Historia


Movimientos obreros


MOVIMIENTOS

Obreros

Clases Sociales

Una de estas consecuencias será que los sectores no estarán igual ya que los empresarios tendrán mucho dinero mientras que la situación del pueblo será bastante mala. La gente abandonará el campo para irse a la ciudad y en las ciudades vivirán en una situación muy acinada, es decir, vivirán en espacios muy pequeños. Si no pueden alquilar una habitación en la que vivirán todos juntos tendrán que vivir en las fábricas en la que tendrán que soportar jornadas laborales de diecisiete horas y comprar los productos que el empresario les vendía dé manera que tendremos para estas personas una situación de grandes abusos.

Por el exceso de trabajadores y la apertura de fábricas los trabajadores debían aceptar las condiciones que le daban los empresarios. Los sueldos eran muy bajos y aún peor pagados ya que se trabajaban las mujeres y los niños. Estas mujeres y los niños eran contratados para que manejaran las máquinas. Los empresarios podían poner multas en las fábricas. Estas multas se ponían por ponerte enfermo, por ir vestido sucio al trabajo, por silbar, etc.

Hasta 1873 no se prohibió la contratación de niños menores de nueve años. Emplear a los niños estaba bien visto ya que así no estaban por la calle jugando y echándose a perder. Todos estos abusos serán los que darán lugar al movimiento obrero. Hubo algunas familias de empresarios como fueron los Krupp (alemanes) que se preocuparon de que sus empleados estuvieran en una buena situación. Incluso llegaron a construir viviendas para los trabajadores.

Clase obrera(Proletariado)

Proletariado, clase trabajadora poseedora únicamente de su fuerza de producción en el seno de las sociedades capitalistas. El marxismo, que acuñó el término en el siglo XIX, definía al proletariado como una clase alienada por la pobreza y por la imposibilidad de alcanzar los medios de producción, y necesaria para el mantenimiento del sistema económico capitalista, que obtiene sus beneficios a partir de la plusvalía generada sobre el valor de los productos por el trabajo del proletariado asalariado. En el Manifiesto Comunista, Karl Marx y Friedrich Engels describieron la asociación y movilización del proletariado como la fase crucial de la lucha de clases que sustituiría el capitalismo burgués por una sociedad comunista en la que desaparecería la propiedad privada por medio de la inmediata socialización de los medios de producción. Con el hundimiento de la ideología comunista y de sus formas de gobierno en prácticamente todos los países, la expresión es cada vez menos utilizada excepto en los círculos académicos.

Clase media

Clase media, sector heterogéneo de población cuya posición histórica se sitúa entre la clase obrera (el proletariado) y la clase alta (la clase dirigente). La clase media es una categoría social definida por sus ingresos o patrimonio y comprende los pequeños industriales y comerciantes, algunas profesiones liberales, los artesanos calificados, los agricultores acomodados, los empleados asalariados del sector terciario y los funcionarios medios. Sus intereses económicos no son comunes, pero su unidad reside en sus formas de vida y educación, en sus costumbres e intereses recreativos.

Clase alta(Clase dirigente)

Alta sociedad, clase social exclusiva que se manifiesta como tal en público y que pertenece a una clase superior de la sociedad. Sobre la base de sus ingresos, su fortuna y su especial función cultural o pública, la clase alta está situada significativamente por encima de la gran masa de la población(Clases obrera y media).

A la clase alta pertenece quien exhibe esa pertenencia a la clase superior. Inseparables de ese concepto de clase alta son los medios de comunicación de masas, en particular la prensa del corazón. Esa necesidad de notoriedad por un lado, y las habladurías, murmuraciones y curiosidad por otro, encuentran en esos medios el canal ideal de comunicación. En las sociedades modernas, y con un peculiar efecto recíproco, los medios de masas atribuyen y otorgan el estatus social, creando, a la vez, un estilo de vida que para la mayor parte de la población suele representar un modelo de consumo y de moda.

Conciencia de Clase

El proceso de adquisición de la toma de conciencia de clase de los trabajadores no es un proceso inmediato ni automático, ni en la industria ni en el resto de los sectores productivos. En su libro Miseria de la Filosofía, Marx, analizando la situación de Gran Bretaña en la década de los 40 del siglo XIX, señala: “En principio, las condiciones económicas habían transformado la masa del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común, intereses comunes. Así, esta masa viene a ser ya una clase frente al capital, pero todavía no para sí misma. En la lucha, de la cual hemos señalado algunas fases, esta masa se reúne, constituyéndose en clase para sí misma. Los intereses que defienden llegan a ser intereses de clase” (Marx, Miseria de la Filosofía, pág. 257. Ed. Júcar).

¿Qué significa adquirir una conciencia de clase para sí misma? La conciencia de pertenecer a una comunidad particular de la sociedad, con sus propios intereses sociales y sus propios objetivos históricos, fruto de su condición de trabajadores asalariados; intereses y objetivos que sólo pueden lograrse con la transformación socialista de la sociedad mediante la expropiación de la propiedad de la clase capitalista, y su control y gestión planificada por el conjunto de la sociedad bajo la dirección de la clase obrera.

La conciencia de clase se adquiere a través de la experiencia, no sólo del obrero en su empresa, sino también asimilando la experiencia de los obreros de otras empresas, de su localidad, de su país e, incluso, a nivel internacional.

El proceso de formación de la conciencia de clase no se da solamente con la experiencia de los obreros en el marco de la estructura económica de la sociedad capitalista, sino también en la superestructura del sistema a través de la experiencia de los obreros en sus organizaciones (sindicatos, partidos), en las instituciones políticas burguesas (ayuntamientos, parlamentos, etc.); y, particularmente, con las grandes conmociones políticas y sociales: la represión del Estado burgués, las guerras, estallidos sociales, etc.

La propia experiencia histórica de la clase obrera de un país, sus tradiciones, y la calidad de la dirección de las organizaciones obreras son también factores que pueden estimular el proceso de toma de conciencia de los trabajadores o, según el caso, entorpecerlo y retrasarlo.

Debido a todos estos factores los procesos revolucionarios resultan ser hechos muy excepcionales en la sociedad, pero como ocurre con otros hechos naturales de la fisiología animal, o de la geología terrestre (terremotos), no por infrecuentes son inevitables, y así lo atestigua la historia del capitalismo en los últimos 150 años.

Es por todas estas razones que en una época normal del capitalismo la conciencia “media” de la clase obrera no pase de la lucha cotidiana por mejoras económicas en sus condiciones de vida y de trabajo, o la defensa de las mismas.

A pesar de lo que creen algunos ultraizquierdistas -que piensan que los trabajadores deben ir a las empresas a hacer huelgas, y sólo trabajar de vez en cuando-, la realidad es que los trabajadores van a su empresa a trabajar y, cuando no tienen más remedio y han agotado toda otra vía para que se atiendan sus demandas, es cuando hacen huelgas. Contra lo que pueda parecer, las huelgas son fenómenos anormales, excepcionales, en la vida normal de un obrero.

Siempre ha sucedido que sea una minoría de la clase obrera quien se eleve hasta una conciencia socialista en esas épocas normales del capitalismo. Esto ocurre en estos momentos igual que ocurría hace 85 ó 90 años, lo que no impidió que todos estos períodos fueran cortados bruscamente por épocas revolucionarias que hicieron tambalear y peligrar la continuidad del sistema capitalista. Cortes bruscos que comprendían un intervalo de pocos años, meses, o incluso días, y donde millones de trabajadores, antes apáticos y apartados de la lucha política, tomaban conciencia de sus tareas históricas y se lanzaban a la lucha consciente por transformar la sociedad.

Así tuvimos, por hablar sólo de Europa, los movimientos revolucionarios de 1917 a 1923, los años treinta o los setenta, por citar algunos. Por qué fracasaron todos ellos no es materia de este artículo, pero en todo caso no se debió a la falta de una conciencia de clase y socialista de los trabajadores o a su insuficiente combatividad, sino más bien por la ausencia de una dirección auténticamente revolucionaria en las organizaciones obreras, que estuviera a la altura de sus tareas históricas, o por la traición consciente de esa misma dirección.

Cómo surge la conciencia y la oposición obrero-capitalista

El proceso de toma de conciencia de los obreros, es decir la comprensión de los intereses opuestos que existen entre ellos y el capitalista, comienza en el puesto de trabajo. Mientras que el artesano, al ser propietario de sus herramientas y del producto final de su trabajo, sí tiene un interés directo en el proceso de producción, el obrero, en cambio, no tiene ningún interés personal en el mismo, al no pertenecerle el producto final de su trabajo, la mercancía producida para la venta. El trabajo asalariado aparece ante el obrero como una condición impuesta, como la única manera de obtener sus medios de vida.

En sus Manuscritos económicos-filosóficos (1844), Marx analiza detalladamente el proceso de enajenación (o alienación) que sufre el obrero en la fábrica: “¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es `externo' al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, `trabajo forzado'. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro” (Marx, Manuscritos económico-filosóficos, págs. 108-109, Ed. Alianza Editorial).

Seguidamente, hace aparecer la oposición obrero-capitalista: “Si él, pues, se relaciona con el producto de su trabajo, con su trabajo objetivado [la mercancía producida], como con un objeto poderoso, independiente de él, hostil, extraño, se está relacionando con él de forma que otro hombre independiente de él, poderoso, hostil, extraño a él, es el dueño de este objeto. Si él se relaciona con su actividad como con una actividad no libre, se está relacionando con ella como con la actividad al servicio de otro, bajo las órdenes, la compulsión y el yugo de otro” (Marx, Manuscritos económico-filosóficos, pág. 109, Ed. Alianza Editorial).

Finalmente, Marx revela cómo surge la identidad de intereses de clase, independientemente del oficio: “En la relación del trabajo enajenado, cada hombre considera, pues, a los demás según la medida y la relación en la que él se encuentra consigo mismo en cuanto trabajador” (Marx, Manuscritos económico-filosóficos, pág. 113, Ed. Alianza Editorial).

Conforme más se desarrolla la técnica en la producción capitalista y se perfeccionan las máquinas y los instrumentos de trabajo, menos especializada se hace la labor del obrero, más se descualifica su trabajo, menos importancia tienen sus facultades individuales, y por lo tanto más rutinario, aburrido y despojado de interés resulta, apareciendo el trabajador como un mero apéndice de la máquina, lo que acentúa su enajenación del trabajo. Este carácter del trabajo, desprovisto de creatividad, estimula la reflexión del obrero sobre sus condiciones de vida y trabajo, le ayuda a generalizar su experiencia al comprobar la identidad de intereses que existen entre él y sus compañeros de trabajo, acrecienta su malestar e insatisfacción, y le permite tomar conciencia de su situación de explotación y opresión. Las propias condiciones de trabajo crean así, necesariamente, las premisas para el proceso de toma de conciencia de los trabajadores.

Todas estas consideraciones se aplican a todos los sectores y capas que forman la clase obrera, independientemente de que las condiciones particulares de trabajo hagan avanzar más rápidamente en su conciencia a determinadas capas antes que a otras.

Manifestación

Una manifestación, es una reunión celebrada por lo general al aire libre, que tiene como finalidad exteriorizar (por medio de la sola asistencia) los deseos, aspiraciones, sentimientos o protestas de los asistentes, y que se diferencia de la simple reunión en que tiene lugar de manera itinerante, en movimiento.

Las constituciones modernas reconocen el derecho de manifestación como derecho fundamental, y le suelen dar un tratamiento legal muy semejante al del derecho de reunión. Hay necesidad de dar cuenta a la autoridad competente, que podrá prohibirla atendiendo a consideraciones de orden público, tales como peligro o riesgo para las personas o las cosas. Se consideran reuniones o manifestaciones ilícitas las que se celebran con la finalidad de cometer algún delito o aquellas en las que se concurre con armas u objetos contundentes o peligrosos. Este tipo de manifestaciones son tipificadas como delito en los códigos penales. También se suele conceptuar como delictivo el comportamiento consistente en impedir u obstaculizar el ejercicio de las libertades de reunión o manifestación, y se castiga con una pena mayor si se trata de impedir o perturbar una ceremonia o manifestación de carácter religioso.

Cuando en una reunión o manifestación se cause daño a las personas o a las cosas, son responsables los convocantes por no utilizar las medidas necesarias para evitar los daños, y ello con independencia de que también puedan ser responsables los autores concretos de la acción dañosa, si pudieran ser identificados por algún medio.

Desde otro punto de vista, se habla en Derecho registral de manifestación de los libros. Cuando una persona desea conocer si la finca que desea adquirir se encuentra libre de cargas, se dirige al Registro de la propiedad y pide la manifestación de los libros. El encargado del Registro se encuentra obligado, sin sacar nunca el libro de la oficina del Registro, a tal manifestación, por lo general hecha por medio de una nota certificativa del contenido de los asientos registrales que afectan al interés del solicitante.

Huelga

Huelga es un paro organizado de la producción, en el marco de las relaciones laborales, llevado a efecto por un grupo de trabajadores con el fin de obligar al empresario a acceder a sus demandas salariales o de mejora de las condiciones laborales. A veces se emprende una huelga por motivos puramente políticos y no laborales. Por regla general, la huelga la convoca un sindicato. También se puede convocar una huelga para solidarizarse con los trabajadores de otro sector industrial.

Los trabajadores pueden convocar una huelga o llevar a cabo otro tipo de acción sindical con el fin de obtener mejoras en las condiciones laborales, como incrementos salariales o reducción de la jornada laboral, o para evitar un cambio desfavorable de las condiciones laborales, como una disminución de salarios. También se puede convocar una huelga para impedir que el empresario adopte medidas que los trabajadores consideran perniciosas y contrarias a sus intereses, como el despido injustificado de un trabajador. En Estados Unidos, se pueden convocar huelgas para forzar al empresario a reconocer un sindicato como interlocutor único en la negociación colectiva, forzándole a pactar un acuerdo de closed shop, práctica prohibida de forma terminante en Europa y en Latinoamérica. Las huelgas sólo se convocan en situaciones extremas, cuando se han agotado las vías de dialogo, o cuando el empresario se niega a aceptar una sentencia dictada por la magistratura de trabajo. Por otra parte, las huelgas de tipo político se suelen convocar para forzar al gobierno a aceptar determinadas demandas de los trabajadores, o como arma para derrocar a un gobierno durante una revolución.

El principal objetivo táctico de una huelga consiste en interrumpir toda la producción de la empresa o la industria en cuestión. El medio más utilizado para conseguirlo, tras haber interrumpido el trabajo y haber abandonado el centro de trabajo, consiste en destinar piquetes de huelguistas ante la fábrica, para impedir que el empresario traiga trabajadores de otras explotaciones. A veces, los sindicatos tienen fondos reservados para apoyar las huelgas, de forma que pueden dar ayuda financiera a los huelguistas. En otros casos, los sindicatos en huelga piden ayuda a otros sindicatos o al resto de los trabajadores para que les apoyen en el plano económico.

Los huelguistas se consideran trabajadores de la empresa, aunque durante la huelga no trabajen, por lo que reaccionan con energía cuando el empresario intenta contratar a otros trabajadores para reemplazarles. Esta práctica ha llegado a provocar violentos enfrentamientos entre huelguistas y trabajadores que no apoyan la huelga.

Otra técnica consiste en realizar una sentada: los trabajadores se sientan en el puesto de trabajo y se niegan a moverse hasta que no se resuelvan sus reivindicaciones. Esta técnica apareció en Estados Unidos durante la década de 1930 pero, al constituir una invasión de la propiedad privada del empresario, es considerada ilegal. No obstante es una técnica que se ha mostrado muy eficiente en múltiples ocasiones.

Cartismo

El Cartismo tenía un fuerte sentimiento de clase, de común identidad entre los trabajadores y aquellos a quienes percibían como aliados y de hostilidad hacia las opiniones y conductas de otros grupos y clases sociales, incluyendo amplias secciones de la clase media y de la aristocracia. Pero recientemente ha surgido un influyente posición, originalmente articulada por Gareth Stedman Jones y sostenida y extendida más allá del Cartismo por Patrick Joyce, según la cual ni en su programa ni en sus ideas y lenguajes políticos los cartistas expresaron sentimientos de conciencia de clase.

El argumento lingüístico contra la clase se resume a continuación. Frente a la definición marxista de conciencia de clase, que tenía como elemento central la noción de primacía de la explotación económica ejercida por opresores capitalistas dentro del reino de la producción, los cartistas hablaron el lenguaje de la armonía entre productores --patrones y obreros unidos en la común oposición a las `injustas' exacciones de capitalistas intermediarios (situados en la esfera del intercambio), clases terratenientes y el estado (`corrupto devorador de impuestos')--. Más aún, los cartistas situaban la raíz de la miseria del pueblo en mayor medida en la política que en la economía. Así el `tradicional' lenguaje radical de la `Vieja Corrupción', el `pueblo excluido' y el compromiso a favor de la democracia, el progreso y la razón, la reforma, la respetabilidad y el gobierno barato ejercieron una continua atracción radical interclasista. Afirma Stedman Jones, que tras la ley de Reforma de 1832, las medidas legislativas whigs de los años 30 (como la ley de enmienda de la Ley de Pobres de 1834) y el aumento de la `miseria', el término `población excluida' pasó en la práctica a ser idéntico al de clase trabajadora. Pero tal desarrollo no condujo al desplazamiento del tradicional radicalismo del Cartismo por `un diferente y más conscientemente clasista modo de pensar' de un estilo `socialdemócrata o marxista'. Más bien el fuerte apego interclasista al ideario del radicalismo sobrevivió al test del Cartismo y de las huelgas generales de 1842, promovió la cooperación entre clases en temas tales como la abolición de las Leyes de Cereales y auspició el relativamente fácil y consensuado movimiento hacia el Liberalismo de mediados del siglo XIX. Énfasis sobre la continuidad, tradicionalismo y cooperación entre clases resultan en el período postcartista más importantes que novedad, conflicto y `ruptura' en la conciencia y en la acción.

Este revisionismo `lingüístico' tiene ciertos puntos fuertes de orden metodológico y esencial y ha tenido fuerte atractivo entre estudiantes y estudiosos en una época de derrotas del movimiento obrero, reflujo de la política de clase y auge de las preocupaciones `postmodernistas' por la política de identidad y `elección, oportunidad y libertad'. Por ejemplo, la crítica de Stedman Jones contra el reduccionismo -contra la `descontextualización' del lenguaje y de las ideas de la realidad material-- y la concesión de amplio espacio y poder de decisión a la política, lenguajes e ideas han sido bien recibidas. Cartismo era sobre todo un movimiento político que no asumió su forma `natural' de las `dificultades' económicas. De igual forma, la mayoría de cartistas no desarrollaron y asumieron lenguajes, concepciones y programas marxistas o socialista revolucionarios. Y, como Asa Briggs y otros autores de Chartist Studies demostraron hace muchos años, las relaciones entre las clases medias y los cartistas mostraron considerables variaciones regionales y locales.

Sin embargo, las debilidades pesan más que los puntos fuertes. Quizá la mayor de ellas sea que el énfasis sobre la compartida (interclasista), continuada y relativamente armoniosa naturaleza del radicalismo no logra explicar por qué los cartistas concedieron una importancia central a la noción de independencia política; por qué O'Connor, la principal influencia de la corriente central del cartismo, se opuso a una alianza con los reformadores de clase media desde finales de la década de 1830 hasta finales de la década de 1840, frente a las opiniones de Lovett y otros; y porque `los trabajadores mostraron una fuerte inclinación a seguir a líderes que predicaban una muy clara doctrina de hostilidad de clases' [D Thompson, The Chartists, p. 251].

Respuestas convincentes a tales preguntas se encuentran en la `tradicional' literatura sobre el Cartismo y no requieren detallada elaboración. Sobre todo, el Cartismo fue un movimiento político de masas, surgido de la lucha y el conflicto, y no un ejercicio de floritura de lenguaje. El énfasis en la independencia descansaba en la experiencia: en la desconfianza hacia los reformadores de clase media como resultado de la `Gran Traición' de 1832; de su oposición general al sindicalismo y a las demandas `económico-morales' de regulación efectuadas por los trabajadores; de su general apoyo a las odiadas medidas whig de la década de 1830; de su `hipócritas' y `tiránicas' actuaciones como magistrados y empresarios; de su falta de voluntad (demostrada en los casos de la Liga a favor de la abolición de la ley de cereales y del fracasado experimento Sturgeite de 1842) de cooperar en igualdad de condiciones políticas con los cartistas; y de sus generalizadas y profundas actitudes culturales y prácticas de disgusto, superioridad, miedo y desprecio hacia las `masas'. Hubo, cierto, diferencias y excepciones locales y regionales a este panorama nacional de desconfianza y divisiones de clase, pero fueron insuficientes para contrarrestar el énfasis general sobre la independencia. En realidad la implicación de los reformadores de clase media en la corriente principal del Cartismo de 1839 en adelante fue extremadamente limitado.

Los cartistas no ofrecieron una oposición absoluta a las clases medias. En su propio lenguaje, los cartistas establecieron una distinción entre `honorables' tenderos y pequeños patronos (con intereses similares a los de los trabajadores) y los `deshonestos' y `deshonrosos' empresarios (con intereses e ideas generalmente opuestas a los de sus trabajadores). Pero lo que hay que señalar es que este lenguaje de `honorable' y `deshonroso' formaba parte e la expresión de clase -de la percepción de una compartida identidad de intereses entre los trabajadores y sus aliados miembros de los sectores `productivos'.

Fue dentro de este determinante contexto de experiencia, opuesto a la teoría abstracta, que los cartistas formularon sus ideas con un profundo carácter de clase, sus tácticas y sus estrategias. Ni los whigs ni los tories iban a mostrarse favorables a los intereses del `pueblo', pero cuestiones de cálculo instrumental basadas circunstancias locales específicas (tales como oposición Whig, Tory o Liberal a la Nueva Ley de Pobres o apoyo a la legislación sobre fábricas) podían decidir apoyar a corto plazo la corriente mayoritaria de un partido o a un candidato. Los cartistas agradecieron los sinceros ofrecimientos de amistad y apoyo de las clases medias, pero la experiencia demostró lo raro de tales sucesos. A finales de la década de 1830 y comienzos de la de 1840 las huelgas, desfiles a la luz de antorchas, manifestaciones y planes de insurrección cartistas alarmaron mucho no sólo a las fuerzas de la reacción a ultranza sino también a la mayoría de aquellos radicales de clase media favorables a la reforma política. La adhesión a los principios del tradicional radicalismo no podía permitirse derribar las defensas de los derechos de la propiedad y de la ley y autoridad `debidamente establecidas'.

El apoyo cartista a palabras como `democracia' y `pueblo' comportaba, respectivamente, un mucho más extenso y restringido significado de clase que la formal lectura de Stedman Jones de un radical e interclasista vocabulario sugiere. Así, las nociones cartistas de control colectivo del lugar de trabajo, igualdad de participación en las sociedades políticas, responsabilidad de los cargos públicos, sufragio universal, democracia local participativa y ayuda mutua y cooperación estaban con frecuencia en desacuerdo con las creencias de los `democráticos' radicales de clase media en jerarquía, autoridad y poder (especialmente en el lugar de trabajo), en su propia superioridad cultural y social y en su apoyo a una más limitada reforma política y una implicación política popular (como se ve en su defensa del sufragio universal y de los parlamentos trienales y sus fuertes deseos de retener el control de las palancas de poder político).

En resumen, el Cartismo fue un movimiento con una profunda conciencia de clase, un movimiento que al menos por un tiempo tuvo éxito en su intención de `incorporar personas de diferentes orígenes regionales y étnicos y de géneros y ocupaciones diferentes en una campaña nacional que movilizó a millones' [D. Thompson, Outsiders, p. 36]. Por desgracia, el `giro lingüístico' ha pasado por alto el papel clave de la clase en el Cartismo debido a la estrecha identificación que ha hecho de clase con una visión marxista del mundo, a su aproximación formal e idealista al lenguaje (en la que las palabras no están vinculadas a la estructura y práctica sociales) y a la insuficiente atención prestada a las pautas de disputa y lucha dentro del lenguaje, la cultura y el mundo material.

Finalmente, el período postcartista testimonió el reflujo de la conciencia de clase, cuando no del conflicto industrial. La clase trabajadora se volvió más fragmentada, las divisiones de género se fortalecieron y secciones de aquélla se aproximaron a los confines del `sistema'. La actividad política independiente de los trabajadores descendió y el liberal(radicalismo creció rápidamente). En un contexto tal, y sin reducirse simplemente a él, los lenguajes de los trabajadores y del movimiento obrero estuvo mucho menos impregnado con nociones de clase que durante el Cartismo. Lenguajes más privatizados, patriarcales, sectoriales y `populistas echaron raíces en las comunidades trabajadoras. Pero el lenguaje de clase no expiró (especialmente en términos de relaciones de trabajo), y el lenguaje del `pueblo' no significó automáticamente apoyo para John Bright y Gladstone. Diferentes definiciones de `pueblo' fueron ofrecidas por parte del partido Conservador y de algunos antiguos cartistas que no habían seguido el camino del partido Liberal.

Sindicatos

Los sindicatos son las organizaciones que se dan para representar a los trabajadores ante los empleadores, las autoridades y velar por sus intereses comunes. La afiliación a un Sindicato siempre será personal, voluntaria e indelegable.

El concepto de Sindicato antes señalado puede complementarse en el sentido que las Organizaciones Sindicales no sólo pueden tener un interés económico común sino también otros: educacionales, culturales, recreativos y sociales en general; sin embargo, esos fines son accesorios ya que ellos pueden faltar pero no se observa en la práctica la existencia de Sindicatos que no pretendan un fin económico, y aquellos que se han orientado hacia otras motivaciones como por ejemplo que actúan con fines políticos, buscando el derrocamiento de un gobierno o el afianzamiento de otro que les conviene, no hacen sino desnaturalizar o corromper lo propio del Sindicato, debilitando de paso la posibilidad de obtener esa finalidad económica que es su principal misión.

Características

  • Finalidad esencialmente económica. Ello significa que la Organización Sindical representa, defiende y promueve aspiraciones e intereses orientados a satisfacer necesidades materiales (alimentación, vestuario, habitación, salud, etc.); no es por tanto, su función propia la representación de una idea política, religiosa o de otro carácter semejante.

  • Ámbito laboral. Lo propio del Sindicato es reunir a trabajadores, o sea, a quienes tienen intereses comunes de carácter económico derivados de las relaciones de trabajo.

  • Servicio de un interés privado compatible con el interés público. La Organización Sindical no se constituye para el servicio directo de un interés público sino para el bienestar económico-social de sus asociados, cuidando que ese grupo no resulte perjudicado respecto de otros grupos o sectores que participen en la vida económica y social del país. Eso si que ese interés privado está limitado por el interés público que no puede ser sobrepasado, debiendo la actividad sindical desarrollarse dentro de él.

  • Constitución por acuerdo libre de los trabajadores y no por acto de autoridad. Esto quiere decir que cumpliéndose los requisitos que estable la ley, queda constituido el Sindicato, sin que la decisión dependa de la autoridad.

  • Poder. Éste está fundado en la mayor cantidad posible de socios que es la base de su financiamiento: en la solidez de su unidad y en la preparación e idoneidad de los dirigentes. El Sindicato necesita ser fuerte en cuanto a la relación laboral que vincula a sus asociados y ello, tanto por la debilidad del trabajador aislado frente al empleador como por la necesidad de no ser avasallado por otros grupos sociales o por excesos de la autoridad.

  • Representatividad. Esto significa que el Sindicato debe unir a un sector mayoritario, o al menos importante, de los trabajadores del área económico-social en la cual se ha constituido. Así estará mejor capacitado para conseguir el establecimiento de aquellas normas contractuales que favorezcan los intereses de sus afiliados. Una condición básica para obtener esta representatividad es la unidad del Sindicato, la que se consigue defendiendo sus fines propios por encima de cuestiones ideológicas, políticas, religiosas o personalistas.

Tipos de Sindicatos

Los sindicatos se clasifican en:

A) DE EMPRESA: Es aquél que agrupa sólo a trabajadores de una misma empresa.

B) DE INTEREMPRESA: Es aquél que agrupa a trabajadores de 2 o más empresas o empleadores distintos.

C) DE TRABAJADORES EVENTUALES O TRANSITORIOS: Es aquél constituido por trabajadores que realizan labores bajo dependencia o subordinación en periodos cíclicos o intermitentes.

D) DE TRABAJADORES INDEPENDIENTES: Es aquél que agrupa a trabajadores que no dependen de empleador alguno.

Trade Unions

Sindicato de Gran Bretaña, era un sindicato obrero de oficio. Fueron los primeros sindicatos legales de europa y se caracterizan por su inclinación a la lucha politica. Trade Unions eran para muchos un modelo valido de organización sindical; una organizacion dirigida generalmente por unos hombres responsables que defendian los intereses de la clase trabajadora con la autoridad suficiente para no olvidar los intereses primordiales del pais: “Elegidos de abajo-arriba tenian la fuerza moral suficiente para dictar normas de arriba-abajo”. Pero los graves conflictos laborales de aquellos dias mostraron que aquella cacareada influencia habia perdido gran parte de efectividad. En definitiva, pues, se trataba de una crisis no menos evidente de la influencia del Labour Party-que ocupa el poder- respecto a ésta. Una crisis doble que unos y otros intentaban resolver. Un contencioso a seguir, por supuesto, porque en el civilizado Reino unido, los poderosos sindicatos actuan a la manera de un trercer o un cuarto poder con el cual se ha de contar para mandar. Puede darse por seguro que a la dilatada e ininterumpida permanencia del partido con las Trade Unions. Y es mas que probable que esta doble crisis que se ha planteado, interesa en los sindicatos y de enfrentamiento mas que de entendimiento con el. Labour en el poder-dejaba al gobierno indefenso ante las previsiones de la oposición de su majestad y, con ello, en entredicho la permanencia de James Callaghan en el numero 10 de Downing Street.

Ludismo

El ludismo es un movimiento que surgió en Gran Bretaña a comienzos de la industrialización, formado por grupos organizados de artesanos ingleses que durante 1811 y 1812 se amotinaron y destrozaron la maquinaria de la nueva industria textil que, consideraban, estaba acabando con su tradicional medio de vida. Los disturbios comenzaron en Nottingham a finales de 1811 y se extendieron rápidamente a Lancashire, Yorkshire, Derbyshire y Leicestershire. Los ludistas actuaban de noche y ocultaban su rostro con máscaras; su nombre deriva de un hipotético líder fundador del movimiento, Ned Lud (o Ludd). No ejercían ninguna violencia contra las personas por lo que recibieron un fuerte apoyo de la población de estas comarcas. En 1812 un grupo de ludistas fue tiroteado por orden de un empresario llamado Horsfell, que fue asesinado más tarde como represalia. Ante esta situación, el gobierno de Robert Banks Jenkinson, segundo conde de Liverpool, adoptó duras medidas represivas que condujeron a un proceso masivo en la ciudad de York en 1813; la mayoría de los ludistas, a los que se declaró culpables, fueron deportados o condenados a la horca. En 1816 volvió a estallar una revuelta ludista a causa de la gran depresión que provocó la guerra entre Gran Bretaña y Francia. Los desórdenes no cesaron por completo hasta que comenzó una nueva etapa de prosperidad en la década de 1820. En España, el movimiento de destrucción de máquinas tuvo cierta importancia a partir de esa fecha, especialmente en Cataluña y Alcoy (Alicante).

Socialismo utópico

Frente al individualismo y a la moral utilitaria, propios del sistema capitalista, que, en lugar de propiciar la riqueza y la felicidad publicas pronosticadas por el liberalismo económico, originaba el malestar y al descontento de los trabajadores, los portavoces del primer socialismo, denominado utópico, proponían un orden laboral y social mas justo, donde los hombres pudieran desplegar su innata tendencia a la soliradirad y a la vida asociada.

Todos ellos dirigen exhortaciones moralizantes a los estamentos detentadores del poder y proponen modelos de solución utópicos.

Uno de los primeros representantes de la nueva corriente fue el conde Saint-Simon(1760-1825). En sus escritos, entre los que descuella el Catéchisme des industriels(1823-1824) y Le noveau Christianisme(1825), formula una serie de ideas y principios, basados en el entusiasmo por la ciencia y el progreso, y revestidos de cierto misticismo social.

Propone una sociedad dominada por la llamada clase industrial, integrada por los productores: industriales, comerciantes, financieros, ingenieros, obreros, campesinos, poetas, en la que cada cual se dedicara a la rama de producción que mejor se adapte a sus gustos y cualidades, y ocupara en ella un lugar en relación con su eficacia. Abogaba por una sociedad donde los hombres, superados los egoísmos personales, fueran capaces de entregar su esfuerzo y trabajo en beneficio de la comunidad. En definitiva, Saint-Simon asumía la industrialización, a la que quería insuflar una moral solidaria.

Por su parte, Charles Marie Fourier (1772-1837) fue divulgador de un socialismo cooperativista de base agraria. En sus numerosos escritos plantea soluciones más concretas, y se hace promotor de una organización social y laboral comunitaria, mediante los llamados falansterios, donde el trabajo se organizara como arte y placer y desapareciera el odiado comercio. En estas comunidades no desaparecía la propiedad y, en el reparto de beneficios, el capital llevaba un buen porcentaje. La actividad de dichas comunidades estaba orientada hacia la agricultura, la arboristería y la cría de ganado. Se mostraba, pues, reacio hacia el sistema de producción industrial y abogaba por la vuelta a la naturaleza. Una de estas experiencias con falansterios fue realizada en la localidad gaditana de Tampul.

En cambio, el galés Robert Owen (1771-1858), que expuso ideas y realizó experiencias similares a las de Fourier, partía de la realidad de la creciente industrialización; él mismo era industrial textil. El suyo fue uno de los pocos casos en que un empresario contribuyó a la elaboración del pensamiento socialista y al movimiento cooperativista. En su empresa textil de New Lanark, Escocia, puso en práctica un experimento cooperativista iniciado por su suegro el industrial filántropo David Dale, consistente en la participación de todos en los beneficios. Creó un sistema de asistencia social y de humanización del trabajo. Redujo la jornada laboral a diez horas y media. Quedó prohibido el trabajo a los niños menores de diez años que debían asistir a la escuela. Estableció seguros de enfermedad y de retiro. Con el propósito de ampliar sus experiencias, se trasladó a los Estados Unidos (1824), donde estableció una colonia cooperativista, la New Harmony, en Indiana, pero fracasó en su intento. Regresó a Inglaterra (1829), donde prosiguió su actividad organizadora de carácter sindicalista, después de un nuevo fracaso en la Harmon Hall. Owen tampoco cuestionó la propiedad privada y la libre empresa.

Sí lo hizo Étienne Cabet (1 788-1856). Entre sus obras y numerosos artículos aparecidos en el periódico Lo Populaire, fundado en 1833, destaca la célebre novela Voyage en learie (1840), donde, como él mismo escribe, bajo la forma de novela se desarrolla un verdadero tratado de moral, de filosofía, de economía social y política. En la misma expone su visión utópica del comunismo icariano, plasmado en las máximas: todos para cada uno; cada uno para todos; a cada cual según sus necesidades; de cada cual según sus fuerzas. Intento poner en practica su proyecto icariano en Barcelona y Estados Unidos. Cabet contó con fervientes seguidores en España. Entre ellos destaca Narciso Monturiol (1819-1835), inventor y constructor del submarino Ictíneo. Fue uno de los principales difusores de las ideas cabetistas en España con el periódico La Fraternidad. En 1848 tradujo al castellano el Viaje por Icaria, en colaboración con otro cabetista español, Francisco José de Orellana, autor del Himno Icariano. Pierro-joseph Proudhon (1809-1865) fue difusor de un socialismo anarquizante, contrario a todo tipo de organización que limitara la libertad del individuo. En sus obras más famosas, ¿Qué es la propiedad? (1840), Sistema de las contradicciones o filosofia de la miseria (1846), Sobre la justicia en la revolución y en la Iglesia (1858), expone sus ideas sobre la igualdad de los hombres, el reformismo económico y la concepción libertaria de la sociedad y el Estado. No ponía su objetivo político en la conquista del poder, sino en la desaparición del Estado. En cambio, se mostró abierto defensor de la familia. Era contrario a la colectivización de los medios de producción y rechazaba la huelga como arma de lucha. La transformación de la sociedad debía realizarse a través de asociaciones libres de trabajadores y mediante las oportunas medidas jurídicas que sustituyeran el ordenamiento individualista por otro de carácter social. Inicialmente, sus escritos tuvieron una notable influencia sobre el movimiento obrero francés y de algunos países europeos.

En Augusto Blanqui (1805-1881) tenemos el ejemplo de un socialismo conspiratorio, revolucionario y violento. Se muestra partidario de la dictadura de una minoría consciente que imponga revolucionariamente una organización comunitaria de bienes. Para la consecución de estos objetivos promovió una amplia red de sectas secretas. Entre ellas cabe mencionar la Sociité des Saisons, promotora de un desafortunado intento insurreccionar en el París de 1839. Afiliada a la misma estaba la Liga de los justos, de orientación comunista, fundada en París por exiliados alemanes. Obligados a emigrar a Londres, después del fracasado intento de 1839, adoptó el nombre de Liga de los Comunistas (1847) que se organizó en forma de partido y adquirió carácter internacional con ramificaciones en Bélgica, Suiza y Alemania. Su programa fue elaborado por Marx y Engels con el Manifiesto del Partido Comunista (1848).

Por su parte, Louis Blanc (1811-1882) proponía en su obra La organización del trabajo (1839) un socialismo eminentemente práctico, mediante la creación de centros fabriles, sostenidos por el Estado, práctica que debía aplicarse también a la agricultura, con la creación de granjas modelo. Entre los socialistas utópicos suele incluirse a Franlois-Noel, alias Graco Babeuf (1 760-1797), jefe de la conspiración de los iguales de 1796. junto a la igualdad jurídica ante la ley y la igualdad de los derechos políticos, propugnaba la igualdad social como garantía de las otras dos. En su Manifeste des Plébéiens, aparecido el 30 de noviembre de 1796 en el periódico Tribun du Peuple, sostenía que sólo se podía alcanzar la verdadera igualdad entre los ciudadanos con la supresión de la propiedad privada y la socialización de los medios de producción. Su intento de poner en práctica su programa mediante un golpe de mano fue descubierto y él llevado a la guillotina (1 797). Su colaborador, el italiano Filippo Buonarroti (1761-1837), consiguió huir. En España, el socialismo utópico tuvo su principal representante en Fernando Garrido (1821-1383), que desarrolló una intensa actividad propagandística a través de la prensa diaria y de publicaciones diversas. Estuvo relacionado con exponentes alemanes de la izquierda hegeliana, particularmente con una de las figuras más representativas de aquella corriente, Arnold Ruge (1803-1880), quien tradujo al alemán (1887) una obra de Garrido, España contemporánea.

En líneas generales, puede afirmarse que los socialistas utópicos tuvieron escaso eco en las masas e hicieron poca mella en la burguesía. Sus escritos tienen un valor testimonial y son el reflejo social del movimiento romántico que, en su afán de evasión de la realidad, sueña con unas sociedades ideales, de realización imposible. En los países más retrasados de Europa oriental, con predominio de un sistema agrario feudal, se formó un socialismo de tipo popular, agrario, que dio origen al populismo, que tuvo en Alejandro Herzen su primer y más conocido portavoz.

Socialismo científico

El socialismo llamado científico se inicia con Carlos Marx y Federico Engels, los dos de nacionalidad alemana. Carlos Marx, nacido en el seno de una familia de la clase media, es educado en la filosofia de la izquierda hegeliana, en sus escritos cita los problemas sociales, económicos y políticos derivados de la revolución industrial, desde un punto de vista filosófico, histórico y económico; establece un riguroso análisis crítico de la estructura de la sociedad burguesa y capitalista y propone su supresión por otras soluciones alternativas, en las que el proletariado industrial desempeñaría un papel decisivo. Iniciada la colaboración con Federico Engels desde los años de exilio en Bruselas en 1845 y continuada durante el resto de su vida, publican conjuntamente, poco antes de la revolución de 1848, el Manifiesto Comunista. La aparición de este Manifiesto señala la línea divisoria entre el socialismo utópico y el llamado científico. Con este último se establece un análisis filosófico-económico e historicista de las fuerzas que operan en la sociedad capitalista y burguesa que en ese momento se estaba viviendo. Se aclara la idea de que la vía para transformar la organización de la sociedad está ligada a la conquista del poder político. Marx y Engels afirmaban que el proletariado sería la única fuerza revolucionaria capaz de dar vida a un orden social nuevo en sustitución de la sociedad burguesa que, a su vez, había abatido la sociedad feudal; que para la consecución de este objetivo final la lucha proletaria debía producir el mismo carácter internacional que tenía el capitalismo. Lucha que no debía limitarse a la elaboración de programas como lo habían hecho los socialistas utópicos, sino orientarse a la conquista del poder, para lo cual se requería una organización partidista, centralizada y bien cohesionada.

Posteriormente, Carlos Marx se entrega de lleno a la tarea de madurar los fundamentos doctrinales del marxismo: la concepción materialista de la historia y la teoría del valor, que quedan plasmados en su obra fundamental, El Capital, cuyo primer volumen apareció en 1867. Sus formulaciones teóricas parten de la idea de la evolución dialéctica de la Humanidad, de clara procedencia hegeliana, que a él le sirve para justificar una actitud revolucionaria contra el presente y el pasado. Por otro lado, frente al idealismo de Hegel, que ponía en la idea divina el motor de la dialéctica histórica, Marx contrapone una concepción materialista: el trabajo del hombre, motor de la historia; es decir, las condiciones económicas determinan el curso de la historia y de todas las relaciones sociales, instituciones, costumbres y creencias. Sus teorías suponen una notable aportación al análisis histórico con el estudio del factor económico operativo en los acontecimientos humanos. Ofrece, pues, una interpretación unilateral de la historia al reducirlo todo a factores económicos. Lo mismo ocurre con su crítica de la sociedad burguesa, a la que reconoce una labor positiva, como renovadora de los sistemas de producción frente al estancamiento de la economía de tipo feudal, pero a la que fustiga duramente y a la que vaticina un próximo final a causa de sus mismas contradicciones internas, que han generado un antagonista, el proletariado, la clase revolucionaria por excelencia, llamada a crear una sociedad sin clases.

Sus teorías económico-filosóficas y sus programas de acción sirvieron de base ideológica a la acción política del socialismo en la segunda mitad del siglo XIX y a la mayoría de los movimientos obreros. Su importancia histórica estriba en que su pensamiento ha condicionado buena parte de la historia social y política de la Edad Contemporánea y ha impulsado cambios fundamentales en las estructuras económicas y sociales.

ANARQUISMO

El anarquismo es una doctrina política que se opone a cualquier clase de jerarquía, tanto si se ha consolidado por la tradición o el consenso como si se ha impuesto de forma coactiva. Los anarquistas creen que el mayor logro de la humanidad es la libertad del individuo para poder expresarse y actuar sin que se lo impida ninguna forma de poder, sea terrenal o sobrenatural, por lo que es básico abatir todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o secta organizada, en cuanto que éstas representan el desprecio por la autonomía de los hombres y la esclavitud económica. Combatir al Estado como entidad que reprime la auténtica libertad económica y personal de todos los ciudadanos se convierte en una necesidad inmediata y la desaparición del Estado se considera un objetivo revolucionario a corto plazo. La doctrina anarquista impone para su acción una sola limitación: la prohibición de causar perjuicio a otros seres humanos, y de esta limitación nace otro presupuesto ideológico básico: si cualquier humano intenta hacer daño a otros, todos los individuos bienintencionados tienen derecho a organizarse contra él.

Pierre Joseph Proudhon, escritor francés del siglo XIX, ha sido considerado desde una perspectiva histórica el padre del sistema denominado anarquismo filosófico. Según Proudhon y sus partidarios, el anarquismo excluiría la autoridad como criterio rector de la sociedad, estableciendo el individualismo en su grado máximo. Los anarquistas filosóficos, sin embargo, repudian los métodos violentos y esperaban que la sociedad evolucionara hacia una organización anárquica. Los anarquistas que rechazan las teorías de Proudhon mantienen que el desarrollo humano progresa mediante la cooperación social, y que ésta no puede ser nunca voluntaria por entero.

Otra escuela del anarquismo, basada en la acción organizada e incluso en actos de terrorismo para conseguir sus propósitos, se escindió del movimiento socialista y apareció hacia finales del siglo XIX.

La tendencia anarquista que propugnaba la acción directa fue la más conocida. Por otro lado, las ideas colectivistas de Bakunin fraguaron el desarrollo del anarcosindicalismo, en especial en Italia. Las actividades de dirigentes como Enrico Malatesta o Giusseppe Fanelli, permitieron la formación de sindicatos, en especial en las ciudades más industrializadas, y la difusión de sus ideas en América o en España.

En el primero de los casos, la llegada de inmigrantes de origen italiano estimuló la formación de organizaciones anarcosindicalistas reprimidas con gran dureza en Estados Unidos, donde fueron ejecutados anarquistas de origen italiano (como Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti) de forma arbitraria, ante las protestas internacionales.

En Latinoamérica emigrantes anarquistas de origen italiano y español contribuyeron a la formación de centrales sindicales como la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) fundada en 1901. En México la labor de Ricardo Flores Majón y de sus hermanos Jesús y Enrique contribuyó a la expansión de las ideas anarcosindicalistas que coincidieron en algunos puntos con el movimiento revolucionario campesino de Emiliano Zapata.

El anarquismo en el siglo XX

Es probable que el anarquismo no hubiera pasado de ser una simple especulación teórica de no haber existido una serie de activistas que lo impulsaran creando organizaciones vinculadas al movimiento obrero con la pretensión de destruir la sociedad capitalista y el Estado, y cuya fuerza se manifestó desde la segunda mitad del siglo XIX.

Durante el periodo de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o I Internacional las posturas anarquistas estuvieron representadas por los seguidores del revolucionario ruso Mijaíl Bakunin. Sin embargo, sus posturas chocaron con las expuestas por los socialistas seguidores de Karl Marx y, tras sucesivas derrotas en varios congresos, en el V Congreso de la AIT celebrado en La Haya en 1872 los anarquistas fueron expulsados de la Internacional. Desde entonces el socialismo y el anarquismo han divergido de un modo frontal, aunque ambas ideologías partan de su radical negación del capitalismo. Los anarquistas filosóficos continúan en desacuerdo con los socialistas por la importancia que le conceden a la libertad del individuo por encima de cualquier limitación, sobre todo, por parte del Estado.

Esta situación y la muerte de Bakunin en 1876 provocaron una dispersión de los grupos anarquistas y una radicalización de sus posturas, que pasaron a defender la "propaganda por la acción", también llamada "propaganda por el hecho". Ello provocó una oleada de atentados terroristas de carácter individual que pretendían movilizar una sociedad aletargada. Magnicidios como los de Humberto I, rey de Italia, William McKinley, presidente de Estados Unidos, Jorge I, rey de Grecia y del presidente de Francia Marie François Sadi Carnot, así como otros atentados indiscriminados como en el teatro del Liceo de Barcelona (1893) o en la calle Cambios Nuevos de la misma ciudad, cuando una bomba lanzada en plena procesión del Corpus ocasionó seis muertos en 1896 -todos cometidos por anarquistas- fueron expresión de esta orientación estratégica y generaron entre la opinión pública la identificación entre anarquismo y terrorismo.

España fue uno de los países donde esos magnicidios fueron más relevantes. Tres presidentes de Gobierno fueron asesinados: Antonio Cánovas del Castillo en 1897 por el italiano Michele Angiolillo; José Canalejas, en 1912, por Manuel Pardiñas y Eduardo Dato que en 1921 fue asesinado por tres anarcosindicalistas. El propio rey Alfonso XIII sufrió varios atentados; el más importante se produjo el día de su boda con Victoria Eugenia de Battenberg, en mayo de 1906, cuando una bomba lanzada por Mateo Morral, en plena calle Mayor de Madrid no alcanzó su objetivo, pero provocó varios muertos entre el público asistente (un monolito recuerda en la actualidad dicho atentado). En 1923 Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso dieron muerte al cardenal Soldevila, arzobispo de Zaragoza, y al parecer un año después trataron de matar en París a Alfonso XIII.

Desde una perspectiva histórica España fue el otro punto donde el anarquismo -en sus distintas vertientes- arraigó con más fuerza e intensidad. La llegada en 1868 del italiano Fanelli permitió la creación en Madrid de un núcleo provincial de la AIT. En 1870 quedó constituida inicialmente la Federación Regional Española (FRE) de la AIT, y la prensa obrera empezó a difundirse a través de La Federación de Barcelona o La Solidaridad de Madrid, aunque aún eran organizaciones clandestinas. El triunfo de los anarcosindicalistas frente a los partidarios de "la propaganda por la acción" se manifestó en la creación, en 1881, de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) que acabó disolviéndose tras la dura represión que sufrió después de las actividades de grupos como Los Desheredados o la llamada Mano Negra, descalificados incluso por la propia FTRE.

A comienzos de siglo en Cataluña se crea Solidaridad Obrera, de carácter anarcosindicalista, que sería el núcleo de la creación, en 1910, de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fundada por 114 sociedades obreras de toda España. Su actividad vino marcada por los intentos de los anarquistas partidarios de la lucha armada por controlar sus actividades (en 1927 crearon la Federación Anarquista Ibérica), como respuesta a los atentados que sufrieron por parte de pistoleros de la patronal catalana en la década de 1920, dirigidos por el general Martínez Anido y la fuerte represión durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930), lo que no impidió el fuerte crecimiento del sindicato, en especial en Aragón y Cataluña.

En 1927 y en una reunión secreta celebrada en Valencia se constituyó la Federación Anarquista Ibérica (FAI) como vanguardia revolucionaria del movimiento anarquista. Pero nunca fue una organización centralizada en el seno de la CNT sino una serie de grupos que actuaban sin cohesión.

Un destacado anarquista español, Juan García Oliver, declaró al comienzo de la década de 1930 que pretendía "eliminar a la bestia que hay en el hombre".

Por aquella época, y según la opinión del historiador Hugh Thomas, casi millón y medio de trabajadores españoles eran anarquistas pero los afiliados a las organizaciones no pasaban de 200.000. Durante la Guerra Civil española (1936-1939) los anarquistas participaron en los gobiernos central y catalán (en este último caso junto a Lluís Companys y Francesc Macià. Sus experiencias colectivistas agrarias, sobre todo en Aragón, sucumbieron ante la oposición de otras fuerzas políticas de la II República, como el Partido Comunista, partidario de un gobierno fuerte y centralizado que permitiera ganar la guerra.

Evolución teórica

Entre los autores que pretendieron crear una concepción científica del mundo y de la evolución social desde una perspectiva anarquista destacan Piotr Alexéievich, príncipe Kropotkin, que se autodefinía como un comunista anarquista, y la estadounidense Emma Goldman.

A partir de la década de 1940 los anarquistas sufrieron una dura persecucion por parte de los grupos políticos de izquierda internacionalista radical vinculados a los partidarios de Stalin y sus aliados. No obstante, y más en un plano de lucha y militancia activa que en el ámbito teórico, los anarquistas lograron adeptos y una admiración general por su coraje y sentido de fraternidad en todos los combates abiertos y librados en los frentes de Europa y del resto del mundo frente a toda manifestación de autoritarismo y tiranía. Un autor como Manuel Leguineche, estudioso de los avatares de la Resistencia francesa, ha estimado en El precio del paraíso, después de recabar multitud de informaciones y testimonios directos, que tras la derrota de la II República española, los defensores de la Francia Libre capitaneada por el general De Gaulle eran anarquistas españoles, hasta conformar casi el 60% de la organización que luchó contra los invasores nazis. Un carro de combate tripulado por anarquistas españoles (el 'Guadalajara') fue el primero en entrar en 1945 en el París liberado de la Ocupación alemana, como Ernest Hemingway atestiguó en sus crónicas.

Es sin embargo en el plano doctrinal donde se registra un renacimiento del anarquismo, acaso algo abstracto o en exceso teórico en contraste con su trayectoria histórica, muy nutrida de acontecimientos épicos, a finales de la década de 1960, con motivo de los levantamientos estudiantiles y obreros que se produjeron en París, Berlín, México D. F. y Berkeley (California). Una síntesis de 'socialismo real', como se denominaba a la política mantenida entonces por la Unión Soviética, y de sincretismo utópico que integraba las posturas ideológicas más radicales, originaba el llamado 'sesentayochismo' (1968), de marcado cuño libertario anarquista. De este modo, líderes estudiantiles como los hermanos Cohn-Bendit, jóvenes sindicalistas procedentes del marxismo-leninismo como Rudi Dutschke, filósofos de la Escuela de Frankfurt que lograron huir del nazismo (Herbert Marcuse, Theodor W. Adorno, Max Horkheimer, entre otros), existencialistas como Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Simone de Beauvoir y heterodoxos en la órbita del comunismo como Louis Althusser, Nicos Poulantzas y los trotskistas Alain Krivine y Ernest Mandel, además de intelectuales críticos como Noam Chomsky, Angela Carter, Norman O. Brown o Kurt Vonnegut configuraron un espacio ideológico amplio que revitalizó el ansia irrenunciable de los defensores de la anarquía, entendida ésta como sinónimo del 'orden más perfecto posible' para la humanidad.

LA AIT(INTERNACIONAL SOCIALISTA).

La AIT, también conocida como la Internacional, es el nombre común de varias asociaciones creadas para unir a las organizaciones socialistas y comunistas de todo el mundo.

La Primera Internacional

En 1864 representantes de los obreros fabriles ingleses y franceses fundaron, en Londres, la Asociación Internacional de Trabajadores, que aspiraba a acabar con el sistema capitalista. Karl Marx, que vivía en Londres por esos años, fue elegido miembro del Consejo General provisional de la Internacional y se convirtió en la figura predominante en el seno de la Internacional, redactó sus estatutos y un discurso inaugural muy cuidado concebido para salvaguardar la unidad de los objetivos. Sin embargo, desde el principio, los anarquistas de Pierre Joseph Proudhon y Mijaíl Bakunin se opusieron al modelo de Marx de un Estado centralizado dominado por los trabajadores. Bakunin precipitó una crisis en la organización al denunciar la actitud despótica de Marx y hacer un llamamiento para crear una Internacional "antiautoritaria". En el Congreso de la Haya de 1872, Marx salió victorioso y Bakunin fue expulsado de la Internacional. Tras la ruptura entre marxistas y anarquistas, sin embargo, se tomó la decisión de trasladar el Consejo General a los Estados Unidos, donde tuvo una existencia gris hasta que fue formalmente disuelto en 1876. A pesar de que la Primera Internacional provocó inquietud en los círculos políticos de la derecha europea, nunca contó con más de 25.000 miembros.

La Segunda Internacional

En 1889, centenario del comienzo de la Revolución Francesa, se celebraron dos congresos socialistas en París. Uno, inspirado en el Manifiesto Comunista de Marx, creó la que más tarde se conocería como la Segunda Internacional. La nueva organización, una vaga federación de partidos de masas, creó en 1900 un centro de coordinación, la Oficina Internacional Socialista (Bruselas). Hasta la I Guerra Mundial, la Segunda Internacional se reunió nueve veces en intervalos irregulares. En el Congreso de Londres de 1896, fueron expulsados los anarquistas, dejando a los marxistas, "sobre todo a los alemanes", en una posición de liderazgo incontestable. Éstos, a pesar de que seguían proclamando las teorías revolucionarias de Marx, buscaban la reforma dentro del marco legal alemán. Numerosos marxistas franceses adoptaron el mismo acercamiento. En 1899 el socialista francés Alexandre Millerand aceptó la cartera de Comercio en el gabinete no socialista de René Waldeck-Rousseau. Ese mismo año, el líder socialista alemán Eduard Bernstein publicó su Socialismo Evolutivo, una revisión de la doctrina marxista donde rechazaba la inevitabilidad de la revolución y proponía la colaboración con los partidos no marxistas para alcanzar las metas socialistas. Karl Kautsky, líder de los marxistas ortodoxos alemanes, se opuso a los planteamientos de Bernstein. Un conflicto paralelo minó los esfuerzos de la Internacional para evitar una guerra en Europa. Comprometidos ideológicamente con la paz y el internacionalismo, los socialistas europeos no podían aceptar la derrota militar de sus propias naciones, dentro de las cuales constituían subculturas reconocidas. Cuando la I Guerra Mundial estalló en 1914, las lealtades nacionales demostraron ser más fuertes que los compromisos de clase y la mayoría de los socialistas respaldó los esfuerzos de guerra de sus respectivos gobiernos. Esto supuso el fin de la Segunda Internacional, a pesar de que hasta 1920 los esfuerzos para revivir la organización no se abandonaron.

La Tercera Internacional

En marzo de 1919, tras la Revolución Rusa, Lenin, el líder bolchevique del nuevo gobierno soviético, organizó otra Internacional, popularmente conocida como la Internacional Comunista, o Komintern, para impulsar la revolución mundial según el modelo comunista ruso. El Congreso Fundacional eligió como presidente a Grígori Zinóviev, uno de los lugartenientes de Lenin, y designó una comisión ejecutiva para asegurar la continuidad entre congresos. El Segundo Congreso, de 1920, adoptó 21 condiciones para el ingreso que reflejaban la insistencia de Lenin en la obediencia total y su desprecio por el socialismo reformista de la Segunda Internacional. Cuando Lenin murió en 1924, la corriente revolucionaria había retrocedido en Europa y los sueños de una revolución socialista mundial dejaron paso a las ideas más nacionalistas de su sucesor, Iósiv Stalin. Para Stalin, el Komintern era poco más que un medio de proteger su poder absoluto en el interior y de aumentar cada vez más la influencia soviética en el exterior. Los radicales y aparentemente inexplicables cambios en la política del Komintern, especialmente en lo relacionado con la cooperación con los no comunistas, eran dictados por las intrigas intestinas y las estrategias de política exterior de Stalin. Como concesión a sus aliados estadounidenses y británicos durante la II Guerra Mundial, Stalin no dudó en disolver el Komintern en mayo de 1943.

La Cuarta Internacional

La Cuarta Internacional, de menor importancia en comparación, fue fundada en 1938 por Trotski y sus seguidores en la oposición a Stalin. Tras el asesinato de Trotski, en 1940, estuvo controlada por los comunistas belgas, cuyos profundos desacuerdos la llevaron a disgregarse en 1953.

La Oficina de Información Comunista (Kominform)

En octubre de 1947 la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) organizó en Polonia una reunión de los partidos comunistas de nueve países: la URSS, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania, Yugoslavia, Francia e Italia. En esa cita se creó la Kominform, aparentemente como una agencia de información sobre asuntos comunes, pero en la realidad como un instrumento de la política de Stalin, especialmente en Yugoslavia, donde el líder comunista Tito estaba adoptando líneas de actuación independientes. A pesar de que la sede de la Kominform se instaló inicialmente en Belgrado, la determinación de Tito de mantener la independencia de Yugoslavia provocó la expulsión de su partido en junio de 1948. El 17 de abril de 1956, se divolvió la Kominform como parte de los esfuerzos de Nikita Kruschev para hacer posible una reconciliación soviético-yugoslava.

El fracaso de las Internacionales se debe en gran medida a las inherentes contradicciones entre la teoría de la solidaridad universal de la clase trabajadora y la realidad de la rivalidad nacional dentro del movimiento socialista. Después de la II Guerra Mundial, socialistas y comunistas intentaron identificarse, en la teoría y en la práctica, con las tradiciones y aspiraciones nacionales propias.

La Comuna de Paris

Fin de la Guerra

En 1871 Francia fue a la guerra con Prusia y fue derrotada. La cabeza del gobierno nacional era Adolphe Thiers, él tuvo que negociar los detalles de la paz con Prusia. Después de hacer esto tuvo que afrontar el problema de volver a controlar Paris, de convencer a la ciudad de que la guerra con Prusia había terminado y del desarme de la Guardia Nacional. A Thiers sólo se le permitían 12.000 soldados después de la tregua, y con ellos tuvo que hacer frente a varios cientos de miles de guardias nacionales.

No tenía tiempo. La mayoría rural de la Asamblea se trasladó desde Burdeos, donde mantuvo un primer encuentro para sacar del país a las tropas prusianas, a Versalles, al lado de Paris.

Los prusianos todavía ocupaban el norte de Francia, como seguro para el pago de las imdemnizaciones de guerra que Francia había aceptado pagar como condición para la paz. Para hacer frente al primer pago de las imdemnizaciones y asegurar la evacuación de las tropas prusianas del norte de Francia, el gobierno francés necesitaba elevar los impuestos. El principal problema de Thiers era la restauración de la confianza. El orden tenía que ser reestablecido, los comercios reabiertos, y la vida tenía que volver a la normalidad. Y por encima de todo, como Paris era el corazón de la nación tenía que ser puesta bajo el control del gobierno nacional.

Paris sin embargo permaneció desafiante. No aceptarían una victoria prusiana. Esto quería decir que no le había gustado nada que el gobierno hubiera capitulado ante los prusianos. La resistencia patriótica a la derrota de Francia inevitablemente tendría consecuencias en el nuevo gobierno de Versalles. La Guardia Nacional de Paris permaneció alerta, listos para resistir cualquier intento de los prusianos para entrar en Paris. Los cañones abandonados en el fallido asedio a Paris se llevaron a varias partes de Paris. Fueron aquellos cañones traidos a los distritos de la clase obrera los que se convirtieron en el asunto crítico. Como dijo Thiers tiempo después:

"los hombres de negocios iban por ahí repitiendo constantemente que las operaciones financieras sólo comenzarían otra vez cuando los miserables fueran aniquilados y los cañones retomados"

Y fue el intento del gobierno por capturar las armas de la Guardia Nacional, el Sábado muy temprano, lo que detonó la revolución. El plan era ocupar los puntos estratégicos de la ciudad, capturar las armas y arrestar a los revolucionarios conocidos. El mismo Thiers y algunos ministros fueron a Paris para supervisar la operación. Al principio, Paris estaba dormida y todo iba bien. Pero pronto las masas despertaron y comenzaron a enfrentarse a los soldados. La Guardia Nacional comenzó a ceder, pero no porque apoyara a las tropas del gobierno sino por que no sabían qué hacer. Las tropas regulares que todavía estaban esperando a que llegaran los transportes para cargar las armas, se vieron pronto superadas en número. Los sucesos dieron un giro serio en Montmartre cuando las tropas se negaron a disparar a la muchedumbre y en vez de eso arrestaron a su propio comandante, quien fue más tarde fusilado. Pronto en toda la ciudad los oficiales se dieron cuenta de que ya no podían confiar en sus hombres. Por la tarde Thiers decidió abandonar la capital. Saltando a una diligencia que le estaba esperando dictó la orden de la evacuación del ejército a Versalles e instó a todos los ministros a seguirle. La retirada del ejército a Versalles fue caótica. Las tropas se insubordinaban y sólo los gendarmes podían mantener algo de orden. Tan apresurada fue la retirada que varios regimientos fueron olvidados en Paris (unos 20.000). Los oficiales fueron cogidos prisioneros, mientras que unos 1500 hombres dejados atrás sin órdenes se sentaron a esperar el periodo de la comuna. El gobierno había abandonado la ciudad.

A las 11.00 de la noche el Comité Central de la Guardia Nacional reunido en asamblea decidió tomar el abandonado edificio Hotel de Ville (ayuntamiento), mientras que otros comandantes y hombres de la Guardia Nacional ocupaban los restantes edificios públicos de la capital.

Fueron los Blanquistas quienes tomaron la iniciativa cuando Brunell llevó al dubitativo Bellevois (cabeza del Comité de de la Guardia Nacional) al abandonado Hotel de Ville. Cuando el comité central llegó al fin al Hotel de Ville reinaba la más absoluta confusión, la guardia nacional y los soldados erraban por la ciudad y nadie tenía autoridad para mandarles. Esta revolución fue una insurrección espontánea en toda la capital, sin que hubiera una dirección central ni, aún, ningún comité de la Guardia Nacional.

Los comités de Duval, Eudes, Brunel y todos los de Montmartre estaban a favor de marchar sobre Versalles, sin embargo los blanquistas no fueron escuchados. Los insurgentes encontraron Paris listo para la toma de Versalles, pero la principal preocupación del Comité Central de la Guardia Nacional era la de "legalizar" su situación invistiéndose con el poder que tan inesperadamente había caido en sus manos. En lugar de seguir el camino por el que el ejército había escapado a Versalles, como los blanquistas urgían al comité, entraron en negociaciones con el único cuerpo constitucional que quedaba en la ciudad, la alcaldía, para solicitar la convocatoria de elecciones. Como un comunero preguntó el día de las votaciones:

"¿Qué significa la legalidad en tiempos de revolución?" Este intento por volver a la legalidad trajo moderación a los revolucionarios. Muchos miembros del Comité Central sentían que los acontecimientos les habían sobrepasado. Como uno de ellos dijo "aquella noche no sabíamos qué hacer; no queríamos la posesión del Hotel de ville, queríamos construir barricadas. Estábamos desconcertados por nuestra autoridad". Se le dejó a la figura literaria bohemia de Edourard Moreau, el persuadir al comité central, entre los gritos de `Viva la comuna', de que siguiera ocupando el Hotel de Ville al menos durante unos días hasta que las elecciones municipales tuvieran lugar.

8 días después Paris tuvo unas elecciones con 227.000 votos emitidos. Esto sólo era la mitad del total del censo pero este censo se remontaba a antes de la guerra, desde entonces había habido una gran reducción de población. Este éxodo benefició a las áreas de "clase obrera", ya que eran las que menos se habían reducido. También se adoptó un sistema proporcional de representación que dio más representación a los densamente poblados barrios obreros que el sistema anterior. Los resultados marcaron un enorme giro a la izquierda, sólo se eligieron entre 15 y 20 republicanos moderados, que pronto dimitieron.

Los distritos de las clases populares eran los que más apoyaban a la comuna. La lista de Comités de Vigilancia que había atraido pocos votos en las elecciones nacionales de hacía un mes se encontró con la mayoría. Esto no ocurrió por una repentina conversión a `la posición socialista revolucionaria' sino debido a que la mayoría republicana de París quería ahora votar por la comuna como voto defensivo contra Thiers y la monárquica Asamblea Nacional de Versalles. En los distritos de clase obrera la victoria tenía un significado más preciso, se esperaba que ahora se hiciera un trabajo más serio para favorecer a los excluidos por los gobiernos anteriores.

La comuna se instaló formalmente en el Hotel de Ville dos días después del glorioso levantamiento de primavera, el 28 de Marzo. Los batallones de la Guardia Nacional se reunieron en asamblea, se leyeron los nombres de los elegidos en las elecciones, y vestidos de rojo, subieron los escalones del Hotel de Ville bajo un cielo cubierto por un busto de la República. En lo alto ondeaba la Bandera Roja, como lo había hecho desde el 18 de marzo, y los cañones saludaron la proclamación de la Comuna de París.

La composición de la Comuna

La comuna se compuso finalmente por 81 miembros, la media de edad era de 38 años, 5 miembros eran mayores de 60. Raoul Rigault, el jefe de la policía de la Comuna tenía 25, era el más joven de los 15 venteañeros, 8 más acababan de cumplir los 30.

Los miembros de la Comuna carecían de experiencia política. Sus debates eran a menudo errantes, se proponían y aceptaban asuntos que se dejaban caer antes que expuestos con decisión. Muchas veces se desataban agrias discusiones personales que llevaban a una disputa mayor. La Comuna como todo carecía de dirección política. Esto era especialmente serio porque había que ganar una guerra civil para sobrevivir. Fue en cuestiones tales como la educación o la reforma de las condiciones laborales, debido a la experiencia sindical de varios de sus miembros, donde la Comuna mostró sus efectos positivos.

Blanqui, como revolucionario experimentado podía haber provisto a la Comuna de más cohesión política pero fue detenido por la policía y pasó la segunda revolución de su vida en prisión.

Charles Deleschulz fue la figura más notable del pasado en sentarse en el comuna. Él había sido un jacobino radical en la revolución de 1848 hasta que fue forzado a exiliarse y fue apresado cuando intentó volver secretamente. Sin embargo los años de cárcel en la Isla del Diablo habían arruinado su salud. Sólo podía hablar con una voz graznante y permanecer por encima de las peleas personales y disputas en la comuna hasta que se vio llamado a desempeñar un digno pero trágico papel al final, caminando deliberadamente hacia la muerte en una barricada donde hoy está la Plaza de la República.

18 miembros de la comuna provenían de los barrios de clase media. En total unos 30 miembros de la comuna se podrían clasificar como de provincias, la mitad de ellos eran periodistas de la prensa republicana. El resto incluía a 3 médicos, sólo 3 abogados, 3 maestros, un veterinario, un arquitecto y 11 relacionados con el comercio.

Unos 35 miembros eran trabajadores manuales o estaban implicados en la política revolucionaria. Eran artesanos de pequeños talleres que instauraron las asociaciones obreras de la capital. Típicos de este grupo eran los trabajadores del cobre, carpinteros, decoradores y libreros. Puede resultar chocante la falta de representantes de las grandes industrias que habían proliferado a las afueras de París. En realidad los obreros de las grandes fábricas de los suburbios no habían formado aún organizaciones ni medios de combate. Parecía que el liderazgo local se había desarrollado muy inseguro de sí mismo y de sus posiblilidades, demasiado inadecuado como para jugar un papel a una escala mayor. Esto dejó vía libre para los representantes de los distritos pequeño-burgueses.

Unos 40 miembros habían estado implicados en el movimiento obrero francés y la mayoría de ellos se habían unido a la Internacional. Su experiencia en las asociaciones obreras les había vuelto recelosos hacia el poder político y habían vuelto su pensamiento hacia las tendencias anarquistas (llevaban más de la tradición de Proudhon que de la de Bakunin). Unos 12 miembros de la comuna eran blanquistas. Su principal esperanza para salvar la revolución era liberando a Blanqui, o intercambiandolo por algún rehén... de los que el Arzobispo de París era el más notable.

La Comuna se instauró el 28 de marzo y el 2 de abril las tropas de Thiers comenzaron su ataque. Al principio la Comuna se reunía en secreto en un `Consejo de Guerra' sin embargo el secretismo no era lo que se esperaba de una asamblea general. El Comité Central de 20 distritos, la International y algunos de los clubes populares presionaron a la comuna para que hicieran públicas sus sesiones. Cediendo a estas presiones la comuna aceptó publicar sus debates en el Diario Oficial. Sin embargo se hizo difícil encontrar suficiente espacio para tanta gente (los espectadores) y el problema nunca se resolvió del todo.

Las teorías que se formularon en 1871 estaban basadas en las ideas de 1793, en la soberanía popular: aquellos que fesen elegidos para representar al pueblo iban a actuar como delegados, no como miembros del parlamento. En particular los clubes populares reclamaron que la soberanía tenía que recaer en ellos tanto como en el. Aquellos que habían sido elegidos por el pueblo estaban sujeto a la revocación de su cargo por parte del pueblo y era una obligación de los elegidos permanecer en constante contacto con las fuentes de soberanía popular. En algunos clubes se hacían charlas sobre cómo meter más presión a la comuna, y a partir de ahí se hicieron intentos para unir las fuerzas de los clubes para hacerlo mejor. Algunos miembros de la Comuna permanecieron en estrecho contacto con las fuerzas que les llevaron al poder (el pueblo) frecuentando los clubes.

La política de la comuna.

La auténtica legislación social aprobada por la comuna parecía más reformista que revolucionaria, tomando las demandas que habían sido formuladas en los precedentes 20 años. Se cancelaron los alquileres de propiedad durante el periodo de asedio pero la propia propiedad privada nunca fue cuestionada. Después de muchos debates se dio un plazo de 3 años para pagar las facturas impagadas. Estas medidas impactaron a la opinión burguesa de fuera de París. La Comuna instauró una bolsa de desempleo en cada ayuntamiento (cada distrito de Paris tiene un ayuntamiento, que se juntan en el Hotel de Ville) y abolió el trabajo nocturno de los panaderos con la oposición de los patronos. La cuestión social más urgente a la que se enfrentó la comuna fue la del desempleo y adoptó el paso radical de permitir la libre asociación de trabajadores y las cooperativas obreras para tomar las fábricas para hacerlas funcionar otra vez. Sin embargo las sugerencias más extremas de que los trabajadores tomaran "todas las grandes fábricas de los monopolistas" fueron rechazadas. Para el 14 de mayo se habían formado 43 cooperativas productoras entre las industrias artesanales de la ciudad.

En el campo de la educación el principal esfuerzo se puso en dar educación elemental para todos. El movimiento de reformas estaba totalmente en contra de las escuelas de la iglesia las cuales representaban más de la mitad de las escuelas de París. La Guardia Nacional se empleó para desahuciar a los curas y a las monjas y reemplazarlos por republicanos. Se dio una atención especial a la educación a la mujer, que habían sido olvidadas hasta entonces. Se formó una comisión especial, todas mujeres, para supervisar el establecimiento de escuelas para chicas. Se propusieron guarderías de día situadas cerca de las fábricas para ayudar a la mujer trabajadora. Ninguno de estos esquemas - de organización industrial cooperativa o la reforma educativa - pudieron dar muchos frutos. Hubo demasiado poco tiempo y habían que ganar la guerra.

Más importante que cualquier medida articular era la propia existencia de la Comuna como un gobierno que incluía un proprción importante de trabajadores y que se esforzaba seriamente para mejorar la vida de la mayoría de la población.

Thiers y sus ministros de Versalles no tenían ninguna duda de que la Comuna de París era una declaración de cambio social que debía ser aplastado por la guerra civil. Este punto de vista era compartido fuera de Francia, la existencia de la Comuna encolerizó a la burguesía europea. El 29 de marzo el London Times describió la revolución como "predominio del proletariado sobre las clases pudientes, del artesano sobre el oficial, del Trabajo sobre el Capital". El emperador ruso presionó al gobierno alemán para que no estorbase la represión de la comuna porque el gobierno de Versalles era "una salvaguarda para Francia y Europa" y Bismarck amenazó con emplear al ejército prusiano si Thiers no se daba prisa. La naturaleza socialista de la Comuna se puede ver tanto desde la deracha como desde la izquierda.

Festival de los oprimidos

De entre todas las cosas el aspecto más sorprendente de la Comuna era la naturaleza festiva de París; era el 'festival de los oprimidos'. La atmósfera de la capital no era la de una ciudad en guerra; la ciudad tenía `todos los signos de estar simplemente de vacaciones'.

Pero pronto el buen ambiente se volvió austero. Los funerales de los guardias nacionales muertos en combate se convirtieron en grandes procesiones por toda la ciudad, solían estar encabezados por miembros de la comuna y cualquiera que se atreviera a levantar la cabeza era forzado a bajarla por los susurros de la muchedumbre. Otro momento dramático fue cuando los masones se reunieron en la Comuna y marcharon con sus estadartes, nunca se había visto antes dentro de los muros de la ciudad, luego enviaron una delegación para ver a Thiers (quien rechazó verles y tuvieron que volver a Paris). Fueron enormes ceremonias de masas la quema de una guillotina y la demolición de la Columna de Verdún (un símbolo del imperio) . "La excitación era tan intensa" observó un escritor inglés "que la gente caminaba como en sueños". Incluso en el mismo día en el que las fuerzas de Versalles entraron en París, domingo 21 de mayo, había una enorme muchedumbre en los jardines de las Tullerías escuchando una serie de conciertos en ayuda de las viudas y huérfanos de la guerra.

La comuna significaba la reconquista de la ciudad por la mayor parte del pueblo que había sido dejada de lado en los esquemas de reurbanización de Haussman. Durante un tiempo la mayoría de la población se implicó activamente en los asuntos públicos ya fuera a nivel de distrito o a nivel de ciudad.

El fin de la Comuna

La Comuna se fortificó pesadamente y tenían dispuestas fuerzas suficientes como para subsistir durante otros dos meses, y sin embargo las fuerzas del gobierno erntraron en París. A partir de ese día siguió una semana de amargas y sangrientas luchas callejeras, aún más amargas si cabe porque ya los parisinos no podían pensar en la victoria.

Se habían hecho pocos preparativos para la eventualidad de que las tropas del ejército entraran en París y la muy comentada segunda línea de defensa no existía. Los encargados de levantar las barricadas habían sido tan metódicos, y lentos, que existían muy pocas en la ciudad. Durante la noche y el Lunes por la mañana las tropas del gobierno entraron en París por 5 puertas diferentes. Ocuparon rápidamrente dos distritos burgueses del sudeste de la ciudad. Desde ahí se hizo un ataque por las dos orillas del Sena simultáneamente. Los bulevares de Haussman mostraron su valor al posibilitar un movimiento rápido de un gran número de hombres para dirigirse a los distritos revolucionarios y sus barricadas. Para la mañana del 22 de mayo el tercio oeste de París estaba en manos del gobierno, después de una ardua lucha se habían rendido 1.500 Guardias Nacionales.

La Comuna se reunió a las 9.00, se encontraban 20 miembros en el Hotel de Ville, se mandó poner carteles instando a los ciudadanos a tomar las armas en la Barricadas.

Se levantaron barricadas muy rapidamente en el centro de París. En la calle de Rivoli 50 masones construyeron en unas pocas horas una barricada de 6 metros y varios de profundidad. Bandadas de niños traían carretadas de tierra y las prostitutas de La Halle ayudaban a llenar los sacos. Se levantaron más de 160 barricadas en el primer día, más de 600 en total. La mayoría eran de 2 metros de alto y estaban construidas con piedras de pavimento sacadas de las calles con parrillas de metal una base de madera en la base, un cañón o una ametralladora y un Bandera Roja ondeando en lo alto.

Las barricadas de la calle Gaubourg estaban hechas de colchones de un almacén cercano, traídas por mujeres. Otras eran simplemente obsrucciones de la calle con carretas cruzadas, ladrillos, bolsas de arena o cualquier cosa. Todo el que pasaba por ahí era obligado a echar una mano. En la Plaza Blanch un batallón de 120 mujeres levantó la legendaria barricada que defenderían vigorosamente el martes hasta ser masacradas después de su caida. Aquellos federales que se habían retirado del frente se iban a sus hogares diciendo que preferían morir en sus propios barrios.

Las duras críticas que Blanqui había heco en 1868 del levantamiento de junio de 1848 eran también aplicables a las barricadas de la Comuna. La táctica de combatir cada uno en su propia área sin organización central hizo fácil la toma de las barricadas una a una.

La mañana del martes las tropas de Versalles atrvesaron la zona neutral de las afueras de París, los prusianos miraron para otro lado, y entraron en París por otra puerta capturando otros dos barrios de París. Las masacres empezaron a sucederse según avanzaba la semana, 42 hombres, 3 mujeres y 4 niños fueron fusilados en una pared, se improvisó una corte marcial en una casa de la calle de Rosiers y durante el resto de la semana centenares de prisioneros fueron fusilados. El martes por la noche los comuneros comenzaron a quemar algunos edificios que amenazaban la seguridad de las barricadas, podían apostarse tiradores en ellas. Toda la calle Rivoli fue pasto de las llamas, el Palacio de Tuluise y el Ministerio de Finanzas también ardieron. Se enviaron equipos de bomberos para extiguirlos pero no tuvieron éxito, y montones de documentos ardieron extendiendo por toda la ciudad una fina lluvia de papel chamuscado. El viento llevó fragmentos hasta Saint German, a 15 km, y la gente se agolpaba para ver el espectáculo de París ardiendo. La barricada no fue tomada hasta la mañana del miércoles, una de los últimos en caer fue una mujer que desafió a las tropas con una Bandera Roja.

Unos 30 defensores fueron cogidos prisioneros y fusilados, y sus cuerpos tirados en frente de la barricada. El miércoles a las 8.00 se decidió abandonar el Hotel de Ville y se le prendió fuego para cubrir la retirada. Paris en llamas era y todavía es la imagen más característica que fue propagada de la Comuna, la lista de edificios destruidos era enorme, comprensiblemente algunos edificios, como la prefectura de policía y el Palacio de Justicia fueron incendiados por la comuna, otros lo fueron por los obuses de Versalles. Se extendieron rumores, infundados o malintencionados, sobre mujeres incendiaban los sótanos, debido a estos rumores muchas mujeres inocentes fueron fusiladas. Sin embargo muchos comuneros sabían que iba a ser su último suspiro y querían llevarse París con ellos. El miércoles un oficial de la Guardia Nacional intentó persuadir a sus hombres para que se le unieran en la voladura de un depósito de municiones (y de paso volarse a sí mismos). "Subiremos juntos, hijos míos" les dijo.

Según se extendían las noticias de la masacre la gente comenzaba a presionar para que se ejecutara a los rehenes, en venganza por las masacres que se estaban sucediendo en París. Ferres aceptó firmar la orden para entregar a 6. El gobernador de la prisión no firmó la orden para entregar al arzobispo que era el que pedía el pueblo y no estaba en la lista. El secretario de Ferres se dio prisa y Ferres añadió a la lista: "y particularmente el arzobispo", y finalmente fue fusilado.

Mientras tanto en las calles de París estaba ocurriendo una matanza más indiscriminada; cada vez que caía una barricada, los defensores eran puestos contra una pared y fusilados; 300 cayeron así en el santuario de la Iglesia Madelaine. El seminario junto al Saint-Suplice había sido reconvertido en hospital, las tropas de Versalles llegaron y se pusieron a disparar a todos los médicos, enfermeras y pacientes dejando 80 cadáveres, lo mismo pasó en el hospital Beaujon. La batalla por el Barrio Latino duró 2 días, el martes y el miércoles. Durante el jueves y el viernes los comuneros se retiraron, perdiendo el control de la ciudad.

El sábado por la mañana amaneció con niebla y lloviendo por segundo día consecutivo. Una de las últimas luchas tuvieron lugar en el cementerio Pere-Lachise donde unos 200 Guardias Nacionales habían fallado en establecer un sistema de defensa adecuado. El ejército abrió la puerta y hubo un duro mano a mano alrededor de las tumbas bajo una pesada lluvia y una luz menguante. Aquellos que no murieron en la lucha fueron alineados en la esquina este del cementerio y fusilados. Las matanzas continuaron durante varios días más. La última barricada, construida en un cuarto de hora, estaba defendida por un sólo hombre. Disparó su último cartucho y murió como todos, fusilado. Para el domingo 28 de Mayo la Comuna había desaparecido.

Si la batalla había terminado, los fusilamientos no. La victoria de Versalles se convirtió rapidamente en un baño de sangre, cualquiera que había estado conectado con la Comuna de alguna forma, o que estaba en el lugar equivocado en el momento más inoportuno fue fusilado. Todos los parisinos estaban bajo sospecha, de hecho eran culpables. Esta reacción de los oficiales muestra el movimiento hacia la derecha que había tenido lugar en el ejército francés.

Murieron más personas durante la última semana de mayo que durante todas las batallas de la guerra Franco-Prusiana, y que ninguna masacre anterior de la historia francesa. El Terror de la Revolución Francesa había provocado unos 19.000 muertos en año y medio. No hay cifras exactas pero en la región unos 30.000 parisinos murieron en esos días, comparados con las pérdidas de Versalles de 900 muertos y 6.500 heridos...

Hubo alrededor de 50.000 arrestados, entre ellos Louise Michel. En su juicio pidió ser fusilada diciendo: "Parece que cada corazón que late por la libertad sólo tiene derecho al plomo, pido mi parte". En vez de eso fue deportada a Nueva Caledonia, colonia francesa cerca de las costas de Australia junto con otros 4.500. Muchos murieron en prisión o en los traslados. Los que escaparon fueron al exilio de Suiza, Bélgica, Gran Bretaña o más lejos. Dos de ellos terminaron casándose con las hijas de Marx en Gran Bretaña. Como Marx escribió a Engels "Longuet es el último Proudhonista, Lafargue es el último Bakuinista. Que el diablo se los lleve".

9 años después se votó una amnistía general. Fue como resultado de una victoria electoral republicana y 'socialista', culminando con la elección de un zapatero, ex-miembro de la Comuna de París como diputado socialista por Belleville. Justo antes 25.000 personas habían respondido a la llamada de los socialistas, y a pesar de los ataques de la policía se había conmemorado por primera vez la Comuna en el "Muro" de Pierre-Lachaise.

El legado de la Comuna

Las consecuencias inmediatas de la derrota de la Comuna fueron desastrosas para el movimiento obrero francés ya que un periodo de severa represión siguió a la masacre. Paris permaneció bajo la ley marcial durante 5 años y la Internacional fue puesta fuera de la ley. Armados con nuevos poderes políticos, los policías estuvieron muy activos acosando y deteniendo a los activistas políticos que eran condenados a duras condenas por nimiedades. La Internacional dejó virtualmente de existir. Los líderes más activos de la clase obrera o estaban muertos, o presos o en el exilio.

Claude-Henry Rouvroy

Conde de Saint Simon

Nacido en París en 1760, Claude-Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon, participó en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos y se vinculó de lleno con la Revolución Francesa. Su opinión está vinculada a la creación de una confederación de Estados europeos con un Gobierno y un Parlamento comunes, germen de la actual Unión Europea. La influencia de los enciclopedista le lleva a aplicar la ciencia a los problemas sociales por lo que será el promotor de la Sociología, denominada así por Comte. Sus ideas políticas no están relacionadas con la democracia ya que considera que las élites serán las rectoras de la nueva sociedad, élites constituidas por científicos y productores. Precisamente serán éstos quienes sustituyan en los Parlamentos a militares y legisladores, teniendo el Estado como función principal el mantenimiento del orden público. En sus últimos años introducirá la religión en su organización social, otorgándole la función de la mejora de la situación de los pobres. Sus trabajos más importantes son "La reorganización de la sociedad europea", "Del sistema industrial", "El nuevo cristianismo" y "Opciones literarias, filosóficas e industriales". En ellos esboza ideas vinculadas a la propiedad social de los medios del trabajos, la función de los banqueros, la reducción de la actividad política de la administración o el progreso como factor clave de la armonía universal, ideas que serán continuadas por sus discípulos. Murió en París en 1825.

Robert Owen

Socialista utópico británico nacido el 14 de mayo de 1771 en Newtown (Gales). Con tan sólo 9 años, comenzó a trabajar como aprendiz de hilador y a los 20 ya era director de una fábrica de tejidos en Manchester. Adquirió participaciones de la fábrica textil de New Lanark (Escocia). En 1799 contrajo matrimonio con la hija del dueño. La fábrica consiguió una gran fama internacional gracias al experimento que allí realizó Owen, consistente en mejorar las condiciones de los trabajadores y conseguir un aumento de productividad y beneficios simultáneamente. Estaba totalmente a favor de que la humanidad avanzaría si se mejoraba el entorno de los individuos tanto en el ámbito moral como económico. Además apuntaba a que las circunstancias externas eran las que moldeaban la personalidad del individuo, de manera que si éstas eran positivas promoverían una actitud bondadosa que repercutiría favorablemente en la productividad. En 1825 compró 8.100 hectareas de tierra en Indiana y fundó la Comunidad de New Harmony. Sin embargo la población que voluntariamente se había sumado al proyecto no tardó en perder el entusiasmo inicial y los problemas que surgieron no pudieron subsanarse con las visitas periódicas de Owen. Tres años después vendió el terreno, perdiendo así una buena parte de su fortuna. Owen también destacó como escritor. Su obra Libro del nuevo orden moral (1826-1844) contiene la formulación más completa de su doctrina. En 1833 Owen tomó parte en la fundación del primer sindicato británico, que fracasó poco después. Gracias a sus ideas apareció el movimiento cooperativo internacional, que comenzó a operar en Rochdale (Inglaterra) en 1844. Falleció el 17 de noviembre de 1858 en Newtown, su ciudad natal.

Charles Fourier

Filósofo y socialista francés nacido en 1772 en Besançon (Francia), recibió su educación en la universidad de esta ciudad. Entorno a 1799, Fourier inició sus estudios de ciencias políticas y economía. Su primera obra amplia fue Théorie des quatre mouvements et des destinées générales (Teoría de los cuatro movimientos y de los destinos generales, 1808). En ella exponía su sistema social y sus planes para una organización cooperativista de la comunidad. El sistema, conocido como fourierismo, se basa en un principio universal de la armonía, desplegada en cuatro áreas: el universo material, la vida orgánica, la vida animal y la sociedad humana. Esta armonía sólo puede prosperar cuando las limitaciones que la conducta social convencional pone a la satisfacción plena del deseo, hayan sido abolidas, permitiendo una vida libre y completa. El estado armonioso ideal se alcanzaría por la división de la sociedad en falanges cooperativas, o comunidades, cada una compuesta por unas 1.600 personas que vivirían en el falansterio, un enorme edificio comunal situado en el centro de una gran área agrícola. Se establecieron normas detalladas para regular la vida de cada individuo de la falange. Fourier continuó trabajando como agente de bolsa en Lyon. Algún tiempo después se trasladó a París, donde trató sin éxito de encontrar un mecenas dispuesto a financiar su sistema. En 1832 había reunido un pequeño grupo de adeptos a sus teorías. Sin embargo, los centros que fundó fracasaron en su mayoría. Falleció el 10 de octubre de 1837.

Louis Blanc

Historiador, economista y político francés. Nacido en Madrid el 29 octubre de 1811 y era hijo de un alto funcionario del rey José Bonaparte, Jean-Joseph-Louis Blanc fue primero profesor y luego poeta y periodista. En 1839 fundó la «Rev. du progres», donde aparecería su famosa y breve obra L'organisation du travail (París 1840). Inició su actividad de historiador en 1841 al publicar la Histoire de dix ans (1830-1840), en la que combate la monarquía de Luis Felipe. En 1847 publicó el primer volumen de su Histoire de la Révolution, que alcanzaría hasta 12 tomos, el último aparecido en 1862. Formó parte del Gobierno provisional que siguió a la Revolución de febrero de 1848, fundando los Talleres Nacionales, que fracasaron por razones técnicas. Tras la revuelta de mayo del mismo año, en la que intervino, huyó a Bruselas para evitar que se le sometiera a juicio, y de allí pasó a Londres. Vuelto a París al caer el II Imperio, fue miembro de la Asamblea Nacional. Combatió por igual a la Commune de París y a las leyes orgánicas de 1875. Militó siempre en la extrema izquierda. Murio en Cannes el 6 de diciembre de 1882.

En su obra se unen el historiador y el político socialista. Para él, la Revolución de 1789 debía llevar necesariamente al socialismo, o sea, que la democracia económica y social era el desenlace lógico de la democracia política, sin caer en los excesos del comunismo. Frente al individualismo exacerbado de la Revolución, opone el lema de «fraternidad» de ésta. Inspirado en las cooperativas de producción, no de consumo, cree que la base del orden social han de ser los Talleres Nacionales, entregados a los obreros. No renuncia al Estado, pero no se inclina por el socialismo de Estado. Algún autor ha llamado a su sistema «socialismo colectivista». Distingue el sector nacionalizado (ferrocarriles, minas, Banco de Francia, etc.) y el sector libre, en que los talleres sociales y las empresas capitalistas lucharían en libre competencia, acabando aquéllos por liquidar a éstas. Su figura es más importante en el campo de la historia general que en el de la historia económica; pero su principal significación está en su posición socialista semiestatal y no comunista. A diferencia de Owen o de Fourier, que piensan que las colonias comunistas o los falansterios se establecerían por iniciativa privada, estima que el taller social requiere la intervención del Estado, aportando capital y regulándolo («El Estado es el banquero de los pobres»); pero no incurre en un socialismo pleno de Estado.

Carl Marx

Nacido en Tréveris el 5 de Mayo de 1818, en el seno de una familia hebrea, su madre era de origen holandés y descendiente de rabinos, mientras que su padre, Hirschel, también de ascendencia judía, ejercía la abogacía en Tréveris, su ciudad natal. Su padre es además consejero de justicia, recibiendo fuertes presiones políticas que le obligaron a abrazar el protestantismo para poder mantener el cargo en la administración de Renania. La conversión, real o simulada, le llevó incluso a cristianizar su nombre, que a partir de ahora pasará a ser el de Heinrich. Es deseo del padre dar a su hijo una completa formación humanística, con especial incidencia en la filosofía. Ello es posible gracias a los altos ingresos obtenidos en virtud de su cargo. El joven Marx estudia en el colegio de su ciudad natal, logrando graduarse a los diecisiete años de manera brillante, salvo un único lunar: la asignatura de religión. En la Universidad de Bonn estudia Derecho, por inclinación paterna, si bien sus verdaderos intereses le llevan a ahondar en materias como la Filosofía, la Historia o la Economía. Pasa gran cantidad de horas en su cuarto leyendo, lo que no le impide conocer a Jenny von Westphalen, su amor de juventud. Hija de una familia noble amiga de la familia, el noviazgo no fue aceptado por ninguno de los padres, lo que convierte la relación en básicamente epistolar. Desde Berlín y Viena, en cuyas universidades el joven Marx estudia, envía y recibe cartas de amor a Jenny, con quien podrá al fin casarse siete años más tarde. Entretanto, Marx ha acabado su tesis en 1841, tres años después del fallecimiento de su padre. Junto con sus estudios escribe artículos de análisis de la realidad social, colaborando en el "Rheinische Zeitung", publicación de la que pronto llegará a ser redactor jefe. Funda también el "Deutsch-französische Jahrbücher", revista franco-alemana de la que será director. La regularidad de sus ingresos le anima, como se dijo, a casarse con Jenny, con la que ha mantenido una relación de siete años. Muertos los padres de ambos, ya nada impide cumplimentar el matrimonio, lo que harán en 1843. La publicación de la nueva revista les lleva a París, manifestando Marx su ambición por desarrollar un producto europeo. Sin embargo, pronto las cosas comienzan a ir mal. La revista no pasa del primer número y las necesidades económicas le obligan a solicitar préstamos. Recurre a sus amigos en Colonia, gracias a cuya aportación podrá el matrimonio mantener a su recién nacida hija Jenny. En París Marx conoce y traba amistad con Friedrich Engels, personaje que será de vital importancia en su vida. Las coincidencias entre ambos no serán sólo ideológicas, sino que el origen burgués de Engels, hijo de un rico industrial de Manchester, permitirá Marx recibir ayuda económica de su amigo en los momentos de mayor apuro. El peso político de los artículos publicados en Francia le hacen ganarse fama de agitador, lo que provoca su expulsión de Francia. Establecido en Bruselas, ingresa en la Liga de los Comunistas. Es entonces cuando se manifiesta su renuncia a las raíces, adoptando para sí la internacionalización que propone la Liga. Así, renuncia a su nacionalidad prusiana y se declara apatrida y revolucionario. Las rebeliones ocurridas en Francia en 1848 asustan al monarca belga, Leopoldo, quien ordena a la policía controlar las calles, reprimir cualquier manifestación y detener a los extranjeros sospechosos. La detención y maltrato de Marx no tarda en producirse, así como la de su mujer. Algo más tarde es expulsado junto con su familia, lo que le obliga a trasladarse a Colonia. En su nueva residencia organiza un periódico diario, el "Neue Rheinische Zeitung". Con treinta años ya es un personaje destacado del mundo revolucionario. En el plano familiar, su prole ha aumentado con el nacimiento de sus hijos Laura y Edgar. Su nueva publicación alcanza un éxito inmediato, en el contexto de una época de fuerte sentimiento social y compromiso revolucionario. En consecuencia, es prohibido por el gobierno renano, lo que, una vez más, provoca la ruina de Marx, quien deberá empeñarse para pagar las deudas. En busca de recursos la familia se traslada por Alemania y Francia, recalando finalmente en Londres. Su vivienda se halla en uno de los barrios más pobres de la ciudad y la familia Marx, que ha aumentado con el nacimiento de Franziska, se mantiene sólo de los escasos ingresos obtenidos por el padre gracias a la publicación de algunos artículos. La situación se agrava con la enfermedad de la madre, lo que obliga ala familia a vivir de la caridad y la solidaridad de los amigos. Es ahora cuando Marx se dedica a la escritura de una de sus obras fundamentales, "El Capital", que elabora en las salas de lectura del Museo británico, un refugio ante los problemas que le acosan. Algo de luz se vislumbra gracias al encargo de varios artículos que le realiza el "New York Tribune", lo que permite a la familia un desahogo que sólo será temporal. De vuelta a la pobreza, la enfermedad castiga a la familia con la muerte de Franziska y la más absoluta de las penurias. Sólo los préstamos permiten al grupo, incrementado con la niña Eleanor, sobrevivir. En 1885 fallece el único hijo varón, Edgar, con nueve años. Hasta 1864 la situación no empieza a mejorar. Tras recibir aportaciones de Engels, convertido en propietario de la fábrica paterna, una herencia permitirá a la familia incrementar sus ingresos y cambiar de residencia. Un amigo, Wilhelm Wolf, nombra a Marx heredero de sus propiedades; agradecido, el filósofo le dedica el primer volumen de "El Capital". Éste no verá la luz hasta 1867, tras dieciocho años de trabajo y carencias. Sin embargo, en principio no causa el efecto transgresor que Marx esperaba, debiendo pasar mucho más tiempo para que la obra obtuviera reconocimiento. Además de preparar su publicación, Marx colaboró en la organización de la Primera Internacional, participando activamente en las discusiones. Tras la Comuna de París de 1871, que significó un duro golpe para la Internacional, Marx se retiró de la lucha política y se dedicó a la escritura de su pensamiento. El 2 de diciembre de 1881 fallece, tras tres años de dolorosa agonía, su esposa Jenny. Poco más de un año más tarde, el 14 de marzo de 1883, fallece en Londres el mismo Marx, uno de los pensadores más influyentes de la Historia y figura clave en el análisis de la historia, la sociedad, la política y la economía. Su pensamiento se prolonga hasta muchas décadas más tarde a partir de su muerte, siendo clave para entender los procesos sociales y políticos que jalonan el siglo XX.

Friedrich Engels

Nacido en Barnem, en 1820, aunque procede de una familia adinerada, debe abandonar sus estudios en el liceo para entrar a trabajar de dependiente. No obstante, su formación casi autodidacta le convirtió en un gran conocedor de la política y las ciencias. El poeta Heinrich Heine y la filosofía de Hegel ejercieron una notable influencia en la educación de Engels. A partir de 1839 comienza a escribir artículos que publica en distintas revistas. El estudio de las propuestas del socialista Moses Hess le invitan a participar del doctrinario comunista. En 1842 conoce a Kart Marx, quien le inicia en el cartismo, que abogaba por el derecho de voto de los trabajadores. En estos años inicia la carrera de Economía política, sin dejar de colaborar en distintas publicaciones. Los conocimientos que adquiere le llevan a la conclusión de que la evolución económica era la base de la historia y que la propiedad privada era la raíz de todos los males. A juicio de Engels, sólo el enfrentamiento entre las clases y la creación de un estado comunista acabarían con estos problemas. La línea ideológica de su pensamiento se resume en "La situación de la clase obrera en Inglaterra", que publica en 1844. En este mismo año se traslada a París, donde se entrevista con Marx. La puesta en común de sus ideas, muy cercanas entre sí, les lleva a colaborar estrechamente. Esta amistad perduraría hasta que en 1883 muere Marx. Si Marx se ocupó de los aspectos políticos, Engels se inclinó por el estudio de la economía política. En colaboración con éste publicó "La Sagrada Familia", "La ideología alemana" y "Manifiesto comunista", obra de gran repercusión en las esferas comunistas.Murió en 5 de agosto de 1895 en Londres.

Mijail Alexandrovich Bakunin

Personalidad interesante y poderosa, típico revolucionario del siglo XIX, nacido en Torjov, cerca de Moscú, el 30 mayo de 1814. Hijo de un propietario acomodado, ingresa en la carrera militar, por la que sentía aversión. Su padre quiso orientarle hacia la burocracia; pero a él le atraía la filosofía y la ciencia. En 1835 escapa inesperadamente de Moscú, sin despedirse de sus familiares y entonces comienza su vida de revolucionario aventurero. Su primera inspiración ideológica está en el filósofo alemán Fichte, de quien toma el afán de libertad, independencia y afirmación del yo; y muy pronto se sentirá atraído por Hegel, inspirador de la mayor parte de los movimientos revolucionarios de la pasada centuria. Al comenzar los años 40 llega a Berlín, donde entra en contacto con la izquierda hegeliana (Feuerbach, Strauss, Bauer, etc.), formándose ya su espíritu revolucionario. De Hegel toma (pasada una veleidad conservadora del ruso) el tema de la negación, de la destrucción de lo positivo. Con ello inicia un radicalismo total, que ya no abandonará jamás.

De 1842 a 1848 viaja por diversos países (Suiza, Bélgica, Francia, Alemania), poniéndose en contacto con todos los conspiradores de la época, entre ellos Marx, Proudhon, George Sand, etc., y con los emigrados polacos. El Gobierno ruso le retiró el permiso para viajar por el extranjero y, ante su desobediencia, le confiscó los bienes. Tomó mayor o menor parte en las revoluciones de 1848 y años inmediatamente siguientes (París, Berlín y Dresde). El fracaso de la de Dresde le costó dos penas de muerte, que le fueron conmutadas. Entregado al Gobierno ruso, éste lo desterró a Siberia, de donde huye en 1860 y, a través del Japón y los Estados Unidos, vuelve a Europa, encontrando en Londres otra vez el ambiente que convenía a su espíritu inquieto, agitado y agitador, tratando de promover revoluciones en Rusia, Italia (en colaboración con Garibaldi) y en Polonia. Tras sus fracasos en Italia - donde estuvo de 1865 a 1867- toma parte en el I Congreso de la Liga de la Paz y de la Libertad, fundada recientemente; y allí, frente al puro pacifismo de Víctor Hugo, Stuart MilI, Garibaldi, etc., expone sus ideas sobre el federalismo y el socialismo, como base de la paz. El II Congreso de la Liga, en Berna, 1868, le separa más de los dirigentes de la misma, que abandona para fundar la Alianza de la Democracia Socialista, unida al principio a la I Internacional. Pero entonces surgirá la gran oposición entre Marx y Bakunin. Este último, al ser expulsado en el Congreso de La Haya (1872), por triunfo de los marxistas, fundó la Federación Jurasiana, que habría de ser cuna del anarquismo de fines de siglo. Pero el gran revolucionario estaba ya viejo y enfermo. Se retira a Suiza, y muere en Berna el 13 junio de 1876.

Pierre Joseph Proudhon

Escritor y teórico político francés nacido el 15 de enero de 1809 en Besançon en una familia humilde hijo de un pequeño cervecero. Trabaja como pastor y como aprendiz de impresor. Gracias a las becas pudo estudiar. En su panfleto Qu'est-ce que la propriété? (¿Qué es la Propiedad?, 1840), denuncia los abusos de la concentración del poder económico y de la propiedad privada. Considera que el individuo es un ser imperfecto por lo que cualquier reforma social requiere la reforma moral del individuo. La familia y la propiedad familiar debe ser la base de la economía. Debe desaparecer el Gobierno, el crédito, la banca y el dinero. Sus teorías le hicieron popular como pensador anarquista y tuvo un escaño en la Asamblea Constituyente que siguió a las Revoluciones de 1848. Fundó un banco crediticio que concedía préstamos sin cobrar intereses. Fue un oponente a las tesis de los socialistas utópicos como Charles Fourier y Claude Rouvroy, conde de Saint-Simon. Soñó con una sociedad de naturaleza ética y sentido moral responsable sin necesidad de un gobierno que la rigiera. Encarcelado de 1849 a 1852 por sus críticas a Napoleón III. Tras su liberación se exilió en Bélgica. Fue indultado (1862), y regresó a Francia y falleció el 19 de enero de 1865. Sistema de las contradicciones económicas, o La Filosofía de la miseria (1846), esta considerada como su obra más destacada. Otras obras importantes son Las Ideas revolucionarias (1849), De la justicia en la revolución y en la Iglesia (1858) y De la capacidad política de las clases obreras (1863). Murió en 1865.

Pablo Iglesias Posse

Pablo Iglesias Posse nació el 18 de octubre de 1850 en El Ferrol (La Coruña). A los nueve años, al morir su padre -un humilde peón municipal-, se trasladó a vivir a Madrid con su madre, Juana Posse, y su hermano menor, Manuel. Hicieron el viaje a pié y tirando de un pequeño carromato en el que llevaban sus pertenencias. Instalada la familia en Madrid, por la escasez de recursos que le ofrecía su trabajo como sirvienta, la madre se vio obligada a ingresar a sus hijos en el Hospicio de San Fernando. Allí Pablo -Paulino, como le llamaban familiarmente- acabó los estudios primarios y aprendió el oficio de tipógrafo. Después de numerosas escapadas del centro para visitar a su madre, a los doce años abandonó definitivamente el Hospicio para empezar a trabajar en una imprenta. Ya con los primeros salarios empezó a cultivar su afición por la lectura que aplicó especialmente al conocimiento del movimiento obrero mundial. Asistía a clases nocturnas y aprendió francés, lo que le serviría para leer las obras de algunos clásicos de la ciencia política y, con el paso del tiempo, traducir a los socialistas franceses y entenderse en los congresos internacionales en los que participaría. Inteligente y laborioso, el joven Paulino pronto alcanzó un buen nivel de instrucción y ejerció su profesión en diferentes imprentas. A los dieciocho años, sin embargo, fue despedido por participar en una huelga. Sufrió de nuevo la miseria y la desgracia. Su hermano Manuel murió de tuberculosis.

Aprovechando las libertades de la Constitución de 1869, la sección española de la Asociación Internacional de Trabajadores, la Internacional, organizó una serie de conferencias en Madrid. Pablo Iglesias asistiría a ellas y en 1870 ingresaba en la sección de tipógrafos de la Federación Madrileña de la Internacional. Formó parte del Consejo Federal de la Región Española de la misma en 1871. En aquellas fechas, Iglesias conoció a Paul Lafargue, el yerno de Karl Marx, que había venido a España huyendo de la represión de los que participaron en la Comuna de París. En estos años, Iglesias sufrió persecuciones, condenas de cárcel y fue despedido de varias imprentas. Por esa época, Iglesias publicó su primer artículo -titulado "La Guerra"- en "La Solidaridad", periódico de la Internacional, uniéndose también al Comité de Redacción de "La Emancipación", semanario en que se difundieron algunos escritos de Marx, como la primera traducción española de "El Manifiesto Comunista", en 1871. Iglesias iniciaba de esta forma una larga labor periodística, que desarrollaría hasta el final de su vida y que empleó para difundir el ideal socialista. Después de la ruptura de los anarquistas con Marx, Iglesias solicitó su ingreso en 1873 en la primera organización socialista de importancia, la Asociación General del Arte de Imprimir, pasando a ser su Presidente desde 1874 a 1885. Desde esta nueva plataforma preparó durante varios años de trabajo clandestino la creación del segundo partido obrero de los que se constituirían en el mundo. El 2 de mayo de 1879 Iglesias, con 28 años, fundaba el Partido Socialista Obrero Español que presidiría hasta su muerte

Pablo Iglesias participó también en la constitución de la Federación Tipográfica Española, en 1882, de la cual fue también Presidente a partir de 1885. Mientras, el PSOE iba experimentando un lento crecimiento -los anarquistas le denominaban el "partido microscópico"- y no consiguió alguna notoriedad hasta 1886. El 12 de marzo de ese año, también de la mano de Iglesias, sale a la calle el primer número de "El Socialista". Salvo un corto periodo de tiempo, entre 1913 y 1915, Iglesias quedaría vinculado al órgano portavoz del PSOE hasta el final de sus días trabajando como su impresor, redactor y director.
En agosto de 1888, nueve años después de fundar el PSOE y tres años después de crear "El Socialista", Pablo Iglesias se convertiría también en el fundador de la Unión General de Trabajadores, siendo su presidente desde 1889 hasta su muerte.

Ese mismo año, 1889, Iglesias asistía en representación del PSOE al Congreso fundacional de la Segunda Internacional, acudiendo posteriormente a cuantos se celebraron hasta 1910. 1890 también es un año importante en la biografía del fundador del PSOE. Es el año en que se celebró por primera vez en España la jornada de lucha del Primero de Mayo. Iglesias encabezó una impresionante manifestación en Madrid y fue el encargado de entregar al Gobierno las reclamaciones de las reformas legislativas, entre ellas la reducción de la jornada laboral a ocho horas y la prohibición de emplear niños en el trabajo. Por otro lado, en su II Congreso, celebrado en 1890, el PSOE se decidía a participar en elecciones y fue así como en 1905 Pablo Iglesias, junto a los también socialistas Largo Caballero y García Ormaechea, salieron elegidos concejales de Madrid. Iglesias ejerció como concejal de Madrid hasta 1910 y entre 1914 y 1917. En ese espacio de tiempo se produciría, en 1908, la inauguración de la Casa del Pueblo de Madrid en un antiguo palacio ducal en la calle Piamonte, lo que se convirtió en un acontecimiento de gran importancia para el PSOE. Al año siguiente, 1909, Pablo Iglesias fue detenido como consecuencia de la represión por la Semana Trágica de Barcelona. A lo largo de su vida, el fundador del PSOE sufrió varios encarcelamientos, pero en todas las ocasiones rechazó la posibilidad de pedir indulto.

Uno de los capítulos más gratos en la vida de Iglesias, por el contrario, se produciría en las elecciones de junio de 1910, cuando gracias a la alianza republicano-socialista el fundador del PSOE salió elegido con el respaldo de 40.899 votos como el primer diputado socialista que entraba en el Parlamento español. Saldría reelegido en cuantas elecciones se celebraron posteriormente (1914, 1916, 1918, 1919, 1920 y 1923), aunque su delicado estado de salud le impediría asistir a muchas sesiones parlamentarias en los últimos años. También a consecuencia del agravamiento de sus enfermedades dejó de participar activamente en la vida organizativa de las entidades socialistas -desde 1916 parcialmente y a partir de 1919, cuando contrae una grave pulmonía, totalmente- aunque sin dejar su labor de propagandista a través de su pluma -escribiendo cartas y artículos- y sin dejar de ser en todo momento un referente ético y moral para los socialistas españoles. Su salud se resintió muy especialmente a raíz de la escisión en el seno del PSOE, en 1921, cuando Iglesias se opuso al ingreso en la III Internacional fundada por Lenin y los disconformes con esta decisión abandonaron el PSOE y fundaron el Partido Comunista Obrero Español, antecesor del PCE.

Pablo Iglesias falleció en Madrid el 9 de diciembre de 1925. Se había terminado la confección de "El Socialista " e iba a dar comienzo la tirada cuando el viejo amigo de Iglesias, Matías Gómez Latorre -coincidieron en algunas de las primeras ejecutivas del PSOE- llegó a la redacción de la revista con la fatal noticia. Iglesias pensó en "El Socialista" hasta los últimos instantes de su vida ya que en un cajón de su humilde despacho, en su casa de la madrileña calle Ferraz, dejó un sobre con 1.000 pesetas y una nota destinando ese dinero, fruto de sus colaboraciones en la prensa, a "El Socialista".

Bibliografía

Clases sociales:

Extraido de Enciclopedia Microsoft® Encarta® 1993-2001 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

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Conciencia de clase:

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Movimientos obreros:

Consultada página www.google.com con la palabra “sindicalismo”

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Extraido cartismo de http://hipatia.uab.es/ecanales1/cartismo-kirk.htm

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Consultada “manifestación” Enciclopedia Microsoft® Encarta® 1993-2001 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

Consultada página www.yahoo.es con la palabra “huelga”

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La Comune de París:

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Extraido de http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/personajes/6436.htm Saint simon

Extraido de http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/personajes/6528.htm Friedrich Engels

Extraido de http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/personajes/6499.htm Karl Marx

Extraido de http://www.canalsocial.com/biografia/politica/blanc.htm Louis Blanc

Extraido de http://www.canalsocial.com/biografia/literatura/bakunin.htm Mijail Alexander Bakunin

Extraido de http://www.elsocialista.es/biolarg.HTML Pablo iglesias

Extraido de http://buscabiografias.com/cgi-bin/verbio.cgi?id=6174 Pierre Joseph Proudhon

Extraido de http://buscabiografias.com/cgi-bin/verbio.cgi?id=7312 Robert Owen

Índice

Clases sociales: 4

Conciencia de clase: 8

Movimientos obreros:

Manifestación 10

Huelga 10

Cartismo 11

Sindicatos 14

Trade Unions 15

Ludismo 16

Movimientos políticos:

Socialismo:

Utópico 17

Científico 20

Anarquismo 21

Internacional Socialista 25

La Comune de París: 28

Personajes:

Saint Simon 37

Robert Owen 37

Charles Fourier 38

Louis Blanc 38

Carl Marx 39

Friedrich Engels 40

Mijail Alexandrovich Bakunin 41

Pierre Joseph Proudhon 42

Pablo Iglesias 42

Bibliografía 45

40




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Enviado por:Blacklordse
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