelen utilizar la designación de smothering para esta asfixia, como consecuencia de un modo de agresión utilizado por ciertos criminales ingleses a fines del siglo pasado.
La oclusión de los orificios respiratorios se produce habitualmente por las manos o por ciertos objetos blandos.
Oclusión de los orificios respiratorios con las manos.
La oclusión mediante las manos de los orificios respiratorios constituye una violencia de etiología exclusivamente criminal, que se ha dado con frecuencia como maniobra infanticida. En el adulto es rara, no encontrándola aislada más que en sujetos privados de conciencia (ebrios, epilépticos). Es más habitual cuando va acompañada de otras violencias, como estrangulación, compresión del pecho y del abdomen, contusiones diversas, o que en realidad no haya constituido tal asfixia, sino tan solo una maniobra destinada a acallar los gritos de la victima.
En todos estos casos nos encontramos alrededor de los orificios respiratorios las huellas de la violencia bajo la forma de estigma ungueales. Pueden encontrarse, además, sufusiones hemorrágicas en los labios, como huella de la compresión sufrida por los mismos contra los dientes.
Junto a estas huellas locales, en el examen interno de los cadáveres fallecidos por esta causa aparecen los signos generales de las asfixias mecánicas: coloración negruzca y fluidez de la sangre, espuma traqueobronquial, equimosis de Tardieu, congestión visceral generalizada.
La suma de estos dos elementos diagnósticos: estigmas ungueales en la cara y lesiones asfícticas internas, constituye la base del diagnostico medico legal.
Oclusión de los orificios respiratorios mediante objetos.
La oclusión de la nariz y la boca mediante objetos blandos es más habitual que la anterior y admite otras variantes etiológicas.
La oclusión homicida de los orificios respiratorios es mas frecuente, sobre todo en las grandes ciudades, de lo que puede sospecharse, complicando casi siempre delitos de robo. Se trata de intentos de amordazamiento para evitar los gritos de la victima, utilizando como mordaza toallas, pañuelos, cojines, etc., que sujetan fuertemente obturando boca y ventanas nasales. Otras veces ha tenido lugar oprimiendo con un cojín o almohada los orificios respiratorios de la victima, u oprimiendo la cabeza en posición prona contra un cojín, un colchón, etc.
En otros tiempos se utilizaron por los criminales máscaras de pez como instrumento oclusor (smothering). El método tiene ciertas concomitancias con algunos casos descritos en los últimos años, consistentes en envolver la cabeza con un saco de plástico que se adhiere y ocluye los orificios respiratorios de la victima en los intentos de inspirar el aire.
En general, la oclusión de los orificios respiratorios, aunque posible en el adulto, es más habitual en el niño, donde la desproporción de fuerzas entre agresor y victima facilita su perpetración. En este caso se emplean almohadas, ropas espesas y otros medios similares para ocluir los orificios respiratorios. Okamoto describió un proceder utilizado en el Japón, que consiste en aplicar sobre la cara del recién nacido una hoja mojada de un papel especial (fabricado con el perispermo de la Wikatzomia canesceus), que es elástico, tenaz e impenetrable al aire.
La oclusión accidental es mucho más frecuente, sobre todo en recién nacidos que duermen en la misma cama que sus madres, o abandonados en sus cunas. Incluso se ha producido en alguna ocasión actuando como agente de la oclusión el pecho de la madre. No quiere esto decir que no pueda darse en el adulto inconsciente al caer de bruces sobre almohadas, cojín o algo parecido, en estado de embriaguez, en un acceso epiléptico o similar.
La oclusión suicida es, por lo contrario, rara. Hasta hace algunos años solo se citaba un caso de Wald, divulgado por Maschka, de una mujer que se introdujo entre las ropas de la cama y ordenó a su hijito que le fuera colocando encima objetos y ropas diversas. Recientemente se han ido conociendo otros suicidios, utilizando procedimientos mas refinados: así, en un caso, una mujer se colocó dos cojines, uno sobre la cara y otros en la nuca, atándolos con unas medias; se conocen, asimismo, casos de suicidio cubriéndose la boca y nariz con dos o más tiras anchas de esparadrapo; también se han descrito casos de suicidio introduciendo la cabeza en un saco de plástico, aunque algunos autores ven en estos casos un accidente, pues la finalidad perseguida no es la del suicidio, sino una maniobra auto erótica.
Sofocación por oclusión directa de las vías respiratorias.
Un cuerpo extraño de cualquier naturaleza introducido en las vías respiratorias bloquea el paso del aire produciendo una rápida asfixia por sofocación, además de desencadenar en algunas ocasiones un reflejo inhibitorio bruscamente mortal.
Puede darse tanto en niños de corta edad como en adultos. En uno y otro caso varían los cuerpos extraños que originan la sofocación.
En los niños se trata muy a menudo de chupetes, tetinas, dedales o juguetes, y mil objetos mas que llaman su atención, introduciéndolos en la boca. También puede tratarse de materias alimenticias (granos de uva, huesos de fruta) mal masticados. Por ultimo, constituyen igualmente un ejemplo de esta asfixia, aunque sin repercusiones medico legales, las seudo membranas diftéricas que producen la sofocación en ausencia de una traqueotomía salvadora.
En los adultos se trata algunas veces de cuerpos extraños exógenos: monedas, dentaduras postizas, cigarros, etc. Pero, lo más habitual es que sean bolos alimenticios, poco o nada masticados, que se enclavan casi siempre en la epiglotis o por encima de las cuerdas vocales. Es un accidente que se da con bastante frecuencia; se trata casi siempre de carne, a veces incluso con fragmentos de hueso, pero también de otras materias, como gajos de naranja, patatas, etc. En la mayoría de los casos se trata de un senil, un paralítico general, un epiléptico o un oligofrénico, o también de ebrios que, por decirlos gráficamente, vomitan en sus vías aéreas. En alguna ocasión, mas raramente, el causante de la sofocación es una materia patológica procedente de órganos vecinos: pus o sangre.
Es un procedimiento excepcional, cuyos pocos ejemplos conocidos se reproducen en casi todas las obras de Medicina Legal. Se trata, ordinariamente, de alienados que introducen por su boca chales, pañuelos, corbatas, etc., logrando en ocasiones su propósito.
Hemos de distinguir también que se trata de niños o de adultos. En los niños se da, sobre todo, como maniobra infanticida, introduciendo en sus fauces papeles, trapos, gasas, algodones. En los adultos se ha descrito algún caso de introducción dolosa de tapones u otros ejemplos; pero lo mas corriente es que la sofocación resulte de un amordazamiento practicado de forma científica: se introduce un pañuelo en la boca y luego se ata alrededor de la mitad inferior de la cara una bufanda u objeto similar; otra variante consiste en utilizar como mordaza una toalla, una de cuyas puntas se introduce en la boca, usando el resto para rodear la cara. En estos casos es muy posible que la victima, en sus esfuerzos para gritar y aun para respirar, se introduzca profundamente en las vías aéreas la parte interior de la mordaza, dando lugar a la sofocación.
Sofocación por compresión externa toracoabdominal
La compresión externa de las paredes torácicas y abdominales constituye igualmente una causa de asfixia por sofocación, al producir un obstáculo mecánico a la respiración.
Ha tenido una triste celebridad en cierta época, hasta el extremo de haber dado nacimiento a un verbo en el idioma ingles: to burke, para indicar este tipo de agresión, derivado del nombre de un criminal de Edimburgo, Burke, que con su cómplice, Hare, proveía a fines de siglo pasado de cadáveres a los anfiteatros anatómicos.
Tal tipo de delincuentes surgió debido a que las escuelas de medicina, ante la escasez de cadáveres para la enseñanza, pagaban una cantidad por cadáver. Se formaron para ello bandas que robaban los cadáveres de los cementerios para venderlos. Un paso mas en esta senda fue el producir la muerte por medios que no delataran el procedimiento mecánico o violento utilizado y vender seguidamente el cadáver de su victima.
Es, con mucho, la etiología mas frecuente. En los niños pequeños el propio peso de los padres, al compartir la cama, puede llegar a sofocarlos por compresión torácica. En los adultos se produce la sofocación en varias circunstancias: aplastamiento por multitudes en pánico (en los incendios); por el paso de vehículos pesados; aplastamiento entre torpes o entre vehículos y muros o columnas; por la caída de objetos pesados sobre el pecho, y, sobre todo, en los derrumbamientos y aludes.
No se conocen casos de suicidio por este mecanismo.
ESTRANGULACIÓN (ETIOLOGÍA)
Estrangulación a lazo
En la estrangulación a lazo la constricción del cuello la realiza un lazo, apretado por una fuerza extraña al peso del cuerpo. La fuerza constrictora en la ahorcadura actúa generalmente en la dirección del eje del cuerpo, mientras que en la estrangulación lo hace perpendicularmente al mismo. Estas son las diferencias esenciales con la ahorcadura, de la que debe distinguirse en los casos prácticos, porque ambas variedades de asfixia producen lesiones muy similares. También la estrangulación a lazo puede obedecer a una cuádruplo etiología.
Sucede muy rara vez, pero dan fe de su existencia diversos casos de la literatura medico legal. Un ejemplo de cómo ocurren estos accidentes es el sufrido por la famosa artista Isidora Duncan que, viajando en un automóvil descubierto y portadora de un chal al cuello, tuvo la desgracia de que aquel se le enganchara en el cubo de una rueda, produciéndose así una tracción sobre el chal que fue suficiente para estrangularla.
Presenta una frecuencia no despreciable. Es un procedimiento común de infanticidio, pero puede igualmente ser llevado a cabo sobre los adultos, bien por ser cogida la victima por sorpresa, bien aturdiéndola previamente de un golpe. Como lazo para la estrangulación se emplean pañuelos, toallas, medias, corbatas, cinturones de cuero, cordones eléctricos, cordeles, etc.
Contra lo que se creyó algún tiempo, la estrangulación a lazo suicida es perfectamente posible y aun pudiéramos añadir que relativamente frecuente. Lo único que se requiere es algún dispositivo o recurso para sujetar el lazo una vez estrechamente aplicado al cuello, a fin de que no se afloje al perder la conciencia suicida.
La estrangulación a lazo fue usada como suplicio en la antigüedad y ha estado en vigor en España como procedimiento oficial de ejecución de la pena capital para reos civiles, con el nombre de garrote, hasta la abolición de la pena de muerte consagrada en el artículo 15 de la Constitución de 1978.
Estrangulación a mano
En esta variedad de estrangulación, la muerte, debida a un mecanismo predominantemente asfíctico, tiene lugar por la constricción del cuello producida por la mano.
La estrangulación a mano es exclusivamente criminal, ya que un sujeto que se constriña el cuello con las manos afloja necesariamente la presión al perder la conciencia, lo que hace imposible el suicidio. Muy a menudo constituye una maniobra infanticida. En los adultos, en efecto, exige notable desproporción de fuerzas entre agresor y victima, o el ir precedida de otras violencias. La compresión puede ser realizada por una o las dos manos. El sentido de la misma tiene lugar, ya lateralmente, con lo que se cierra la abertura de la glotis, ya en sentido antero posterior, ejerciéndose la presión sobre la parte frontal de la laringe, cuya luz desaparece o se estrecha considerablemente. Otras veces, en fin, la compresión se realiza a un nivel mas alto, sobre el hioides, dando origen a una retropulsión de la base de la lengua, cerrando el paso del aire.
SUMERSION (ETIOLOGÍA)
Se conocen casos de las cuatro etiologías:
Se trata de caídas fortuitas en el medio liquido, o también de imprudencias natatorias. En el primer caso, puede tener lugar en aguas profundas como en charcos, con las salvedades apuntadas. El accidente con ocasión de baños en el mar, ríos, piscinas, etc., presenta una curva de frecuencias con una punta estacional correspondiente a los meses veraniegos y un mínimo en los meses invernales.
La sumersión como medio suicida es muy frecuente. Las estadísticas acusan un neto predominio de este tipo de suicidio en las mujeres y en las épocas frías del año. Se han descrito, también, suicidios colectivos por este procedimiento: los mas corrientes, las madres que se arrojan al mar con sus hijos pequeños en brazos.
Un rasgo muy característica de estos suicidios consiste en la presencia sobre el cadáver de medios o artilugios utilizados por el suicida para asegurarse de la realización de sus propósitos: ataduras en los pies, pesos en la cintura o al cuello, brazos o manos ligadas, introducción total en un saco, etc.
No rara vez el suicidio por sumersión es solo una fase de un suicidio combinado, recurriendo sucesivamente a diversos procedimientos. En estos casos se encontraran en el cadáver las huellas materiales de los otros intentos.
La sumersión criminal es muy rara y, desde luego, de muy difícil demostración, aunque esto depende de la forma en que se haya llevado a cabo. En efecto, un empujón a la victima desde el borde de un acantilado o puente, o desde una embarcación, no deja ninguna huella. En cambio, si previamente se aturde a la victima mediante contusiones craneales o administrándole un hipnótico, será posible la comprobación en el cadáver de tales maniobras. En general, se da mas a menudo en los recién nacidos y niños pequeños que en los adultos.
Tiene un interés exclusivamente histórico, ya que en la actualidad no es empleada la sumersión con este fin en ningún país civilizado.
AHORCADURA (LESIONES CADAVÉRICAS)
Describiremos sucesivamente las alteraciones y hallazgos propios del habito externo y las lesiones internas.
En el hábito externo de los cadáveres de los ahorcados se observan datos significativos, tanto localmente, en el cuello, como a distancia.
Son las más importantes; están representadas fundamentalmente por el surco, nombre con el que se conoce la huella que imprime el lazo en los tegumentos del cuello. Es constante, excepto en las suspensiones muy cortas y cuando la consistencia del lazo es muy blanda. Como indica el nombre, forma un surco o depresión longitudinal que rodea el cuello en toda su circunferencia, menos una interrupción, de localización variable, que corresponde al nudo.
Suele ser único, pero también puede existir un numero variable, cuando el lazo da mas de una vuelta al cuello.
Su situación es, en general, elevada; por encima de la laringe.
La dirección no es rigurosamente horizontal. De ordinario sigue una dirección oblicua ascendente en dirección al nudo. Por tanto, será oblicua hacia arriba y atrás si el nudo es posterior. Pero el sentido ascendente será lateral si el nudo esta situado en una de las caras laterales del cuello. También puede ser oblicua hacia arriba y adelante, cuando el nudo se encuentra a nivel de la barbilla. En la ahorcadura incompleta el surco tiende mas a la horizontal, que se acentúa conforme pierde verticalidad el cuerpo; incluso se ha descrito, como caso excepcional, un colgamiento en góndola, en que el cuerpo pendía del punto medio de una cuerda que iba de los pies al cuello, con lo que el surco presentaba una dirección oblicua descendente. Cuando el lazo da más de una vuelta, uno o más de los surcos son horizontales y solo el más elevado es oblicuo ascendente.
En lo que respecta al color y consistencia, se dividen los surcos en dos categorías: pálidos y blandos, originados por lazos blandos, que no excorian la piel, y surcos duros y apergaminados, que corresponden a los lazos duros y rugosos. Los surcos blandos pueden desaparecer si el tiempo de suspensión del cadáver ha sido de breve duración; los surcos duros no desaparecen.
La profundidad y anchura del surco dependen de que el lazo sea mas o menos ancho y duro y, a igualdad de características del lazo, del tiempo de suspensión.
Finalmente, señalaremos que el estudio del surco puede dar indicaciones acerca de la naturaleza del lazo, el cual, cuando presenta algunas peculiaridades, éstas se imprimen en el surco dejando la correspondiente huella identificadora.
Con este nombre nos referimos a las peculiaridades que descubre el examen externo de los cadáveres de los ahorcados.
De la misma manera que en el apartado anterior, debemos distinguir unas lesiones locales y unas lesiones a distancia.
La minuciosa autopsia del cuello es imprescindible en los casos de ahorcadura. El estudio de los distintos planos anatómicos, de la superficie a la profundidad, nos permite reconocer un conjunto de lesiones y signos muy demostrativos.
Además de las lesiones del cuello, durante la autopsia suelen encontrarse, en el resto del cadáver, otras lesiones propias de la ahorcadura.
SOFOCACIÓN (LESIONES CADAVÉRICAS)
En la sofocación por oclusión directa de las vías respiratorias se encuentra en la autopsia el cuerpo extraño causante de la obstrucción, situado de ordinario en un punto no muy profundo de aquellas, lo que depende esencialmente de su forma y dimensiones. Si el cuerpo es duro, y sobre todo cuando su introducción ha sido provocada violentamente, pueden producirse lesiones traumáticas en boca, faringe y laringe, bajo la forma de erosiones y algún desgarro; quizá, también, edema de los tejidos comprimidos por el cuerpo extraño.
En el resto del cadáver suelen verse los signos asfícticos generales con gran claridad. Ahora bien, hay algunos casos en que están ausentes, lo que se explica porque en la producción de la muerte ha desempeñado un papel preponderante un reflejo inhibitorio con punto de partida en el estímulo de las terminaciones laríngeas del neumogástrico.
Las lesiones traumáticas de la jaula torácica sobre todo, pero también de otros segmentos corporales, se presentan con acusada intensidad, tienen un papel primordial en la causa de la muerte y no se trata de asfixias puras.
Si la compresión es intensa, aunque breve, predomina el mecanismo asfíctico. El aspecto del cadáver en estos casos es muy característico: en cara, cuello y parte superior del pecho aparece un tinte violáceo uniforme, sobre cuyo fondo resaltan multitud de equimosis puntiformes de color rojo oscuro, casi negro. Las conjuntivas y párpados están igualmente sembrados de tales equimosis. Este conjunto sindrómico cervicofacial ha recibido el nombre, por demás significativo, de mascarilla equimótica, por Morestin y Mauclaire. También se le conoce con otras denominaciones, tales como: infiltración equimótica difusa (Lejars) y cianosis craneofacial (Le Dentu).
En las mucosas cefálicas y en la variedad orbitaria se comprueba la presencia de lesiones hemorrágicas profundas. En el resto del cadáver encontramos el síndrome asfíctico general, resaltando la extensa congestión pulmonar, con placas de enfisema subpleural y equimosis de Tardieu, abundantes y esparcidas.
Además de este cuadro pueden verse lesiones traumáticas leves, es decir, que no explican por si mismas la causa de la muerte. De ellas tienen especial significación diagnostica ciertas contusiones con equimosis en las paredes torácicas, habiendo descrito como característico, Ollivier y Tardieu, una equimosis alargada en la cara interna de uno o ambos brazos, así como en la axila, por la compresión contra la jaula torácica. Se han señalado también fracturas costales, aisladas y múltiples.
ESTRANGULACIÓN (LESIONES CADAVÉRICAS)
Los elementos más significativos son:
Localmente, las lesiones encontradas en el cuello suelen ser más escasas y menos características que en la ahorcadura y estrangulación a mano. Consisten en hemorragias de las partes blandas del cuello que ocupan el tejido celular, los músculos o sus vainas, la cubierta tiroidea y el pericondrio laríngeo; se han señalado hemorragias por estasis en los ángulos del maxilar, suelo de la boca, amígdalas y aun detrás de la traquea. Por lo que respecta a las lesiones vasculares, dependen de la fuerza empleada, pero en general son muy raros los desgarros de la capa interna o de la media, mientras que se observa a menudo la congestión y equimosis de la túnica interna, a nivel del punto de constricción, por rotura de los vasa vasorum, que infiltran de sangre coagulada la vaina muscular (lesión de Martín); asientan de ordinario por debajo de la bifurcación de la carótida primitiva y E. Martín suponía que era debida a una contusión de los ángulos posterosuperiores del cartílago tiroides sobre los vasos; es un signo vital de alta importancia. Las lesiones laríngeas son rarísimas y afectan, cuando existen, a las astas del tiroides e hioides y, mas raramente, al cricoides.
A distancia encontramos el síndrome asfíctico general, con la frecuente presencia de espuma laringo-traqueobranquial, así como la congestión visceral generalizada, con predominio en el contenido intracraneal y en los pulmones. En estos se observan también placas de enfisema subpleural y equimosis de Tardieu. La sangre es fluida y negruzca, con dilatación y estasis de las cavidades derechas del corazón.
Las lesiones cadavéricas existentes en la estrangulación a mano se pueden repetir como en la estrangulación a lazo. Se señalan las que son distintas a las descritas en los apartados anteriores.
La lesión característica y propia de la estrangulación a mano es la huella o huellas dejadas por las extremidades de los dedos aplicadas sobre la piel, contra la que ejercen una presión mayor o menor.
En la mayor parte de los casos las lesiones son producidas por las uñas, bajo la forma de estigmas ungueales. Ahora bien, entre los estigmas ungueales, la forma de excoriación semilunar desecada, amarilla parda y apergaminada, con la concavidad dirigida hacia el lado de la palma, se ve a menudo en los casos de infanticidio; pero, cuando se trata de adultos y se origina un cierto grado de resistencia, el dedo resbala sobre la piel y se producen los otros tipos de estigmas: las excoriaciones lineales alargadas, cuando el deslizamiento de la uña se hace en sentido tangencial a su convexidad, y las excoriaciones más anchas e irregulares, que a veces se inician en una línea convexa, cuando la uña se deslizó en toda su anchura.
La zona ocupada por los estigmas varía con la forma de aplicación de los dedos. Pueden encontrarse en dos regiones, anterior y posterior, en la primera en mayor número que en la segunda, cuando la agresión se hace con ambas manos, aplicando los pulgares por detrás, lo que ocurre cuando la agresión se ha hecho por la espalda. La distribución puede invertirse cuando se ataca por delante. También pueden aparecer los estigmas diseminados por las regiones laterales del cuello, cuando la forma de aplicación de los dedos ha tenido lugar en esta posición.
Además de estos estigmas ungueales típicos, hay ocasiones en que la presión de los dedos no se ha hecho por la punta, con lo que la uña no toma parte en la agresión. En su consecuencia, no se forman las excoriaciones descritas, sino unas equimosis que a menudo resultan invisibles al examen directo, pero que pueden revelarse examinando el cuello a la luz de Wood (radiación ultravioleta filtrada) en la oscuridad, o mediante la fotografía.
Se encuentran hemorragias de las partes blandas en el tejido celular subcutáneo, en las vainas musculares, en el tiroides y en las glándulas submaxilares. A veces se ha descrito una equimosis retrofaríngea análoga a la de la suspensión. Asimismo, pueden observarse lesiones vasculares, carótidas sobre todo, pero también yugulares, en forma de infiltraciones hemorrágicas y desgarro de la túnica interna o media, esta última menos a menudo. Por último, las fracturas del esqueleto laríngeo se comprueban con mas frecuencia que en las restantes asfixias mecánicas por constricción del cuello, interesando prácticamente todos los cartílagos de la laringe.
En la cara se encuentran los mismos signos asfícticos que en el caso anterior: cianosis facial, equimosis puntiformes diseminadas por la cara e inyección de las conjuntivas, salpicadas a menudo de equimosis.
En el resto del cadáver se observan las lesiones de la lucha que antecede y acompaña a la estrangulación.
Por último, en el examen interno se comprueba el síndrome asfíctico general.
SUMERSION (LESIONES CADAVÉRICAS)
Forman un conjunto muy demostrativo, aunque las distintas lesiones que se encuentran en el cadáver tienen orígenes distintos. Las lesiones cadavéricas de la sumersión se distribuyen en dos grandes apartados: lesiones externas y lesiones internas.
Durante la inspección y reconocimiento externo de los sumergidos podemos encontrar:
Son inespecíficas de la sumersión como variedad de asfixia y, por tanto, se encuentran tanto en los cadáveres de los que fallecieron en el agua, por sumersión o por otro mecanismo, como en los cadáveres caídos o arrojados al agua después de la muerte.
Por su naturaleza, hemos de distinguir dos grandes grupos de signos, correspondiente el primero a las modificaciones que en los fenómenos cadavéricos ordinarios imprime la permanencia del cuerpo en el agua, mientras que los del segundo grupo son propios de la acción del medio líquido sobre el cuerpo muerto.
El hecho de la permanencia de los cadáveres en el agua es origen de ciertos fenómenos especiales, de cuyo estudio pueden deducirse en ocasiones conclusiones cronológicas:
Algunos signos presentes en el hábito externo de los sumergidos se atribuyen a reacciones vitales, por lo que serían indicio de que la sumersión tuvo lugar en vida del sujeto y que falleció posteriormente en el agua:
En los cadáveres de los sumergidos pueden encontrarse algunas violencias traumáticas cuyo estudio tiene importancia para la reconstrucción del hecho y diagnostico de la modalidad de ejecución. Estas violencias pueden ser vitales o producidas después de la muerte.
Las violencias vitales pueden obedecer a uno de estos orígenes:
Las violencias postmortales pueden ser ocasionadas por objetos o maquinarias diversas: choque con las rocas por los movimientos de las mareas, choque con embarcaciones, lesiones producidas por las hélices, por palas o bicheros al recuperar los cadáveres del agua, etc. Otras veces estas lesiones son producidas por animales acuáticos, de algunos de los cuales es bien conocida su voracidad por la carne cadavérica. Todas estas lesiones tienen en común la ausencia de signos de reacción vital. Su morfología es, obviamente, distinta, pero suficientemente característica de cada uno de estos orígenes para poderlas identificar.
Durante la autopsia de los cadáveres sumergidos se comprueban diversas lesiones y modificaciones anatomopatológicas que sirven de base para el diagnóstico de la muerte por sumersión-asfixia. La sumersión-inhibición carece de lesiones características.
En las paredes torácicas, Wacholz y Paltauf han descrito sufusiones hemorrágicas y pequeñas laceraciones en los músculos respiratorios (escalenos, dorsal ancho y pectoral mayor) que atribuyen a las contracciones convulsivas de la agonía.
En los pulmones llama la atención, ya desde la abertura de la cavidad torácica, que están aumentados de volumen, a veces incluso con las huellas de las costillas marcadas sobre su superficie. Se ha dicho gráficamente, que tienen un volumen desproporcionado a la cavidad que los contiene.
A la inspección se observa que el dibujo alveolar se marca fuertemente por la hiperdistensión de los alvéolos. Los bordes pulmonares están tensos, redondeados, a modo de un cojín neumático. Los bordes anteriores se cruzan mas que de ordinario, tapando casi por completo el pericardio. Pueden observarse equimosis de Tardieu en sus localizaciones típicas, aunque tal vez sea ésta una de las modalidades de asfixia en que son menos frecuentes. Las manchas de Paltauf son exclusivas de la sumersión y, como ha quedado dicho, son más grandes y de un color rojo claro; no son constantes.
A la palpación se percibe una sensación de crepitación gaseosa propia del enfisema, que forma además placas blanquecinas y un poco elevadas sobre la superficie pulmonar. Pero al mismo tiempo se aprecia que la elasticidad pulmonar esta disminuida, dando la impresión de encharcamiento, como si se tratara de una esponja empapada y la presión del dedo deja marcada una fovea o huella de presión.
Practicando cortes en el parénquima pulmonar se observa un estado edematoso, manando a la presión espuma muy aireada. La superficie del corte no es lisa, sino que hay en ella pequeños relieves, pálidos y rodeados de zonas hiperémicas.
El conjunto de este cuadro, mezcla de enfisema y edema, característico de la sumersión, recibe el nombre de enfisema acuoso o hidroaéreo.
En los bronquios pueden hacerse dos tipos de hallazgos, ambos muy significativos: la espuma traqueobronquial y los cuerpos extraños.
El corazón presenta las cavidades derechas repletas de una sangre fluida, negruzca o a veces rosada. Lo mismo sucede en la cava superior e inferior y en la arteria pulmonar. En contraste, las cavidades izquierdas están casi exangües.
La sangre presenta en todo el organismo los caracteres habituales en las asfixias: fluidez, coagulabilidad lenta, coloración oscura. A veces, sin embargo, como consecuencia de la hidremia, la coloración sanguínea es mas rosada que negruzca. En un apartado posterior se refieren las modificaciones físico-químicas de la sangre resultante de la sumersión.
Lo primero que llama la atención al abrir el abdomen en el curso de la autopsia de sumergidos, es la existencia de una hiperemia venosa de todas las vísceras de la cavidad. Se trata, en realidad, de un rasgo general a todas las asfixias mecánicas.
El estomago suele contener liquido de sumersión. Es este un signo al que se quiso conceder una gran importancia como indicio de sumersión vital. Pero, experiencias posteriores han demostrado la posibilidad de su penetración postmortal. Por consiguiente, solo se puede conceder valor de reacción vital a la presencia de liquido de sumersión en el estómago cuando se encuentre en un volumen no inferior a 500 cc. También se ha dado importancia como signo vital a la existencia de laceraciones de la mucosa localizadas a nivel de la curvadura menor; estas laceraciones están en ocasiones sustituidas por equimosis submucosas.
En el intestino, al igual que en otras vísceras, se encuentran equimosis subserosas y submucosas, que no son mas que signos generales de asfixias. Una importancia mas especifica tiene la presencia en él del liquido de sumersión, lo que constituye para la mayor parte de los autores una prueba de certeza de sumersión vital, ya que la abertura del píloro, sin la cual no puede pasar el líquido del estomago al intestino, es un acto vital y no se puede dar después de la muerte. Pero, para que este signo sea valido, no debe haberse establecido la putrefacción.
En el hígado se observa congestión notable y, a veces, pequeños focos hemorrágicos en el parénquima. Para demostrar la fluidez de la sangre y, simultáneamente, la congestión del hígado, Lacassagne aconsejaba abrir el órgano mediante un corte profundo, sujetarlo a una plancha de madera y colocar la plancha en sentido vertical, un poco inclinada; en caso de sumersión, la sangre, diluida y abundante, escurre por la plancha durante un tiempo anormalmente prolongado. Histológicamente se comprueba una pronunciada dilatación de la red venosa y numerosas hemorragias intersticiales.
En el páncreas se observan pequeñas equimosis en su superficie; el bazo está anémico (a consecuencia de un espasmo vagal reflejo); finalmente, en el riñón han sido descritas lesiones anóxicas de los tubos rectos y contorneados.
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