Economía y Empresa


OMC (Organización Mundial del Comercio)


Introducción

A lo largo de la historia, numerosos economistas han apoyado los intercambios comerciales como un instrumento beneficioso para la riqueza y desarrollo de los Estados. Así, los modelos clásicos como el de Ricardo o el de Hecksher-Ohlin aseguran ganancias y mejora del bienestar de los países que se abran al comercio. Hoy en día, prácticamente ninguna nación puede escapar al fenómeno globalizador. Las economías se ven casi obligadas a integrarse en el comercio internacional y por lo tanto aceptar las normas determinadas por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Con todo esto, deberíamos pensar que estamos inmersos en un proceso de convergencia y que las desigualdades se estan reduciendo ya que los Países Menos Adelantados (PMA) se están desarrollando gracias a su apertura comercial al exterior.

Desgraciadamente esto no se cumple exactamente. Los países más pobres ven día a día como las desigualdades con los más ricos aumentan; y el librecambismo, que es presentado como el remedio ideal para combatir la pobreza y favorecer el desarrollo, no responde actualmente a las expectativas.

En este trabajo vamos a centrarnos en primer lugar en conocer la doctrina de la OMC, la gran defensora del libre comercio como factor clave de desarrollo. Así, veremos ejemplos de países, que tras su apertura vieron como crecieron sus agregados macroeconómicos. A continuación mostraremos que lo propugnado por esta organización no se cumple adecuadamente ya que en muchos casos no existe realmente el libre comercio. Finalmente, observaremos como son igualmente necesarios otros factores para el desarrollo de las naciones más atrasadas.

¿Cuáles son las ideas de la OMC y de los defensores de la integración comercial? ¿Se cumplen sus preceptos? ¿Son estos los únicos necesarios para el desarrollo de los PMA?

El libre comercio y la OMC

Hoy en día la inmensa mayoría de los expertos y de los organismos económicos internacionales defienden el libre comercio como mejor estrategia de desarrollo para los Países Menos Adelantados (PMA). Esta opinión, defendida por varios modelos y autores, es seguida en la actualidad tanto por el Fondo Monetario Internacional (FMI), como por la OMC o el Banco Mundial (BM). Este convencimiento generalizado explica que todas estas instituciones apuesten por la integración de los PMA en la economía mundial. Concretamente, la OMC tiene como objetivo fundamental facilitar el acceso de los países a los mercados internacionales de productos y servicios.

En este sentido, la página web de la OMC recoge los discursos oficiales del director general de la organización, Mike Moore, en los que se subrayan los retos del comercio internacional y de la propia OMC. En este sentido, declara que “las sociedades abiertas y las economías abiertas funcionan mejor. El desarrollo significa seguridad, paz, un mejor nivel de vida y mejores resultados en lo que respecta a la condición humana y al mejoramiento de los derechos humanos”.

Durante los últimos 50 años, la economía global no ha dejado de crecer y ha propiciado una serie de beneficios a favor de los países menos adelantados (PMA). Entre ellos, la OMC ha destacado los siguientes:

- La tasa de analfabetismo se ha reducido en los PMA del 75% a menos del 20%. En 1960, la mayoría de los pueblos gastaban en educación la tercera parte que los países industrializados; ahora gastan la mitad.

- En 1950, morían en los PMA el 18% de los niños, es decir, casi uno de cada cinco. En 1995, ese porcentaje se redujo hasta el 6% (tres veces menos).

- El comercio entre los países del sur ha progresado más que el comercio mundial durante la década de los noventa, y representa ahora más de un tercio de las exportaciones de los PMA; es decir, 650.000 millones USD.

- El acceso en los PMA al agua potable ha pasado del 30% al 80% en estos últimos 30 años.

- El libre comercio ha aumentado los salarios en los países en vías de desarrollo. Por ejemplo, el salario en Taiwán hace 30 años era de 7,5 USD al mes; ahora los trabajadores ganan esa cantidad en una hora.

En la Cuarta y más reciente Conferencia Ministerial, celebrada en Doha en Noviembre de 2001, se lanzó una nueva ronda de negociaciones comerciales con el principal objetivo de fortalecer y ampliar las negociaciones para liberalizar el acceso a los mercados, que son el núcleo de la labor de la OMC.

Tesis contrarias al libre comercio

Si echamos la vista atrás, 20 ó 30 años, nos queda claro que la idea del libre comercio como estrategia de desarrollo no siempre ha sido defendida con la fuerza actual. De hecho, la teorías dominantes hasta los años 70, que estaban basadas en las tesis de Prebisch y Singer, se oponían directamente al libre comercio, al que acusaban incluso de sumir a los PMA en su “trampa de pobreza”.

Los datos de la última década parecen demostrar que los PMA han superado la antigua división del trabajo internacional y empiezan a exportar productos manufacturados. Su proporción en las exportaciones del Tercer Mundo crece a un ritmo del 6.3% anual, frente al 2.7 % para los productos agrícolas.

Sin embargo, esta evolución no es ni mucho menos general. Según E.Fottorino, las dos terceras partes de los países pobres dependen de dos o tres productos primarios que les proporcionan las tres cuartas partes de sus ingresos por exportación (cacao y café en Costa de Marfil, cacahuete en el Senegal...). Además, las cuatro quintas partes de productos manufacturados del Tercer Mundo son obra de los nuevos países industrializados (NPI). En Corea del Sur, las exportaciones de productos manufacturados representan el 96%, y en Brasil el 76%. Y al contrario, África aún depende mucho de los productos primarios, que suponen el 90% de sus exportaciones. Solamente Túnez, Marruecos y Sudáfrica han desarrollado las exportaciones de productos manufacturados.

¿Qué consecuencias tiene la mayoritaria permanencia de los PMA africanos en la antigua división internacional del trabajo ?

Según Raúl Prebisch y los teóricos de la dependencia, el comercio entre países industrializados y el Tercer Mundo conduce a la degradación de los términos del comercio para los países en vías de desarrollo, porque el precio de los productos manufacturados exportados por los países ricos crece más rápidamente que el precio de los productos primarios exportados por los PMA. En esta línea, según Josué de Castro “los países del Tercer Mundo deben exportar cada vez más café para comprar un tractor”. El desfase en la evolución de los precios conlleva inevitablemente que se alteren los precios relativos internacionales, de tal manera que los productos manufacturados se encarecen para los PMA, mientras que los productos primarios se abaratan para los países más ricos.

Hay varios factores que explican este desfase. El primero está relacionado con el hecho de que la demanda de materias primas crece más lentamente que la demanda de productos manufacturados (ver siguientes gráficos). En efecto, cuando el nivel de consumo aumenta en los países ricos, la proporción del consumo de materias primas en el presupuesto de los hogares disminuye, porque sus necesidades ya están en gran parte satisfechas (ley de Engel). Además, los países desarrollados han tendido a economizar energía y materias primas en sus procesos productivos. Un segundo factor que explica el deterioro de los términos del comercio se refiere a una distinta utilización de las mejoras de la productividad en los países desarrollados y en los países en vías de desarrollo. Según R.Prebisch, en el Tercer Mundo, las mejoras en la productividad, unidas a una demanda que crece poco, se han traducido en una disminución de los precios, mientras que en los países desarrollados la demanda resiste mejor, lo cual frena el descenso de los precios.

Toda su argumentación les lleva a afirmar que el libre comercio (en particular el comercio norte-sur) no permite que los PMA escapen de su trampa de pobreza, sino que les condena aún más. Esto ha propiciado que algunos teóricos de la dependencia llegaran incluso a preconizar un desarrollo autoconcentrado que rompa con los países industrializados.

Esta tesis del deterioro de los términos del comercio ha sido muy discutida. Varios autores han presentado estudios estadísticos que la invalidaban, y hacen hincapié en que la elección del año de base del estudio no es en absoluto neutral. Si se quiere probar el deterioro, dicen, basta con escoger un año de máximos niveles especulativos, como 1951 o 1980, y si se escoge un año de recesión, por ejemplo 1965, se demuestra lo contrario, una mejora de los términos del comercio. A largo plazo resulta difícil realizar estudios fiables puesto que los productos manufacturados no son homogéneos y se perfeccionan gracias al progreso técnico, lo cual justifica el aumento de sus precios.

Otra posible objeción es que el índice de los términos del comercio estudia la evolución de los precios entre dos tipos de productos (primarios y manufacturados), y no directamente entre los productos de los PMA y los de los países ricos. En este sentido, los países del Tercer Mundo no son los únicos exportadores de materias primas, aunque el problema les afecta de manera especial.

No obstante todo lo anterior, la idea principal que hay que subrayar es que el libre comercio favorece el desarrollo (y esto lo veremos posteriormente en el estudio de los casos particulares de Uganda, Costa de Marfil o India). En nuestra opinión, Prebisch confunde convergencia y crecimiento. El libre comercio quizás haga que los países ricos crezcan más que los pobres, pero lo realmente importante es que éstos últimos al menos crecen. Además, las estrategias alternativas y contrarias al libre comercio no hacen sino demostrar que el aislamiento económico no es la opción adecuada.

Estrategias alternativas de desarrollo

Hasta los años 70, la mayoría de los PMA eligieron como estrategia de desarrollo la Industrialización mediante la Sustitución de Importaciones (ISI), que se generalizó como alternativa al libre comercio. Estos países, siguiendo las tesis de Prebisch y el argumento de la industria naciente, estaban convencidos de que la apertura económica al exterior y la consecuente deterioración de los términos de comercio frenarían su desarrollo. La ISI trataba de sustituir las importaciones de productos de consumo por productos de elaboración nacional. En un primer momento estos productos resultaban más caros que los importados, pero el crecimiento de la producción y el aprendizaje debían permitir una bajada en los precios que favorecería el acceso a la exportación. Además, se esperaba que el desarrollo de estas industrias permitiera la promoción de otras más especializadas y así fomentar la creación de un denso tejido industrial. Como estrategia para fomentar el crecimiento de la producción de manufacturas, la ISI ha funcionado notablemente. De esta forma, algunas economías latinoamericanas (sobre todo Brasil o Argentina) consiguieron generar casi una parte tan importante de su producto en las industrias manufactureras como las naciones avanzadas. Para estos países, sin embargo, el fomento de las manufacturas no era un objetivo en sí mismo, sino un medio de cara al objetivo final del desarrollo económico. La ISI, ¿ha fomentado realmente este desarrollo? Aquí aparecen las dudas. Si bien muchos economistas aprobaron las medidas de sustitución de importaciones hasta los años 70, desde entonces, la ISI ha sido sometida a crecientes críticas. Por ejemplo, el Banco Mundial se manifestó claramente en contra de esta estrategia. Según esta institución, la protección de las industrias nacientes, les privó del estímulo de la competencia y ello provocó que fuesen cada vez más ineficientes. Sus precios se mantenían a un nivel más alto que los precios mundiales, lo cual favorecía la inflación y contribuyó a frenar las ventas. Esta estrategia provocó un gran aumento de la deuda, tanto interna (del gobierno) como externa (de la balanza de pagos), por no conseguir acabar con las importaciones de estos bienes. Actualmente se discute sobre el perjuicio ocasionado todo este tiempo por la ISI en los PMA. En este sentido, hay un creciente número de evidencias que muestran que las políticas proteccionistas de muchos países en vías de desarrollo han distorsionado gravemente los incentivos. Algunas industrias han sido protegidas por regulaciones equivalentes a tasas arancelarias del 200% (por ejemplo Chile 182% y Pakistán 271%). Estas altas tasas de protección permitieron existir a las industrias nacionales aún cuando su coste de producción era 3 o 4 veces el precio de las importaciones que reemplazaban.

Otra alternativa de desarrollo adoptada por los PMA fue la de las “industrias industrializadoras”, apoyada por las ideas de Perroux, y que fue explotada por Argelia. Al igual que con la ISI, el desarrollo pasaba por la industrialización del país, pero en este caso no se buscaba con ello dejar de importar los productos de los países ricos, sino impulsar el desarrollo de aquellas industrias que tuvieran un efecto motor sobre las demás, permitiendo así la creación de un tejido industrial. El resultado fue un rotundo fracaso, que casi lleva a Argelia a la quiebra en los 80.

Como hemos visto, las estrategias de desarrollo basadas en ideas proteccionistas, como la ISI o el caso de Argelia no tuvieron, ni mucho menos, el éxito que se esperaba. Así, existe consenso en utilizar esta evidencia empírica como argumento a favor del libre comercio de mercancías.

Países que se abrieron al comercio

India

En los años 1950-80, la India llevó a cabo una política proteccionista férrea de corte socialista. El Estado controlaba los sectores más influentes de la economía: el 70% de la fuerza laboral estaba controlada por el Estado. El Gobierno de Nerhu siguió defendiendo su política, pese a la evidente ineficiencia productiva de las empresas estatales, que sufrieron graves pérdidas. Esto explica, en parte, la baja tasa de crecimiento de la economía india durante el período señalado, en torno al 3'5% (ver gráfico).

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Durante este período, el Gobierno se enfrentó a un grave dilema: por un lado, proveer a la creciente población urbana de comida a precios asequibles; y por el otro, mantener precios altos para los productores alimentarios. Se consiguió, efectivamente, el primer objetivo, a costa del segundo, manteniendo -mediante intervención estatal- los precios agrícolas por debajo de los precios internacionales. Para contrarrestar los efectos negativos sobre los productores, se pusieron en práctica diversas ayudas y subsidios.

Por otro lado, los precios industriales fueron mantenidos mediante políticas arancelarias por encima de su precio internacional, a la vez que se protegió a los productores nacionales, descartando la posibilidad de competir con el extranjero. Esa protección perjudicó claramente a los exportadores, y la parte que representaba la India en el comercio internacional bajó del 2'5% en 1938 al 0'5% en los 80.

A partir de ciertos préstamos del BM en 1984, comenzó una moderada estrategia de liberalización comercial pese a la resistencia de algunos grupos de interés. En 1991, tras la crisis del Golfo, se produjo una crisis de inversión extranjera que derivó de manera casi inmediata en una fuga de capitales y llevó al país al borde de la bancarrota poco después.

La crisis fue resuelta gracias a la ayuda del FMI (2300 millones USD) y a los cambios introducidos en la dirección económica del país. En julio de 1991, el Gobierno adoptó una política de liberalización radical y después de años de aislamiento, intentó reinsertarse en la economía mundial a través de una expansión de sus exportaciones. Se produjo una devaluación competitiva de la Rupia del 19% para así favorecer sus ventas internacionales; los resultados no tardaron en aparecer ya que en 1995, la tasa de crecimiento anual de las exportaciones alcanzó la cifra del 15% (frente al 8,6% de 1986). Se privatizaron un gran número de empresas públicas y se fomentó la inversión extranjera. En 1993, se produjo una nueva devaluación y se avanzó en las etapas de liberalización económica: el mercado de capitales se hizo más transparente y se redujeron los aranceles (el mayor arancel pasó del 400% en 1991 al 35% en 1998). Como resultado de estas políticas, se estabilizó la economía y se superó la crisis de la balanza de pagos.

El sector que más se benefició de esta liberalización fue la industria. La presencia de capital extranjero dejó de ser asistencial (ayudas públicas y donaciones) para poder alcanzar hasta el 51% del capital total de las empresas. La tasa de crecimiento industrial llegó hasta el 7,5% en el período 1991-1996. Al principio de este período el índice de producción industrial crecía a un ritmo del 0,6%, mientras que al final del mismo, esta cifra era del 12% (20 veces más). La rama automovilística fue la rama que más se liberalizó (se alcanza el 100% de presencia de capital foráneo) y la que más creció: la producción de coches pasó de 2,4 millones en 1991 a 4 millones en 1997 (casi el doble). Además, empresas automovilísticas extranjeras, como Ford o General Motors, se instalaron e invirtieron en la India. El sector servicios también sacó provecho de las inversiones extranjeras; muestra de ello es que la compañía aérea Swissair deslocalizó sus servicios contables y de reserva de billetes a Nueva Delhi.

Según la OMC, el proceso liberalizador vivido por la India es uno de los factores más importantes para explicar su crecimiento en la década de los 90. La experiencia de este país demuestra que el proteccionismo y la industrialización mediante la sustitución de importaciones (ISI) no son el camino a seguir para escapar de la trampa de pobreza.

La integración de la economía india en el comercio internacional y sus reformas internas han introducido un dinamismo que permite un crecimiento del PIB a unas tasas de entre 5 y 6%. Por otra parte, tanto el FMI como la OMC esperan que los logros económicos de la década de los 90 se confirmen en los próximos años ya que el proceso de apertura todavía no ha concluido ni ha dado todos sus frutos.

Costa de Marfil

Costa de Marfil no ha sido un país que, desde su independencia en 1960, haya seguido una política especialmente proteccionista. Además, ha gozado de una rara estabilidad política, la cual le permitió mantener una tasa de crecimiento del 7% en el período 1960-1985.

Tras este período, su economía se vio castigada por una crisis principalmente externa:

devaluaciones competitivas de las monedas de los países vecinos y rigidez en la industria que les impidieron adaptarse a las nuevas condiciones del comercio.

Esta situación continuó hasta 1994, verdadero turning-point en la economía de Costa de Marfil. El FMI intervino realizando un préstamo a condición de emprender reformas comerciales, principalmente en el desarrollo de sectores de exportación no tradicionales. Igualmente, se redujeron las barreras al comercio no-arancelarias y el Gobierno dejó de determinar los precios de muchos bienes de consumo que ahora pertenecen al mercado tales como los derivados del petróleo, harina, trigo, tabaco, servicios médicos, agua o electricidad.

Otro hecho muy importante fue la devaluación del Franco CFA en un 50%, que provocó de inmediato un aumento de las exportaciones del cacao (36%), del café (48%) y del caucho (60%), reportando un aumento de los ingresos al país del 10% por el cacao, del 24% por el algodón y del 177% del café (ver gráfico).

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Conviene que nos detengamos un instante sobre este aspecto. En general, existen dos soluciones para hacer que un producto sea más competitivo : hacer bajar los costes de producción o, si esto no es posible cuando el margen ya no admite más recortes, hacer bajar el precio de las exportaciones devaluando la moneda. ¿Qué es lo que ocurre en este último caso? El precio del producto en el mercado interior sigue igual, pero en el mercado exterior, al ser convertido en otra divisa, ha bajado. Se espera entonces que los compradores extranjeros aumenten su demanda. Cada producto aporta menos divisas, pero si las exportaciones aumentan de manera significativa, el beneficio total será superior a la pérdida de precio. El efecto favorable sobre las exportaciones se verifica tras un periodo frecuentemente de algunos meses, el tiempo necesario para el aumento de los pedidos y su cumplimentación (curva en J).

Por otra parte, Costa de Marfil goza en sus intercambios comerciales de trato preferente con la Unión Europea, por sus lazos históricos con Francia. Así, se beneficia de aranceles específicos del 5% en el café y del 0% en el cacao en el año 2000, con la consiguiente ventaja que esto supone frente a sus competidores. Además, la Guerra Civil en la vecina Liberia hundió a uno de sus más directos competidores.

Uganda

En 1962, tras su independencia, Uganda era una de las economías más dinámicas de África y tenía unas buenas perspectivas de crecimiento. Desde 1962 y hasta 1973 cumplió con las expectativas y el crecimiento del PIB anual se situaba aproximadamente en el 6% a la vez que su balanza de pagos no era deficitaria. A partir de 1970 las cosas se empezaron a torcer debido a los conflictos armados, la desintegración de los servicios públicos, de las infraestructuras y de las ineficaces regulaciones del Gobierno.

Idi Amin Dada, un loco, se alzó en el poder en 1971 y sometió al país a una dictadura autárquica hasta que fue derrocado en 1979. En la primera mitad de la década de los 70, el crecimiento real del PIB fue ligeramente positivo, mientras que en la segunda la media fue negativa y llegó a -3% (ver gráfico). En esa época sus exportaciones disminuyeron de manera brutal: de 80.000 toneladas de algodón pasó a tan sólo 5.000, y, de 21.000 toneladas de té a no más de 3000. Solo el café aumentó, al menos relativamente ya que pasó de representar el 50% de las exportaciones al 95%. Con la bajada del precio del café, las importaciones ugandesas se volvieron mas caras que sus exportaciones y deterioraron sus términos de comercio. Además, el Gobierno siguió manteniendo una moneda sobreevaluada, lo que llevó a una crisis en la balanza de pagos. La política comercial en este período fue nefasta. Las industrias locales estaban fuertemente protegidas por barreras arancelarias y el sector público dominaba la mayor parte de la economía. Se perdió eficiencia y competitividad en los pocos sectores exportadores.

La llegada de los 80 trajo aires reformistas y aperturistas a Uganda, pero la situación socio-económica seguía siendo desastrosa (el FMI intervino). Tras una Guerra Civil a mediados de los 80, el PIB per cápita representaba el 57% de lo que era en 1970.

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En 1986, el nuevo presidente del Gobierno Yoweri Museveni, emprendió un gran programa de reformas y desarrollo para establecer un marco economico liberal y llegar al desarrollo del sector privado ya que se demostró que las politicas proteccionistas de sus antecesores sólo dieron malos resultados. Para ello, se relajó el control de la tasa de cambio, se privatizó parte del amplio sector público, se liberalizó progresivamente el mercado para el acceso de productos y capitales extranjeros y se llevó acabo una reforma fiscal.

En palabras del presidente de la compañía cafetera del país, “Uganda buscaba integrarse en el sistema de libre mercado y reducir sus barreras comerciales”. Para estimular la llegada de capitales extranjeros se llevó a cabo una política monetaria restrictiva que contuvo la inflación. La liberalización comercial y la desregularización del mercado interno fueron 2 grandes pilares de estas reformas. Así, empezaron a llegar las empresas extranjeras como Phillips Morris o British American Tobacco. De la misma manera, el control del importante sector cafetero pasó a estar controlado al 80% por empresas internacionales. Éstas introdujeron nuevas tecnologías, mejorando la calidad, investigando la mejora del proceso productivo y haciendo llegar de manera más competitiva el café ugandés a los circuitos internacionales.

¿Cuáles fueron los resultados de estas reformas? El crecimiento del PIB en la primera parte de la década de los 90 pasó a ser de 5,7% de media anual (ver gráfico), y después, del 7% y con una inflación controlada que no alcanzaba los 2 dígitos. Igualmente, aumentaron los ingresos per capita de la población a un ritmo de 3% al año, aunque éstos siguen siendo bajos. Las mejoras en los deficitarios presupuestos y la recuperación económica en general se debió en gran parte a la estrategia gubernamental de fomentar las exportaciones y atraer capitales extranjeros. El futuro de Uganda ya está ligado a tratados internacionales y lo único que puede seguir haciendo es profundizar su liberalización. Actualmente, puede diversificar sus exportaciones ya que el crecimiento experimentado le permite vender al exterior ya no solo productos primarios sino también productos industriales. Además, se busca una integración regional en la zona de los Grandes Lagos, así se ha dado preferencia a importaciones procedentes de países pertenecientes al Comesa.

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El caso de Uganda nos muestra que los países más desfavorecidos no deben ser marginados del comercio internacional: Uganda pasó de tener una economía al borde del colapso a crecer de media un 7% anual. La diversificación productiva redujo además la dependencia del país a la cosecha del café. Es cierto que algunas industrias jóvenes siguen protegidas, pero el Gobierno trabaja seriamente en la progresiva reducción de las medidas proteccionistas. Actualmente, el país está bajo las reglas e imposiciones de la OMC, que apoya las liberalizaciones e intenta dificultar la vuelta al proteccionismo. Uno de los beneficios que debe ser buscado por Uganda en la economía global es la disminución de la influencia de grupos de presión sobre las políticas comerciales (ya que estas vienen determinadas por la OMC) y facilita así la llegada de capital exterior. La liberalización comercial, la diversificación de exportaciones y las políticas de ajuste ayudan a los países, como Uganda, a revertir la marginalización y la pobreza, y así favorecer el desarrollo.

Aún estamos lejos del libre comercio...

El funcionamiento y evolución de la OMC demuestran el complejo entramado de intereses y presiones que afectan a la globalización y a la economía mundial. El objetivo inicial de crear un mercado internacional, sin trabas al comercio, se ha visto obstaculizado por una tendencia histórica al proteccionismo y por constantes guerras comerciales entre los diferentes países. Esta barrera al librecambio se ha dado con especial importancia en los sectores más trascendentes para la economía de los PMA : los textiles, y la agricultura.

En la primera parte del trabajo hemos visto que el libre comercio favorece el desarrollo de los países, los casos estudiados así lo demuestran. En la reflexión que sigue veremos que en la realidad, ese libre comercio se impide muchas veces por los países desarrollados, y se imposibilita así el desarrollo de los PMA. Los mismos países que primero piden la liberalización de los países en desarrollo, luego, una vez que estos últimos se han abierto al exterior, son los que más barreras les imponen para así poder satisfacer sus intereses nacionales. Concretamente son los países africanos los que más sufren las consecuencias de esas barreras. (Ver gráficos).

La suma del valor de las importaciones y exportaciones de Japón (líder asiático) alcanza la cifra de 800.000 millones de dólares, 12 veces más que Suráfrica, que encabeza los intercambios africanos. Por otra parte observamos que la media de ese valor per cápita en Asia (7000$) es más de 10 veces superior a la de África (500$).

En cuanto al sector textil, la liberalización ha sido tardía, habiéndose mantenido fuera de la esfera de preocupaciones hasta la creación de la OMC. Por ejemplo, el acuerdo multifibra (MFA), vinculante desde 1961 hasta Diciembre de 1994, permitía la restricción arbitraria a la importación de productos textiles mediante el establecimiento de cuotas.

Por lo tanto, hasta la Ronda de Uruguay, el proteccionismo en este sector suponía un gran obstáculo para el desarrollo de los países más pobres. Para solucionar este problema, la OMC estableció en 1995 el acuerdo sobre textiles y prendas de vestir (ATC). Éste consiste en una progresiva eliminación del MFA en un plazo de 10 años; después de este plazo, el sector textil estará sujeto a la normativa general de la OMC. Su objetivo es que durante este período los importadores y exportadores se ajusten a la nueva situación. Para ello se han establecido 4 etapas y un doble mecanismo de liberalización. En cada una de ellas debe reducirse en un porcentaje estipulado el comercio sujeto a cuotas o restricciones de efecto equivalente. Simultáneamente, y también de manera progresiva, se incrementa el porcentaje de las cuotas establecidas en el AMF. Este procedimiento implica que a la vez que se elimina una parte del comercio sujeto a las cuotas, éstas se amplían, por lo que la suma de los dos procedimientos significa un aumento del comercio potencial por una parte, el liberalizado y, por otra, el sujeto a cuotas. El acuerdo establece además un sistema especial de salvaguardias para un período transitorio de 10 años, según el cual se pueden aplicar estas cláusulas a uno o varios exportadores (siempre que el importador demuestre que su industria está sufriendo un daño serio y que este daño está causado por el incremento fuerte y sustancial de las importaciones de estos productos). Por último, el acuerdo establece un mejor trato a los PMA exportadores : se asume el compromiso de no utilizar salvaguardias para sus exportaciones, e incrementar en porcentajes superiores las cuotas que regulan su comercio. Aquí vuelve a quedar reflejado el esfuerzo de la OMC por integrar a los PMA en la economía mundial.

Sin embargo, el funcionamiento del acuerdo no ha satisfecho a los exportadores, que han manifestado que los productos liberalizados por los países importadores han sido los de menor valor añadido (hilos y tela). Por ello, la parte liberalizada en términos de valor es sustancialmente inferior al porcentaje calculado en términos de volumen. Tras los siete primeros años de aplicación del ATC, el 96% del comercio textil mundial sigue restringido. Esta actitud vulnera el espíritu del acuerdo, de integrar progresivamente este comercio y liberalizarlo. Igualmente, se ha recurrido en exceso a la aplicación de la cláusula de salvaguardia especial, principalmente EEUU; y también a las medidas antidumping, aplicadas por la UE en los productos sujetos a cuotas (esta última medida significa para los países estar sometidos a un doble sistema de protección). Estas quejas llevaron a que un grupo de 23 países en desarrollo planteara en Seattle modificaciones en el acuerdo de Uruguay para así contrarrestar los escasos efectos hasta la fecha de la aplicación del acuerdo sobre sus exportaciones. Estos hechos son un ejemplo claro de la aplicación sesgada del principio de liberalización del comercio. Este tipo de transgresiones muestra al GATT/OMC como al servicio de los países desarrollados. Por todo ello es importante que la OMC aplique con rigurosidad el acuerdo pactado, y no permita desviaciones, para así forjar una mayor credibilidad en la Institución.

Más allá de los sistemas de cuotas y la aplicación de las cláusulas de salvaguardia, otras medidas han sido usadas para obstaculizar la liberalización del comercio mundial textil bajo el ATC. Por ejemplo, la UE anunció para Enero de 1995 una liberalización del 16% de su volumen de importación de textiles de acuerdo con el ATC (año base: 1990). No obstante, en la práctica el porcentaje resultó mucho menor debido a lo que los propios países europeos han denominado “fallos técnicos”. Efectivamente, algunos de los productos incluidos en la lista anunciada no eran realmente textiles.

Además, los países desarrollados han sacado provecho de la incapacidad de la OMC para imponer medidas provisionales que eviten los perjuicios ocasionados por las medidas proteccionistas. Así, los países no están obligados a retirar sus medidas proteccionistas hasta que el Sistema de Resolución de Disputas resuelva el conflicto.

Por otra parte, se duda de las intenciones de EEUU ante la fecha de finalización del período de transición previsto por el ATC. Todavía le queda justificar ante la OMC cómo llegó a un acuerdo bilateral con China en el contexto del régimen de liberalización global del sector textil. Este tipo de negociaciones paralelas al acuerdo han creado intereses particulares divergentes en el seno del grupo de los países en vías de desarrollo. Estos intereses pueden haber sido estimulados por los países industrializados en busca de un retraso en la puesta en práctica de la liberalización.

Por último, cabe valorar el perjuicio que, según los países exportadores, han ocasionado en sus industrias domésticas 40 años de prácticas proteccionistas: se han resentido gravemente la inversión y la aplicación de economías de escala, y han surgido intereses internos en los países - los empresarios propietarios de las cuotas- a favor del mantenimiento de este sistema, que perjudica claramente la libre competencia.

En el sector agrícola, el proteccionismo en los países ricos es aún más devastador. En el esquema de Rostow, el crecimiento de la producción y productividad agrícolas se considera indispensable para garantizar el desarrollo, a imagen de lo sucedido en los países actualmente desarrollados a lo largo de la historia. Este crecimiento permite una mejora de la alimentación de la población, que de este modo, será más productiva. La agricultura deja libre mano de obra para la industrialización y puede alimentar a más ciudadanos. Y finalmente, los campesinos enriquecidos aumentan su demanda de productos industriales, y sus ahorros facilitan la acumulación necesaria para el desarrollo de la industria. Por ello, las negociaciones en materia agrícola revisten sustancial importancia en el desarrollo de un país.

El mercado mundial agrícola se ha caracterizado por estar fuertemente distorsionado : Japón es conocido por restricciones a la importación que conducen a precios internos del arroz, el vacuno y otros alimentos varias veces mayores que los precios de los mercados mundiales. En la UE, la PAC ha supuesto durante años, además de una unión aduanera en el territorio comunitario, el desarrollo de un programa de subsidios masivos a la exportación gracias a la garantía de los precios mínimos (ver tabla). Otro ejemplo lo encontramos en los EEUU, que imponen una cuota a la importación de queso extranjero. Sólo pueden importar queso algunas compañías comerciales, con un máximo autorizado al año. Además, de esto, es general el uso de requerimientos fitosanitarios sobre los productos alimentarios extranjeros como una forma de proteger el sector nacional.

En esta tabla observamos que pese a que el valor total de las importaciones de EEUU y la UE de productos de los PMA ha aumentado en las dos últimas décadas, el valor de las importaciones agrícolas ha disminuído notablemente. En América del Norte, el valor de estas importaciones ha pasado de 874 millones de dólares en 1980 a 499 millones en el 2000. Las importaciones europeas, mucho más cuantiosas, también han experimentado una reducción en este mismo período.

Como se ha demostrado, los países desarrollados han llevado fuertes políticas proteccionistas, estableciendo no sólo barreras a la importación de productos agrícolas sino también subsidios a la exportación, que han sido utilizadas habitualmente junto a las cuotas y las restricciones voluntarias de los proveedores mundiales, además de otras medidas ad hoc.

Es imprescindible, por tanto, que la mejora en el acceso a los mercados mundiales pase por eliminar las prácticas proteccionistas generalizadas y distorsionantes, y generar mayores ingresos para la gran población mundial actualmente dependiente de la agricultura para su supervivencia ( por ejemplo, supone el 29% del PIB de la India, y 17% de sus exportaciones totales).

En este contexto, el grupo de países exportadores (Cairns Group) llevó sus demandas a la Ronda de Uruguay, principalmente basadas en la reducción de los subsidios a la producción doméstica de los países desarrollados, así como los subsidios a la exportación. Todo ello dio lugar a un Acuerdo sobre la Agricultura (AOA), similar al ATC, pero que ya no demanda la reducción arancelaria e impone unos plazos, sino que centra sus esfuerzos en reducir y eliminar progresivamente del mercado mundial alimentario todas las medidas proteccionistas no arancelarias, como las que se han relatado anteriormente.

Al igual que sucede con el ATC, la aplicación de este AOA no ha resultado satisfactoria para los países en desarrollo. Por ejemplo, contradiciendo claramente el Preámbulo del Acuerdo, la sustitución de medidas no arancelarias por aranceles a la importación no solo no ha rebajado la protección comercial de que gozaban la mayoría de los productos, sino que es fácilmente constatable que ésta ha aumentado desde 1986-88. Así, este AOA ha sido revisado en 2000. Aunque actualmente los países en desarrollo pueden controlar la reducción arancelaria de sus importadores, los países desarrollados pueden subsidiar su producción nacional por vía presupuestaria, mientras que los países exportadores han visto prohibida esta posibilidad con sus exportaciones, precisamente como compensación al anterior beneficio.

Parece claro que la progresiva retirada del proteccionismo tiene un impacto muy positivo en las poblaciones dependientes de la agricultura para su prosperidad, principalmente en términos de inversión gracias a las ganancias de las exportaciones, con la consiguiente innovación tecnológica, que aumentaría la productividad, y por tanto los salarios, del mundo rural. Se iniciaría así el esquema de Rostow, de desarrollo de los países, que afrontarían así su peculiar revolución industrial.

Sin embargo, y debido a la investigación tecnológica (genética, principalmente) en el sector, se teme que, tras la reducción de medidas proteccionistas, la nueva espada de Damocles de los países exportadores de alimentos sea el aumento de los costes vía inputs (semillas, fertilizantes) con las patentes mundiales. El actual debate entre las ventajas e inconvenientes del uso de organismos modificados genéticamente en agricultura, que hasta la fecha ha generado una controversia ante la OMC de la UE contra EEUU, puede tener, por tanto, una importancia clave en el desarrollo de un grupo importante de países pobres.

Además de la agricultura y los textiles, la OMC tiene un papel clave en casi todo el comercio mundial. Como se ha señalado anteriormente, uno de los objetivos principales de la OMC es que el comercio se proteja solamente mediante aranceles a la importación, y abandonar otras medidas que solo tienen como objetivo dificultar el acceso a los mercados. En este sentido la OMC ha apostado por promover el uso de estándares internacionales y regulaciones técnicas para facilitar el acceso a los mercados promoviendo la eficiencia en la producción, la expansión del comercio basada en la armonización de criterios, asegurando la calidad de las exportaciones y protegiendo la calidad de vida humana.

Pero una vez más encontramos que, a pesar de la obligación de ayuda de los países ricos a los pobres, no solo no hay medidas concretas relevantes al respecto, sino que algunas medidas no arancelarias (regulaciones y estándares, en origen técnicos) han cumplido una función fuertemente proteccionista, y han restringido muchísimo el acceso a los mercados de los países ricos (ver siguiente gráfico). Así, los requerimientos fitosanitarios sobre los productos han sido utilizados por los países ricos como una forma de taponar el comercio. Imaginamos cual es el objetivo de una medida de este tipo comunicada con un día de antelación a su fecha de entrada en vigor.

Además, parece que otro frente abierto por la OMC, la protección medioambiental en los procesos productivos, ha sido utilizada también por los países ricos, que utilizan sus lobbies internos ecologistas para justificar restricciones arbitrarias al comercio, que se introducen como medidas medioambientales.

También los derechos de propiedad intelectual dieron lugar a un acuerdo al respecto en el seno de la OMC. Los IRP deben ser protegidos para proteger a los productores de la tecnología, y son un derecho privado de los inventores que actúa como un incentivo a la producción intelectual. Además, existe en el seno de la OMC el compromiso de impulsar la difusión tecnológica en el mundo, y prevenir el abuso de estos derechos. Así, la protección de estos derechos es un doble mecanismo compensador y equitativo, que por un lado protege la creación intelectual, y por otro lado supone una oportunidad para los países en desarrollo de acceder más fácilmente a una tecnología más barata. Lamentablemente, el Acuerdo sobre los TRIPs han puesto de manifiesto el interés de los países ricos en las patentes. Todavía no se han defendido en productos de relevancia directa para los países en desarrollo, sino en otros como el vino, las bebidas alcohólicas, o el té Darjeeling.

En relación a los TRIPs cabe citar el caso de Uganda con el virus del SIDA. La adecuación de sus normas antes del 2005 a los TRIPS (OMC) incrementará los costes de transferencias de tecnologías y las innovaciones tecnológicas se harán tan caras que estos países no podrán importarlas. Así, la fuerza laboral del país se ve diezmada sin remedio y el país se enfrenta a uno de los más duros obstáculos en su camino hacia el desarrollo. Pero esta vez, los obstáculos los pone la OMC, que se supone que debería hacer justo lo contrario…

Por último, en cuanto al funcionamiento de la OMC es de resaltar el Sistema de Resolución de disputas, que configura a este órgano simultáneamente como un conciliador y como un juez. El sistema en cuestión está formado por paneles (DSU) individuales, formados por expertos, que se encargan de la disputa. El objetivo del DSU no es resolver un contencioso, sino intentar una resolución de buena fe del conflicto. Sin embargo, la existencia del principio de automaticidad, según el cual si, terminado un determinado plazo, no se llega a un acuerdo en un punto concreto, el Panel está facultado para imponer la solución más equitativa en ese punto para continuar la resolución; hace de este sistema único y satisfactorio en la mayoría de las ocasiones, hecho que se ve reflejado por los números. Con el antiguo sistema de resolución de disputas del GATT, en 50 años se resolvieron 126 paneles; con el nuevo, tras la Ronda de Uruguay (desde 1995 ) se han dado ya casi 200 consultas, con un significativo aumento de las realizadas por países en desarrollo.

Aún así, cabe todavía apreciarse un fenómeno que acecha siempre a estos sistemas, y es su utilización por las multinacionales. En 1999, los EEUU, junto a Ecuador, Guatemala, Honduras y México, llevaron ante la OMC a la UE por sus protecciones sobre el plátano de Canarias y los acuerdos preferenciales con las ex-colonias africanas. La UE perdió el asunto, y se vio obligada a retirar sus medidas sobre la banana. Uno podría preguntarse cuál es el interés de EEUU en el mercado mundial bananero, que al no ser productor mundial la medida de la UE no haría sino beneficiarle (obviamente, si no entran esas bananas en la UE, su precio mundial desciende), hasta que descubre que la multinacional que comercia con la banana es “Chiquita”, y es norteamericana.

El libre comercio es necesario pero no suficiente

Si en la primera parte del trabajo vimos cómo el libre comercio era un factor importante a la hora de determinar el crecimiento de un país, hoy por hoy no se duda de la necesidad de otras condiciones complementarias.

No son pocos los autores que se han pronunciado en este sentido. Por ejemplo, Moses Abramovitz pone de manifiesto la necesidad de que en los países exista una “social capability” para que las tesis de convergencia basadas en el comercio entre países tengan toda su vigencia. Esta capacidad social está integrada por una serie de características, como una fuerza laboral educada y capacitada, una red asistencial, un sistema jurídico eficiente y equitativo, una cultura de creación de riqueza, una clase gobernante y una administración pública verdaderamente al servicio de la población.

Por ejemplo, el caso de Uganda, que estudiamos anteriormente como una prueba de los beneficios del libre comercio, no debe considerarse como un éxito rotundo.

Las reformas emprendidas en la segunda mitad de los años 80 no dieron únicamente como resultado las mejoras ya vistas en los agregados macroeconómicos, sino que también se dieron otros efectos negativos para el país. La mayoría de indicadores sociales disminuyeron entre 1985 y 1994: la esperanza de vida pasó de 48 a 42 años, la mortalidad infantil pasó de 116%o a 122%o, sólo la producción de comida per capita siguió mas o menos igual (y mucho menor que en 1975). Con las privatizaciones hubo una disminución de los servicios sociales básicos y del gasto público que afectó lógicamente al servicio nacional de salud. El FMI destaca que los ingresos reales de los ugandeses en 1995 representan un 90% de lo que eran 25 años atrás. Una manera de enfocar todos estos datos es utilizando la idea de la capacidad social. Es decir, el comercio puede generar mayores beneficios en aquellas economías que reúnan una serie de características que componen esa “social capability”, en las demás, puede no generar tanto crecimiento e incluso provocar algunas distorsiones transitorias. Por otra parte, la corrupción y las deficientes estructuras burocráticas son un grave impedimento para el crecimiento de un país. Por ejemplo, en R. D. Congo, hay que cumplimentar 77 gestiones administrativas en 31 órganos públicos y privados para comprar legalmente un terreno, sin eliminar el riesgo de ocupación paramilitar.

La corrupción de las élites contribuye a la perpetuación del poder central que las enriquece, e igualmente conlleva una generalización de la corrupción en gran parte de la Administración. En México, miembros de la policía judicial del más alto nivel protegían a uno de los más altos capos del cartel de Tijuana, y organizaron el tráfico de cocaína hacia los EEUU. Así, los ejemplos que encontramos a todos los niveles jerárquicos y en una multitud de países, dan una idea del panorama que se encuentra al llegar al país cualquier inversor extranjero.

La estabilidad política parece ser otro condicionante importante del desarrollo económico. Aunque en un principio se pensó sobre la importancia de tener una democracia, parece que los últimos estudios muestran que lo verdaderamente determinante es la estabilidad (casos como Taiwán, la dictadura chilena o la española). La trampa consiste en que la inestabilidad política impide el crecimiento ; y a su vez, el estancamiento económico rompe la paz social, y así se explica la evolución histórica de muchos países subsaharianos.

Sin embargo, no sólo son los factores sociopolíticos los que deben acompañar al libre comercio para el crecimiento de los países. Por ejemplo, pese a que el éxito de los países asiáticos aperturistas ha sido generalmente utilizado por los defensores del libre comercio, en realidad, las economías asiáticas de alto crecimiento se distinguen por otros aspectos además de sus elevados ratios comerciales. Casi todas estas economías tienen tasas de ahorro muy elevadas, lo que significa que son capaces de financiar tasas muy altas de inversión, atendiendo al modelo de Solow.

Conclusión

En este trabajo hemos tratado de analizar la influencia del libre comercio sobre el desarrollo de los PMA. A lo largo de nuestra argumentación queda claro que esa influencia existe, pero que debe ser matizada.

La primera parte nos ha servido para exponer la oferta que realiza la OMC para el crecimiento de los PMA. La OMC busca impulsar la convergencia entre los países a través del comercio y de la integración de los países hasta hoy marginados en los intercambios internacionales.

Parece claro que las estrategias alternativas empleadas por los distintos países en vías de desarrollo han fracasado, dejando al libre comercio como única opción factible para alcanzar el crecimiento y la convergencia. Casos como los de Uganda, Costa de Marfil o la India son evidencia de ello ya que sacaron provecho de su apertura y de la transformación de su economía hacia el liberalismo.

Sin embargo, muchos países esperan aún los resultados prometidos por la OMC en base a la teoría del libre comercio. Para explicar esta larga espera, nos hemos basado en primer lugar en el mal funcionamiento de la OMC, y hemos visto que los intereses que tienen los países ricos en proteger sus industrias y su agricultura va en detrimento del desarrollo de los PMA. Por otra parte, este desarrollo se producirá sólo si se dan otro tipo de elementos de carácter social, político o educativo.

Amartya Sen, premio Nobel de Economía, advirtió que el debate sobre la tendencia de la distribución global de los ingresos se está desviando del asunto principal, que es la magnitud total de la desigualdad y la pobreza a escala mundial.

Por lo tanto, el libre comercio ayuda al desarrollo, pero debe ser acompañado de otras medidas y factores para evitar que se produzcan los efectos perniciosos de una rápida y traumática liberalización.

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