Literatura
La busca; Pío Baroja
La Busca de Pío Baroja
Presentación
CONTEXTO HISTÓRICO de la obra.
La Busca se desarrolla en el Madrid de finales del XIX. La situación era difícil: en el 1875, sube al trono Alfonso XII y con él comienza la Restauración. Se establece la paz y estabilidad en el país, iniciándose una etapa de prosperidad económica de la que no participó el mundo obrero, que aumentó en número y vivió aglomerado en la miseria y la incultura, lo que además la impedía salir de esta situación.
Hacia 1870 se introducen en España las ideas del socialismo marxista y del anarquismo de Bakunin, el cual se difundió rápidamente entre la clase obrera. En 1885, la muerte de Alfonso XII coincide con el I Certamen socialista, y en el 1886 surgen levantamientos republicanos en contra de la regencia de Mª Cristina de Habsburgo.
Entre el 1887 y el 1890 se suceden las creaciones de asociaciones sindicales (UGT) y hay numerosas reformas en la política. Maura promueve en el 1893 un Estatuto reformista para la Gran Antilla, que fracasará en el 94.
Los últimos años del siglo se vieron marcados por los intentos independentistas de las colonias españolas, y España pierde Cuba, Filipinas y Puerto Rico en el 1898.
Al sentimiento general de decepción provocado por todo esto, le sigue un período regeneracionista que se replantea toda la vida nacional.
En el 1902, sube al trono Alfonso XIII, y se encuentra con grandes problemas sociales y regionalistas, además de la fuerte oposición anarquista que había estado presionando mediante atentados a altos cargos. Los conflictos posteriores hundirán a España en una profunda crisis social de la que le costará tiempo salir.
CONTEXTO LITERARIO
Empiezan a aparecer las posturas críticas en la burguesía intelectual frente a la situación económica, social y política de España. Algunos escritores como Emilia Pardo Bazán, Pereda y Pérez Galdós viven en estos años un gran auge literario. Los autores del momento buscaban nuevos caminos alternativos a las formas literarias que estaban en uso.
Esta época de búsqueda de cambios se da a conocer como Regeneracionismo. Se vive una concienciación de crisis de la sociedad española, tras el desastre del 98. Todo esto da lugar al deseo de revisión de las estructuras sociales y políticas para mejorar el futuro. El deseo de reforma se manifiesta a través de diversas fuerzas y corrientes intelectuales, con personajes como Joaquín Costa, Matías Picavea y Ziro Bayo.
Además de esta actitud regeneracionista, surge un grupo de escritores, principalmente poetas, que rechazan la realidad y se orientan hacia la búsqueda de la belleza y lo exquisito. Los precursores de esta generación son Ricardo Gil, Manuel Reina y Salvador Rueda. Las grandes figuras son Rubén Darío, Manuel Machado, Federico Villaespesa, Juan Ramón Jiménez, Eduardo Marquina, y otros. Consiguieron renovar el lenguaje y las formas métricas.
Contemporáneamente a los modernistas surge la Generación del 98, a partir de cuatro artículos escritos por Azorín. Sus componentes eran Valle-Inclán, Unamuno, Benavente, Baroja, Maetzu, Manuel Bueno,
Azorín, Ángel Ganivet.
En un primer momento surge “el grupo de los tres” formado por Maetzu, Azorín y Baroja. Intentaron hacer una compañía renovadora, interesándose por temas de actualidad y la política. Sin embargo pronto surgieron las diferencias entre ellos y se disolvió el grupo.
Poco a poco surge la “generación del 98” formada por escritores del momento que tenían una formación intelectual semejante, relaciones personales entre ellos, usaban un lenguaje común y un intento claro de lucha contra la generación anterior.
Todos ellos sentían un profundo anticlericalismo y se concienciaron de la crisis moral, ideológica, política y social del momento. Los escritores de esta generación se sentían desplazados puesto que la sociedad veía a los intelectuales como seres inactivos y abúlicos. De ahí que escritores como Baroja tuviesen dificultades a la hora de relacionarse con el mundo.
Los del 98 prefieren prescindir de géneros establecidos y gustan de un estilo conciso, directo y transparente. Innovan en los géneros literarios, como el ensayo, la novela moderna y con menor éxito en le teatro. Enfocando su actividad de espaldas a la generación anterior.
VIDA del autor: Pío Baroja
Pío Baroja nace en San Sebastián en 1872. Estudió medicina en Madrid y se doctoró con la tesis El dolor. Después ejerció en Cestona, pero regresa rápidamente a Madrid para hacerse cargo de la panadería familiar. Una vez instalado, comienza sus contactos con los escritores de la época como Azorín o Maetzu y entra de lleno en la literatura.
Se interesó por la política y se presentó como candidato lerrouxista en 1910. Sus ideales políticos pasan de un anarquismo juvenil a un liberalismo radical y acabaron en el escepticismo absoluto. En 1935 ingresa en la Real Academia Española pero durante la Guerra Civil española se ve obligado a abandonar el país por un enfrentamiento con los carlistas. Regresará en1940.
El carácter de Baroja está protagonizado por el pesimismo y el talante solitario. Busca en los filósofos como Schopenhauer, Kant y Nietzsche, la respuesta a las razones de su derrota existencial - La base ideológica de Schopenhauer es el pesimismo: llegó a afirmar que el mundo era un teatro macabro en que todo es apariencia- Una de las ideas comunes al escritor y al filósofo es que la inteligencia sólo conduce al dolor, y para conseguir calmarlo el mejor método es la abstención, que conducirá a un gran aburrimiento. Otra manera de aliviar el dolor es mediante la contemplación del sufrimiento ajeno. Para Baroja la obra española que muestra mayor tragedia es La vida es Sueño.
Se considera individualista, inadaptado al medio, anticlerical, en resumen, crítico de todas las instituciones. Sin embargo una de las cualidades más destacable era su sinceridad y ternura por los marginados o incapacitados.
OBRA
Sus primeros escritos se hallan en periódicos republicanos como El País o El Globo y en revistas que recogen el inconformismo radical de la generación, Vida Nueva o Alma Española. Su primer libro data de 1900, Vidas sombrías.
Gran amante de los viajes expone su conocimiento de las ciudades tanto españolas como extranjeras en sus libros, con minuciosas descripciones de los paisajes.
En La lucha por la vida reunió por primera vez sus novelas en una trilogía, agrupando luego incluso las que ya había publicado, aunque esta agrupación en trilogías es arbitraria ya que mantienen escaso parecido temático.
- Tierra Vasca
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La casa de Alzgorri (1900)
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El mayorazgo de Labraz (1903)
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Zalacaín el aventurero (1909)
- La vida fantástica
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Aventuras, inventos y mistificaciones de Silvestre Parados (1901)
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Camino de perfección (1902)
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Parados, rey (1906)
- La lucha por la vida
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La busca (19049
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Mala Hierba (1904)
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Aurora Roja (1904)
- El pasado
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La feria de los discretos (1905)
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Los últimos románticos (1906)
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Las tragedias grotescas (1907)
- La raza
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La dama errante (1908)
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La ciudad de la niebla (1909)
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El árbol de la ciencia (1911)
- Las ciudades
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César o nada (1910)
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El mundo es ansí (1912)
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La sensualidad pervertida (1920)
- El mar
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Las inquietudes de Shanti Andía (1911)
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El laberinto de las sirenas (1923)
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Los pilotos de altura (1929)
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La estrella del capitán Chimista (1930)
- Agonías de nuestro tiempo
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El gran torbellino del mundo (1926)
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Las veleidades de la fortuna (1927)
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Los amores tardíos (1927)
- La selva oscura
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La familia de Errotacho (1932)
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El cabo de las tormentas (1932)
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Los visionarios (1932)
- La juventud perdida
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Las noches del buen retiro (1934)
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El cura de Monleón (1936)
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Locuras de carnaval (1937)
Autobiográficos son : Juventud, egolatría; Desde la última vuelta del camino; La caverna del humorismo. Las Memorias de un hombre de acción son 22 novelas publicadas entre 1913 y 1935. Publicó también ensayos: El tablado del arlequín y Las horas solitarias.
Su único libro de poesías se llamó Canciones del suburbio.
Escribió también teatro. Dos de sus farsas son Arlequín, mancebo de botica, y El horroroso crimen de Peñaranda del Campo.
EL ESTILO BAROJIANO.
El estilo de Baroja fue aveces duramente criticado, ya que la eran reprochadas las incorrecciones gramaticales, su forma desaliñada y su tono en general descuidado. En efecto, en sus obras aparecen abundantes laísmos, faltas de concordancia... Pero todo ello se debe a su teoría narrativa sobre la prosa “abierta” y a su preferencia por la lengua hablada. Baroja pensaba que en una obra cabe todo lo que el autor quiera incluir. Él consigue una dificilísima espontaneidad narrativa, una prosa rápida, nerviosa, viva, de asombrosa fluidez, que logra la amenidad del relato.
Baroja rechazó siempre la retórica inútil, y apostó por el párrafo breve y la frase corta, que además consideraba de mayor valor literario que la hipocresía de la grandilocuencia. Llamó a esta forma narrativa “retórica de tono menor”.
Sus descripciones están siempre llenas de una intensa impresión de realidad, y la sencillez y claridad de sus detalles consiguen una imagen casi fotográfica en la mente del lector.
Consigue además captar el habla popular y el vocabulario común, adecuando el léxico al contexto social(véase “estilo y lengua” en el Comentario)
Su personalidad inconformista se refleja en su estilo. En su obra predomina el tono agrio y la crítica feroz, y si embargo consigue en ciertos puntos la intensidad poética más tierna, en donde se trasluce su compasión por los desvalidos.
Comentario
ARGUMENTO DE LA OBRA.
Se narra la historia de un chico, Manuel, que es enviado un día a su madre, la Petra, criada de una pensión madrileña, ya que no puede ser mantenido por sus tíos. Inmerso en una sociedad en crisis, Manuel debe sobrevivir como puede, e intenta ganarse la vida trabajando para varias personas: un familiar, un frutero, un panadero... Rápidamente se acostumbra a la pobreza y la miseria que ve allí donde va, pero pierde un trabajo tras otro, en algunos casos al ser despedido, en otros por no soportar las duras condiciones de trabajo, y se ve forzado a adaptarse a la vida en las calles descubriendo la maldad y el dolor de la vida de la gente del hampa. La muerte de su madre lo deja en la soledad más absoluta, y sin trabajo ni familia, todo parece empujarle a la golfería junto a su primo Vidal, que vive de “randa” en el extrarradio de Madrid. Recogido de las calles por un trapero, Custodio como un desperdicio urbano más que necesita ser reciclado, Manuel por fin parece sentirse feliz, pero por un incidente con la hija de éste decide marcharse y vuelve a las calles. Vagabundeando sin saber qué hacer con su vida, el comentario de un municipal sobre los niños de la calle (“Éstos ya no son buenos”) le hace reflexionar, y la Busca termina con la decisión de Manuel de ser “de los que trabajan al sol, no de los que buscan el placer en la sombra”.
TIEMPO Y ESPACIO
La acción se desarrolla en la ciudad de Madrid de finales del siglo XIX o principios del XX, diversas referencias del texto a Sagasta (nacido en el 1825), o Garibaldi ayudan a esta localización temporal El tiempo narrativo abarca unos 4 ó 5 años, desde la llegada de Manuel a Madrid, el verano del 1888, hasta que pasa de los 18.
TEMA Y ESTRUCTURA
El tema de la obra es cómo un entorno viciado empuja al individuo al que envuelve hacia el deterioro moral.
Los acontecimientos pueden dividirse en tres partes. La primera parte, que abarca del capítulo I hasta el IV, es prácticamente una presentación de Manuel y su situación familiar, a la vez que sus acciones van componiendo su carácter. Se describe su vida en la fonda de Dª Casiana hasta que tiene que abandonarla por un incidente con un inquilino.
La segunda parte, desde el capítulo I de la 2ª parte, hasta la muerte de su madre en el capítulo II de la 3ª parte. En este período, Manuel trabaja en la zapatería de su tío, conociendo así a sus primos y a la gente del hampa, y en una tahona, donde el trabajo se le hace muy duro. En la tercera parte, del II de la 3ª parte hasta el final, Manuel se siente en el más puro abandono y se precipita rápidamente hacia miseria.
El carácter abierto de la novela.
El desenlace de la obra es impreciso, Baroja deja sin un final concreto la vida de Manuel, para que sea el propio lector el que busque la continuación en los siguientes volúmenes de la trilogía.
A lo largo de La Busca Manuel se presenta como un personaje despreocupado por su futuro, que no luchará por conseguir una salida de su pobreza hasta el final de la obra, Aurora Roja. En la segunda novela de la trilogía, el protagonista divide su vida entre la golfería y el trabajo como obrero. En esta obra la crítica contra la burguesía se acentúa más que en La Busca.
La última parte de la trilogía, se puede considerar política, con la exposición del Regeneracionismo y el aburguesamiento final de Manuel. El largo aprendizaje desde joven llega a un triunfo social.
EL GÉNERO: RELACIÓN CON LA PICARESCA.
Se ha visto en La Busca cierto parecido con la novela de tipo picaresca. La característica común más evidente es el protagonismo de un chico joven que ha de arreglárselas para poder sobrevivir, aunque La Busca no está relatada en forma autobiográfica. El ambiente que rodea al personaje principal, sin embargo, coincide en los bajos fondos y suburbios de una ciudad, con la consiguiente aparición de numerosos personajes pobres y desechos sociales con los que se encuentra el protagonista.
Poniendo por ejemplo El Lazarillo de Tormes, Lázaro y Manuel tienen, a causa de esta miseria con la que conviven, una visión desengañada de la vida, un sentido de la realidad muy desarrollado, incluso podría compararse la relación de Manuel con Roberto Hasting, soñador buscafortunas, con la situación vivida por Lázaro al servicio del escudero, que se negaba a aceptar su mísera situación:
“Manuel encontraba necio estar hablando de tanta grandeza, cuando ni uno ni otro tenían para comer”(final capítulo III, 3ªparte La Busca)
El carácter realista que les sobra a Manuel y al Lázaro les convierte en perfectos analistas de la sociedad. Por medio de esto, el autor critica la sociedad que describe y da a su obra un carácter desmitficador.
Con respecto a la forma, los amos del Lazarillo podrían relacionarse con los distintos jefes de Manuel dándose una construcción paralela.
Por otra parte, Lázaro es prácticamente huérfano y, aunque Manuel sí conoce a su madre, el papel de ésta en la vida de su hijo es prácticamente nulo y no remedia su desamparo. No obstante Manuel no usa tretas ni engaños para vivir por lo que no puede considerarse un pícaro.
Por último, la diferencia, desde nuestro punto de vista, más importante que separa La Busca del género picaresco, es la situación a la que llega el protagonista. El Lazarillo aspira a subir en la escala social, pero su estado miserable del principio es el mismo que el del final de la obra. Sin embargo Manuel, que a lo largo de la obra se ha ido hundiendo cada vez más, “despierta” por fin en el último capítulo y saca un repentina pero clara conclusión final: él no vagabundeará por las noches. Él será de los trabajadores del día.
Este pensamiento cambia radicalmente su situación inicial, mantenida por inercia, ya que en toda la obra simplemente se deja llevar por las circunstancias. Este pensamiento lo salva y lo recicla.
CARACTERIZACIÓN DE LOS PERSONAJES.
MANUEL
Manuel es un espejo de la personalidad de Baroja. Para hacer un estudio del personaje, en la obra apenas podemos encontrar nada de su aspecto físico. Psíquicamente se puede llegar a conocer mediante los comentarios del resto de los personajes.
El protagonista era indolente y atrevido, según las propias palabras del narrador. Por otra parte, era aventurero y holgazán, puesto que detestaba trabajar, como aseguraba el Maestro. Caracterizado por su disconformidad y apatía, se deja llevar por las circunstancias con una gran capacidad de adaptación.
Estaba falto de energía vital, despreciaba la violencia y a la vez se encontraba frustrado en la sociedad. No encuentra su sitio ni el sentido de su vida. Manuel ante todo era realista y se pregunta por qué ha fracasado en todos los trabajos y se ve obligado a vagabundear y ser un golfo. A lo largo de la obra, en la primera y tercera parte Manuel participa de la acción, sin embargo, en la segunda se limita a contemplar cómo suceden los acontecimientos. Al final parece que comprende que la apatía no le lleva a ningún sitio y que debe cambiar su vida y decide rectificar su postura frente al mundo.
ROBERTO HASTING
De carácter soñador, persigue una ansiada herencia que al parecer la pertenece durante toda la obra. En busca de esta fortuna, pide varias veces ayuda a Manuel en su labor de investigación. Su preocupación por el porvenir y su ambición le parecen inútiles a Manuel, ya que en el presente no tiene ni qué comer. Está ligado a la teoría del superhombre de Nietzche.
PROTOTIPO DE “RANDA”: VIDAL Y EL BIZCO
Vidal, primo de Manuel, después de la muerte de su hermano, se abandona al callejeo y al robo. Por su carácter despierto, se habitúa enseguida a la vida de randa. Le gustan las mujeres y el dinero, que gana prostituyéndolas. Es inteligente, lo que le permite sacar partido a todas las oportunidades. Vidal no está en esa situación por necesidad: él se lanzó a la vida fácil por pereza, ya que es poco trabajador y prefiere la vida sin complicaciones.
El Bizco es bruto por naturaleza. Golfo, ladrón y lujurioso, para él el mundo es una lucha en que la razón equivale a la fuerza. Manuel y Vidal lo desprecian por este carácter primitivo e indeseable.
EL SEÑOR CUSTODIO.
Este trapero es la personificación el bajo estrato conforme con su situación. Custodio es el último jefe de Manuel. Gran conocedor de la vida, muestra un carácter serio pero bondadoso. Es un hombre metódico, constante y muy trabajador, y a la vez, aunque moralmente estricto, gran amante de su familia. Custodio se diferencia del resto de los personajes de La Busca porque es feliz con su filosofía de la vida: no desear lo que no se puede poseer.
Su papel en la vida de Manuel es fundamental. Igual que hace con los desperdicios urbanos, lo recoge y recupera para el orden moral y el trabajo. Le hace ver la necesidad de salir de la miseria y buscar un futuro mejor: lo salva del desorden de la vida del hampa.
ESTILO Y LENGUA
El estilo barojiano, directo, económico, de párrafo corto y diálogo rápido, se distingue perfectamente en La Busca. Destaca su técnica descriptiva, con gran acumulación de detalles. Baroja dibuja magistralmente con cuatro pinceladas y léxico preciso y contundente, un boceto que gracias a estos detalles significativos y concretos, forman una imagen exacta de lo descrito.
En cuanto a la descripción de paisajes, se describe Madrid y sus alrededores, y en todo momento hay una impresión de miseria.
Teniendo en cuenta la importancia del ambiente como marco de circunstancias que influyen sobre los personajes y explican su conducta, esta sensación de angustia que transmiten sus descripciones es de vital importancia, ya que existe una marcada relación entre sentimiento y paisaje. La descripción se hace e veces subjetiva, identificándose con los sentimientos de Manuel: casas que se perfilan “con dureza”, cielo de colores “siniestros”...
La descripción de interiores y viviendas va siempre acompañada de una sensación de ahogo constante. La fonda de la señora Casiana, el Corralón el tío Rilo, la tienda del tío Patas... Todas son oscuras, pestilentes, asfixiantes. Los exteriores son también hostiles, ya que el frío y el hambre tapan la sensación de libertad.
Las personas tampoco son escritas de forma amable, sino duramente, incluyendo incluso detalles repulsivos: “Su mirada era extraviada; su aspecto, huraño, la cara llena de costras; uno de sus párpados inferiores, retraído por alguna enfermedad, dejaba ver el interior del globo del ojo, sangriento y turbio” (descripción de La Muerte)
La lengua hablada por cada personaje también se adecua a la procedencia social y educación. El léxico trata de recoger las particularidades idiomáticas del mundo gitano y del hampa: churumbeles, filar...
La jerga de la calle hace incluso a veces difícil la comprensión. Usa en los diálogos términos como aluspiar (estar atentos), apandar (robar), pintar un chirlo (dar una puñalada), ser un púa (astuto), estar a la husma (vigilar)...
Aparecen numerosos vulgarismos, e incluso transcribe las incorrecciones fonéticas y la pérdida de fonemas: novedá, robao, esperaisos, colá, chalá...
El lenguaje de las prostitutas es de los más vulgares: “decían veniría, saliría, quedría”, ispetor, quie(re), delega(ción).
La sintaxis errónea propia de la lengua oral y las expresiones populares (“¡Las tías brujas esas!”) consigue un realismo perfecto, que es la finalidad de estilo barojiano.
INTERPRETACIÓN DE LA OBRA
La Busca, como la mayoría de los libros de Baroja, es una muestra del pesimismo existencial y de inadapatación al medio. En el libro se estudian varios temas de interés social y político.
El protagonista Manuel, alter-ego de Baroja, cumple en la obra dos papeles; uno como protagonista y otro como introductor de la problemática social vinculada a ciertas zonas urbanas. La localización geográfica de los personajes determina su clase social. Manuel a lo largo de la obra se va desplazando desde el centro de la ciudad donde trabajaba su madre, a las afueras donde viven los marginados y pobres, de “vida refinada casi europea, en el centro, vida africana, de aduar, en los suburbios” (2ªp. I). Se observa la lucha de los de abajo por salir de la miseria y encontrar un futuro mejor. Es una obra escrita para criticar a la sociedad, y su división clasista. Dentro de la sociedad un grupo muy castigado y criticado por el autor es la Iglesia “a los frailes, monjas y demás morralla lo mejor era degollarlos, como se hace con los cerdos” (2ªp. I). También se puede encontrar un Baroja mucho más tierno con los débiles, “correteaban los chiquillos descalzos y los perros escuálidos” (2ªp. III)
Es de destacar la minuciosidad en la descripción de ambientes. En ese interés de Baroja por “pintar” a la perfección el cuadro de la sociedad del Madrid finisecular se aprecia el duro ataque a las instituciones de la época, y también de las clases sociales afectadas por esta situación, que carecen de preocupaciones o ideologías políticas que puedan sacarlos de esa situación. Simplemente, su falta de iniciativa les lleva a la pasividad, a ninguno se le ocurre que las cosas puedan ser de otro modo.
El mundo burgués, decadente, no consigue entenderse con la clase social baja. El episodio de las Damas de la Doctrina es una buena muestra de ello: ellas ofrecen oraciones a un mundo que se muere de hambre y abandono. “Para los golfos todo aquello no era más que un piadoso entretenimiento de las devotas” “...sentían la necesidad de insultar a las señoras de la Doctrina, como si instintivamente adivinasen lo inútil de un simulacro de caridad, que no remediaba nada” “parné, eso es lo que hace falta, y todo lo demás... leñe y jarabe de pico” (2ª parte, III).
Baroja hace referencia también al abandono (el Expósito), a la explotación, a la prostitución (lo hacían por hambre, muy pocas por vicio). También critica al mundo de los toros, que “le pareció el espectáculo una asquerosidad repugnante y cobarde” (3ªp. VIII)
En definitiva, descripción de ambientes, argumento, estilo... todo enfoca hacia una misma realidad. Más que una denuncia, La Busca parece un reproche en toda regla a la sociedad con la que Pío Baroja nunca llegó a conectar.
Bibliografía:
La Busca. Pío Baroja. Ed. Caro Raggio.
Literatura Española 2. Fernando Lázaro, Vicente Tusón.
La Busca de Pío Baroja.
Literatura del s. XX.COU. Fernando Lázaro, Vicente Tusón.
Claves de La Busca. M. Sacaró.
La generación del 98. Antonio F. Molina.
La crisis intelectual del 98. E. Inman Fox.
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Enviado por: | Ilse |
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País: | España |