Historia


Historia del Estado Zulia (1777-1811)


HISTORIA DEL ESTADO ZULIA

1777-1811

El Estado Zulia formó parte durante mucho tiempo de la provincia de Mérida, dependiente de Santa Fe de Bogotá hasta 1777, cuando se integró a la provincia de Venezuela.

En 1810, logrados por los grupos radicales del Cabildo caraqueño los principales objetivos que se habían planteado el 19 de abril, proceden de inmediato a asegurar el control de los distintos cuerpos militares acantonados en Caracas. En esa forma el Cabildo caraqueño asegura la lealtad de las Fuerzas Armadas acantonadas en la capital y procede a designar el 25 de abril de 1810, la Junta Suprema de Gobierno. En esta forma quedó constituido el gobierno de Caracas, el cual de inmediato envía delegaciones para procurar la adhesión de las otras provincias que integraban la capitanía general de Venezuela, logrando así que se pronuncien favorablemente. Coro y Maracaibo desde el primer momento permanecieron fieles a la monarquía española.

Maracaibo siempre se consideró más ligada, por intereses comerciales y aun políticos, al virreinato de Santa Fe. No hay que olvidar que al constituirse la capitanía general de Venezuela en 1777, Maracaibo se dirige al rey Carlos III pidiéndole se le mantenga adscrita a Santa Fe, petición que no fue atendida.

En este contexto, se explica la actuación del gobernador Fernando Vicente Antonio Miyares, quien arribó en 1798 con el título de Gobernador Político y Militar de la ciudad y provincia de Maracaibo, procedente de la ciudad de Caracas, donde residía luego de haberse desempeñado como Gobernador y Capitán General de Barinas.

Ante la rebelión caraqueña de 1810 y la erección de una “Junta Suprema” asumiendo el mando absoluto, el Ayuntamiento de la ciudad de Coro, exhorta en comunicación escrita al gobernador Miyares a que reasuma la Capitanía General de Venezuela, Superintendencia y demás tribunales superiores que existían en Caracas y de quienes dependía este gobierno. Esta solicitud y la gravedad de los hechos incitan a Miyares a proponer en Mayo de 1810 a los capitulares de la ciudad de Maracaibo la formación de una “Junta Superior” para el mejor gobierno de la provincia. Miyares prestó juramento como Capitán General de Venezuela ante el Ayuntamiento el 23 de julio de 1810.

Ante la postura pro-monárquica del gobierno provincial de Maracaibo, la Junta Suprema de Caracas, quien reconocía a Miyares como uno de los magistrados más probos y distinguidos de la administración colonial, resuelve enviar comunicación con fecha 22 de junio de 1810, al ciudadano gobernador, en la que lamenta la actitud asumida por él como máxima autoridad provincial. Según esta Junta, su proceder obedeció a la falta de pleno conocimiento de los sucesos de Caracas. La comunicación destaca la mala disposición de las autoridades de Coro, respecto a Caracas, a causa de haberse fijado como capital política y eclesiástica de Venezuela .A pesar que la Junta Suprema de Caracas, justificara la actitud de Miyares tratando de atraerlo a ella, no lo consiguió. En él, privó el honor, la lealtad y la fidelidad que simbolizan su alta magistratura y la voluntad del poder del reino, en éste caso representado en el Cabildo.

A pesar de estas muestras de afecto y solidaridad, en 1812 el Capitán Domingo Monteverde, quien se desempeñaba bajo las órdenes de Fernando Miyares, desconoce su autoridad y lo despoja de su cargo.

Se puede decir que el lago de Maracaibo fue el comienzo de todo lo que hoy se conoce como Zulia, cuando fue descubierta por el capitán Alonso de Ojeda el 24 de agosto de 1499. El Estado Zulia formó parte durante mucho tiempo de la provincia de Mérida, dependiente de Santa Fe de Bogotá hasta 1777, cuando se integró a la provincia de Venezuela.

En 1810, logrados por los grupos radicales del Cabildo caraqueño los principales objetivos que se habían planteado el 19 de abril, proceden de inmediato a asegurar el control de los distintos cuerpos militares acantonados en Caracas. En esa forma el Cabildo caraqueño asegura la lealtad de las Fuerzas Armadas acantonadas en la capital y procede a designar el 25 de abril de 1810, la Junta Suprema de Gobierno

En esta forma quedó constituido el gobierno de Caracas, el cual de inmediato envía delegaciones para procurar la adhesión de las otras provincias que integraban la capitanía general de Venezuela, logrando así que se pronuncien favorablemente. Coro y Maracaibo desde el primer momento permanecieron fieles a la monarquía española.

Maracaibo siempre se consideró más ligada, por intereses comerciales y aun políticos, al virreinato de Santa Fe. No hay que olvidar que al constituirse la capitanía general de Venezuela en 1777, Maracaibo se dirige al rey Carlos III pidiéndole se le mantenga adscrita a Santa Fe, petición que no fue atendida. La situación de Maracaibo se complica al declarar la Regencia de España «vasallos rebeldes» a todos los que se habían pronunciado a favor de la Junta de Caracas, designando al gobernador de Maracaibo Fernando Miyares, capitán general de Venezuela y ordenando el bloqueo de las costas de las provincias rebeldes.

Ante la postura pro-monárquica del gobierno provincial de Maracaibo, la Junta Suprema de Caracas, quien reconocía a Miyares como uno de los magistrados más probos y distinguidos de la administración colonial, resuelve enviar comunicación con fecha 22 de junio de 1810, al ciudadano gobernador, en la que lamenta la actitud asumida por él como máxima autoridad provincial. A pesar que la Junta Suprema de Caracas, justificara la actitud de Miyares tratando de atraerlo a ella, no lo consiguió. En él, privó el honor, la lealtad y la fidelidad que simbolizan su alta magistratura y la voluntad del poder del reino, en éste caso representado en el Cabildo.

A pesar de estas muestras de afecto y solidaridad, en 1812 el Capitán

Domingo Monteverde, quien se desempeñaba bajo las órdenes de Fernando

Miyares

Se puede decir que el lago de Maracaibo fue el comienzo de todo lo que hoy se conoce como Zulia, cuando fue descubierta por el capitán Alonso de Ojeda el 24 de agosto de 1499. A principios del siglo XVI habitaban la región diversas comunidades indígenas descendientes de emigrantes de origen arawak y caribe, llegados al lugar a lo largo de 11.000 años. 

En 1529 tuvo lugar la primera fundación de la ciudad de Maracaibo, cuando Ambrosio Alfinger hizo construir unos alojamientos para las mujeres y niños de su expedición. La aldea quedó abandonada a la muerte de Alfinger, pero en 1571 la volvió a regir Alonso Pacheco, quien le dio el nombre de Ciudad Rodrígo. Abandonada otra vez, la población fue vuelta a fundar por Pedro Maldonado en 1574, esta vez con el nombre de Nueva Zamora, con funciones de puerto lacustre y marítimo. Este asentamiento permaneció, aunque su desarrollo solo comenzó durante el siglo siguiente, cuando se convirtió en el lugar de paso obligado para los colonos que se dirigían a poblar las orillas del lago. Su prosperidad hizo que fuera saqueada varias veces por los piratas franceses, ingleses y holandeses que operaban en el Caribe.

En 1676 Maracaibo fue agregada a la Provincia de Mérida del Espíritu Santo de La Grita. 

El Estado Zulia formó parte durante mucho tiempo de la provincia de Mérida, dependiente de Santa Fe de Bogotá hasta 1777, cuando se integró a la provincia de Venezuela

Maracaibo se proclamó Estado Independiente de España, el 28 de enero de 1821,  y luego se unió a la integralidad de la República de Colombia.

El nombre de Zulia fue utilizado por primera vez en la nomenclatura políitica con la división de la República en el año 1824, formandose el Departamento Zulia, integrado por la provincia de Maracaibo, con capital en Maracaibo y las provincias de Coro, Mérida y Trujillo.  

El 11 de enero de 1830, formó parte de la República de Venezuela, al desintegrarse la República de Colombia.

En 1864 pasa a ser estado. 

En 1867 se le unen Mérida y Táchira. 

A finales del siglo Zulia y Falcón pasan a formar una sola entidad: Falcón. Al quedar disueltas, se conforma el estado Zulia. Se divide en diecisiete municipios y ciento seis parroquias.  

Maracaibo no participó de manera activa en las luchas por la Independencia de Venezuela y Colombia.. Hasta 1917 fue un pequeño puerto dedicado a la exportación de café proveniente de los Andes venezolanos y colombianos. En ese año, el descubrimiento de yacimientos de petróleo en sus cercanías fue el origen de su extraordinario crecimiento posterior, en el cual se convertiría en un gran centro portuario.

En 1786 se creó la Provincia de Barinas y las tierras de la Otra Banda del Apure fueron incorporadas a la misma tras su fundación en 1788 por el Capitán de Infantería de los Reales Ejércitos Fernando Mijares Gonzáles.


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En 1499, la expedición dirigida por Alonso Ojeda se topó con un golfo amplio, al que los indios que poblaban el lugar, llamaban "Coquibacoa". Conjuntamente con Ojeda estaban Américo Vespucio y Juan de la Cosa, entre otros nombres que quedaron incrustados en la historia, puesto que aún hoy día, se mantiene la discusión sobre quién fue el que puso el nombre de "Venezuela" a nuestro país.

Se dice que al explorar este golfo, los navegantes se percataron que éste se comunicaba con un gran cuerpo de agua dulce en el interior del territorio. Al estudiarlo, observaron que dentro de un abundante manglar existía una extraña comunidad de viviendas construidas sobre las aguas de ese lago, evocando la forma de vida de la ciudad italiana de Venecia. Desde ese mismo momento esa zona se conoció como Pequeña Venecia, denominación que con el devenir del tiempo, se degeneró hasta formar el nombre de Venezuela.

El nombre de este estado se utiliza por primera vez en el mundo político con la división territorial de Venezuela de 1824, cuando se formó el Departamento del Zulia, integrado por la Provincia de Maracaibo, Coro, Mérida y Trujillo. Anterior a esta fecha, se conocía con el nombre de Provincia de Maracaibo.

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A principios del siglo XVI habitaban la región diversas comunidades indígenas descendientes de emigrantes de origen arawak y caribe, llegados al lugar a lo largo de 11.000 años. Fue fundada en 1529 por la expedición de Micer Ambrosio Alfinger de la casa de banqueros alemanes Welser, refundada entre junio y julio de 1569 como Ciudad Rodrigo por el capitán Alonso Pacheco y despoblada en 1573. Finalmente en 1574 Pedro Maldonado la volvió a fundar con el nombre de Nueva Zamora, con funciones de puerto lacustre y marítimo; conserva aún restos del periodo colonial. Aunque durante el siglo XVII fue atacada en numerosas ocasiones por los piratas, consiguió prosperar hasta asumir el control hegemónico del occidente venezolano. Posteriormente vivió un periodo de decadencia —pese a que en el siglo XIX ejerció un importante papel como centro exportador del café proveniente de los Andes venezolanos y colombianos— que se prolongó hasta 1917, fecha en que se descubrió petróleo en sus proximidades.

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A TRAVÉS DE LOS AÑOS

   Para mediados de 1785 Maracaibo era una aldea grande, con aproximadamente 8 mil habitantes, con bellas casa de arquitectura muy regular, adornadas con bellísimos balcones, además de una gran iglesia parroquial, un hospital y cuatro conventos, de los cuales el más famoso era el de San Francisco. Tenía 2 cafés, 9 boticas, 6 barberías, 30 carpinterías, 2 ebanisterías, 26 alambiques, 10 herrerías, 24 alfarerías, 2 imprentas, 5 latonerías, 20 platerías, 15 sastrerías, 9 panaderías, 2 tonelerías, una fábrica de sombreros, 28 zapaterías, 10 jabonerías, 8 tenerías, una fábrica de fósforos, 6 almacenes de marina, 3 quincallerías, 20 casas de comercio por mayor, 8 de consignación, 30 bodegas y 340 ventorrillos. El tráfico lacustre era intenso, calculándose para la época 300 mil embarques y desembarques al año.

   El Libertador Simón Bolívar estuvo dos veces en Maracaibo: en 1821, la noche del 29 de agosto y permaneció hasta el 18 de septiembre, desde donde siguió a Cúcuta para juramentarse como presidente de La Gran Colombia y el 16 de diciembre de 1826, permaneciendo sólo tres días en la ciudad. Entró al Lago por la Vía de San Carlos, en el viaje inaugural del Steamboat, el primer barco de vapor de carga y pasajeros puesto al servicio del público entre Maracaibo y los puertos del sur.

   Un grupo de ciudadanos miembros de la "Sociedad de Mutuo Auxilio" resolvieron salir al rescate de la población sin recursos, de los pobres, que generalmente estaban estrangulados por los agiotistas. Este objetivo se ve cristalizado el 11 de marzo de 1882 cuando se establece el Banco de Maracaibo (la primera entidad bancaria del país), con un capital de 160.000 Bs.

   En un plano de la ciudad del año 1888 se mencionaban 20 calles de norte a sur y 22 calles de este a oeste, así como nueve iglesias (matriz, San Francisco, templo de la Inmaculada, templo de la Chiquinquirá, San Felipe, Sociedad del Artesano, Santa Ana, el Rosario y Santa Lucía). Se anotaban también varios puntos importantes, como la casa de la beneficencia (hoy Hospital Central Dr. Urquinaona), el Seminario, el Asilo de Huérfanos, la Casa de Gobierno, la Central Penitenciaria, la Aduana, la Plaza Bolívar, Polvorín, plaza de Chiquinquirá y San Juan de Dios, Muelle, club Unión, casa del Mercado, Hospital Chiquinquirá, entre otros. Tenía en ese entonces 4233 casas.

   En el año 1826 ya se contaba con buques de vapor y para 1884 surgieron los primeros tranvías de tracción animal entre el sector de Los Haticos y el centro urbano, por convenio que realizó el concejo y la empresa "El Cojo". Luego se construyó otro tramo entre entre la Plaza Baralt y El Empedrado. Finalmente vino otra línea: la que llegaba hasta el Bar Delicias, ubicado en la esquina de Nuevo Belloso.

   La noche del 23 de octubre de 1888 fue la primera vez que Maracaibo tuvo luz eléctrica, en la víspera de la conmemoración del primer centenario del natalicio del General Rafael Urdaneta. El 24 de octubre de 1888, Maracaibo se convirtió oficialmente en la primera ciudad  venezolana iluminada con energía eléctrica, la segunda en Latinoamérica (la pionera fue Buenos Aires). El 4 de junio de 1889 se funda en Nueva York The Maracaibo Electric Light Co. El 24 de octubre de 1889 se inaugura el alumbrado incandescente y la sede de The Maracaibo Electric Light Co., donde hoy vemos la subestación libertador, en un terreno cedido por la municipalidad para la producción de electricidad desde el 2 de junio de 1888. El 16 de mayo de 1940 desaparece Venezuela Power Co. Ltd, pues queda registrada la empresa como C.A. Energía Eléctrica de Venezuela, ENELVEN. En este año también se instalan los teléfonos.

   Para 1891 hubo la inauguración del ferrocarril a vapor de Bella Vista, con un trayecto de 5 kilómetros. Este servicio constaba de 4 locomotoras y 10 vagones con destino al servicio de pasajeros y carga.

En 1896 funcionó la empresa Cervecería de Maracaibo, en edificación propia. Su producción cubría también a otros estados venezolanos y se extendía a la vecina Colombia. Además de la cerveza, fabricaba cajas de madera para el empaque de la cerveza y hielo con gran demanda en la comunidad marabina.

   En el año 1897 se proyectan las primeras películas hechas en Maracaibo (y en el país) en el Teatro Baralt. Luego surgieron sociedades progresistas, teatrales y literarias. Se inauguraron hospitales, teatros y casas de beneficencia. Una ciudad culta, europea, con tertulias al caer la tarde en las casas y hatos de alemanes y criollos ilustrados.

     LA LLEGADA DEL PETRÓLEO  

 Al principio habían pozos petroleros levantados por la Venezuela Oil Concessions, filial de la compañía Shell, en la Costa Oriental del Lago, a partir de 1917. Hasta que el 14 de diciembre de 1922 a las 7 de la mañana ocurre "el reventón" de El Barroso, en la zona denominada "La Rosa". Un chorro que expulsó 100.000 barriles de petróleo al día durante 9 días. La noticia recorrió al mundo entero. Un comentario de la época dice: "aquel chorro incontrolable se alza como un diabólico desafío por sobre la vegetación circundante, inundando materialmente de aceite negro la tierra hasta que las arenas del propio pozo sellan la violenta salida del hidrocarburo".  

   El petróleo indudablemente alteró la fisonomía general del pueblo venezolano en sus hábitos y costumbres. Por supuesto, Maracaibo y el Zulia en general reflejaron un mayor impacto por ser el centro principal de la explotación petrolera, aun cuando en los resultados prácticos y económicos, nuestra comunidad apenas recibió aportes y beneficios mínimos  de los cuantiosos ingresos que produjeron a la nación.

Venancio Pulgar

Nace en Maracaibo (Edo. Zulia) el 7.11.1838
Muere en Caracas el 8.10.1897

Célebre caudillo zuliano del siglo XIX. Fueron sus padres Venancio Pulgar y María del Rosario Roldán. En 1862, en el marco de la Guerra Federal (1859-1863), se enfrenta y controla una revuelta en la ciudad de Maracaibo, en contra de gobierno de José Antonio Páez. Luego de esto se traslada a Caracas, pero sus discrepancias con Pedro José Rojas le hacen retornar a su ciudad natal, en donde toma el poder y se pronuncia por un gobierno con Páez a la cabeza pero en el que no estuviera Rojas. No obstante, durante este tiempo conoce Pulgar a Jorge Sutherland, quien lo incita a abandonar el bando de los centralistas para sumarse al de los federalistas. Ante estas circunstancias, Pulgar no sólo accede a la petición de Sutherland, sino que junto a éste proclama la autonomía fiscal y política del Zulia. En este contexto, el 20 de marzo de 1863, fue proclamada la federación en el Zulia y Pulgar fue nombrado jefe de armas y comandante general del ejército en Maracaibo y ascendido luego al rango de general en jefe, mientras que Sutherland era designado gobernador civil. Luego que el régimen federal garantizara la autonomía fiscal y política de los zulianos; Pulgar quien fue anulado políticamente por Sutherland, que contaba con el apoyo de Juan Crisóstomo Falcón, tuvo que exilarse en la vecina isla de Curazao.

Entre 1864 y 1868, Pulgar se mantuvo junto a sus partidarios en una lucha incesante por retomar el control del Zulia. En este sentido, Pulgar intentó la toma del poder en 1864, 1865 y 1866, año en que fue herido, hecho prisionero y remitido a Caracas. En 1868, el estallido de la Revolución Azul representa la oportunidad que estaba esperando Pulgar para llevar a cabo sus planes de retomar el poder. Por tal motivo, participa activamente con los "azules", distinguiéndose en la toma de Caracas en junio de 1868, lo que le vale ascensos militares, entre ellos el nombramiento de jefe de operaciones en el Zulia y los Andes.

Finalmente, el 9 de noviembre de 1868, hace su entrada en Maracaibo. Sin embargo, al año siguiente Pulgar entra en pugna con el gobierno de los "Azul", al negarse a entregar la aduana de Maracaibo para ser administrada por el gobierno central. En este clima de confrontación política, el 20 de mayo de 1869, Pulgar opta por desconocer al gobierno nacional, proclamar la autonomía del estado Zulia y poner la región en pie de guerra, acción en la que fue apoyado por las fuerzas locales. No obstante, el 28 de octubre de 1869, los planes de Pulgar se desvanecen cuando José Ruperto Monagas llega a Maracaibo para sofocar la rebelión y enviarlo preso al castillo Libertador de Puerto Cabello. El 3 de agosto de 1870, encontrándose prisionero en Puerto Cabello, logra subvertir a la guarnición de dicha fortaleza, que constituía uno de los últimos bastiones de las resistencia que los "azules" presentaban contra el recién instaurado gobierno de Antonio Guzmán Blanco. Una vez en libertad, Pulgar logra apoderarse de Coro y, el 7 de diciembre de Maracaibo.

Entre diciembre de 1870 y febrero de 1874, gobierna en el Zulia y realiza misiones militares al servicio de Guzmán Blanco tales como el enfrentamiento y derrota en octubre de 1871 del caudillo andino Juan Bautista Araujo, y la campaña militar contra el jefe militar rebelde Matías Salazar. La gestión que llevó a cabo Pulgar en las ocasiones en que detentó el poder en el estado Zulia, se caracterizó por ser sumamente contradictoria, ya que a pesar que impulsó la educación y las obras públicas y de beneficencia, también hizo uso de la fuerza y la intimidación para imponer su voluntad, tal como ocurrió con el saqueo y el incendio de la Villa del Rosario de Perijá, en 1863. En 1874, fue enviado a Francia en funciones diplomáticas. En 1878, tras la salida de la presidencia de Guzmán Blanco y la elección como primer magistrado de la República de Francisco Linares Alcántara, fue expulsado del país. Sin embargo, al año siguiente con el retorno del guzmancismo al poder, Pulgar es nombrado gobernador del Distrito Federal y, en 1880, es enviado para sofocar la sublevación del general José Pío Rebollo en Ciudad Bolívar. En 1884, Venancio Pulgar rompió nuevamente con Guzmán Blanco, debido al favoritismo de éste por Joaquín Crespo, quien finalmente fue el presidente constitucional para el período 1884-1886. Enemigo declarado de Crespo, se alzó contra éste pero fue derrotado ante lo cual tuvo que exilarse en Santo Domingo. En 1888, regresa al país tras hacer la paces con el Ilustre Americano; ocupando a partir de este momento una importante posición en el seno del Partido Liberal Amarillo, figurando como vocal del Gran Consejo Militar creado por Crespo en 1893. Aunque inicialmente sus restos fueron sepultados en el Cementerio General del Sur, los mismos fueron exhumados el 19 de enero de 1995 para ser trasladados al Panteón de la Zulianidad, en Maracaibo.

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1810
Logrados por los grupos radicales del Cabildo caraqueño los principales objetivos que se habían planteado el 19 de abril, proceden de inmediato a asegurar el control de los distintos cuerpos militares acantonados en Caracas, nombrándose para el mando general de las tropas a los capitanes Nicolás de Castro y Juan Pablo Ayala; al capitán Luis Ponte, comandante de los batallones del Regimiento de la Reina; al capitán Antonio José de Urbina, comandante del batallón Veterano instalado en el cuartel San Carlos; al capitán Luis Santinelli, comandante del Cuerpo de Artillería; al capitán Juan Manrique para el batallón de Pardos; al capitán Antonio Solórzano para el escuadrón de Caballería; por último se designan a los capitanes Manuel Aldao y Manuel Felipe Alonso-Gil como ayudantes; y al capitán de veteranos Juan de Escalona y Arguinzones jefe de la guarnición de La Guaira. Luego se les llama al Cabildo para jurar obediencia al nuevo gobierno, ordenándoseles formar los distintos cuerpos del ejército en la plaza mayor, en unión del batallón de granaderos de Aragua al mando del comandante José Leandro Palacios y de Miguel de Ustáriz y Mijares, teniente de los granaderos blancos. En esa forma el Cabildo caraqueño asegura la lealtad de las Fuerzas Armadas acantonadas en la capital y procede a designar el 25 de abril de 1810, la Junta Suprema de Gobierno, integrada por las siguientes personas con derecho a voz y voto: José de las Llamozas; Martín Tovar Ponte; Feliciano Palacios; Nicolás de Castro; Juan Pablo Ayala; José Cortés de Madariaga; José Hilario Mora; Isidoro Antonio López Méndez; Francisco José Ribas; Rafael González; Valentín de Ribas; José Félix Sosa; Juan Germán Roscio; Juan de Ascanio; Pablo Nicolás González; Francisco Javier de Ustáriz; Silvestre Tovar Liendo; Nicolás Anzola; José Félix Ribas; Fernando Key Muñoz; Lino de Clemente; José María Blanco y Dionisio Palacios. Como secretarios de la Junta son nombrados José Tomás Santana y Casiano Bezares. Al mismo día, y de su propio seno, se designan para el despacho de Relaciones Exteriores a Juan Germán Roscio; para Gracia y Justicia a Nicolás Anzola; Hacienda a Fernando Key Muñoz; y para Guerra y Marina a Lino de Clemente; igualmente se constituye el Tribunal Superior de Apelaciones presidido por el marqués de Casa León (Antonio Fernández de León) e integrado por los siguientes ministros: José Bernabé Díaz; José María Ramírez; Bartolomé Ascanio y Felipe Fermín Paúl. En esta forma quedó constituido el gobierno de Caracas, el cual de inmediato envía delegaciones para procurar la adhesión de las otras provincias que integraban la capitanía general de Venezuela, logrando así que se pronuncien favorablemente: Cumaná y Barcelona el 27 de abril de 1810; Margarita el 4 de mayo; Barinas el 5 de mayo; Mérida el 11 de septiembre; Trujillo el 9 de octubre. Guayana lo hará el 11 de mayo, pero el 3 de junio al tener conocimiento de que en España se había instalado el gobierno del Consejo de Regencia, lo reconoce como autoridad legítima y se coloca al margen de los sucesos revolucionarios de Caracas.

Coro y Maracaibo desde el primer momento permanecieron fieles a la monarquía española. En el caso de Coro prevalecieron para su actitud negativa, entre otras razones locales, su vieja y nunca ocultada rivalidad con Caracas, que arrancaba desde el propio siglo XVI cuando el gobernador Juan de Pimentel traslada la capital provincial a la recién fundada Santiago de León, rivalidad que se acentuará luego cuando en 1637 deja de ser cabeza de la Iglesia al trasladar el obispo Juan López Agurto de la Mata la catedral a Caracas. Los mantuanos de Coro pensaron, ingenuamente, que al declarar su lealtad a Fernando VII, éste les devolvería, como premio, su primitiva condición de capital nacional. Tal rivalidad quedará manifiesta en la comunicación que el Ayuntamiento coriano envía al marqués del Toro, al llegar éste a las puertas de la ciudad en demanda de lealtad a la Junta Suprema de Caracas: «Habiendo cesado las potestades superiores que revestían a la ciudad de Caracas con la dignidad de capital, queda su pueblo y el Cabildo [el de Coro] su representante en igual clase que los otros de la Provincia, pues las Constituciones del Reyno no conceden ni sombra de autoridad a un Cabildo sobre otro; y de ser así la tendría el de Coro sobre todos los de la Provincia, incluso el de Caracas, por ser aquélla la ciudad más antigua y fundadora de la Provincia de Venezuela». El marqués del Toro es derrotado por los corianos (28.11.1810) y se retira con sus fuerzas. La actitud asumida por Coro sólo le valió el título de «Muy noble y muy leal», a pesar de que fueron en su mayoría corianos los que formaron el ejército con que Domingo de Monteverde tomaría a Caracas después de la capitulación de Francisco de Miranda y la caída de la Primera República. El caso de Maracaibo fue algo distinto, esta provincia siempre se consideró más ligada, por intereses comerciales y aun políticos, al virreinato de Santa Fe. No hay que olvidar que al constituirse la capitanía general de Venezuela en 1777, Maracaibo se dirige al rey Carlos III pidiéndole se le mantenga adscrita a Santa Fe, petición que no fue atendida. La situación de Maracaibo se complica al declarar la Regencia de España «vasallos rebeldes» a todos los que se habían pronunciado a favor de la Junta de Caracas, designando al gobernador de Maracaibo Fernando Miyares, capitán general de Venezuela y ordenando el bloqueo de las costas de las provincias rebeldes.

Los sucesos en la Nueva Andalucía fueron favorables desde el primer momento al pronunciamiento de Caracas. El 27 de abril de 1810 el comisionado de la Junta Suprema presbítero Francisco Policarpo Ortiz, instala en Barcelona una Junta Provincial presidida por Gaspar de Cagigal, que además de adherirse al pronunciamiento del Cabildo caraqueño aprovecha la circunstancia para separarse de Cumaná, convirtiendo a Barcelona en provincia independiente; pero el 19 de junio de ese año la Junta de Barcelona desconoce al gobierno central de Caracas y manifiesta su fidelidad al Consejo de Regencia español, circunstancia que obliga al comisionado Ortiz a regresar a Barcelona; allí es detenido y remitido preso a Guayana y confinado a Soledad, desde donde inicia, en unión del teniente de milicias José Antonio Anzoátegui y otros oficiales del Cuerpo Veterano, un movimiento que logra deponer, el 12 de octubre a los rebeldes de Barcelona, constituyendo una nueva Junta Provincial fiel a Caracas y Cumaná, presidida por José Antonio Freites Guevara. Los acontecimientos en Cumaná se realizan también el 27 de abril al llegar los comisionados capitán de infantería Francisco González Moreno y el ayudante de milicias urbanas José Antonio Illas Ferrer con pliegos traídos desde la capital para el Cabildo cumanés. El cuerpo capitular se instala ese día a las 9 a.m. en Cabildo abierto con la presencia del gobernador y capitán general Eusebio Escudero, representantes de la milicia, el clero, notables de la ciudad y numeroso pueblo, dándose lectura a los pliegos y Acta enviados por Caracas, y de común acuerdo «…se nombró al señor Brigadier don Juan Manuel de Cajigal para que ilustre con sus superiores conocimientos, en cuanto sea conforme al mejor orden y establecimiento, por lo que respecta a las armas, y por el pueblo se nombraron de diputados a don Juan Manuel de Tejada, doctor don Mariano de la Cova y don Juan Bermúdez; por la clase de Pardos y Morenos se nombró al subteniente don Pedro Mejía; por el clero y comunidad de Nuestro Padre San Francisco se nombró al presbítero don Andrés Antonio Callejón, cura decano; luego fue aclamado Diego Vallenilla para secretario de gobierno. Habiendo presenciado todo el capitán general coronel Eusebio Escudero, hizo renuncia del gobierno y capitanía general suplicando que se le proporcionara una embarcación para destinarse con sus familia al puerto de Cartagena…» Firman esa Acta, asumiendo funciones de gobierno provincial, Francisco Javier Mayz; Francisco Illas y Ferrer; José Ramírez Guerra; Gerónimo Martínez; Francisco Sánchez; José de Jesús Alcalá; Manuel Millán; José Santos y Sucre; Domingo Mayz; Mariano de la Cova; presbítero Andrés Callejón; Juan Bermúdez de Castro; brigadier Juan Manuel Cajigal; Juan Martínez; Juan Manuel de Tejada; subteniente Pedro Mejía y Diego de Vallenilla en su condición de secretario de la Junta de Gobierno. La provincia de Margarita se pronuncia el 4 de mayo constituyendo una Junta de 10 presidida por Cristóbal Anés, uno de cuyos miembros, Manuel Plácido Maneiro, fue luego miembro del Constituyente de 1811. En Barinas, el Ayuntamiento se reúne el 5 de mayo con asistencia del gobernador provincial y los vecinos más importantes para estudiar los sucesos caraqueños, resolviendo adherirse condicionalmente a ellos, formando una junta presidida por Miguel del Pumar e integrada con representantes del clero, la milicia, hacendados, comerciantes y pardos. A la provincia de Mérida la Suprema Junta de Caracas envía como su comisionado a Luis María Rivas Dávila quien logra, el 16 de septiembre, que el Ayuntamiento de la «Ciudad de los Caballeros» deponga a las autoridades españolas y constituya una junta presidida por el capitán de milicias Antonio Ignacio Rodríguez Picón, Mérida se separa de Maracaibo y reconstituye su antigua provincia y dictando de inmediato las medidas pertinentes para la creación de su propia universidad; así como para extender el movimiento independentista hasta La Grita y San Cristóbal, que se pronuncian favorablemente el 11 y el 28 de octubre, respectivamente. Trujillo acoge los planteamientos de Caracas el 9 de octubre con la renuncia del Cabildo de la ciudad y la constitución de una Junta de Gobierno a cuya cabeza se coloca a Jacobo Antonio Roth.

Una de las primeras medidas acordadas por la Junta Suprema, luego de obtenido el respaldo de las 6 provincias señaladas, fue la de enviar comisiones al exterior para solicitar apoyo al movimiento emancipador; en tal sentido son enviados a Londres Simón Bolívar y Luis López Méndez, quienes llevan como secretario a Andrés Bello. Salieron de La Guaira en los primeros días de junio de 1810. Para Estados Unidos van Juan Vicente Bolívar, José Rafael Revenga y Telésforo Orea, quienes con relativo éxito, logran interesar al gobierno de aquel país en los pedimentos de apoyo y ayuda que hacen. Juan Vicente Bolívar morirá trágicamente al naufragar en el golfo de México el navío que lo traía a Venezuela. Revenga y Orea continúan en el Norte en procura de colaboración. A Curazao, Jamaica e islas inglesas son enviados Vicente Salias y Mariano Montilla; para la Nueva Granada parte el presbítero José Cortés de Madariaga con la misión de divulgar los principios independentistas que determinaron el movimiento del 19 de abril de 1810 y para Trinidad va en comisión Casiano de Medranda. El 14 de agosto de 1810 la Suprema Junta de Caracas dicta decretos aboliendo el comercio de esclavos, creando la Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía y suprimiendo los impuestos de exportación a los productos agrícolas y pecuarios de Venezuela. También había convocado el mes de junio anterior a elecciones en todas las provincias para formar un Congreso Constituyente de Venezuela. El 5 de marzo de 1811, después de haberse instalado el día 2 el Congreso Constituyente, cesó en sus funciones la Junta Suprema Gubernativa.
R.D.L.

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Como capital Provincial y ciudad portuaria, Maracaibo servía de

mercado regional a las producciones cacaoteras de los valles cucuteños y tierras

aledañas al Lago. Ello atrajo durante las últimas décadas del siglo XVIII e

inicios del XIX un significativo número de comerciantes, en su mayoría vascos

y catalanes, los cuales formaban una elite que logró dinamizar la vida económica

de la región, controlando las instancias de poder local y/o regional.1 0

La diversidad de estrategias de parentesco, amistad y negocios alrededor

de las lealtades y clientelas, les permitió concentrar privilegios como prominentes

comerciantes, propietarios y funcionarios de alto rango en la burocracia

hispana. Para afirmar su poder y prestigio, se vincularon a figuras importantes

del gobierno local y provincial, logrando entrelazar intereses y asegurar poder

y status social. De esta manera, el gobernador como administrador supremo de

la provincia e integrante de la oligarquía criolla, forma parte del juego de

intereses y lealtades construidas según las pretensiones de poder, por ello sus

prácticas políticas señalan el camino a recorrer.

En este contexto, se explica la actuación del gobernador Fernando Vicente

Antonio Miyares, militar de carrera, veterano con décadas de servicio en América,

Caballero de la Real Orden de Carlos III, concedida en 1793 en honor a sus méritos y servicios.11 Arribó en 1798 con el título de Gobernador Político y

Militar de la ciudad y provincia de Maracaibo, procedente de la ciudad de

Caracas, donde residía luego de haberse desempeñado como Gobernador y

Capitán General de Barinas.

El General Miyares había nacido en Santiago de Cuba el 27 de enero de

1749, era hijo legítimo del Capitán de Infantería don. Fernando Miyares y

Laizaga, natural de Legazpia (Guipúzcoa) y de doña Ursula Pérez y Bernal,

natural de Santiago de Cuba. En 1766, siendo Cadete Abanderado de La Habana,

se casó con doña Inés Mancebo, natural de Santiago de Cuba, hija legítima de

don. Bernardo Mancebo y de doña Ana María Quiroga, familia prominente y

distinguida de la sociedad habanera (ver árbol genealógico anexo).

Con su nombramiento se mantuvo la línea de designar militares de carrera

como máximos dignatarios del Rey; con ello se garantizaba el control y el

orden en la administración del territorio a su mando. En tal sentido, sus

lineamientos políticos fueron ejemplo de las medidas impuestas por la Corona.

Al captar la complejidad que rodeaba el juego político-administrativo

provincial, logró ganarse la amistad y confianza de distintos sectores, lo cual

facilitó el desempeño de sus funciones como máxima autoridad política

provincial.

Su prolongada y progresiva carrera político-militar al servicio del

gobierno monárquico refleja el grado de confianza de la Corona en este

funcionario y su meritoria hoja de servicios. Entre 1766 y 1815 desempeñó

distintas funciones: Cadete Segundo y Abanderado de la Habana en 1766,

Teniente Coronel de los Reales Ejércitos en 1788, Coronel de Infantería en

1794, Gobernador político y militar de la provincia de Barinas en 1796,

Gobernador político y militar de la Provincia de Maracaibo en 1799, Capitán

de Milicias Regladas de Puerto Rico en 1799, Comandante de la Segunda

Compañía del Batallón de Veteranos de Infantería de Caracas en 1799, Brigadier

de Infantería en 1807, Capitán General de la provincia de Venezuela y Presidente

de la Real Audiencia de Caracas en 1810.

Su relación con la provincia de Maracaibo antes de su nombramiento

como gobernador aún se desconoce; sin embargo, una vez avecindado en ella

crea cierto sentimiento de pertenencia a la misma. Directa e indirectamente, se

involucra en una red de relaciones cuya imbricación estuvo favorecida por el

sistema de lealtades y reciprocidades características de la estructura jerárquica

de la época. En este sentido, relaciones societales y familiares se conjugan, de

ahí la estabilidad temporal de los vínculos, lo que origina la cohesión de los

distintos grupos y la expansión y consolidación de los “negocios” familiares.

Al parecer, en sus gestiones al servicio del gobierno monárquico, en la

diversificación de las actividades familiares y en la variedad de alianzas

matrimoniales en las cuales involucró a sus hijos (9 en total) está la explicación

del éxito de este “apreciado gobernante”. De esta manera, poder, fortuna y

estabilidad del grupo familiar logran asociarse, reforzando los lazos de amistad,

de intereses, de negocios y de clientela.

Estas prácticas aseguraron su condición como miembro de la elite local,

integrada por grupos familiares que habían logrado concentrar riqueza y poder

de decisión. Posiciones en el gobierno, bienes agrícolas y comerciales, honores

y prestigio, entrelazados a distintos lazos de parentesco garantizaban y

mantenían el éxito de su grupo.

En este sentido, el casamiento era el principal mecanismo de fusión de

estas familias en un solo grupo o red, convirtiéndose en estrategia esencial en

la ampliación de sus intereses. Los cuñados, constituían a menudo los lazos

fundamentales de la asociación económica y política.

El poder social de la familia notable Miyares-Mancebo se fortaleció

con la variedad de alianzas matrimoniales en las cuales se involucró. (ver árbol

genealógico anexo). Sus cuatro hijas contrajeron nupcias con figuras

prominentes del mundo político y económico. Ursula Miyares Mancebo, se

casó con el Coronel Ramón Correa de Guevara (Caballero de la Orden de

Santiago), oriundo de Ceuta (España), militar de carrera, sobrino del gobernador

de la provincia de Venezuela, José de Guevara y Vasconcelos. Como miembro

de la red Miyares-Mancebo, compartió sus actividades militares con el ejercicio

de la autoridad política ocupando, entre otros, el cargo de Gobernador,

Comandante General e Intendente provisional de Maracaibo, cuando su suegro

Fernando Miyares fue designado Capitán General de Guatemala.

Como militar de carrera, Ramón Correa de Guevara se desempeñó como

Capitán de Regimiento de Infantería de Aragón, Teniente Coronel de los Reales

Ejércitos y Comandante del Cuerpo Veterano y de Milicias de Maracaibo.

En 1801 se casó María de la Caridad Miyares-Mancebo con don. Miguel

María del Pumar, hijo legítimo y primogénito del Sr. don. José Ignacio del

Pumar, de la Orden de Carlos III y Marqués de las Riveras de Boconó y

Masparro y de Micaela Calleja, familia distinguida de la sociedad barinesa,

dedicada a los negocios y a la política local.

En 1805 Ana María Miyares Mancebo contrajo nupcias con Joaquín de

Amadeo, comerciante y factor de la Compañía de Filipinas, natural de San

Sebastián (provincia de Guipúzcoa), hijo legítimo de Julián Amadeo y María

Manuel Izaguirre, naturales de San Sebastián en Vizcaya. Ocupó diversos cargos

en la administración pública, entre ellos: Alcalde Ordinario de Maracaibo en

1810 y Regidor Perpetuo jubilado y honorario del Ayuntamiento marabino en

1817.

Francisca Josefa, la mayor de las hijas del matrimonio Miyares Mancebo,

se casó con José Joaquín Vale Romero, comerciante acaudalado de la región,

dedicado a la compra - venta de esclavos, mercaderías y bienes raíces. Su hijo

Juan Francisco Vale incursionó en la vida política local, llegando a ser jefe

político-presidente del ilustre ayuntamiento marabino.

El primogénito de sus hijos, José María Miyares Mancebo, contrajo

matrimonio con doña María Anselma Josefa de la Guerra, hija de don. Francisco

de la Guerra, Ministro principal de la Real Hacienda electo de Barinas y tesorero

sustituto de las Reales Cajas de Maracaibo.

Como hijo mayor, le correspondió seguir la carrera militar de su padre

y la responsabilidad de administrar sus negocios y fortuna, al ser designado

albacea junto a su madre doña Inés Mancebo, en virtud de escritura otorgada

por don. Fernando Miyares en la ciudad de Coro en 1812. La viudez le permitió

a doña Inés Mancebo intervenir en los negocios y en la administración de los

bienes familiares, compartiendo estas actividades con sus obligaciones

hogareñas. De esta manera el patrimonio familiar, los negocios mercantiles y

crediticios se aseguraban y acrecentaban.

El resto de sus hijos varones se dedicaron a los negocios y a la política

local, pero fundamentalmente a la carrera militar, actividades que estaban

sustentadas en la herencia, el prestigio familiar y en la dote aportada por sus

distinguidas esposas al momento de contraer nupcias. Todos lograron casarse

con damas pertenecientes a familias nobles o ennoblecidas, ligadas de una

manera u otra por diversos lazos de parentesco, amistad y negocios.

Su hijo Juan Bautista Miyares Mancebo contrajo nupcias con Pilar

Pulido y del Pumar, dama distinguida de la sociedad barinesa. Como militar de

carrera estuvo en la Real Armada con el grado de Teniente de Navío. Además

fue Cadete de Infantería en León (España); Su hijo Bernardo Miyares Mancebo

sirvió en el ejército como Comandante de Milicias de Blancos en la ciudad de

Coro; allí se casó con doña Josefa María Arcaya y Talavera.

Carlos Eladio Miyares Mancebo, al servicio del ejército del rey se

desempeñó como Teniente Coronel del Cuerpo de Artillería. Además como

arquitecto graduado, dirigió entre 1815 y 1818 las modificaciones hechas a la

iglesia Matriz de Maracaibo. Contrajo Nupcias con María del Rosario Egui y

Machillanda.

Por su parte, Fernando Miyares Mancebo cumplió oficios al servicio

monárquico como Teniente del Registro de Infantería de León (España).

La gestión de Fernando Miyares se caracteriza por una serie de hechos

relacionados con la buena marcha del gobierno a nivel local y provincial. En

este sentido, los bandos de buen gobierno que se proclaman por distintos sitios

públicos constituyen un discurso legitimador y socializador de la autoridad y

el poder. Tienen como finalidad regular aspectos necesarios para la

convivencia urbana: el orden público, las medidas en contra del trato ilícito, la

búsqueda de un mayor control de las actividades comerciales, el reforzamiento

del sistema defensivo de la provincia, la salud pública, la tranquilidad de los

vecinos, entre otros, expresan la actuación de Miyares en favor de sus

gobernados y de los intereses generales de la Corona.

El bando que se dictó en junio de 1802 contentivo de 42 disposiciones,

además de tratar cada problema de orden público con su respectiva solución,

autoriza a los Alcaldes ordinarios, Caballeros, Regidores, Procurador General

del Ayuntamiento y al Alcalde provincial y de la hermandad para hacer cumplir

lo dispuesto en el mismo: prohibición de: portar armas de cualquier tipo, sólo

lo harían los autorizados para ello; de poner tienda pública sin permiso del

gobernador; de todo tipo de diversión pública, como foros, comedias, marchas

y demás sin licencia del gobierno; que toda persona que con nombre de curioso

asista enfermos; tirar cohetes, pólvora; el juego de dados y otros de envite y

azar. Además, señala el deber que tiene todo vendedor de caldos y comestibles

de tener en su local y a la vista de todos, los respectivos pesos y medidas

reconocidas por el regidor o fiel ejecutor con aprobación del ciudadano

gobernador; el utilizar como mercado público para la venta de vituallas y

comestibles la plazuela de San Francisco.

Estas disposiciones, según el propio gobernador, tenían como objetivo

precisar con oportunidad todo lo que convenga para poner remedio a los vicios

y excesos, para la conservación de las buenas costumbres, observancia de las

leyes, concordia, paz y unión entre los vecinos, ornato y aseo del pueblo.

De conformidad con lo anterior, con estos bandos se buscaba reforzar

la capacidad de las autoridades para controlar ampliamente la vida cotidiana

de cada localidad, puesto que los mismos reglamentan espacios, usos, actitudes,

costumbres y relaciones, a la vez, que describen un determinado comportamiento

y un modo de actuar.

Para este gobernante la mejora y apertura de nuevos caminos y que facilitaran el comercio entre la provincia y sus áreas de influencia era

fundamental. Según el gobernador Miyares, esto traería prosperidad y

tranquilidad a los vecinos en general. Las distintas “representaciones” de los

vecinos dirigidas en tal sentido, a las máximas autoridades con el aval del

ciudadano gobernador como autoridad provincial, revelan la intención de este

gobernante de responder ante el Rey y sus gobernados por las competencias de

gobierno que se habían encomendado.

En 1804, en el marco de lealtades que unían y separaban a los miembros

del Cabildo y donde además quedaban expresados los intereses de los grupos

de poder local, el gobernador Miyares recibió apoyo de estas autoridades y

otros gobernantes al solicitar al Virrey gestionar la dispensa del Juicio de

Residencia, como gracia concedida en beneficio público. Como instrumento

de control monárquico, la Residencia permitía a la Corona el sometimiento de

sus funcionarios a la rendición de cuentas. Entre los miembros del Cabildo que

gestionan tal solicitud están: Andrés María de Manzanos, Zenón de Veira,

Juan Hernández Caballero y Diego de Melo

Entre otras razones argumentan su celo y fidelidad como ministro de su

majestad, su prudencia y rectitud, la apertura de nuevos caminos, lo cual

representa una ventaja para el comercio, la administración de justicia, las

disposiciones para la defensa de la provincia y celo oportuno en los intereses

de la Real Hacienda. En definitiva, como fiel representante de la Corona, es

merecedor de tal beneficio. De ahí, la disposición a su defensa.

La “Representación y testimonio del Acta del acuerdo del Cabildo,

Justicia y Regimiento de Maracaibo” observaba que por ser el gobernador

Miyares uno de los más fieles y celosos ministros de su majestad; cuyo gobierno

ha mostrado gran prudencia y rectitud era merecedor de tal beneficio y junto a

él los demás funcionarios que le habían acompañado en su gestión. La dispensa

de la residencia solicitada según el ayuntamiento marabino contribuiría a su

“Real benignidad” y al beneficio de toda la provincia.

En el marco del simbolismo político de la época, es de hacer notar que el

gobernador Miyares, Caballero de la Orden de Carlos III, como fiel y leal

funcionario real, se sentía con derechos para la solicitud y otorgamiento de tal

beneficio.

En la dialéctica de la lucha por el poder-poder del reino, dividido en

cabildos, versus poder del rey, los juicios de residencia como pieza clave

institucional de centralización político-administrativa, judicial y de dominación

política contribuyeron al fortalecimiento del poder real en la medida en que

controlaba entre otros aspectos, las finanzas locales, que al parecer era lo que

más interesaba al poder real.2 0

En 1808, ante la aparición de un pasquín en la esquina de la

Administración de correos en contra del gobierno e incitando a la población a

levantarse en armas firmado “Los hijos de Maracaibo”, el Ayuntamiento celebró

un Cabildo extraordinario a petición del señor gobernador a fin de tomar los

correctivos necesarios. Estaban presentes entre otros, el Capitán de Milicias

dn. Felipe Quintana y dn. José Hermenegildo Rodríguez, Alcaldes Ordinarios;

dn. Diego de Melo, Fiel ejecutor; dn. Francisco Miguel Roldán, Alcalde

provincial; dn. Ignacio Baralt, Llano y dn. José Antonio de Almarza, Alguacil

Mayor. Una vez examinado el contenido del pasquín, señalan que el mismo es

mal intencionado, que es producto de espíritus díscolos y sediciosos, que debe

ser digno de desprecio, que no podía significar complot alguno, por estar todos

seguros de la lealtad y patriotismo de todo el vecindario en general. El Cabildo

acuerda gratificar con 500 pesos a quien descubra o denuncie a su autor y

ordena publicar tal medida por bando público; a su vez, apoyar irrestrictamente

a su fiel autoridad político-militar. Así mismo, como miembros del

Ayuntamiento se ofrecen a ser “pesquizadores” de los malvados perturbadores

de la fidelidad, unión y obediencia que deben guardar a las superiores

disposiciones.Esta actitud legitima la autoridad española en la provincia y

fortalece la “dignidad” que simboliza el gobernador como figura de carácter

público e institucional. De esta manera, el apoyo a la autoridad monárquica y

al gobernador, simbolizado en la lealtad y fidelidad, constituye principio

fundamental en el mantenimiento del orden político y social.

En agosto de 1808, ante los enfrentamientos bélicos con España el

gobernador Miyares, junto a los capitulares del Cabildo local, acuerdan remitir

a España, todo tipo de frutos y dineros donados por comerciantes, labradores

y vecinos, a fin de atender a las urgencias de la guerra. Para llevar control sobre

los colaboradores, se abrió un registro de suscripciones donde constaran los

nombres de los donantes y las cantidades con las que colaborarían. Según el

gobernador Miyares había llegado el momento de acreditar fidelidad a la religión,

al Rey y a la patria.

Ante la rebelión caraqueña de 1810 y la erección de una “Junta Suprema”

asumiendo el mando absoluto, el Ayuntamiento de la ciudad de Coro, exhorta

en comunicación escrita al gobernador Miyares a que reasuma la Capitanía

General de Venezuela, Superintendencia y demás tribunales superiores que

existían en Caracas y de quienes dependía este gobierno, y a conservar el

mando militar y político que legítimamente ha venido ejerciendo por más de

once años. Esta solicitud y la gravedad de los hechos incitan a Miyares a

proponer en Mayo de 1810 a los capitulares de la ciudad de Maracaibo la

formación de una “Junta Superior” para el mejor gobierno de la provincia. Así se demostraba fidelidad al Rey, obediencia al

gobierno legítimo que representa su autoridad y el amor al bien público.

El apoyo de estos

capitulares a los planteamientos de Miyares es unánime; sólo que no se llamaría

“Junta”, pues podría despertar en los pueblos la idea de que Maracaibo seguía

el sistema iniciado en Caracas. De manera que resuelve, se considere al

Ayuntamiento como Tribunal de Apelaciones y que el gobernador Miyares,

reasuma su cargo de Capitán General y Superintendente.

Estos mismos capitulares acuerdan otorgar poder amplio y general a

don Lorenzo Román Martínez Cayón, residente en la ciudad de Cádiz, para

que en nombre y representación de la provincia de Maracaibo pueda satisfacer

y ratificar el juramento de fidelidad y obediencia a don Fernando VII, como

legítimo Rey y Sr. Natural.2 3

En esta investigación interesa destacar que entre los miembros del

Cabildo marabino de entonces se encuentran hombres dedicados no sólo a la

política, sino que a su vez, representan importantes intereses económicos bien

como comerciantes y/o propietarios de tierras, bienes e inmuebles; lo que les

permite prerrogativas y privilegios, siempre en beneficio propio y de los de su

entorno. En consecuencia, se les considera hombres notables, influyentes, de

buena opinión pública; de ahí, el significado de su actitud pro-monárquica, en

correspondencia con la del gobernador Miyares. Entre ellos: José Ignacio Baralt,

Juan Evangelista Ramírez, Sebastián Esponda, Diego de Melo y Pinto. Su

apoyo irrestricto al gobernador Miyares, es muestra de lealtad y fidelidad a lo

que su figura representa como máxima autoridad monárquica en la provincia.

Dentro del simbolismo político de la época, bien se les puede calificar de

“fieles y leales servidores del Rey”.

En este contexto, Fernando Vicente Antonio Miyares y Pérez, prestó

juramento como Capitán General de Venezuela ante el Ayuntamiento el 23 de

julio de 1810 Con ello tanto la Corona, como los señores capitulares en

representación de los distintos grupos de poder, reconocían la fidelidad, lealtad

y obediencia de un funcionario que con su gestión había logrado la aceptación

de sus gobernados. Su esmero en la aplicación de las políticas y buenos servicios

al Rey y a la población en general a un mismo tiempo, parece ser lo hacían

merecedor de tal distinción.

Ante la postura pro-monárquica del gobierno provincial de Maracaibo,

la Junta Suprema de Caracas, quien reconocía a Miyares como uno de los

magistrados más probos y distinguidos de la administración colonial, resuelve

enviar comunicación con fecha 22 de junio de 1810, al ciudadano gobernador,

en la que lamenta la actitud asumida por él como máxima autoridad provincial.

Según esta Junta, su proceder obedeció a la falta de pleno conocimiento de los

sucesos de Caracas. La comunicación destaca la mala disposición de las

autoridades de Coro, respecto a Caracas, a causa de haberse fijado como capital

política y eclesiástica de Venezuela.

A pesar que la Junta Suprema de Caracas, justificara la actitud de Miyares

tratando de atraerlo a ella, no lo consiguió. En él, privó el honor, la lealtad y la

fidelidad que simbolizan su alta magistratura y la voluntad del poder del reino,

en éste caso representado en el Cabildo.

En respuesta a estos hechos Miyares se dirige a los pobladores de

Maracaibo para ponerlos en conocimiento de la situación; específicamente de

los planes de Napoleón Bonaparte para insurrecionar las colonias

hispanoamericanas. Advierte sobre su disposición de defender el legítimo

gobierno y tomar las precauciones y medidas necesarias: atención a la entrada

y salida de buques extranjeros, no dar posada en sus casas a persona alguna sin

previo aviso al gobierno y, bajo la pena de 100 pesos de multa, premiar a quien

descubra cualquier sospechoso. Señala que estas medidas fueron consultadas

con el virrey de Santa Fe de Bogotá y los señores gobernadores y capitanes

generales de Puerto Rico, Santo Domingo y Río Hacha.

Otra muestra de solidaridad y aceptación de las disposiciones del

gobernador Miyares en el desempeño de sus funciones como máxima autoridad

político-militar, es la posición adoptada por los capitulares de Guayana en

1797 ante la presencia de los ingleses en dicha región. Públicamente agradecen

a este gobernador lo referente a la expedición organizada para impedir sus

pretensiones de invadir la región, señalan que a ellos les consta el aplauso que

dicho señor se merece de todos los habitantes de la provincia a su mando.2 7

Igualmente en 1798 el cabildo de Barinas da un voto de gracia a Carlos

IV, por haber encomendado el mando de la provincia a Fernando Vicente

Antonio Miyares Pérez. En representación enviada al Rey, señalan que fue un

acierto el nombrarlo gobernador de la provincia ...que su nombre será eterno

en la memoria de estos moradores... por el juicioso tino conque ha

gobernado...con ello demuestra el don de gobierno con el cual le ha adornado

la divina providencia. En esta misma representación expresan su admiración,

afecto y respeto a Miyares por la actitud asumida cuando se le encomendó el

auxilio de Nueva Guayana.2 8

A pesar de estas muestras de afecto y solidaridad, en 1812 el Capitán

Domingo Monteverde, quien se desempeñaba bajo las órdenes de Fernando

Miyares, desconoce su autoridad y lo despoja de su cargo. Ante ello, el

gobernador emite un manifiesto público para aclarar lo intachable de su conducta

como jefe militar y político de la provincia. Después de una descripción

detallada de la misma concluye diciendo:

...yo he puesto de mi parte hasta los sacrificios que más cuestan a un

hombre: he dejado en opinión pública mi conducta por atender sólo a

las ventajas de la patria: a el gobierno corresponde satisfacer la autoridad

ultrajada que emana de la suya. Yo espero que la imparcialidad y no la

aparente ventaja de la recuperación de una provincia sea el juez que

determine mi causa.

Sin embargo, los desafíos de Monteverde a la autoridad de Miyares se

materializan y sus intenciones de contribuir a la pacificación de Venezuela,

sólo se quedan en eso. Monteverde logra despojarlo de su autoridad y se apodera

de ella.

De conformidad con lo señalado, puede afirmarse que la lucha del

gobernador Miyares por mantener su intachable conducta como funcionario

fiel y servidor a la monarquía hispánica y a los intereses locales, expresa su

condición de hombre público. En tal sentido, su práctica política como miembro

de la sociedad maracaibera evidencia la necesidad de establecer todo tipo de

alianzas; de ahí, sus vínculos con prominentes figuras del quehacer político y

económico tanto provincial como local. Las alianzas matrimoniales en las cuales

involucró a sus hijos explican la naturaleza y alcance del poder, la riqueza, el

honor y el prestigio logrado por uno de los más fieles representantes de la

monarquía hispánica.




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Enviado por:Mireya Pons
Idioma: castellano
País: Venezuela

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