Periodismo


La vida por delante; Antonio Muñoz Molina


ANTONIO MUÑOZ MOLINA: “La vida por delante”

La vida por delante

Autor: Antonio Muñoz Molina

Género: Periodístico

Editorial: Alfaguara; Santillana Ediciones Generales S.L.

Edición: 2002

Nº páginas: 329

"Miente quien dice escribir para nadie, quien dice hacerlo para sólo su placer o suplicio. Es posible que la literatura, como ha escrito Jaime Gil de Biedma, acabe pareciéndose al vicio solitario, pero yo prefiero imaginarla como un juego y una persecución regida por la cábala de azar. Uno escribe y aguarda, uno tiende al lector su cita, su celada de palabras asiduas, minuciosamente lo inventa..."

Antonio Muñoz Molina.

LA VIDA POR DELANTE:

En “La vida por delante”, Antonio Muñoz Molina recoge una selección de entre todos los artículos que escribió en el dominical de El País desde 1997 bajo el título de 'La vida por delante'. Es una fina, relajada y humilde reflexión sobre la propia vida que pasa delante de uno, sean objetos, personas, personajes, olores..., en definitiva es una reflexión sobre la realidad en pequeñas apartados, que una vez juntos, como es el caso, reproducen un todo que es la vida, en todos sus aspectos. El nombre del recopilatorio corresponde al título de una película de Fernando Fernán Gómez de finales de los cincuenta en la que se narra, en palabras de Molina, “las dificultades vulgares de la vida, de la vida española, la chapuza, la estrechez de todo, la mezquindad de las perspectivas, el fatalismo mediocre que frustra, no sólo los sueños más insensatos, sino las aspiraciones más prudentes …” (Vidas de cómicos, La vida por delante, p.24) Bajo esta perspectiva, Antonio Muñoz Molina habla en sus artículos de la dificultad de vivir serenamente en España y de la dificultad de alcanzar el éxito en este país, ya sea laboral, intelectual o personal. “La vida por delante” habla de una vida en la que el éxito es ilusorio y el fracaso es permanente.

INTRODUCCIÓN

Este escritor nacido en Úbeda (Jaén) en 1956 y que a los 39 años se convirtió en el miembro más joven de la Real Academia de la Lengua, asegura que su carrera es un ejemplo de que "la vida está hecha de casualidades enormes". La ilusión de su vida era ser periodista, lo que le llevó en 1974 a matricularse en la Facultad de Ciencias de la Información y a permanecer en ella sólo el tiempo necesario para comprobar que "el desbarajuste" de esos estudios no le ayudarían en su propósito. Por lo que aquel joven aficionado a la escritura se marchó a estudiar Historia del Arte a Granada. La apertura de un nuevo periódico en la ciudad le llevó un día ir a visitar a un conocido que trabajaba en él para ofrecerse. La carrera literaria de Muñoz Molina ha sido tan deslumbrante como rápida. Se dio a conocer con la publicación en este periódico granadino de dos series de artículos en forma de dietario personal (recogidas algo más tarde bajo los títulos Diario del Nautilus (1983-1984) y El Robinson urbano (1982-1983)) que, a pesar de su modestia local, llegaron a las manos de Pere Gimferrer, poeta catalán y director de Seix-Barral. Y se dice que fue este escritor quien, entusiasmado por aquellos trabajos juveniles, le solicitó su primera novela, Beatus ille, que vio al fin la luz y un notable éxito de crítica en 1986.

Desde su primera novela, Beatus Ille (1986), el estilo de este autor jienense se ha ido depurando, hasta quedar casi desnudo de todo adorno y artificio innecesario. De modo paralelo se advierte en su devenir literario un creciente compromiso con los valores humanos esenciales, del hombre sencillo, desnudo también de todo calificativo superfluo, en coherencia con muchas de las ideas expresadas en sus artículos.

RASGOS GENERALES DE LA OBRA DE MUÑOZ MOLINA

Antonio Muñoz Molina combina el periodismo literario con su trabajo como novelista. El articulista considera que su literatura y su periodismo salen mutuamente enriquecidos. Para Muñoz Molina, el periodismo es un género soberano: "Una de las grandes cosas que pueden hacerse en la vida es escribir en periódicos: artículos, crónicas, reportajes, entrevistas... lo que sea” (ABC Literario. Entrevista con Juan Manuel de Prada, de 1997, p. 18), no incompatible con la literatura. Molina tiene claro que la fuerza de las palabras, el poder impactante que se asigna a la letra impresa, a la escritura, no sólo estriba en el milagro de comunicarnos a través de ella mediante unos códigos aceptados, la verdadera fuerza de la escritura se halla en la capacidad de las palabras para sugerir y denunciar; el poder de escritores y periodistas no es otro que contribuir desde la tribuna de un periódico o las páginas de un libro a airear las injusticias, domésticas o mundiales, que conforman (y deforman) la historia con el propósito de cambiar su rumbo. El mismo autor ha confesado: "Nadie debería guardar sus pensamientos, y yo no callaré ni aun debajo del agua" (Declaraciones del autor el 4-8-94 en Diario 16 p. 40.)

He seleccionado como artículo ilustrativo de la visión del autor a cerca del periodismo, el titulado “El tiempo del periódico” (La vida por delante, p.15, primer artículo del libro) de cual podemos extraer rasgos definitorios del estilo de Molina:

El tiempo del periódico

El periódico es el pan de cada día, el tiempo de la vida diluido en presente, la arena con aspereza ligera de papel que es la arena fugaz que se le va a uno entre los dedos y la que cae en un hilo en los relojes antiguos. La novela, según Stendhal, es el espejo que discurre a lo largo de un camino, con la lentitud de lo que se recuerda, de lo que va cobrando forma de devenir; pero el periódico es el espejo instantáneo y convulso de lo que casi no tiene ayer ni tendrá mañana, la polaroid de las últimas 24 horas, con toda la poesía frágil de las polaroids, y también con esa capacidad de conservar, al cabo de unos días, lo que ya se convierte en un ayer lejano. Dentro de cada novela hay un reloj, decía E. M. Forster, y dentro de cada periódico hay un cronómetro sacudido por una taquicardia de segundos, de modo que todo va mucho más rápido en sus páginas, y el periódico de hoy parece el mismo de ayer y de hace 10 o de hace 20 años, y también le es completamente ajeno. "El periódico es una costumbre de la inteligencia y también de la mirada"

Nunca te bañarás dos veces en el mismo río ni abrirás dos veces el mismo periódico, y, sin embargo, el periódico es uno de los hábitos más arraigados de la vida, y uno lo reconoce cada mañana igual que reconoce su propia cara en el espejo, y no se da cuenta de que el periódico cambia tan veloz y tan invisiblemente como la cara, a no ser que de pronto encuentre un ejemplar de hace algunos años, y entonces comprobará que los cambios han sido tan graduales y sutiles como incesantes, y se dará cuenta de que ese presente firme y sosegado en el que cree vivir, y del que el periódico forma parte igual que el café del desayuno y la primera claridad matinal, es un vértigo de apariciones y desapariciones sin huella, un viaje que no se para nunca.

Uno desea y necesita costumbres, repeticiones, querencias, y entre ellas una de las más decisivas es la del periódico. A uno le gustaría dar un paseo cada día, hacia la misma hora, con los mismos amigos; tener una librería a la que acudir siempre, una tienda de discos en la que le reserven de antemano las novedades que van a gustarle, un bar donde antes de que llegue a la barra ya le estén poniendo el café tal como le gusta o su bebida predilecta. Y entre esa malla de hábitos no puede faltar el de llegar al quiosco y elegir el periódico, y mirar la primera o la última página antes de abrirlo, inspeccionándolo, como se palpa la corteza o se huele el pan que también necesitamos todos los días. El periódico es una costumbre de la inteligencia y también de la mirada, parte de un gesto cotidiano, el de guardarlo bajo el brazo al reanudar el paseo, y su lectura parece que es más gustosa en un sitio público, en un sitio público que a la vez tenga algo de intimidad, como ese café en el que uno quisiera desayunar todos los días mirando la calle por el ventanal, escuchando las conversaciones de la gente.

A uno le gustaría tener hábitos de mucho tiempo, pero también se sabe, por experiencia, culo de mal asiento, así que si hago cuentas la única costumbre que he mantenido con casi absoluta fidelidad a lo largo de 25 años, más de media vida, ha sido la de leer el periódico, este periódico, comprarlo cada mañana, ir repasándolo página por página, habituándome desde el principio a su tipografía, a su papel y hasta a su olor como se habitúa un fumador a la nicotina y ya se vuelve adicto. La segunda cosa que he hecho más asiduamente a lo largo de mi vida fue fumar, e incluso la lectura del periódico parecía más sabrosa si la acompañaba un cigarrillo: logré desintoxicarme de la nicotina, pero no creo que me vaya a quitar nunca de ese otro adictivo químico, el olor de la tinta y el papel, que es el olor del tiempo y se adhiere a las yemas de los dedos igual que el olor del tabaco.

Me acuerdo del periódico que compraba, a los 20 años, en aquel mayo remoto y luminoso de 1976, y del que encontré fielmente en el quiosco en la mañana del 24 de febrero de 1981, y del que traía en sus páginas, por primera vez, un artículo que yo había escrito. El papel del periódico se vuelve amarillo enseguida, pero no importa porque ya hay otro periódico nuevo con su papel intacto. Comprendo aquello que decía Buñuel, que cuando estuviera muerto le gustaría salir de vez en cuando de la tumba tan sólo para echarle un vistazo al periódico.

TEMAS Y RASGOS DE ESTILO EN LOS ARTÍCULOS DE MOLINA

El periodismo y Muñoz Molina

En el artículo anterior se ofrece una visión clara del que es, para Molina, el periodismo. En este artículo, como en muchos otros, bajo una perspectiva costumbrista (“el periódico es uno de los hábitos más arraigados de la vida, y uno lo reconoce cada mañana igual que reconoce su propia cara en el espejo”) se habla de las características del periódico, identificado con el periodismo, que permiten entender la realidad de cada momento, entiende el periódico como una especie de diario de la vida en el cual se observa el presente sin percibir sus cambios más graduales debido a la cotidianidad del mismo hecho de leerlo, pero que demuestra, desde una perspectiva retrospectiva, cómo el periodismo ofrece una visión explicativa de la realidad y de los acontecimientos que convulsionan la realidad sin que apenas nos demos cuenta hasta tal punto que nos parece obsoleto con tan sólo un día de retraso. Para Molina el periódico es el retrato más fiel de la realidad, por lo que se podría entender que le otorga un carácter pedagógico, pues nos enseña a interpretar la realidad; pero a la vez le confiere también una característica ociosa que aporta placer al mismo hecho de leer un periódico independientemente de las noticias que nos cuente.

En el mismo tono costumbrista y de añoranza similar a la que se presenta en el anterior artículo cuando habla de la primera vez que apareció un artículo suyo en El País, Molina no se olvida de los otros medios de comunicación. Habla con especial cariño retrospectivo de la radio en los siguientes términos: “Pero lo mejor de todo era la radio, que estaba siempre disponible para contarnos cosas sin necesidad de reunir el dinero para una entrada de cine o para un tebeo” (Los días de la radio, La vida por delante, p186) Habla de la radio como de un instrumento que servía para “adiestrar” a la hora de “imaginar” las cosas, pero habla en pasado por que considera que en la actualidad, desde el intento de golpe de Estado del 23F, la radio ha perdido “el antiguo impulso de contar historias” debido a la nueva tendencia de que oradores “expertos en emitir su opinión” acaparan las ondas hablando exclusivamente de los pormenores de la política, lo que produce “aburrimiento”.

En ambos artículos, ese estilo tendente a la añoranza lleva a la reflexión sobre el papel de los medios en la sociedad y a la necesidad de un nuevo replanteamiento de los comunicadores en la sociedad actual para despertar las mentes de los espectadores y para animar al público a una reflexión crítica sobre el papel de los medios de comunicación como instrumentos de ocio pero también pedagógicos capaces de informar y formar.

España y “La vida por delante”

Como ya he citado anteriormente, “La vida por delante” hace referencia a la idea de Molina respecto a las pocas expectativas que mantiene el autor respecto a las posibilidades efectivas de España como marco en el que realizarse satisfactoriamente. Así en su artículo Vidas de Cómicos se refiere a España en comparación con Italia como “un país adicto a la chapuza que frustra las cosas antes de que lleguen a existir y a la murmuración que malogra cualquier atisbo de éxito, al desdén que lo niega y confunde casi todo, lo bueno y lo malo, lo mediocre y lo mejor.” (Vidas de cómicos, La vida por delante, p.26) En referencia a esta tendencia a confundir lo bueno y lo malo, a la ocultación, Molina, en su artículo Historias viejas, palabras tristes, (La vida por delante, p.66) pone de manifiesto que, independientemente de la tendencia ideológica, las autoridades españolas continúan con la tradición del olvido respecto a lo desagradable para la nueva moral democrática. Respecto al gobierno socialista, manifiesta la tendencia de este a “eludir las palabras que tuvieran adherencias del dolor o de las ilusiones de tiempos adheridos; por su parte, el autor critica especialmente al gobierno de derechas que, con motivo del centenario de Lorca, “recobra una tradición intelectual y política por la que jamás se había interesado sino para perseguirla, y lo hace con una mezcla de desparpajo y de astucia, con una estricta precaución sanitaria”. Refiriéndose a Aznar dice: “José María Aznar recita versos de Lorca e imparte la consabida doctrina, pone un mohín de desagrado ante los inevitables recuerdos de oscurantismo y crueldad que despierta el nombre del poeta: ya está bien de contar historias viejas, declara, y la sonrisa fría no se sabe si ahora es también un gesto de irritación”. El tema del olvido forzado por lo políticamente correcto se relaciona en este artículo con la función pedagógica que, según Molina, deberían cumplir los medios de comunicación y que en la actualidad no cumplen: “También en la televisión pública las viejas historias y las palabras tristes son cuidadosamente borradas a fin de lograr un García Lorca al gusto de todos, sin filos, sin oscuridades, sin conflictos demasiado graves.” Molina se refiere a un documental en el cual no se habla en ningún momento de cómo murió Lorca, de su ejecución a manos de los fascistas, por lo que el autor concluye este artículo con la siguiente frase: “Se ve que a algunos muertos españoles no basta con haberles quitado la vida: para evitar palabras tristes y viejas historias también hace falta la infamia póstuma de quitarles su muerte”.

La línea general de sus artículos defiende esta visión negativa de España desde una perspectiva crítica pero a la vez, según mi opinión, sus críticas parten desde un nacionalismo español algo disfrazado de antinacionalismo. Un ejemplo que puede ilustrar mi tesis es el siguiente fragmento de su artículo Bestiarios (La vida por delante, p.35): “Los gusanos, los perros, los cerdos: una de las primeras palabras que yo leí en los muros del País Vasco fue “Txakurra”, que significa perro y se aplicaba a los policías, a los cuales se les auguraba una muerte como la que reserva a veces la crueldad española, según declara esa expresión terrible, muerte de perro. A este rico bestiario, un diputado del PNV acaba de añadirle ahora las ratas, las ratas de Hispania o de España, que invaden infecciosamente una tierra hasta entonces saludable y feliz. Dice el tipo que no hay que enfadarse, por dios, que es sólo una fábula, un cuento medieval para niños. Pues a ver si tienes algo más de cuidado con las palabras y las fábulas, no vaya a ser que alguien se confunda y que al oír que nos llaman ratas o gusanos, se crea en el derecho a proceder sanitariamente al exterminio”.

La visión crítica del estado del país, contrasta con la nostalgia y la pena que el olvido provoca. Visión negativa y amor por España son rasgos definitorios en el conjunto de los artículos de opinión de Muñoz Molina. Otro artículo que ejemplifica claramente la combinación de estos dos sentimientos es su artículo El país de Machado (La vida por delante, p.129) en el que Molina expresa su tristeza por la poca relevancia que tuvo en España el sexagésimo aniversario de la muerte de Antonio Machado: “No se ha hecho mucho caso a este aniversario de Antonio Machado. Se quedó sin país y no parece que tenga mucho futuro la cultura a la que pertenecía, la gran cultura liberal española, exterminada por la dictadura, apenas recobrada por nuestra olvidadiza democracia de ahora, negada por los nacionalismos victoriosos, febriles en su invención de pasados autóctonos, de pasados libres de toda impureza hispánica.

Por todo ello me atrevo a señalar tres rasgos definitorios de Molina en sus artículos:

-La nostalgia por un pasado con esperanzas de lo que podría haber sido y ha terminado por no ser.

-Rechazo del actual panorama español, en el que tanto los medios de comunicación como las clases políticas prefieren olvidar lo políticamente incorrecto en vez de enfrentarse a ello para cerrar las grietas aún existentes.

-Nacionalismo nostálgico español enfrentado a cualquier otro nacionalismo contrario a este primero.

-Rechazo a la dictadura franquista y rechazo a la nueva democracia desprovista del valor de la retrospectiva crítica.

La instrucción pública y sus maestros

Según Fernando Savater, íntimo amigo de Molina, "La educación es una prioridad en la sociedad contemporánea. La democracia tiene como problema público la educación. Y son dos cosas diferentes. No es solamente la enseñanza pública, lo que es público es el problema de la educación ''. El número de artículos que de manera específica o indirecta Muñoz Molina dedica a la educación confirma su declaración de intenciones: “¿Cuántas advertencias y aclaraciones previas es preciso hacer antes de una sensación de pesadumbre sobre el estado de la enseñanza en España (…)?”; esa defensa suya obstinada y melancólica de las cosas que tanto le importan:

El primer peligro que amenaza al libro es la ignorancia. Si la cultura escrita va quedando arrinconada en la escuela, si a los niños no se les habitúa a la lectura cuando tienen más curiosidad y capacidad intelectual, si se les deforma la imaginación sustituyendo el conocimiento por mitologías raciales o catecismos patrióticos, la literatura y el libro, irremediablemente languidecerán, o se convertirán en instrumentos letales y tediosos de adoctrinamiento. Si desaparece la literatura de los exámenes de selectividad, y es posible doctorarse en Filología Hispánica sin haber leído a Cervantes, los libros no van a serles de demasiada utilidad a los beneficiarios del sistema educativo”. (La vida por delante: A bajo precio, p.219)

Al igual que Savater, Molina entiende que entre los varemos básicos que pueden señalarse para calibrar el desarrollo humanista de una sociedad, el primero es el trato y la consideración que brinda a sus maestros. Existe el hábito de señalar a la escuela como correctora de todos los vicios de la sociedad, males entre los que destacan la violencia juvenil, la drogadicción, el retorno al racismo... En lógica consecuencia se supone que los encargados de esa primera enseñanza de tan enorme trascendencia han de ser profesionales a cuya preparación se dedica el mayor celo profesional, los mejores dotados de medios, los más remunerados y los que gozan de la máxima audiencia en los medios de comunicación. Porque los maestros son en suma quienes preparan para que los niños aprendan a disfrutar la conquista cultural por excelencia: el sistema mismo de convivencia democrática.

“Uno puede tener hijos en diversas edades escolares y parientes y amigos dedicados no a la elucubración pedagógica, sino al trabajo diario en las aulas, y observar la pobre formación o la escandalosa ignorancia de los unos, y el desaliento profesional de los otros, pero si sugiere que el estado general de la enseñanza y de la vida en las aulas es desolador, enseguida saltará un experto o un resabiado que adivine tras nuestras palabras una torcida intención reaccionaria” (La vida por delante, Modelos del pasado, p228)

Denuncia, compromiso e ideología en Muñoz Molina

Muñoz Molina está convencido de que vivir en sociedad implica algo más que habitar en determinado territorio para hacer bulto. Ser socio es cooperar a un fin común, aportar ideas y esfuerzos para que la sociedad progrese, y lo haga en un progreso más entendido en el ámbito humanista que en el meramente tecnológico. Ortega y Gasset advertía que el ruralismo era el signo más característico de una sociedad sin minoría eminente: "Cuando se atraviesan los Pirineos y se ingresa en España se tiene siempre la impresión de que se llega a un pueblo de labriegos”. Muñoz Molina repara en todos esos provincianismos dañinos, en los chovinismos y en el tiempo ya para siempre perdido mirándonos el ombligo, acudiendo antes a las rogativas que a las ciencias, cómodamente instalados en nuestro atraso. En referencia a su opinión acerca de la Iglesia, Molina nos ofrece una atrevida opinión en su artículo La fiesta del perdón (La vida por delante, p.208): “Si la Iglesia pide perdón por su toma de partido en la Guerra Civil Española, ¿no debería pedirlo también por su complicidad milenaria con los poderosos, con su sacralización de las diferencias sociales, por su hostilidad feroz a toda innovación que pusiera en peligro el inmovilismo de sus privilegios?” y concluye diciendo:”Los errores del presente y los que puedan evitarse para el porvenir son los que cuentan, y no se remedian con aspavientos clericales, sino con el conocimiento de la historia y la lucidez política. Aunque, ahora que lo pienso, no estaría mal que la Iglesia católica me pidiera perdón por las bofetadas y los coscorrones que nos impartían sus ministros en los colegios religiosos y por todo el miedo a la muerte y al sexo con que me ensombreció la llegada a la adolescencia.”

Denuncia, compromiso e ideología se mezclan inexorablemente en los artículos de Muñoz Molina, así en su artículo Un dolor sin historia (La vida por delante, p.217) Molina expresa su forma de entender la liberación: “Hay una liberación en el hecho de contar, en el de rememorar en voz alta”. Molina entiende su profesión como una forma de denuncia de las injusticias que coincide muy bien con el modelo periodístico del “advocate” (abogacía) que entiende la profesión del periodista como una labor que se propone defender al ciudadano y denunciar las injusticias. En el artículo antes mencionado, Molina dice que “Hacia 1977, el Gobierno aún planeaba la creación de 10.000 plazas carcelarias para homosexuales. Pero lo más terrible no es eso: lo peor es preguntarse cuantos ciudadanos españoles habrían estado de acuerdo con esa medida.” Finaliza este mismo artículo recurriendo una vez más a la propuesta de no olvidar las infamias del pasado: “El dolor sin restitución de tantos homosexuales en la España facha y hombruna es una gran biblioteca sombría de historias no escritas que no pueden perderse en el olvido.”

La denuncia comprometida, de las injusticias y de la estupidez, es el rasgo inconfundible de este autor, acordes con esta premisa y similares en estilo al los anteriormente citados, he seleccionado los siguientes fragmentos ilustrativos de cada una de las críticas más habituales de Muñoz Molina:

  • Crítica a la superchería frente al conocimiento científico racional: “Ilusiones: no hay nada ganado para la claridad del pensamiento racional y del avance científico. Los adelantos más resplandecientes de la tecnología sirven para difundir mensajes medievales, y las bestias racistas que aspiran a limpiar Estados Unidos de negros, judíos y asiáticos y nutren su veneno a través de Internet. (…) Cada vez tengo más la sensación de estar viviendo en otro siglo, en una edad oscura a la que aún no ha llegado la ilustración. Quizá debería consultar a la experta en regresiones de la radio, a ver si en una vida anterior, llevé la casaca y la peluca empolvada de un enciclopedista incorregible.” (Las edades oscuras, La vida por delante, p.165)

  • Crítica a la hipocresía política: “(…) Lo que da miedo, es que esa señora (Margaret Tatcher) ha sido dirigente de un país democrático y ha gobernado con la legitimidad de una mayoría electoral, y sin embargo, no tiene reparo en defender a uno de los dictadores más sanguinarios de este siglo (Pinochet). Es inquietante que un abogado tenga colegas pistoleros, pero lo es más todavía que un gobernante democrático tenga un amigo que ha vulnerado todas las normas de la democracia, entre ellas, la primera y la más sagrada, el respeto por la vida humana.” (Grandes amigos, La vida por delante, p.177)

  • Crítica a las injusticias sociales: (Hablando de los inmigrantes que se ganan la vida en Jaén): “Sólo unos pocos serán elegidos, y pasarán el día entero recogiendo peras, y cuando pasen las horas interminables del trabajo, aún tendrán que esperar a que el capataz o el dueño se dignen a pagarles el jornal, y es posible que esa noche tengan que dormir en el suelo tan duro como el de las cuadras de los cortijos de otros tiempos, y que mañana, antes del amanecer nadie los elija cuando regresen a la plaza”. (Otros tiempo, La vida por delante, p.294)

  • Crítica al nacionalismo (vasco) frente al nacionalismo español: “Entonces la mirada que me ofrece el espejo empieza a ser de preocupación: ahora va a resultar que no he nacido blanco, sino hispánico; ni vasco, sino de Jaén; ni europeo, sino ásperamente español”. (El nacimiento, La vida por delante, p.114)

RECAPITULACIÓN

Molina concibe la escritura como un atesoramiento personal de experiencias compartidas, como un punto de encuentro y como “una persecución del fugitivo momento en que el recuerdo se trueca en deslumbradora certeza estética”. Debido a su larga trayectoria periodística y literaria, ambos estilos se funden el uno con el otro en los artículos de opinión de Molina. Su amplio conocimiento de la lengua castellana y su experiencia narrativa se fusionan en su estilo, al que podríamos calificar de sobrio y refinado sin abusar del morbo o de las palabras malsonantes lo que confiere más autoridad a lo que expresa que si empleara un lenguaje más vulgar.

Señalamos especialmente el estilo puramente literario de su obra con los siguientes ejemplos:

  • Uso de una combinación de léxico culto con lenguaje coloquial: “ En una iglesia episcopaliana, un rabino y una cantora de sinagoga, un imán, un pastor, un monje budista y un sacerdote sij se alinean en pie delante del altar, la voz limpia y aguda de la cantora enuncia una limpia melodía de dolor y dulzura, se sostiene sin filigranas ni inflexiones, parece brotar de lo más hondo del silencio y regresa luego a él como una luz que se apaga en la oscuridad.” (Antes de la música, La vida por delante, p.203)

  • Adjetivación fluida y abundante y correcto uso de sintagmas adjetivales:”Viaje en tren por el país abstracto del invierno. La niebla y el frio casi despojan de identidad reconocible a la ciudad por la que hemos estado caminando envueltos en abrigos y bufandas, traspasados por la lenta humedad de un rio cuyas aguas no se mueven y cuyo nombre no hemos llegado a saber.” (Las fronteras, La vida por delante, p.198)

  • Alusiones constantes a obras literarias: “J.D. Salinger, a quien debemos unos pocos relatos de ligereza insondable y una sola novela, El guardián bajo el centeno (…)” (p.236); “Scoott Fitzgerald, (…) ¿es mejor novelista por que sus obras maestras, El gran Gatsby y suave es la noche, fueran dos fracasos comerciales? (p267)

  • Uso de figuras retóricas entre las que destaca especialmente el asíndeton: “Persecución, oscurantismo, diáspora” (p.97); “Los otros, los más raros, los más cercanos, los más desconocidos, no son nuestros semejantes (…)” (p.111)

Conclusión

El articulismo de opinión que elabora Antonio Muñoz Molina destaca por el uso de un lenguaje prácticamente literario que sabe acoplar perfectamente con el estilo de la columna de opinión, empleando el espacio de cada artículo para hacer una crítica elaborada de la realidad social sin dejar de lado los artificios estilísticos literarios que caracterizan por su belleza a la literatura de este autor. En un tono serio Molina critica, en general, aspectos como el olvido, la ignorancia y la credulidad de la sociedad española, a la que quiere pero a la vez critica por su capacidad de “echarlo todo a perder”.

La vida por delante

Características de estilo en la obra periodística de Antonio Muñoz Molina.




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Enviado por:Inmaculada Saranova
Idioma: castellano
País: España

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