Sociología y Trabajo Social


Modernidad y holocausto; Zygmunt Bauman


El planteamiento general de la obra del celebre Zygmunt Barman sobre el Holocausto y la influencia que este recibió de los procesos modernizadores que acontecieron en la sociedad europea a lo largo de los siglos XIX y XX, genera una idea interesante y un punto de vista nuevo acerca de ese tema.

Bauman comienza la obra en su parte primera haciendo un exhaustivo análisis de las razones que comúnmente se aluden para explicar el fenómeno del Holocausto. El autor polaco afirma que el antisemitismo en Alemania antes de 1933, año de ascensión al poder de la cúpula nacional socialista, no era mucho mayor que el que existía en países como Francia o Inglaterra. Incluso Alemania era considerada un refugio para los judíos de la Europa central y oriental dado que se la consideraba como un lugar donde las legislaciones aportaban un grado alto de protección para esta cultura. Por ello, el antisemitismo alemán no pudo ser, como cientos de argumentos aluden insistentemente, el causante directo del Holocausto ya que no existía el odio exagerado en la masa social alemana. No se tiene constancia histórica de la aparición de pogroms (agresiones espontáneas a la población judía en un lugar determinado) en la historia inmediatamente anterior a la ascensión nazi al poder. La ordenación sistemática de la violencia como contraposición a la actitud pacífica de los sujetos alemanes resulta evidente en este análisis de Bauman.

El término antisemitismo, que según Bauman se acuñó a finales del siglo XIX da un claro ejemplo de la manipulación que sufre el lenguaje cuando es la violencia el que lo genera. El antisemitismo no es más que la expresión del miedo que la población sufría hacia el extraño asimilado en que se convirtió el judío. Es una simple cuestión semántica. El término antisemitismo lo único que hacia era la creación, a partir de la utilización del lenguaje, de extraños. Lo extraño es lo temido. Según Bauman, antisemitismo debe ser entendido como un término que hace referencia a dos aspectos. Por un lado, el concepto de pueblo judío como ente abstracto, lo que el, en un ejercicio de diferenciación clara, define como judío metafísico. Es decir, no el judío que vive puesta con puerta con nosotros y al que compramos o vendemos, sino el ente judío como elemento extraño. Es una manera de crear un sentimiento violento hacia lo que nos es distinto, extraño y hostil. Por otro lado, también se refiere el término antisemitismo a la práctica contra ellos. Sin embargo, a mi parecer, esta segunda acepción lingüística que Bauman plantea es una simple consecuencia de la primera. El hecho de la asimilación del judío metafísico como ente extraño y hostil a la población “normal” provoca la inevitable violencia del lenguaje transformada en una violencia física activa.

Pero ¿Por qué existe esta animadversión al judío metafísico?. Normalmente se justifica el antisemitismo, sobre todo en sociedades más o menos libres, como consecuencia de la envidia al poder que los judíos suelen poseer. Generalmente, sus raíces culturales les crean una predisposición a la acumulación y manejo del dinero; denominado usura en algunos casos. Bauman, evidentemente, no alude a esto sino que justifica el antisemitismo como una consecuencia de la diáspora.

La sociedad europea del siglo XIX y primera mitad del siglo XX estaba marcada profundamente por la consecución del lenguaje violento y violentado que las edites practicaban al amparo y bajo la justificación del nacionalismo. Se había vuelto imprescindible el definir claramente las fronteras existentes. En esta situación, el judío se encontraba como un elemento sin nación, lo cual era deleznable con esa disposición. Bauman los define como la nación no-nación. La diáspora judía, poseedora de un origen de más de 2000 años, distribuyó a los judíos alrededor de todo el mundo y creo comunidades judías en la mayoría de los países europeos. Poco a poco se fueron asentando por la no existencia de pensamientos nacionalistas modernos no provoco la asimilación del judío como un extraño asimilado. Se convirtieron en una población con sus propias costumbres y sus propios rituales, conservaban su identidad, una identidad de carácter estricto y antiguo. Esto provocaba que se les considerara como un elemento extraño dentro de un país, como un extranjero ya que no era parte de la nación, sino una población extranjera dentro del territorio nacional.

Hitler, por ello, sentenció que no podía combatirse a la población judía del modo natural, es decir, conquistando y “guerreando” sino que habría que expulsarlo (y más adelante se dedujo que seria mejor solución no expulsarle, sino exterminarle).

Esta determinación de nación no-nacional que debía ser expulsada y aniquilada es una consecuencia directa de la filosofía de la impotencia que el hecho de la no nación judía creaba en la población. La impotencia se mostraba por el hecho de que no existía manera de crear o mas bien transformar a la población judía en ciudadanos correctos y “arios” ya que se encontraban caracterizados desde un principio y sin remedio por su herencia genética y de sangre.

Otro punto de vista influyente en el creciente antisemitismo fue el cristiano. Para la comunidad cristiana, en su lucha por la supervivencia religiosa. Los judíos para los cristianos no podían ser enmarcados dentro de ninguna categoría, no eran paganos que aun no habían abrazado la religión ni herejes que habían pecado y salido de la senda. El judaísmo, por lo que pregonaba (las palabras que lo justificaban) se convertía en el final del cristianismo. Todos los preceptos que el cristianismo proclamaba eran negados por la fe judía. De esta manera, el cristianismo utilizaba la fe judía como justificación y garante de su estabilidad; oponían el orden que planteaba el cristianismo al judaísmo, es decir, a el caos.

De estos dos factores de formación intrínseca europea del antisemitismo podemos ver que la idea común del nacimiento y expansión del antisemitismo esta carente de un análisis más profundo y científico. El antisemitismo no fue un asunto meramente económico ni nacional ni religioso, fue, como define Bauman en su obra, un asunto de definición de limites, y no de mantenimiento de estos.

A vista de estas argumentaciones, aun podemos sentirnos extraños de la actuación nazi hacia el colectivo judío. No tanto de los generales nazis del frente o de los despachos, sino de la gente de a pie, no perteneciente al partido, y probablemente no comulgante con las ideas nacional socialistas. O incluso los grandes empresarios, que tanto trato tenían con los judíos por el poder adquisitivo de estos.

Para explicar esto habría que hacer un análisis de la relación que los judíos han tenido a lo largo de la historia con el resto de la población.

Durante los siglos anteriores a la modernidad, la población judía se vio sumida en una posición muy incomoda, a medio camino entre las dos facciones, los poderosos y los pobres. Su relación con ambos se volvió muy difícil por el hecho de que eran vistos como parte del “otro”.

El judío solía realizar el trabajo más duro y menos gratificante que los señores feudales, reyes etc... tenían que hacer, es decir, la recogida de impuestos y asuntos similares que provocaran que fueran vistos por el pueblo como sirvientes de los mismo que los explotaban. Se convertía en un odio hacia el emisor como garante de la estabilidad del explotador. Eran el elemento que les privaba de la propiedad y del trabajo propio, por tanto, de las palabras y las cosas.

Sin embargo, su relación con la nobleza, señores feudales y demás no era como cabía esperar. Eran tratados por estos como parte del pueblo, con desprecio y superioridad.

Con la llegada de la modernidad esas relaciones ya no tenían cabida ya que se estaba configurando unas nuevas formas sociales. Las capas sociales dejaron de ser infranqueables y solo era necesario dinero para ascender de una a otra. Los judíos se adaptaron rápidamente a esto y se insertaron el la alta burguesía, manteniendo los odios de ambas partes. Del pueblo por su posición privilegiada y de la aristocracia por su cercanía y la amenaza a su clase social. De ahí que se convirtieran en foco de cualquier desfavorecido por la modernidad. La población más pobre les acusaba de ser los culpables de que la modernidad mantuviera las cosas exactamente igual que antes y no hubiera traído apenas ningún beneficio. Por otro lado, los que añoraban el ancíen regime acusaban a los judíos de haber provocado la rápida llegada de la modernidad.

El lenguaje y las acusaciones que se iban creando sobre los judíos fue provocando el surgimiento de un sentimiento antisemita inexplicable. Como la propaganda nazi sabia, si una mentira se repetía muchas veces, al final acababa pareciendo verdad.

El ultimo elemento que se sumo al creciente antisemitismo fue el anticapitalismo. Al principio el capitalismo fue visto como una parte más de la modernidad y solo era criticado por aquellos que añoraban el ancien regime, sin embargo, cuando el dinero empezó a llegar a estas manos dejaron de ver mal el capitalismo. Por otro lado, la clase obrera empezó a verse a si misma como poderosa, empezó a ver que su mayor problema era el sistema en si y que este sistema se sostenía por el poder económico.

Marx cambió un punto de esta visión que fue decisiva para el nacimiento del nacional socialismo. Cambió la visión de atrás hacia delante. Auguraba no el hundimiento sino la superación del capitalismo y también realizó una asociación muy importante, capitalismo y judaísmo. Afirmó que ninguno podría vivir sin el otro, que ambos eran interdependientes. La influencia de las palabras en la generación de la violencia se vio aquí claramente predispuesta a pasar a la acción.

El orden con el tiempo se invirtió y el capitalismo paso a ser parte de algo mayor, la amenaza judía. Amenaza basada en la imagen del judío metafísico como ente contrario a la moralidad y a los sentimientos nacionales por su falta de pertenencia a una nación. Por esto hubo una rama del anticapitalismo que lucho en la Comuna de París pero que acabo pasándose a las filas del embrionario por entonces nacional socialismo. Una serie de asociaciones de palabras con todo el poder cognitivo que estas conllevan iba a provocar la mayor barbarie de la historia.

La configuración que estaba dando forma a la Europa de finales del XIX y principios del XX donde el nacionalismo se convertía en la fuerza motriz y piedra angular de cualquier estado, el judío tenia una situación muy complicada. En cualquier nación, todos se sentían parte de esa nación y además, odiaban al resto. Los judíos no se sentían parte de esa nación, sino de la humanidad y concretamente del pueblo judío. Sin embargo, ya no Vivian en ghettos, sino en la ciudad, en lugares envidiables, ya no estaban separados del resto y no tenían una relación económica-funcional con el resto.

Las naciones usaban a los judíos como negociadores de la paz, como los encargados de superar el estado hobbesiano para poder quitárselos de encima con facilidad.

En definitiva, el problema judío había crecido hasta límites insospechados con la llegada de la modernidad. Los judíos eran acusados por cualquier nación de apoyar el orden nuevo o viejo, según fuera necesario, es decir, era un reflejo de la impotencia hacia el deseo de un orden buscado. Se sentía más que nunca la necesidad de crear una separación, que antes se producía de manera natural (los judíos Vivian en las juderías) pero que ahora debía ser provocada. Además, el judío ya no era distinguido, era parte del todo social. Seguía existiendo el concepto de judío metafísico con todo lo que se había añadido al concepto; sin embargo, ese judío metafísico no era distinguible, se había sumergido en la sociedad y ese miedo a la no diferenciación fue lo que provocó la explosión del antisemitismo, fue lo que provoco que casi toda la población europea tuviera ese pequeño resentimiento hacia los judíos. Provoco un cambio de lenguaje muy importante, ya no era judaísmo, ahora existía la judeidad. El judío metafísico había llegado a ser universal. Se había creado la idea de que todos los judíos tenían ciertos instintos y características irremediables, que jamás se podrían cambiar. Esto solo dejaba una solución para el problema judío, la expulsión.

Aun teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿Cómo llego el nazismo al Holocausto? Los teóricos del nazismo que orientaron la publicidad y las actuaciones antisemitas del III Reich asociaron claramente el fantasma del judaísmos con la modernidad y la perdida de valores o nihilismo. Dado que la judeidad era algo que no se podía solucionar ya que venia en los instintos de esa población, se asoció la expulsión de los judíos como un rechazo a la modernidad y la perdida de valores que esta traía consigo. Es decir, utilizo el racismo. Sin embargo, el racismo es algo propio de la modernidad y sin esta no existiría nunca.

Según Pierre-Andre Taguieff el racismo se puede clasificar en tres tipos:

  • Primario: Es aquel racismo que surge por el miedo a lo desconocido, el miedo al que no es como nosotros y además tiene unas costumbres diferentes. No necesita de lenguaje ni de nadie que lo aliente, crece solo, de manera natural como miedo al extranjero.

  • Secundario: A partir del momento en que las palabras en forma teorizante legitiman la actuación violenta se pasa a un nivel superior en el que el “otro” se ve como objetivamente dañino. Es un racismo que basa su odio en el momento, en el deseo. Dependiendo de lo que socialmente en ese momento tenga importancia (economía, religión...) el racismo secundario se basa en eso en contra del “otro”

  • Terciario: Se asciende a un grado científico de división biológica en el que se encuentran superiores e inferiores (nosotros y ellos)

Sin embargo, el racismo no es algo que nace sin motivo aparente, es una consecuencia de la filosofía del deseo, es decir, impotencia. El racismo nace en un contexto de ingeniería social avanzada y dirigida a crear una sociedad perfecta o utópica.

Los nazis tenían en mente una sociedad perfecta, el Reich de los mil años, donde el mundo estaría dominado por una raza aria sin fallos (algunos aluden aquí la figura del superhombre de Nietsche) que irían configurando poco a poco eliminando a los menos válidos y seleccionando a los válidos. Los no validos debían ser separados y evitar su reproducción, de ahí que se esterilizada a mucha gente con problemas físicos. Los judíos entraban dentro de este campo de los no válidos aunque algunas características les diferenciaban. Existían por todo el mundo y además, el hecho de expulsarles no valdría ya que seguirían ahí, sin solucionarse su judeidad ya que no se puede solucionar, por ello, la única solución es la eliminación. Por ellos, Hitler vería la guerra como un favor a una humanidad dividida racialmente.

En el auge de la modernidad no se podía llevar a cabo esta eliminación sin un consentimiento científico que apoyara y afirmara las tesis políticas de los teóricos nazis. Pero los nazis no tuvieron problema para arreglar esto. Durante el siglo XIX y parte del XX la evolución de las ciencias naturales, sobre todo las referentes a la biología habían sido enormes. Teorías como la de la selección natural de Darwin habían cambiado radicalmente el mundo de la biología en particular y de la ciencia en general por lo que los teóricos nazis no tuvieron ningún problema de general un discurso violento de apoyado en la ciencia.

La nueva concepción nazi de la judeidad como un problema endémico y no como un aspecto concreto y determinado de esa población creó rápidamente una facilidad y un lenguaje que hicieron posible el holocausto.

Podríamos afirmar, y Bauman lo hace, que la población alemana durante el nazismo tenia las características idóneas para la asimilación e incluso aceptación del holocausto. Sin embargo, ¿que implicación tuvo y hasta que punto la población alemana era antisemita?

La población alemán, como ya hemos expuesto antes, no era ni la más violenta ni la más antisemita que existía en Europa. Incluso Alemania era considerada como un país más o menos recomendable para la población judía europea. Con el tiempo y la ingente propaganda nazi (las palabras como arma) la población alemana incrementó su antisemitismo cierto grado. Los alemanes querían que los judíos fueran expulsados de sus puestos de poder, que perdieran el control económico y también cultural que poseían. En definitiva, que esas posiciones que los alemanes envidiaban y que los judíos ocupaban pasaran a la propiedad de los primeros. El lenguaje había creado una filosofía de la impotencia. Los alemanes no veían manera de conseguir acceder al poder que ostentaban los judíos. Esto nos puede llevar a pensar que el holocausto fue inducido por la población, sin embargo, esto no fue así. Los alemanes no pensaron en conseguir lo que deseaban a través de la violencia, no se produjeron pogroms, ni siquiera después de la Kristalnacht, tal y como los dirigentes nazis pretendían. Por tanto, no podemos decir que el racismo de la población nazi fuera más que un racismo primario.

Después de la II Guerra Mundial, y tras el descubrimiento del holocausto, el aspecto antisemita europeo se reblandeció por la pena y el sentimiento de horror que sentía la población tras el holocausto. Ese racismo fue sustituido por un elemento relativamente nuevo aunque muy parecido al antisemitismo que se forjó en Europa. El miedo y el racismo ante la inmigración, ampliado de la misma manera que el antisemitismo había sido ampliado y enmarcado. La política, a través del lenguaje del miedo, está planteando una idea del sálvese quién pueda (y esos serán los que les apoyen) hacia la inmigración.

Otro concepto importante que cabe resaltar del análisis que Bauman hace a finales de los años 80 es la intifada y el conflicto actual entre árabes y israelíes. Actualmente el antisemitismo europeo vuelve a crecer. Los políticos esta vez se encargar de negarlo, de platearlo como un fantasma del pasado que no debemos recordar, sin embargo, las actuaciones de los gobiernos democráticos elegidos por el pueblo israelí (país surgido a partir del descubrimiento del holocausto y que los judíos llevaban dos mil años reclamando) basados en el sionismo de antes del nazismo están incrementando el antisemitismo. Es un antisemitismo diferente. Quizás con un tinte de izquierda, de hecho, está mal denominado antisemitismo y debería ser nombrado como antisionismo, un claro ejemplo de cómo la utilización de las palabras nos lleva al equivoco y a no asimilar la realidad como realmente es.

Otra gran incógnita del holocausto es porque las ciencias sociales no han sido capaces de asimilar, entender y explicar el holocausto, aun contando con el intento de Bauman, el cual, bajo mi opinión personal, expresa casi totalmente el porque fue posible el holocausto. Sin embargo, quizás más importante que esto es el porque no hemos podido identificar las características que anunciaron el holocausto y dado que no las hemos podido ver, como sabríamos que es imposible otro holocausto cuando quizás tenemos características y señales delante nuestra que nos lo están diciendo.

Es cierto, el Holocausto ocurrió hace casi medio siglo. Es cierto, sus resultados inmediatos se desvanecen en el pasado con rapidez. La generación que lo vivió casi ha desaparecido. Pero - y este es un “pero” siniestro- aquellas características de nuestra civilización que una vez nos resultaron familiares y que el Holocausto convirtió de nuevo en misteriosas, siguen siendo parte de nuestra vida. No han desaparecido; y, por tanto, tampoco la posibilidad del Holocausto. (Bauman, Zygmunt Modernidad y Holocausto, 1989)

Las instituciones sociales y las características que el holocausto nos saco a la luz aun nos son desconocidas, es decir, no sabemos que procesos se dieron para que algo tan macabro sucediera, no lo podemos comprender, por ello, la posibilidad de otro holocausto se mantiene viva.

En cambio, bajo la opinión de Bauman, el holocausto no es solo una cuestión académica sino de la colectividad

El holocausto fue un acontecimiento histórico de suma importancia, marco un antes y un después de la historia humana. Nos dejo entre ver de lo que la humanidad es capaz con los medios y la organización necesaria. Sin embargo, el conocimiento científico sobre lo que indujo y facilito esto no avanzó. La ciencia sobre los mecanismos y factores que nos llevaron al holocausto nos son desconocidos por lo que no sabemos si dichos mecanismos aun están inmersos en la sociedad, esperando el momento justo para volver a florecer.

Quizás estos sentimientos estén tapados por factores que han hecho de la población un elemento maleable y dócil. La facilidad con la que gobiernos e instituciones manipulan y dan forma a la opinión nos puede llevar a pensar que en cualquier momento la población podría ser manipulada para que los factores que dieron lugar al holocausto vuelvan a florecer.

Podemos pensar que la supuesta libertad de la que se goza ahora mismo podría evitar esto. La importancia y el poder que las instituciones y elementos de la sociedad civil imponen puede llevarnos a pensar que no hay de que preocuparse. Bauman alude a esto que nos encontramos en una sociedad igual que la que permitió el Holocausto. El estado ahora mismo es el garante de la seguridad a través del ejercicio legítimo de la violencia., es decir, estamos obligados a obedecer, igual que un prisionero de Auschwitz. Se supone que lo anteriormente expuesto, junto con otras barreras y equilibrios de la sociedad civil nos evitaría esto, sin embargo, esas barreras y equilibrios ya existían en 1941 y eso no evitó el holocausto, por lo que ahora no debemos confiar en que si lo hagan.

En resumen, podemos pensar que genocidios y matanzas ha habido siempre, y el holocausto solo se ha convertido en la máxima expresión de estos, sin embargo, esto es un pensamiento erróneo. El holocausto se diferencia del resto de los genocidios en muchos aspectos.

  • No fue provocado por una ira descontrolada de una muchedumbre, fue provocado por el miedo y el odio que crearon unas clases dirigentes gracias al lenguaje. El lenguaje fue el que provocó, gracias al discurso violento, la explosión medida y violenta del holocausto.

  • La población alemana se vio sumida en la corriente del holocausto, gracias a los “asesinos de escritorio” y al “pasotismo” de la población respecto a un asunto que conocían perfectamente pero que lo antes aludido evitó que criticasen.

  • Quizás lo más importante es que el holocausto no habría sido posible sin la modernidad. La maquinaria de muerte y también burocrática fue la que posibilito el holocausto y esta habría sido imposible sin la modernidad. Una de las técnicas que los nazis usaron para alentar a la población a favor del holocausto fue la idea de asociar semitismo con modernidad, sin embargo, esto fue un simple engaño. La modernidad era lo que permitiría el holocausto y sin embargo era planteada como una excusa y un motivo de lucha contra el semitismo.

  • La violencia, usada como hicieron los nazis, es decir, hacia un fin específico y con unos métodos fríos y calculados, y no como un asunto momentáneo, promovió que el uso de la misma fue totalmente efectiva. Hay una división meticulosa y funcional del trabajo y una sustitución de la responsabilidad moral por la técnica.

Existe, como punto final, un debate sobre si el holocausto era el objetivo que buscaban los nazis desde el golpe de la cervecería de Munich o solo fue una consecuencia imparable de la lógica lingüística del nazismo. En mi opinión, la intención nazi era esa, la del exterminio, no solo una consecuencia. Simplemente, los nazis no podían imaginar, y por ello no fueron capaces de concebir el cómo, sabían el que, pero no el como. La llegada al poder y el uso de un ingente aparato burocrático para la consecución de su objetivo fue lo que les llevo a poder cumplir su objetivo.

LA BÚSQUEDA DE UNA TEÓRIA SOCIOLÓGICA DE LA MORALIDAD

Todas las reflexiones acerca de la consecución y lógica del holocausto nos llevan a un campo complicado de las ciencias sociales, la búsqueda de una teoría sociológica de la moralidad.

Esta claro que el holocausto debe ser visto como un elemento moral. No podemos explicarnos como los ejércitos alemanes y las SS podía llevar a cabo tan fríamente su función. Se puede pensar que como consecuencia del sistema burocrático imparable, era obligatorio (los generales nazis juzgados en Nuremberg aludieron que cumplían órdenes).

Se plantean en la sociología dos sistemas morales, uno de ellos afirma que la moralidad nace de la sociedad como manera de solucionar y satisfacer sus necesidades. Cuando estas desaparecen, las normas morales desaparecen.

Por otro lado, Durkheim afirma que las normas morales no nacen por su idoneidad sobre ciertas necesidades sino que es el conjunto social las asume como obligatorias; es decir, que las normas sociales se asumen como obligatorias por el hecho de que son las que mantienen la unidad de la sociedad.

Es decir, que las normas morales son las que mantienen a la sociedad y que la obligatoriedad de dichas normas hace que estas sean necesarias para el mantenimiento de la misma. Por ello, podríamos decir que cada sociedad tiene las normas que necesita y que, más o menos de manera espontánea, genera. De ello deducimos que el hombre es moral por el hecho de ser social.

La idea de Durkheim nos lleva a pensar que las normas morales, al ser producto social, descartan automáticamente lo que es malo.

La globalización ha hecho que las normas occidentales, contradiciendo lo que Durkheim alude, son las correctas. Es decir, que la idea de que las normas que genera una sociedad son las válidas para esa sociedad se queda anulada. Por ello, la sociedad occidental se convierte en una sociedad “jardinera”. Las normas que se encuentran equivocadas podemos afirmar que ser achacan a fallos en la maquinaria de producción de estos.

A partir de aquí, ¿cómo podemos explicar el Holocausto? Siguiendo esta idea de Durkheim, la sociedad alemana generó unas normas morales que se volvieron obligatorias por lo que el holocausto fue concebido bajo esas normas morales y la obligatoriedad de las normas les hizo imposible evitarlo. Esto es afirma la teoría de Durkheim menos en un punto de suma importancia. La sociedad, y los elementos ennoblecidos de la misma ennoblecidos por el hecho de ser sociales) no son capaces de descartar lo que es bueno y lo que es malo. Por ello, no, podemos decir que la teoría de Durkheim, ni ninguna teoría que base la moralidad en los principios y la acción de la sociedad es válida. Es decir, el holocausto invalidad cualquier teoría moral basada en la sociedad.

Ante esto, inducimos que ninguna norma salida de la sociedad debe ser obligatoria ni buena por el hecho de su origen social. Si así es, las normas morales no deben salir de aquí, sino de uno mismo. Cabe hacer un pequeño nombramiento a Kant y su filosofía moral, enunciada antes del holocausto pero que, dos siglos después, un hecho como este confirmó.

OPINIÓN PERSONAL

Quizás mi interés sobre el tema del Holocausto como la gran tragedia de la humanidad y mis modestos pero creo que suficientes conocimientos sobre el tema me decantaron por la elección de esta obra. Modernidad y Holocausto me ha supuesto una nueva visión del holocausto no como algo que hicieron unos dirigentes políticos en una época turbulenta y con una sociedad extraña sino como algo normal, que sucedió gracias a la increíble maquinaria de la burocracia moderna, a los métodos de la modernidad y a las ideas que esta trae consigo. Esta idea hace a uno replantearse la cuestión de la repetición del holocausto. Estoy de acuerdo con el autor en el hecho de que no conocemos los mecanismos que nos llevaron, hace poco más de cincuenta años al holocausto, y como no lo conocemos no debe ser algo que escape del control de la sociedad en general y que se reduzca a ámbitos puramente académicos. Debemos entender que paso por la cabeza de los alemanes, tanto de los “asesinos de escritorio” como de los que apoyaban y militaban en el partido o de los que simplemente vivían en Alemania pero no compartían las tesis nacional socialistas.

Otro enfoque interesante es el que da sobre el racismo. Realiza un análisis mas secundario, para poner al lector solo en situación, pero deja ver claramente en su análisis las características que llevaron al crecimiento del antisemitismo. También deja entrever las características que están llevando al racismo contra la inmigración.

El origen judío del autor, y quizás la época en la que se escribió el libro, 1989, deja de lado un tema muy importante sobre el antisemitismo actual; el conflicto palestino - israelí. No lo nombra, sin embargo, la violencia que tomo dicho conflicto durante las sucesivas guerras y el carácter que está tomando ahora, donde Israel se encuentra a la cabeza de crímenes contra la humanidad y con el amparo de la ONU (gracias al veto estadounidense) da pie a pensar que el antisemitismo puede volver a fraguar, de una forma diferente, no como miedo al enemigo interno o extranjero interno sino en un sistema más globalizado, como miedo al perturbador global.

En resumen, creo que el punto de vista de Z. Bauman da un nuevo enfoque, a mi parecer, muy acertado, del porqué y del cómo del holocausto, de cómo fue posible que la humanidad llegara a concebir eso y de porqué no fueron (o fuimos ya que vivimos en una sociedad muy similar) capaces de evitarlo.

MODERNIDAD Y HOLOCAUSTO

Zygmunt Bauman




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Enviado por:Beto
Idioma: castellano
País: España

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