Turismo, Hostelería, Gastronomía y Restauración


Historia de la Industria Hotelera Mexicana


Indice

Hospedaje, Arte Milenario. 3

Posadas y Hosterías de la Edad Media 3

El Principio de la Hotelería Sistematizada 3

El Desarrollo Hotelero en la Postguerra 4

Los hoteles no sólo crecieron en número, también en tamaño 4

Europa, cuna de la Hotelería 4

La Hotelería y el Ferrocarril 4

Cuando todos los caminos conducen a Tenochtitlán 5

La Versatilidad de Moctezuma y el "Turismo Prehispánico" 6

El Mexica y su vocación viajera 6

Los Caminos de Moctezuma y la Prehistoria del Turismo 7

La Hotelería Azteca 7

El Sentido Hospitalario Desde Moctezuma hasta la Colonia 8

La Primera Cadena Mesonera en la Nueva España y el Cabildo 9

Dos Baluartes Femeninos en la Hotelería Novohispana 9

La Sustitución del Albergue Indígena 10

Mesón de Tercera Clase: Los de Más Baja Categoría y Precio 10

Los Mesones de Segunda Categoría 10

Los Mesones de Primera Categoría 10

Los Caminos Virreinales y la Formación del Patrimonio Turístico de México 11

Los Mesones del Siglo XVII Descritos por su Huéspedes 12

Humboldt: Viajero V.I.P. 12

Humboldt se expresó de México así: 12

En la Nueva España se Funda el Primer Hotel de América 13

1883: Se Menciona por Primera vez en México, al "Turista" 14

La Publicidad Hotelera 14

El Mexicano Descubre al Turista 15

1910: 43 Hoteles y Seis Casas de Huéspedes 15

Rastaurantes y Cafés 16

Innovaciones y Desarrollos que Siguieron a la Segunda Guerra Mundial 16

Hoteles "Resorts" 16

Las Líneas Aéreas: Un Capítulo Aparte en el Crecimiento del Turismo Mundial 17

Técnicas de Administración 18

Hospedaje, Arte Milenario.

El hospedaje entendido como servicio y atención, es algo que se conoce desde hace más de dos mil años.

De la antigua Roma se conserva evidencia, tanto en pinturas como en escritos, de la existencia de hosterías llamadas "Mansiones", las cuales estaban estratégicamente situadas en su red de caminos, con el fin de recibir a funcionarios en sus viajes y así atender asuntos del gobierno.

Posadas y Hosterías de la Edad Media.

El resurgimiento del comercio en la Edad Media, estimuló un amplio desarrollo de posadas y hosterías. Muchas de ellas operaban en monasterios y otras instituciones religiosas. Un famoso ejemplo es el hospicio en el Gran Paso de San Bernardo en Los Alpes Suizos, fundado en el siglo décimo por San Bernardo de Montjoux (Bernardo de Menthon) y que hasta la actualidad es manejado por la comunidad de monjes agustinos.

En el siglo XIII mientras Marco Polo viajaba rumbo a Mongolia, sorpresivamente se encontró con un sistema extensivo de numerosas residencias convertidas para dar albergue a viajeros. Remansos de descanso y de alimentación, que ofrecían asistencia a aquellos que fungían como mensajeros postales.

Lo mismo ocurría en las regiones islámicas, en donde los albergues se encontraban tácticamente colocados para dar servicio a mercaderes. En ellos, los dueños actuaban en forma semi-oficial como guardianes de mercancías y dinero, por una módica comisión adicional.

El Principio de la Hotelería Sistematizada.

El concepto moderno de hotel surgió, con toda seguridad, en el siglo pasado, cuando se construyeron los primeros edificios con el fin específico de albergar viajeros en medio de grandes comodidades.

Uno de los mayores desarrollos en la historia de la hotelería, ocurrió en el año 1908, con la apertura del Hotel Statler en Buffalo, Nueva York, después conocido simplemente como "The Buffalo".

En la concepción de este Hotel, fueron instituidas muchas innovaciones de carácter hotelero por Ellworth Milton Statler, quien se encargó de su construcción y operación. Este tipo de servicio hotelero fue ideado, primariamente, para la conveniencia de una creciente clase acomodada de viajeros, que eran en su mayoría hombres de negocios. De ahí surgió una de las primeras grandes cadenas hoteleras del mundo.

El Desarrollo Hotelero en la Postguerra.

Después de la Primera Guerra Mundial nos encontramos con un auge sin precedente en la construcción de Hoteles, lo cual, le brindó a esta industria un crecimiento vertiginoso.

En gran parte, este desarrollo fue la respuesta al crecimiento diario de las vías y los sistemas de comunicación que permitían el traslado rápido de mayor número de viajeros, desde distantes partes del orbe.

Entre 1920 y 1930 se construyeron nuevos hoteles, más que en ninguna otra época de la historia.

Los hoteles no sólo crecieron en número, también en tamaño.

La cadena hotelera The Stevens (después llamada Conrad Hilton), inauguró en la ciudad de Chicago un hotel de más de tres mil cuartos. Este fue el hotel más grande del mundo hasta los años sesentas, fecha en que se contruyó en Moscú, el Hotel Rossya con un mayor número de cuartos y servicios.

Europa Cuna de la Hotelería.

Lo que hoy conocemos como "Hotelería" tiene su origen en la Edad Media, con la aparición de Posadas y Hospederías en varios países de Europa. Esto mismo ocurrió en España, más tarde, con la edificación de "Ventas" a mitad de los caminos.

La Revolución Industrial fue un gran estímulo al progreso de los albergues, especialmente en Inglaterra, en donde dichos lugares llegaron a ser un ejemplo mundial por su limpieza, confort, excelente servicio y la abundante alimentación que se ofrecía al usuario.

Mientras tanto, cruzando el Atlántico, Los Estados Unidos creaban "estandar" al construir hoteles que ofrecían un número mayor de servicios y comodidades.

Así, para 1800 contaban con los hoteles más grandes del mundo. Uno de ellos, "The City Hotel" en Nueva York, fue el primero en obtener una fama enorme. Debido a su tamaño, fue descrito en su inauguración, como un "inmenso establecimiento con 73 cuartos".

La Hotelería y el Ferrocarril.

El ferrocarril tuvo un gran impacto en el desarrollo de la hotelería europea. El hecho de poder viajar más rápido y cómodamente, fue eliminando los establecimientos que daban servicio a las diligencias y a sus usuarios. Para esa nueva generación de viajantes se construyeron hoteles muy cercanos a las estaciones de ferrocarril. No es de dudarse que las compañías ferrocarriles se hicieran dueñas de hoteles, y rentaran terrenos para la construcción de nuevos y más grandes hoteles.

El turismo y los caminos mantienen entre si una vieja coexistencia pacífica: no se pueden hacer caminos y es difícil construir una carretera sin que, en cualquier momento, se presente en ella el síndrome turístico con toda su espectacular fenomenología.

Sin caminos, Marco Polo no hubiera llagado a Pekín, ni Moctezuma Ilhuicamina habría extendido la cultura y el comercio Mexica a vastas tierras de la patria andina.

Tampoco se hubiera dedicado Juan Ponce de León, a la búsqueda de los manantiales para garantizar la perennidad de la juventud, si no se dispusiera de brechas para la persecución de la aventura.

Sin las calzadas de mediados del siglo XIX, La Marquesa Calderón de la Barca, decana del turismo por carretera en México, no hubiera producido el acucioso libro que al mundo y a los mismos mexicanos, dio a conocer buena parte de los valores de nuestra arquitectura y todo el subyugante colorido de nuestro costumbrismo.

En efecto, la Marquesa de Calderón de la Barca, inglesa de cultura, nacimiento y raza, esposa del primer ministro Plenipotenciario que acreditó a España en su ex-Colonial redimida, describió a México con un sentido profesional de moderno agente de viajes.

Intentar la narración de lo que los viajes han sido a través del tiempo mexicano, viajes que preludian durante varios siglos el advenimiento de su más espectacular bisnieto: el turismo, supone aludir a la hospitalidad y al mesón, al arriero y al ventero, pero con no menor decisión y riqueza, a los caminos.

"Esperamos que de vuelta a sus lejanas tierras, nuestros amigos lleven en sus pupilas, no solo la imagen del valle florido y limpio, sino también en sus corazones, el calor de nuestra amistad."

NETZAHUALCOYOTL.

Cuando todos los caminos Conducen a Tenochtitlan.

Pueblos con vocación de peregrinos, fueron los que en tiempos precolombinos habitaron el actual territorio mexicano.

Día con día, la Arqueología nos confirma que las raíces de procedencia de esos pueblos se pueden localizar en lugares remotos, fuera del continente.

Llegar a éste, para fundar focos culturales de tan provocativo contenido, les impuso el imperativo del desplazamiento migratorio; antecedente que, en el hombre, contribuye a modelar el cimiento de una conducta de viaje y que en el caso de Tenochtitlan, ayuda a explicar su ímpetu expansionista, sus caminos, el dominio de la navegación lacustre y sus contactos "internacionales" con grupos humanos asentados en tierras que, aún hoy, nos parecen geográficamente distantes.

La Versatilidad de Moctezuma y el "Turismo Prehispánico"

Cuando se ejerce en nombre de de Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, como en el caso de nuestro bisabuelo Moctezuma Xocoyotzin, el poder no sólo supone la obligación de conducir sabiamente a los hombres y vigilar con prudencia el destino de los pueblos, también impone otros deberes que involucran la versatilidad y capacidad viril del mandatario, quien -cosas de aquellos tiempos y de esas prudentes gentes-, debe derramar con generosidad sus íntimas substancias masculinas para asegurar la descendencia y perpetuar biológicamente e históricamente la dinastía.

Para ello, Moctezuma contaba con la dulce compañía de las mas bellas doncellas del imperio y las bellas, abundaban en Tenochtitlan.

Carta tan abrumadora para Moctezuma -una más, entre las muchas que exigía el atender la vida del pueblo que creó una de las más alucinantes culturas de la América indígena-, suponía la necesidad cíclica de restaurar sus vigores agobiados y concederle vacaciones a las glándulas exhaustas y sobre trabajadas. Y era entonces -¿prescripción médica?-, cuando la real fatiga hacía emprender el viaje a Oaxtepec, lugar en el que el Seguro Social construyó un balneario y centro vacacionista, en las arroceras llanuras del estado de Morelos; ese Oaxtepec de aguas tibias, balsámicas y mágicas con propiedades que hoy llamaríamos afrodisiacas. Allí, Moctezuma rescataba la potencia necesaria para retornar a Tenochtitlan y proseguir el sugestivo deporte de darle más críos al Imperio. Así, Moctezuma inauguraba en México una actividad que actualmente se llama Turismo y que supone un desplazamiento humano temporal.

El Mexica y su Vocación Viajera.

El Mexica, desde siempre, reveló una intensa vocación viajera. Los dominios mexicas llegaron a ser gigantescos. Por el Oriente se extendían hasta el Golfo de México, por el Suroeste, hasta el Océano Pacífico; por el Sur, más allá de Guatemala; por el Norte y Noroeste colindaban con los Chichimecas, y por el Poniente, con el reino de Michoacán.

Los Caminos de Moctezuma y la Prehistoria del Turismo

Moctezuma disponía de los caminos eficaces para las necesidades del Imperio; caminos por los que transitaban el comercio, la religión y el militarismo que incitaban al intercambio y al viaje en esa noble prehistoria mexicana del turismo.

Con aguda intuición, los Mexicas proyectaron y localizaron caminos, según sus necesidades y los accidentes topográficos.

La anchura de la vías alcanzaba hasta ocho metros para facilitar el tránsito de los viajeros de numerosas caravanas de "Pochtecas", de mercaderes, de los "pains" que eran correos, de los "tequipantitlantis", y de numerosos "Topiles" y "Tamemes" que transportaban sobre sus espaldas víveres en "Petlacallis" -especie de "petacas" tejidas de caña-.

De las excelencias de los caminos indígenas, nos hablan los propios conquistadores.

Cortés, dijo con solemnidad:

"Entré por una calzada que va dos leguas por medio de esta dicha laguna, hasta llegar a la gran ciudad de Tenochtitlán que está fundada en el medio de dicha laguna; la cual (calzada) es tan ancha como dos lanzas y muy obrada; tanto, que pueden ir por ella ocho caballos a la par" (Ocho caballos a la par, representan unos quince o veinte metros).

Por su parte, Bernal Díaz del Castillo afirmó:

Para cruzar canales y ríos, lo indígenas construyeron puentes levadizos o permanentes. Cuando era mayor la anchura de los ríos, empleaban balsas y canoas. A su vera y a determinadas distancias, estas vías de comunicación terrestre disponían de áreas para descanso y casas espaciosas para albergue nocturno de los caminantes. Las hospederías eran gratuitas.

El camino indígena nace como recurso elemental para realizar un intercambio rudimentario de productos y servicios, de comunidades que hasta entonces fueron económicamente autosuficientes. Al surgir la prepotente Tenochtitlan en el universo indígena del altiplano, los caminos se multiplicaron como tendones de acero destinados a afianzar al sojuzgado.

La Hotelería Azteca

José Ignacio de Hidalgo describe lo que pudo ser el padre del clásico mesón virreinal; el albergue indígena prehispánico destinado a los viajeros, particularmente, a los eficientes comerciantes:

"Los famosos coacallis, que nos permitimos denominar "Hotelería Azteca"; edificios de un piso, localizados principalmente en las cercanías de los mercados y a la entrada de las ciudades.

Esos albergues disponían de una sala común dedicada a la cocina y al comedor, a los que los huéspedes tenían libre acceso.

Para efecto de alimentación, en los mercados había una especie de restaurantes. Los administradores de los mismos, eran estudiantes egresados de la escuela denominada "Tepochcalli", en la que una de las enseñanzas era precisamente, administrar esos albergues.

¿Sabemos de alguna escuela con enfoque turístico o de administración hotelera más antigua en el mundo?

Para comodidades de los mercaderes y demás viajantes, en los montes y despoblados había casas destinadas para su alojamiento."

El Sentido Hospitalario desde Moctezuma hasta la Colonia.

En la publicidad turística se alude al carácter hospitalario del mexicano y a la delicadeza con que practica el arte del buen anfitrión con el turista.

"El que se porta gentil y cortésmente con los extranjeros, demuestra ser ciudadano del mundo", decía Francis Bacon.

"Esta es su casa", es un saluda ya clásico, cuyo antecedente histórico más antiguo procede del mismo Moctezuma.

Esta conducta hospitalaria del maya prehispánico tiene dos orígenes: uno económico; religioso el segundo.

Ello ocurre, por que en la mente primitiva, el peregrino que solicita hospitalidad es un ser desconocido que puede tener tanto de misterioso, como también algo de divino y de allí, surge el precepto religioso.

Generalmente, el trato respetuoso y la finura de modales son producto de convencionalismos sociales, pero en gran medida, en el México prehispánico tenían un fondo moral. Ningún hombre descortés, vanidoso y vulgar era elegido dignatario.

Era ideal que un hombre educado se mostrara humilde y nunca arrogante: "sabio, prudente, pacífico y tranquilo."

La Primera Cadena Mesonera en la Nueva España y el Cabildo. Primera Reglamentación Hotelera.

El tráfico español recién establecido en la Nueva España, generó en la frecuentada ruta Veracruz-México, la necesidad de formar los primeros mesones virreinales; antecedente de lo que andando el tiempo multiplicaría su denominación, aunque no siempre sus funciones: Ventas, Hosterías, Posadas (Inns), Paradores, Casas de Huéspedes, Hoteles, Moteles, Famiteles, Condoteles, Apartamentos con Servicio de Hotel, Suites, Apartohoteles, Econohoteles, Casas Rodantes (Trailers), Albergues y Mesones, que con nueva dinámica y con cambios fundamentales, continuaban en Nueva España la tradición hospitalaria de los albergues prehispánicos.

Los dos primeros mesones de lo que se tiene noticia fueron establecidos fuera de la capital de la Nueva España.

El expansionismo español inauguró nuevas rutas camineras en el Virreinato. Juan de la Torre estableció una Venta en el camino de Michoacán.

Francisco de Aguilar, el primer mesonero de la Nueva España, descubrió que la agudeza empresarial aconsejaba crean una "Cadena Mesonera".

La Ciudad de México ingresó el 1 de Diciembre de 1525, en la era de los mesones.

El Cabildo reglamentaba la actividad mesonera; control gubernamental que durante cuatro siglos se ha mantenido, hasta el que hoy es ejercido por la Secretaría de Turismo en lo que refiere a la fijación de tarifas de hospedaje, alimentos y bebidas, en hoteles y restaurantes.

Debemos al propio Hernán Cortés, el origen de esta política que regula precios e impone sanciones en el campo de servicio que hoy denominamos turístico.

Cuando se extiende la "mesonización" en la Nueva España y el Cabildo legisla la actividad hospedera, deben también normar, otra no menos socorrida por lo forasteros; la venta de licores. Ninguna persona podía tener tabernas ni vender vino, si no era en los lugares señalados por la Ciudad.

El desarrollo de la Nueva España entre 1526 y 1531, en materia de tráfico humano y de afán de colonización, puede detectarse por la frecuencia con la que el Cabildo de la Ciudad autoriza la fundación de nuevos Mesones y Ventas.

Dos Baluartes Femeninos en la Hotelería Novohispana.

La intrépida presencia femenina en los timones empresariales de la mesonería novohispana tiene sus orígenes en el haber de Doña Marina, quien, en la segunda década del siglo XVI, inaugura históricamente en México, la presencia femenina en el campo del hospedaje, al abrir una Venta adelante de Cuajimalpa -en lo que hoy es el Distrito Federal-, en un punto aún denominado "La Venta de Doña Marina".

Otro personaje, espadachín consumado, que en la punta de su espada portada el acta de su liberación como mujer, desembarcó en el estado de Veracruz, parapetado tras el nombre de Alonso Rodríguez. En realidad, era Catalina de Erauzo, la celebérrima Monja Alférez.

Entre aventura y aventura, Catalina montó un lindo negocio: una empresa de arriería que cubría la entonces socorrida ruta México-Veracruz.

La Sustitución del Albergue Indígena.

Al sustituir al Albergue Indígena, el Mesón Virreinal inauguraba tres tipos de hospedaje hasta entonces ignorados, y que aludían a categorías sociales y económicas derivadas de la lucha de clases.

Mesón de Tercera Clase: Los de más Baja Categoría y Precio.

Su clientela favorita estaba constituida por lo indígenas que pagaban el servicio con granos de cacao, pues la moneda, o estaba en proceso de institucionalizarse o aún no era aceptada por completo.

Contaba con un modesto, sucio petate, que demarcaba el espacio al que tenía derecho el huésped, quien, por estrictas razones de economía, frecuentemente lo compartía con otro huésped; alternativa no del todo despreciable en época de frío.

La cochambrosa cocina servía de "comedor". Los viajeros experimentados optaban por recurrir a su propio "itacate" y llevar a sus bestias a la fuente pública más próxima , pues en el Mesón, el servicio de agua se cobraba. De sanitarios, "ni hablar".

Los Mesones de Segunda Categoría.

Brindaban comodidades ligeramente mayores: ofrecían habitaciones semi-privadas, y la cocina ostentaba una mesa y dos largas bancas comunales de madera; los sanitarios se localizaban en el traspatio. Los clientes eran pobres, todos ellos, pero mucho más pudientes que los paupérrimos indígenas.

Los Mesones de Primera Categoría.

Antecesores de las "Posadas", como éstas lo fuesen de los Hoteles. Se concentraban en áreas céntricas de las ciudades. ¿La clientela?: el comercio venido del interior, el caballero acompañado de su esposa e hijos, el hacendado y el alto clero. ¿Motivaciones de estos viajeros?: el comercio al mayoreo, la venta de los productos de las haciendas, las fiestas religiosas, el pago del diezmo, la toma de posesión del señor virrey o del nuevo arzobispo.

Baños, no. Si el viajero exigía este servicio tan desusado, de la bodega se sacaba una tina circular, originalmente de madera y después de lámina, que se colocaba en el centro del cuarto para ser llenada con ollas de agua caliente y fría.

En territorio tan dilatado como el de la Nueva España, el albergue público, aquel sujeto a una tarifa, no era el único que operaba en caminos, poblados y ciudades.

Los Caminos Virreinales y la Formación del Patrimonio Turístico de México.

Durante los tres siglos del México Virreinal, si hubo "actividad turística", aunque de naturaleza muy especial. No hubo movimiento del turismo masivo, salvo el de las peregrinaciones religiosas de la Virgen de Guadalupe y del Señor de Chalma. También se registraba el "turismo de ferias" como, por ejemplo, el atraído por las Ferias de San Juan de los Lagos y la de San Marcos, que aún perduran. Pero la aportación de las carreteras virreinales al turismo, no fue precisamente el tránsito de viajeros, sino los medios que aportaron para que fuera creada una parte muy importante del patrimonio cultural del país. Fue así, que durante esa etapa histórica fueron localizados e identificados gran parte de los parajes que ahora se "venden" al turismo nacional y extranjero. Para sólo mencionar algunos, baste citar las playas de: Acapulco, Barra de Navidad, Veracruz y San Blas; los lagos de Pátzcuaro, Chapala, Catemaco y Tequesquitengo; las aguas termales de Ixtapan de la Sal y las de Tequisquiapan, los volcanes nevados, la Barranca del Cobre y mil lugares más.

¿Y qué decir de las ciudades-museo como Taxco, San Miguel de Allende, Zacatecas, Puebla, Guanajuato y Querétaro?

Todos los hombres y todos los materiales dedicados a edificar tamaña grandeza, viajaron por los caminos virreinales.

Sí, fue durante el virreinato que se formó por descubrimiento, por adopción o por creación, gran parte del acervo humanístico del Turismo en México. En todo ello hubo comunicación y como la única comunicación de entonces eran los caminos, a los caminos de ayer se deben en gran parte, el placer de los atractivos que los caminos de hoy brindan al turista.

Para fines de la época virreinal, ya existían aproximadamente veinte posadas y treinta mesones importantes.

Los Mesones del Siglo XVII Descritos por sus Huéspedes.

Fray Agustín de Betancourt (Betancourt) (1620-1700), quien en 1698 publicó su "Teatro Americano", reporta que para esa época, en la Ciudad de México:

"Hay mesones y hospederías para caballeros y plebeyos, bodegones donde comen, garitas en las plazas donde hay quienes baten chocolate y cocineras que venden sus guisados..."

Procedente de Nápoles, Juan Francisco Gemelli Carreri llegó a la Nueva España el 21 de enero de 1697, después de realizar un viaje sorprendente: Italia, Africa del Norte, Asia Menor, India, China, Filipinas y Acapulco. En su "Viaje Alrededor del Mundo", en páginas dedicadas a la Nueva España, alude frecuentemente a las Ventas y venteros, Hosterías y hosteleros que debió visitar.

A poco de tres leguas del camino de Acapulco, rumbo a la Ciudad de México, encuentra por ejemplo:

"La Hostería del Atajo, compuesta por cinco cabañas cubiertas de paja y rodeadas de empalizada. Toda la noche me chupó allí la sangre una legión de moscos. En tan mal lugar pasé pésimamente el fin del Carnaval, pues el viento me hizo pagar quince carlines de Nápoles por una gallina y cuatro granos de huevo."

Humboldt: "Viajero V.I.P."

Muchos son los viajeros ilustres que con pasaje de ida y vuelta, desembarcan en la Nueva España. Alejandro Von Humboldt entre ellos, inaugura (1799) el comercio turístico de las "mexican curious" con pasaporte oficial concedido por el Rey Carlos IV, quien, en el salvoconducto que extiende y firma, ordena a los Capitanes Generales, Comandantes, Gobernadores, Corregidores y demás Justicias de la Nueva España, que no le impedían por ningún motivo colectar libremente plantas, animales, semillas y minerales. En otras palabras, que al ilustre huésped se le concedan atenciones de viajero V.I.P.: "Very Important Person", como hoy se les clasifica.

Nada escapó a la aguda capacidad analítica de viajero tan singular, a quien cautivó la belleza de la Ciudad de México.

Humboldt se expresó de México así:

"México debe encontrarse, sin duda alguna, entre las más hermosas ciudades que los europeos han fundado en ambos hemisferios”.

A excepción de Petersburgo, Berlín, Filadelfia y algunos barrios de Westminister, apenas existe una ciudad de aquella extensión que pueda compararse con la capital de la Nueva España por el nivel uniforme del suelo que ocupa, por la regularidad y anchura de sus calles, o por lo grandioso de las plazas públicas. La arquitectura, en general, es de un estilo bastante puro; hay también edificios bellísimos."

En la Nueva España se funda el Primer Hotel de América.

Es 1818. El Movimiento de Independencia padece uno de sus ciclos de languidez, lo que concede un paréntesis de tranquilidad y paz a los cien mil habitantes de la Ciudad de México, quienes un día de ese año -histórico para este relato-, se tropieza con una palabra desusada: "Hotel". Y se tropiezan con ella en la fachada de una casona ubicada en la esquina de las calles de Refugio y Espíritu Santo (hoy esquina de la Av. 16 de Septiembre e Isabel la Católica"; casona que ha sido y sigue siendo punto de referencia urbana para varias generaciones capitalinas. En esa fachada apareció un rótulo que reza: "Hotel de la Gran Sociedad".

Nacía así en la Nueva España, en América, más que un nuevo vocablo, un concepto nuevo referido a la técnica que se aplica para brindar albergue al viajero, anticipándose a los mismos Estados Unidos, país que hasta diez años después, en 1828, adoptaría en Boston este sistema y su correspondiente denominación.

El flamante "Hotel", fundado a fines de 1700, nació como un Mesón. En razón de la demanda de alojamiento y de la sagacidad de los propietarios le fue agregado un piso adicional, proyectado y construido para alojar y dar albergue; "cuartos de hotel" como diríamos actualmente. Pocos años después, este mesón absorbió nuevas ampliaciones y adaptaciones, y renunciando al nombre de "Mesón", adoptó uno nuevo: "Posada", con habitaciones privadas -en su mayoría-, en el segundo piso, y en el primero, cuartos semiprivados para mozos y servidumbre de los huéspedes; áreas especiales para cocheras, palafreberos y caballerizas, y cocheras ubicadas en forma conveniente para que los olores no molestaran a los huéspedes.

Los primeros hoteleros en México fueron Francisco Solares y Francisco Coquelet, a quienes debe reconocérseles la decisión primera de proyectar en el continente (1818), la edificación de habitaciones especialmente construidas para servir como cuartos hoteleros.

Los precios eran módicos -una peseta por noche- y barata la comida.

A veces, las haciendas suplían las necesidades de los viajeros poniendo a su disposición una habitación especial para ellos y una tienda que vendía los comestibles necesarios.

Cuando el hombre empezó a estrenar y usufructuar los nuevos recursos tecnológicos que le brindaba la civilización para desplazarse y viajar, descubrió que una era nueva supone -exige-, una conducta y estructuras nuevas de urbanidad que acompañan tanto al que viaja y se hospeda en casa ajena, como al anfitrión que aloja al huésped.

El carácter protocolario del a educación moral del indígena se refugió en la complicada etiqueta española y adquirió rebuscamientos barrocos que, inclusive, invadieron el campo reservado a la cursilería.

1883: Se Menciona por Primera Vez en México, al "Turista"

Data de 1883, la referencia más antigua que hemos encontrado respecto al forastero que empieza a ser denominado "turista" y está relacionada con la noticia de la edificación de una "grandísimo hotel", el Hotel de la Reforma, ubicado precisamente en el Paseo de la Reforma.

En el "Primer Almanaque Histórico, Artístico y Monumental de la República Mexicana" que publicó Manuel Caballero (1883-1884), se dice:

"La ciudad de México, cuya propiedad raíz se estima en sesenta millones, disfruta de todas las comodidades, de todas las distinciones, de todos los refinamientos de cultura que pueden encontrarse en ciudades europeas. Tres o cuatro veces por semana, el turista puede asistir a deliciosos conciertos en nuestro primoroso jardín que llamamos Zócalo. Antes de cinco años, la Calzada (Paseo) de la Reforma va a ser algo tan hermoso y brillante como la Quinta Avenida de Nueva York o la Commonwealth de Boston. Los trabajos van a comenzar con la edificación de un grandioso hotel, cuya obra deberá ya estar comenzada a la publicación de este almanaque".

La Publicidad Hotelera.

Son deliciosos los textos y descripciones publicados en anuncios que algunos de estos hoteles insertan en la sección comercial de los diarios. Por ejemplo, "El Carabanchel", casa de huéspedes -española- de Juan Villalonga, ubicada en el número catorce de la calle del Coliseo Viejo (hoy Av. 16 de Septiembre), anuncia que: "Recomendamos a nuestros lectores, esta casa; porque reúne las condiciones de buena mesa, cuartos espaciosos y bien amueblados, orden y seguridad completa en la habitaciones. El Carabanchel posee una buena instalación de luz eléctrica y un salón con piano."

Por su parte, el publicista del Hotel Humboldt, cuyo propietario es Miguel Gutiérrez, anuncia que:

"Este Hotel cuenta con habitaciones lujosamente amuebladas, con la particularidad de que casi todas ellas tienen vista a la calle, como consecuencia de ocupar, el edificio, una manzana entera".

El Hotel Colón "echa su cuarto a espadas" y anuncia habitaciones con "camas de resorte, última invención" y para los huéspedes piadosos, "un pequeño oratorio para las personas que deseen hacer uso de él."

La Española, finalmente, ofrece "timbres y alumbrado público".

El Mexicano Descubre al Turista.

¿Cuándo fue que la imagen del turista y el concepto "turista", empezaron a deslizarse en la mente y en el vocabulario del Mexicano?¿Cuándo fue que, a través de esa breve palabra de tres sílabas ricas en vocales, se inició en México el hallazgo de un nuevo universo de contactos y comunicación con el mundo circundante?

Parece ser que ello ocurrió durante la plenitud del porfirismo. Moisés González Navarro, en el capítulo que escribió ("El Porfiriato, La Vida Social") para la "Historia Moderna de México", dirigida por Daniel Cosío Villegas, afirma que "desde los últimos años del siglo XIX, cuando el México Porfirista presumía y se alborotaba con sus caminos de hierro, empezaron a presentarse con regularidad (en la Ciudad de México), excursiones de norteamericanos"; turistas impulsados, quizás, por aquella mística colonizadora estadounidense que condujo a la conquista del "Far West" y para quienes, al llegar a la capital de México, dice González Navarro:

"Era de rigor el clásico "City Tour", consistente en visitar el Mercado de las Flores (en uno de los portales de lo que hoy es el Departamento del Distrito Federal), la Catedral, el Museo (entonces en el número trece de la Calle de la Moneda, hoy albergue del Muséo de las Culturas), Chapultepec, Santa Anita (aún aferrada a sus canales y a sus chinampas), Cuernavaca (entonces remotísima) y las diversiones típicas de los pueblos indígenas".

1910: 43 Hoteles y Seis Casas de Huéspedes.

José Romero, miembro de varias sociedades científicas nacionales y extranjeras, en su "Guía de la Ciudad de México y demás Municipalidades del Distrito Federal" (1910), proporciona la lista de los principales centros de alojamiento que debieron resistir el impacto de la impetuosa corriente de viajeros que, en septiembre de 1910, inundaron la capital para asistir a las Fiestas del Centenario: 43 Hoteles y seis casas de huéspedes; lista que, por otra parte, expresa con objetividad el desarrollo que en la Ciudad de México había alcanzado la industria del hospedaje.

Restaurantes y Cafés.

Por otra parte, eran diecinueve los restaurantes y cafés de categoría "turística", que merecían anunciarse para consumo de los impactados visitantes de la capital o que, por lo menos, en 1910 podían pagar la tarifa publicitaria de la "Guía de la Ciudad de México" y anunciarse gallardamente.

La Ciudad de México cuenta hoy día, con más de doce hoteles de cinco estrellas que se pueden compara con los mejores del mundo. Y en esa categoría, en las principales ciudades turísticas del a República, la suma llega a ser de 44 hoteles y más de doce mil habitaciones.

Según una encuesta realizada en 1975, por la Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México, referida a las empresas comerciales más antiguas que permanecen trabajando dentro de su mismo giro, se alude al Hotel Guardiola (1873), Hotel Guillow (1878), Hotel Isabel (1913) y el Hotel Regis (1918), demolido a causa del sismo del diecinueve de septiembre de 1985.

Innovaciones y Desarrollo que Siguieron a la 2da Guerra Mundial.

El "Motel", antes de los cincuentas, había sido clasificado mediante categorías básicas, pudiendo ser considerado como residencial y de esparcimiento. Después surgieron los más importantes hoteles de descanso para viajeros, con todos los servicios, incluyendo albercas y otras sofisticaciones que revolucionaron esta industria. No es difícil explicar el fenomenal crecimiento da la industria hotelera, debido simplemente al automóvil que, tanto en Europa, América y Japón, como en otros países, se convirtió en la principal forma de transporte.

Hoteles "Resorts".

Este tipo de hotel ha dado lugar a una incalculable gama de categorías: hoteles de playa, de montaña, de invierno (con todo lo que implica), y hoteles de verano (todo el año).

Tradicionalmente, este tipo de hotel es conocido por sus excelentes instalaciones y buena comida. Es importante agregar que la industria hotelera mundial ha contribuido, cultural y sociológicamente, en muchas de las áreas de crecimiento del hombre, con hechos como el de abrir nuevos horizontes culturales y descubrir áreas desconocidas, útiles para su desarrollo; brindar esparcimiento y descanso para todos los estratos sociales y sobre todo, crear una de las más grandes fuentes de trabajo en el mundo; tan extensa, que llega hasta los más recónditos parajes de la tierra.

Las zonas turísticas que han experimentado un crecimiento sin precedente son, sin duda, el Mediterráneo y el Caribe, Hawai, la costa Pacífico en la República Mexicana, Trinidad y Tobago, Puerto Rico, las Islas Vírgenes y las Bahamas; todas ellas consideran al turismo como una de sus principales industrias.

En Florida, "Miami Beach" cuenta con 48 hoteles en cada milla cuadrada.

En Hawai, la isla de Oaju ya no dispone es espacio aprovechable para nuevos hoteles y las islas que la rodean están siendo testigos de un tremendo crecimiento de la industria en cuestión. La Rivera Francesa y el Mar Negro, uno de los más famosos "Resorts" en el mundo, ha sostenido su popularidad a pesar del incremento de competencia en todas partes del mundo. España está viviendo un crecimiento turístico realmente sorprendente y Portugal gana popularidad, día con día.

Ha sido, sin duda, este fabuloso crecimiento de la industria hotelera, la que ha agudizado la inventiva humana para incorporar más y mejores servicios, con la aguda intención de darle al huésped -que por razones obvias se ha vuelto muy selectivo-, un sinnúmero de gratificantes de amplísimo rango, como pueden ser campos de golf de primera categoría, albercas, canchas de tenis y deportes acuáticos de toda clase, restaurantes y bares de todo tipo, sauna y jakussi, habitaciones con Televisión y antena parabólica, cine a circuito cerrado y Servi Bares en su propia habitación, lo cual representa un cómodo y sofisticado servicio las veinticuatro horas del día.

Para los hombres de negocios e importantes empresas, muchos de los hoteles cuentan con grandes salones de convenciones con todos los servicios.

Las Líneas Aéreas: un Capítulo Aparte en el Crecimiento del Turismo Mundial.

La aeronáutica comercial ha sido, sin lugar a dudas, uno de los factores más importantes en el desarrollo de la hotelería, como hoy la conocemos.

El desarrollo de este nuevo medio de transporte ha sido vertiginoso, a la par con el crecimiento del turismo. Ahora se construyen verdaderos paquetes aéreos, hasta de doscientas toneladas; se han multiplicado las líneas y patentizado la superioridad del avión en servicios de largas distancias (transoceánicas y transcontinentales).

Es uno de los medios más seguros de transporte, gracia a los nuevos dispositivos, como es la utilización de la VOR-DME ("Very High Obni Directional Range-Distance Measuring Equipment") y del radar, entre muchos otros.

Del progreso de la aviación comercial, nos da una idea el hecho de que en 1931 se realizaron 116.5 millones de kilómetros de vuelo, en líneas aéreas de todo el mundo. En tanto que en 1965, esta cifra fue de 4,100 millones de kilómetros. En la actualidad, ya se está bordeando el doble de esta cifra con más aerolíneas, mejores aviones y nuevos destinos, que han apoyado el auge de la industria hotelera y del turismo en general, brindándole así a la humanidad enormes horizontes para el conocimiento, y para poder alcanzar lugares distantes y exóticos que, sin este medio de transporte, hubieran sido una utopía.

Técnicas de Administración.

Hoy en día, se emplean en la directriz de los hoteles, las técnicas más modernas para predecir y controlar los costos laborales y de materiales, utilizando métodos modernos de Mercadotécnia. La computadora ha incrementado enormemente la eficiencia en el manejo de las reservaciones y asuntos contables.

En la actualidad, serios estudios de investigación están en progreso, para lograr el funcionamiento totalmente computarizado de esta industria.

No cabe duda, de que el impresionante progreso del Turismo y la Industria Hotelera en lo últimos treinta años, ha sido uno de los apasionantes fenómenos del siglo XX, el cual puede darnos todavía , muchas fascinantes sorpresas.




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Enviado por:Vikingo
Idioma: castellano
País: México

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