Literatura


La Celestina; Fernando de Rojas


INDICE:

Ficha: Pág. 2

Autor: Pág.3

Argumento: Pág.4

Estructura: Pág.5

Personajes: Pág.6 a 11

-Primarios: Pág. 6, 7 y 8

-Secundarios: Pág.9 10 y 11

Tiempo: Pág.11

Lengua y estilo: Pág.12

Genero literario: Pág.13

Ediciones: Pág.14

Temas: Pág.15, 16 y 17

Critica personal: Pág. 18

LA CELESTINA

Ficha:

Autor: Fernando de Rojas

Obra: La Celestina

Género Literario: Teatro: tragicomedia de Calisto y Melibea

Movimiento Literario: Edad Media

Siglo: XV

AUTOR:

Sobre la vida de Fernando de Rojas se conocen pocos datos. Debió nacer entre 1473 y 1476 en La Puebla de Montalbán (Toledo).

Se piensa que los padres de Fernando de Rojas fueron Garci González Ponce de Rojas y Catalina de Rojas.

Sobre su formación Religiosa podemos decir que era judío converso.

Hacia 1488 se trasladó a Salamanca, en cuya Universidad estudiaría latín, filosofía y otras materias necesarias para obtener el título de bachiller en leyes, tras, al menos, seis años de estudios de Derecho. Durante estos años, redactara los quince últimos actos de su única obra conocida, que apareció impresa en 1499 con el nombre de Comedia de Calisto y Melibea. Más tarde reconocería ser un mero continuador de poco más del primer acto, que atribuyó a Juan de Mena o Rodrigo de Cota. En los siguientes años, se ampliarían a veintiuno los dieciséis actos de la edición original y pasaría a conocerse como Tragicomedia de Calisto y Melibea.

En 1507, por un altercado fiscal con un vecino, se traslada a Talavera de la Reina, donde ejerce su profesión hasta el final de sus días. También ahora contrae matrimonio con Leonor Álvarez de Montalbán, hija, igualmente, de conversos. Tuvieron siete hijos, el primogénito continúo la carrera de su padre.

En 1525 fracasó al intentar representar a su suegro en un proceso inquisitorial, debido a su condición de converso.

Hacia 1538 debió ser Alcalde de Talavera, y, quizá lo había sido ya antes.

Murió el año de 1541 sin hacer la menor alusión a su obra que pronto se conoció como La Celestina. Se discute que su situación haya sido la que se suele esperar en un converso, es decir, la de alguien acosado por una sociedad cruel. Su testamento refleja el estado de un hombre respetado y dotado de un considerable patrimonio.

ARGUMENTO:

En la celestina se muestra los trágicos amores de Calisto y Melibea y las malas artes que emplea la alcahueta, Celestina para que se enamoren.

La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, adonde ha entrado a buscar un halcón suyo, y la requiebra. Esta lo rechaza, pero ya es tarde, él ha caído violentamente enamorado de Melibea.

Vuelve a encontrársela en la ciudad, cerca de la iglesia, y le comunica sus sentimientos; ella lo despide irritada. Vuelve Calisto a su casa y confiesa su amor y su pesar a su criado Sempronio. Por consejo de este, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de géneros diversos (peines, alfileres, ovillos, afeites, hierbas e incluso oraciones, género este que es el que compra Melibea: una oración contra el dolor de muelas), puede entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes; Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areusa y Elicia.

Celestina logra entrar en la mansión de Melibea e intercede a favor del enamorado; consigue vencer su esquivez y la joven corresponde a Calisto.

Sempronio y Pármeno, criados de Calisto, de acuerdo con Celestina, desean explotar la pasión de su amo, que había ofrecido a la vieja una cadena de oro si lograba sus propósitos. Los criados reclaman su parte a la vieja, que se niega y entonces la matan y huyen. Pero son apresados y muertos por la justicia.A raíz de esto, las prostitutas Elicia y Areusa que han perdido a Celestina y a sus amantes, traman que el fanfarrón Centurio asesine a Calisto, pero éste en realidad sólo armará un alboroto.

Calisto que suele visitar a Melibea trepando a su jardín por una escalera de cuerda; estando en él se produce en la calle una pelea. El joven pensando que uno de sus nuevos criados tiene problemas, desea intervenir en ella y al bajar por la escalera cae al vacío. Calisto muere y Melibea, al saberlo, sube a una torre y se arroja desde lo alto.

La obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea.

ESTRUCTURA:

Atendiendo a la estructura argumental, debemos tener presente tres tipos de factores.

Como señala el esquema, el motor de la acción es el amor o pasión. Pero se observa que se trata del amor-trágico; y es que la estructura de La Celestina está montada sobre el contraste de amor y muerte, maridaje permanente en la literatura de todos los tiempos. El acto XII es fundamental. Es el momento en que cambia el movimiento de la obra; el amor y la muerte se aúnan aquí en un mismo acto, en síntesis estructural perfecta: el primer encuentro de amor de Calisto y Melibea y la primera muerte, la de Celestina. Anteriormente se ha visto una ascensión hacia el amor; desde ese momento, aparece la muerte como protagonista de la caída en cascada.

Efectivamente, la primera parte, hasta el acto XII, presenta un ritmo ascendente de acercamientos múltiples alrededor y en función del principal: el encuentro de Calisto y Melibea. Hasta este momento, los acercamientos interesados se van sucediendo con mayor o menor dificultad. Calisto ante los impedimentos determinados por la ilegitimidad de su amor y las imposiciones sociales se alía con Celestina por medio de Sempronio. Pármeno, más idealista y bienintencionado para con su amo, es, al principio, un impedimento que hay que destruir.

Las muchachas de Celestina, Elicia y Areusa, desempeñarán un papel importante en la consecución de la necesaria asociación de Celestina, Sempronio y Pármeno. Celestina se encuentra con una doble misión: atraer como aliado a Pármeno, que la conoce bien y la desprecia, y, como proyecto último conseguir la claudicación de Melibea, misión apurada no por el modo de ser de Melibea sino principalmente por los comportamientos sociales que se le imponen. La corrupción de Pármeno se consigue definitivamente en el acto IX en el encuentro con Areusa; la atracción de Melibea, trabajosa y lenta, culmina en el XII

La segunda parte, de línea descendente, se inicia también en el acto XII con el asesinato de Celestina, a manos de Sempronio y Pármeno. La muerte, ya anunciada varias veces en la primera parte, va a convertirse a partir de ahora en motor de la acción. Tras la muerte de Celestina, Tristán y Sosia comunican el ajusticiamiento de Sempronio y Pármeno en el acto XIII. En el XIX, única noche de amor completo, muere Calisto. El XX, el suicidio de Melibea, último eslabón de la cadena: Celestina, criados, Calisto, Melibea. Pero la muerte también está presente también en otros actos; por ejemplo, en el XV, XVII y XVIII con los planes de venganza de las muchachas de Celestina y, sobre todo, en el XXI, con el planto de Pleberio, que cierra la obra confirmando el triunfo de la muerte sobre el amor por la fuerza del destino.

PERSONAJES:

Dos mundos se contraponen en la obra: el ideal o renacentista, de los jóvenes enamorados que sólo viven para su pasión; y el real o medieval de la Celestina y los criados, ruines explotadores de aquel amor.

El personaje mejor trazado en la obra es de Celestina, la vieja astuta, encarnación del mal, que con tentadoras palabras quebranta la virtud de Melibea.

Uno de los aspectos más destacables de la obra es la magnífica caracterización de los personajes a través del lenguaje que emplean: los personajes nobles, como Calisto y Melibea, se expresan con delicadeza y elocuencia, mientras que los personajes populares, como Celestina y los criados, emplean un lenguaje más espontáneo y popular, lleno de refranes y frases hechas.

  • Primarios:

La celestina:

El personaje de Celestina se ha convertido en uno de los más famosos de la literatura española. El peligro de esta fama posterior de Celestina es su posible reducción a un personaje símbolo, a un simple tópico literario, cuando en realidad se trata de un personaje denso, rico, perfectamente vivo y, por supuesto, real.

En un principio notamos que sus motivaciones son relativamente claras y escasas: codicia, avaricia, astucia, egoísmo y cinismo. Es decir que, en apariencia, se trata de un repertorio de rasgos fundamentalmente negativos y coherentes entre ellos, muy propios para despertar en el lector o espectador de la obra una sana repulsión que realce, de rechazo, las cualidades de los personajes encargados de simbolizar el mundo moral y positivo. Sin embargo, ni el pesimismo de la obra, ni su finalidad permiten establecer tales diferencias morales, ni tampoco la función de Celestina es tan mecánicamente negativa.

El personaje se nos presenta como un ser complejo. Por una parte, es un ser marginado por la sociedad honrada, condenado al delito y al disimulo, cuando no a la brujería; por otra, vemos cómo cumple y ha cumplido una función social importantísima, actuando de medianera para cuantos vicios la sociedad respetable realizaba acogiéndose a sus artes. Por muy negativos que se nos presenten estos rasgos, a lo largo de la vida de Celestina aparecen como simple necesidad de supervivencia. La astucia y el cinismo cumplen la función de defender su vida. A ella no le amparan ni el nacimiento, ni el oficio, ni la función social; su vida es un constante sobresalto. Su astucia es su única tabla de salvación y el cinismo es la consecuencia del trato constante con una humanidad falsa y engañosa.

La visión de Rojas es psicológica. De hecho, si Celestina es el personaje central de la obra, esto no se debe solamente a su función, sino también al cúmulo de experiencias y conocimientos por ella atesorados y que se revelan en la habilidad y la densidad psicológicas de muchos de sus parlamentos. Celestina es el personaje que más habla, porque es el personaje que simboliza el conocimiento y la distancia crítica; sus conocimientos nacen de una larga experiencia, que le da el dominio total de las personas y de las situaciones.

Los antecedentes de esta figura se encuentran en las más antiguas producciones dramáticas. Las obras que más influyen en el personaje de Celestina son El Pamphilus de amor o Comedia de Vetula y en la literatura española El Libro de Buen Amor y El Corbacho del Arcipreste de Talavera.

Calisto:

Es un mozo noble y de notable ingenio, no posee la firmeza y determinación de Melibea. Es un joven a quien solamente le preocupa satisfacer sus deseos, atropellando a quien sea para conseguirlo. Es voluble, impresionable, fácil al desánimo y la exaltación más apasionada. Los dos rasgos más sobresalientes de este nuevo amador son por un lado, su total enamoramiento, es un poseso del amor, lo cual le hace andar completamente abstraído, en ocasiones como un sonámbulo, y por otro su egoísmo y su inseguridad.

El enamoramiento le lleva a las alabanzas más incontenibles, y a veces sofisticadas, de Melibea. Cae así en los esquematismos del amor cortés y en las exageraciones propias de los amantes, fruto no de la razón sino del corazón. Encarna el amor ciego, la pasión desatada, pasión que le esclaviza hasta convertirle en un personaje trágico.

Otro rasgo de este personaje es su inseguridad. Es tan inseguro, que llega incluso a perder protagonismo a favor de Celestina y de sus criados, quienes de esta manera se agigantan como personajes imprescindibles en la obra.

En cualquier caso, la pasión de Calisto le lleva a un profundo egoísmo que no repara en dádivas ni en ofensas. A Celestina y a los criados se los gana mediante riquezas y adulaciones, y, cuando le llega l noticia de que han muerto, su dolor parece inicialmente sincero, pero enseguida se apresura a justificar su muerte.

A Calisto sólo le importa la consecución de sus deseos, por eso morirá víctima de ellos.

Melibea:

El retrato que Calisto hace de Melibea podría hacernos pensar que estamos ante un tipo de mujer estandarizada, con resabios de dama del amor cortés y con rasgos de la nueva estética renacentista. Y efectivamente, nos hallamos ante un retrato estereotipo, ante un ideal femenino de belleza que es común al final de la Edad Media y a todo el Renacimiento. Un retrato que tiene más de ideal y de sueño que de real. El honor y la virginidad son sus únicos bienes.

Pero aunque el retrato físico (ojos grandes y tez lisa) de Melibea pertenece a un ideal de belleza propio de una época, no así su personalidad. Melibea es ya profundamente individual; sabe actuar de modo práctico y directo, buscando enérgicamente aquello que anhela. Melibea no es la joven cuya voluntad aparece ligada a la de los padres. No dudará en engañarlos, en fingir, en pasar ella sola a la acción para lograr sus apetencias.

En este sentido, Melibea representa en la literatura española la primera gran incorporación del individualismo de la persona defendido por el Renacimiento. El proceso de su pasión está magníficamente expresado con verdadera intuición del alma femenina: desde el rechazo inicial, al comienzo de la obra, hasta su entrega apasionada a Calisto en el jardín de su casa, pasando por ese punto intermedio de fingidas protestas y pretendidos rechazos.

Melibea enamorada ya no se detendrá ante nada. Pactará con la vieja, engañará a su madre y se entregará a Calisto. Cede a su pasión: no le importan la educación, el recuerdo de sus padres, ni tiene escrúpulos que la atormenten; es una mujer enérgica, apasionada, e incluso arrogante porque lo exige su pasión.

Pero el azar, la fatalidad o el destino acabarán con cualquier tipo de apasionamiento, como posteriormente en Romeo y Julieta o en Don Álvaro, el duque de Rivas . Entra, por tanto en la concepción moderna de la mujer. En posesión de una belleza idealizada, propia del Renacimiento afirma, sin embargo, a lo largo de la obra su poderosa individualidad, su fuerza y su pasión.

  • Personajes secundarios:

Criados de Calisto y pupilas de celestina:

Están trazadas con innegable maestría y originalidad. Son personajes enteros y no simples y fieles servidores. Pármeno, Sempronio, Elicia y Areúsa representan la incorporación al teatro de toda un realidad social: el mundo bajo de los criados y las prostitutas, propio del ambiente de la gran ciudad. Sus intereses y conflictos van parejos a los de los personajes de alto rango. En la tragedia clásica sólo intervenían reyes, héroes e, incluso, dioses; sin embargo, en la obra de Rojas las gentes del pueblo entran a formar parte de la trama trágica, lo cual es una característica de la comedia humanística. Fernando de Rojas ha sabido captar la crisis social del siglo XV, señalando la situación socioeconómica del asalariado. El resultado ha sido que, con una audacia literaria inesperada, ha hecho intervenir en u obra a los criados y a las prostitutas como si se tratasen de personajes altos socialmente. Cada uno de los personajes constituye un mundo con sus problemas, preocupaciones y miserias, cosa que no se dio ni en el teatro anterior ni en el inmediatamente posterior, en el que el criado no es más que un intérprete de la voluntad del señor. En La Celestina , en cambio, los criados deciden, ponen condiciones, exigen, y a la vez son pieza clave sin la cual es inconcebible la marcha de la obra; hasta el punto de que, cuando Pármeno y Sempronio son muertos aparecen suplidos inmediatamente por Sosia y Tristán. Los criados de La Celestina tienen su pequeño drama íntimo y su gran pasión: el interés y la avaricia. Todo cuanto hacen es arrastrados por el interés y el ansia de medrar. Los criados de La Celestina son un reflejo de esa crisis social que vimos anteriormente y que llevó al criado a cierto grado de rencor y desprecio hacia el señor.

Pármeno:

Pármeno es quizá el personaje más trágico de la obra, porque es corrompido por todos los demás personajes. Al ser hijo de Claudina, maestra y antaño compañera de Celestina, intenta advertir a su señor de los peligros que le pueden venir; pero es humillado por este. Su lealtad termina de derrumbarse al ser seducido por una de las pupilas de Celestina, que ha de sufragar con unos medios de los que carece de forma de que se ve obligado a participar en la corrupción de su señor al mismo tiempo que se corrompe él mismo. La pasión material del amor que acaba de descubrir le ciega y ya sólo pretende aprovecharse de la pasión de Calisto al igual que su compañero, el más cínico Sempronio. Tiene cierto paralelismo con Melibea, quien también se niega en principio a seguir la corriente corruptora.

Sempronio:

Sempronio hace tiempo ya que ha perdido cualquier ideal sobre los amos a los que sirve y solamente pretende aprovecharse de ellos con egoísmo y codicia. Mantiene una relación con una de las prostitutas de Celestina, que a su vez le engaña, y es el dueño de la idea de aprovecharse de Calisto para poder mantener su pasión a costa de la de su señor, en él se ve la ruptura de los lazos feudales amo-señor.

Elicia y Areusa:

Las prostitutas Elicia y Areusa odian en el fondo a los hombres y a las aficionadas como Melibea; son rencorosas, envidian a Melibea y pretenden que Centurio vengue la muerte de sus amantes, los criados de Calisto. Una tiene clientela fija y casa, la otra, menos experimentada, todavía no. Elicia sólo busca el placer con despreocupación de lo que pasa a su alrededor y de lo que no sea placentero; no le preocupa ni su pasado ni su futuro. Sólo la muerte de Celestina la hace volver a la realidad. Areúsa presenta una conciencia de sí misma más acusada. La venganza que trama junto a Elicia no es realmente por la muerte de sus amantes, sino más bien por el desamparo en el que quedan y por el odio que sienten por la clase social alta (envidia y rabia)

Los padres de Melibea:

Alisa y Pleberio, padres de Melibea, tienen más importancia social que dramática. Son el reflejo de un matrimonio burgués, orgulloso de su hija y confiado en su inocencia. Son dos personajes sobre los que no pesa el convencionalismo. Pero su seguridad y confianza en la hija facilitan los manejos de Celestina y, en definitiva, del desenlaza trágico.

Alisa

Alisa es la madre de Melibea y no posee una verdadera relación con su hija; se limita a especular sobre su matrimonio sin haberla consultado apenas.

Pleberio

Pleberio es el padre demasiado ocupado que ama a su única hija y ve cómo su vida pierde todo sentido al suicidarse esta, por lo cual declama el planto final de la obra, un lamento por el poder del amor donde sufre por la soledad y esterilidad a la que le ha condenado el destino tras tanto esfuerzo sin fruto.

TIEMPO:

Hay dos órdenes de tiempo (como ya hemos comentado): explícito e implícito. Primer salto temporal implícito: para Asensio, entre la escena-prólogo y la siguiente han pasado unos días, en los que se fermenta la pasión de Calisto y éste acude a Celestina. Esto haría también verosímil la evolución sicológica de Melibea. A esto seguirían tres días de acción ininterrumpida.

Segundo salto temporal: se da entre los actos XV y XVI, entre los que pasaría un mes. Tras esto, todo transcurre en un día y medio.

Este manejo del tiempo lleva a Lida a decir que la representación no es sino una selección. Sin embargo, hay autores que niegan la existencia de ese tiempo implícito, aduciendo la evolución de Melibea a la magia de Celestina y dándole a este elemento (como vimos en el apartado de los temas) gran importancia estructural.

Espacio

El macroespacio de la obra es evidentemente urbano, que se va configurando a través de los diálogos de los personajes con sus cales, plazas, iglesias... dando incluso nombres concretos. Se han barajado los nombres de algunas ciudades como marco espacial de la obra, pero no existen referencias suficientes e inequívocas al respecto, con lo que se asume que Rojas creó como marco una ciudad arquetípica. Hay muchos escenarios, que cambian rápidamente, pasando de un lugar a otro, llegando incluso a simultanearse don espacios (en el acto 12 se simultanea el diálogo de Calisto y Melibea con el de Pármeno y Sempronio. Resalta la domesticidad: la acción principal tiene lugar en tres casas (la de Melibea, la de Calisto y la de Celestina). Es de destacar la función principal del huerto de Melibea en lo que supone la primera dramatización de la naturaleza en la literatura española. El espacio es, en fin, vital, dinámico, múltiple y hasta simultáneo.

Lengua y estilo:

No debemos olvidar que La Celestina llega en un momento de madurez y por ello los diferentes movimientos culturales y literarios confluyen en ella purificados. En efecto, en ella se aúnan, en equilibrio admirable, el mundo medieval y el renacentista, por una parte y la tendencia culta y la popular, por otra. Esto determinará en gran medida su lenguaje y estilo.

Se pueden distinguir, en efecto, un lenguaje culto y latinizante, cargado de artificios, y un habla popular lleno de refranes y de expresiones vivaces. Sin embargo, la separación no es nítida; el uso de los diferentes registros del lenguaje no corresponde de forma absoluta a los estamentos sociales distintos - señores y plebeyos. -, sino que se entrecruzan ambas tendencias, dependiendo no sólo del emisor, sino también del interlocutor y del asunto tratado. No obstante, hay que apreciar una clara tendencia a la diferenciación.

El estilo elevado, por su parte, presenta una cierta moderación, si bien encontramos aún la frecuente colocación del verbo en el final de la frase, consonancias, amplificaciones, latinismos léxicos y sintácticos como el uso frecuente del infinitivo y el participio de presente. En cuanto a la crítica sobre el exceso de erudición, hay que decir que la abundancia de sentencias y alusiones históricas y mitológicas se interpretan hoy como una convención estilística análoga al hecho de que en el Siglo de Oro todos los personajes hablasen en verso.

También el lenguaje popular, tan rico en La Celestina , está sujeto a cierta mesura; es prudente el uso de los modismos del hambre y prescinde de dialectalismos y de formas de ambientación localista que le hubieran proporcionado fáciles elementos de comicidad y colorismo. En cambio, es de destacar la gran abundancia de refranes.

Por último, en La Celestina la técnica del diálogo se manifiesta con suma perfección, pudiéndose distinguir diferentes tipos según la intención del autor: monólogos caracterizadores y ambientadores - importantísimos, ya que, al no estar destinada la obra para la representación, sirven a su vez de acotaciones dramáticas-, diálogos oratorios y diálogos breves de gran riqueza.

GENERO LITERARIO:

El género de La Celestina es una cuestión polémica. Es en el siglo XVIII cuando el problema del género se plantea. La inflexible preceptiva neoclásica siente la necesidad de encajarla en un modelo preexistente.

El hecho es que se trata de un texto totalmente dialogado y cuya extensión y saltos temporales y sobre todo espaciales, la hacían irrepresentable en su momento y destinada a la lectura en voz alta, como era la costumbre en la época. Ya entrado el siglo XX y con extensos medios escenográficos, la obra pudo representarse íntegra o resumida, si bien no es una obra concebida para la representación sobre un escenario, sino para una lectura dramática.

Aunque el carácter de obra dramática de La Celestina parece imponerse sin dificultad debido a su estructura y a la total ausencia de parte narrativas, el género literario a que pertenece ha sido objeto de diversas estimaciones, basadas sobre todo en el hecho de su gran longitud; de aquí los nombres de novela dramática o de novela dialogada con que ha sido calificada en muchas ocasiones.

A pesar de lo dicho es innegable el carácter dramático de la obra. La estructura es pues básicamente dramática, pero, de algún modo, rebasa los moldes propios del drama.

Pero es que la Tragicomedia de Calisto y Melibea no fue escrita para ser representada, sino para ser leída, característica que enlaza con comedia humanística, género en que se inspira la obra de Fernando de Rojas. Este género fue creado por Petrarca y se caracterizaba por el argumento simple pero de desarrollo largo y su interés por los sectores pobre de la sociedad. Otra característica era el diálogo variado y que estaba escrito en latín.

EDICONES:

En 1499 aparece en Burgos, anónima, y actualmente sin título, la Comedia de Calisto y Melibea en dieciséis actos.
Comenzaba como la comedia elegíaca medieval, pero su desenlace era diferente: Calisto, enamorado de Melibea, recurre, por consejo de uno de sus dos criados, a los servicios de la alcahueta Celestina, gracias a la cual consigue a su dama. La codicia de alcahueta y criados lleva al asesinato de la primera y ajusticiamiento de éstos. Por un penoso accidente, cae Calisto de la tapia al jardín de su amada, muere descalabrado y provoca el suicidio de Melibea, que se arroja de una torre ante su padre, a quien informa de lo sucedido.

En Toledo (1500) aparece la Comedia de Calisto y Melibea, con unas palabras de "El autor a un su amigo" y unas octavas, que presentan, en acróstico, el nombre del autor: Fernando de Rojas, toledano, de la Puebla de Montalbán. Al final de los dieciséis actos se leen unas estrofas de Alonso de Proaza.

 En 1501 se edita en Sevilla, de forma muy parecida a la edición toledana.
 

De 1502 parecen cuatro ediciones sevillanas, una toledana y otra salmanticense, de veintiún actos. Son, en realidad, bastante posteriores.

 Creemos que desde 1500 ó 1501 existió la Tragicomedia de Calisto y Melibea en veintiún actos, es decir, con cinco intercalados tras el decimocuarto de la Comedia y conocidos como Tratado de Centurio. Incluye además interpolaciones a lo largo de toda la obra. Los nuevos actos presentan un soliloquio de Calisto; la venganza de Elicia y Areusa, pupilas de Celestina, encomendada al matón Centurio; el propósito de los padres de Melibea de casarla, y la última visita de Calisto con sus nuevos criados a la casa de su amada, interrumpida por el alboroto de Traso, matón a quien envía Centurio, incapaz de realizar por sí mismo la bravuconada.Este alboroto obliga a Calisto a auxiliar a sus criados y cae de la tapia para morir.

 Los añadidos parecen obra de Fernando de Rojas, pero el primer ejemplar de la Tragicomedia resulta una traducción italiana de 1506.
 
  

En castellano se lee en Zaragoza, 1507, texto que hoy ofrece una lectura completa.
  

Se creía que la versión más próxima al original era la de Valencia, 1514, que se ha editado más frecuentemente.

En Toledo, 1526 aparece, entre los actos XVIII y XIX, el Auto de Traso, ajeno a Fernando de Rojas. Ya entramos en una maraña de traducciones, adaptaciones, continuaciones, versificaciones, latinizaciones, comentarios, prohibiciones... La obra formaba parte de la literatura universal.
 
 

 En 1990 se da a conocer el fragmento de una versión manuscrita que, aunque catalogada, estaba desatendida en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid.

Este inicio de la Comedia se copió en la segunda mitad del siglo XVI, pero sus lecturas permiten conjeturar una versión anterior a la del impreso burgalés de 1499.

TEMAS:

La obra se articula en torno a varios núcleos temáticos:

  • El amor:

Se muestra como una pasión incontrolable que desestabiliza el ánimo de los individuos, los destruye y los aniquila. El amor, es el tema determinante, el eje de la obra, el que dicta y suscita el comportamiento de todos los personajes. Los dos únicos personajes que no resultan víctimas del amor son Pleberio y Alisa, los padres de Melibea, pero su papel en la obra es más simbólico, como portadores de los valores institucionales (la paternidad, la moral), que real. Dentro de este tema podemos diferenciar entre:

Parodia del amor cortes:

Como es sabido, las doctrinas del amor cortés dominaban desde el siglo XII en adelante gran parte de la literatura amorosa y caballeresca europea. No es fácil suponer que tales doctrinas formaran una teoría consistente de aplicación universal, pero se pueden detectar algunos principios en común: el amante como vasallo de la dama; relación amorosa secreta; exclusión de la idea de matrimonio entre los amantes; perfección y divinización de la amada; sufrimiento amoroso que le causa placer al amador...

Familiarizados con estas doctrinas, debían darse cuenta de que el caballero y la doncella eran figuras paródicas y por tanto ridículas, del amor cortés. Pero, Calisto, no tiene en absoluto la paciencia del amante cortesano, ni guarda el secreto de sus relaciones amorosas, y la divinización de Melibea le lleva hiperbólicamente a convertirla en "su Dios". Este mismo papel paródico del amor cortés lo desempeña Melibea, aunque de una manera más restringida. En realidad, la relación amorosa entre Calisto y Melibea más parece propia del amor romántico, apasionado, que del amor cortés.

Todo parece indicar que se trata de una concepción escéptica del amor. El amor de Sempronio y Pármeno por Elicia y Areusa está claro que procura explícitamente el goce físico. Calisto y Melibea, aparentemente, utilizan un lenguaje más ideal y literario. Una rápida lectura nos podría conducir a la interpretación de que las diferencias sociales entre criados y amos engendran un concepto distinto de las relaciones amorosas. Sin embargo, las palabras que emplea Calisto son una muestra de los tópicos del lenguaje amoroso que durará hasta el siglo XVIII, e incluso podrían interpretarse como una burla del citado lenguaje, que aparentemente no sirve nada más que para encubrir intenciones y deseos más concretos.

Amor como locura:

Al lado del amor cortés y entremezclado con él, La Celestina maneja también una doctrina acerca del amor apasionado que, con el apoyo de teólogos, moralistas y médicos de la Edad Media y del Renacimiento representa el punto de vista ortodoxo sobre el asunto. Era el "loco amor" que el Arcipreste de Hita y gran número de tratadistas habían denunciado en sus obras. Este amor apasionado no se distinguía de la lujuria, y era una manifestación auténtica de la locura. Tratados de medicina de la época colocaban el loco amor entre los cinco tipos de demencia humana.

Calisto, por tanto, no posee una locura metafórica, sino real, y sus actuaciones y palabras, como continuamente insisten los que le rodean, exhiben un personaje con todas las características de un loco de verdad.

Melibea, por su parte, una vez que admite la pasión amorosa para con Calisto, también se comporta como persona loca, y no vacila en poner en peligro tanto su fama como la de sus padres, introduciendo a su amante de noche en su huerto y desechando todas las modalidades morales propias de una muchacha de estirpe aristocrática

Amor como sensualidad:

Celestina, basándose en lo que ha aprendido a lo largo de una larga vida dedicada al amor ilícito, es la encargada de proferir juicios y consejos relacionados con amor y sexualidad. Para la vieja, amor y acto sexual son términos intercambiables. Desde luego pasa por alto la doctrina ortodoxa, según la cual el acto sexual era sólo permisible dentro del matrimonio, y defiende la idea de que las finezas del amor cortés son meros gestos hipócritas mediante los cuales hombres y mujeres aparentan una sensibilidad en las cosas amorosas, cuya falsedad ella sabe descubrir con rapidez.

La sexualidad no es cosa privada. Así, la vieja quiere asistir como testigo experto al acto sexual de Pármeno y Areusa, y Melibea, ya loca de amor, no halla inconveniente en que su criada Lucrecia esté presente en el huerto mientras hace el amor con Calisto. Las trágicas consecuencias de este amor concebido como sexualidad parecen confirmar la interpretación moral de la obra (Marcel Bataillon), pero hay tanta ambigüedad en ello que se pone en entredicho esta interpretación.

  • La codicia:

Enloquece a los criados y ofusca el entendimiento de Celestina hasta provocarles la muerte.

  • La fortuna :

Es un azar ciego y arbitrario, responsable de las tragedias humanas

  • La magia:

Cumple en la obra una clara función dramática: despertar a Melibea el fuego amoroso.

  • El tiempo :

Los personajes son conscientes de la irreversibilidad del tiempo y esto les empuja al goce frenético del presente.

  • La muerte:

Carece del significado trascendente que tiene en las coplas de Jorge Manrique; tampoco aparece con el simplemente macabro de la Danzas. Rojas nos la presenta como un simple dejar de existir.

Crítica personal:

Este libro es uno de los más importantes de la literatura española y me gustó por la gran historia de amor que desenvuelve y los conflictos que causa.

El personaje que más me llama la atención, sin duda, es el de la Celestina, ya que es un personaje manipulador, astuto y sabio; es un estilo “camaleón” se adapta a cualquier situación, ya que por ejemplo cuando habla con Melibea o Calisto usa un lenguaje culto, sin embargo para dirigirse por ejemplo a Alisa o Pleberio uso un lenguaje coloquial.

Sin embargo el personaje que más me gusta es Calisto ya que solo con ver a Melibea se enamora y como se define en el libro: “Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo” es una forma de demostrar su enamoramiento total. Tanto le lleva su locura pos Melibea que al ser rechazado por ella se quiere morir se encierra en su casa, cegado de todo lo demás.

Lo que menos me gusto de la obra se puede decir, que como esta escrito, es decir, el castellano antiguo ya que en ocasiones para entenderlo m costaba y tenia que leer de nuevo para poder comprenderlo, y en ocasiones usar el diccionario para mirar alguna palabra. Pero en sí, es una buena obra y una bella historia de amor aunque acabe en tragedia.

La muerte en esta obra esta muy presente, ya que casi todos acaban muertos por sus propias pasiones. La descripción de la muerte de Calisto es la que más me llamo la atención y la de Melibea la más sorprendente, aunque yo ya sabia como acababa la obra me sorprendió igual porque Melibea no quería saber nada de Calisto y todo lo perteneciente a él y muere por él.

En su conjunto la obra me encanta ya sea porque es una historia de amor o porque es un clásico.

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Enviado por:Paulinha
Idioma: castellano
País: España

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