Sociología y Trabajo Social


Paradigmas sociológicos


Francis Fukuyama: El fin de la historia y el último hombre (parte I)

  • Pesimismo social

El siglo XX nos ha convertido a todos en pesimistas históricos. En el siglo XIX había un optimismo reinante debido a dos razones: la convicción de que la ciencia moderna mejoraría la vida y que los gobiernos libres y democráticos se extenderían por todo el mundo. Estas esperanzas fueron destruidas por las guerras totales (como IGM) y por el totalitarismo. En estas guerras y en el totalitarismo se usó la ciencia y la tecnología de mala manera, llevando a la humanidad a una situación peor que antes.

Una manifestación clara de pesimismo fue la casi universal convicción de que el comunismo totalitario permanecería en el tiempo oponiéndose a la democracia liberal universal. De ahí la sorpresa que provocó la caída del comunismo a fines de los 80's.

Los estados totalitarios controlaban a la sociedad de manera tal, que cambio y reforma eran casi imposibles. De aquí nacía la falta de confianza en la democracia, que se manifestaba en la convicción de que pocos países no democráticos del Tercer Mundo, podrían democratizarse con éxito, es más mucho creían que un régimen socialista radical podría legitimarse por sí mismo (Jeanne Kilpatrick).

La crisis política y la crisis intelectual del racionalismo occidental del siglo XX llevaron a largas guerras ideológicas y su violencia y consecuencias hicieron corroer la confianza de los regímenes liberales y su universalidad de nociones. Aunque esto haya permitido el surgimiento de los Estados fuertes totalitarios, con el tiempo se reveló la tremenda debilidad de los mismos, lo cual cambia esa idea de pesimismo.

  • La debilidad de los Estados fuertes (I)

La crisis actual del totalitarismo comenzó con la caída de una serie de regímenes autoritarios en Europa Meridional (70's), América Latina (80's), Asia Oriental y Sudáfrica (1990). La debilidad crítica que derribó a estos Estados fue una falla de su legitimidad, la cual es medular para la mantención del poder y la autoridad.

En el siglo XX, el intento más persistente por establecer un orden no democrático y no igualitario ha sido el fascismo. No era una doctrina universal porque niega la igualdad de Derechos Humanos. El ultranacionalismo fascista (Hitler-Nazis) sostenía que la fuente de legitimidad era la raza o la nación, y el derecho de esta a dominar sobre otros pueblos; sin embargo no existió lo suficiente como para caer en crisis de legitimidad, ya que fue vencido por las armas. Si Hitler hubiera salido victorioso, el fascismo habría perdido su legitimidad en tiempos de paz, puesto que al lograr el Imperio Mundial, su razón pierde significado. Luego de la derrota de Hitler, las dictaduras militares fueron la alternativa de derechas a la democracia liberal. Estas se justificaron como gobiernos de transición a la democracia, pero su falta de legitimidad no explica su rápido colapso, estos regímenes tenían una baja capacidad de resolver problemas sociales y económicos. Al fracasar constantemente en estos aspectos, y al no tener un principio válido de legitimación, se precipitaron los derrocamientos de estos regímenes.

Aun habiendo diferencias entre los distintos regímenes, hay una gran consistencia en las transiciones a la democracia: salvo el caso de Nicaragua, no hubo ningún caso en que el viejo régimen fuera echado con violencia. Esto se debió, además de las crisis de los países, a la creciente convicción de que la democracia era la única fuente de legitima de autoridad en el mundo moderno. Los autoritarios fueron barridos por la democracia.

  • La debilidad de los Estados fuertes (II) o comiendo ananás en la Luna

El estado totalitario trata de destruir la sociedad civil en su totalidad, trata de controlar la vida de los ciudadanos. De esta manera, el Estado soviético (desde 1917) controlaba todas las instituciones, de modo que no se podía objetar su autoridad y atomizaba a la sociedad. El objetivo final no es privar al hombre de libertad, sino hacerle que le tema y a cambio ofrecerle la seguridad del Estado comunista.

Muchos creían que la eficiencia del totalitarismo soviético se veía fortalecida por las tradiciones autoritarias del pueblo ruso, anteriores al bolchevismo. Esto sugería que el sistema había conseguido cierto grado de legitimidad en la población y sobre todo en las elites gobernantes. Se creía que el Estado totalitario podía perpetuarse y reproducirse. Sin embargo esto no sucedió, debido principalmente a la debilidad económica soviética. Pero el fracaso fundamental del totalitarismo fue su fracaso en controlar el pensamiento, la gente sabía que el gobierno les mentía. Los políticos mintieron por tanto tiempo que esos dichos de democratización se validaron por sí mismos, como única salida a la decadencia soviética.

El principio del fin del totalitarismo se encuentra en 1953, cuando se suprime el régimen del terror, esto favoreció a la sociedad ya que el Estado soviético no podría controlar todos los aspectos de la vida. Se le llamó régimen “postotalitario”.

El totalitarismo fracasó también en China y en Europa del Este. La economía china nunca cayo por completo en manos de los planificadores, y cuando Deng en 1978 inició las reformas económicas, quedó claro el fracaso de la planificación centralizada socialista; al permitir la existencia de un sector privado, el Estado deja de ser totalitario. China hoy tiene un gobierno autoritario y le falta legitimidad interna para justificar su mantención como sistema político.

En Europa del este el totalitarismo se derrumbó mucho más rápido que en la URSS y en China, esto debido a que la URSS no apoyó a sus aliados locales frente al nacionalismo total que siempre se mantuvo vivo en esos países.

Hoy, aunque aun existen países comunistas, estos son asociados con un atraso económico y político. La transición de estos países no es ni será suave y estable, ya que hay muchos obstáculos que impiden la democratización. Si bien en los nuevos gobiernos pueden haber dictadores, nacionalistas, militares e incluso comunistas, estos se verán enfrentados en algún momento a una falta de legitimidad de sus acciones. La única ideología que goza de legitimidad hoy en día es la democracia liberal.

  • La revolución liberal mundial

Los gobiernos autoritarios fueron sobrepasados al ser más prósperos y perdieron su legitimidad, lo cual hizo que las sociedades estuvieran cada vez menos dispuestas a tolerarlos. Los gobiernos totalitarios, al no ser capaces de controlar sus sistemas de creencias, debido al fin del régimen del terror, y al no ser capaces de sobrevivir a las crisis de sucesión, a la larga los transformó en estados autoritarios, si no democráticos. Estas crisis del totalitarismo y del autoritarismo, hicieron de la democracia liberal la única ideología capaz de sostenerse por sí misma.

Si bien el proceso de democratización ha sido distinto en cada país, tanto en su proceso como en su resultado, el crecimiento de la democracia liberal, junto con el liberalismo económico, se ha propagado por todo el mundo. Ha constituido una tendencia de evolución de las sociedades en los últimos 300 años; Fukuyama plantea esto como “una historia universal de la humanidad en marcha a la democracia liberal, y si nos hallamos en un punto donde no podemos imaginar un mundo distinto del nuestro, entonces podemos tomar en consideración la posibilidad de que la historia misma puede llegar a su fin.

*Tuve que mantener más o menos el orden preestablecido del libro, porque este presenta una estructura que ayuda a hacer más comprensible el desarrollo de las ideas.

Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Ciencias Sociales

Instituto de Sociología

El fin de la historia y el último hombre (parte I)

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Idioma: castellano
País: Chile

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