Literatura


Leyendas; Gustavo Adolfo Bécquer


Leyendas; Gustavo Adolfo Bécquer

La colección de Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer nos aporta una inspiración romántica neta. Adornada con una excelente prosa poética, su temática se encuentra definida por un mismo eje en el cual el propio autor coordina las acciones de todos los personajes.

A pesar de que detrás de cada una de ellas encontramos una estructura narrativa similar -tentación, pecado, castigo- presentan matices que te impiden detectarlas en una primera lectura. Este efecto lo consigue al dejar que sea la historia la que va modelando dicha característica, y no al contrario.

Me ha llamado la atención esta interesante característica ya que mezcla la auténtica realidad con elementos sobrenaturales. Realmente detrás de cada acción incorrecta hay una razón, y cada gesto que no hemos realizado tal y cómo deberíamos recibe su sanción, Bécquer mezcla algo tan normal y tan cotidiano con superstición y efectos sobrenaturales.

Con este hecho el autor nos incita a descubrir lo que hay detrás de las acciones de los hombres: llamada de lo prohibido, deseos de acceder a ello aún sabiendo el riesgo al que nos sometemos; hacer lo que se nos impide y convertirlo en permitido; encontrarnos con el castigo merecido pero sintiéndonos satisfechos tras el desafío.

Por ello, si analizamos esos tres elementos que muestra Bécquer, debemos hacerlo de forma particular, puesto que cada una de de sus leyendas configuran a su modo esta peculiar característica.

Una de las leyendas que certifica lo anteriormente expuesto es El monte de las ánimas. La tentación es aliada de la mujer en la historia, ya que es ella la que incita. Por otra parte aparece el hombre, incapaz de rechazar esa provocación, dispuesto a desafiar las antiguas leyendas por demostrarle a “la tentación” que no tiene miedo a nada.

Aquí se contrapone la figura de la mujer, (caprichosa, dominante y tentadora), a la del hombre, (noble, débil y orgulloso).

Los dos cometen errores que toman forma de pecado al alcanzar el castigo. Dicho castigo afecta a los protagonistas de tal forma que alcanzan la muerte como consecuencia de sus defectos, que al fin y al cabo fueron los que les condujeron a las acciones incorrectas.

Ojos verdes también nos muestra el eje sobre el que actúan los personajes de Bécquer.

La tentación vuelve a ser un elemento femenino, aunque en este caso no es propiamente una mujer. Se habla de un extraño ser, pero que de una forma o de otra viene a representar el mayor exponente de la belleza femenina. Sus hechizantes ojos verdes hacen caer al protagonista en sus redes, el cual no se deja guiar por la opinión de los más expertos. El pecado del personaje es el inhibirse por la sensualidad de esa “mujer” que lo lleva hasta la muerte. En esta leyenda el castigo sólo recae en el hombre, el cual es afectado por una enorme falta de cordura que le provoca la desmesurada belleza del extraño ser.

Al analizar las siguientes leyendas vamos a percibir que el elemento tentador no corresponde con el de las anteriores.

Ahora no es la dama la que exhibe un matiz diabólico. Tanto en El rayo de luna, como en El miserere y en El beso se da esta diferente forma de tentación generada por el propio protagonista con su tendencia idealizadora. La búsqueda de lo perfecto lo aparta de la realidad. Esta gran característica del Romanticismo es un recurso de Bécquer como enlace al castigo.

El rayo de luna nos confirma lo anteriormente expuesto. Provocado por la fuerza de su propia soledad el protagonista busca por todos los medios lo ideal. En esta historia el fundamento lo encontramos en el “pecado” cometido por el personaje al no saber llenar el vacío provocado por su espaciosa soledad.

La incansable búsqueda de una mujer la que él cree reconocer al amor da un cambio en su vida, pero no en su personalidad. El final de la leyenda encierra al personaje principal en una gran melancolía al pensar que la vida era un engaño, y que el amor sólo era un rayo de luna. El castigo lo obtiene en forma de locura, aunque más que castigo deberíamos considerarlo consecuencia de su forma de vida, caracterizada por su encierro en sí mismo. No es capaz de recibir el desengaño que le proporciona la vida.

El miserere, nos permite ratificar esta forma de tentación, existe la posibilidad de enmarcarla como una cualidad que presenta el músico, el arrepentimiento, aunque lo que realmente mueve al personaje es la necesidad de alcanzar el perdón de Dios y así poder entrar en un mundo ideal.

Sus pecados son los de cualquier mortal, pero su obsesión por conseguir la obra que, según él, le proporcionaría la misericordia de Dios le llevó a un castigo mayor que el merecido. Después de un largo tiempo de trabajo, al no poder terminar la tan ansiada obra, la vida le abofeteó con una enorme frustración que desembocó en la locura.

En La promesa todas las estructuras internas experimentan un giro. Ahora es la mujer la que vive en sus propias carnes la idealización del amor. El hombre aparece también como un enamorado pero para nada en la misma medida. La mente débil en la historia pertenece al sexo femenino, se deja guiar por lo ideal quedando sin protección en el mundo real. Su gran pecado es creer fielmente en la persona amada. Su obsesión por el amor perfecto y pasional, y el miedo a perder lo que hasta ahora había conseguido la llevan a no poder afrontar ningún tipo de adversidad. Su mente está tan tomada por lo perfecto que es capaz de morir tras un desengaño, y así lo hace al enterarse de que su gran amor le había mentido. De todas formas el hombre también paga durante un tiempo el haber traicionado la promesa que ambos habían acordado. Ese pecado es castigado con una mano acusadora que le persigue durante mucho tiempo, hasta que opta por cumplir su palabra.

En El beso aparece la figura de la mujer, pero no muestra en ningún momento el espíritu tentador de la mayoría de las protagonistas de las leyendas. En el plano de la tentación presenta gran similitud con El rayo de luna. El oficial está cansado de tantas mujeres impuras con las que ha estado y le llama especialmente la atención la pureza de una estatua.

Se obsesiona con ella, y en algunas ocasiones cree ver vida en la figura de la mujer, que permanece junto a la representación de su marido.

Tal es su obsesión que al intentar besarla, según cuenta la historia, la estatua de su marido acaba con la vida del oficial. Encuentra en una mujer de piedra el mensaje de la belleza inmaterial, algo que no había podido encontrar en las mujeres materiales

El pecado es la obsesión, y el castigo el hachazo a manos de la estatua que protege a la mujer de mármol, y que le proporciona la muerte.

La cueva de la mora presenta una de las estructuras más matizadas del resto de leyendas. Esta vez están implicados tanto el hombre como la mujer. La tentación toma forma de amor imposible debido a que pertenecen a religiones diferentes. El pecado lo cometen al continuar con ese amor “prohibido”, aunque posteriormente se soluciona con la conversión al cristianismo de la chica mora, condición que les impedía estar juntos. A pesar de la conversión de la mujer al cristianismo el castigo sigue su rumbo, y ambos mueren pero lo hacen de tal forma que a los ojos de un cristiano están fuera de pecado.

Después de analizar el esquema temático interno de las leyendas nos podemos permitir el lujo de sacar ciertas conclusiones que el autor deja como trasfondo en sus creaciones.

Cuando se nos habla de tentación aparecen dos elementos claves para Bécquer: la mujer y la búsqueda de lo ideal.

A la mujer nos la presenta como un ser diabólico, caprichoso, capaz de inhibir al hombre e incentivarlo a pecar. Es un elemento tentador que se refugia en su propia belleza y en su poder de atracción.

Encontramos excepciones cuando la motivación del protagonista no es lo prohibido, sino la búsqueda profunda de lo ideal. Este segundo elemento, además de caracterizar muchas leyendas de Bécquer, es uno de los alicientes de la literatura romántica.

Vemos como el autor se ve influenciado por el Romanticismo, ya que por una parte registra una tendencia idealizadora, mientras que por otro lado esa tendencia la transforma en una fuerza apasionada que domina y destruye al ser humano sometiéndolo a un destino trágico.

Esta fuerza que arrastra a los hombres y los lleva a modificar su conducta suele ser la gran aliada de la mujer.

El autor también nos hace entrever que el pecado no es posible sin la tentación. Sólo se peca como desafío a lo prohibido, este es el atractivo principal que nos puede ofrecer algo que consideramos incorrecto.

Además de hacernos referencia a un orden lógico nos da a entender que todo hecho incorrecto debe ser sancionado, es decir, que detrás de cada acción en forma de pecado hay un castigo. Bécquer vuelve a dejarse influir por la temática propia del Romanticismo. Cuando hablamos del castigo la mayoría de sus personajes pagan sus pecados con la muerte, elemento que cobra mucho sentido en esta época. La muerte es vista por los románticos como la culminación del haber alcanzado todas las ambiciones.

También nos muestra la locura como sanción y que suele ser consecuencia de una obsesión permanente. Lo utiliza como castigo a esas personas incapaces de aceptar la realidad y con un objetivo fijo que nunca va a llegar a alcanzarse.

A pesar de estar ambientadas, la mayoría de ellas, en la Edad Media este esquema temático que nos presenta el autor no deja de estar presente en la actualidad, pero por desgracia, en la vida real, no todos los castigados son los culpables ni todos los culpables llegan a ser castigados.

Gustavo Adolfo Bécquer hace gala en sus Leyendas de su calidad literaria y nos arropa con toques románticos causantes de las desdichas de todos sus protagonistas.




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Enviado por:Marita
Idioma: castellano
País: España

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