Filosofía y Ciencia


Introducción a una estimativa


Introducción a una estimativa

Las gentes de espíritu agrio que no saben otrgarse a sí mismas el lujo de comprender las cosas dirán que se trata de una moda.

Hasta fines del último siglo no existían más estudios sobre el valor que los referentes al valor económico.

En Etica y en Estética, en Sociología y en Psicología se empleaba el término valor, sin indagar.

Kant habla varias veces de valor de modo formal (como valor absoluto, valor relativo) pero sin una definición nominal.

Otro punto de vista es el de Nietzsche con la transmutación de los valores (valor vital, valor estético, valor político...) utilizando valor cuando parecen inservibles todos los demás conceptos para entender ciertos fenómenos, es decir, que valor sería algo irreductible a todas las demás categorías.

(Ortega y Gasset tratará de conducirnos por el camino más corto hasta una noción clara).

El problema del valor parece ser ignorado por los filósofos pero un tema tan radical no tolera que se le pase por alto. Podrá ser desapercibido, podrán pasar ante él las épocas sin destacar su fisionomía, pero el tema se hará presente en el cuerpo de la ciencia.

Unas veces fundido e indiferenciado con otros problemas.

Otras se deslizará disfrazado bajo alguna de sus formas particulares

Otras su presencia consistirá en una agresiva ausencia

La versión en que más reiteradamente ha preferido ocultarse el valor es en la idea de Bien.

Pero el Bien no es más que el sustrato del valor, o una clase de valores, una especie de Valor.

Ocurre que cuando no se posee la verdadera idea genérica la especie se convierte en un falso género.

Al hablar del Bien sólo conocemmos una forma específica del valor. Ejemplo:

El Bien y el Mal se excluyen, es decir, uno son lo contrario del otro pero uno y otro son valor.

La conciencia del valor es tan general y tan primitiva como la conciencia de objetos.

Junto a lo que una cosa es o no es hallamos en ella un `raro´, algo que nos parece valiosa o despreciable. El círculo de cosas que nos son indiferentes es mucho más reducido y anómalo de lo que a primera vista parece.

Percibimos los objetos, los comparamos y analizamos, los sumamos, ordenamos y clasificamos. Indagando su mutuo condicionamieto, los encadenamos en series de causas y efectos, pero esos mismos objetos organizados en un mundo según lo que son o no son, los hallamos organnizados en una estructura universal distinta, para la cual no es decisivo que sea o no sea cada cosa sino que valga o no valga (más o menos). Es decir, las cosas las valoramos.

Si en cuanto objetos no aparecen ordenadas en series tempoespaciales de causas y efectos, en cuanto valoradas aparecen acomodadas en una amplísima jerarquía constituída por una perspectiva de rangos valorativos.

Si por un mundo entendemos la ordenación unitaria de los objetos, tenemos dos mundos: el mundo del ser y el mundo del valer.

La constitución del uno carece de vigencia en la del otro.

Lo que es nos parece no valer nada (la guerra) y lo que no es se nos impone como un valor máximo (la perfecta justicia).

Hay palabras cuyo significado alude al mundo de los valores:

  • Bueno y malo, mejor y peor, valioso e inválido.

Con ser bastante rica esta lengua valorativa, apenas es un rincón imperceptible de las significaciones estimativas.

Preguntémonos ¿ qué son esos valores?

  • LOS VALORES NO SON LAS COSAS AGRADABLES

  • Primeramente pensaríamos: una cosa es valiosa cuando nos agrada y en la medida que nos agrada, y tiene valor negativo cuando nos desagrada y en la medida en que nos desagrada.

    Meinong fue el primero que de una manera formal planteó el problema del valor.

    Lo que me agrada es valorado positivamente; lo que me enoja, negativamente pero cada persona tiene su opinión de lo ques valorado positiva o negativamente para él.

    Aunque la idea de Meinong parece obvia, es la primera que se nos ocurre.

    Valor es el cariz que sobre el objeto proyectan los sentmientos de agrado y desagrado del sujeto.

    Las cosas no son por valiosas. Todo valor se origina en una valoración previa, y esta consiste en una concesión de dignidad y rango que hace el sujeto a las cosas según el placer o el enojo que le causan.

    No es un azar que esta idea que se comienza por negar el carácter objetivo del valor sea la primera que se nos ocurre. Se trata de una predisposición nativa que caracteriza al honbre moderno y le diferencia del hombre antiguo.

    Para éste (el hombre antiguo) lo espontáneo y lo primero es pensar que los objetos son independientes del sujeto. Sólo en virtud de un gran esfuerzo mental llega la humanidad antigua a sospechar que tal vez todo ese mundo de objetos y relaciones objetivas es mera ilusión y se reduce a una emanación del sujeto. En el hombre moderno, esta suspicacia es normal y espontánea; no necesita ed razones especiales para llegar a ella: la encuentra originariamente formando el estrato más hondo de su espíritu. Somos subjetivistas natos.

    En el caso de los valores, la situación es pareja. El error del positivismo, que, a pesar de su título (ser una filosofía de los puros hechos) comienza siempre por desconocer el fenómeno mismo que quisiera explicar. Porque es el hecho, que en el momento de valorar algo como bueno no vemos la bondad proyectada sobre el objeto por nuestro sentimiento de agrado, sino, al revés.

    La complacencia es un estado subjetivo, pero no nace del sujeto sino que es suscitada y nutrida por algún objeto.

    Toda complacencia es complacerse en algo igual que lo agradable no lo es porque agrada sino porque agrada por su gracia o virtud objetiva.

    El valor del objeto tiene que hallarse ante nuestra conciencia previamente al orto de nuestro agrado.

    Luego no es nuestro sentimiento de complacencia quien da u otorga el valor a la cosa, es, quien lo recibe.

    2.LOS VALORES NO SON LAS COSAS DESEADAS O DESEABLES.

    Valoramos todo lo inexistente, la riqueza que no poseemos, la salud que nos falta. Los grandes valores son los ideales, esto es, lo que aún no se ha realizado.

    Ehrenfels ensaya una nueva respuesta a la pregunta sobre el valor, también subjetivista e inducida por afán de atender a la disconformidad de las valoraciones humanas.

    Según Ehrenfels son valiosas las cosas que deseamos. Nuestro desearlas es lo único real que hay en su valor.

    Dicha tésis dio lugar a una famosa polémica con Meinong que puede resumirse en un diálogo imaginario:

    Meinong- Desear no es valorar, porque se desea sólo lo inexistente. Aunque es innegable que reconocemos valor a no pocas cosas existentes que poseemos y gozamos.

    Ehrenfels- Es un error afirmar que no reconocemos valor a lo inexistente; la riqueza de que carecemos, el talento que no tenemos tienen valor, y lo tienen porque apetecemos tales cosas. ( Aunque según mi opinión Ehrenfels habla de apetecer cosas no de valorar que no es lo mismo).

    Meinong- Reconoce su error en un punto: lo lejano, ausente o inexistente también tiene valor para el sujeto. Pero si el objeto llegase a existir me produciría agrado. Distingue:

    - Un valor de actualidad: tenido por el objeto presente que me complace.

    - valor de potencialidad: el que ese mismo objeto tiene cuando está ausente.

    En cambio Ehrenfels deja fuera los valores de lo actual.

    A lo que Ehrenfels responde: También cabe ampliar mi concepto. Lo existente no excita nuestro apetito, pero en todo instante nos formamos la idea de que ciertas cosas que poseemos, si no las poseyésemos, las desearíamos por lo que: valor es el ser deseado o deseable.

    Para una y otra, el valor no es nada positivo en el objeto, sino emanación del sentimiento o del apetito subjetivos. A mayor apetito o a mayor agrado, mayor valor.

    Bastaría esto para sugerir el radical error que padecen ambas teorías psicologístas, subjetivistas.

    Al sentimiento de desagrado no corresponde un valor negativo proporcionado, porque quien sufre una herida por salvar a un prójimo sufre un enojo y, sin embargo, valora positivamente el hecho que la produjo, la salvación del otro.

    Es falso que los rangos de los valores sean fución del agrado y del enojo.

    La conciencia de un valor no comporta un más o un menos de intensidad y pertenece a aquella clase de fenómenos psíquicos que carecen de esa variabilidad dinámica.

    Mas si el valor de una cosa no consiste en que la cosa complazca o enoje, ni en que sea deseada o por lo menos desable ¿ en que puede consistir?

  • LOS VALORES SON ALGO OBJETIVO Y NO SUBJETIVO

  • Deseable es unn término equívoco. Como poco tiene dos significados distintos y que además se refieren a dos fenómenos distintos:

    • Deseable significa la posibilidad de ser deseado. En tal sentido, la

    Cualidad `ser deseable´ que a un objeto atribuyamos no nos dice nada peculiar sobre el valor, es una cualidad vacía.

    Con la definición de Ehrenfels no obtenemos diferenciación alguna entre el

    Ser y el valor.

    • Deseable significa `merecer ser deseado´. El ser digno de algo es una cualidad de las cosas indiferente a los actos reales de agrado. Se rata de una exigencia que el objeto nos plantea.

    En esta significación de lo deseable entrevemos toda una nueva fisonomía del problema de los valores en que éstos presentan un carácter objetivo.

    Ahora podemos advertir que lo agradable posee esa significación según la

    Cual es agradable, no lo que de hecho agrada.

    Claro es que todas las complacencias y enojos están motivados por los valores pero éstos no valen porque nos agraden o lo deseemos, sino nos agradan y lo deseamos porque nos parece que valen. Por lo que tienen los valores su validez antes e independientemente de que funcionen como metas de nuestro interés y nuestro sentimiento.

    Shakespeare ya sabía todo esto y en algunos de sus personajes reparte dos teorías de valor:

    -la subjetivista -¿ que valor puede tener una cosa sino el que nosotros

    le damos?

    -la objetivista - el valor no depende de la querencia individual; tiene su

    propia estimación y dignidad.

    Se presenta el valor como un carácter objetivo consistente en una dignidad positiva o negativa que en el acto de valoración reconocemos.

    Valorar no es dar valor a quien por sí no lo tenía; es reconocer un valor residente en el objeto.

    Nuestro derecho en sentido estricto representa sólo una clase específica de valor: el valor de la justicia.

    4.LOS VALORES SON CUALIDADES IRREALES RESIDENTES EN LAS COSAS.

    Los valores son una sutil casta deobjetividades que nuestra conciencia encuentra fuera de sí.

    Hay, una radical diferencia entre la manera como vemos las cosas y la manera como percibimos los valores. Es impportante distinguir los valores de las cosas que valen.

    El valor no es una cosa sino que es tenido por ella. Ejemplo:

    El traje elegante es una cosa valiosa, es decir, una realidad en que reside un valor determinado: la elegancia.

    Por lo que los valores se presentan como las cualidades de las cosas.

    Si se busca con los ojos de la cara se verán su color y su forma pero no su elegancia ya que es una cualidad irreal.

    Una sencilla clasificación de las cualidades que las cosas tienen nos pone en ruta segura para comprender que linaje de objetos son los valores. Las cosas tienen ciertas cualidades propias.

    Color y forma son cualidades que un objeto tiene aunque estuviese solo en el mundo. Pero si ese objeto es igual a otro, esa igualdad es una nueva cualidad tan suya como el color o la forma.

    Sólo que la igualdad no la tiene el objeto cuando está solo sini cuando es comparado, es una cualidad relativa ( identidad, semejanza, ser mayor o menor...)

    Característico de estas cualidades es no ser visible a los ojos de la cara.

    La igualdad supone una comparación y la comparación es faena del intelecto.

    El positivismo fue impulsado por la sana tendencia de no admitir como verdadero otro conocimiento que el fundado últimamente en la percepción inmediata de los objetos.

    El error del positivismo fue comenzar por ser infiel a su inspiración originaria y suponer dogmáticamente que no hay más fenómenos que los sensibles, ni por tanto más percepción inmediata que la de tipo sensorial.

    La existencia de los números es ya ocasión ineluctable de naufragio para el positivista, porque el número no se ve, se entiende.

    Los valores son un linaje peculiar de objetos irreales que residen en los objetos reales o cosas, como cualidades sui generis.

    Los valores no existen mas que para sujetos dotados de la facultad estimativa, del mismo modo que la igualdad y la diferencia sólo existen para seres capaces de comparar. En este sentido puede existe cierta subjetividad en el valor.

    5.EL CONOCIMIENTO DE LOS VALORES ES ABSOLUTO Y CASI MATEMÁTICO

    Es forzoso distinguir entre las cosas y los valores. Una cosa que tomamos con sus propiedades materiales y además con sus valores es un bien si los valores son positivis, un mal si los valores son negativos.

    La percepción de la cosa como tal y la percepción de sus valores se producen con gran independencia una de la otra. Es decir, a veces vemos muy bien una cosa y no vemos sus valores.Otras veces tenemos clara conciencia de ciertos valores sin necesidad de verlos realizados en cosa alguna.

    Todo valor, por tener




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    Enviado por:Rosa Cancer
    Idioma: castellano
    País: España

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