Geografía


Movimientos migratorios en Argentina


Procesos Migratorios en la República Argentina

Las migraciones son un tipo de desplazamiento. Algunos especialistas consideran que la particularidad de las migraciones es que los migrantes traspasan algún límite territorial con la intención de fijar su residencia en una nueva cuidad, provincia o país.

Los desplazamientos migratorios son fenómenos muy significativos porque afectan la estructura demográfica de las áreas expulsoras y de las receptoras. El deseo o la intención de migrar se relacionan estrictamente con la situación personal de un individuo o de su familia y/o la ausencia de garantías democráticas y de libertades y, en general, la situación del país o de la provincia de origen; además, el mercado laboral es el principal motor que lleva a las personas a migrar.

La población de un territorio varía a lo largo de los años, tanto por el crecimiento vegetativo (la diferencia entre los nacimientos y las defunciones) como por el crecimiento migratorio (la diferencia entre la cantidad de inmigrantes y la de emigrantes).

Esta dinámica depende de la combinación de diversos factores que determinan la estructura de una población, como la composición según edad y sexo, las tasas de natalidad y mortalidad, la esperanza de vida y el origen de los habitantes. En ésta última intervienen, además, las características demográficas de la población expulsora y ciertas condiciones económicas, sociales o políticas de motivan a migrar.

La decisión de migrar se ve facilitada cuando los migrantes cuentan en el país de destino con redes de parentesco, compadrazgo y vecindad. Estas relaciones ofrecen a los recién llegados apoyo por parte de los migrantes ya instalados.

Ya desde 1853 las autoridades estatales tomaron la iniciativa de fomentar el proceso de inmigración. Lo hicieron mediante la aplicación de dos sistemas de colonización: la venta directa de pequeñas parcelas y los convenios celebrados con empresarios mediante los cuales el Estado nacional o provincial vendía tierras fiscales a precios bajos, con el compromiso de fundar establecimientos agrícolas y radicar allí a familias de inmigrantes. La mayoría de los intentos del primer tipo fracasaros; los otros, en cambio, fueron mas exitosos.

También se ve reflejada el fomento de la inmigración en la Constitución Nacional del año 1853:

ART 20: Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse conforme a las leyes. No están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas extraordinarias. Obtienen nacionalización residiendo dos años continuos en la Nación; pero la autoridad pude acortar este término a favor del que lo solicite, alegando y probando servicios a la República.

ART 25: El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes.

Bajo la presidencia de Sarmiento (1868-1874) la situación política era bastante comprometida: a la guerra aún inconclusa contra el Paraguay, se sumaban los desafíos internos de los caudillos, y las inseguridades generadas por las fronteras internas con el indio, todavía abiertas. Sarmiento también se enfrentaba con las dificultades financieras del Estado.

En ese contexto, el presidente intentó implementar su proyecto civilizatorio, de modernización cultural y económica de la Argentina, emprendiendo un programa de políticas inmigratorias, educativas y de infraestructura.

Sarmiento creía que el cambio cultural y social era necesariamente previo al cambio económico y era condición imprescindible para el funcionamiento de la política republicana, por lo que a la barbarie le contrapuso la civilización, que se alcanzaría mediante tres elementos fundamentales: la educación popular, la reforma agraria y la inmigración; ya que consideraban a la población indígena y a los atrasados criollos como un obstáculo para el avance de la civilización.

Se necesitaba la inmigración porque Argentina era un país con mucha extensión pero con poca población y la actividad económica por excelencia que se buscaba desarrollar era la agricultura, por esto Sarmiento añoraba la llegada y asentamiento de agricultores europeos en la Argentina.

Entonces se puso en marcha el programa modernizador: se fomentó la inmigración de agricultores europeos subvencionando pasajes y enviando a agentes a las principales ciudades europeas para que contrataran la venida de inmigrantes, a fin de modernizar económica y socialmente a la Argentina. La inmigración recibiría un gran impulso. Además, Sarmiento intentó por diversos medios estimular la agricultura y la industria y dio renovado impulso al tendido de las vías férreas; en consecuencia, se multiplicaron los caminos y las comunicaciones por barco se regularizaron y se volvieron más frecuentes, el tendido de líneas telegráficas progresó a gran velocidad, ésto fue muy positivo para las inmigraciones.

También Sarmiento dedicó enormes esfuerzos a la mejora de la educación y al estímulo del desarrollo científico; tal fue así que se modernizaron los métodos de enseñanza y se fundaron escuelas nacionales y provinciales. Además se llevó adelante el primer censo, realizado en 1869, que se constituiría en vital fuente de información para las políticas industriales, urbanísticas, etc.

La presidencia de Avellaneda (1874-1880) fue una época que sufrió dificultades económicas, algunas con sus raíces en Europa y otras por conflictos internos. La represión de los desórdenes internos, la financiación de la guerra contra el Paraguay y la reparación de los estragos causados por la fiebre amarilla habían empobrecido a la sociedad. La caída del valor de las exportaciones argentinas, sumada al cese de préstamos e inversiones extranjeros, y a las obligaciones de pago del país, hicieron decrecer las reservas de oro. Avellaneda efectuó un severo ajuste del presupuesto para cumplir con los compromisos externos y continuar prestando los servicios públicos esenciales, pero para él la superación de la crisis se vinculaba con el desarrollo de las exportaciones, el desarrollo ferroviario y el impulso de la inmigración y la colonización. No sólo pretendía atraer al inmigrante europeo, sino ligarlo al suelo argentino a través de la fundación de colonias agrícolas y pueblos, especialmente en la línea de la frontera. La ley 817, de Inmigración y Colonización, sentó las bases legales para la política inmigratoria oficial durante este período, antes de la gran oleada inmigratoria “espontánea” posterior a 1880.

A pesar de todo esto los inmigrantes no se asentaron masivamente como granjeros de campo (con la notable excepción de las colonias santafesinas), sino en las ciudades, a causa del patrón de propiedad concentrada de la tierra y de sus precios en ascenso.

La mayor parte de la población inmigrante terminó instalándose en la región del Litoral, la más dinámica desde el punto de vista económico y la que podía ofrecer mayores posibilidades de ascenso social; allí se fundaron las primeras colonias. Los obstáculos que encontraron estos intentos fueron numerosos, entre ellos la falta de elementos técnicos.

A partir de 1880 el papel del Estado fue disminuyendo y eran los empresarios quienes compraban las tierras, realizaban el loteo y vendías parcelas a los colonos. Así se fundaron la mayor parte de las colonias agrícolas, que sentaron las bases para la posterior expansión cerealera de la década de 1890.

La población Argentina fue creciendo por los aportes de la inmigración internacional desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, que tuvo importancia demográfica y una gran influencia en la determinación de las características de la estructura social y urbana de la Argentina.

Millones de europeos cruzaron el océano Atlántico, venían a “hacer la América”, tentados por la posibilidad de trabajar como mano de obra rural o acceder a la propiedad de tierras y por los beneficios que otorgaba el Estado a los extranjeros que tenían voluntad de trabajar en la Argentina. La gran mayoría no se instaló en el campo; algunos sí, pero luego se desplazaron a las ciudades. Esto inició tempranamente la urbanización del país.

Algunos inmigrantes venían con la idea de enviar periódicamente sus ganancias a la familia que habían dejado en el país natal. Otros venían a instalarse. Muchos de ellos eran hombres que hacían la travesía solos, y luego enviaban el dinero necesario para que se trasladara el resto del grupo familiar. Y algunos otros, después de trabajar un tiempo en la Argentina, finalmente, retornaron a sus pueblos de origen.

En 1914 casi el 30% de la población era extranjera, predominaban los italianos y españoles. En su mayoría eran hombres en edades activas.

A partir de la Primera Guerra Mundial, los saldos migratorios disminuyeron. En 1914, llegaron a ser negativos, ya que muchos europeos regresaron a sus países de origen para enrolarse en los ejércitos. Cuando se reanudaron los flujos migratorios después de la década de 1930, manifestaban cambios en su composición, con un aumento de la participación de alemanes, soviéticos y polacos.

Desde mediados de la década de 1930 y durante la década de 1940, en la Argentina se registró el crecimiento de nuevas industrias (principalmente en Buenos Aires, Córdoba y Rosario) dedicadas a la sustitución de importaciones de bienes de consumo. Este proceso de industrialización motivó una fuerte corriente migratoria interna, desde el campo a las ciudades. Este fenómeno es una tendencia que se manifiesta mundialmente y es conocido como éxodo rural. Al mismo tiempo, la crisis del sector primario expulsó a grandes contingentes de población de las áreas rurales atraídas por la posibilidad de conseguir trabajo y de mejorar su calidad de vida. Estos desplazamientos poblacionales engrosaron el número de habitantes urbanos del país.

Las migraciones desde el campo hacia la cuidad están protagonizadas, principalmente, por los pequeños productores minifundistas que no pueden incorporarse al proceso de tecnificación de las prácticas agrícolas, ni incorporar tecnología moderna para sostener niveles de productividad rentables. Estos pequeños productores suelen vender sus tierras y migrar hacia las ciudades. En consecuencia ha disminuido la cantidad de explotaciones, y el promedio de la extensión en hectáreas de cada explotación ha aumentado por la concentración en manos de los medianos y grandes productores. El mercado de los productos agrícolas también ha contribuido ya que la caída sostenida de los precios internacionales afecta directamente a los pequeños productores, que poseen baja capacidad de ahorro e inversión. Aun, éstos, que han logrado subsistir asisten al éxodo rural de sus hijos.

En 1947, del 15% de extranjeros, un 13% eran inmigrantes europeos (nuevamente en su mayoría españoles e italianos) y sólo un 2% correspondía a inmigrantes provenientes de países limítrofes.

(Se adjunta encuesta realizada a una inmigrante italiana llegada en el año 1953).

Hasta fines de 1960, el Gran Buenos Aires fue el destino privilegiado de las migraciones de todo el país, pero comenzó a perder su poder de atracción inmigratorio y su tasa de crecimiento se ha reducido.

Durante la década de 1960 se registraron las migraciones estacionales (trabajos que requieren una mayor mano de obra durante ciertos momentos del año: demandas de trabajo puntuales y acotadas a la realización de una tarea específica). Las migraciones estacionales agrícolas más importantes son las vinculadas con la zafra de caña de azúcar en Salta y Jujuy, la cosecha de manzanas y peras del Alto Valle, la cosecha de algodón en el Chaco, la vid en Mendoza y la yerba mate en Misiones; están influidas por la mecanización de las cosechas. La intensa incorporación de maquinaria agrícola desplaza la mano de obra migrante, por lo que han disminuido las migraciones estacionales agrarias en los últimos años.

Las migraciones estacionales también se dan por el turismo, que ha crecido en los últimos años, ofrece numerosos servicios que constituyen fuentes de empleo para la población local. La demanda de trabajadores se registra, principalmente, en las localidades balnearias de la costa bonaerense y también en otros centros turísticos como San Carlos de Bariloche o las Termas de Río Hondo. Esta migraciones estacional tiene la característica de ser mucho más heterogénea que la agrícola, ya que requiere de trabajadores con distintas calificaciones.

El Área Metropolitana de Buenos Aires se consolidó como la región que más población atrajo y concentró. Pero a partir de 1970 la desindustrialización y la consecuente falta de empleos contribuyeron a redireccionar los desplazamientos internos hacia las ciudades medianas que estaban creciendo y se produjo un cambio en la distribución de los flujos migratorios.

También a partir de la década de 1970, cambió el origen de los migrantes internacionales: se redujo significativamente la migración europea y comenzaron los flujos migratorios provenientes de países limítrofes.

Durante las décadas de 1970 y 1980 llegó una gran cantidad de inmigrantes del Sudeste Asiático que se concentraron en las grandes ciudades y se dedican, principalmente, a la actividad comercial.

En la década de 1990 comenzó la llegada de inmigrantes latinoamericanos no limítrofes, como los peruanos, que han superado en número a los inmigrantes de otras colectividades. Los inmigrantes se van insertando en diferentes actividades, según la edad y el sexo. Es habitual que las mujeres dejen sus hijos pequeños en Perú al cuidado de las abuelas y que les envíen remesas de dinero que garantizan la supervivencia de u familia.

Los inmigrantes se agrupan en diferentes zonas de las ciudades donde se asientan. Recrean en las casas, los comercios y las calles de algunos barrios, aspectos típicos de su cultura, como carteles, adornos, comidas y vestimentas.

A partir de la disolución de la Unión Soviética en 1991, y la grave crisis económica que enfrentan los países que integraban el bloque socialista, también se registra una intensa corriente migratoria de Europa del Este.

En 1991, el 5% de la población extranjera se dividía en un 3% de migrantes limítrofes y un 2% de migrantes de otros países. Es decir que la mayoría de inmigrantes procedían de Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil.

Los migrantes son víctimas de actos de discriminación basados en la idea de que quitan trabajo a la población del país receptor. En época de crisis económica, es frecuente responsabilizar a los inmigrantes de la falta de trabajo, los salarios bajos, la pobreza y los altos niveles de inseguridad.

Estadísticas de INDEC (1997) permiten afirmar que el impacto de la migración sobre el aumente del desempleo es prácticamente insignificante y que el porcentaje de migrantes entre los desocupados es variable según las aglomeraciones urbanas que se consideren, además, los migrantes se emplean en trabajos que los nativos no realizan y usualmente están sometidos a la sobreexplotación laboral, consecuencia de su situación de ilegalidad.

Durante casi 100 años, en la dinámica de la población de la Argentina fueron muy significativas las migraciones. En la actualidad, la mayor parte del crecimiento poblacional se debe al crecimiento vegetativo.

El comportamiento del crecimiento vegetativo ha sido más estable que el del crecimiento migratorio.

Bibliografía

  • Historia Argentina Contemporánea, Germán Friedmann y otros. Ed. Puerto de Palos S.A. - Buenos Aires, 2001

  • Geografía Argentina, Facundo Albornoz y otros. Ed. Puerto de Palos S.A. - Buenos Aires, 2001

  • Constitución Nacional

  • Material de consulta proporcionado en clase

Opinión Personal

Me parece buena la iniciativa de haber fomentado la inmigración desde el Gobierno Nacional ya que se necesitaba a los inmigrantes para poblar el territorio y para que el país salga adelante. Aunque Sarmiento en vez de considerar “ineptos” a los habitantes (gauchos e indios) y excluirlos del proceso de modernización que llevó adelante, podría haber empezado por otorgado y educación y luego preocuparse por los inmigrantes, para que los principales actores del cambio del país fueran los nativos y para que ellos tengan la posibilidad de un mejor futuro en sus propias tierras.

También este tema de sentir inferior al nativo se ve en el Gobierno de Avellaneda, que cree que una de las soluciones para los problemas de su época era el impulso de la inmigración europea; tendría que haber empezado por mirar a sus habitantes y buscar una salida con ellos.

Estoy de acuerdo con al venida de los inmigrantes en busca de mejorar su calidad de vida y con expectativas de trabajo ya sean los primeros procesos inmigratorios y hasta los de la actualidad, creo que es un fenómeno mundial y que, por lo tanto, los países receptores deben tratar bien a los inmigrantes, con igualdad, porque seguro que en los otros países hay algún habitante o alguna empresa en la misma búsqueda que ellos.

Además, los inmigrantes jóvenes pueden ser una solución al problema que aqueja a la Argentina en la actualidad, que es el envejecimiento social.

Con respecto al éxodo rural, creo que es algo necesario e inevitable desde el punto de vista de los productores para que no se queden atrás en la calidad y en los tiempos de producción y así puedan seguir compitiendo en el mercado; aunque esto les genere menos fuentes de trabajo. Me parece negativa la consecuencia de este fenómeno: la concentración de tierras en manos de unos pocos.

Pero creo que es mejor el éxodo rural de los jóvenes, para que puedan estudiar y ser profesionales, ya que esto es muy importante para el mundo globalizado en el que vivimos.

Las migraciones estacionales son procesos positivos porque ayudan a la economía de una localidad y brindan fuentes de trabajo, aunque sea en pequeñas épocas del año, son buenas salidas laborales: que en el caso del turismo, por ejemplo, se podría incentivar a través de propaganda para que la gente realice sus vacaciones en el mismo país.

A pesar de que la Constitución Nacional le garantice a los inmigrantes todos los derechos civiles del ciudadano, ésto en la realidad no se cumple, por parte del Gobierno (que, por ejemplo, no brinda las facilidades para que puedan tener sus documentos) y por parte de los ciudadanos argentinos (que, por ejemplo, se aprovechan de ellos: algunos empresarios utilizan a los inmigrantes indocumentados y los explotan en el trabajo, amenazándolos con deportarlos a su país de origen). Me parece que ésto se podría solucionar imponiendo más control para quines quieran ingresar en el país, para que así ya nadie entre y permanezca en forma ilegal.

La educación no tendría que ser gratuita para todos, porque los inmigrantes utilizan el presupuesto nacional destinado a educación para formarse en sus estudios y luego se van a ejercer su profesión a su país de origen u otro lugar. Ésto tendría que estar reglamentado de tal forma que las personas de otros países pudiesen estudiar en el nuestro, en forma gratuita, siempre y cuando ejerzan su profesión aquí, o realicen otro tipo de aportes como por ejemplo investigación.

Con respecto a lo laboral estoy de acuerdo en que los inmigrantes no son responsables de la falta de trabajo que sufre nuestro país. La sociedad argentina discrimina y, sobre todo a peruanos, bolivianos y paraguayos, tomándolos como individuos inferiores, que sólo pueden ocupar puesto de trabajo, en áreas urbanas o suburbanas, en los rubros de la construcción y el servicio doméstico o trabajos informales. En cambio los argentinos pobres prefieren no ocupar estos puestos de trabajo, sino pedir en la calle o cobrar los planes trabajar que ofrece el Gobierno. Para cambiar esto habría que concienciar a los ciudadanos argentinos sobre que todos somos iguales con posibilidad de derechos y obligaciones, sin importar el país en el que nacimos, y que todo trabajo es digno.




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Enviado por:Nadia Lp
Idioma: castellano
País: Argentina

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