Filosofía y Ciencia


Los orígenes de la filosofía y la ciencia


INDICE

PAG.

1. COMENTARIOS INICIALES.................................................…...... 1

2. HISTORIA DE LA CIENCIA DESDE HOMERO HASTA

FINALES DEL SIGLO V a.C................................................................ 1

2.1) Los adelantos del pensamiento racional: Homero y Hesíodo.......................................…………….......................... 2

2.2) La crisis religiosa de los siglos VII y VI a.C..............……............ 2

2.3) La filosofía jónica hasta Heráclito...................…….........................3

2.4) El occidente griego: Desde Pitágoras

hasta Empedocles...................................................…...........… 4

2.5) La interpretación alegórica y racionalista de los mitos..........................................................................................5

2.6) El atomismo y los comienzos de la medicina

científica. Ciencia y filosofía.................................................… 6

2.7) La sofística..............................................................................……7

2.8) Sócrates...................................................................................……8

3. EL SIGLO IV a.C..............................................................................10

3.1) Caracterización general..........................................................……10

3.2) Platón............................................................................………....11

3.3) Aristóteles...............................................................................…..14

3.4) La ciencia y la literatura......................................................……...20

4. EL HELENISMO..........................................................................…21

4.1) La época helenística.............................................................……...21

4.2) Las ciencias particulares...........................................................…..23

5. GRECIA: INGENIEROS Y MECANICOS CON LA LEYES

EN LA MANO.....................................................................................28

6. COMENTARIOS FINALES.............................................................31

BIBLIOGRAFIA...................................................................................32

1. COMENTARIOS INICIALES

Debe aclararse desde un principio que con este trabajo no se espera ofrecer una exposición completa de toda la filosofía e historia del mundo griego, sólo se pretende exponer una visión general, centrada en los filósofos y descubrimientos científicos más importantes del mundo griego.

Por ello, habrá partes del trabajo en las que nos centraremos más (como es el caso de los filósofos más universales, ciencias particulares en las que más adelantos llevaron a cabo los griegos, ...), mientras que en otras sólo haremos mención de ellas.

2. HISTORIA DE LA CIENCIA DESDE HOMERO HASTA FINALES DEL SIGLO V a.C.

2.1) LOS ADELANTOS DEL PENSAMIENTO RACIONAL: HOMERO Y HESÍODO

“Hesíodo y Homero han elaborado la teogonía de los griegos, han dado a los dioses sus apelativos, han distribuido entre ellos derechos, honores y los ámbitos de sus obras, y han aclarado sus imágenes.” HETERODOTO (II, 53)

Esta cita no significa que Hesíodo y Homero fueran los fundadores de la religión helénica, pero pusieron un orden en la fabulosa multiplicidad de las representaciones religiosas y de los usos religiosos. Lo muy humano de los dioses homéricos tenía que poner en peligro la seriedad de una auténtica religión. La intención de “disfrazar el mito” es inconfundible en más de un punto de su literatura.

La tendencia al intelectualismo propia del espíritu griego, que se manifiesta en el juicio despreocupado de los dioses, se muestra también especialmente en el terreno de la ética. Lo que denominamos sentimiento moral es para el hombre homérico un saber: este hombre “sabe” lo prudente o lo necio, lo justo o lo injusto, lo honesto o lo deshonesto, lo suave o lo rígido, lo jurídico o lo sin ley, lo salvaje y dañino o lo debido y bueno. Esta concepción de la idea de la dependencia del comportamiento humano respecto del “saber”, es ya aquí la misma que en la doctrina socrático-platónica, según la cual, aquel que “sabe” el bien, esto es, que lo ha reconocido en su esencia, lo hace además. No hay aún en general una distinción entre costumbres y moralidad.

También Hesíodo, como Homero, conoce el sentido de “sabiduría”(la Sofía).

Los antiguos situaron pronto a Hesíodo al mismo nivel que Homero, y un poema tardío, la llamada “Disputa entre Homero y Hesíodo”, otorga incluso el premio de la sabiduría y del arte al cantor del trabajo pacífico. Así triunfa aquí la reflexión sobre el arte, el entendimiento sobre la fantasía. Se levanta una nueva época grávida de duras luchas político-sociales y espirituales.

2.2) LA CRISIS RELIGIOSA DE LOS SIGLOS VII Y VI a.C.

El período comprendido entre la mitad del siglo VII y la mitad del siglo VI a.C., fue una época de grandes transformaciones. Hacia afuera, los “helenos”-nombre que reciben hoy en día todas las ramas del pueblo griego se expanden a las numerosa colonias que se habían fundado, a consecuencia del gran aumento de la población además de las convulsiones políticas internas.

Se produjo la caída de la monarquía y de la aristocracia debido a las terribles luchas que se produjeron dentro de las distintas ramas del pueblo griego. Con la transición de una tiranía temporal, se creó la “polis”, en la cual se fundió el elemento aristocrático con el elemento medio urbano en una constitución de tonos unas veces más bien aristocráticos y otras más bien democráticos.

La influencia del libre pensamiento homérico unas veces y de la seriedad vital hesiódica otras, la dureza de aquella vida combativa da lugar de vez en cuando a un pesimismo casi desesperado. La religión cultural y la oficial, que se interpretaba orgánicamente en la polis con el estado para formar un todo único e indivisible con diversos tonos y colores en las

diversas ciudades según las respectivas divinidades predominantes, no bastaba ya para satisfacer las necesidades religiosa e ideológicas, más profundas en amplios círculos de la población.

Se abrieron entonces dos caminos entre aquellos que no estaban satisfechos con la vieja religión: el camino de la mística, con su saber de salvación, y el del pensamiento libre y la investigación, abierto en aquel mismo momento por la FILOSOFIA JONICA.

2.3) LA FILOSOFIA JONICA HASTA HERACLITO

Fue en el mercado del mundo antiguo, Mileto, donde la filosofía vio la luz. Mileto, la ciudad donde todos los pueblos del Mediterráneo procedían al cambio de sus mercancías. La filosofía no nació, por tanto en calmo retiro. De la misma manera, los pensadores más antiguos no procedían como ascetas alejados del mundo, sino que fueron hombres distinguidos y curiosos y abiertos al mundo, políticos en parte. Como cabeza (archegetes) de la primera fase de la filosofía helénica, de la presocrática y a la que suele llamarse filosofía natural (referido a la Física), en razón de su tema capital, cita Aristóteles a Tales. Este como Sócrates, Pirrón y Epiceto, no han escrito nada, aunque debe haber existido una recopilación de sus sentencias.

Los pensamientos de Tales son los siguientes: Tales veía en el agua el principio del ser. Pero esta doctrina no debe entenderse sólo en el sentido de que todo lo que existe procede del agua, sino además en el sentido de que la verdadera substancia de todas las cosas es el agua.

La ciencia natural y la filosofía de la naturaleza no estaban aún separadas y de este modo se atribuyen a Tales otros descubrimientos menores astronómicos y técnico-matemáticos: Tales afirmó y precisó la dirección norte de la Osa Menor y halló algunos teoremas geométricos elementales que bastaron para permitirle medir desde la costa la distancia a que se halla un buque visible en el mar. También se le atribuye la medición de la altura de las pirámides egipcias sobre la base de la observación de que a una hora determinada los objetivos tienen la misma altura que las sombras que proyectan.

El segundo filósofo milesio, Anaximandro, que intervino políticamente en el establecimiento de una colonia en Apolonia, en el mar Negro, escribió el primer libro filosófico. De este libro se conserva el siguiente fragmento: “El origen de las cosas es lo indefinido (ápeiron). De donde surgen las cosa (tisis) según el orden del tiempo”.

El tercer milesio, Anaxímedes, vio la sustancia fundamental en el aire, a partir del cual se origina lo cálido, el fuego, por rarificación, y lo frío-viento, nubes, agua, tierra, rocas- por condensación.

Un paso más por el camino de la espiritualización de la divinidad es Heráclito de Efeso. Este parte del hombre en su especulación: “Yo me busqué a mí mismo”. Y en esta búsqueda tropieza con el elemento fundamental de la vida espiritual, el “logos”, palabra que significa en griego “razón”, “pensamiento” y “palabra” al mismo tiempo. Esta razón es sin duda común a todos, pero la mayor parte de los hombres se sirve tan mal de ella, que se rigen por impresiones subjetivas, prejuicios e interese que podría pensarse que tuvieran una “razón particular”. Heráclito imagina el principio de la vida espiritual como atado a un sustrato material que encuentra en el “fuego” o éter, una especie de sustancia del calor. Este fuego dotado de razón, que se transforma en aire, agua, tierra y vuelve a sí mismo por el camino inverso, es la sustancia unitaria de todas las cosas, por diversas que éstas sean. Con respecto a esto dijo: “Este mundo, el mismo para todas las cosas, no fue creado por un dios ni un hombre, sino que fue siempre, es y será fuego eternamente vivo que se enciende y se apaga rítmicamente”. De aquí derivan tres ideas fundamentales de Heráclito: la unidad de todos los entes, su eterno cambio y transformación y la inviolable legalidad de todo el acaecer.

Heráclito ha influido intensa y duramente en la posteridad. Por su doctrina del mundo, el objeto principal del conocimiento, se encuentra en eterna transformación, en constante fluir, dio a los sofistas motivo para las primeras reflexiones de la TEORIA DEL CONOCIMIENTO.

2.4) EL OCCIDENTE GRIEGO:DESDE PITAGORAS HASTA EMPEDOCLES.

Pitágoras de Samos, abandonó su patria y se instaló en Crotona, en la Italia meridional. Tres cosas seguras nos cuenta de él la tradición:

1ª. Que enseñaba la doctrina de la transmigración de las almas.

2ª. Que desarrolló estudios matemáticos y astronómicos.

3ª. Que reunió a sus discípulos en torno suyo en una asociación

organizada.

Pitágoras defienden la “purificación” del alma de la sensualidad y su liberación del cuerpo se consigue mediante la actividad espiritual y la autoeducación moral. El pitagorismo es así un aristocratismo de espíritu y del carácter.

El principio fundamental de la ciencia y de la filosofía pitagórica dice que el número es la esencia de todas las cosas. Por raro que esto suene, resulta comprensible cuando se añade que los pitagóricos llegaron a su doctrina por la observación de que la diversa altura de los sonidos depende de la longitud de las cuerdas del instrumento musical, y que, por lo tanto, los intervalos musicales pueden expresarse por determinadas proporciones matemáticas. Así, pasaron de la música a la matemática, en la que se hicieron famosos por el llamado TEOREMA DE PITAGORAS sobre el triángulo rectángulo, el cual, era ya conocido de los babilonios y de los hindúes. Los pitagóricos consideraban que las formas matemáticas más perfectas son: entre las superficies, el círculo, y entre los cuerpos, la esfera. Así, llegaron a la idea de que los cuerpos celestes son esféricos, tanto la Tierra, como los astros, y a la idea de que los planetas se mueven en órbitas circulares; de este modo, crearon los fundamentos de la astrología, aunque sería desarrollada por las generaciones pitagóricas siguientes. Todo ello les movió a ver en el mundo un cosmos, un orden normativo fundado en números y la medida.

Además de la astronomía, la música y la matemática, la medicina tiene que haber gozado de un pronto cultivo entre los pitagóricos y su círculo.

Parménides de Elea. Este filósofo debe su importancia a su aguda distinción entre la percepción sensible y el pensamiento. Parménides declara que el ser es limitado y comparable “a la masa de una esfera bien redondeada, la cual se encuentra en equilibrio en todas las partes a partir del centro”.

Empedocles. La concepción empedoclea del mundo es un curioso dualismo. Existen dos mundos: el de los sentidos o terreno, y el suprasensible o celeste.

2.5) LA INTERPRETACION ALEGORICA Y RACIONALISTA DE LOS MITOS.

El método de la interpretación alegórica de los mitos consiste en no entender al poeta literalmente, sino buscar una “segunda intención” o significación oculta por debajo de sus figuras míticas, y encontrarla. Como el mito es una mera imagen de la realidad, es lícito retirar la cobertura imaginativa para que la realidad aparezca. Esta realidad puede ser de dimensión física o ser una idea ética. El poeta dice algo distinto de lo que piensa: habla alegóricamente.

La interpretación racionalista de los mitos es de otra naturaleza: también pretende salvar un correcto núcleo del mito, pero al mismo tiempo declara que éste, como tal, no debe ser creído. Por eso tiene esa interpretación racionalista un carácter más agresivo que apologérico, y ve en las narraciones míticas hechos históricos disfrazados y exagerados para que parezcan maravillosos. Así pues, hay que eliminar de esas historias todos los elementos sobrenaturales y maravillosos, y así se obtiene al final un resto histórico verdadero.

La primera interpretación de los mitos penetró en la filosofía misma. Ya de por sí, esta interpretación era una crítica del mito, la interpretación racionalista es la aclaración intencionada de un hecho histórico que se supone contenido en el mito.

2.6) EL ATOMISMO Y LOS COMIENZOS DE LA MEDICINA CIENTIFICA. CIENCIA Y FILOSOFIA.

El atomismo es el cierre de la filosofía presocrática. Es, junto con el sistema de Empédocles y Anaxágoras, el tercer intento de mediación entre las concepciones fundamentales de Heráclito y Parménides. También el atomismo acepta el corpúsculo mínimo e indivisible, los átomos, los cuales no difieren más que en dimensión, forma y peso, y son imperecederos; la unión o separación de los átomos es el devenir y perecer de los seres indivisibles.

Demócrito es un personaje poseído por la misma pasión de conocimientos que Anaxágoras y también dedicó toda su vida a la investigación: elaboró una meditada Teoría del conocimiento, donde distingue entre el “conocimiento oscuro” de la percepción sensible, y el “conocimiento auténtico”, fruto del pensamiento.

El lazo filosófico aún mantiene a Demócrito con gran esfuerzo, la unión de las investigaciones en todos los terrenos que abarcó, aunque de muchas de sus obras no nos resten más que los títulos. En ellos, sin embargo, vemos como las ciencias particulares -matemática, astronomía, geografía, botánica, zoología, antropología, ...- comienzan el camino de separación de la filosofía especulativa. De todas estas ciencias, la medicina fue la primera en establecer sus propias bases y entra en la literatura con una protesta contra la fe religiosa tradicional, tal y como ocurrió con la historia jónica.

Hipócrates de Cos es el fundador de la medicina científica. Conservamos de él, entre otras obras, dos escritos quirúrgicos principales: “Acerca de las fracturas de los huesos” y “Acerca de la reducción de las luxaciones” o de la articulación de los miembros.

La cirugía constituyó una parte muy importante del “arte” médico: en ella se trataba de devolver el miembro desarticulado mediante una “correcta intervención”, a su situación natural. Por eso, dice Hipócrates, que su doctrina acerca de los métodos de la curación se establece como “una ley justa” (el concepto de recto o adecuado, se traslada pues sistemáticamente a la naturaleza, y el hombre no merece ese calificativo de justo más que cuando sigue la huella de la naturaleza).

La separación de la medicina de la filosofía es el primer ejemplo importante de la independización de las ciencias particulares, independización que será enérgicamente favorecida por la sofística. Pero por otra parte, las ciencias particulares deben a la filosofía, el espíritu filosófico que va más allá de la mera descripción de la naturaleza y de la mera comprobación de hechos: ese espíritu ha animado siempre a las ciencias entre los griegos, y les ha posibilitado sentar los fundamentos permanentes de toda futura investigación.

2.7) LA SOFISTICA

El movimiento espiritual que desde mediados del siglo V aproximadamente se difunde por toda Grecia y al que desde Platón suele darse el nombre conjunto de sofística, no se encuentra en modo alguno fuera del marco del anterior desarrollo del pensamiento griego, sino que constituye la continuación y el complemento de la filosofía jónica por el lado de la problemática humana. El objetivo que había suscitado la admiración de los filósofos jonios y había ocupado principalmente su reflexión había sido el mundo, esto es, la naturaleza no humana. Esta filosofía no considera generalmente al hombre más que como parte de la naturaleza, como ser animal. Con esto la sofística, filosofía de la cultura, se coloca al lado de la más antigua filosofía de la naturaleza, como hermana e igual de ésta.

La “sabiduría” (Sofía) griega ha tenido siempre una doble faz: práctica y teórica. Así se comprueba también en las doctrinas de la sabiduría propias de la sofística. Puede incluso decirse que sus teorías no son más que la infraestructura de la eficacia práctica, que era para ella lo principal. Los sofistas consideran que su tarea esencial es la educación y la formación de los hombres.

Protágoras de Abdera fue el más genial de los sofistas. El escrito principal de Protágoras tenía por título “Verdad” y un agresivo subtítulo tomado de las escuela de lucha atlética: “o discursos derribadores”. En esta obra declaraba la guerra tanto al ser inmutable de Parménides como al paso hacia adelante por el camino de la Teoría del Conocimiento.

Es discutible el problema de si Protágoras ha escrito o no acerca de otros particulares talentos, artes y ciencias (téchnai). Se ha conservado un notable fragmento según el cual la tangente no se toca a la circunferencia sólo en un punto: se trata de la negociación de una doctrina de la matemática, y en esa negación echa a faltar una adecuada distinción entre líneas y figuras ideales matemáticas y líneas y figuras empíricas.

2.8) SOCRATES

Sócrates comparte con la sofística el apartamiento de la naturaleza cósmica y la orientación hacia el hombre. También comparte con ella el deseo de educar a los hombres- especialmente jóvenes- en el pensamiento independiente, y también tiene en común con ella la actitud crítica respecto del orden y de las costumbres tradicionales en la religión, el estado y la sociedad.

Tras la verosimilitud Sócrates busca la verdad, tras la costumbre busca la moralidad, tras el derecho la justicia, los principios de un orden social detrás del estado y la divinidad detrás de los dioses.

Existe un rasgo fundamental en la “rareza” de Sócrates: tal es el sentido de su ignorancia, es decir, su negativa a imaginarse un saber que realmente no existe. La “ironía” con que trata a los supuestos sabios, como si realmente supieran, les pide que le enseñen y acaba por poner de manifiesto que en realidad no saben nada.

Según el uso lingüístico griego, coinciden plenamente para Sócrates el mal físico y el mal moral, , el obrar bien con el estar o encontrarse bien, el estar mal con el obrar mal. Es muy probable que lo bueno coincidiera para él con lo útil, en el sentido de aquello que verdadera y duraderamente favorece al hombre y lo promueve. Para reconocer esto y saber distinguir al mismo tiempo los bienes verdaderos de los falsos, hace falta poseer un conocimiento especial que se logra por medio del pensamiento. Los bienes falsos son los bienes externos, más o menos materiales; los verdaderos, en cambio, son los valores anímico-espirituales. Entre los primeros, hay que incluir la riqueza y los honores; entre los segundos, la verdad y la prudencia. Aquel que ha aprendido esta distinción, es “el hombre que sabe”. La conducta humana depende pues del conocimiento, cierto que no en el sentido de un saber aprendido, sino en el de la propia visión y comprensión de la esencia del bien como lo único que puede ser favorable al hombre; esa comprensión se consigue mediante una meditación seria. El que finalmente la obtiene, no puede desear dañarse a sí mismo. Dañarse, empero, es cosa que sólo puede realmente hacerse cometiendo injusticia, y por ello es mejor sufrir la injusticia que hacerla. Ni el triunfo del soberbio ni los sufrimientos del justo pueden hacerle abandonar esta doctrina. Por ello obra él mismo según lo que prescribe su doctrina, y por eso tampoco puede intervenir en la política, precisamente porque en realidad “lucha por la justicia”.

Esta ética sobrática descansa en dos columnas fundamentales: la autonomía y la autarquía. Es una ética autónoma, pues no brota de la costumbre ni de la ley de la polis, sino de la personal interioridad de Sócrates, de la fuerza de su predisposición ético-espiritual de su razón. Por eso permite a todo hombre que la examine con su pensamiento racional para comprobar su verdad. Pero su ética descansa también en la autarquía; no como la capacidad de procurarse todo lo necesario independientemente de los demás, sino en el sentido de la personalidad firme basada en sí misma y cuya robustez no procede de la comunidad, sino de su propio y más íntimo ser.

El pensamiento y la acción, el ánimo y la obra, la vida y la muerte de este hombre coinciden en armonía, y así, esa ética socrática, a pesar de su tenso idealismo moral, es totalmente inmanente. Vale con independencia de que exista una vida de ultratumba o no exista; esta última, por lo demás, es una cuestión que Sócrates a diferencia de Platón, deja sin resolver.

Sócrates no era pues “ateo”. No rechazaba por tanto en bloque la religión popular, sino que aspiraba a una interiorización y moralización de la religión griega.

La coincidencia entre la religión y el orden estatal había sido hasta entonces el presupuesto indiscutido de la polis. La filosofía y la sofística ponían esa coincidencia en tela de juicio. La respuesta del orden social fueron los procesos religiosos, basados en el convencimiento de que en los demás filósofos y sofistas la duda era de naturaleza puramente teorética e intelectual, que no excluía en la práctica un compromiso por lo menos. En Sócrates, el conflicto con el estado se hace agudo precisamente porque el fisósofo se toma en serio la religión: ponía de manifiesto, en efecto, que el individuo puede decidirse por una religión, más elevada por lo demás, que no coincide con la del estado.

El tribunal de la polis pronunció la sentencia de muerte contra el hombre que había penetrado con la mirada sus insuficiencias y había exigido, basándose en esa penetración, una concepción más generosa, y profunda de la vida, de la piedad y de la justicia, y una reconstrucción del estado. Por ello, fue declarado enemigo del pueblo. El mismo reconoció que el conflicto era inevitable y consideró “natural” su muerte por voluntad de la divinidad. Con su muerte selló la veracidad y la unidad de su pensamiento y de su vida, y se convirtió en un modelo para todos los tiempos.

Poco después se hundía la polis; pero en la nueva edad, la semilla sembrada por Sócrates produjo centuplicado el fruto. Sócrates ha hecho al hombre dueño espiritual de su existencia, enseñándole que la ley que alienta en su pecho, el logos, la razón, como norte de su pensamiento y de su conducta. Y así ha dado orientación no sólo a las escuelas que se originaron directamente de él, las escuelas “socráticas”, sino también a la filosofía helenística.

3. EL SIGLO IV a.C.

3.1) CARACTERIZACION GENERAL

La polis, con su dualismo interno y externo, las luchas de partidos entre oligárquicos y demócratas, la contraposición entre Esparta y Atenas, eran motivos históricos que precipitaron su extinción.

Platón, con sus esfuerzos de renovación política, llega poco a poco a una reconstrucción de toda la filosofía, y Aristóteles, con su incomparable universalismo, intenta organizar en su sistema filosófico todo el saber de la época, dando culminación a la investigación de la realidad.

El siglo IV, a pesar de en muchos terrenos -como la filosofía- alcanza verdaderas cimas, tiene el carácter de un período de transición hasta una nueva época: el Helenismo, que comienza con Alejandro Magno al conseguir la sumisión de Oriente, determinando con ello el horizonte cosmopolita de la nueva época.

3.2) PLATÓN

-Platón y la Academia Antigua: Según su propia confesión, de acuerdo con las esperanzas de su aristocrática familia, dispuesta a allanarle el camino en este sentido, quiso en primer lugar hacer carrera política; una observación de la “República”, nos permite aún adivinar lo profunda que fue la lucha interna y externa que sostuvo antes de abandonar aquel proyecto. La restaurada democracia se mostró impotente para ello, precisamente al mancharse con la muerte de Sócrates. Y ésta fue la segunda experiencia decisiva para la vida y el espíritu de Platón: ella le llevó al convencimiento de que “sólo la verdadera filosofía permite descubrir la justicia en la vida pública y en la vida privada, y que la desgracia del género humano no terminará hasta que el linaje de los filósofos justos y verdaderos lleguen al gobierno de los estados, o los gobernantes de los estados se conviertan en verdaderos filósofos por divina disposición...”. Esta idea se encuentra precisamente en la mitad de la “República”. La tarea que se impuso desde entonces Platón fue la de convertirse en un reformador social de gran estilo.

En su búsqueda de una nueva forma de comunidad estatal, Platón desea conseguir algo que no había existido en Grecia hasta entonces y cuya falta había sido notada ya por Sócrates (no en vano, Platón fue discípulo de Sócrates, y nos legó los pensamientos de su maestro): una educación popular sistemática. La actuación política y la lucha por la justicia no podían seguir siendo actividades separadas como hasta entonces, sin que trabajar para el estado y realizar la justicia debían ser una y la misma cosa. En este nuevo sentido de la política había sido Sócrates el único político verdadero. Pero para conseguir políticos así, lo primero que había que hacer era educarlos, y educar al pueblo a someterse voluntariamente a ellos. Para ello hacía falta, según el principio socrático, especiales y el problema especial que debían dominar los gobernantes del pueblo era nada menos que el de la verdad y la justicia.

Platón llegó a la doctrina de las Ideas siguiendo a Sócrates, buscando ante todo en el terreno moral un absoluto que fuera a la vez inmutable objeto conocido y firme norma de la conducta. Lo halló en las ideas de lo bueno, lo justo, lo piados, lo verdadero, lo hermoso, etc. Las primera manifestaciones fundamentales de esa doctrina se encuentran en el “Gorgias”. Esta intuición conseguida en el ámbito de lo anímico-espiritual se amplía luego hasta constituir una contemplación general del mundo entero: al igual que el hombre individual no es bueno sino por y en la medida en que alienta en él la idea del bien, o su conducta no es buena sino porque “participa” de la idea del bien, o un objeto particular de la naturaleza o del arte, una flor, un animal, un hombre, una construcción, una estatua o una pintura no son hermosos más que en la medida en que participan de la idea de lo bello, así todos los seres individuales en general no reciben su ser sino de las ideas correspondientes: el hombre de la idea de lo humano, el animal de la idea de animal, etc. Es decir, Platón ha encontrado lo que buscaba Sócrates: lo general, el concepto. Pero lo característico es que Platón no atribuye realidad, ser verdadero, más que a esos concepto que “abstraemos”, esto es, “sacamos” de las cosa. Como gráficamente expone en la alegoría de la caverna al comienzo del libro VII de la “República”, el mundo que conocen los sentidos no es más que una turbia sombra del mundo eterno de la ideas puras, aprehensible sólo con el pensamiento. La consideración de Platón atiende sólo a este mundo, y en él ve reinar, en la cima de la pirámide de las ideas a la idea del Bien, fuente de todo ser y de todo pensamiento, que es el absoluto, la divinidad, y como tal, se encuentra incluso “más allá del ser”. La investigación del perceptible mundo terreno, la ciencia de la naturaleza y la historia, son siempre para Platón ocupaciones marginales, y sólo en su vejez se decide a dar en el “Timeo” un concepto de física.

Para los filósofos verdaderos y justos, la vida terrena no es más que una ejercitación de la separación del alma del cuerpo, que luego se producirá plenamente en la muerte: una “preparación para la muerte”.

Hay dos ciencias que merecen profundización, y hasta son imprescindibles como introducción a los conocimientos supremos y últimos: la matemática y la astronomía:

-La matemática se ocupa de las representaciones abstractas, no sensible. El número, en el que los pitagóricos creyeron reconocer la esencia de todas las cosas, es lo más abstracto que puede pensarse; y los principios de la geometría no se refieren a los puntos, líneas y superficies perceptibles por los sentidos, sino sólo a las “formas” (eide) exclusivamente aprehensibles por el pensamiento.

-La astronomía no se ocupa de los cuerpos terrestres, sino de los seres celestes, pues los astros, según debe inferirse por su automovimiento, están animados, sol “los dioses visibles”, y la regularidad de su movimiento y la posibilidad del mundo del cálculo previo de éste, no es prueba de una mecánica del mundo de los astros, sino del hecho de que, como en todas partes, también en el cielo la esencia de las cosas es la idea.

Hay que instruir a los futuros gobernantes en estas dos ciencias, introductoras a la doctrina de las ideas, o dialéctica, así como también en la música, igualmente basada en ritmos y armonías matemáticamente calculables. Con esa educación aprenderán a reconocer la esencia de las cosas.

El creador del mundo, el “Demiurgo”, sea intencionado invento de Platón, mito justificado, es seria creencia suya la de que el mundo es una “idea divina”, producido y formado en verdad por la providencia de Dios. Por último, Platón está convencido de que el conocimiento filosófico de Dios y del mundo estará reservado siempre a una ínfima minoría de espíritus elegidos mientras que, por otra parte, es imposible educar al pueblo sin religión.

Platón fundó la institución que recibió el nombre de Academia, primera escuela griega de filosofía. Allí, lo principal era la introducción a la filosofía especulativa. De todas las ciencias particulares, se cultivaban sólo la matemática y la astronomía, que eran las únicas que Platón consideraba imprescindibles.

La filosofía de Platón es un gran intento de enlazar lo racional con lo irracional, lo sensitivo con lo suprasensitivo, lo perecedero con lo imperecedero, lo temporal con lo eterno, lo terreno con lo celeste, y lo humano con lo divino. Platón descubre la respuesta a la pregunta definitoria de Sócrates al dar con lo general, con los conceptos, pero los hipostatiza en ideas eternas y da lugar asía a un completo desdoblamiento del mundo, un dualismo, que en contraposición con las originarias concepciones griegas, reconoce el ser verdadero sólo en las ideas invisibles, mientras que condena al mundo visible a la condición de inconsistente juego de sombras.

Más tarde, su más grande discípulo inmediato y, el único congenial con el maestro, Aristóteles, consideró como tarea suya el refundir en formas nuevas lo que fuera salvable del platonismo y salvarso así para la posteridad.

3.3) ARISTOTELES

Con Aristóteles alcanza su culminación la orientación de la vida espiritual griega que había empezado con Tales, esto es, la progresiva represión del mundo de las representaciones míticas por la consideración reflexiva y empírica del mundo y de la vida; pero no sólo de los filósofos jonios sufre influencia Aristóteles, sino también directamente de la sofística, por encima de Sócrates y Platón. No obstante, también la lógica despiadada y el idealismo ético de Sócrates han influido en Aristóteles a través de Platón, a pesar de la lejanía de los dos personajes; sobre esta base se ha levantado Aristóteles hasta la altura de un pensamiento y una investigación plenamente independientes. Pues con su espíritu universal abraza Aristóteles el entero saber de su tiempo. Es para mucho tiempo el hombre que consuma numerosas ciencias particulares: pero también es, a la vez, el fundador de otras.

Los orígenes de la filosofía y la ciencia

La totalidad del saber constituye en él un organismo cerrado y vertebrado por sus principios metafísicos. La unidad del cosmos corresponde a la unidad del conocimiento. Aristóteles no es sólo el continuador de Platón, sino que, a pesar de toda la piedad con que respeta a su maestro, lleva a cabo una penetrante crítica de la doctrina central de éste, la teoría de las ideas. La hazaña de Aristóteles consiste en haber suprimido la existencia trascendente de las ideas y haber introducido el “eidos” en la naturaleza como principio inminente de la forma. Así, ha encontrado Aristóteles el camino hacia el mundo real.

Aristóteles tenía una forma de pensar muy distinta de la de Platón: mientras que el pensamiento platónico se orienta predominantemente hacia el ser suprasensible, frente al cual pasa a segundo término el mundo del devenir y del perecer, Aristóteles vuelve a colocarse firmemente con los pies en la tierra, “en la Tierra duradera de hermosa forma esférica”, sin olvidar por ello el mundo de los valores eternos; y mientras que Platón movido por el entusiasmo, hace que su pensamiento se levante hasta un “espacio suprasensible”, Aristóteles es siempre, incluso en su pensamiento especulativo, el sobrio observado e investigados que concede siempre a la experiencia sus derechos propios. Este robusto sentido de la realidad, beneficia a su investigación científico-natural y da también más relación con la vida a su pensamiento en el terreno de la filosofía de la cultura.

El parentesco de Aristóteles con el pensamiento presocrático se manifiesta de modo especialmente claro en su concepto de la divinidad, el cual no es propiamente más que un postulado de su física. Convencido de la eternidad y de la indestructibilidad del mundo, Aristóteles no necesita ningún creador; pero el movimiento de los cuerpos celestes y la vida en la Tierra exigen una explicación, una respuesta a la pregunta que inquiere por la ultima causa. Al igual que Anaxágoras, el filósofo jonio al que más apreció Aristóteles, ve esa causa en “el primer motor” o moviente, el cual no es a su vez movido por nada y constituye la causa del mundo y de su orden. Como Anaxágoras, da a esa última causa de todos los fenómenos el nombre de “Espíritu” (nous: propiamente, “capacidad o fuerza de pensamiento”). El nous flota como forma pura más allá del mundo material, sin mezclarse con él, aunque lo mueve “como el objeto amado mueve al amante”, esto es, no de un modo mecánico, sino dinámicamente. El primer motor es la unidad.

Este Dios es energía incorpórea, eterna y pura, puro pensamiento, suprema y eterna vida. Es la fuente del ser y de la vida en el mundo, y en esa ininterrunpida actividad consiste su placer, su felicidad.

Aristóteles inserta al hombre en la totalidad de la naturaleza. Su actitud respecto de ésta es completamente diversa de la de Platón: mientras que Platón no ve en la naturaleza más que el reino del devenir y el del perecer, el cual, a diferencia de las ideas eternas e inmutables, no puede ser realmente conocido, sino sólo objeto de ciertas probabilidades, para Aristóteles, la naturaleza consiste el campo de la investigación más importante. Con su tesis de la inmanencia de la forma (eidos) a la materia (hile) supera el dualismo platónico. Esto es la llamada teoría hilemórfica y viene a decir: la substancia (primera) es el “ser” propiamente dicho, el individuo concreto (Sócrates, por ejemplo). En él se encuentra realizada la esencia o la especie (substancia segunda: “hombre”, por ejemplo), la cual se predica de él (de este modo decimos :”Sócrates es hombre”). Con ello afirma Aristóteles que este mundo es el mundo real y que la pluralidad y el devenir son reales (hay muchos individuos de la misma especie, y están sometidos a cambios permanentes). De este modo, Aristóteles entiende oponerse a Parménides y a Platón (para este último, la substancia es la Idea, y, por ejemplo, la Idea “hombre” es única y está substraída del devenir). Es decir, Aristóteles introduce en la substancia el concepto del devenir o desarrollo. Para explicar este hecho, Aristóteles sostiene que la substancia, es decir, el individuo concreto, es un compuesto de materia (hile) y forma (morphé).

La forma es la esencia de la cosa, la substancia segunda, la especia, y es, según Aristóteles, eterna; pero no existe sino en la materia: forma embebida en la materia”. Al fabricarse una esfera de bronce o al engendrar a un hombre, ni la esfera ni la naturaleza humana son engendradas o fabricadas. Lo que se produce, es un compuesto que tiene esa forma o esa naturaleza. Por eso, todo lo que deviene debe poseer también materia, la cual recibe esa forma, como sujeto último de la misma.

Evidentemente, Aristóteles confiere una clara prioridad a la forma. Ella es la esencia del individuo y sólo con ella es definible y cognoscible.

La teoría de la potencia y el acto -que es una generalización de la teoría de la materia y de la forma, y quizás la más importante aportación aristotélica a la filosofía occidental- es la última explicación del devenir de la substancia.

En todo ser hay lo que ese ser ya es -el acto- y su poder llegar a ser -la potencia-, lo que todavía no es.

La potencia es de dos tipos: -activa: poder o facultad de producir un

efecto en otra cosa.

-pasiva: posibilidad de pasar de un

estado a otro y de recibir la acción de

una potencia activa.

Para designar el acto, utiliza Aristóteles dos expresiones que, con mucha frecuencia se utilizan como sinónimos: enérgeia (que se puede traducir por “acto”) y enteléchia (que carece de traducción).

Enérgeia es la “acción” mediante la cual algo pasa de la simple posibilidad a su perfeccionamiento y acabamiento final; y a este término alcanzado por la acción es a lo que Aristóteles llama, en su sentido estricto, enteléchia.

La potencia es algo real en el ser, y también algo distinto en el acto. El acto posee prioridad absoluta sobre la potencia.

Potencia-acto y materia-forma son estructuras paralelas. La materia es o está en potencia (pasiva) de la forma. Y la forma es lo que actualiza la materia, la perfecciona y confiere al ser su potencia activa para obrar.

La prioridad de la forma conduce a Aristóteles a afirmar que la explicación última del universo consiste en la existencia de formas puras (absolutamente libres de materia), siempre en acto. No quiere decir que se reconstruya el mundo de las Ideas de Platón: esas formas puras son substancias individuales, son los dioses que mueven el Universo. Pero entonces la Metafísica se convierte en Teología y conduce a la Física.

Como los viejos filósofos presocráticos, Aristóteles vuelve a unir el pensamiento especulativo y la observación empírica en un tipo de investigación que permite dar a cada factor lo suyo y utilizar lo que hay de aprovechable en la doctrina de las Ideas. Pues la forma aristotélica, el eidos, no es, como la idea platónica, pasivo prototipo de las cosas, sino la fuerza conformadora de la materia. Un hombre engendrará siempre un hombre, y un caballo un caballo, mientras que el antinatural cruce de un asno y una yegua tiene como consecuencia la esterilidad del mulo que se engendrará. Todo género vegetal o animal tiene su enteléchia que imprime al individuo la forma del género.

La investigación natural de Aristóteles se extiende a toda la naturaleza: desde los astros hasta los seres vivos terrenos; sólo la botánica quedó plenamente en manos de su discípulo Teofrasto. En la física se investigan sobre todo los diversos tipos de movimiento, la esencia del espacio y del tiempo, la posibilidad del cambio cualitativo, la finalidad de la acción de la naturaleza a pesar de la resistencia de la materia, complejo que da lugar a la organización jerárquica de las formas de existencia y a un desarrollo cada vez más pleno de la vida. En el ámbito de la naturaleza orgánica, uno de los resultados más destacados de Aristóteles es la zoología, una anatomía y fisiología comparadas en las que, entre otras cosas, llama la atención acerca de lo oscilante que es la distinción entre plantas y animales.

La parte más débil de la investigación científico-natural de Aristóteles es la astronomía. Dada su convicción de la eternidad del mundo, el filósofo no necesitaba ocuparse de las doctrinas cosmogónicas. Dividía el edificio del mundo en dos partes desiguales: el mundo sublunar y el mundo supralunar. Este es el mundo deleste, el mundo de los astros, compuestos de éter, la quinta substancia (quinta esencia) y de naturaleza imperecedera; el mundo sublunar es el mundo terreno del perecer y el devenir; consta de los cuatro elementos, y en él tienen lugar los fenómenos atmosféricos que estudia la “meteorología”. La Tierra es el centro inmóvil del universo; como todos los cuerpos del mundo, la Tierra tiene forma esférica. En torno suyo giran el Sol y la Luna, los demás planetas y el cielo de las estrellas fijas, movido por el primer motor.

El campo en el que Aristóteles ha actuado con la mayor fortuna es en cambio, la problemática de la esencia del hombre y sus creaciones espirituales. A esta temática están dedicados su psicología y escritos lógicos. Aristóteles es el verdadero creador de la lógica; los puntos de partida que se encontraban ya en la obra de Demócrito y en la de Platón, dan en Aristóteles a una doctrina sistemática del arte del pensamiento recto. Sus doctrinas de la formación de los conceptos, los juicios y los razonamientos verdaderos han sido decisivas para la filosofía europea durante casi dos milenios.

Pero el hombre no es sólo un ser que conoce, sino que también está orientado hacia la actividad práctica. Por eso necesita, para regular su vida, una ética, que, por lo demás estará determinada por el conocimiento en mayor o menor grado, y ante todo por el conocimiento del bien y del mal y del valor de los diversos bienes de la vida. La ética aristotélica es un “eudemonismo”, es decir, es una ética de la felicidad. Pero es también una ética de la virtud, ya que ésta es el medio por excelencia para alcanzar la felicidad. Sobre la ética, Aristóteles escribió dos obras: la “Etica eudemia” y la “Etica nicomaquea” (por el nombre de su hijo Nicómaco). En la primera de estas obras, abandona ya el dualismo antropológico, aunque la definición del objetivo de la vida “como veneración y contemplación de Dios” tenga todavía cierto tinte teológico. En la segunda obra, la fundamentación trascendental de la moral queda totalmente abandonada. Lo único que analiza es el ser moral del hombre, con el objetivo de incluir también en la consumación moral del hombre la vida instintiva e irracional; el objetivo de este proceso de consumación o perfeccionamiento es la “eudemonía”, es decir, la felicidad interior. Esta se consigue mediante una forma de vida que se mantenga en un término medio entre los extremos, lo que supone a su vez una comprensión racional de cada situación.

La divergencia entre los tipos de pensamiento platónico y aristotélico se muestra aún más en la “Politica” de Aristóteles, su obra que más acusadamente manifiesta la influencia sofística. Ya el modo como los pensadores, Platón y Aristóteles, planean sus obras paralelas es sumamente característico:

*Platón construye su estado de clases o estamentos jerarquizados sobre la base de la tripartición del alma que profesa. Platón, además pretende establecer con su estado ideal una norma absoluta para cualquier fundación política.

*Mientras, Aristóteles reúne empíricamente 158 constituciones efectivamente existentes, incluyendo algunas no griegas -como la cartaginesa-, y utiliza dicha colección como base de su trabajo sistemático. Por otra parte, Aristóteles sabe que las formas de estado nacen de los pueblos que son sus portadores.

Aristóteles discute las tres formas fundamentales de constitución ya conocidas por la sofística: la monarquía, la aristocracia y la democracia; a ellas contrapone tres tipos degenerados correspondientes: la tiranía, la oligarquía y la oclocracia. La cuestión capital es siempre la de quién decide en el estado y promueve más eficazmente su realización. Pues el estado no tiene como finalidad única la protección de los ciudadanos, ni es tampoco mero estado de derecho, sino que es una comunidad ética de vida, y el objetivo de la legislación tiene que ser la consecución del sumo bien político, la justicia como fundamento común.

En el año 335, Aristóteles fundó su propia escuela en el gimnasio Liceo de Atenas; la escuela recibió el nombre de Perípatos por las avenidas de dicho ginmasio. Dicha escuela dictó sus cursos y creó una organización de trabajo científico en la que educó a sus discípulos. La organización abarcaba tanto las ciencias de la naturaleza cuanto las de la cultura.

Puede decirse al pie de la letra que la influencia de Aristóteles en la posteridad es incalculable. El más importante testimonio de ello procede del primer gran alemán de la edad moderna, G. W. Leibniz, el cual quería que se considerara su filosofía como un aristotelismo perfeccionado.

3.4) LA CIENCIA Y LA LITERATURA.

Ningún arte fue cultivado y desarrollado por la sofística de un modo tan sistemático como la oratoria, en la que veían un instrumento para el dominio de los hombres. Gracias a la sofística y a su retórica, los discursos públicos se hicieron literarios, pues se empezó a ver en ellos obras de arte dignas de conservación escrita.

*La historiografía: La histografía del siglo IV, manifiesta la influen-

cia de las corrientes espirituales del siglo anterior.

Los dos historiadores más importantes de este siglo son: Eforo y

Teopompo. El primero de ellos fue el primero en escribir una historia

universal después de Herodoto. Eforo cultiva un abierto racionalismo.

Su actitud crítica frente a la tradición mítica se manifiesta en el hecho

de que deje sin tratar la era arcaica cantada sólo por los poetas.

Teopompo, es todo lo contrario de un racionalista. Lo más que puede

decirse respecto de una influencia de la sofística, es que el historiador

afecta a veces una estimación plenamente amoral de los hechos histó-

ricos, pero otras veces adopta un tono moralizador.

*La medicina: El gran empuje de la medicina en el último tercio

cio del siglo V continuó durante el IV y hasta mediados del III, de tal

modo que esta época puede considerarse como la edad del floreci-

miento de la medicina griega. Con la fundación de la Academia pla-

tónica y de la escuela peripatética del Liceo, Atenas empezó a ejercer

considerable atracción sobre las escuelas médicas, hasta entonces

florecientes sólo en zonas marginales del mundo helénico.

Filistón, miembro de la escuela médica siciliana fundada por

Empédocles, tuvo estrecho contacto con la Academia. En el

“Timeo” de Platón, se manifiesta la influencia del médico en la

descripción de la estructura del cuerpo humano. Filistón fue

también el que introdujo en la Academia la doctrina empedoclea

de los cuatro elementos y la teoría del “pneuma” con fuerza vital

que da forma y alma y está activa en todos los organismos. Esta doc-

trina desempeña un papel muy importante en la explicación platónica

del origen de las enfermedades, y fue luego recogida y elaborada por

Aristóteles y sus discípulos. Discípulo de Aristóteles fue, como se ha

demostrado recientemente, Diocles de Caristo, el cual puede hablar de

una “doctrina filosófica de la salud”. Según esta concepción, el hom-

bre resulta responsable de su salud y al mismo tiempo, hasta cierto

punto, dueño de ella: puede arruinarla con la gula y otros abusos, y

puede también mantenerla y robustecerla mediante un modo de vida ra-

cional. Diocles se dedicó sobre todo a la dietética. El objetivo de ésta

es conseguir lo adecuado para cada individuo y para cada caso particu-

lar. Es, por así decirlo, la ética de la vida somática, igual que la ética

aristotélica quiere ser una dietética del alma. Así se anuda otro lazo

entre la filosofía y la medicina. La ciencia especializada que se ha

desligado de la filosofía natural especulativa en beneficio del empi-

rismo, establece ahora con ella una alianza sobre la base de la

común contemplación teleológica de la naturaleza y queda absor-

bida en la filosofía, que abarca a todas las ciencias.

4. EL HELENISMO

4.1) LA EPOCA HELENISTICA.

A partir de la obra miliar de J.G. Dorysen. aparecida hace un siglo, se entiende por “helenismo” la época que comienza con la derrota del imperio persa por Alejandro Magno. El nuevo imperio mundial así nacido se disipó sin duda inmediatamente como construcción política, cuando el rey macedonio murió en Babilonia el año 323, a los treinta y tres años de edad víctima de la malaria.

No puede hay día saberse si Alejandro deseaba también someter el Mediterráneo oriental. En todo caso, lo hizo Roma en su lugar, antes de recoger, para terminar, toda la herencia del macedón; la herencia, empero, convirtió a su vez a Roma en una provincia cultural del helenismo. Lo que importaba a Alejandro en sus conquistas no eran los éxitos momentáneos, sino los planes a largo plazo. Así lo prueban las numerosas fundaciones de ciudades con su nombre, entre ellas la célebre Alejandría del delta del río Nilo; todas se convirtieron en centros de la cultura helénica, gérmenes del dominio del espíritu griego sobre las poblaciones circundantes. Su idea de superar la distinción entre helenos y bárbaros mediante la fusión de los pueblos orientales y occidentales se realizó paso a paso durante los siglos siguientes, y así puede comprenderse que la posteridad fuera contemplando cada vez mejor lo positivo de la obra de Alejandro y viera en él no tanto al conquistador como al reconciliador de todos los pueblos, “el cual prescribió a todos los hombres que consideraran la Ecumene como su patria”. La Ecumene: este concepto, la unidad y unitariedad de la tierra habitada se desarrolló finalmente en esta época, y la vida política no tuvo ya lugar en las estrechas fronteras de las ciudades-estado griegas, sino en el campo mundial de la tierra habitada. Y aunque ese mundo no fuera por de pronto más que el mundo mediterráneo, y hasta sólo su mitad oriental, la idea cosmopolita y humanística había nacido y sería capaz de incluir a los pueblos del oeste y del norte que no entrarían sino más tarde en el escenario de la historia. Los estados helenísticos se hicieron la guerra los unos a los otros durante algún tiempo, como antes las ciudades griegas, pero a pesar de ello, quedaron unidos por el lazo de la cultura griega que los penetraba a todos; y al quedar por último absorbidos por el imperio romano, éste constituyó el marco político gigantesco de la cultura helenística mundial.

Se formó un nuevo sentimiento del mundo y de la vida. El individuo “autárquico” o autosuficiente, liberado de los estrechos lazos de la polis, se sintió entregado por un lado, a sí mismo, y así pareció abrirse camino un individualismo sin límites que permitía al hombre desarraigado de su lugar de origen sentirse en su patria en cualquier lugar de la Ecumene.

El portador principal de todas estas ideas es el espíritu griego: su lengua, su educación, su arte, su religión, su filosofía y su ciencia. Mas el elemento griego no se limitó a dar, sino que también recibió: especialmente su religión se amplió por el acceso de nuevas ideas y cultos orientales, y llegó incluso a transformarse por esa vía, mientras, a la inversa, muchos orientales se asimilaban el mundo espiritual helénico. Este recíproco dar y recibir no habría sido posible sin un instrumento de comunicación universal, que fue el lenguaje griego internacional, la llamada koiné, lo cual quiere decir “común”.

La filosofía griega de la época puede considerarse al mismo tiempo como fundamento y como consumación de la idea del estado mundial y de la hermandad de los hombres. Es notable también que el proceso de separación de las ciencias particulares de la filosofía, empezado ya por la sofística, llega ahora a su consumación: la ciencia literaria o filología, la matemática, la mecánica, la astronomía y la medicina discurren ahora como ciencias especializadas por sus propios caminos, impulsadas por especialista experimentados.

*OBSERVACION: A partir del siglo II de la era cristiana, se percibe una

clara paralización de las energía filosóficas y científicas, de tal modo que el

poder de la mística religiosa, reforzada por la influencia oriental, consigue fi-

nalmente, el dominio de la vida espiritual.

4.2) LAS CIENCIAS PARTICULARES

La emancipación de las ciencias particulares respecto de la filosofía, iniciada ya por la sofística, se consumó durante el helenismo. El proceso se vio muy favorecido por el Museo con biblioteca de Alejandría, fundado por Ptolomeo Y. En el Museo se desarrolló una vida científica intensísima gracias a la presencia de numerosos especialistas. No sólo la filosofía y la Ciencia literaria encontraron su hogar en el Museo, también lo hicieron la matemática, la astronomía, la mecánica y la medicina.

Geografía y astronomía: El alejandrino que más amplio círculo de ciencias consiguió abarcar fue Eratóstenes de Cirene, director de la biblioteca desde mediados del siglo II hasta su final. Eratóstenes había realizado también estudios filosóficos (en Atenas), pero con consciente e internacional distinción se ha dado a sí mismo el nombre de filólogo, y no el de filósofo, sin limitar esa denominación a sus estudios cronológicos y de la historia de la literatura, sino aplicándola a toda su actividad de investigados, especialmente a la de geógrafo.

Eratóstenes reunió en dos obras los resultados de sus investigaciones matemático-geográficas: un libro acerca “De la medida de la Tierra” y “Geografía”. En el primero establece la circunferencia de la Tierra con 252.000 estadios, o sea, 39.690 km., lo que da sino un error de 385 km. (circunferencia real tiene un radio de 40.075 km.). El estadio utilizado parece ser de 157.5 m. Si fuese el estado ático de 177 m, daría una circunferencia de 46.604 km., con un error de 6.259 km. por exceso.

La “Geografía” de Eratóstenes contenía en su primer libro una historia de esta ciencia; el segundo, de la forma y de las dimensiones de la Tierra, de las zonas y del océano; el tercero contenía la geografía descriptiva. El planisferio trazado por Eratóstenes contiene aún muchos errores, pero representa un enorme progreso comparado con todo lo que se había conseguido hasta entonces.

En la astronomía se alcanzó en el siglo III a.C. la culminación de todo lo conseguido por la Antigüedad. Aristarco de Samos, trabajó en Alejandría y allí realizó sus observaciones astronómicas. Con ellas llegó al establecimiento del sistema heliocéntrico, anticipándose en unos 1800 años al descubrimiento de Copérnico. En la dedicatoria impresa de su obra “De revolutionibus orbium coelestium”, dirigida en 1543 al papa Paulo III, Copérnico no cita más que a algunos pitagóricos como precursores de su doctrina del movimiento de la Tierra alrededor del Sol; pero el borrados manuscrito del propio Copérnico prueba que el sabio polaco conocía el desarrollo definitivo del sistemas por Aristarco. No han sido, pues, sólo las doctrinas pitagóricas las que han inspirado a Copérnico, sino, sobre todo el muy superior sistema de Aristarco.

*OBSERVACION: La eliminación de la referencia de Aristarco en el pró-

logo impreso del “De revolutionibus” (impreso póstumamente), se debe al editor y

amigo de Copérnico, que con cierto fundamento, creyó poder evitar así ataques

religiosos al astrónomo: no citando más que a los pitagóricos, la tesis helio-

céntrica parecía “mera hipótesis matemática”, no materialmente creada; así

evitaba chocar con la autoridad. Citar a Aristarco era en cambio confesar el helio-

centrismo como plena teoría física. Y esto no era aún posible 50 años más tarde

como prueban los procesos contra Bruno y Galileo.

Todas las estimaciones de Aristarco se basan en mediciones angulares, pues subestimó considerablemente el tamaño del Sol y ha sobrestimado el de la luna. Los errores se explican sin más que por la deficiencia de los instrumentos de la época. Pero nadie puede negarle

la gloria de haber sido el Copérnico de la Antigüedad.

El matemático Apolonio de Perga, abrió otro camino para explicar el movimiento de los planetas. Apolonio puso en lugar de las esferas concéntricas de Eudoxo la teoría llamada de los epiciclos: como órbitas planetarias admitía circunferencias, la primera de las cuales tenía su centro en un punto de la circunferencia en cuyo centro estaba la Tierra, la segunda en la periferia de la primera, y así sucesivamente. Este complicado sistema fue ampliado cuatro siglos más tarde por Claudio Ptolomeo, y dominó a través suyo toda la edad media hasta Copérnico.

*OBSERVACION: Apolonio de Perga es otro ejemplo, parecido en su signi-

ficación al de Aristarco, de la superioridad de la teoría científica helenística sobre

sus posibilidades concretas: Apolonio ha fundado la teoría de las cónicas, que

no serán utilizadas hasta Kepler.

Hiparco de Nicodemia se caracterizó por la acumulación de materia empírico preciso, mientras que por otra parte, se mantuvo muy precario en el terreno de las teorías. Su descubrimiento principal es la llamada precesión de los equinoccios en la eclíptica. Además de eso estableció un catálogo de estrellas y una lista de los eclipses de Sol y de Luna. Determinó con exactitud la duración del año solar como base del calendario y desarrolló la teoría de los movimientos de la Luna de modo más profundo que hasta entonces.

En cambio, al mismo tiempo, penetró en el mundo helenístico una nueva superstición oriental, la astrología. La superstición astrológica halló oportuno apoyo en la doctrina de la “simpatía del todo”. En la práctica se hizo corriente establecer el “horóscopo” propio y de otras personas, para averiguar así la naturaleza de cada cual y, especialmente, la duración de la vida. Los “matemáticos” o caldeos que se dedicaban profesionalmente a esa actividad, fueron gente muy buscada, pero constituyeron al mismo tiempo, una casta poco apreciada y no sin razón, suspecta de intervención en todas las conspiraciones palaciegas. La astrología acabó en verdadera caricatura de la gran astronomía griega.

Matemática y mecánica: La matemática había estado íntimamente ligada a la filosofía entro los pitagóricos y en la primera Academia platónica; pero a medida que progresó fue convirtiéndose cada vez más en ciencia de especialistas y, como tal, acabó discurriendo sus propios caminos. La mecánica, relacionada con la filosofía sólo a través de la física general en sentido griego, consiguió éxitos considerables en la Antigüedad, pero sin lograr una influencia cultural revolucionaria y transformadora del mundo, como la técnica en los siglos XIX y XX. Sus descubrimientos e invenciones no pasaron de ser juegos espirituales y curiosidades que en el Renacimiento volvieron a encontrar admiradores e imitadores; pero los fecundos principios científicos de la mecánica antigua no fueron profundizados ni fecundaron la vida económica, dado que la presencia masiva de esclavos hacía inverosímil la aparición de la idea del aprovechamiento intenso de las máquinas.

Los tres matemáticos más destacados del periodo helenístico fueron:

Euclides, Apolonio de Perga y Arquímedes, quien fue al mismo tiempo uno de los cultivadores de la mecánica.

Euclides: Es el autor de una de las obras más famosas de todos los tiempos: los “Elementos de la Geometría”, en 13 libros. Se trata de una genial exposición deductivo-axiomática de toda la geometría conocida hasta entonces. La obra comienza con un conjunto de definiciones y postulados (o”nociones comunes”), cuyo número varía según las ediciones. Al menos cinco de los postulados son auténticos de Euclides, siendo el quinto el más famoso:

“Si una recta que corta otras dos forma con ellas ángulos internos del mismo lado que suman menos de dos rectos, esas dos rectas, prolongadas hasta el infinito, se cortan a su vez por el lado en que los ángulos suman menos de dos rectos”.

Postulado que a partir del siglo XVIII se enuncia de una forma más escueta: “Por un punto exterior a una recta no se puede trazar más que una paralela a dicha recta”. Es conocida la importancia de este postulado en la historia posterior de la Geometría. Por otro lado, el método euclidiano se convertirá más tarde en el “modelo” a seguir por los filósofos racionalistas. Esta obra es uno de los libros más difundidos de la historia de la literatura mundial, y hasta el siglo XIX, fue en Inglaterra libro de texto en su materia.

Apolonio de Perga se ha hecho célebre por su obra sobre las secciones cónicas. A él se deben las denominaciones de elipse, parábola e hipérbola.

Cronológicamente, entre ambos y pariente del rey Hierón II, se encuentra Arquímedes de Siracusa. Este había estudiado en Alejandría,

luego vivió durante muchos años en su ciudad natal, dedicado íntegramente a la investigación rigurosamente científica, lo cual le llevó a la solución de numerosos problemas prácticos, especialmente en la construcción de máquinas para lanzar proyectiles, con las cuales, posibilitó a Siracusa una larga resistencia al cerco de Marcelo. Por último, en el asalto a la ciudad, Arquímedes murió a manos de un soldado romano, mientras, según la tradición, estaba sumido en un problema matemática. Siendo cuestor en Sicilia, Cicerón descubrió la tumba de Arquímedes descuidada y olvidada por las generaciones posteriores. Aparte de una inscripción medio borrada, la lápida tenía una esfera y un cilindro. Las dos figuras tenían evidentemente la misión de recordar el teorema desarrollado por Arquímedes en su libro “De la esfera y el cilindro”: el volumen de la esfera equivale a los 2/3 del volumen del cilindro circunscrito. El propio Arquímedes había dicho que este teorema era su mayor hazaña.

Arquímedes es además, en cierto sentido, el inventor de la idea básica del cálculo infinitesimal, establecido de nuevo en nuestros días por Leibniz y Newton. Lo más conocido de Arquímedes es la ley de la palanca, cuya importancia describió él mismo con la célebre frase conservada por la tradición:”Dadme un punto de apoyo y levantaré el mundo”. También es descubrimiento suyo el principio de la hidrostática o Principio de Arquímedes. Para explicar plásticamente el sistema solar, construyó un planetario que representaba el movimiento de los planetas alrededor del Sol. Por último, el matemático y físico, dirigió la construcción de un gigantesco barco de lujo.

Medicina: Praxágoras, descubrió el método de exploración arterial del pulso.

El gran progreso de la medicina en este período se debe a la dedicación a la anatomía, dedicación hecha posible porque los reyes helenísticos autorizaron a los científicos a practicar la disección de cadáveres humanos, severamente prohibida en tiempos anteriores. Esta autorización y su aprovechamiento prueba que todos los interesados habían las ideas supersticiosas enlazadas durante siglos con los muertos y su presunto poder, y significaron así un enorme progreso en el camino que va desde los prejuicios religiosos hasta el conocimiento real.

Herofilo de Calcedonia compuso un tratado acerca del pulso y una obra de anatomía en tres libros. Su mayor hazaña fue el descubrimiento de los nervios sensitivos, en el actual sentido del concepto, partiendo del cerebro y de la médula espinal.

Historiografía: Suscitada por los hechos de Alejandro acabando en el sometimiento de todos los reinos helenísticos y del mundo mediterráneo entero por los romanos, surgió toda una pléyade de historiadores, los cuales, como rasgo general entre ellos, manifiestan una actitud crítica ante el uso y la costumbre, especialmente ante las representaciones místicas tradicionales.

Literatura: Predomina el género del poema didáctico, cuyo contenido no está constituido por cuestiones religiones o filosóficas, sino por los conocimientos científicos.

5.GRECIA: INGENIEROS Y MECANICOS CON LAS LEYES EN LA MANO

Las máquinas ideadas por los griegos fueron posibles en parte gracias al empeño de los clásico por entender y aplicar los principios elementales de la física y de la mecánica.

La civilización griega, base cultural de Occidente junto con la romana, fue prolija en hallazgos técnicos, muchos de los cuales sentarían cátedra en la historia: Grecia fue cuna de ese genio Universal que fue Arquímedes -formuló la ley de la palanca e ideó un tornillo helicoidal para extraer agua- sin olvidar a Ctesibios y a Herón de Alejandría, quienes

introdujeron principios mecánicos de gran importancia. La escuela de Alejandría reunía un elenco de sabios griegos de todas las ramas del saber, incluida la mecánica, que se nutrió de las aportaciones de matemáticos y geómetras. Y para hacer la guerra, los helénicos idearon máquinas de asedio que, sin grandes cambios continuarían utilizándose en las contiendas medievales.

A continuación se muestran unos ejemplos de los inventos llevados a cabo por los clásicos y cuya utilización se ha alargado -si bien de forma mejorado- en los siglos posteriores y aún en nuestros días.

-S. XI a.C.: El telégrafo de teas.

Clitemnestra, esposa de general griego Agamenón, pudo enterarse

rápidamente de la caída de Troya -1084 a.C.- a

pesar de estar en ese momento a centenares de

Km. del frente. La fatal noticia se comunicó me-

diante un telégrafo ideado por los griegos y utili-

zado muchos siglos más tarde por los indios ame-

ricanos: sobre montículos visibles y distantes

entre sí, se encendían hogueras con ramas u otros

materiales de fácil combustión y se transmitían los

mensajes mediante señales de humo o antorchas.

El telégrafo de teas evolucionó, a partir del siglo

II a.C., hacia otro con señales luminosas que por primera vez en la historia, formaba un código alfabético. Los romanos adoptarían este mismo sistema y construyeron numerosas torres telegráficas.

S. IV a.C.: Poleas y Palancas.

La polea, una rueda acanalada por la que pasa una cuerda, irrumpió tarde en la historia, a pesar de tratarse de un instrumento más bien simple. La referencia más antigua aparece en un relieve asirio del año 800 a.C., pero fue en el siglo IV a.C. cuando los griegos popularizaron su uso para desplazar o elevar sin esfuerzo objetos pesados, tal como hoy se hace.

No menos decisivo fue el invento de la palanca. Aunque ya se utilizaba en Egipto y Mesopotamia para elevar agua, Arquímedes fue el primero en enunciar el principio que la rige. Al descubrirlo exclamó: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”.

S. IV a.C.: Catapulta

Fue la guerra del Peloponeso, que enfrentó a Atenas y Esparta en el siglo V a.C., la que marcó el punto de partida en la evolución de las máquinas griegas de asedio. Las escalas móviles y los Arietes para batir murallas se hicieron habituales en la tecnología militar de aquella época, al igual que las rampas y torres de asalto.

En la ciudad de Siracusa (Sicilia), los griegos desarrollaron, poco después del año 400 a.C., la catapulta de torsión, primer arma de largo alcance capaz de lanzar objetos pesados: piedras, flechas o proyectiles incendiarios elaborados con mezclas de azufre, incienso, estopa, alquitrán y virutas, según una descripción del año 360 a.C.

Aunque el gran tamaño de aquellas máquinas dificultaba enormemente su traslado y manejo -los tendones elásticos, cuyo grosor se calculaba en función del proyectil, debían ser tensados por varios hombres- su diseño básico permaneció intacto hasta bien entrada la Edad Media.

S. III a.C.: El faro.

Como expertos navegantes que eran, no resulta extraño que fueran los griegos quienes edificaran los primeros faros, torres con una fuente de luz, el fuego, en su parte más alta, para servir de referencia a los navíos. Aunque Homero afirmaba que ya existían en fechas tan remotas como el siglo IX a.C., el faro irrumpe oficialmente en la historia en el siglo III a.C.. El celebérrimo Coloso, una de las maravillas de la antigüedad, se erigió en la isla de Rodas en el 280 a.C. y fue destruido 60 años después por un terremoto. Sus 30 metros de altura fueron superados con creces por el de Alejandría, construido en la misma época bajo el reinado de Ptolomeo II Filadelfo. Estaba ubicado en la isla de Pharos, de la que toma el nombre, y medía más de 100 metros de altura. Al igual que en el Coloso, en su parte más alta ardía fuego de manera constante. Los romanos, en su mejor tradición de aprovechar los avances griegos, instalaron numerosos faros que salpicaban las costas desde el Atlántico al mar Negro.

S. III a.C.: Tornillo sin fin.

Quizás el invento más importante atribuido a Arquímedes (287-212 a.C.) sea el tornillos sin fin, al que Galileo calificaría de “milagroso”. Su utilidad era la de extraer o elevar agua rápidamente y sin dificultades. Para ello, el genial sabio griego ideó un cilindro hueco con varios compartimentos en forma de hélice que, al rotar accionado por un prototipo de manivela, permitía el ascenso del líquido hasta su salida por la parte superior del tornillo. Para cumplir su función, el cilindro debía sumergirse parcialmente en el agua y situarse con la inclinación adecuada. Hoy, el denominado tornillo de Arquímedes forma parte de numerosos dispositivos mecánicos.

6. COMENTARIOS FINALES

El pensamiento científico y la filosofía, han sufrido desde los griegos cambios en su relación a lo largo de la historia. Estos cambios podríamos resumirlos de la siguiente manera:

-En la Antigüedad Griega y hasta el periodo helenístico, filosofía y pensamiento científico se encontraban unidos como “forma de saber”

-En la Epoca Helenística, aparecen dos formas de conocimiento: la filosofía, cuyo estudio se encontraba en Atenas, y el pensamiento científico, cuyo estudio se encontraba en Alejandría. Por lo tanto, puede considerarse que en esta época, filosofía y pensamiento científico estaban separados.

-En la Edad Media, todos los saberes se centraron en Dios, por lo que la filosofía y pensamiento científico vuelven a encontrarse unidos.

-En la Edad Moderna, especialmente en el Renacimiento, los saberes se individualizan, así pues ambas materias vuelven a separarse ya definitivamente. Sin embargo, ha habido filósofos y científicos que han intentado hacer una filosofía científica, como Descartes.

-En la Edad Contemporánea, ha habido muchos científicos que han intentado hacer una filosofía científica, pero aparte de esto, filosofía y pensamiento científico siguen estudiándose por separado.

BIBLIOGRAFIA

ALFA, DICCIONARIO ENCICLOPEDICO

Editorial: Salvat.

HISTORIA DEL ESPIRITU GRIEGO

Autor: Wilhelm Nestle.

Editorial: Ariel filosofía.

HISTORIA DE LA FILOSOFIA

Autor: César Tejedor Campomanes

Editorial: SM

LOS INICIOS DE LA CIVILIZACION

Autor: Trevor Cairns

Editorial: Akal/Cambridge

Serie: Historia del mundo para jóvenes

ENCICLOPEDIA SALVAT CD-ROM 1996

ENCICLOPEDIA UNIVERSAL CD-ROM 1997

EL PENSAMIENTO CIENTIFICO. GRECIA: LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFIA Y LA CIENCIA




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Enviado por:Enrique Bayón
Idioma: castellano
País: España

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