Literatura


Jorge Luis Borges


JORGE LUIS

BORGES

SU BIOGRAFÍA

Jorge Luis Borges nace en Buenos Aires, el 24 de Agosto de 1899. Se educa en un hogar culto, y, desde temprano, manifiesta su afición a las letras: a los ocho años, escribe su primer cuento, “La visera fatal”, inspirado en un episodio del Quijote.

En 1914, se traslada con su familia a Ginebra (Suiza). Allí cursa su bachillerato (único título académico) y aprende francés y latín. Escribe sonetos en inglés y en francés y se relaciona con el expresionismo alemán.

Hacia 1918 viaja a España donde se relaciona con escritores de vanguardia.

En 1912 regresa a la Argentina e introduce el ultraísmo en el ámbito literario. Funda la revista mural “Prisma” y colabora en la revista “Nosotros”.

En 1923 funda una revista: “Proa” y colabora en Martín Fierro. Poco a poco lleva a cabo una obra más personal.

Viaja nuevamente a Europa, donde permanece un año.

Entre 1931 y 1932 se inicia su amistad con Adolfo Bioy Casares, con quien firma algunas de sus obras utilizando el seudónimo de Bustos Domecq.

Cuando muere su padre (1938), comienza a trabajar como bibliotecario en la biblioteca municipal “Miguel Cané”.

En 1945 la Sociedad Argentina de Escritores le otorga el Gran Premio de Honor por Ficciones.

Después de la Revolución de 1955, ocupa el cargo de Director de la Biblioteca Nacional de Literatura.

Su importancia como hombre de letras se acrecienta: dicta cursos, seminarios y conferencias en Inglaterra y en varias universidades norteamericanas.

En 1967 se casa con Elsa Astete Millán, de la que se divorcia tres años después.

En 1973 deja su cargo de Director de la Biblioteca Nacional.

En 1986 viaja a Ginebra y se casa con su colaboradora María Kodama.

Jorge Luis Borges muere en Ginebra -“una de las tantas patrias que tengo”-, el 14 de Junio de 1986.

SU ÉPOCA INICIAL

Hay una fórmula ultraísta que prepara el camino hacia ésta época: “reducción de la lírica a su elemento primordial: la metáfora”. “Tenía como ahora - dice Borges -, un gran fervor literario, y una creencia, que ya no tengo. No sé porqué se me había ocurrido que la metáfora es el elemento esencial de la poesía. En buena lógica, bastaría un solo verso sin metáfora - y es fácil encontrarlo -, fuera de las metáforas inevitables que forman el idioma, para probar que esa teoría es falsa”.

Lo que muchos denuncian como excesivo color local en sus primeros poemas, puede resultar de un valor simbólico. De modo que ese sentimiento se vuelve luego como dominio del propio Borges: una suerte de adusta posesión de la desposesión. La poesía, para Borges, se nutre de la metafísica. El secreto del mundo ha de revelarse en ella cuando renuncie a toda alquimia y nombre tan sólo lo elemental, lo que persiste, lo que se repite. La poesía borgiana no es más que la tentativa de un sucesivo y total despojamiento.

En éstas obras de su primera época, sus versos están compuestos por palabras sencillas, cotidianas. Comparaciones y metáforas revelan este mundo que es nostalgia del pasado. Por eso, lo que más se siente en la poesía de nuestro escritor es el tiempo.

LA PRODUCCIÓN POSTERIOR A 1930

Las preocupaciones metafísicas que ya aparecen en su primera etapa se acentúan en esta.

Antes, atardeceres, arrabales, desdicha; ahora, “las mañanas”, “el centro”, “la serenidad”. Nuestro poeta da mas lugar a los sentimientos. Su poesía es mas personal, intimista.

Despreocupado del verse libre, admite los metros de la poesía tradicional y hasta retorna a la rima.

En algunos poemas, como “Amanecer”, sufre una experiencia de carácter tascendental o reproduce en verso los grandes temas del pensamiento filosófico universal como “Del infierno y del cielo”.

Hay en la poesía borgeana - explícito o tácito - un elogio del asombro ante un mundo que sólo tiene la edad de la luz de sus ojos y que ahora presiente su ceguera, que es “penumbra y cárcel”.

Reconoce nuestro poeta que, entre los libros que ha publicado, el más íntimo es “Historia de la noche”.

En el “Prólogo” de La cifra (1981), Borges define la poesía intelectual, en la que confluyen “el intelecto (la vigilia)”, que “piensa por medio de abstracciones”, y “la poesía (el sueño)”, que lo hace “por medio de imágenes, de mitos o de fábulas”.

BORGES, NARRADOR

No puede determinar el género literario de sus obras. Deja todo a gusto del lector; además, sostiene que un libro que quiere durar debe poder leerse de muchas maneras, debe permitir una lectura cambiante.

En la composición de sus narraciones influyen los libros que ha leído, luego, religiones y filosofías orientales.

En 1938 sufre un accidente y casi pierde la vida. A partir de entonces comienza a escribir cuentos: “Me habían hecho una operación, mi vida había corrido peligro, yo no me di cuenta, pero temí por mi integridad mental. Salí del sanatorio y pensé: si intento una nota bibliográfica y no puedo hacerla, bueno, ya mi ruina será total; si intento un poema y no me sale, también, mejor intentar algo que no he intentado nunca y errar así para reconocer que no soy nadie, que no soy nada.”

Sus cuentos y relatos son, al mismo tiempo, ensayos críticos, obras de erudición, estudios filológicos y filosóficos, juegos imaginativos para traducir ideas éticas o metafísicas en la realidad histórica.

En general, al leer los cuentos de Borges, ingresamos en un mundo en que lo real es fantástico. La irrealidad se realiza o - como bien dice César Fernández Moreno - “se crea ese ámbito de inverosimilitud verosímil o de verosimilitud inverosímil que define la literatura fantástica”.

“FICCIONES”: LA REALIDAD INVENTADA

Ficciones (1944) y El Aleph (1949) son las dos obras narrativas mas importantes de Jorge Luis Borges.

Ficciones está constituida por textos que escribe entre 1935 y 1944. Imaginación y fantasía se unen para que el narrador invente realidades con el auxilio de su inteligencia.

Como en su poesía, aparecen aquí los temas obsesivos del tiempo y del espacio; por ende, sus preocupaciones metafísicas. Dice al respecto Ernesto Sábato: “Cuando se hace una excavación en la obra de Jorge Luis Borges, aparecen fósiles dispares y la mezcla es aparente: son siempre las mismas ocupaciones metafísicas, con diferente ropaje...”

Ficciones forma parte de la narrativa postrealista.

De este libro borgeano tomaremos “El fin” “- todo lo que hay en él está implícito en un libro famoso y yo he sido el primero en desentrañarlo -”; con ésta narración, Borges agrega “un canto” a la segunda parte de Martín Fierro, de José Hernández:

Yo no sé lo que vendrá,

tampoco soy adivino;

pero firme en mi camino

hasta el fin he de seguir:

todos tienen que cumplir

con la ley de su destino.

UN UNIVERSO DE SÍMBOLOS

Leer y estudiar la obra de Jorge Luis Borges es caminar un infinito laberinto, para acertar con espléndidas salidas ficticias.

Detrás de las palabras hay - según nuestro escritor - “ sentimiento y pasión ”. Ese sentimiento y esa pasión que fluyen del íntimo centro borgeano, nos tienden los acertijos.

En las obras de Borges distinguimos diversas clases de laberintos. La palabra laberinto, para Borges, es la prisión en que está encerrado el hombre; es el lugar donde encontrará la muerte. Nuestro escritor explica cuándo surge en él la idea del laberinto: “Recuerdo un libro con un grabado de acero de las siete maravillas del mundo; entre ellas estaba el laberinto de Creta. Un edificio parecido a una plaza de toros, con unas ventanas muy exiguas, unas hendijas. Yo, de niño, pensaba que si examinaba bien ese dibujo, ayudándome con una lupa, podría llegar a ver el Minotauro. Además, el laberinto es un síntoma evidente de perplejidad que me ha acompañado a lo largo de la vida que hace que muchos de mis propios actos me sean inexplicables, elegí el símbolo del laberinto o, mejor dicho, el laberinto me fue impuesto, porque la idea de un edificio construido para que alguien se pierda, es el símbolo de la perplejidad”.

El espejo refleja la apariencia del mundo, reproduce una realidad que no está en el, en forma invertida.

En su niñez Borges siente “el horror de los espejos”: “... yo tenía miedo a que algunos de esos reflejos se pusiera a vivir por cuenta propia”. Para el contienen la revelación de nuestra identidad.

BORGES ENSAYISTA

Entre el asombro y la paradoja, Borges no cesa de escribir ensayos desde 1923. En ellos prima el escritor sobre el pensador.

Sus temas preferidos son la poesía gauchesca, el idioma nacional y nuestra poesía contemporánea; luego, el universo, la personalidad, el tiempo, la naturaleza ilusoria del espacio.

Borges ensayista revela a todos la inutilidad de la crítica literaria “objetiva”, pone el acento sobre el análisis del lenguaje literario, explora la irrealidad y, la ficción de todo relato, afirma revolucionariamenta para su tiempo que el lector escribe la obra.




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Enviado por:Clara
Idioma: castellano
País: Argentina

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