Filosofía


Kant


KANT

1. CRÍTICA DE LA RAZÓN

            La meta de la Ilustración, cuyo máximo exponente filosófico es Kant, consiste en conseguir que cada persona piense por ella misma, librándose de la ignorancia y de 1a barbarie. En otras palabras, consiste en el uso libre de la razón.

            Vemos que las ciencias, entre ellas la lógica, las matemáticas y la física, han logrado con el tiempo constituirse como tales, y abarcan un cuerpo de conocimiento claro y definido. No es este el caso, dice Kant, de la metafísica. Cuando los filósofos se han puesto a hacer metafísica, utilizando su razón, los resultados no han podido ser más dispares y contradictorios. La meta­física todavía no se ha constituido en ciencia. ¿Puede llegar a ser una ciencia? Esta pregunta implica esta otra: ¿puede la razón especulativa o teórica llegar a conocer la realidad? Para responder a esta pregunta escri­be Kant su Crítica de la razón pura. Su tarea consiste en señalar los límites de la razón, lo que puede conocerse y lo que no.

            Platón se había centrado en la razón, en el mundo inteligible, pero explicó de un modo poco convincente cómo la razón llega a la esencia de las cosas, que son las ideas. Aristóteles comparte con Platón la idea de que la razón es un arma suficientemente poderosa como para enfrentarse a la reali­dad. En Tomás de Aquino ocurre lo mismo, excepto que por ser religioso admite que no todo puede conocerse por la razón, hay cosas que sólo se conocen por la fe. Pero entre la fe y la razón, se puede conocer todo. Descartes y toda la filosofía racionalista muestran una auténtica fe en los poderes de 1a razón: el cogito es el ejemplo supremo de cómo la razón se convierte en la fuente de toda evidencia y certeza.

             Con Hume, sin embargo, asistimos a un cambio radical. Hume descubre que la razón tiene unos límites más estrechos de lo que se creía; que muchas ideas, como las de sustancia, causa o yo, no tienen una justifica­ción racional. La filosofía de Hume es crítica: es una crítica a la con­fianza ingenua que Occidente ha tenido en la razón. Será Hume quien despertará a Kant, según propia confe­sión de éste, del "sueño dogmático de la razón". Kant -que habló siempre con profunda admiración de Hume- sigue la misma línea. Intenta averiguar los poderes de la razón, sus facultades, sus usos, sus límites. Sólo sabiendo de qué es capaz la razón, afirma, podremos hacer una filosofía aceptable, sin meternos en empresas que quizá desborden a la razón por todos lados. La confianza en la razón permanece, pero también ha surgido la sospecha sobre algunos de los conoci­mientos que proporciona. Su filosofía será una crítica de la razón, y a ese tipo de filosofía se le llamó criticismo.

1.1 EL GIRO COPERNICANO

            Toda la filosofía de Kant arranca de un cambio de postura en el modo de ver la realidad, que él lleva a sus últimas consecuencias, y que no duda en calificar como "giro copernicano".

            Hasta Kant,  los filósofos pensaban que el conocimiento consis­tía en "acercarse" a los objetos para comprender cómo eran. Lo que nosotros conocemos depende de los objetos, de cómo sean. Nuestro propio sentido común piensa de esta manera: el conocimiento se rige por los objetos. Pues bien, Kant va a decir exactamente lo contrario: el conocimiento no se rige por los objetos, sino que los objetos se rigen por el conocimiento. Es decir, que somos nosotros los que hacemos que un bolígrafo sea un bolígrafo, un árbol un árbol y una piedra una piedra.

            A primera vista, este modo de ver las cosas nos parece insensato, porque va contra nuestro sentido común: pensamos que el bolígrafo, el árbol o la piedra son lo que son independientemente de nosotros. Somos nosotros los que tenemos que "adaptarnos" a ellos para conocerlos, y no ellos a nosotros. Para Kant, conocemos las cosas en cuanto que las adaptamos a nosotros mismos. En el mito de la caverna de Platón, el hombre conocía en cuanto que conseguía adaptarse paulatinamente a la luz del mundo inteligible. Era el hombre el que tenía que adaptarse. Si tuviéramos que utilizar el mito para Kant, habría que darle la vuelta: el hombre es el sol que ilumina las sombras, las saca de su oscuridad y hace que sean cosas.

 

2. CRITICA DE LA RAZÓN TEÓRICA

2.1 LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO

Son dos:

-la sensibilidad. Es pasiva, se limita a recibir.

-el entendimiento. Es activo, produce ideas espontáneamente sin derivarlas de la experiencia. Por ejemplo, "sustancia", "causa", etc.

Estas dos fuentes de conocimiento, las únicas de que disponemos, funcionan de modo conjunto. La sensibilidad nos proporciona multitud de datos, por ejemplo: "espinas", "color rosa", "olor agradable", etc. y esta multitud queda unificada en el entendimiento bajo el concepto de "rosa". Podemos ir a un plano más abstracto y decir que los datos sensi­bles quedan unificados en el entendimiento bajo el concepto de "sustancia". Si en Hume los conceptos que no provenían de impresiones (aquí, de la sensibilidad) eran conceptos falsos, vacíos de significado, Kant difiere: los conceptos del entendimiento no derivan de la experiencia (siguiendo a Hume) pero cumplen una función legítima: unificar los datos sensibles en unidades dotadas de sentido. Los conceptos surgen espontáneamente del entendimiento. No se derivan de la experiencia, pero sólo se pueden aplicar a ella. En su aplicación a los datos de la sensibilidad se agota su función. Los conceptos existen para unificar la experiencia, por lo tanto su campo de aplicación legítima es la experiencia. Frente a Hume, el hecho de que los conceptos no provengan de la experiencia no significa que sean desechables. Todo lo contrario, cumplen una función muy importante en el conocimiento, al simplificar y estructurar los datos sensibles. Sin estos conceptos del entendimiento, el mundo sería un amasijo de colores y formas sin ninguna coherencia.

 

2.2 LOS JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI

            La razón combina los conceptos para producir juicios. La ciencia no es más que un conjunto de juicios. Para Hume, existen dos tipos de juicios, las relaciones de ideas y las cuestiones de hecho.

relaciones de ideas

            juicios analíticos --------------> a priori                            

cuestiones de hecho         

            juicios sintéticos --------------> a posteriori

 

Todo juicio analítico, para Hume, es a priori: si el predicado está contenido en el sujeto (como en "el todo es mayor que la parte"), entonces su verdad se puede averiguar antes de recurrir a la experiencia, indepen­dientemente de ella.

Todo juicio sintético, para  Hume, es a posteriori: si el predicado no está incluido en el sujeto ("el sol ha salido"), entonces para averiguar su verdad es imprescindible recurrir a la experiencia y ver si es así. Su verdad se establece después (a posteriori) de acudir a la experiencia, no independientemente de ésta.

            Kant acepta que los juicios analíticos sean a priori, pero no está de acuerdo con que todos los juicios sintéticos sean a posteriori. Para Kant, hay también juicios sintéticos a priori. Cuando hablábamos del giro coperni­cano, veíamos que es la razón la que impone las condiciones al objeto, condiciones que van a permitirnos conocerlo. Este giro copernicano se concreta ahora, cuando Kant propone la existencia de tales juicios. Fijémonos: si son sintéticos quiere decir que el predicado no está contenido en el sujeto:

por más que analicemos el significado del sujeto, no por ello deducimos el predicado, al contrario de lo que pasaba en los juicios analíticos. Nos proporcionan un conocimiento nuevo, cosa que no nos daban los juicios analíticos, que se limitaban a ser juicios puramente lógicos y, por tanto, no nos daban ningún conocimiento del mundo. Si son a priori quiere decir que su verdad es anterior a toda experiencia, independiente de ella.

            Kant afirma por tanto la existencia de unos juicios que (uniendo las características que hemos detallado) nos proporcionan conocimiento nuevo y que, sin embargo, son verdaderos antes de la experiencia. Hasta ahora creíamos que todo juicio sintético era a posteriori. Si hacemos una lista de juicios sintéticos, lo vemos claramente: "el sol ha salido"; "todos los gatos siameses son blancos"; "el pico más alto del Pirineo es el Aneto". En todos estos casos, habrá que comprobar la verdad después de acudir a la experiencia (después de asomarse por la ventana,, después de ver todos los gatos siameses, después de medir la altura de las cimas pirenaicas).

            Un juicio sintético a priori, por ser sintético, nos proporciona conocimiento sobre el mundo y, por ser a priori, es verdad antes de la experiencia. Pidámosle a Kant un ejemplo. "La recta es la distancia más corta entre dos puntos". ¿Es analítico? No, puesto que el predicado no está incluido en el sujeto: la noción de "distancia" no entra para nada en la noción de "recta". Tiene que ser sintético. Sigamos preguntando: ¿es a posteriori? Tampoco, piensa Kant, porque sabemos que es verdad sin tener que ir por ahí midiendo distancias entre dos puntos, sin necesidad de ninguna comprobación experimental.

             Kant no niega que haya juicios sintéticos a posteriori, lo que niega es que todos los juicios sintéticos sean a posteriori. Los principios fundamentales de las ciencias, dirá, son precisamente juicios sintéticos a priori.

            Otro ejemplo: "todo lo que comienza a existir tiene causa". ¿Es analítico? No, porque en la idea de "algo que comienza a existir" no está incluida la idea de "tener una causa". ¿Es a posteriori? Tampoco, porque sabemos que es así antes de ninguna experiencia. En este juicio, que no es otro que el principio de causalidad, uno de los juicios sintéticos a priori que fundamentan la Física, según Kant, ve­mos quizá mejor que en ningún otro el significado de su diferencia con Hume

            Para Kant, nosotros no estamos seguros de que el principio de causali­dad se cumpla siempre (=que es a priori) por pura costumbre, porque siempre ha sido así, como decía Hume. Si un día al encender fuego, en lugar de salir humo, sale agua, no pensaremos que el principio de causalidad ha fallado, sino que más bien nos preguntaremos "¿por qué en lugar de salir humo sale agua?", y esto no es más que preguntarse: "¿cuál es la causa de que en lugar de humo salga agua?". Vemos que continuamente estamos presupo­niendo el principio de causalidad, se cumpla o no lo que nosotros esperamos por costumbre. Por eso es a priori: porque ningún hecho de experiencia pues demostrar jamás que es falso. Atribuir el humo al fuego o a otra causa, depende de la teoría física, y podemos equivocarnos. Pero atribuir el humo a una causa no depende de ninguna teoría física, y en este planteamiento la experiencia nunca podrá desmentirnos.

            ¿Cómo explicar que podamos hacer este tipo de juicios? Puesto que sólo tenemos dos fuentes de conocimiento, algo habrá en ellas que posibili­te emitir semejantes juicios.

 

2.2. ANÁLISIS DE LA SENSIBILIDAD

            Si alguien nos dijera que ha visto algo que no estaba en ningún lugar y en ningún momento, no le creeríamos. E1 espacio y el tiempo son dos condiciones imprescindibles para la percepción de cualquier cosa. El espacio y el tiempo no son cualidades del mundo, no están "allí fuera" de nosotros, sino que son dos condiciones que nosotros le imponemos al mundo. Si noso­tros no distribuyéramos nuestras percepciones en el espacio y en el tiempo, ¿qué percibiríamos? Estaríamos en el mismo caso con que empezábamos este apartado. Kant llama al espacio y al tiempo "formas a priori de la sensibi­lidad".

-formas, porque el espacio y el tiempo no son impresiones sensibles parti­culares, sino la forma o el modo como percibimos todas las impresiones particulares.

-a priori, porque no proceden de la experiencia, sino que la preceden, son las condiciones de que nuestra experiencia sea posible.

-de la sensibilidad, no del entendimiento.

También los llama "intuiciones puras":

-intuiciones, porque no son conceptos del entendimiento, sino que son previas a todo entendimiento.

-puras en el sentido de que están vacías de todo contenido empírico.

Espacio y tiempo son las condiciones que nuestra sensibilidad impone a las cosas para convertirlas en experiencia, para que se puedan mostrar al hombre. Dios no necesitaría de espacio y tiempo para conocer, los hombres sí. Al ser espacio y tiempo anteriores a toda experiencia­ y haciendo a ésta posible, Kant las denomina condiciones trascendentales del conocimiento. Trascendental quiere decir en Kant lo que antecede a la experiencia haciendo que la experiencia sea lo que es.

            Puesto que espacio y tiempo son previos a la experiencia, ahora se entiende que sea posible formular juicios sintéticos a priori del tipo "la recta es la distancia más corta entre dos puntos", ya que a este juicio le subyace una idea de espacio que no necesitamos comprobar puesto que emana de nosotros mismos: no es un espacio que esté "fuera", sino que proviene de nosotros mismos y se lo imponemos a los datos sensibles, haciéndolos así objeto de nuestra experiencia.

2.3 ANÁLISIS DEL ENTENDIMIENTO

            De momento hemos logrado ordenar el caos de los datos sensibles por medio de dos condiciones trascendentales: el espacio y el tiempo. A partir de ahora, lo que tenemos es una multiplicidad de impresiones sensibles en un espacio y en un tiempo. Sin embargo, esto no basta para conocer las cosas. Si estamos viendo una casa, recibimos una multitud de datos sensi­bles diferentes, desde el color de sus muros hasta la inclinación de su tejado, etc. Si alguien nos pregunta qué estamos viendo, podemos responder­le: "una casa", y podemos hacerlo porque esa multiplicidad de datos sensi­bles los englobamos en un concepto, el de "casa". Si ahora se nos muestra una extraña cosa, de la que tenemos multitud de impresiones sensibles, y sin embargo jamás habíamos visto algo parecido antes, si alguien nos pregunta lo que estamos viendo, no sabremos responderle. ¿Por qué? Porque nos falta un concepto donde englobar todos los datos de la sensibilidad. A1 no poder utilizar un concepto, no sabemos qué estamos viendo. Para conocer, por tanto, necesitamos conceptos, y la misión del entendimiento es producirlos.

            Hay dos tipos de conceptos: los que hemos derivado de la experien­cia y los conceptos puros o categorías, previos a la experiencia, como ocurría con el espacio y el tiempo en la sensibilidad. Según Kant, no todos los conceptos proceden de la experiencia. Hay que localizar los conceptos que no proceden de la experiencia, y eso es lo que hace Kant en la deducción metafísica de las categorías.

            Puesto que para utilizar un concepto realizamos un juicio ("esto es una casa", etc.), habrá tantas categorías como tipos de juicios haya. Recurriendo a la lógica tradicional, que daba 12 tipos de juicio, Kant extrae 12 categorías: UNIDAD, PLURALIDAD, TOTALIDAD, REALIDAD, NEGACIÓN, LIMITACIÓN, SUSTANCIA, CAUSA, COMUNIDAD, POSIBILIDAD, EXISTENCIA, NECESIDAD.

            Los fenómenos no pueden ser pensados si no utilizamos alguna o varias de estas 12 categorías. Son previas a toda experiencia, vacías de contenido empírico. Son las condiciones de posibilidad, junto con el espacio y tiempo de nuestro conocimiento de las cosas.

            Las condiciones trascendentales de la sensibilidad (espacio y tiempo) permiten los juicios sintéticos a priori de las Matemáticas; las condiciones trascendentales del entendimiento (categorías) permiten los juicios sintéticos a priori de la Física, como el principio de causalidad.

            Las categorías son vacías porque han de llenarse con los datos proce­dentes de la sensibilidad, del mismo modo que el espacio y el tiempo ha de llenarse con las impresiones sensibles.

 

2.4 LOS LÍMITES DEL CONOCIMIENTO

            Las condiciones trascendentales del conocimiento (trascendentales porque permiten la experiencia), es decir, el espacio y el tiempo y las categorías, agotan su función en su aplicación a los datos sensibles. Su misión consiste en ordenar y estructurar los datos de la sensibilidad. Por tanto, no se pueden aplicar a nada excepto a los datos de la sensibili­dad. Se ve aquí la huella del criterio de verdad de Hume, si bien muy reformado. Para Kant, si aplicamos las categorías a lo que está más allá de la experiencia (como in­tenta hacer la metafísica) estamos haciendo un uso ilegítimo de las cate­gorías, puesto que su misión es sólo la de ordenar los fenómenos, y esto ha de ser así porque espacio-tiempo y categorías son lo que hace que las cosas puedan aparecer, se hagan fenómenos. Sin estas condiciones trascendentales del conocimiento, el mundo sería un caos de datos sensibles en ningún lugar y en ningún momento y además sin saber jamás qué son. Puesto que estas condiciones son las que permiten la experiencia, no pueden aplicarse a lo que está más allá de ésta.

Ahora se ve bien que el intento de la metafísica -hablar de lo que está más allá de la experiencia utilizando el espacio-tiempo y las categorías- es ilegitimo y conduce a las contradicciones que jalonan la historia de la filosofía. Son conclusiones sobre Dios, sobre el alma y sobre el mundo que carecen de validez, y Kant se encarga de mostrarlo realizado una serie de análisis brillantes y definitivos.

 

3. CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA

            La gran conclusión de la crítica que hace Kant a la razón teórica es esta: no podemos utilizar conceptos hechos para el mundo empírico en otro terreno. ¿Por qué la filosofía ha pretendido siempre alcanzar la verdad absolu­ta, y se ha tardado tanto tiempo en hacer una crítica de la razón? Porque, dirá Kant, la razón ha caído en su propia trampa. La razón pretende conocer la verdad y el fundamento de todo: eso es lo que impulsa las ciencias. Esta tendencia natural suya ha hecho que se haya sobrepasado, saltando casi sin darse cuenta a terrenos fuera de la experiencia, cayendo en múltiples errores. Su mismo afán de alcanzar la verdad ha sido el princi­pal obstáculo para acercarse a ella. Esta tendencia de la razón podría resumirse en tres ideas, ideas que a la razón le gustaría conocer y que, sin embargo, se escapan de la experiencia y por tanto de su conocimiento: el alma, el mundo y Dios. Si la razón pudiera responder a estas tres preguntas, ¿qué es el alma?, ¿qué es el mundo? y ¿qué es Dios?, habría alcanzado su objetivo. Y sin embargo, no puede responderlas, no podrá jamás, puesto que su conocimiento ilumina un trozo de la realidad (la experiencia, el fenómeno) para dejar en sombra otro (la cosa en si, el númeno).

            Sin embargo, la razón humana no se limita a conocer, sino que en cuanto razón teórica está subordinada a la acción: se conoce para actuar. Y está subordinada sobre todo a una acción ética, objeto de la razón práctica. Del mismo modo que hemos hecho una crítica de la razón teórica, vamos a hacer una crítica de la razón práctica.

 

3.1 ÉTICAS MATERIALES

            Si la razón teórica se preocupa de cómo son las cosas, y formula para ello juicios, la razón práctica se ocupa de cómo deben ser, y formula mandamientos o imperativos. Kant hace una critica de todos los sistemas morales anteriores, que llama materiales, y frente a ellos define su ética como una ética formal. Vamos a ver lo que estos términos significan.

Las éticas materiales intentan definir lo que es el bien supremo y establecen unas normas para alcanzarlo. E1 rasgo principal para poder reconocer este tipo de éticas consiste en averiguar si dicen lo que debe hacerse, en lugar de cómo actuar. Se proponen así acciones a realizar, otras a evitar, etc. Kant encuentra tres inconvenientes en este tipo de éticas que, desde Aristóteles hasta Hume, han sido la norma general:

-son empíricas, a posteriori. Sus conclusiones se extraen de la experien­cia, por lo tanto dependen de la experiencia de cada uno, no se pueden generalizar.

-son hipotéticas o condicionales: no valen absolutamente, sino que su estructura es siempre: "si quieres conseguir x (el bien supremo) tienes que obrar de tal manera". No valen incondicionalmente pues, ¿y si no quieres x?

-son heterónomas: el sujeto no se da a sí mismo la ley que guía su conduc­ta, entendiendo por esto que la razón no es 1a que propone la conducta, sino que la ley viene de fuera de la razón: de las inclinaciones o del deseo.

Las éticas materiales, por tanto, no son generalizables, no valen absolutamente y no son racionales.

 

3.2 LA ÉTICA FORMAL. EL IMPERATIVO CATEGÓRICO

            Frente a las éticas materiales, Kant propone su ética formal. Lo importante es la forma de la acción, no su contenido. Sólo así podrá ser universal y racional. Estas son sus características principales:

-está vacía de contenido. No propone ningún bien supremo que haya que perseguir.

-no nos dice lo que debemos hacer, sino cómo hacer lo que debemos.

-al carecer de contenido empírico, es a priori, y así puede ser universal.

-es categórica: afirma un modo de actuar como el único válido, independien­temente de cualquier fin.

-es autónoma y por lo tanto racional: el sujeto actúa por deber, un deber emanado de su conciencia racional, no de sus inclinaciones ni de sus deseos

            Actúa moralmente quien actúa por deber. Quien actúa conforme al deber (para no buscarse líos, para no ser sancionado, etc.) no actúa moralmente. El imperativo categórico dice así: "obra de tal forma que puedas que­rer que todo el mundo actúe igual". Otra formulación que él presenta como equivalente es: "obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca meramente como un medio".

            En la actuación moral, la razón advierte que para adecuar el ser al deber ser hace falta presuponer la inmortalidad, pues la labor que emprendemos ahora se presenta proyectada a un futuro de eternidad. Más aún, la acción moral presupone la libertad de la persona, de lo contra­rio la razón práctica carecería de objeto. Finalmente, en la actuación moral, la existencia de Dios como garante del deber ser queda presupuesta. De modo que si la razón teórica no podía abordar el alma, el mundo y Dios, la razón práctica, para el ejercicio de su objeto, tiene que presuponer que el mundo está hecho de tal manera que exista la libertad; que el alma es inmortal; que Dios existe. Son postulados de la razón práctica, no demostraciones de estos tres puntos.

            La razón determina el juicio moral -frente a Hume- pero no nos propor­ciona conocimiento del alma, del mundo o de Dios, frente a Descartes y el racionalismo.

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En función de la:

Clases de Juicios

 

Tabla de las Categorías

 

Cantidad

Universales

Unidad

Particulares

Pluralidad

Singulares

Totalidad

Cualidad

Afirmativos

Relación

Negativos

Negación

Infinitos

Limitación

Relación

Categóricos

Inherencia y subsistencia
(sustancia y accidente)

Hipotéticos

Causalidad y dependencia
(causa y efecto)

Disyuntivos

Comunidad (acción recíproca)

Modalidad

Problemáticos

Posibilidad - imposibilidad

Asertóricos

Existencia - no existencia

Apodícticos

Necesidad - contingencia

**




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Enviado por:Saty
Idioma: castellano
País: España

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