Griego


Mitología griega


LOS ORÍGENES: PRIMEROS DIOSES Y LA CREACIÓN

De acuerdo con E. Hamilton, (La Mitología, Barcelona: Daimon), “Para los griegos, los dioses no crearon el mundo, sino todo lo contrario: el Universo produjo los dioses". Mucho antes de que éstos existieran, el Cielo y la Tierra (Urano y Gea) estaban ya formados y ambos eran los primeros padres. Los Titanes fueron sus hijos, y los dioses sus nietos

Lo primero que se encuentra es Caos, desorden, confusión, oscuridad. De él nacieron dos hijos, la Noche y Erebo (profundidad donde habita la muerte). Esto es lo que existía en el Universo: sombra, vacío, oscuridad, silencio. Posteriormente, de la noche y de muerte nace el Amor, y desde este momento las cosas son distintas. El orden y la belleza sustituyen a la confusión y el vacío. El Amor crea la Luz y a su obligado compañero el Día.

Cuenta Hesíodo que, sin más explicaciones, siguió la creación de la Tierra (Gea) tras la llegada del amor y de la luz. Y también apareció el Cielo (Urano). Aunque todas la fuerzas de la naturaleza fueron representadas de manera personificada, aunque levemente, es decir con acciones propias de los seres humanos, como andando o comiendo, no parece que fuera así en el caso del Cielo y la Tierra. En todo caso, según Hamilton se los concebía como vivos y permanecían en un lugar aparte, con una vida propia.

A quienes sí se dotó con apariencia de vida fue a los hijos de Gea y Urano. Éstos eran niños monstruos, en la idea, similar a la nuestra, de que en el principio la tierra estuvo poblada por criaturas extrañas y gigantescas. Aunque con formas humanas. Eran ellos: los 3 Cíclopes y los Titanes. Al contrario que los Cíclopes, los Titanes no eran todos malhechores, sino que algunos ayudaron a los hombres.

Urano odiaba a sus hijos y al nacer los encerraba en un lugar secreto, pero la Tierra (Gea) intentó que éstos le ayudaran contra su padre, aunque sólo uno de ellos respondió, Cronos. Éste tendió una trampa a su padre y le mutiló, de cuya sangre nacieron los Gigantes y las Erinias (Furias). Éstas eran las guardianas de la pureza y la caída en el pecado. Se las representa como unos monstruos cuya cabellera era una maraña de serpientes y de sus ojos brotaban lágrimas de sangre.

Cronos se casé con Rea y tuvieron varios hijos. Pero al igual que su padre los odiaba, llegando a ser, incluso, mucho más cruel. Supo que uno de sus hijos le destronaría un día, por lo que exigió que cada hijo que naciera le fuera entregado por su esposa para matarlo. Pero ésta consiguió engañarlo con el sexto, Zeus. Cuando éste vino al mundo le presentó una piedra envuelta en un lienzo y él lo engulló como había hecho antes. Mientras, Rea lo escondió con la ayuda de su abuela Gea. Más tarde, siendo adulto Zeus, obligó a su padre a devolver aquella piedra y a todos los demás hijos que se había tragado. Esto ocurrió como consecuencia de una guerra entre Cronos, ayudado por los Titanes, y Zeus, ayudado por sus hermanos. Según los poetas fue una guerra tan terrible que amenazó con destruir todo el Universo. Los Titanes fueron finalmente vencidos, gracias a que Zeus contó con ayudas diversas, entre ellas la de un Titán hijo de Japeto, Prometeo. Pero tras la victoria de Zeus surgió un nuevo peligro, un monstruo de la tierra "la criatura más espantosa y horrible de todas", Tifón. Finalmente logró vencerlo, como dueño del trueno y el rayo. Aun hubo otro intento de los Gigantes de vencer a Zeus, pero no lo lograron. Desde entonces reinan él y sus hermanos como soberanos indiscutibles. De este modo el camino estaba allanado para que surgieran los seres humanos en la Tierra,

Son varios las leyendas que relatan la creación del hombre. Una de las más populares es la siguiente. Los dioses delegaron su creación a Prometeo, Titán aliado de Zeus, y a su hermano Epimeteo. Mientras que el primero, Prometeo, significa previsor, era incluso más inteligente y sagaz que los mismos dioses, el segundo era todo lo contrario; como su nombre indica, era torpe y atolondrado, se dejaba guiar por impulsos y cambiaba fácilmente de opinión. Y así actuó en este caso. Antes de crear el hombre entregó a los animales la mayoría de los dones, fuerza, velocidad, valor, plumas, alas, etc., no quedándoles ninguno de interés para los hombres para salir airosos en su lucha con los animales. Y tuvo que pedir ayuda a su hermano Prometeo. Y éste trazó un proyecto que daría la superioridad al hombre. Le dio una figura más noble y le concedió, a semejanza de los dioses, la capacidad de caminar de pie. Pero además, robó el fuego a los dioses y se lo entregó a los hombres. Con su astucia engañó al propio Zeus para robarle el fuego. De este modo consiguió que los hombres fueran definitivamente superiores a los animales.

Zeus se enojó con su antiguo Titán aliado y le castigó duramente. No sólo robó el fuego a los dioses, sino que hizo que las mejores partes de los animales sacrificados fueran para los humanos, entregando los restos a los dioses, grasa y huesos. Para ello haciendo gala de su astucia, mató un buey e hizo dos partes para darle a elegir al padre de los dioses. Una envolvía lo mejor del animal, la carne, pero envuelta en entrañas, y la otra, contenía los despojos, pero envueltos en grasa blanca. Zeus eligió la última, se dio cuenta del engaño, pero no podía volverse atrás y tuvo que aceptarlo. Desde ese momento preparó su venganza. Según una versión la venganza consistió en fabricar una mujer muy hermosa, hecha por Hefesto (Vulcano) y entregársela como don a su hermano Epimeteo. Éste, pese a los requerimientos de se hermano Prometeo de que no aceptara ningún regalo, la acogió y se casé con ella. Cuando comprendió lo que había hecho era demasiado tarde. Esa mujer se llamaba Pandora y venía provista de una caja que había prometido no abrir, pero, picada por la curiosidad, decidió abrirla. Levantó la tapa y todos los males, crímenes y desgracias que han afligido a la humanidad salieron de ella. Cuando se apresuró a volver a poner la tapa, sólo le quedó dentro la Esperanza. Los mortales aprendieron así que no se puede engañar al padre de los dioses. Además, castigó a Prometeo imponiéndole una tortura que consistía en amarrarlo en la cima del Cáucaso y hacer que una águila le comiera las entrañas eternamente. Mandó a Hermes para que le hiciera confesar la noticia que le había llegado de que conocía que uno de los hijos de Zeus le destronaría un día y expulsaría a todos los dioses del Olimpo, pero no quiso hablar. Prefería seguir sufriendo la tortura que ceder por la fuerza. "Nadie podrá doblegar mi voluntad" le contesto a Hermes. Éste le contestó: "¡Esas son palabras necias, que sólo pronuncian los locos!". Se sabe que unas generaciones más tarde fue liberado, pero no la causa. Unos dicen que Hércules, hijo de Zeus, lo liberó. Otros que el centauro Quiron se ofreció para ser sacrificado en el lugar de Prometeo. Pero en todo caso lo que es seguro es que no cedió. Y ha pasado a ser símbolo de la rebeldía humana contra la injusticia y el abuso de poder.

Otra versión de la creación de1 mundo es que fue creado por Deucalion, hijo de Prometeo, y su mujer Pirra tras salvarse en una barca de un gran diluvio que asolará la tierra. Al bajar las aguas, y desde un gran monte ambos empezaron a lanzar piedras, de tal modo que las que lanzaba Deucalion se convertían en hombre y las que lo hacía Pirra en mujeres.

LOS DIOSES OLÍMPICOS

Tras las vicisitudes habidas nos encontrarnos con los dioses olímpicos reinando en el mundo bajo el mando de Zeus. Puede considerarse como una tercera generación de dioses, tras los primigenios y los Titanes. Tienen su mansión en el monte Olimpo, y son doce. De ellos los tres primeros son Zeus, dios de los cielos, y sus hermanos Hades, dios de los inflemos y Poseidon, que domina los mares. Los dioses son:

  • Zeus (Júpiter): dios principal, domina los cielos y el orden social, moral y natural

  • Poseidon (Neptuno): dios de los mares y las aguas en general

  • Hades (Plutón): dios de los infiernos y del mundo subterráneo

  • Hestia (Vesta): hermana de Zeus y diosa del hogar y el fuego doméstico

  • Hera (Juno): esposa de Zeus, preside la vida de la mujer y la maternidad

  • Ares (Marte): hijo de Zeus y de Hera, dios de la guerra y las desgracias

  • Atenea (Minerva): hija de Zeus, diosa de las artes y las ciencias

  • Apolo (Apolo): hijo de Zeus, dios de la luz, la juventud y la música

  • Afrodita (Venus): esposa de Hefesto, diosa del amor y la belleza

  • Hermes (Mercurio): mensajero de los dioses, domina el comercio y las comunicaciones

  • Artemisa (Diana): domina la caza y la naturaleza

  • Hefesto (Vulcano): dios del fuego

  • Ha habido otros dioses menores del Olimpo, como Eros (Cupido), dios del amor, Hebe, de la juventud, Las Musas, que eran nueve, hijas de Zeus y Mnemosina, la memoria, y donde cada una tenía una función protectora de un arte diferente, o Las gracias, que eran tres.

    OTROS DIOSES

    a) Dioses de las aguas

    Poseidon: olímpico soberano del mar

    Océano: Titán, dios de las corrientes marinas

    Ponto: hijo de Urano y Gea, deidad del mar, de los abismos de los mares

    Nereo: deidad bondadosa del mar, padre de las Nereidas, ninfas del mar

    Tritón: hijo de Poseidon, su heraldo (con la caracola)

    Proteo: servidor de Poseidon, deidad de la metamorfosis

    Las Náyades: ninfas de las aguas, las fuentes, los ríos

    b) Dioses del mundo subterráneo

    Hades: olímpico principal del mundo subterráneo y los muertos

    Perséfone: esposa de Hades

    Tánatos: región más profunda del mundo subterráneo, de los muertos

    Caronte: barquero que conduce, por el río, Tártaro (deben pagar un óbolo)

    Ccncerbero: perro de tres cabezas guardián de la puerta del infierno

    Aqueronte, Cócito, Flegetonte y Estige: ríos del mundo subterráneo

    Las Erinias (Furias): guardianas de la pureza

    c) Dioses menores de la tierra

    Pan: dios alegre de los montes, los pastores y los cabreros

    Sileno: compañero de Dionisos, deidad de la ebriedad

    Sátiros: como Pan, hombre-cabra que habitan los lugares salvajes

    Eolo: rey de los vientos

    Centauros: hombres-caballo, bondadosos y sabios (V. Quiron)

    Las Gorgonas: eran, como dragones, y su mirada convertía en piedra a los hombres

    Las Sirenas: divinidades de los mares, cantaban y embelesaban.

    Las Moiras (Parcas): eran tres, y distribuían el destino de los hombres

    d) Dos grandes dioses: Démeter y Dionisos

    A la mayoría de los hombres los dioses no les gustaban, les temían, incluso eran poco útiles. Algunos más que otros como Ares, el de las guerras y los azotes humanos, que caía muy a los griegos, menos belicosos que los romanos que entronizaron a Marte como un gran dios. Incluso Hera aparecía como una mujer vengativa que se dejaba arrastrar por los celos. Afrodita se servía de su poder para atraer y engañar (engañó varias veces a su marido Hefesto, quizá el menos perjudicial de los olímpicos). Es verdad que formaban una sociedad que inspiraba hermosos relatos, pero "cuando no eran nefastos se mostraban caprichosos, ladinos y muy poco dignos de confianza" (Hamilton: pag. 46).

    Sin embargo, había dos divinidades diferentes a las demás. Muy importantes porque también fueron olímpicos e inmortales, aunque no estuvieran entre los doce. Eran Deméter, al igual que Zeus, hija de los Titanes Cronos y Rea, diosa de los cereales y el trigo, y Dionisos, dios del vino. Deméter era una diosa porque eran sobre todo las mujeres las que hacían las labores del campo, la siembra, la siega, etc., puesto que los hombres se ocupaban más de la caza y la pesca. De modo que una divinidad femenina protegería más su trabajo. Comprendían mejor a una diosa a la que se honraba, no como a los demás dioses, con sacrificios sangrientos que agradaban a los hombres, sino por cualquier sencillo gesto que hace fructificar el campo. Gracias a ella, los campos se hallaban santificados y bajo su protección ("el grano sagrado de Deméter). Se la representaba sonriente, con las manos llenas de espigas y amapolas, y con grandes cabellos como espigas doradas, Su fiesta se celebraba en la época de la siega, pero llegó a convertirse en una de las más grandes, conocida como los Misterios de Eleusis, por la ciudad donde se celebraba y donde se erigió su mayor templo. Fueron los misterios más famosos del mundo antiguo, admirados por los romanos, que los mantuvieron. Durante nueve días se desbordaba la alegría, los cantos, las danzas, las ofrendas (una era de una espiga a la diosa que había sido recogida en silencio). Pero lo principal que se celebraba en el templo no ha sido desvelado, ya que los asistentes hacían voto de silencio (se han producido todo tipo de especulaciones: V. Hoffmann). Por supuesto, al lado de la diosa estaba el otro gran dios popular, Dionisos, el del vino: "Cerca de Deméter, cuando resuenan los timbales, se sitúa Dionisos, de abundante cabellera". Divinidades ambas de los dones abundantes de la tierra, las dos presidían los actos cotidianos domésticos principales de la vida: el pan y el vino. De ahí que se celebraran juntas.

    Pero no todo eran alegrías: la gran diferencia es que, contrariamente a los otros dioses, éstos sufrían como el resto de los mortales. Esto los acercaba a un más a la gente, los humanizaba. Pues, ¿qué ocurre durante el invierno, cuando se ha terminado la siega y le recogida del vino? Los relatos que se daban intentaban responder a estas preguntas. Esos dioses alegres en verano, en invierno eran muy diferentes. Eran tristes, lo mismo que la tierra.

    Uno de los relatos que intentaba responder a estas preguntas nos cuenta la siguiente historia sobre Deméter. Ésta tenía una sola hija, Perséfone (Proserpina), virgen de la primavera. Se cuenta que la perdió y como consecuencia no quiso beneficiar más a la tierra. De este modo los campos se trocaron de verdes y floreados en desiertos y estériles, porque Perséfone había desaparecido. La historia cuenta que fue raptada por Hades cuando recogía unos narcisos florales, llevándosela al mundo subterráneo. El dios aparece, emergiendo de una grieta, con su carro tirado por corceles negros y se la lleva entre sus sollozos. Desde todos los rincones de la naturaleza, los abismos y las montañas, se oían gritar el nombre de Perséfone. Llegó a oídos de la diosa que la buscó durante nueve días por todos los sitios, sin que nadie se atreviera a decir donde estaba. Durante estos días erró por todo el mundo rehusando beber el néctar de los dioses, la, ambrosía, hasta que se acercó al sol y éste lo contó la verdad: Perséfone se hallaba en el mundo subterráneo entre las sombras y los muertos. Entonces poseída de un gran dolor abandonó el Olimpo y se refugió en la tierra, pero muy cambiada, para no ser reconocida. En la búsqueda llegó a Eleusis y se sentó en una piedra junto a un pozo a la vera del camino. Parecía una de aquellas ancianas que en las mansiones cuidan a los niños o de las provisiones. Cuatro hermanas jóvenes y hermosas se acercaron al pozo. La vieron y llenas de compasión le preguntaron qué hacía allí; respondió que había huido de unos piratas que querían venderla como esclava y que no conocía a nadie en aquella tierra extranjera a quien pedir ayuda. Las hermanas le dijeron que sería bien recibida en la ciudad y le ofrecieron hospedarse en su casa. Y tras hablar con su madre, ésta les hizo volver para invitarla. La diosa se hallaba enlutada con tupidos velos y cubierta hasta los pies por negros ropajes. Al atravesar la diosa el umbral llegó a la casa un extraño resplandor que sobrecogió a la madre de las hermanas. Le ofrecieron vino con miel, pero lo rechazó por agua de cebada perfumada con menta, la bebida sagrada de los adoradores de Eleusis. En la casa, Deméter acogió y crió como a un joven dios al hijo de Metanira. Una noche preocupada la medre por lo que hacia con su hijo, la vigiló y observó cómo la diosa, como parte de un ritual, lo colocaba sobre el fuego. La madre se asustó y la diosa se enfadó y arrojó al niño al suelo. Le había querido librar de la vejez y de la muerte, pero en vano. Luego Deméter dio a conocer su divinidad y ante el susto de las mujeres manifestó que para recuperar su favor debían construir un templo en su honor. Así fue como se construyó el templo y lo eligió por morada.

    Ese año fue un desastre para la tierra y la humanidad, que parecía que iba a morir de hambre, hasta el punto que debió intervenir directamente el propio Zeus. Éste envió a todos los dioses en busca de Deméter para calmar su cólera, pero ella no accedió ni siquiera a escucharlos. Hasta que recobrara de nuevo a su hija impediría que la tierra diera fruto. Zeus comprendió que su hermano debía ceder, y ordenó a Hermes que descendiera al imperio subterráneo y exigiera a su soberano la devolución de Perséfone, su esposa, a la casa de su madre. Ésta quería volver. Su marido comprendió, dada la gravedad, que debía ceder. El dios le dio a comer una pepita de granada, con la conciencia de que con ello la obligaba a volver. Hizo preparar sus carros de oro y Hermes la condujo con él hasta el templo de su madre. Ambas se fundieron en un gran abrazo, pero al contarse las aventuras pasadas, su madre lloró al relatarle lo de la pepita de oro: comprendió que no podría mantener junto a ella a su hija para siempre.

    Después Zeus le envió un nuevo mensajero, que no era otro que su propia madre, Rea, la decana de los dioses. Ésta descendió desde el Olimpo hasta la tierra árida y estéril y se acerco al templo. De pie desde la puerta se dirigió a Deméter para convencerla de que accediera a perder a su hija durante cuatro meses. Pero era tan bondadosa que entre los hombres era conocida como “la buena diosa” y viendo la repercusión que su decisión estaba teniendo, la desolación de la tierra, lo que la entristecía enormemente, decidió aceptar la oferta de Rea. Así fue como hizo reverdecer los campos, los huertos se cubrieron de abundantes frutos y la tierra toda se llenó de flores y follaje. Enseñó a los hombres la sementera del trigo, los misterios de Eleusis, "de los que nadie puede hablar, porque un temor profundo paraliza su lengua. Bendito sea aquel que los ha visto porque su destino será feliz en el mundo venidero”.

    Como puede verse, en la historia de estas diosas predomina la idea del sufrimiento, lo que las acerca más a los humanos. Deméter, la diosa de la abundancia, cada año ve morir a su hija Perséfone, la adolescente radiante de la primavera y el verano. Ella sabía lo efímero de su belleza: hojas, flores y frutos mueren cada año cuando llega el frío y desaparecen como ella misma por el influjo de la muerte. He aquí el símbolo de lo efímero de la juventud y la belleza. Si los olímpicos eran dioses más lejanos de las cosas de los hombres, ellas, lo mismo que Dionisos, eran diosas que sabían de penalidades, sufrimiento y muerte. Por eso eran tan entrañables para los hombres. A ellas podían dirigirse para implorar su compasión.

    MITO Y LOGOS

    Según Kirk hay que distinguir entre tres tipos de mitos:

    a) De entretenimiento: cuentos de hadas, leyendas, etc. "Los argonautas", "Los siete contra Tebas", "Los héroes de Troya", y otros.

    b) Funcionales o validatorios: de carácter práctico, los rituales, mitos de la fertilidad, acontecimientos prácticos o institucionales. Ejemplos: conmemoraciones de fiestas, 1º de mayo, el día de Andalucía, S. Miguel, etc.

    c) Explicativos: de fenómenos naturales, de la creación de¡ mundo, de los hombres, del vino, los cereales, el fuego, etc.

    El paso del Mito al Logos implica una transformación en el modo de explicarse los fenómenos por los griegos. Sin embargo un detallado análisis pone de manifiesto que permanece una similitud estructural entre ambos órdenes, sobre ese trasfondo explicativo, el mítico y el racional. Esto se puede apreciar si se comparan párrafos de la Teogonía de Hesíodo con la Cosmogonía de los filósofos:

    TEOGONÍA

    - Caos abre sus fauces y de su oquedad sale el aire frío

    - Gea (seca) y Urano (caliente) se unen y, gracias a Eros (lluvia, semilla, fertilidad) la tierra engendra a Pontos (húmedo), a través de un proceso de separación de la tierra seca

    COSMOGONÍA

    - Al principio hay un Estado de indistinción

    - De la unidad o amalgama surgen los contrarios: caliente-frio, seco-húmedo, por un proceso de diferenciación, formándose cuatro regiones

    Puede verse que la estructura del Mito y el Logos es la misma:

    Unidad -----> Segregación -----> Lucha y unión de contrarios

    Las primeras formas de explicación se caracterizan por su antropomorfismo, al explicar los fenómenos sobre la base de acciones y propósitos de tipo humano. Se imaginan las fuerzas naturales como vivas, conscientes e intencionales. Es una explicación por analogía con la conducta humana. De este modo los antiguos se sentían cómodos y a salvo de lo desconocido. Pero lo importante es el papel explicativo que desempeña en las sociedades primitivas dando cohesión social a las mismas. Así se explicaría que ante el terror de las tormentas se atribuyera a un dios, el más poderoso, su poder para castigar y destruir dado que se desconoce la causa natural que lo produce, siendo sustituida por la imaginación poética del mito. El que lanza el rayo está enfadado y actúa (con la intención de) para castigar por algo. Temor y desconocimiento. Los dioses se enfadan, odian, aman, son celosos, etc. igual que los humanos. De este modo los mitos se acompañarán de ritos. En resumen, se concibe la naturaleza por analogía con aquello de lo que tienen experiencia los seres humanos: sus propios motivos, reacciones, propósitos, deseos y temores, quedando así proyectados sobre ella. Los sucesos naturales se conciben como intencionados, adoptando la forma de una historia, de un relato mítico.




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    Enviado por:Maria Angel Dorantes
    Idioma: castellano
    País: México

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