Historia
Guerra de Paraguay contra la Triple Alianza
“PARAGUAY
vs
TRIPLE ALIANZA”
1865 - 1870
íNDICE
Introducción
El presente trabajo es una monografía realizada mediante la lectura de numeroso material disponible sobre la gran epopeya del pueblo paraguayo. Esta historia narra la travesía de un estratega militar, quien en defensa de su patria se enfrentó a tres grandes naciones, cuyo objetivo en el conflicto ni siquiera fue lo suficientemente claro.
Esta confrontación entre pueblos hermanos, terminó modificando toda la división política de Sudamérica. Recibe numerosos nombres; “Guerra Grande”, “Guerra del Setenta”, “Guerra contra la Triple Alianza” son los más conocidos. Sin embargo, existe un nombre simbólico, que probablemente pueda contener en sí mismo la esencia de esta hecatombe: “Un David contra Tres Goliat”.
Esta travesía, fue protagonizada por el pueblo paraguayo y un ejército aliado de tres naciones: Brasil, Argentina y Uruguay. En ella, quedó plasmada de forma solemne aquel verso de la canción homenaje a la Batalla de Acosta Ñú: “…solo una cosa quedó en su puesto, la raza heroica del guaraní…”. En esta frase, se describe el final de la guerra, que finalizó con el 70% de la población paraguaya exterminada, pero no sin antes demostrar el ímpetu y la valentía en defensa de la nación, ofreciendo al enemigo una feroz resistencia a pesar de la gigantesca desproporción numérica que le era desfavorable.
Sin lugar a dudas, para describir detalladamente esta contienda harían falta cientos de tomos, por lo cual en este trabajo, lejos de pretender ser la absoluta verdad, tiene por objetivo ofrecer al lector una recopilación de los más importantes momentos de entre los cinco años de larga duración del conflicto. Cada quien, deberá realizar sus propias conclusiones a través de la lectura del material.
Pues bien, hecha esta salvedad, corresponde iniciar el recorrido por la Guerra de la Triple Alianza, analizar sus posibles causas reales, su desarrollo, su término y porque no, sus consecuencias hasta nuestros días.
Biografía de los gobernantes de los países beligerantes
Francisco Solano López
Nació en Asunción el 24 de julio de 1.827, hijo de de Don Carlos Antonio López y Doña Pabla Carrillo. Aprendió a leer y escribir en su hogar, ya adelantado en conocimientos, se inscribió en la Academia Literaria teniendo como preceptores al Prelado Fidel Maíz y al maestro Juan Pedro Escalada, con quienes adquirió nociones de Filosofía y Matemáticas, luego viajó a Europa donde amplió su cultura con el aprendizaje de los idiomas Francés, Portugués e Inglés. Admirador de Napoleón de quién conoció toda la bibliografía existente en ésa época.
Desde joven su padre le había dispensado amplias prerrogativas, y cuando aún no había cumplido los 19 años de edad, le ascendió a Brigadier General, pasando a ocupar el Comando en Jefe del Ejército Paraguayo, a la edad en que la generalidad de los jóvenes revistaba como Cadete de las Academias Militares. Bajo su comando el ejército adquirió notable eficiencia y aumentó ostensiblemente su potencialidad en contingentes y pertrechos bélicos.
En 1.853 viajó a Europa con rango diplomático, donde permaneció durante 18 meses recorriendo Francia, Italia, España e Inglaterra.
A su regreso de Europa reasumió la cartera de Guerra y Marina .En 1.859 intervino en el conflicto argentino ya que en ésta nación desde 1952 se hallaban en conflicto los dos bandos, el de Urquiza y el de Mitre. A pesar de sus gestiones el 23 de octubre se desencadenó la guerra entre los dos bandos con un éxito indeciso a favor de Urquiza, lo que obligó a Solano López a acelerar y multiplicar sus gestiones, hasta lograr el acuerdo completo, no solo para la terminación de la guerra, sino también para el restablecimiento de la unidad argentina, mediante la incorporación de la Provincia de Buenos Aires a la Confederación y la aceptación de la Constitución de 1.853.
A la muerte de Don Carlos Antonio López (10 de setiembre de 1.862) lo reemplazó en su calidad de Vicepresidente y convocó al Congreso Nacional para la designación de un Presidente, por la muerte de su padre.
Reunido dicho Congreso el 16 de octubre de 1.862, fue proclamado por unanimidad, Presidente de la República por el periodo legal de 10 años, tenía 36 años.
En muchos sectores importantes se anhelaba la reforma de las instituciones para satisfacer los ideales cívicos del pueblo paraguayo tanto tiempo postergado. Se consideraba que la Constitución de 1.844 ya había cumplido su objetivo con el reconocimiento de la Independencia Nacional, y que debía dar lugar a otra de tinte liberal.
Solano López poseía una personalidad poco común, era el más ilustrado del Paraguay y el más experimentado en las cuestiones de Estado. Introdujo innovaciones fundamentales en la política exterior, hasta entonces el Paraguay se cuidaba de meterse en los asuntos del Río de la Plata, fiel a la doctrina de no intervención, pero para Solano López había llegado el momento de abandonar esa táctica cuando los conflictos interesaran los intereses fundamentales del Paraguay, sobre todo la conservación de su independencia. En consecuencia, el gobierno del Paraguay proclamó como norte de su política exterior el mantenimiento del equilibrio en el Río de la Plata y su propósito de impedir cualquier atentado contra el mismo. A fin de robustecer las relaciones con la Argentina y hacer aún más eficaces las notas de cancillería, Solano López mantenía una asidua correspondencia de carácter personal con Mitre y Urquiza. El deterioro de la situación del Río de la Plata, en coincidencia con el fenecimiento de los plazos para la solución de las cuestiones de límites con el Brasil y la Argentina llevó a una crisis grave que desembocó en la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, siendo comandante del ejército paraguayo hasta su muerte y fin de la guerra acaecida en Cerro Corá el 1 de marzo de 1.870
Bartolomé Mitre
Nació el 26 de junio de 1821 en Buenos Aires. Sus padres no aprobaban su vocación literaria por lo que le enviaron a la estancia de Gervasio Rosas, para que se convirtiera en un hombre de campo. Se granjeó con sus escritos la enemistad del dictador argentino Juan Manuel de Rosas. Tuvo que exiliarse en Chile, Bolivia y Perú. De regreso a Argentina en el año 1852 participa en el derrocamiento de Rosas, liderado por el general Justo José de Urquiza. En 1853 es nombrado ministro de Guerra del gobierno provincial de Buenos Aires, y trata de oponerse al plan de Urquiza que pretendía que la provincia pasara a formar parte de la recién proclamada República Argentina. En 1859, las tropas de Mitre fueron derrotadas por Urquiza en la batalla de Cepeda, por lo que Buenos Aires pasó a formar parte de la federación. Fue gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1860 y vence a Urquiza en la batalla de Pavón (1861). Elegido presidente de la República en 1862 para un mandato de seis años. Durante su presidencia, Argentina, aliada con Brasil y Uruguay contra Paraguay, participó en la guerra de la Triple Alianza (1865-1870). En 1868 pierde las elecciones presidenciales ante Domingo Faustino Sarmiento; volvió a presentarse otra vez como candidato en 1891 pero fracasó. Ocupó cargos de ministro y diplomático para el nuevo presidente.
Venancio Flores
Nació en Porongos. En 1836 se unió al movimiento de José Fructuoso Rivera contra Manuel Oribe. Tomó parte en la Guerra Grande (1842-1851), tras lo que fue nombrado ministro de Guerra y Marina en el gobierno del presidente Juan Francisco Giró (1852-1853), formó un triunvirato con Juan Antonio Lavalleja y Rivera. Tras la muerte de éstos, Flores fue elegido presidente en marzo de 1854. Un año después estalló una revuelta conservadora, que le obligó a dimitir y se trasladó a Argentina. Desde allí invadió Uruguay en abril de 1863 dando comienzo a una revolución que duró casi dos años, resultando vencedor merced al apoyo militar de Brasil y Argentina. En marzo de 1865 asumió la presidencia y el Partido Colorado volvió al poder. Dos años después, ganó las elecciones que había convocado. Fue asesinado el 19 de febrero de 1868 en las calles de Montevideo.
Pedro II
Nació el 2 de noviembre de 1825. Su padre fue Pedro I (de Brasil y IV de Portugal) y su madre Leopoldina de Austria (hija a su vez del emperador germánico Francisco I), llegó al trono cuando contaba cinco años de edad, tras la abdicación de su padre, aunque en Brasil gobernó un consejo de regencia hasta que alcanzó la mayoría de edad en 1840. En el año 1843 contrajo matrimonio con Teresa Cristina, hija del rey Francisco I de las Dos Sicilias. Como rey tuvo que hacer frente a las rebeliones que se produjeron en diferentes partes del país. Interesado por las ciencias, fue mecenas de las artes. Luchó por el progreso económico de Brasil y se opuso de forma decidida a la esclavitud: prohibió el tráfico de esclavos en 1850, inició un proceso de emancipación en 1871 y, finalmente, declaró abolida la esclavitud en 1888. Brasil se alió con Argentina y Uruguay contra Paraguay durante la guerra de la Triple Alianza (1864-1870), y la victoria le proporcionó nuevos territorios. En 1889, el Ejército y los republicanos, encabezados por Manuel Deodoro da Fonseca, se unieron con el fin de destronarle y Pedro se vio obligado a exiliarse en Europa. Falleció en París.
ANTECEDENTES y CAUSAS DE LA GUERRA
Organización Política de los países partícipes
Paraguay
El Paraguay logra independizarse y romper el yugo español en mayo de 1811. A partir de ese entonces, atravesaría profundos cambios en su sistema político.
Posterior a este acontecimiento se constituye el primer gobierno de la era independiente. Este fue un Triunvirato integrado por: el depuesto Bernardo de Velazco, el español Juan Valeriano de Zeballos y el criollo Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia. Este último ideólogo de la causa emancipadora y reconocido por numerosos historiadores como forjador de la identidad nacional. Pero este sistema cayo en crisis, razón por la cual se reunió el Congreso General de la Nación y en fecha 17 de junio se integra la Junta Gobernativa, presidida por Fulgencio Yegros e integrada por José Gaspar Rodríguez de Francia, Pedro Juan Caballero, Francisco Javier Bogarín y Fernando de la Mora. En enero de 1812, Francia se retiró del gobierno molesto por la ingerencia de los militares en el mismo. Luego regresa a la actividad política en julio del año siguiente.
La figura del Dr. Francia iba enalteciéndose cada vez más, puesto que tomaba casi todas las decisiones. De allí, que el Congreso reunido el 3 de octubre de 1814 lo designase como Dictador Supremo de la República por el término de 5 años y posteriormente fue proclamado Dictador Perpetuo de la República por el Congreso del 1 de julio de 1816, gobernando así hasta el día de su muerte, acaecida el 20 de septiembre de 1840.
Durante el gobierno de Francia, las fronteras fueron cerradas, iniciándose así una política de autoabastecimiento que enriqueció al país. La seguridad dentro del territorio nacional era encomiable. Tampoco se conocía de funcionarios gubernamentales corruptos. Este aislamiento, no fue por capricho del Supremo Dictador, mas bien, era una medida para mantener el equilibrio político de la República. En los países de la región, en ese tiempo se sucedió un sinfín de problemas políticos culminados inclusive en guerras civiles. Sin embargo, esta misma medida, impidió un relacionamiento armonioso con nuestros vecinos. El Paraguay, tenía problemas para exportar sus productos, debiendo utilizar el puerto de Buenos Aires, pagando de esta manera impuestos usureros.
Muerto Francia, el poder político pasó por una anarquía debido a que no había disposiciones legales sobre sucesión. Se intentó una nueva dictadura, impedida por los comandantes militares. La Junta militar intentó apoderarse del gobierno pero fue desplazada con una revolución. Surgió un Triunvirato con el objetivo de convocar a un Congreso, pero fue derrocado antes de hacerlo. Luego, asume el gobierno el Subteniente Mariano Roque Alonso. Convocó a un Congreso, y éste, el 12 de marzo de 1841 decide regresar al consulado como forma de gobierno, designando para tal efecto al mismo Alonso y a Don Carlos Antonio López. Durante este gobierno, la figura de Alonso fue quedando atrás, asumiendo un rol más protagónico López.
El 13 de marzo de 1844 se convoca a un nuevo Congreso, el cual durante sus sesiones sanciona una nueva Constitución. En ella se crea la Presidencia de la Nación, siendo electo como primer Presidente constitucional Don Carlos Antonio López.
Durante su gobierno, López decide reabrir las fronteras, así como numerosas escuelas y el Real Seminario de San Carlos, clausurado durante el gobierno dictatorial de Francia. Las obras de gobierno de Don Carlos son incontables, entre ellas se puede citar la inauguración del primer ferrocarril de la región.
Don Carlos también se había preocupado del ejército, razón por la cual encarga a su hijo Francisco Solano López la reorganización del mismo. Así, fue uno de los gobiernos más prósperos para la floreciente República del Paraguay hasta su muerte, acecina el 10 de septiembre de 1862.
Posteriormente, asume la primera magistratura de la nación el entonces General Francisco Solano López, en su calidad de vicepresidente de la República, convocando a un Congreso Nacional para la designación de un nuevo presidente titular. En efecto, este Congreso se inauguró el 16 de octubre de 1862.
Ese mismo día, fue designado en reemplazo del fallecido Don Carlos, el Gral. F. S. López, quien luego de prestar juramento ante el obispo diocesano constituyó su primer gabinete de la siguiente manera: José Berges, Ministro de Relaciones Exteriores; Francisco Sánchez, Ministro de Gobierno y Presidente del Consejo; Mariano González, Ministro de Hacienda; y el Coronel Venancio López, Ministro de Guerra y Marina.
Durante su gobierno, el ejército adquirió un poder inmenso, aumentando sus efectivos a 28000 hombres y teniendo una línea telegráfica de Asunción a Paso de Patria, sobre una distancia de 260 millas, para mejorar el control de la Defensa nacional. Sus propios hijos, a su corta edad, contaban con jerarquía militar: Juan Francisco, a los 15 años fue Coronel; Enrique, a los 11, Teniente, y Leopoldo, a los 7, Sargento. Todo el pueblo fue instruido militarmente en campamentos castrenses como Cerro León o Encarnación.
Argentina
Desde su independencia, la Argentina no constituía un país unificado. Más bien, la Argentina era un conjunto de provincias agrupadas en la llamada Confederación Argentina. Justamente, fue el General Francisco Solano López, quien brindó su mediación diplomática para evitar una completa segregación argentina, lo cual permitió su unificación. Esto se inscribía dentro del plan estratégico del Presidente López para garantizar el equilibrio de poderes del Plata.
Brasil
En tiempos del conflicto y previamente al mismo, la forma de gobierno del Brasil era el Imperio, siendo el Emperador regente, Pedro II.
Existía una agrupación liberal de jóvenes dirigidos por Teófilo Ottoni, formados para competir con los “velhos”, quienes se encontraban del lado del Emperador.
El Brasil tenía numerosos intereses, por sobre todo, económicos para iniciar la guerra contra el Paraguay. Su economía se hallaba bastante debilitada, lo cual ocasionaba un descontento de la población hacia la política imperial. Los empréstitos ingleses que recibió durante el período de conflicto y previo a éste, sirvieron como un balón de oxígeno. Aunque, en contraparte, el combate no contaba con el apoyo popular, convirtiéndose posteriormente en una de las causas de la caída del imperio.
Uruguay
En tiempos de los sucesos inmediatamente previos a la contienda se encontraba gobernado por Bernardo Berro, del Partido Blanco y marcada tendencia nacionalista. Gobernó hasta el año 1864, siendo sucedido por Atanasio Aguirre. El Partido Blanco es derrocado del poder por un golpe militar encabezado por el caudillo del Partido Colorado, el General Venancio Flores, quien recibía apoyo bélico y financiero de la Argentina y del Imperio del Brasil.
Problemas Limítrofes
Paraguay - Argentina
En el año 1.852, el director provisorio de la Confederación Argentina, general Don Justo José de Urquiza despachó al Dr. Don Santiago Derqui ante el Gobierno paraguayo con suficientes poderes para la resolución de todas las cuestiones pendientes entre ambos Estados. Así el 15 de julio de 1.852 se firmó un tratado de límites, que dejaba resuelta las tres más graves cuestiones que entre los dos países había. Por ése Tratado se reconocía que el Paraguay era una nación soberana e independiente de todo poder extraño, declarándose la libre navegabilidad de los ríos Paraná Y Paraguay así como sus afluentes para los pabellones paraguayo y argentino. Por ése mismo Tratado el Gobierno del Paraguay cedía al Gobierno de la Confederación Argentina el territorio que tenía sobre la margen izquierda del río Paraná, en la frontera sur de la República. Dicha cesión fue compensada con el reconocimiento de que el río Paraguay pertenecía de costa a costa, hasta la confluencia con el río Paraná a ésta nación.
Pero, antes de concluirse la retirada de las tropas paraguayas de aquellos territorios estalló un movimiento revolucionario en la ciudad de Buenos Aires contra el director provisorio y, en precaución de los resultados que pudiera tener aquellos sucesos, se resolvió mantener la ocupación militar de dichos puntos.
El 8 de agosto de 1.853, el director provisorio de la Confederación Argentina envió al Gobierno del Paraguay una nota en la que reclamaba la entrega de las Misiones, consideradas argentinas, desentendiéndose del precitado Tratado del 15 de Julio de 1.852, así como de su aprobación por el Congreso. El 18 de Octubre de ése año, Don Carlos Antonio López contestó la nota, manifestando que pronto estaba la entrega del territorio reclamado en respuesta a la aprobación del Tratado del 15 de julio por los Congresos paraguayo y argentino. Así se mantuvieron los arreglos de límites entre la República del Paraguay y Argentina.
Paraguay - Brasil
En mayo de 1.850, en plena paz con el Brasil, el gobierno del Paraguay recibió aviso del comandante de la villa del Divino Salvador, de que había bajado desde Matto Grosso una fuerza de artillería e infantería brasileña, que desembarcó en el Cerro Pan de Azúcar, arriba de la confluencia del río Apa con la margen izquierda del río Paraguay, donde estaban levantando algunas trincheras. Carlos Antonio López, entonces Presidente de la República del Paraguay quiso solucionar a través del agente diplomático brasileño, don Pedro Alcántara Bellegarde, pero desgraciadamente no se consiguió el retiro de las tropas brasileñas y fue necesario el empleo de las armas, con una flotilla bajo el mando del capitán de artillería, don Simón Antonio Villamayor, quien después de un reñido combate consiguió desalojar, en completa derrota, a las fuerza brasileñas.
Después de aquella derrota, el gobierno del Brasil manifestó al gobierno del Paraguay sus intenciones pacíficas, reprobando la invasión mencionada, que fuera ordenada por el Presidente de Matto Grosso, y dejando todo en el estado en que se hallaba hasta un arreglo definitivo de límites, sin que ocasione rompimiento de buenas relaciones entre ambos países.
En 1.852, en vista de éstas buenas relaciones el Gobierno del Paraguay envió una misión a la corte del Imperio del Brasil, proponiendo un acuerdo de límites, con la base de que quedara neutral la zona comprendida entre los ríos Apa y Blanco, para servir de separación entre ambos estados, quedando definitivamente tranzada la cuestión de límites, en la frontera norte de la República con el Imperio. El Brasil se rehusó terminantemente a aceptar dicha propuesta y a partir del 1.853 quedaron rotas las negociaciones entre ambos estados. En mayo de 1.853 el encargado de negocios del Gobierno del Brasil, Don Felipe Pereira Leal presentó al Gobierno del Paraguay un proyecto de navegación y conjuntamente con él, un tratado de límites, que contenía el ultimátum, de que el Paraguay reconociese al Brasil la margen derecha del río Apa, frontera norte de la República. Ante ésta inesperada imposición, el Gobierno del Paraguay envió su pasaporte al referido señor Leal y el 12 de agosto del año 1.853 comunicó oficialmente al Gobierno del Brasil.
El gobierno del Brasil no respondió a ésta nota, pero al principio del año 1.854 envió a don Pedro Oliveira como ministro plenipotenciario, y con una escuadra numerosa arribó hasta las Tres Bocas, aguas paraguayas y desde allí solicitó entrar en negociaciones definitivas de límites y navegación. El gobierno del Paraguay respondió que entraría en negociación si el ministro llegara a Asunción con un solo vapor, dejando la escuadra en las Tres Bocas. Don Pedro Oliveira aceptó la propuesta y fue recibido con las formalidades de estilo por el gobierno del Paraguay, entró en conferencia con el plenipotenciario paraguayo, general Francisco Solano López, y convinieron en la navegación del Alto Paraguay hasta Matto Grosso, por buques brasileños, dejando aplazados por 10 años los arreglos definitivos de límites. Posteriormente se supo que el gobierno de Brasil había desaprobado la conducta de su plenipotenciario a quien sometieron a un consejo de guerra, pero a pesar de esto y demás disposiciones tomadas por el Brasil, aquellos tratados quedaron subsistentes, y el conflicto desapareció entonces quedando la cuestión de límites aplazada hasta el año 1.864
Los Capitales Ingleses
La política británica respecto a los países de la región era mantener en cada uno de ellos a gobiernos que sirviesen a sus intereses. Esto culminaba en conflictos, internos o internacionales, que reclamaban el aporte del capital inglés.
En ese esquema económico, el Paraguay constituía un eslabón fuera de la cadena tan minuciosamente elaborada por los británicos. Esto se debe a que uno de los legados del gobierno del Dr. Francia fue el autoabastecimiento nacional, por tanto, el país negociaba sus excedentes de producción de la manera más conveniente a sus intereses.
En este ambiente ya bastante caldeado entre ambas naciones, surge la figura de Mr. Eduardo Thornton, diplomático y ministro inglés. Este hombre fue el verdadero artífice de la alianza entre la Argentina y el Brasil para derrocar al Partido Blanco del Uruguay, sabiendo que el Paraguay intervendría a favor de la República Oriental. Así surge el tratado del 18 de junio de 1864.
Otro aspecto que demuestra el interés económico de la potencia europea es la intervención del banquero brasileño Irineo Evangelista de Souza, más conocido como Barón de Mauá, quien tenía intereses fuertemente ligados al capital inglés. Este señor, al ver una guerra ya inevitable se trasladó a Argentina para establecer una sucursal de su entidad bancaria (la más grande de Sudamérica).
EMPRÉSTITOS INGLESES | |||
PAÍS | AÑOS | EMPRÉSTITO (en libras) | BANCO |
BRASIL | 1825 a 1865 | 11.000.000 | ROTHSCHILD |
1865 a 1870 | 20.000.000 | ROTHSCHILD | |
ARGENTINA | Hasta 1875 | 27.000.000 | -------------------- |
URUGUAY | ----------- | 3.500.000 | BARING |
Sin embargo, también es importante resaltar que las maniobras de la banca londinense fue la más acertada. El Paraguay era una nación que contaba con poco más de 1200000 habitantes, enfrentándose a 3 países aliados (dos de ellas grandes potencias). Por tanto, con miras a recuperar los empréstitos concedidos, los aliados eran receptores mucho más viables que el Paraguay.
Posición de la República del Paraguay respecto al Uruguay
Durante el gobierno de Don Carlos Antonio López, el Paraguay había tenido una política de no intervenir en los sucesos y conflictos del Plata, no más allá de la diplomacia.
A su muerte, Francisco Solano López adopta una nueva política. Su visión era bastante clara; para mantener la soberanía patria y garantizar la seguridad de la República es de suma importancia un equilibrio de poderes en la región.
Con dicha visión, el Presidente López, advierte en un ultimátum al Brasil que cualquier ocupación temporal o permanente de territorio uruguayo sería considerada como un atentado al equilibrio de poderes del Plata, que interesa al Paraguay como garantía de su seguridad, y por tanto, sería considerado como causa de guerra.
Ocupación del Territorio Uruguayo
El Ministro consejero del Brasil, José Antonio Saraiva, presenta un ultimátum al gobierno de la República Oriental del Uruguay. El Ministro de Relaciones Exteriores de este país rechaza las reclamaciones brasileras y devuelve la nota. Por tanto, el consejero Saraiva replica anunciando al gobierno de Montevideo que las fuerzas navales y terrestres del Imperio van a dar comienzo a las represalias anunciadas en el ultimátum del día 4 de agosto de 1864.
Ante esta delicada situación, el Ministro de Relaciones Exteriores del Paraguay, José Berges, protesta ante la actitud imperial, sin embargo, esta protesta no tiene eco en el gobierno del Pedro II. Ante esta indiferencia, la Cancillería paraguaya confirma la nota protesta al ministro residente del Brasil, César Sauvan Vianna de Lima, pero tampoco recibe respuesta.
Alianza Argentina - Brasil
En fecha 11 de julio de 1864 el comisionado brasilero a la Argentina, José Antonio Saraiva, llegó a un compromiso verbal con el General Bartolomé Mitre, según el cual el presidente argentino observaría con indiferencia la ocupación del territorio uruguayo por fuerzas brasileñas.
Este acuerdo fue formalizado el 22 de agosto de 1864, fecha en que los plenipotenciarios de ambos países, reunidos en Buenos Aires firmaron un protocolo preliminar que decía:
“Reunidos en la Secretaría del Ministerio de Relaciones Exteriores S.E. el señor Ministro y Secretario de Estado de dicho Departamento don Rufino de Elizalde y S.E. el señor Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Su Majestad el Emperador del Brasil cerca del Gobierno Argentino Consejero José Antonio Saraiva, a fin de conferencia acerca de las eventualidades posibles en el Río de la Plata por la causa de la cuestión oriental, concordaron en protocolizar las siguientes declaraciones en nombre de sus respectivos gobiernos, los cuales, en virtud de los tratados vigentes, tienen el deber y el interés de mantener la independencia, la integridad del territorio y la soberanía de la República Oriental del Uruguay.
1º - Reconocen que la paz de la República Oriental del Uruguay es la condición indispensable para la solución completa y satisfactoria de sus cuestiones y dificultades internacionales con la misma República; y que auxiliando y promoviendo esa paz siempre que sea compatible con el decoro de sus respectivos países y con la Soberanía de la República Oriental del Uruguay, juzgan realiza un acto provechoso no solamente a esa República, sino también a los países limítrofes que tienen con ella relaciones muy especiales;
2º - Tanto la República Argentina como el Imperio del Brasil en la plenitud de su soberanía como Estados independientes, pueden, en sus relaciones con la República Oriental del Uruguay, igualmente Soberana e Independiente, proceder en los casos de desinteligencia, como proceden todas las naciones, sirviéndose para extinguirlos de los medios que se conocen como lícitos por el derecho de gentes, con la única limitación de que cualquiera que sea el resultado que el empleo de estos medios produzca, serán siempre respetados los tratados que garantizan la Independencia, la Integridad del territorio y la Soberanía de la misma República;
Los gobiernos argentino y de S.M. el Emperador del Brasil tratarán del ajuste de sus respectivas cuestiones con el gobierno oriental, auxiliándose mutuamente por medios amistosos, como una prueba de su sincero deseo de ver terminada la situación actual que perturba la paz del Río de la Plata”.
Esta alianza, por el momento bilateral, se tornaría pronto en el documento que dio origen formalmente a la cruenta guerra: El Tratado Secreto de la Triple Alianza contra el Paraguay.
Se denota claramente, la intromisión brasileña en la situación política del Uruguay ante la actitud indiferente que asumiría el Gral. Mitre. Todo esto, se actuó con pleno conocimiento del ultimátum vertido por el gobierno paraguayo sobre una eventual ocupación del territorio oriental.
Se puede deducir entonces, que la intervención en el Uruguay no fue más que una provocación al Paraguay para obligarlo a entrar en guerra, y por otro lado, asegurarse que con el Gral. Flores al frente del gobierno uruguayo, este último se convertiría en aliado del Brasil y la Argentina, retribuyendo así la ayuda prestada por estas naciones.
Quiebre del relacionamiento con el Brasil
En nota dirigida al representante diplomático del Imperio en Asunción, la Cancillería declara rotas las relaciones con el Imperio y expresa que el gobierno nacional, al no haber recibido respuesta por la protesta presentada ni por la confirmación de la misma, se ve obligado a utilizar los medios mencionados en dicha protesta.
Apoyo de la población asuncena
Al tomar conocimiento público la actitud asumida por el gobierno para con el Imperio del Brasil, se organiza una manifestación popular encabezada por los hombres más representativos de la ciudad. Llegaron hasta la casa de gobierno y entregaron al Presidente López, un manifiesto firmado por conocidos ciudadanos, quienes ofrecían sus bienes y personas para sostener la lucha por la que pronto atravesaría la nación.
Captura del Marqués de Olinda
El buque Tacuarí captura a 200 millas al norte de Asunción, al Marqués de Olinda, perteneciente a una empresa brasileña de vapores. Viajaba en este buque, el Coronel Federico Carneiro de Campos, recientemente nombrado Presidente de Mato Grosso, quien es detenido en calidad de prisionero. Con este acto se iniciaban las hostilidades con el Brasil.
Tratado Secreto de la Triple Alianza
Una vez que se produjo la ocupación del Uruguay por tropas brasileñas, el Presidente de dicha nación, urge ayuda al Gral. López, para que en cumplimiento del ultimátum envíe tropas en defensa de la soberanía de su país.
López, sin embargo, no quiso entrar inmediatamente en hostilidades, pero ante la insistencia del enviado plenipotenciario del Uruguay, el presidente paraguayo inicia la movilización de tropas, solicitando para tal efecto permiso al gobierno argentino para que permita el paso por su territorio de fuerzas paraguayas que irían en defensa del gobierno legítimamente constituido del Uruguay. Pero obviamente, en cumplimiento de la alianza con el Brasil, Mitre negó la petición al Paraguay, razón por la cual el Congreso de la Nación declara la guerra a la Argentina, produciéndose la ocupación de Corrientes en fecha 14 de abril de 1865.
Posteriormente, el 1 de mayo del mismo año, si firma el Tratado Secreto de la Triple Alianza que textualmente dice:
Art. 1. La República Oriental del Uruguay, Su Majestad el Emperador del Brasil, y la República Argentina contraen alianza ofensiva y defensiva en la guerra provocada por el gobierno del Paraguay.
Art. 2. Los aliados concurrirán con todos los medios de que puedan disponer, por tierra o por los ríos, según fuese necesario.
Art. 3. Debiendo las hostilidades comenzar en el territorio de la República Argentina o en la parte colindante del territorio paraguayo, el mando en jefe y la dirección de los ejércitos aliados quedará a cargo del Presidente de la República. Argentina y general en jefe de su ejército, Brigadier don Bartolomé Mitre. Las fuerzas navales de los aliados estarán a las inmediatas órdenes del Vice Almirante Vizconde de Tamandaré, comandante en jefe de la escuadra de S.M. el Emperador del Brasil. Las fuerzas terrestres de S.M. el Emperador del Brasil formarán un ejército a las órdenes de su general en jefe, el brigadier don Manuel Luis Osorio. A pesar de que las altas partes contratantes están conformes en no cambiar el teatro de las operaciones de guerra, con todo, a fin de conservar los derechos soberanos de las tres naciones, ellas convienen desde ahora en observar el principio de la reciprocidad respecto al mando en jefe, para el caso de que esas operaciones tuviesen que pasar al territorio oriental o brasileño.
Art. 4. El orden interior y la economía de las tropas quedan a cargo exclusivamente de sus jefes respectivos. El sueldo, provisiones, municiones de guerra, armas, vestuarios, equipo y medios de transporte de las tropas aliadas serán por cuenta de los respectivos Estados.
Art. 5. Las altas partes contratantes se facilitarán mutuamente los auxilios que tengan y los que necesiten, en la forma que se acuerde.
Art. 6. Los aliados se obligan solemnemente a no deponer las armas sino de común acuerdo, y mientras no hayan derrocado al actual gobierno del Paraguay, así como a no tratar separadamente, ni firmar ningún tratado de paz, tregua, armisticio, cualquiera que ponga fin o suspenda la guerra, sino por perfecta conformidad de todos.
Art. 7. No siendo la guerra contra el pueblo paraguayo sino contra su gobierno, los aliados podrán admitir en una legión paraguaya a todos los ciudadanos de esa nación que quisieran concurrir al derrocamiento de dicho gobierno, y les proporcionarán los elementos que necesiten, en la forma y condiciones que se convenga.
Art. 8. Los Aliados se obligan a respetar la independencia, soberanía e integridad territorial de la República del Paraguay. En consecuencia el pueblo paraguayo podrá elegir el gobierno y las instituciones que le convengan, no incorporándose ni pidiendo el protectorado de ninguno de los aliados, como resultado de la guerra.
Art. 9. La independencia, soberanía e integridad territorial de la República, serán garantizadas colectivamente, de conformidad con el artículo precedente, por las altas partes contratantes, por el término de cinco años.
Art. 10. Queda convenido entre las altas partes contratantes que las exenciones, privilegios o concesiones que obtengan del gobierno del Paraguay serán comunes a todas ellas, gratuitamente si fuesen gratuitas, y con la misma compensación si fuesen condicionales.
Art. 11. Derrocado que sea el gobierno del Paraguay, los aliados procederán a hacer los arreglos necesarios con las autoridades constituidas, para asegurar la libre navegación de los ríos Paraná y Paraguay, de manera que los reglamentos o leyes de aquella República no obsten, impidan o graven el tránsito y navegación directa de los buques mercantes o de guerra de los Estados Aliados, que se dirijan a sus respectivos territorios o dominios que no pertenezcan al Paraguay, y tomarán las garantías convenientes para la efectividad de dichos arreglos, bajo la base de que esos reglamentos de política fluvial, bien sean para los dichos dos ríos o también para el Uruguay, se dictarán de común acuerdo entre los aliados y cualesquiera otros estados ribereños que, dentro del término que se convenga por los aliados, acepten la invitación que se les haga.
Art. 12. Los aliados se reservan concertar las medidas más convenientes a fin de garantizar la paz con la República del Paraguay después del derrocamiento del actual gobierno.
Art. 13. Los aliados nombrarán oportunamente los plenipotenciarios que han de celebrar los arreglos, convenciones o tratados a que hubiese lugar, con el gobierno que se establezca en el Paraguay.
Art. 14. Los aliados exigirán de aquel gobierno el pago de los gastos de la guerra que se han visto obligados a aceptar, así como la reparación e indemnización de los daños y perjuicios causados a sus propiedades públicas y particulares y a las personas de sus ciudadanos, sin expresa declaración de guerra, y por los daños y perjuicios causados subsiguientemente en violación de los principios que gobiernan las leyes de la guerra. La República .Oriental del Uruguay exigirá también una indemnización proporcionada a los daños y perjuicios que le ha causado el gobierno del Paraguay por la guerra a que la ha forzado a entrar, en defensa de su seguridad amenazada por aquel gobierno.
Art. 15. En una convención especial se determinará el modo y forma para la liquidación y pago de la deuda procedente de las causas antedichas.
Art. l6. A fin de evitar discusiones y guerras que las cuestiones de límites envuelven, queda establecido que los aliados exigirán del gobierno del Paraguay que celebre tratados definitivos de límites con los respectivos gobiernos bajo las siguientes bases: La República Argentina quedará dividida de la República del Paraguay, por los ríos Paraná y Paraguay, hasta encontrar los límites del Imperio del Brasil, siendo éstos, en la ribera derecha del Río Paraguay, la Bahía Negra. El Imperio del Brasil quedará dividido de la República del Paraguay, en la parte del Paraná, por el primer río después del Salto de las Siete Caídas que, según el reciente mapa de Mouchez, es el Igurey, y desde la boca del Igurey y su curso superior hasta llegar a su nacimiento. En la parte de la ribera izquierda del Paraguay, por el Río Apa, desde su embocadura hasta su nacimiento. En el interior, desde la cumbre de la sierra de Mbaracayú, las vertientes del Este perteneciendo al Brasil y las del Oeste al Paraguay, y tirando líneas, tan rectas como se pueda, de dicha sierra al nacimiento del Apa y del Igurey.
Art. 17. Los aliados se garantizan recíprocamente el fiel cumplimiento de los acuerdos, arreglos y tratados que hayan de celebrarse con el gobierno que se establecerá en el Paraguay, en virtud de lo convenido en este tratado de alianza, el que permanecerá siempre en plena fuerza y vigor, al efecto de que estas estipulaciones serán respetadas por la República del Paraguay. A fin de obtener este resultado, ellas convienen en que, en caso de que una de las altas partes contratantes no pudiese obtener del gobierno del Paraguay el cumplimiento de lo acordado, o de que este gobierno intentase anular las estipulaciones ajustadas con los aliados, las otras emplearán activamente sus esfuerzos para que sean respetadas. Si esos esfuerzos fuesen inútiles, los aliados concurrirán con todos sus medios, a fin de hacer efectiva la ejecución de lo estipulado.
Art. 18. Este tratado quedará secreto hasta que el objeto principal de la alianza se haya obtenido.
Art. 19. Las estipulaciones de este tratado que no requieran autorización legislativa para su ratificación, empezarán a tener efecto tan pronto como sean aprobadas por los gobiernos respectivos, y las otras desde el cambio de las ratificaciones, que tendrá lugar dentro del término de cuarenta días desde la fecha de dicho tratado, o antes si fuese posible.
En testimonio de lo cual los abajo firmados, plenipotenciarios de S.E. el Presidente de la República Argentina, de S.M. el Emperador del Brasil y de S.E. el Gobernador Provisorio de la República Oriental, en virtud de nuestros plenos poderes, firmamos este tratado y le hacemos poner nuestros sellos en la Ciudad de Buenos Aires, el 1º de Mayo del año de Nuestro Señor de 1.865.
ORGANIZACION DE LAS UNIDADES DE LOS PAISES BELIGERANTES
PARAGUAY
INFANTERÍA: la mayor unidad era el batallón, que se componía de seis compañías con un efectivo de 100 a 110 hombres cada una.
CABALLERIA: constituida por regimientos compuestos de cuatro escuadrones con un efectivo de 100 a 120 hombres cada uno.
ARTILLERIA: organizada en regimientos de cuatro a seis escuadrones o baterías, y cada uno de éstos contaban con 90 a 100 hombres. También disponía de batallones de artillería pesada.
ARMAMENTOS: la Infantería contaba con fusil de chispa, la Caballería, dotada de algunos regimientos con carabina lisa de chispa y otros tan solos de sable o lanza. La Artillería, era de sistema de avancarga con cañones de ánima lisa y el calibre variaba entre seis a quince centímetros. Los proyectiles eran balas esféricas y tarros de metralla. La Ingeniería contaba con dos compañías de bogavantes con la misión de construir y conducir canoas.
LOS ALIADOS
INFANTERIA: los batallones argentinos y uruguayos se componían de seis compañías y los brasileros de ocho. Las compañías tenían una dotación de 100 a 120 hombres.
CABALLERIA: los regimientos argentino contaban con cuatro escuadrones, los uruguayos con dos y con seis los brasileños. Cada escuadrón estaba compuesto de 100 a 120 hombres.
ARTILLERIA: los regimientos argentinos y uruguayos tenían cuatro y dos escuadrones respectivamente y los brasileños tenían cuatro a seis. Éstos, se componían de 90 a 110 hombres. Argentina y Brasil también tenían batallones de artillería pesada.
ARMAMENTOS: Infantería: Casi la totalidad de las unidades brasileñas contaban con fusiles rayados y también gran parte del ejército argentino y uruguayo. Caballería: Todos los regimientos se hallaban armados de carabina rayada, con lanza y sable. Artillería: Casi todas sus piezas eran de ánima rayada y el calibre entre seis a quince centímetros.
FUERZAS NAVALES
PARAGUAY: tenía una estructura naval de 15 vapores armados. Eran barcos mercantes artillados y solo el “Tacuarí”, podría ser considerado como barco de guerra.
ALIADOS: Argentina: tenía una escuadra con un centenar de barcos armados y transportes. Brasil: tenía una flota compuesta de 17 acorazados con 103 cañones, 5 monitores y una escuadra de madera compuesta de casi un centenar de barcos de distintos tonelajes. Uruguay: no contaba con fuerzas navales.
Las Tres Campañas Expedicionarias
Como plan estratégico, el entonces todavía General Francisco Solano López delinea tres campañas para cumplir con los objetivos fijados:
Campaña de Mato Grosso: destinada a asestar un golpe paralizador al Brasil, como medida de previsión, cubriendo de esa manera nuestras espaldas para luego enfocar las fuerzas en dirección Sur.
Campaña de Uruguayana: destinada a cruzar por el Sur la franja colindante con el territorio argentino, con una tropa poderosa, para luego llegar al Río Uruguay, en la Región de San Borja (Río Grande do Sul) y atacar a las fuerzas brasileñas invasoras del país oriental.
Campaña de Corrientes: dirigida a la ocupación de esta provincia argentina de manera a desplegar luego las tropas hacia Entre Ríos, para luego tomar contacto con el operativo montado en el Estado de Río Grande.
Campaña de Mato Grosso
El 23 de diciembre de 1864, López, pasó revista a las tropas que al día siguiente iban a salir rumbo a Mato Grosso, con el fin de capturar las principales posiciones de dicho Estado. Se encargarían de dicha misión los Batallones 6º, 7º,10º y 30º, bajo el mando del entonces Coronel Vicente Barrios, y componiéndose de unos 3000 hombres.
Al día siguiente, el 24, partieron los expedicionarios a bordo de las siguientes embarcaciones: “Tacuarí”, “Ygurey”, “Paraguari”, “Marqués de Olinda” (buque brasileño capturado) e “Ypora”. Seguidos además del “Humaitá” y el “Coimbra” que eran artillados. Toda la escuadrilla fue reforzada por el “Jejuí” y el “Río Apa” que se encontraban en comisión al Norte.
El 26 del mismo mes, partía de Villa Concepción (actual Ciudad de Concepción), un contingente de alrededor de 3500 hombres, mayormente pertenecientes a la caballería, bajo el mando del Coronel Francisco Isidoro Resquín, con la misión de ocupar los territorios comprendidos entre los ríos Apa y Blanco. En este grupo iba el entonces sargento Bernardino Caballero, quien después llegaría a ser uno de los generales más brillantes del ejército de López.
Esta columna marchaba por tierra y estaba destinada a apoyar a la expedición naval al mando de Barrios, cuya escuadrilla bajo su mando, desembarcaba esa misma noche. Los cañoneros tomaron posición para bombardear la fortaleza enemiga y los cuerpos de infantería se aprestaban para el ataque.
El plan ideado por López era una excelente estrategia, pues aparte de reforzar y apoyar a las tropas dirigidas por Barrios, la columna bajo el mando de Resquín, también estaba destinada a frustrar posibles desbordes y tentativas de tropas enemigas.
Así pues, el 27 de diciembre, terminados los preparativos para el bombardeo y ataque al fuerte de Coimbra, Barrios envía un ultimátum al comandante de distrito, Teniente Coronel Hermenegildo de Albuquerque Porto-Carreiro, intimándolo a que se rinda en el plazo de una hora, caso contrario tomaría el fuerte por la fuerza.
La contestación al ultimátum no satisfizo a Barrios, y quince minutos después abrió fuego sobre la fortaleza enemiga hasta la noche. La misma, se encontraba defendida por 400 hombres, 11 piezas montadas en batería, más otros 20 que se hallaban almacenadas. La guarnición se hallaba formada por guardias nacionales, indios y presos. La defensa de la fortaleza era apoyada por la cañonera “Anhambaí” (2 cañones, 34 hombres), bajo el mando del Teniente 1º Balduino de Aguiar.
El día 28, prosiguiendo el bombardeo, el Sargento Mayor Antonio Luis González, al frente del 6º Batallón, avanza sobre la posición enemiga con una tropa de reconocimiento. En esta acción, las bajas paraguayas llegaron a 200, debido a que no se contaba con los elementos para penetrar el fuerte. Esto, sirvió al Coronel Barrios para preparar una nueva estrategia de ataque para el día 29. Sin embargo, la noche antes, Porto-Carreiro reúne un consejo que decide abandonar el fuerte, trasladándose los enemigos para Corumbá.
El 29 entonces, los paraguayos tomaron Coimbra y una vez establecidas las nuevas posiciones, el Coronel Barrios avanzó sobre las guarniciones de Albuquerque y Corumbá. Por disposición del comandante, los vapores brasileños en huída fueron perseguidos por el “Ypora” y el “Río Apa”, bajo del mando del Teniente Andrés Herrero, consiguiendo esta expedición dar alcance a la flota enemiga y batir a unos vapores, hundiendo y apresando otros.
Ese mismo día el Capitán Martín Urbieta, al frente de 220 paraguayos desprendidos de la columna al mando del Coronel Resquín, ataca la guarnición brasileña asentada en la colonia El Dorado, en la frontera de Mato Grosso. El destacamento fue derrotado tras un breve combate en que resultó muerto, el Teniente Antonio Juan Ribeiro, comandante de la guarnición.
El 31 del mismo mes y año, las fuerzas victoriosas de Coimbra, arriban a Albuquerque en persecución de las tropas del Teniente Porto-Carreiro. Al encontrar las plazas desiertas, Barrios tomó posesión de todas ellas.
El 1 de Enero de 1865, las tropas brasileñas, al mando del Coronel Augusto de Oliveira guarnecían Corumbá y al ser informadas del avance de las tropas del Coronel Barrios, abandonan dicho puerto a bordo de la cañonera “Jacobina”.
El día 2, las tropas de barrios ocupan la plaza de Corumbá y él, despacha al “Río Apa” e “Yporá”, en persecución de los fugitivos de dicho puerto. Ese mismo día, las fuerzas comandadas por el Coronel Resquín, ocupan la población brasileña de Nioac, en Mato Grosso, sin encontrar resistencia alguna.
El 6 de enero, es apresada la cañonera “Anhambahí” que posteriormente pasa a engrosar la fuerza naval paraguaya con el nombre traducido de “Amambai”. Horas antes, los mismos barcos paraguayos capturan el barco “Jacobina”, que en ese momento transportaba gran cantidad de municiones y víveres.
El 10 de ese mismo mes, muere en El Dorado, el Teniente Andrés Herrero, quien se había quedado en ese lugar mientras transportaban a los buques paraguayos las municiones encontradas en dicho fuerte.
Se solicita a la Argentina paso por su territorio
El 6 de febrero, el señor Luis Caminos, mensajero especial de la Cancillería paraguaya, entrega al Ministro Elizalde, nota del gobierno de López, solicitando paso de sus tropas por el territorio de Corrientes.
Convocatoria a un Congreso
En virtud de los acontecimientos internacionales que estaban en progreso, el Presidente de la República, General Francisco Solano López, dicta un decreto convocando al Soberano Congreso a fin de que este cuerpo se abocase al estudio de la situación reinante en la región. En efecto, este Congreso inicia sus deliberaciones en fecha 15 de marzo del año 1865.
El 18 de marzo, culminan las deliberaciones del Congreso convocado por López, aprobándose los actos del Poder Ejecutivo contra el Imperio del Brasil; declara la guerra al gobierno argentino; autoriza la emisión de papel moneda en la cantidad que se estime necesaria para solventar los gastos de guerra; autoriza la contratación de un empréstito europeo por valor de cinco millones de libras esterlinas y confiere al General López, el grado de Mariscal de Campo y le faculta a promover a seis brigadieres y tres generales de división.
Campaña de Uruguayana
Esta campaña fue lanzada con posterioridad a la de Mato Grosso, pero la organización del ejército que se encargaría de llevar a cabo la misión fue organizada muchos meses antes que dicha campaña.
En los comienzos de abril de 1864, el Gral. López encargó esa misión al Sargento Mayor Pedro Duarte. Así, a mediados de ese mismo mes, este jefe partió rumbo al sur, con el mandato de organizar en la Villa Encarnación (hoy Ciudad de Encarnación), un ejército que se componga de 10.000 hombres y adiestrarlo en el manejo de las tres armas.
A su llegada al destino señalado, Duarte ordenó a las autoridades de la zona a que se presenten todos los ciudadanos hábiles para prestar el servicio militar. Respondieron a este llamado los pueblos de Encarnación, San Cosme, Bobí, San Pedro y Carmen del Paraná, Jesús y Trinidad.
El 27 de abril de 1865, el Teniente Coronel Antonio de la Cruz Estigarribia se hace cargo del ejército destinado a cumplir la misión de Uruguayana, pasando el Sargento Mayor Pedro Duarte a ocupar el puesto de segundo comandante.
Una semana después de ocurrido el cambio de comandante, aquellos 10.000 hombres iniciaron marcha hacia el río Uruguay, llevando consigo cinco piezas de artillería de calibre 3 y 5, veinte canoas y treinta carretas con víveres y provisiones diversas. Llegaron unos días después, sosteniendo algunas batallas con tropas enemigas a cuyo frente se encontraban los Coroneles argentinos Paiva y Reguera, siendo estos últimos derrotados por el ejército paraguayo. Contrariando la orden del Mariscal de cruzar el río por el paso llamado Los Garruchos, el Teniente Coronel Estigarribia realizó el cruce por el paso hormigueros.
Batalla de Mbutuy
Enterado Estigarribia de que el Mayor brasileño Asunción, se encontraba con un contingente de 500 hombres en el paso de Los Garruchos para hacer pasar a la población de la zona al otro margen del río, ordenó al Capitán de Caballería José del Rosario López que con un destacamento de 400 hombres se dirija al encuentro de los enemigos y los desbaratara, pues éstos constituían un peligro para la retaguardia nacional.
Así lo hizo el Cap. López, pero al llegar al paso de Los Garruchos se enteró que el lugar había sido ya abandonado. Dirigiéndose luego hacia el reencuentro con Estigarribia, fue interceptado por unos 3500 hombres de tropas enemigas, quienes quisieron sacar provecho de la ventaja numerosa que sacaban ante los paraguayos. Pero aún así, el contingente de López resultó victorioso. Se contabilizaron 300 bajas en filas nacionales y unas 1000 en las enemigas.
Ante esta situación, el Mariscal López fue comunicado de lo ocurrido y en recompensa al heroísmo demostrado por el Capitán López, remitió a este último su despacho de Sargento Mayor.
Combate de Yatay
Verificado el pasaje del Uruguay, Estigarribia decidió fraccionar su ejército en dos columnas, una de 7.500 hombres y otra de 2.500. De la columna principal se encargó él mismo, y de la inferior se hizo cargo el Sargento Mayor Duarte. Ambas columnas debían avanzar paralelamente, el Comandante Estigarribia por la margen izquierda, en el territorio de Río Grande do Sul y Duarte por territorio correntino, siguiendo la margen derecha. Debían encontrarse posteriormente frente a Uruguayana, donde actuarían en forma conjunta.
En marcha al objetivo, Estigarribia acampó en Itaquy y Duarte en las proximidades de una aldea llamada de la Cruz. Allí, el Mayor Duarte, se informó de que los Coroneles Paiva y Reguera se encontraban por dicha zona por lo cual decidió enviar a su encuentro al Teniente José Zorrilla con 200 hombres de infantería montada. Como refuerzo de aquel destacamento, el mismo Duarte iría detrás al mando de 400 hombres más.
El resultado fue excelente; en las primeras horas del 21 de julio del año 1865, en el paso Guaviramí, cayeron en manos de Zorrilla, tres puestos de avanzada del enemigo con uno 76 hombres y 17 carretas de civiles, quienes fueron desarmados y puestos en libertad, previo salvoconducto para no ser molestados. En la noche del mismo día, las demás tropas correntinas decidieron replegarse, retirándose unos y entregándose otros.
El 28 del mismo mes, el General Venancio Flores parte de Concordia con un contingente de 4.500 hombres de las tres armas para hacer frente a las tropas de Estigarribia y anular su progresión. Ese mismo día, Estigarribia recibe órdenes del Mariscal de manos del Teniente Joaquín Guillén, cuyo texto decía que una vez llegue a Uruguayana, se haga de víveres y parte inmediatamente sin acampar en el pueblo para no ser rodeado de tropas enemigas. Pero, contrariando nuevamente las órdenes del alto mando castrense, Estigarribia acampa en el pueblo en fecha 5 de agosto. En tanto, el Mayor Duarte se informa de la proximidad de las fuerzas del General Flores y comunica esta situación a Estigarribia, quien al parecer rehúsa creer dicho informe sigue acampado en el pueblo.
Otro punto resaltante como prueba de la inacción de Estigarribia es que desde que las tropas paraguayas acamparon en aquel lugar, estaban siendo vigiladas por un pequeño vapor artillado. Cuando Duarte propuso a Estigarribia abordar dicho barco y tomarlo prisionero, este se negó y en los días sucesivos ese vapor consiguió mandar a pique a numerosas canoas paraguayas.
El 13 de agosto, una división argentina de 4.000 hombres, al mando del General Paunero, refuerza en Santa Ana a las tropas de Flores, quien en conjunto contaba ya con 10.000 hombres, los cuales atacaron a las fuerzas de Duarte el 17 del mismo mes con más de treinta piezas de artillería de apoyo. Duarte, en cambio, no contaba con ninguna pieza de artillería y apenas tenía unos 2.500 hombres.
Flores, atacó el centro paraguayo; Paunero el ala derecha y Goyo Suárez, con su caballería riograndense, se encargó del ala izquierda. Ante tal desproporción desfavorable para las tropas de Duarte, el resultado fue inevitable: 1.600 paraguayos prisioneros y el resto fallecido, sin siquiera ser sepultados por los vencedores.
En cuanto a Estigarribia, quedó desconcertado tras perder a su segundo, intentando desesperadamente una retirada de Uruguayana, pero al rato de partir fue interceptado por el General Canavarro y su contingente de 8.000 hombres. Estigarribia, decidió entrar en combate, pero Canavarro decidió retirarse. El jefe de las tropas paraguayas lo siguió entonces, adentrándose nuevamente en Uruguayana, situación aprovechada por los jefes aliados para sitiar dicha plaza.
Así, un ejército de unos 20.000 hombres rodeó la ciudad, apoyados éstos por una flota de 4 cañoneras, bajo el mando del Almirante Vizconde de Tamandaré. Todo estaba listo y cuando se preparaba el momento del ataque llega al campamento de Estigarribia el Teniente José Zorrilla, quien le entregó tres notas que lo intimaban a rendirse. Sin embargo, la contestación de Estigarribia fue unánime a cada una de las tres intimaciones, sosteniendo que él, responde al Gobierno de la República del Paraguay, presidido por el Mariscal Francisco Solano López, que defiende la causa de su patria y el equilibrio de poderes del Plata.
Ante esta postura, los jefes aliados ordenaron que se inicie el bombardeo del campamento paraguayo. Éste duró varios días, y las tropas de Estigarribia no tenían posibilidad alguna de defenderse de la moderna artillería enemiga. Pronto se acabaron los víveres y los soldados se alimentaron de caballos. Esto obligó al comandante paraguayo a solicitar al máximo jefe de las fuerzas aliadas, General Bartolomé Mitre, la apertura de nuevas negociaciones, sin embargo, el mismo respondió ordenando un bombardeo más enérgico sobre los paraguayos.
El 18 de setiembre de 1865, el Barón de Porto Alegre, remite una intimación a Estigarribia en la que advierte que las operaciones de asalto al campamento paraguayo se iniciarían en dos horas más y que la única manera de evitarlo era su rendición y la de sus hombres, sin condición alguna. Estigarribia accedió al pedido, pero impuso tres condiciones:
1.- El Comandante de la fuerza paraguaya entregará su División y todos los hombres de ella, guardando los ejércitos aliados todas las reglas que las leyes de la guerra prescriben para con los prisioneros.
2.- Los jefes y empleados de distinción saldrán con sus armas, pudiendo elegir el punto donde quieran dirigirse, debiendo el ejército aliado encargarse de su vestimenta y transporte, salvo caso que estos desearen retornar al Paraguay.
3.- Los jefes y oficiales uruguayos que se encuentren al servicio del comando paraguayo, quedarán prisioneros del Imperio, debiéndoseles tener las consideraciones propias del caso.
Inmediatamente recibida la contestación de Estigarribia, se reunieron los jefes aliados, aceptando sin modificación los puntos 1y 3, y estableciendo una aclaración para el punto dos: “todos deberán entregar sus armas y podrán elegir el destino que deseen, siempre y cuando sea distinto al territorio paraguayo”.
Campaña de Corrientes
Para el desarrollo de esta campaña fue lanzada la gran unidad denominada División del Sur, bajo el comando del General Wenceslao Robles. Para este emprendimiento se concentraron más de diez mil hombres en los campos de adiestramiento de Cerro León.
Para que la operación no sufriera trastornos en su fase inicial, el Mariscal ordenó que una escuadrilla de cinco vapores despeje el puerto de la ciudad a atacar. Es así como se logró capturar al “25 de Mayo” y al “Gualegay”. Quedaron apresados unos 50 hombres y se apoderaron de 800 machetes distribuidos posteriormente al Batallón Nº 6. Estos barcos, luego de ser reparados en Humaitá, fueron incorporados a la flota nacional.
Al día siguiente de esta gran hazaña, el General Robles desembarcó y ocupó Corrientes con una fuerza de 3000 hombres. En esta acción, el General Bartolomé Mitre, encontró la excusa perfecta para hacer pública su alianza con el Imperio. Argumentaba pues una agresión sin previa declaración de guerra, sin embargo, esta declaración se produjo pero, la nota oficial del Gobierno Paraguayo remitida a la Argentina fue ocultada por Mitre.
El Presidente López, no deseaba considerar a Corrientes como territorio conquistado, antes bien deseaba una ciudad aliada a sus intereses, razón por la cual comisionó al Canciller José Berges junto al General Robles. Así, se convocó a los correntinos el día 17 de abril para que eligiesen a su autoridad provisoria. Sin embargo, el gobierno electo, no tenía trayectoria política ni los integrantes eran caudillos por lo cual apenas recibieron el apoyo de un pequeño destacamento de poco más de 100 hombres.
Una vez obtenido el equilibrio en Corrientes, el Gral. Robles partió rumbo al Sur con una fuerza de 20 a 25 mil hombres debido a los constantes refuerzos que había recibido. Berges quedó en la ciudad, con un contingente de 1500 hombres al mando del Sargento Mayor José de la Cruz Martínez, siendo el segundo al mando el Capitán Benigno López.
Su nuevo campamento fue Riachuelo, sobre la margen izquierda del Paraná. Luego avanzó hasta Goya, ocupando dicho puerto sin mayores inconvenientes. Su comunicación con la capital era constante y fluida. Al disponerse a ocupar la ciudad de Goya, recibe orden del Mariscal de retroceder. Sin embargo, demora en cumplir esta orden, favoreciendo de esta manera intereses enemigos.
Entretanto, en Corrientes, los pobladores opuestos al gobierno provisorio lograban formar un destacamento de 6000 hombres al mando del General Cáceres. La junta se entera de esto e intima a Cáceres a disolver sus tropas, pero este se niega.
Simultáneamente, el Gral. Paunero organizaba un contingente de 4000 hombres para intervenir Corrientes. Para esta acción se encontraba apoyado por una escuadra de 10 vapores al mando del Vicealmirante Francisco Manuel Barroso. Ocho de los vapores abrieron fuego sobre la ciudad y de los otros dos descendieron unos 2000 hombres con piezas de artillería.
El fuego era incesante, sin que se divisase alguna posibilidad de respuesta de parte de tropas paraguayas. El Gral. Paunero logró acampar en la plaza 25 de Mayo, pero decidió retirarse inmediatamente, temiendo un ataque sorpresa de parte de las tropas paraguayas que se habían refugiado en los suburbios.
Pero… ante tal situación de ventaja sobre el enemigo, ¿por qué decidió retirarse el Gral. Paunero? Para contestar esta pregunta es necesario analizar cuál era el plan del enemigo. Se cree que la expedición de Paunero debía ser apoyada por tierra por tropas de los Generales Horno y Cáceres, quienes debían rodear la ciudad de forma a sitiar al enemigo. Pero éstos, no actuaron acorde a lo pautado y Paunero, conocedor de la habilidad estratégica de los paraguayos, decidió retirarse antes que perder más integrantes de su tropa.
El 23 de julio, el Mariscal despacha al Ministro de la Guerra, General Vicente Barrios junto a Robles a fin de proceder a su apresamiento y traslado inmediato al Cuartel General de Humaitá. Esto obedeció a la desobediencia de Robles a las órdenes impartidas por López. Además, durante varios días el citado general dirigió a su tropa sin destino conocido, rondando los campamentos paraguayos.
Así pues, Robles fue arrestado junto a sus colaboradores más cercanos: su secretario, el Capitán Valiente; sus ayudantes, los Tenientes Mateo Romero y Gaspar Estigarribia y los Subtenientes Manuel Gauna y Esteban Ramos. Posteriormente, el General Barrios se hizo cargo del Comando de la División del Sur, siendo reemplazado al cabo de unos días por el General Francisco Isidoro Resquín.
Como consecuencia de las faltas cometidas en el cumplimiento del deber patrio, fue condenado a muerte el General Robles y algunos colaboradores suyos; otros fueron amonestados seriamente y despachados a cargo de otros oficiales.
En octubre de 1865, Berges recibió órdenes del Mariscal de regresar a territorio nacional. Este así lo hizo, ofreciendo la hospitalidad paraguaya a aquellos correntinos que creyeran que su seguridad se viera amenazada. Muchos de ellos, acompañaron a las tropas paraguayas que partieron el 31 de Octubre. La División del Sur, logró también hacer cruzar unas 100.000 cabezas de ganado vacuno a territorio nacional, que más adelante servirían para la alimentación de las tropas nacionales. Esta retirada se produjo sin mayores impedimentos y ante la atenta vigilancia de buques aliados.
Batalla Naval de Riachuelo
El 9 de junio de 1865, llega a Humaitá el Mariscal López y establece allí su primer Cuartel General en campaña. Entre sus primeras acciones se encontraba el haber ordenado que de todos los barcos disponibles se hiciese una selección de los más aptos para una expedición de combate.
De esta manera, fueron seleccionados: el Tacuarí, bajo el mando del Capitán Cabral; el Paraguari, comandado por el Capitán González; el Ygurei, dirigido por el Capitán Alonso; el Ypora, con el Capitán Ortiz; el Marqués de Olinda, Teniente Robles; el Jejuí, Teniente López; el Salto Oriental, Teniente Alcaraz; el Pirabebé¸ Teniente Pereira y el Yberá, bajo la tutela del Teniente Gill.
Así, totalizaban un total de 9 barcos y 34 cañones en total. Pero de ellos, solo el Tacuarí era barco de guerra, el resto eran barcos mercantes artillados apresuradamente para la campaña. Y solamente dos eran movidos a hélice (el Salto Oriental y el Ybera), el resto tenían ruedas, lo cual los hacían muchos más lentos ante la sofisticada escuadra de Guerra de los aliados.
El 10 de junio, mientras se cargaban municiones en los barcos, el Mariscal se reunió con los comandantes de las unidades, encabezados por el Capitán Meza. El plan delineado por López consistía en que antes del amanecer se pase por cerca de la escuadra imperial anclada al sur de Corrientes, para de inmediato efectuar un cambio brusco de dirección hacia los enemigos para abordarlos y posesionarse de ellos. Para el cumplimiento de esto, ordenó que se escogiesen 500 hombres para participar de la operación.
En apoyo a la expedición naval, el General Bruguez emplazó 22 cañones de calibres distintos sobre la barranca del Riachuelo, a fin de abrir fuego desde la costa sobre las embarcaciones enemigas.
Por lado brasilero, han de actuar en conjunto la Segunda División Naval, comandada por el jefe de la División Francisco Manuel Barroso, en la fragata Amazonas y el Capitán de Mar y Guerra José Secundino de Gomensorom, quien comandaba la Tercera División Naval, a bordo del Jequitinhonha. Éstos, apoyados a su vez por el Yguatemy, Paranahyba, Araguaty, Marim, Yvahy, Beberibe, Belmonte, Ipiranga y el Ytajhy, totalizando de esta manera 11 barcos y un total de 69 cañones. Todos ellos, a excepción del Amazonas, movidos a hélice
Camino al lugar indicado, la escuadra paraguaya sufrió un percance con el Yberá, y Meza decidió detener la marcha para reparar la avería sufrida por el citado barco. Esto, representó un error fatal en el futuro inmediato, pues contrario a los planes de López, la escuadra comandada por Meza alcanzó el punto indicado recién en horas de la mañana y cuando se dirigía hacia el Riachuelo para dar el giro de improviso, la escuadra brasilera se había ya percatado de la maniobra y se dispuso para el combate, abriendo fuegos ambos barcos. De inmediato, resultó dañado el Jejuí y en consecuencia ancló en Riachuelo, siendo posteriormente hundido ante la insistencia del fuego enemigo.
El Jequitinhonha, se lazó a toda máquina para llegar primero a la zona de batalla, pero esto le costó cuantiosos daños provocados por la artillería comandada por Bruguez, razón por la cual sus tripulantes se vieron obligados a anclar en la costa chaqueña, pero aún así continuaron abriendo fuego hasta el atardecer.
El Tacuarí¸ el Marqués de Olinda y el Salto, se dirigieron hacia el Paranahiba para abordarlo y tomar posesión de él, pero solo el primero de ellos logró acercarse lo suficiente, pero no pudo abordarlo. Posteriormente, el Salto logró acercarse lo suficiente para posibilitar que 30 paraguayos abordaran el barco enemigo, redujeran a los tripulantes y tomaran posesión de él, bajando de inmediato la bandera del Imperio e izando la insignia patria. Lastimosamente, el Amazonas y otros barcos cañonearon el Paranahiba al percatarse que fue tomado por las tropas paraguayos, quienes ante el incesante bombardeo, se lanzaron al agua y se internaron en territorio chaqueños.
Luego de recuperar el Paranahiba, el Amazonas embistió duramente al Paraguari, obligándolo a ir a orilla, desde donde sus tripulantes siguieron abriendo fuego hasta ser totalmente reducidos por los brasileros. También tuvo que anclar en la orilla el Belmonte, de manera tal a evitar hundirse. El Marqués de Olinda fue dañado severamente y la corriente lo arrastró hasta la orilla.
El Tacuarí y el Ygurei, que también recibieron impactos de cañones, se retiraron lenta y penosamente sin ser molestados por barcos enemigos.
Los paraguayos perdieron 200 hombres, entre muertos y heridos, y los brasileros 300. López premió a la artillería comandada por Bruguez que se hallaba situada sobre el Riachuelo con una medalla de honor por el servicio prestado.
Sin lugar a dudas, el grave error fue cometido por el Capitán Meza, pues queriendo reparar del Yberá, demoró su llegada a Riachuelo. De esta manera, la maniobra realizada fue fácilmente descubierta por la escuadra enemiga al haberse realizado a plena luz del día. Esto, era precisamente lo que el Mariscal deseaba evitar puesto que sabía que si los barcos brasileños reaccionaban, sería una gran desventaja para el Paraguay debido a la moderna flota de guerra del Imperio.
Paso de Patria e Invasión Aliada
Traslado de López a Paso de Patria
El 25 de noviembre de 1865, el Mariscal se traslada desde Humaitá a Paso de Patria y asume el mando directo del ejército. Ordena la fortificación en Paso de la Patria e Itapirú, atento a la invasión enemiga. Con este mismo objetivo, ya había dispuesto que con miras a evitar cualquier intento de invasión naval por parte de tropas aliadas, fueran instaladas en los montes situados sobre la orilla del río Paraguay, cerca de 2 kilómetros de la confluencia con el Paraná, 6 piezas de artillería; otras seis en Itapirú y 60 de las traídas de Corrientes en Paso de Patria, cuya defensa contaba ya con 100 cañones.
También en Curupayty fueron colocados un cañón de 8 pulgadas, 2 d 32 y 14 piezas de Campaña. En Humaitá, solo quedaron artilleros y en la frontera algunos escuadrones de caballería.
Asimismo, se encargó de la reorganización del Ejército, consiguiendo para tal efecto aglutinar a unos 25.000 hombres. También, mandó requisar los caballos de propiedad particular para uso de la caballería.
Los primeros días del mes de diciembre se dio a conocer la sentencia al General Robles, ya esperada por muchos; se trataba pues, de su fusilamiento junto al Mayor Martínez. De esta forma, ambos pagaban por su incompetencia al frente de la Campaña de Corrientes.
Combate de Corrales
Una vez distribuidas las tropas nacionales de manera a realizar una eficiente defensa de la patria, el Mariscal López dispuso que se ejecutaran expediciones al otro lado del río Paraná, de modo a obtener informaciones sobre el enemigo.
La primera de éstas, que se componía de cuatro canoas con 12 hombres cada una, logró desembarcar y asaltar a los correntinos causándoles numerosas bajas y retornando raudamente a la base. A esta, sucedieron muchas otras expediciones de 100 a 200 hombres que siempre regresaba con éxito de la misión a la cual habían sido asignados.
López, confiado por el éxito de las expediciones, dispuso que el 30 de enero de 1866, el Teniente Prieto con 250 hombres desembarcara en Puerto Corrales en donde se hallaban instaladas las avanzadas de la caballería Correntina. Éstas fueron atacadas y perseguidas hasta unos 500 m. de la orilla izquierda del río Paraná. Luego de esta hazaña, Prieto retrocedió y se refugió en un monte cercano para pasar la noche.
Mitre, una vez informado de lo acaecido, ordenó al Coronel Emilio Conessa para que con el 2º, 3º, 4º y 5º batallones de la Guardia Nacional de Buenos Aires, más dos piezas de artillería (unos 1.800 hombres en total), reforzase la caballería del General Hornos, que contaba con una fuerza de 2.500 jinetes.
El 31, después de vadear el arroyo San Juan, hubo un encuentro de fuerzas nacionales dirigidas por Prieto contra un grupo del ejército argentino. La misión de este grupo no era más que atraer a los paraguayos hacia una emboscada, razón por la cual retrocedían cada vez más obligando a los otros a perseguirlos. Luego de 300 m. de persecución, Prieto observó que en la orilla del bosque se hallaban muchas tropas enemigas y ante el riesgo que significaba aquella situación, saco provecho del terreno y ordenó la inmediata retirada siendo perfectamente camuflado por los bosques y pantanos.
Para cruzar por Pehuajó, Prieto dispuso que un grupo de 30 hombres protegiera la retirada ofreciendo inclusive sus vidas hasta que las tropas se hallaren totalmente fuera de peligro. Éstos, cumplieron el deber encomendado con valor y heroísmo siendo muertos por el enemigo.
Una vez al otro lado, Prieto y sus hombres se refugiaron y fortificaron en un monte cercano donde resistieron contra una fuerza enemiga que los superaba ampliamente en número. Luego de unas horas de combate, Prieto recibe un refuerzo de 200 hombres bajo el mando del Teniente Saturnino Viveros, quien inmediatamente ordena el despliegue de sus hombres de manera a extender el frente de lucha para evitar ser flanqueados por el enemigo.
Los aliados por su parte prosiguieron abriendo fuego sobre los paraguayos, en desconocimiento del refuerzo por éste recibido, a fin de quebrar su defensa.
Pero el monte, denominado Picada de Corrales, seguía en poder de Prieto y luego de largas horas de lucha, los argentinos deciden retirarse pues ya había perdido a 4 coroneles, 46 oficiales y 900 hombres de tropa, ante las poco más de 200 bajas sufridas por los paraguayos.
Sin lugar a dudas, esta batalla simboliza el grito de “Abnegación y Valor” proclamado desde siempre por el Ejército paraguayo y el Teniente Prieto es el hito de heroísmo a ser imitado por todos los combatientes, luego de salir victorioso de una lucha con una desproporción numérica de 1 contra 10 (420 paraguayos - 4300 argentinos).
Constitución de las Fuerzas Aliadas para la Invasión al Paraguay
Ejército Argentino: lo coronen la 1º y 2º División de Ejército, de armas combinadas, cada una con 4 brigadas de infantería y 1 Brigada de Artillería; el Cuerpo de Caballería de Vanguardia, constituído por dos Divisionesy el Cuerpo de Observación de Alto Paraná, que comprende también dos Divisiones de 200 hombres cada una. Totalizaban así 25.000 hombres con un apoyo de 33 cañones.
Ejército Brasileño: el 1º Cuerpo de Ejército cuneta con las Divisiones 1º, 2º, 3º, 4º y 6º; 2 Brigadas sueltas de infantería, 2º y 5º División de Caballería y 1 Brigada de Artillería y Servicios. Así, un efectivo total de 33.100 hombres y 48 piezas de artillería. En tanto, el Ejército de Reserva, constituido en Río Grande do Sul, pasó a ser el 2º Cuerpo de Ejército al mando del barón de Porto Alegre. Contaba con más de 26 cañones y unos 14.900 hombres aproximadamente.
Ejército Oriental: contaba con 1 División de Infantería de 2 brigadas de 2 batallones; 1 división de caballería de 3 regimientos; 1 escuadrón de artillería y demás, totalizando 2.850 hombres entre infantes y jinetes.
De esta manera, el ejército aliado disponía de unos 55.000 hombres para la invasión, apoyados con 87 piezas de artillería, 4 acorazados y 25 barcos de madera. A esto, se le debe sumar el Ejército de Reserva, con lo cual totalizaban cerca de 70.000 hombres.
El Paraguay, en contraste a los aliados, disponía de poco más de 25.000 hombres para le defensa, organizados en 17 Batallones y Regimientes de Caballería, apostados todos en Paso de Patria. Para apoyo, contaban con 100 cañones en el mismo lugar, otros 6 en Itapirú y 6 más sobre orillas del río Paraguay. Y para combate naval, no contaba con ningún barco capaz de hacer frente a la moderna flota naval aliada.
Preparación Aliada previa al desembarco
A la vuelta del Almirante Tamandaré, de Buenos aires, la escuadra fondeada en el puerto de Corrientes levanto anclas y navegó hasta situarse en formación de combate desde Puerto Corrales hasta la embocadura del río Paraguay.
El 20 de marzo de 1866 el Cisne, barco de poco calado, fue despachado para remontar el Paraná y ejecutar reconocimientos hasta la altura de Ytatí. Este barco, fue escoltado por los acorazados Tamandaré y Bahía, en los cuales se encontraban Mitre, Tamandaré y otros. Al pasar frente a Itapirú fueron cañoneados sin éxito. Posteriormente, el enemigo decidió efectuar el desembarco en la confluencia del río Paraná con el Paraguay, frente a la isla Cerrito.
Combate de la Escuadra Brasilera contra las Chatas y la Batería de Itapirú
En las proximidades de Itapirú, se encuentra la isla Carayá, en donde se hallaba fondeado el “Gualeguay” con dos chatas, armada cada una de ellas con un cañón de 8 pulgadas.
Con miras a hostilizar a la escuadra enemiga, el 22 de marzo, un barco de nuestra escuadrilla abrió fuego contra ella y de inmediato dos acorazados se aproximaron a ella, viéndose los tripulantes obligados a saltar y refugiarse en el monte próximo a la orilla. El enemigo, trató de apoderarse de la chata abandonada, pero al aproximarse dos canoas para cumplir aquel cometido, fueron exterminados por la fulminante acción de la artillería paraguaya situada en la orilla del río.
El 27 de marzo, otra chata volvió a abrir fuego sobre la escuadra siendo rápidamente rodeada por 3 acorazados. Sus balas de cañón eran de poco calibre y nada podían hacer contra la estructura de aquellos barcos, pero al abrir el Tamandaré una portezuela, recibió el impacto de una bala que le causó numerosas bajas y cuantiosos daños, razón por la cual se retiró de combate. El resto continuó la batalla hasta muy entrada la noche, retirándose después.
Al día siguiente, la chata reinició el fuego y esta vez cuatro acorazados se dirigieron en su dirección para hundirla, pues a pesar de lo frágil de la embarcación, sus fuegos de cañón ya habían causados destrozos significativos a numerosos barcos.
Posteriormente, otra chata fue remolcada por el “Gualeguay”, volviendo esta a abrir fuego sobre la imponente escuadra aliada. Ésta, por su parte, contestó la agresión de manera inmediata con el fuego de sus potentes cañones, uno de los cuales atravesó la chimenea del “Gualeguay”.
Esta batalla de la escuadra aliada con la batería de Itapirú duró así tres semanas, en las cuales las tropas de Paso de Patria y el mismo Mariscal observaron con asombro el hecho de que una insignificante chata, desde la orilla, logre hacer frente a tan impresionante escuadra naval.
Los aliados, al percatarse que los cañones de flota eran insuficientes, instalaron batería de cañones en la orilla cercana a Corrales, intensificando desde allí sus bombardeos posiblemente con el objetivo de distraer la atención de López del verdadero punto de entrada de la invasión.
Plan del Enemigo
El lugar elegido para el ingreso de las tropas invasoras fue frente a la isla Cerrito, tal y cual se menciona más arriba.
Para tal operación fue designado el General Osorio, quien con una columna de 14.000 hombres debía avanzar en dirección a Itaipirú, atacarla y ocuparla para seguidamente realizar reconocimiento hasta una distancia prudencial y asegurar de esta manera el desembarco principal.
La columna de Osorio, tenía distribuidos sus materiales de la siguiente manera:
Brasileros: 12 barcos a vapor, 5 chatas, 6 piraguas, 6 pontones y 90 canoas; eran unos 10.700 brasileros.
Argentinos y orientales: 8 barcos a vapor, 3 chatas y 10 canoas para el transporte de 4.500 hombres.
Para la ejecución del plan se establecieron tres divisiones navales con misiones específicas cada una:
Primera División Naval: tuvo por objetivo bombardear la zona comprendida entre Itapirú y la zona de desembocadura del río Paraguay, de manera a obligar a los paraguayos a mantener posiciones evitando así ataques sorpresivos de estos últimos.
Segunda División Naval: debía bombardear las fortificaciones de Paso de Patria.
Tercera División Naval: su misión era guiar y escoltar a los barcos de transportes.
Invasión Aliada
Combate en el Banco Purutue
Por la noche del 5 de abril un destacamento brasileño comandado por el Teniente Coronel Cabrita, ocupa una isla situada a 1.500 m. de la costa paraguaya y de inmediato apostó en el lugar dos cañones de calibre 68. La isla fue ocupada por alrededor de 2.000 hombres y protegida por la poderosa escuadra aliada.
Ante la mencionada acción enemiga, López ordenó al Teniente Coronel José Díaz para que con 1.260 hombres efectuara un asalto a la isla y desalojara de allí a los brasileros. Para tal cometido, Díaz organizó sus tropas en tres grupos de 420 hombres cada uno.
El 10 de abril, partió el 1º y 2º grupo con destino a la isla, cuya guarnición debía ser sorprendida, atacada y exterminada, en tanto que el 3º grupo quedó en Itapirú como reserva. La primera fracción, era comandada por los tenientes Leonardo Riveros y Pablo Cabrera. La segunda, iba al mando de los Subtenientes José de Luis Martínez y Matía Vargas. La tercera y última quedó bajo el mando de Díaz.
Unas 29 canoas transportaron a los integrantes de las dos primeras fracciones a la isla, favorecidas las tropas por la oscuridad de la noche. Pero el desembarco fue avistado por la guardia brasileña, quienes dieron la voz de alerta a las tropas enemigas.
El enemigo entonces abrió fuego contra las tropas nacionales, pero la caballería paraguaya, mediante un despliegue rápido atacó las trincheras brasileñas y estos se vieron obligados a retroceder. Posteriormente, con apoyo del fuego de la fusilería de los infantes, los paraguayos se apoderaron de las trincheras aliadas.
Cuando el avance paraguayo era cada vez mayor y la lucha entre ambos bando se tornaba más violento, tres acorazados y cinco cañoneras rodearon la isla y abrieron fuego sobre ambos grupos (paraguayos y brasileros).
Díaz, quien observaba todo, envió de refuerzo a 4 compañías al mando de los Tenientes Mateo Moral y Ciriaco Vera. Al mismo tiempo dispuso la instalación de dos baterías de artillería ligera al mando del Mayor Alvarenga y del Capitán Hermosa. Esto último con el objeto de cubrir la retirada de sus hombres ante la inminente persecución por parte de acorazados.
También apoyaba la misión la batería de Itapirú, siempre a las órdenes del Coronel Bruguez. En pocas horas hundió el vapor “Fidelis”, matando a Cabrita quien se encontraba a bordo. También quedó inutilizado el “Enrique Martins” tras recibir una certera bala de cañón.
La infantería y caballería también habían desempeñado un rol impresionante, pero ante el acoso del bombardeo enemigo decidieron retirarse. Se calculan 900 bajas en las tropas de Díaz y unas 1.000 en filas enemigas.
La Vanguardia Aliada cruza el río Paraná
El 16 de abril, la escuadra aliada desencadena un cruento bombardeo sobre Itapirú, apoyados también por las baterías del Banco Purutue. Luego de una hora de intenso bombardeo, el General Osorio avanza junto con su columna en dirección a Itapirú.
Pero luego de un kilómetro de viaje cambia de dirección y desembarca en territorio paraguayo con 10.000 hombres, en tanto que la 3º División Naval que había sido su escolta durante la travesía prosigue dos kilómetros más agua arriba de manera a proteger el desembarco del ataque de cualquier barco que pudiera llegar procedente de Humaitá. Las tropas comandadas por el General Flores alcanzan a la columna de Osorio recién por la noche, debido a un fuerte temporal que se produjo en la zona.
Mientras se efectuaba el desembarco, los Capitanes Hermosa y Benegas recibieron orden de colocarse a corta distancia de la 2º División Naval anclada en las cercanías de Tres Bocas a fin de observar el movimiento de los aliados y atacarlos. Apenas llegaron al lugar indicado se iniciaron los tiroteos con las tropas que desembarcaban y siguiendo siempre las indicaciones del Mariscal se retiraron paulatinamente.
El General Osorio, por haber sido el primero en atravesar el río, fue nombrado barón de Hervald.
Combate del 17 de abril
Al amanecer del 17, la escuadra prosiguió con su intenso bombardeo sobre Itapirú y Paso de Patria.
Osorio, avanza hacia Itapirú con sus 10.000 hombres bajo una defensa espectacular, pues su franco derecho era protegido por el río Paraná y el izquierdo por carrizales y pantano, mientras que hacia el Sur se encontraba la laguna Piris. Bajo estas condiciones, fue atacado por tropas bajo el mando del Teniente Coronel Benítez y 4 piezas de artillería al mando del Capitán Alvarenga, totalizando unos 4.000 hombres.
Debido a las circunstancias anteriormente descriptas, Benítez tuvo que realizar un ataque frontal, lo cual significó numerosas bajas entre sus hombres debido a la superioridad numérica del enemigo. Aún así, siguieron frenando el avance aliado hasta ser sorpresivamente atacados en su flanco izquierdo por el Mayor Deodoro da Fronseca, bajo cuyo mando se encontraban los batallones 11 y 12.
Ante este inesperado ataque, Benítez debió abrir otro frente para defenderse de las tropas del Mayor da Fronseca. Esta situación fue hábilmente aprovechada por Osorio para intensificar sus ataques ante la ya mermada fuerza paraguaya, razón por la cual estos últimos debieron replegarse huyendo hacia Itapirú.
El Mariscal, ante la inminente llegada de los aliados ordenó la evacuación de Itapirú y para protegerla designó al Teniente Coronel José Días al mando de los batallones 20, 37, 39 y 40 y el regimiento 21 de caballería.
Conquista de Itapirú
Las tropas de Osorio y Flores ocuparon Itapirú el 18 de abril. Esta ocupación era fundamental para las fuerzas invasoras atendiendo que con esto garantizaban el desembarco de las demás fuerzas aliadas. Ese día, la escuadra aliada se aproximó a la costa del Paraná desde donde bombardearon sin parar el Cuartel General del Mariscal López ubicado en Paso de Patria. Ese mismo día, Mitre y Tamandaré instalaron en Itapirú su Cuartel General.
Ante tal situación y en conocimiento del grave error que sería intentar siquiera expulsar a los aliados de Itapirú, el 19 de abril López abandona Paso de Patria y designa al Coronel Bruguez para defender dicho sitio y cubrir la retirada. Al día siguiente, López instala su nuevo Cuartel General en Nduré.
Luego de un reconocimiento, el Mariscal se percata de que el terreno más favorable para una defensa eficaz es Bellaco Norte. Así, decidió ocupar la línea que se extiende desde la orilla del monte del Sauce y pasa por Paso Gómez, hasta alcanzar Estero Rojas. Además, contaba con buenos caminos hacia Humaitá que era la base central de sus operaciones.
El Plan del Barón de Porto Alegre
De acuerdo al plan aliado, mientras las fuerzas comandadas por Mitre atacaban por el frente, el Barón de Porto Alegre, que se había desplazado de Río Grande do Sul con 14.000 hombres, 50 piezas de artillería y 14.000 caballos, debía cruzar el Paraná, frente a Encarnación de modo a atacar el flanco izquierdo del ejército paraguayo.
Al tomar el Mariscal conocimiento de esta maniobra, ordenó al Mayor Núñez para que con 3.000 hombres y 12 cañones se disponga a enfrentar al barón.
Pero Porto Alegre, al llegar a Santo Tomás, y luego de permanecer allí por 45 días, recibió una nueva orden, la cual era seguir por la costa del Paraná hasta alcanzar Itapirú, en donde desembarcó en julio, para reunirse con los aliados que se hallaban en Tuyutí.
Campaña del Cuadrilátero
Combate de Estero Bellaco
El 26 de abril, queriendo sondear las posiciones paraguayas, el General Flores efectúa un reconocimiento con un fuerte contingente compuesto de cuatro batallones y dos escuadrones de caballería, siendo rechazado por las tropas del Capitán Pérez, quien ocupaba uno de los puestos de nuestra avanzada.
Tres días más tarde Flores vuelve a intentar lo mismo con 7.000 hombres, pero luego de intenso combate con la avanzada paraguaya no logra quebrar la resistencia y decide replegarse.
El Mariscal, deseoso por saber con exactitud el territorio ocupado por los aliados despacha al Teniente Coronel José Eduvigis Díaz para que con 5.500 hombres y seis piezas de artillería, sorprendiera a la vanguardia aliada con ataques simultáneos.
Con miras a cumplir la misión que se le había encomendado, Díaz decide avanzar por los tres pasos posibles: por Paso Piris, se desplazó el regimiento 4 comandado por el Teniente José de Jesús Martínez flanqueando el ala izquierda del enemigo hasta reunirse con el Regimiento 21; por el Paso Sidra, irá el Regimiento 21, comandado por el Capitán de Jesús Páez, y luego de cruzar el estero se reunirá con el Regimiento 4, formando la fuerza de vaguardia comandada por el Teniente Coronel Fidel Valiente; y finalmente, por Paso Carreta, avanzarán 2 regimientos de Caballería que atravesarán este paso y caerán sobre el enemigo. En calidad de reserva, se apostarían en las proximidades del Paso Sidra 3 batallones y 1 regimiento de Caballería, que contarían con baterías de artillería para apoyar el ataque.
El 2 de mayo, Díaz cruza el Estero Bellaco Sur sin ser visto por los aliados
Una batería de artillería y el 7º Batallón de infantería brasileña, sorprendidos por la columna de Valiente, abandonan sus puestos dejando 4 cañones que posteriormente son dirigidos al Cuartel General por los paraguayos.
Mientras se producía este encuentro entre la vanguardia nacional y la avanzada enemiga, la batería del Coronel Bruguez bombardeaba las posiciones adversarias, en apoyo a la infantería paraguaya.
La columna de Martínez y Páez, se unieron luego del cruce el Estero para el ataque al enemigo, mientras la Caballería cae implacable sobre las posiciones del Regimiento 1 argentino. Este regimiento quiso replegarse para obligar a las tropas paraguayas a adentrarse más hacia la avanzada aliada, pero la rapidez de la acción de las fuerzas de la nación logró cortar el objetivo del enemigo, mediante un encarnizado combate cuerpo a cuerpo. El comandante Segovia, jefe del regimiento argentino, ordenó la retirada al percatarse de la venida del regimiento 7, paraguayo, bajo el mando del Capitán Ovando, quien venía en apoyo a sus compatriotas.
La misión de Díaz era desbaratar la avanzada del adversario, pero emocionado por los éxitos obtenidos prosiguió marchando hacia donde se encontraba el ejército aliado. Lo más hábil en aquellos momentos era retornar a la base con la victoria obtenida y con el armamento del cual tomaron posesión, pero Díaz recién detuvo la marcha al alcanzar a las tropas aliadas y Mitre ordenó el contraataque, con la intervención de unidades que pretendieron cercar a los paraguayos, pero el comandante de las fuerzas nacionales ordena una rápida retirada en dirección a Estero Bellaco Sur.
Pero sin lugar a dudas, la estirpe guaraní una vez más demostraría el valor para salir de tan delicada situación. El Batallón Nº 1 al mando del Capitán Orihuela, quien se encontraba en la boca del Paso Sidra, abrió fuego sobre la columna que perseguía a Díaz y sus hombres posibilitando así la retirada de éstos.
Al mismo tiempo, en paso Carreta, el Teniente Genaro Escato, con 200 infantes, se batía con 4 batallones argentinos apoyados por 4 piezas de artillería. La misión de esta columna argentina era justamente posicionarse de este paso, pero ante las numerosas bajas causadas por los paraguayos se detuvieron.
Pero, las tropas aliadas, lejos de rendirse en la búsqueda de su objetivo, insistieron en su afán de cortar la retirada paraguaya. El Coronel Bruguez, quien observaba lo acaecido, instala su artillería en una altura propicia para la defensa y ordena un intenso fuego sobre el enemigo. En tanto, Díaz se lanza al ataque de los 4 batallones que habían pasado por el paso Sidra, consiguiendo dividirlos en grupos de dos. Esto, creo un caos en la organización aliada y emprendieron la retirada, dejando hombres muertos, heridos y numerosos armamentos.
Posteriormente, dado el desempeño excelente demostrado por el Teniente Coronel Díaz, el Mariscal Francisco Solano López lo asciende al grado inmediato de Coronel.
Batalla de Tuyutí
Luego del combate de Estero Bellaco, los paraguayos se instalaron definitivamente en Bellaco Norte.
Los puestos avanzados, constituidos por destacamentos y comandados por el Comandante Avelino Cabral y Mayor Luis González, fueron instalados sobre los pasos del Estero Bellaco Sur y su misión era más de observación que de ataque.
López había trasladado el Cuartel General a Paso Pucú para evitar ser alcanzado por la artillería de la escuadra brasileña que amenazaba atacar Curupayty.
El ejército aliado, alcanzó Tuyutí el 20 de mayo y lo ocuparon en escalones. El derecho fue ocupado por el ejército argentino comandado por el General Bartolomé Mitre; en el centro se estableció el General Flores y en el escalón izquierdo se ubicó el ejército brasileño bajo el mando del General Osorio. En el centro de las posiciones fue construido un gran reducto rectangular y otro de menor proporción en sus cercanías hacia Piris.
Así, ambos ejércitos se quedaron apostados frente a frente; López con 25.000 hombres defendiendo el Estero Bellaco Norte y los aliados, ubicados en las lomas de Tuyutí, con 45.000 hombres. La distancia que separaba a los ejércitos era de unos 4.100 m.
El Plan del Mariscal
En la noche del 23 de mayo de 1866, López mantuvo una reunión con sus jefes militares a fin de indicarles el curso de las acciones a seguir. Planeaba pues tomar la iniciativa de la ofensiva, penetrar en Tuyutí y atacar simultáneamente los flancos del enemigo, bordeándolos para atacar la retaguardia y cortar las comunicaciones.
Concentra para el logro de su cometido todo su ejército hacia Tuyutí para atacar el frente enemigo y envolverlo en dos fuertes columnas que debían unirse en la retaguardia del adversario, ocupando los pasos principales del Bellaco Sur para apoyarse mutuamente y sostenerse allí hasta la obtención del éxito. Este movimiento debía ser ejecutado de manera sincronizada, pues ante la supremacía numérica del enemigo la mejor ventaja consistía en el elemento sorpresa.
Siguiendo con la misión, López encomendó al General Francisco Isidoro Resquín una columna de 8 regimientos de caballería, con los cuales podía bordear al enemigo para sorprenderlos por detrás. El Teniente Coronel Hilario Marcó, con una columna de 4 batallones de infantería y 4 regimientos de caballería, debía caer sobre el centro del enemigo.
Por otro lado, la columna bajo el mando del Coronel José Eduvigis Díaz, compuesta de 5 batallones, 2 regimientos de caballería y una batería de artillería, debía ser organizada en el Monte Sauce y atacar el ala izquierda de los aliados.
Otra columna, a las órdenes del General Vicente Barrios y compuesta de 6 batallones, 2 regimientos de caballería y una batería de artillería, debía cruzar el Monte Sauce y desembocar en el Potrero Piris, avanzar por el Boquerón del Sur, caer sobre la espalda enemiga y allí unirse a la columna de Resquín.
En la mañana del 24, Resquín se hallaba en posición en espera de la señal convenida, al igual que Díaz, quien se encontraba atento al aviso del General Barrios. Pero por problemas durante su travesía, Barrios llegó al punto indicado recién a las 11:30 con un retraso de alrededor de dos horas y media, siendo este el motivo del retraso en el inicio de las hostilidades.
Inicio de la Ofensiva
En el centro, los batallones de Marcó irrumpieron sable en mano sobre los puestos de avanzada aliados, atacaron dos batallones orientales y sus ocupantes se retiraron rápidamente.
Al producirse esta acción la artillería enemiga ubicada en el centro abrió fuego sobre las tropas paraguayas, pero éstas a pesar de todo con sucesivos ataques lograron apoderarse de las trincheras enemigas. Los defensores argentinos huyeron, dejando sus cañones abandonados y cuando los paraguayos se disponían a utilizarlos, un sorpresivo ataque de la reserva argentina embistió a las fuerzas nacionales recuperando así su armamento.
El Coronel Díaz atacó la izquierda enemiga, pero el terreno no le era favorable, pues, además de soportar el bombardeo enemigo se vio obligado a cruzar un estero. Como tenía también la misión de proteger la retirada de la columna de Barrios, amenazada ya por los brasileños, Díaz se retiró con el resto de sus tropas para ocupar su nueva posición, momento en el cual se percató del inminente ataque de un batallón imperial. A Díaz entonces, se le ocurre que la banda ejecute una música nativa, acompañada de vivas y hurras entusiastas y así lo ordena. Su plan surgió efecto, pues el enemigo se detuvo pensando que se enfrentaría con una fuerza numerosa. Esto, dio tiempo suficiente a Barrios para salvarse él y sus tropas.
Barrios debía aparecer en la retaguardia del enemigo al salir al Potrero Piris y para tal efecto organizó rápidamente sus tropas lanzándose luego al ataque de un regimiento de caballería y un batallón brasilero. Los brasileños, son exterminados y unos pocos sobrevivientes quedan desbandados. Pero, los aliados refuerzan su presencia logrando hacer retroceder a las tropas paraguayas, que luego de reorganizarse emprenden de nuevo una embestida contra el adversario, consiguiendo desorganizarlo.
Así se mantuvo la situación, hasta que por la cada vez mayor cantidad de aliados en comparación a las fuerzas paraguayas y dado también que el General Resquín no aparece para apoyar a Barrios, este decide ordenar la retirada.
Resquín por su parte, cumplió dignamente su deber al arrasar con las fuerzas enemigas que encontró en su avance, pero al no seguir la orden dada por el Mariscal, dejó sin cobertura a la columna de Barrios, posibilitando el ataque aliado.
Resquín, entusiasmado por la victoria obtenida en su avance, ingresa hacia el territorio enemigo y se mete en una cruenta lucha con tropas aliadas quedando expuesto al bombardeo de la artillería enemiga. Luego de éstas acciones, Resquín se retira y decide cumplir la orden inicial, pero sus tropas ya habían mermado bastante y en la travesía vuelven a enfrentarse a fuerzas nuevamente superior en número, viéndose en estas situaciones a ordenar la retirada.
Sólo el intrépido Mayor Olavarnieta, consigue con un puñado de valientes hombres alcanzar la retaguardia enemiga, pero al no encontrarse con la columna de Barrios que ya había emprendido la retirada, decide retornar a la base y en el trayecto se enfrenta al adversario y mueren la mayoría de sus hombres.
La Batalla de Tuyutí duró unas cinco horas y media aproximadamente. Fue la lucha de mayor magnitud, no solo por las numerosas bajas (5.000 paraguayos y unos 3.900 aliados), sino también por la cantidad de armamentos empleados.
Es posible que la importancia histórica de esta batalla sea trascendental, pues de haber resultado en victoria para el ejército por López dirigido, hubiese posiblemente significado el éxito paraguayo en la guerra. Lastimosamente, el plan ideado por el Mariscal no fue ejecutado con la precisión que requería el caso. El retraso de las tropas de Barrios hizo que se pierda el elemento sorpresa. A esto, debe sumarse la desobediencia del General Resquín a seguir el plan original.
Consecuencias de Tuyutí
En mérito a su buena actuación, López ascendió a muchos jefes y oficiales. Entre ellos, figuran los Coroneles Díaz y Bruguez, quienes alcanzaron el grado de General.
Posteriormente, el Mariscal organizó equipos de búsqueda de sobrevivientes de la catástrofe. Se encontraron numerosos heridos hasta 6 días después de concluida la batalla. El hambre y el dolor les carcomían hasta el alma. Todos ellos fueron trasladados a la Sanidad.
López, aprovechando la inactividad del enemigo luego de la batalla, reorganizó su ejército, formando nuevas unidades de los hombres que restaban después de la lucha. De esta manera logró formar 8 batallones de infantería y 4 regimientos de caballería.
En ese estado, el 14 de junio ordenó el desencadenamiento de un fuerte bombardeo sobre las posiciones enemigas. Pero, el alcance de nuestra artillería solo pudo alcanzar la vanguardia aliada comandada por el General Flores, cuyo puesto de comando fue destechado por una par de granadas cuando se encontraba de reunión con Mitre, salvándose ambos por milagro. Durante este primer día de bombardeo, los aliados perdieron a unos 80 hombres.
Los aliados contestaron la hostilidad con otro bombardeo igualmente intenso pero ineficaz debido a defecto en las espoletas de las granadas.
Para fines de junio del año 66, el ejército de López se hallaba compuesto por alrededor de 20.000 hombres.
Combate de Yataity Corá
Una vez reorganizado su ejército, el Mariscal se colocó en posición estratégica ante la pasividad del enemigo. Entonces, el 10 de julio toma la iniciativa y dispone que dos batallones se dirijan al paso Leguizamón que estaba ocupado por un batallón de infantería argentino. Éstos, al ser atacados, recibieron apoyo de otros tres batallones y ante la supremacía numérica del adversario decidieron replegarse hacia la base queriendo obligar al enemigo a perseguirlos hasta donde se encontraba el resto del ejército pero ellos hábilmente detuvieron la marcha a una distancia prudencial de las fuerzas paraguayas.
El 11 de julio, el Mariscal dispuso que 2.500 hombres al mando del Coronel Elizardo Aquino ataquen y conquisten el norte del mencionado paso Leguizamón. El enemigo, mediante sus observadores se percató del movimiento paraguayo y se preparó para repeler el ataque.
El batallón 13, junto con dos pelotones de caballería ocuparon una isleta situada al norte del paso y ese mismo día, el Batallón Corrientes, había destacado una compañía para realizar la ocupación del mismo punto.
Las fuerzas paraguayas logran repeler al enemigo con apoyo de los batallones 13 y 20, mientras que los aliados también reciben apoyo de la División Arredondo. La lucha es intensa y el pastizal intermedio entre ambos bandos es incendiado posibilitando la retirada aliada.
El regimiento 10 de caballería, paraguayo, entró en combate ocupando la zona oeste del paso Leguizamón y para evitar su avance el batallón de 1º línea opuso resistencia siendo lentamente aniquilados por el fuego de la infantería paraguaya. La situación del adversario era crítica y el Coronel Rivas ordenó al jefe del Batallón de 1º línea, Coronel Rossetti, que emprenda la retirada. Aún en retirada, fueron perseguidos por los paraguayos hasta cerca del grueso del ejército aliado donde la artillería enemiga lograba ya alcanzar a nuestras tropas.
Posteriormente, Mitre ordenó la reocupación de Yatayty Corá, que una vez efectuada provocó la reacción inmediata de las fuerzas paraguayas que se lanzaron al ataque. Los ocupantes fueron socorridos de inmediato por otros varios batallones al mando del Coronel Rivas, razón por la cual el ejército paraguayo se retiró de la lucha.
Combate de Boquerón
Ante la continuidad de la pasividad de los aliados, el Mariscal dispuso de nuevo una operación de combate para obligarlos a salir de sus posiciones. Consistía este nuevo plan en amenazar el ala izquierda del enemigo para después atacar su retaguardia; éstos, deberían moverse y allí serían atacados por separado.
Para la ejecución del plan se construyeron trincheras en las cuales se colocaron piezas de artillería dispuesta para atacar a los aliados, quienes al percatarse del movimiento paraguayo realizaron un intenso bombardeo sobre la zona.
Osorio, comunicó a Mitre lo acontecido y éste ordeno la pronta ocupación de las trincheras paraguayas, pero Osorio quien se encontraba enfermo decidió esperar por el General Polydoro, quien lo relevaría en sus funciones. Pero Polydoro, lejos de iniciar rápidamente el ataque, se interiorizó primeramente de la situación de su ejército lo cual dio tiempo para la fortificación de la defensa paraguaya. Sin embargo, ante la insistencia de Mitre, Polidoro cambia de decisión e inicia la ofensiva de inmediato.
Para ejecutar la misión, el General Souza se desplazó con su división hacia el monte sauce muy cerca de las trincheras paraguayas a la espera de la señal de inicio. Esta señal se dio a las 05:30 del 16 de julio con un vigoroso asalto brasileño. Las constantes embestidas obligan a los paraguayos retroceder hacia el monte y continuar desde allí la lucha. Logran luego recuperar su posición con la ayuda de un refuerzo recibido por el Coronel Elizardo Aquino.
Ante la tenaz resistencia paraguaya, los aliados siguieron sumando refuerzos y a las 09:30, ante las bajas sufridas la división de Souza fue reemplazada por otra al mando del General Argollo.
Argollo, quedó sorprendido del ímpetu de los paraguayos y solicitó más refuerzos, acudiendo en su ayuda una división a cargo de Coronel Conessa. Ya muy entrada la noche, los combatientes se dieron una tregua, aprovechada por los brasileros para el relevo de Argollo por una división a cargo el General Victorino. Hacia prosiguió el combate que en total duró 17 horas.
Combate de Sauce
Luego del combate de Boquerón, patrullas paraguayas observaron concentración de fuerzas del enemigo lo cual indicaba que se preparaban para el ataque, motivo por el cual el Comandante Roa ordenó que las piezas de artillería de Punta Ñaró se trasladen a la posición del Sauce.
Comandaba el operativo el General Flores. De la ejecución se encargaría el General Victorino y las tropas del General Souza permanecerían como reserva.
El 18 de julio de 1866, los aliados inician el ataque con bombardeo de artillería pesada contestada rápidamente por la paraguaya. Seguidamente, los hombres de Victorino atacaron las posiciones paraguayas, cuyos ocupantes resistieron para luego retirarse (siguiendo el plan) apoyados por las baterías del General Bruguez.
El enemigo, creyendo que fácilmente podría seguir avanzando, se dividió en columnas y se lanzó al ataque, siendo todos exterminados por la artillería de Bruguez. Ante tal situación, decidieron avanzar por los bordes del cañadón y al posicionarse frente a los paraguayos recibieron un intenso fuego de nuestra infantería.
Recién con el refuerzo que el enemigo recibió logró dar muerte a la resistencia y ocupar la posición paraguaya, pero no por mucho tiempo. Efectivamente, la oportuna aparición en escena del Mayor Pérez y sus dos escuadrones, quienes arremetieron contra el adversario, permitió la reconquista de las posiciones y de los cañones abandonados.
También llegaron de refuerzo varios batallones de infantería al mando del General Díaz, quienes cumplían con la misión que les otorgó el Mariscal, la cual consistía en desgastar al enemigo con continuos ataques que les ocasionaba numerosas bajas en sus filas.
El General Flores, como comandante de la operación, quiso reconquistar el territorio perdido y envió al Coronel Agüero junto con otros jefes militares y numerosos batallones a ejecutar la operación. Pero éstos, cometieron el mismos error de los anteriores siendo inicialmente bombardeados por la artillería de Bruguez, luego por la fusilería paraguaya y los pocos que alcanzaron la posición nacional nada pudieron hacer.
El Coronel Aquino, resultó herido en el combate y fue trasladado al Cuartel General donde fue ascendido por el Mariscal y el 19 de julio fallecía el ya General Elizardo Aquino.
Combate de Curuzú
En una reunión en el Cuartel General de Mitre, se decidió ocupar el territorio de Curuzú mediante una operación combinada de fuerzas navales al mando del Almirante Tamandaré y terrestres comandadas por el Barón de Porto Alegre. Se fijó como fecha de la operación el 29 de agosto con la participación de unos 10.000 hombres.
López, una vez en conocimiento de estos hechos dispuso se organice un ataque a Curupayty con dos objetivos: primero evitar un desembarco aliado en ese punto y segundo dar tiempo para la fortificación de la defensa en Curuzú, que se hallaba a 2.000 m. al sur de Curupayty.
El 1º de setiembre embarcaron las tropas aliadas de Itapirú en dirección de Las Palmas, puesto situado en la orilla opuesta de Curuzú. Al día siguiente, la escuadra abrió fuego sobre posiciones paraguayas, cuyos ocupantes incendiaron el monte para cubrir su retirada. Durante el desembarco aliado, varios acorazados se adelantaron para bombardear Curuzú y Curupayty, pero fueron alcanzados por las baterías allí apostadas. Quedaron fuera de combate el “Rio de Janeiro” y el “Ibahy”.
Al amanecer del 3 de setiembre la artillería paraguaya bombardeó las posiciones enemigas, siendo contestado el fuego. Seguidamente, los brasileros lanzaron el primer ataque que les costó 750 hombres.
Porto Alegre, convencido de lo inconveniente que sería otro ataque frontal, decidió hacerlo por el ala izquierda y por la retaguardia, lo cual causó asombro en los defensores paraguayos, quienes fueron desbandados y las posiciones ocupadas por el enemigo.
Este accionar del batallón paraguayo irritó a López, quien mandó fusilar a varios jefes y oficiales y degradó a otros al grado de Sargento.
Conferencia de Yataity - Corá
López había remitido a Mitre una invitación para una entrevista entre ambas líneas enemigas. Luego de la aceptación de Mitre, la reunión tuvo lugar a las nueve de la mañana del día 12 de setiembre de 1.866. La misma tuvo una duración de cinco largas horas, en las cuales no se sabe el detalle ni el tenor de las conversaciones entre ambos caudillos.
Al día siguiente de concluida la entrevista, Mitre envía a López una nota en la que responde con el rechazo de los jefes aliados a la iniciativa de conciliación del jefe paraguayo. El Mariscal, por tanto, agradecía a Mitre el haber asistido a la reunión y lamentaba que no se haya podido poner fin a una guerra en la que ya se había vertido bastante sangre.
Batalla de Curupayty
Ante la decisión enemiga de no dirigirse inmediatamente al ataque contra Curupayty, lo cual habría sido para ellos ventajoso, López ordenó la inmediata fortificación de dicha zona, obra que concluyó el 21 de setiembre con el trabajo de toda la guarnición, compuesta de 5.000 hombres. El informe de la obra concluida de parte del General Diaz, recibió el Mariscal López ése mismo día e inmediatamente ordenó al ingeniero Thompson para que inspeccionara la fortificación y elevara un informe técnico sobre la misma. El comisionado concluyó que la obra era fortísima y que podría ser defendida con ventaja.
La posición fue artillada con 49 cañones más 13 piezas que fueron ubicadas sobre la costa del río, y otras dos en el ángulo de la trinchera, en su flanco derecho. Curupayty estaba defendida por las tres armas con un total de 5.000 hombres.
El 17 de setiembre era la fecha previamente fijada para el ataque enemigo, pero debido a inclemencias del tiempo fue pospuesta para el día 22 de setiembre a las 07.00 horas.
Los atacantes se preparaban con una fuerza de más de 20.000 hombres al mando del General Mitre, Comandante de las Fuerzas Aliadas. Pasado las 7.00 horas del día señalado se movió la escuadra brasileña con sus 22 barcos y 101 piezas de artillería, iniciando su acción con un intenso bombardeo, desde una distancia que no era alcanzada por nuestros cañones. Poco después de haberse iniciado el bombardeo, la artillería terrestre aliada iniciaba un intenso cañoneo sobre los puestos avanzado de nuestra trinchera que, después de soportar el fuego de ambas artillerías, durante 4 horas, se replegaron a la posición principal. Después del medio día, el Almirante Tamandaré informaba a las fuerzas terrestres que la misión estaba cumplida, interrumpiéndose el fuego de la escuadra hacia el frente de Curupayty, para concentrarlo sobre las baterías ubicadas sobre el río.
El esfuerzo principal del ataque llevaban las dos columnas del centro que sufrieron el fuego de la artillería paraguaya desde que se pusieron en movimiento que además debían soportar los inconvenientes ocasionados por el terreno cubierto de agua, y a pesar de todo se dispusieron para lanzarse al asalto sobre las posiciones, consiguiendo alcanzar la línea principal de resistencia, pereciendo todos los que hasta allí llegaban. La batalla terminó a las 16 horas con rotundo éxito para las fuerzas paraguayas.
Situación interna de los aliados después de Curupayty
Concluida la batalla de Curupayty con una terrible derrota de las fuerzas aliadas, el Mariscal López envió dos regimientos de Caballería para atacar a Flores, quién se había internado con 3.000 hombres de Caballería, pasando por el estero Bellaco y cruzando el Paso Canoa, donde se encontró con un puesto de 20 hombres a quienes derrotó matando y tomando prisioneros, estableciéndose allí y después envió un regimiento que avanzó hasta San Solano.
Flores, en conocimiento del fracaso de los Aliados y de la marcha de los regimientos de Caballería paraguaya que iban a su encuentro, se retiró de vuelta a Tuyutí, adonde también fueron embarcados los batallones argentinos. El segundo cuerpo del Ejército brasileño con Porto Alegre, quedó en Curuzú.
El Comando enemigo buscaba la forma de vengar la derrota, procurando obtener una victoria y para dicho efecto combinó las fuerzas terrestre y navales con miras a tomar Humaitá.
Como consecuencia de la derrota aliada se produjo una verdadera conmoción en los países de la alianza, inculpándose mutuamente los altos mandos de la responsabilidad del desastre. En el Brasil nombraron al Marqués de Caxías como Comandante en Jefe de las fuerzas navales y terrestres brasileñas, para evitar controversias entre los jefes que ejercían independientemente los comandos.
El General Flores fue reemplazado por el General Castro al ausentarse aquel a su país, por motivos políticos.
Los argentinos no pudieron aumentar sus efectivos, pues hubo un levantamiento en Mendoza en contra de Mitre al que tuvo que hacer frente ya que el mismo peligraba su estabilidad en el gobierno.
Muerte del General José Eduvigis Díaz
Con intenciones de conocer la posición y el número de buques que formaban la vanguardia de la escuadra aliada, el Mariscal López comisionaba a grupos de soldados de su confianza para obtener información exacta, pero como hubo mucha contradicción en los informes, el General Díaz quiso complacer a su jefe, para lo que se dispuso realizar una investigación personal, para el efecto, junto al Teniente Alvarez y otros embarcó en una canoa a las 09.00 horas del día 26 de enero de 1.867, ya cerca de la escuadra enemiga anclaron para pescar y observar a la vez, pero inmediatamente una bala de artillería lanzada por la escuadra enemiga explotó sobre ellos, hiriendo a dos oficiales ayudante y a él le partió una de las piernas, la que fue amputada por el médico, para evitar una gangrena pero, a pesar de todas las atenciones recibidas, falleció el 7 de febrero de 1.867.
El Mariscal López visitaba con mucha frecuencia al General Díaz en su lecho de enfermo y éste ya moribundo encomendó al entonces Capitán Bernardino Caballero, a fin de que sea elegido para las misiones más difíciles de la guerra, cuyo deseo fue cumplido. En reemplazo del General Díaz fue nombrado como Comandante de Curupayty, el Coronel Paulino Alén.
Avance de una columna brasilera hacia el Apa
En el mes de mayo de 1.867, una División de 5.000 hombres, al mando del Coronel Comisao que venía de Matto Grosso internándose en el Paraguay, alcanzó el río Apa y al cruzar dicho río fue rodeada por nuestras fuerzas, las que casi exterminaron a la división cuyos abastecimientos y armamentos fueron totalmente tomados.
Al enterarse el Mariscal López de dicha situación, envió dos compañías del Batallón 12 y el Regimiento 21 de Caballería, bajo las órdenes del Teniente Coronel Blas Montiel y el Mayor Crescencio Medina, con la misión de rechazar la invasión. Esta operación tuvo una duración de 30 días y la misma fue dirigida inteligentemente por el Teniente Coronel Blas Montiel y el Mayor Martín Urbieta, quienes al cerciorarse de la supremacía enemiga, emprendieron la retirada, pero de trecho en trecho sin que pudiera ser alcanzada por las fuerzas enemigas, atrayendo a éstas hasta el sur del río Apa, circunstancias éstas que motivaron la impaciencia además del cansancio de las fuerzas enemigas, que resolvieron volver a sus bases.
Días después de producida la retirada brasileña, las fuerzas paraguayas atacaron los flancos y el frente de los mismos consiguiendo detenerlos, situación aprovechada por la infantería amiga para descargar fuego desde las isletas y bosques cercanos, causando estragos en las filas adversarias. Ante ésta situación el Coronel Comisao dispuso continuar la retirada con la artillería y el ganado disponible en medio de la marcha, para evitar que sean tomados por los nuestros. Luego de unos días aparecieron sobre sus flancos algunos pelotones de Caballería paraguaya y mientras los brasileños los enfrentaba, otro dos escuadrones paraguayos se metieron entre la Infantería brasileña siendo la lucha a sablazos, consiguiendo dispersar los ganados y el convoy de carretas.
Esta operación relámpago que fue un rotundo éxito, puso fin a la campaña de invasión por el río Apa. Posteriormente los brasileños organizaron otra expedición a Corumbá donde llegaron al día siguiente, siendo violentamente repelidos por los enfermos hospitalizados que motivó el retorno del enemigo a su punto de partida.
Marcha a Tuyu Cue
Desde el 20 de mayo de 1866, los aliados no avanzaron un solo metro y durante 14 meses estuvieron inactivos, éste hecho desesperó a los componentes aliados.
Recién el 22 de junio de 1867, los aliados reiniciaron sus operaciones con la marcha a Tuyú - cué. Mitre tuvo que abandonar momentáneamente el mando por la sublevación en contra suya en Mendoza, encargando a su reemplazante, el General brasileño Caxías, la ejecución del siguiente plan:
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Efectuar la marcha sobre el flanco izquierdo de la fortificación enemiga, siguiendo la dirección de Tuyutí-Paso Canoa- Tuyú-cué.
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Reducir cualquier fuerza enemiga, situada fuera del frente fortificado.
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Disponer de fuerza adecuadas en Tuyú-cué como para forzar y reducir en la parte más conveniente la fortificación del cuadrilátero, para luego cercar a Humaitá. Para éste efecto, mientras se realizaba dicha operación, el II Cuerpo brasileño, reforzado por algunas unidades argentinas, debía atacar frontalmente las fortificaciones de Estero Bellaco.
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El ataque del II Cuerpo de Ejército y de las unidades argentinas, tenía por objeto facilitar la operación sobre el cuadrilátero y asedio a Humaitá, obligando a los paraguayos soportar ambos ataques a la vez, sin posibilidades de conseguir refuerzos simultáneos para ambos frentes atacados.
El Mariscal López, por su parte reforzó Chichí con artillería, la que en combinación con los fuegos de la artillería de Curupayty, bombardeaba Curuzú. Ubicó su reserva, compuesta de 7 batallones y 2 regimientos de Caballería, además de 30 cañones, en Paso Pucú, como para disponer con elementos de contraataque, en caso de ruptura del amplio frente fortificado.
El 22 de junio de 1.867, el General Caxías se movió con dirección a Tuyucué, con una fuerza de casi 39.000 hombres de las tres armas. El Comandante de la vanguardia era el General Osorio con una buena caballada, quedando el General Porto Alegre en Tuyutí, con 13.000 hombres. El grueso del ejército aliado, que había cruzado el Estero Bellaco por el paso Canoa chocó con una fuerza amiga destacada para ocupar dicho paso. El combate fue breve, porque los nuestros al darse cuenta de la superioridad enemiga, optaron por retirarse a sus posiciones, después de haber ocasionada algunas bajas a las fuerzas enemigas, percance que motivó al grueso de la tropa enemiga llegar a Tuyucué recién el 29 de junio.
Antes de esa llegada, el General Mitre volvió al teatro de operaciones y reasumió de inmediato el Comando de las Fuerzas Aliadas.
Ocupado Tuyucué, el Comando aliado destacó algunas unidades hacia el oeste, frente a las fortificaciones paraguayas de Espinillo, instalando sus puestos avanzados en Puerto Guayabí, a dos kilómetros de Espinillo, además instalaron otro puesto en San Solano, situado a 5 Kilómetros del camino real a Asunción, desde donde enviaban patrullas de reconocimiento y exploración en toda la extensión de su frente.
Las fuerzas terrestres enemigas habían dado cumplimiento al plan aliado, pero la escuadra aún no se había movido del lugar donde fondearon en Curuzú, motivo por el cual Mitre, a su regreso, llamó la atención a Caxías y dispuso que se cumpliera cuanto antes el plan establecido, porque los barcos paraguayos navegaban tranquilamente por el río Paraguay, transportando abastecimientos, personal y material bélico, mientras los aliados eran abastecidos solamente por vía terrestre con convoyes de 25 a 30 carros y una porción de mulas, custodiados por unidades de Infantería y Caballería, de Tuyutí a Tuyucué. Ante ésta situación, el Mariscal López dispuso que el Capitán González, al frente de un escuadrón ejecutara un golpe para adueñarse del cargamento transportado.
En la noche del 10 de agosto de 1.867, se hallaba apostado frente a su escuadrón en el Paso de Estero Bellaco, esperando el momento oportuno que, se produjo recién al día siguiente, a las 07.00 horas en que se produjo el asalto, dando muerte a los conductores y capturando las carretas y mulas con sus respectivas cargas, llevándolas de inmediato a Paso Pucú, por el Paso Satí para evitar su persecución por refuerzos enviados por el enemigo desde Tuyutí o Tuyucué.
Para evitar otras situaciones como ésta, el General Mitre ordenó al General Caxías para que diera cumplimiento a la orden de forzar la escuadra naval el paso de Curupayty.
Forzamiento del Paso Curupayty
Mitre dispuso que el 12 de agosto de 1.867 se ejecutara la acción pero Ignacio, jefe de la flota brasileña, la realizó tres días después de la fecha fijada, o sea el 15 de agosto, día de Nuestra Señora de la Asunción. A las 07.30 horas de ese día la escuadra estaba dispuesta en orden y forzaron el paso por el río ante las fortificaciones de Curupayty. Los cañones allí emplazados consiguieron dañar de consideración a algunos de los acorazados, especialmente al Tamandaré, donde fue herido el Comandante y 14 tripulantes, debiendo ser remolcada por otras embarcaciones, pero la escuadra brasileña consiguió su objetivo. En ésta operación quedó demostrada la gran diferencia en las potencias de armas utilizadas, a favor de los aliados.
Ignacio y los comandantes de los acorazados estaban intranquilos, lejos de su antiguo ancladero, frente a Curuzú, porque temían posible operación paraguaya que les dejasen aislados, motivo por el que en fecha 23 de agosto solicitaron volver a la antigua base, concedida por Caxías por nota del 26 de agosto. Enterado Mitre, protestó enérgicamente y, al día siguiente, emitió una orden para que la escuadra permaneciese en su nuevo fondeadero en espera de órdenes.
Según Ignacio, la escuadra se detuvo al sur de Humaitá en espera de la llegada de unos monitores desde el Brasil, mientras cinco acorazados cañoneaban el fuerte de Humaitá durante cinco meses , tomando por referencia la torre de la iglesia, mientras otros tres acorazados anclaron no lejos de Curupayty, bombardeándolo por la retaguardia.
López, inquietado por la presión que ejercía el ejército aliado, ordenó al Coronel Alén entregar el mando de Curupayty al Capitán Pedro V.Gill, y que él pasara a Humaitá, transportando los cañones de mayores calibres. Estas piezas, a medida que el ejército paraguayo iba retirándose, eran conducidas y utilizadas para bombardear a la escuadra desde las costas mas ventajosas, siendo así constantemente trasladadas de un lugar a otro, así como en Timbó, Fortín y Angostura.
López, ante la imposibilidad de detener al ejército aliado, que amenazaba cercarlo, cortando sus comunicaciones, resolvió preparar su retirada. Para ese efecto mandó explorar el Chaco, comisionando al entonces Coronel Bernardino Caballero.
La unidad exploradora alcanzó Timbó, situado al norte y a 15 kilómetros de Humaitá, allí desembarcó y se internó por el Chaco, abriendo camino desde ese lugar hasta Monte lindo, paraje situado a 10 kilómetros al norte de la desembocadura del río Tebycuary, donde instaló su campamento y cuando éste estuvo concluido, se establecieron postas de distancia a distancia. Con esto, se contaba con el terreno preparado por donde se llevaría a cabo la retirada, la que sería ejecutada en el momento oportuno, para esquivar el cerco enemigo y salvar el grueso del ejército paraguayo.
Combate de Isla Tayi
Enterado el Mariscal López que el enemigo efectuaba grandes concentraciones de tropa al mando del Barón del Triunfo, supuso que dichas fuerzas ocuparían e interceptarían el paso del arroyo Hondo, con la intención de capturar los ganados destinados al consumo de las fuerza paraguayas o impedir su conducción.
Inmediatamente dispuso que el Mayor Páez con el regimiento 21 marchara a ocupar una posición conveniente, desde donde podría observar y defender el Paso, a fin de impedir que el enemigo interceptara el camino a Pilar.
Páez se estableció en las proximidades de la isla Tayí, donde fue sorprendido y derrotado, razón por la cual fue reemplazado por Bernardino Caballero. Este, con su regimiento 8 y 31, a las órdenes del Capitán Matías Goiburú partió el 3 de octubre desde sus posiciones y avanzó hasta las proximidades de la Isla Tayí, en donde se ubicó previo reconocimiento del terreno.
El comandante enemigo que había observado el desplazamiento, envió algunas unidades para enfrentarlo, siendo todas ellas rechazadas, luego envió una fuerza mayor, compuesta de dos escuadrones apoyados por un regimiento de Caballería que nuevamente fueron derrotados. Ante la amarga situación, el comandante enemigo decidió enviar mayor cantidad de batallones frescos, que fueron a ocupar las isletas que bordeaban el bosque que ocupaba Caballero. Entonces, éste jefe, viendo abatida sus posiciones con intenso fuego, ordenó la retirada. En dicho momento fue atacado por la Caballería enemiga a la que rechazó y dispersó, quedando dueño del campo.
Combate de Tatayibá
El marqués de Caxías, debido a la nueva derrota de su caballería, dispuso que 5.000 hombres de la misma arma, ocuparan la llanura comprendida entre la orilla de la laguna Hermosa y el lugar denominado Tatayibá, situado a 5 kilómetros al este de Humaitá.
El Mayor Bernardino Caballero, con seis regimientos de Caballería, como de costumbre, el 21 de octubre se dirigió hacia los campos cercanos a la orilla de la laguna Hermosa, en donde desmontaron los jinetes para hacer pastar sus caballos, sin quitarles las monturas y quedando cada uno al lado de su montado, mientras, como medida de seguridad, fue destacado el Capitán Ángel Castillo con su regimiento para proteger y cubrir a los demás regimientos. Este se adelantó y en las cercanías de Tatayibá, los brasileros que se hallaban escondidos en los bosques e isletas, lo acorralaron sorpresivamente, ultimándolo.
Otra columna brasileña avanzó rápidamente para abatir a Caballero, pero éste, ya informado del movimiento enemigo, organizó sus unidades y adoptó el dispositivo correspondiente para enfrentar al caballería enemiga que llegaba al galope, con sus sables en alto contra quienes se batieron heroicamente sin perder en momento alguno la organización de sus unidades, rechazando las cargas sucesivas del enemigo, obligados a retroceder unos centenares de metros. Transcurría ya 4 horas de lucha enconada, cuando apareció una nueva columna enemiga, compuesta de varios regimientos, atacando por la retaguardia y acorralando de ésta manera a las fuerzas de Caballero.
Ante tal situación, Caballero dispuso realizar una maniobra de distracción en la que el enemigo creyó que realizaría un ataque frontal para luego bruscamente buscar el ala izquierda y abrirse paso a sablazos hasta llegar cerca de Humaitá, donde la artillería allí apostaba ya podría cubrirlos.
Combate del Potrero Obella
Para defender la entrada del Potrero, se designó al Capitán José González con 300 hombres, quien una vez en el lugar indicado inició la rápida construcción de una trinchera.
El Mayor Franco fue destinado con 600 hombres para cubrir Laurel, desde donde también podía accederse a Potrero.
Los aliados, mediante patrullas de reconocimiento ubicaron la posición de González y el Comando dispuso que el General Mena Barreto, con 5.000 hombres bajo su mando, conquistara dicha posición. Así, el 28 de octubre de 1.867, atacaron por el monte, pero ante el incesante fuego de defensa de la artillería paraguaya, se vieron obligados a continuar avanzando por fuera del monte.
Cuando llegaron a las posiciones de la defensa, las fuerzas de la nación ofrecieron feroz resistencia, pero ante la abrumadora supremacía numérica del enemigo debieron replegarse, no sin antes causar estragos en filas del adversario.
Al día siguiente, el 29, Caxías ordenó el avance en dirección a Tayí. Esta acción provocó inquietud en López, quien sabía que una eventual ocupación de dicha zona por fuerzas aliadas significaría que quedaría cortada la comunicación del ejército paraguayo vía fluvial.
Combate de Tayí
El Mariscal, ante el inminente avance de los aliados ordenó a Thompson la edificación de trincheras de manera a realizar una eficiente defensa de Tayí. Para dicha operación designó al Capitán Ríos con 400 hombres y tres piezas de artillería.
La comitiva llegó a Tayí al atardecer del 1 de noviembre y las construcciones se iniciaron esa misma noche. Pero, antes de finalizadas las edificaciones fueron atacadas por Mena Barreto, quien traía consigo 6.000 hombres y 14 piezas de artillería.
Ante la sorpresiva presencia aliada, las fuerzas nacionales emprendieron la retirada siendo perseguidos y cruelmente exterminados.
Sin embargo, la lucha proseguí, pues el “Olimpo”,”Yporá” y el”25 de Mayo”, habían anclado en la costa del río para prestar apoyo a la infantería, y si bien esta emprendió la retirada, los buques seguían abriendo fuego sobre el enemigo, pero la alegría se vio truncada por cañones aliados que lograron hundir a dos barcos, pudiendo escapar el “Yporá”.
Conseguida la ocupación, los brasileros fortificaron allí sus tropas y enviaron a San Solano y a los alrededores unos 1.000 hombres de manera a repeler posibles ataques paraguayos.
López, decide ejecutar una misión de ataque a Tuyutí, base de operaciones de los aliados, pues de ésta manera conseguiría librarse del cerco ya casi completado que le hacían las tropas enemigas.
En fecha 2 de noviembre, López reúne a sus comandantes y les explica el curso de acción a seguir. La operación debía realzarse al amanecer del día siguiente, siendo el jefe de la misma Barrios, quien contaba con 9.000 hombres organizados en la forma siguiente:
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Infantería: cuatro brigadas de cuatro batallones cada una.
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Caballería: dos brigadas compuestas cada una de dos regimientos.
Las brigadas de infantería eran comandadas por el Teniente Coronel Manuel Jiménez, el Comandante Eugenio Lezcano, el Comandante Luis González y el Mayor Juan Fernández, mientras que de las brigadas de caballería quedarían bajo el mando del Comandante Bernardino Caballero y el Mayor Valois Rivarola.
De esta manera, a las 04:30 horas del día indicado, el Mariscal dio la señal para el inicio de la operación. Al mismo tiempo, el Coronel Roa ordenó a los Mayores Rodas y Gamarra a que adelanten sus batallones y abran fuego sobre el enemigo de manera a distraerlos de la acción principal. Barrios por su parte, avanzaba por detrás con una fuerza de apoyo.
Caballero siguió el camino de Paso Satí, avanzando rápidamente y con la suerte de que la guardia aliada se hallaba durmiendo y no se percataron de inmediato de la presencia paraguaya. La infantería por su parte, había llegado al lugar indicado e inició su ataque al grito de ¡Viva Paraguay! Al mismo tiempo que avanzaban, quemaban el campo y el fuego alcanzaba los polvorines enemigos que explotaban sin cesar.
Así, tomaron la primera línea y avanzaron a la segunda, cuyos ocupantes huyeron raudamente hacia el P. C. de Caxias. También se retiraron hacia Itapirú los batallones de vanguardia que se encontraban en el campo. Conquistada esta segunda línea, el Mayor Bullo clavó la bandera tricolor en el campo, siendo posteriormente herido por un rifle.
La caballería, tomó las trincheras enemigas en sueño y se abrió paso a sablazos. El enemigo exhibió la bandera blanca de rendición, pero al no obedecer las órdenes de Caballero de tirar las armas al suelo, éste dispuso se continuara el combate, tiñendo las trincheras enemigas de un vivo rojo sangre. Caballero ordenó el cese de la lucha cuando el adversario tiro todas sus armas al suelo.
Las posesiones de los paraguayos hechas del campamento enemigo fueron cuantiosas, pero lastimosamente el botín más importante, un cañón Whitworth fue abandonado al trancarse en un estero. López se molestó por este hecho y entonces el General Bruguez partió para recuperar el cañón con dos batallones y 12 yuntas de bueyes.
Bruguez, al llegar al punto en el que quedó el cañón, notó que los brasileros con muchos bueyes trataban de rescatarlos. Éstos, a su vez, al percatarse de la presencia paraguaya se refugiaron en sus trincheras, desde donde abrieron fuego sobre las tropas de Bruguez. Pero, los paraguayos sin importar la lluvia de balas sobre sus cabezas, continuaron con la misión logrando rescatar el precioso botín.
La pieza de artillería fue desplazada a Curupayty, desde donde abrió fuego sobre la escuadra aliada, que ante las averías sufridas por el “Belmonte”, optaron por buscar otra posición. Al día siguiente, el cañón fue trasladado a Espinillo, desde donde siguió haciendo fuego sobre las tropas enemigas con el apoyo del “General Díaz”.
El comando aliado acampado en Tuyucué, al recibir la noticia del ataque a Tuyutí, envió a los Generales Hornos y Victorino, quienes al llegar al campo inmediatamente arremetieron contra la caballería paraguaya.
Las tropas paraguayas decidieron retornar a la base, uniéndose en Yatayty Corá con los hombres de Barrios.
Sin lugar a dudas, la retirada se produjo luego de cumplida cabalmente la misión encomendada a los jefes que participaron de la operación, lo cual les valió a todos ellos un merecido ascenso.
Preparativos para el escape
Es notable la incuestionable capacidad estratégica del Comandante en Jefe del Ejército paraguayo. El Mariscal sabía que se encontraba lentamente acorralado por las tropas aliadas que no cedían en la ocupación de Tayí.
Dadas esas condiciones, López designó al Coronel Caballero la tarea de trasladarse a Timbó (Chaco Paraguayo), siempre cubierto por el monte. Del mismo modo poco a poco fue reduciendo la extensión de su defensa, para en el momento más oportuno emprender la retirada por la margen derecha del río Paraguay.
Había ordenado también el traslado de varias piezas de artillería, transporte realizado con ayuda del “Tacuary” e”Ygurey”.
Cuando los aliados comenzaron su desplazamiento hacia Tuyucué, el Comandante Núñez recibió la orden de trasladarse a Tebicuary, levantar trincheras y encargarse de la remisión de correspondencia y ganado por la nueva vía del Chaco.
La historia de Villa del Pilar
El 20 de setiembre de 1.867, el Barón de Triunfo atacó la Villa del Pilar con ayuda de la Legión paraguaya.
Este lugar era ocupado por heridos y enfermos, totalizando unos 260, quienes bajo el mando del compatriota Simón Antonio Villamayor e Isidrio Ayala opusieron gran resistencia hasta ser reducidos por la superioridad numérica del enemigo.
Villamayor, una vez rodeado e intimado a rendirse, exclamó “Mientras conservé en mi mano esta espada que me ha confiado la Nación para defenderla, no me he de rendir…”, momento en el cual una bala de fusil acabó con su vida. Los otros 40 sobrevivientes se retiraron a orillas del río.
Los aliados, una vez posesionados del lugar, saquearon todo cuanto a su paso se encontraba haciendo alarde de la victoria obtenida. Pero, su alegría no duraría mucho tiempo. El “Pirabebé” aparcó 400 m. al sur de Pilar y desembarcaron400 hombres bajo el mando del Teniente Felipe Osorio y el Alferez Pedrozo, quienes efectuaron de inmediato un ataque sobre los brasileros, siendo apoyados por cañonazos del mencionado barco.
De esta manera, los brasileros huyeron y Pilar volvió a manos paraguayas, aunque un mes más tarde, sería reconquistada por los brasileros bajo el mando nuevamente del Barón del Triunfo.
Cambio en el mando aliado
Tras la muerte de Don Marcos Paz, Vicepresidente de la Argentina, el Presidente, General Don Bartolomé Mitre, debió regresar de inmediato a Buenos Aires, para lo cual dejó al mando nuevamente al Marqués de Caxias, pero ahora de manera definitiva.
Caxias, estaba decidido a dar pronto término a la guerra que ya se había prolongado en demasía. En aquellos momentos, el ejército de López alcanzaba apenas unos 15.000 hombres, mientras los aliados disponían de más de 50.000.
Acción sorpresiva sobre una columna de reconocimiento
López, atento siempre a toda la maniobra del enemigo, se percató que todas las mañanas los argentinos enviaban desde Tuyucué patrullas de reconocimiento.
Dadas las condiciones necesarias del terreno para una operación de ataque, el Mariscal ordenó al Capitán Urbieta que ocupara con una compañía de infantería una isleta y con otra un pajal. De esta forma y con el apoyo de un Escuadrón de Caballería se atacaría simultáneamente la retaguardia enemiga.
El 17 de Febrero de 1.868, como todos los días la columna argentina del Comandante Giribone realizaba tareas de reconocimiento, apoyados desde la costa del estero por 25 hombres de caballería del Comandante Falcón.
La tropa Giribone al cruzar frente a la isleta ocupada por los paraguayos, fue agredida por intensos fusilazos que causaron la muerte de numerosos adversarios. Por su parte, Falcón al acudir en ayuda de Giribone fue también víctima del ataque de la otra compañía paraguaya apostada en el pajal. Giribone, entonces, regresa para apoyar a Falcón pero es interceptado por una parte de los hombres apostados en el pajal.
El enemigo, asediado como estaba, se vio imposibilitado de reorganizarse para prestar una resistencia más digna y en ese momento cae con todo el escuadrón de caballería que a sablazos ultima a los pocos que aún quedaban en pie en filas del adversario.
Resultado final: gloriosa victoria paraguaya, muerte de Giribone, 80 bajas enemigas y el Comandante Falcón resultó gravemente herido.
El asesinato de Flores
El 19 de Febrero de 1.868, mientras se desplazaba en su coche, fue asesinado en Montevideo el General Venancio Flores, causante principal del conflicto en cuestión.
Toma de la Cierva
Caxías, ordenó el ataque a la Cierva con una fuerza de 800 brasileros. El lugar por su parte, se hallaba defendido por 500 hombres y 9 piezas de artillería bajo el mando del Mayor Olabarrieta.
El primer ataque se produjo el 19 de febrero de 1.868 (mismo día del forzamiento del Humaitá), pero los brasileros fueron acribillados por la efectividad de la artillería defensora. Así, enviaron la segunda, la tercera y la cuarta columna al ataque, siendo todas ellas rechazadas por los paraguayos.
Cuando el enemigo ya se retiraba, un soldado comunicó a Olabarrieta que se acabaron las municiones, y al ser esto escuchado por los brasileros, retornaron para un nuevo ataque. Vana fue esta acción, pues el jefe paraguayo ya había ordenado a sus tropas el embarque a bordo del “Tacuary” e “Ygurey”, desembarcando posteriormente en el campamento de Humaitá.
La Capital Provisoria
López, al verse aislado en sus comunicaciones fluviales, orden vía telégrafo al vicepresidente Sánchez para que proceda a la evacuación de la Capital, quedando ésta bajo el resguardo del Ejército.
Así, Sánchez decretó la evacuación obligatoria, el traslado de los habitantes de la ribera del río y trasladó a Luque todas las oficinas públicas, designando a esta ciudad Capital Provisoria de la República.
Retirada de los paraguayos
Para la ejecución de la retirada del ejército por el Chaco, López mandó instalar una batería en la embocadura del Tebicuary y otra en Monte Lindo, como puntos de apoyo a los movimientos.
Diez y ocho días luego del paso hacia la otra margen del río Paraguay, el enemigo atacó las líneas de Sauce y del Espinillo. El General Argollo conquistó Sauce tras una hora de lucha, pero con 300 bajas en sus filas. Los defensores sobrevivientes huyeron hacia Paso Pucú.
Espinillo por su parte, fue blanco de las tropas comandadas por el General Osorio, quien tras sufrir numerosas bajas optó por retirarse.
Combate de Yuasy´y
Los aliados cerraron luego el único camino para salir de Humaitá hacia el Chaco, quedando de esta manera el mencionado fuerte en las peores condiciones concebibles. De esta manera, la única fuerza de la resistencia paraguaya era el Coronel Paulino Alén, quien contaba con 3.000 hombres y 200 piezas de artillería.
Los acorazados brasileros desplazaban a las tropas del Coronel Barros Falcao y desembarcaron en Yuasy´y. Como ese lugar era ocupado por el Mayor Florentín y sus tropas, quien decidió atacar a los brasileros, los acorazados abrieron fuego obligando al jefe paraguayo a emprender la retira.
Posteriormente, el Capitán Zoilo González escogió 100 hombres de su unidad y fue en apoyo del batallón 7, al cual encontró en plena retirada. Luego de incentivar a las tropas paraguayas, avanzaron rápidamente para emprender un ataque frontal y violento sobre los brasileros, quienes, ante la agresividad presentada por los paraguayos, decidieron replegarse a sus bases, huyendo luego en sus acorazados.
Primer ataque a Humaitá
Una vez informado Caxias del vaivén de pequeñas embarcaciones desde y hacia Humaitá, y presumiendo se trataba de una evacuación, ordena de inmediato el ataque al fuerte encomendado a 12.000 hombres bajo el mando del General Osorio, mientras las tropas porteñas permanecían atentas para atacar próximamente otro punto.
El ataque estaba dirigido hacia donde se encontraba el Coronel Hermosa con 46 piezas de artillería de distinto calibre. Éste, había instalado varios metros antes, algunas trabas. El 16 de julio de 1.868, Osorio y sus tropas avanzan hacia el punto indicado ante la atenta mirada de Hermosa quien aprovecha el momento en que el enemigo que varado en las trampas colocadas y abre el fuego de su artillería causando una verdadera masacre en filas enemigas.
Osorio, sin embargo, rehúsa a rendirse aún ante las pérdidas sufridas. Con este espíritu reorganiza sus tropas y dispone la preparación de varias columnas que atacarían sucesivamente hasta lograr quebrar la resistencia paraguaya.
Hermosa, ante la acción planteada por el enemigo y considerando la avería sufrida por su cañón del frente, ordena se instale otro cañón y se dispare hacia los hombres que trabajaban quitando los obstáculos del camino. Los hombres de Osorio, al ver volar cuerpos despedazados por los aires, huyen con miedo.
Con tan solo una hora de combate, Osorio solicita refuerzos, petición denegada por Caxias quien más bien ordena la retirada.
El Coronel Hermosa demostró en esta ocasión su excelente táctica tanto defensiva como ofensiva. El campo quedó con el paisaje de 3.000 cuerpos aliados muertos por la artillería paraguaya.
A este primer intento por conquistar Humaitá, siguieron otros hasta que se produjo la evacuación del fuerte quedando definitivamente en manos aliadas.
La Inoperancia Aliada
Luego de la caída de Humaitá, los aliados nuevamente en lugar de perseguir y exterminar a las cansadas tropas paraguayas que quedaban, permanecieron inactivos durante un mes entero. Los jefes aliados habían propuesto interceptar al General Caballero, quien se dirigía para el encuentro con López en Tebicuary, pero la petición fue denegada por Caxias.
¿Qué esperaba el Marqués de Caxias para actuar? Tenía todo a su favor: supremacía numérica, mejores armamentos, artillería moderna, apoyo de la poderosa escuadra imperial, etc. Sin embargo, no intentó siquiera perseguir a los últimos que quedaban en filas del ejército nacional. ¿Cuál era su intención? ¿Quería acaso prolongar sin razón aparente aquella sangrienta contienda? Los analistas coinciden al decir que un decisivo ataque aliado sobre las fuerzas de López hubiera dado por resultado el final de la guerra. O incluso, al detener a Caballero, éste no habría asistido a López en la defensa de Tebicuary. ¿Cuál era la verdadera intención del Comando Aliado? Cabe resaltar que ya tras la batalla de Tuyutí ya se les había presentado igual oportunidad, y nuevamente tuvieron la posibilidad de poner fin a la guerra persiguiendo al último bastión del ejército que huyó hacia Curupayty, pero no lo hicieron. ¿Es cierto que no lo hicieron por temor a las tácticas que López pudiera emplear? Pero, ¿por qué temer a López en aquellas circunstancias? En un momento dado, el ejército paraguayo estaba constituido por apenas 10.000 hombres, mientras que el aliado contaba con más de 50.000 ¿Estaríamos errados al afirmar que la intención de los invasores era más bien el exterminio de la República del Paraguay?
Es posible, que estos cuestionamientos no tengan ya respuesta a cerca de 150 años de concluida la guerra, pero vale la pena un análisis de estos planteamientos.
La conspiración
Mientras López se encontraba fortificando la defensa en Tebicuary, en la Asunción se gestaban reuniones de carácter secreto entre altos jefes militares y políticos de la zona. Entre ellos, figuraban los hermanos del Mariscal, Venancio y Benigno López, ejecutados ambos luego de ser hallados culpables de traición por un Tribunal de Guerra.
Pero la conspiración, era mucho más extensa. El capellán de la familia López, Padre José Acosta, debido a su cercanía con los parientes del Mariscal pudo enterarse de tales reuniones y no tardó en darse cuenta de la gigantesca proporción de la conspiración que se gestaba. Pronto fue arrestado por orden de los conspiradores, aunque hizo llegar una nota a Solano López, quien inmediatamente ordenó su liberación.
Al parecer, el verdadero descubridor de la conspiración fue el propio vicepresidente, quien de inmediato informó a López de los hechos ocurridos, llegando a manos de éste último una copia de un acta en la cual se estipulaba la entrega de la Asunción a manos aliadas sin oponer resistencia alguna. Todos los firmantes fueron ejecutados. Entre los mismos se hallaba el distinguido José Berges.
Campaña de Pykysyry
López decidió fortificar Pykysyry, debido a las ventajas que presentaba el terreno para ofrecer una eficaz defensa ante un eventual ataque aliado.
Combate de Surubi´y
López, consiente de que el puente el arroyo Surubi´y era el único paso que pudiera utilizar el enemigo para atacar su ala derecha, destacó en el sitio un batallón de rifleros y el Regimiento Aca Verá a las órdenes del Teniente Coronel Roa, con la misión de enfrentar al enemigo.
La idea era que al ser avistado el enemigo sería atacado por unos 200 hombres, quienes después retrocederían motivando la persecución por parte del enemigo. Los aliados, al ver a ese grupo atacarían con confianza y de entre los montes saldría el batallón de rifleros abriendo fuego sobre el adversario.
El Barón del Triunfo, dispone que de la misión de tomar dicho puente se encargue el Coronel Machado. Así lo hizo, apoyado inicialmente con un intenso bombardeo, pero de todas maneras los paraguayos rechazaron el ataque.
Ante dicha resistencia, el Barón envía nuevamente a Machado al frente de la 5 División y al Coronel Pedra al frente de la 2º División, compuesta cada una de 4 batallones. La misión era conquistar el puente al precio que sea necesario. Se despacharon pues 3.500 hombres para hacer frente a 600 defensores. Ante tal desproporción en las fuerzas, los aliados consiguen el objetivo, pero los paraguayos previamente inutilizaron el puente.
Por lo antes mencionado, el 5º Batallón persigue a los paraguayos hasta encontrarse con las fuerzas del Aca Verá que abren un inmisericorde bombardeo sobre los mismos, obligándolos a huir desbandados. El Marqués de Caxias, en castigo a la demostración de cobardía de dicho batallón, decide disolverlo.
Batalla de Ytororó
López, ordena al General Bernardino Caballero y al Coronel Valois Rivarola como segundo al mando de 3.500 hombres, apoyados por 12 piezas de artillería, para ocupar el puente del Ytororó y detener allí al enemigo.
El enemigo se movió de San Antonio a Villeta en la mañana del 6 con una vanguardia al mando del Coronel Machado. El grueso de las fuerzas aliadas estaba bajo el mando directo de Caxias.
Cuando el jefe aliado llegó a las alturas frente al Paso Ytororó se enteró de la ocupación por parte de los paraguayos y planificó su ataque. Mandó pues algunos batallones de su vanguardia para realizar combates dilatorios, pero ante la pérdida de numerosos hombres ordena la conquista del puente al Coronel Machado, quien a su vez designó al Comandante Valporto para ejecutar la operación, pero los paraguayos detienen su avance haciéndolos huir raudamente.
Machado reorganiza su tropa, es relevado por el Mayor Moraes, quien encabezando el ataque logra conquistar momentáneamente el objetivo. Posteriormente fueron desplazados nuevamente por los hombres de Valois Rivarola.
En otro intento, ahora bajo el mando del General Gurgeao, se ataca a los paraguayos, pero el jefe aliado muere en el acto, siendo reemplazado por Argollo, quien tampoco consigue avanzar.
Ya en su desesperación, Caxias ordena al General Bittencourt un ataque con 12 batallones. Éste, si bien logra avanzar es también desbandado por la efectiva batería paraguaya allí apostada.
La situación ya afectaba la propia dignidad de Caxias, quien enfurecido emprende él mismo un ataque frontal consiguiendo apoderarse de seis piezas de artillería pertenecientes a Caballero. Por tal motivo, Caballero, decidió replegarse teniendo también en cuenta la inminente llegada del General Osorio en apoyo a la ya numerosa tropa aliada. Seguida a ésta, se sucedió la Batalla de Avay, en donde las fuerzas del General Caballero sucumbieron luego de casi 10 horas de lucha, consiguiendo éste bravo jefe militar escapara, abriéndose paso a sablazos.
Campaña de la Cordillera
Acá, se desglosará las batallas que considero fundamentales en este punto: Piribebuy y Acosta Ñú.
Batalla de Piribebuy
Es sabido que Caxias dio por terminada la guerra a raíz de su victoria en Lomas Valentinas, en diciembre de 1.868
Él, desconocía que el Mariscal López al recibir aquel día de parte del General Caballero el informe del exterminio de nuestras tropas contestó:”No importa General, la guerra recién va a empezar”
El Mariscal Conde d'Eu reemplazó a Caxias en la conducción de la denominada Campaña de la Cordillera. Este nuevo comandante aliado esperó 7 largos meses para realizar movimientos, siendo su primer objetivo Piribebuy, en cuya plaza se apostaron niños y mujeres (1.600 en total).
La invasión aliada, en contraste a la resistencia que encontrarían, contaba para el ataque con 20.000 hombres. Ante las 12 piezas de artillería ligera con que se contaba para la defensa, los aliados utilizarían 40 cañones de artillería pesada.
Se produjo inicialmente un intenso bombardeo, seguido rápidamente del primer ataque. Posteriormente se produjo un segundo asalto, pues el primer grupo fue diezmado por acción de la artillería instalada para la defensa. Sin embargo, el segundo grupo no tuvo más suerte que el primero y fue rechazado con numerosas pérdidas.
En un tercer ataque, el General Mena Barreto se adelanta para efectuar la misión y el Capitán paraguayo Solalinde, ordena al mejor tirador a eliminar a dicho jefe enemigo. El disparo, efectuado por el cabo Gervasio León, quedó en la historia de la guerra por la caída de aquel general y el posterior desbande de todo el ejército enemigo.
A las 11 de la mañana la resistencia seguía en pie, luego de ocasionar cientos de bajas al enemigo, cuyo torpe jefe no entendía que su técnica de ataque no daba resultado positivo. Recién pudieron cantar victoria, tras eliminar físicamente al último de los que oponían resistencia.
Al intimar a uno de los jefes de la resistencia, ya capturado, a que diga “Me rindo” la respuesta fue digna del soldado más heroico:”Esa palabra no pronuncia un jefe paraguayo”
Sin lugar a dudas, acá se notó la sed de sangre del nuevo jefe aliado, quien ordenó el degollamiento de todos los sobrevivientes, todos ellos heridos y en mal estado.
Batalla de Acosta Ñú
Esta batalla es la historia de un pueblo que rehúsa ceder su soberanía a unos vulgares invasores. La fecha de tan gloriosa epopeya es el 16 de agosto del año 1.869
Luego de la partida del ejército nacional de Azcurra, un grupo quedó a cubrir la retaguardia. Éste, estaba compuesto de niños de 12 a 14 años y era comandado por el General Bernardino Caballero.
En las primeras horas de la mañana, Caballero advirtió que el enemigo amenazaba su posición en considerable número. Inmediatamente, advirtió al Mariscal quien encabezaba la retirada en proceso y este respondió con la orden de detener el avance enemigo.
La columna infantil, compuesta de unos 4.500 niños, ni siquiera pudo realizar el más mínimo intento de defensa ante el aplastante ataque aliado. Aún así, aguantaron la embestida como pudieron. Cuando eran cerca de las ocho de la mañana, el Centauro de Ybycuí recibió un ataque por todos los flancos de 20.000 tropas aliadas.
Caballero y su columna resistieron todo cuanto pudieron, siendo luego rodeados y en un último intento para evitar la muerte de sus tropas, inicia un ataque frontal con el ímpetu propio de la raza guaraní, bajo el lema de “Vencer o Morir”
Así, con la muerte de 2.000 almas de niños y más de 1.000 heridos culmina esta batalla.
Cerro Corá
En este territorio, culmina la denominada “Epopeya de los Siglos”, “Guerra Grande” o simplemente “Aniquilación de la población paraguaya”, y tal como lo estipulaba el tratado que dio origen al conflicto, solo terminó el sangriento combate con la muerte del más grande estratega militar con que contó la patria para su defensa, el Mariscal Francisco Solano López.
El contingente paraguayo reunido en Cerro Corá, donde se asentó el Cuartel General de López, apenas alcanzaba los 1.000 hombres, quienes una vez instalados en el lugar fueron posicionados según las indicaciones del Mariscal, mas no para dar una defensa, ya imposible en aquellos momentos, sino para evitar ser atacado de sorpresa y asesinado a mansalva.
El hambre causaba ya estragos entre aquellos patriotas soldados y por ende, el Mariscal despacha al General Bernardino Caballero en busca de cualquier animal que pudiera arrear para la supervivencia. La expedición se llevaría a cabo en las cercanías de Matto Grosso y para ello el hábil General contaba con 40 hombres, con los cuales partió el 12 de febrero de 1.870
Así, llegó aquel fatídico día del 1 de marzo de 1.870, que será siempre recordado en los libros de historia del mundo entero, porque aquel día se puso punto final a una guerra sangrienta de 5 largos años de duración.
Aproximadamente a las 07:00 de la mañana, mujeres que tenían a su cargo la guardia en la entrada al fuerte comunicaron al Mariscal que dicha posición cayó en manos enemigas. Al penetrar el enemigo en el campamento nacional, dicen que se oyó la voz del Mariscal diciendo “… ¡¡¡A las armas todos!!!...”
El Coronel Juan Crisóstomo Centurión, en vano quiso defenderse del ataque aliado. Lo único conseguido con esta acción fue que caiga gravemente herido. El Mariscal por su parte, se retiraba hacia su choza perseguido por seis jinetes, entre ellos, el cabo de órdenes del Coronel Núñez da Silva Tavares, conocido más por su apodo de Chico Diabo. Éste, iba armado de una lanza, logrando cerrarle el paso al Mariscal e intimándolo a que se rinda, a lo cual el mismo respondió como era de esperarse: “Muero por mi Patria”. En ese instante, trataron de tomarlo prisionero, pero López desenvainó su espada y se defendió hasta recibir un lanzazo a la altura del bajo vientre de parte del cabo, y a la vez un sablazo en la sien derecha de parte de otro oficial, pero aún así, el Mariscal consiguió herir a este último en la frente.
Ocurrido esto, se acercaron sus leales Argüello y Chamorro, quienes recibieron su última orden: “Maten a esos diablos de macacos”, instrucción que no pudieron cumplir pues fueron muertos al intentarlo.
Posteriormente, López, asistido por el Coronel Aveiro se internó en el monte, cayendo muerte a orillas del río Aquidabánigüi.
Conclusión
Aquí, finaliza esta obra con la esperanza de que haya servido para echar un poco de luz sobre las oscuras circunstancias que en numerosos pasajes presenta este tramo de la historia nacional.
Sin lugar a dudas, esta guerra retrasó un siglo no solo al Paraguay, sino a todos los países beligerantes, sin tener en cuenta el enorme agujero económico que causó, debiendo acudirse en tal sentido a los empréstitos ingleses, quienes salieron beneficiados en la operación.
Con respecto a este punto, es imposible y sería tonto afirmar que esta haya sido la causal principal de la guerra, aunque probablemente haya tenido su peso en las decisiones adoptadas por los aliados.
Entonces, ¿cuál fue la causa verdadera de la alianza contra el Paraguay? Pues bien, la respuesta a esta interrogante sigue en la nebulosa a ya casi 140 años de finalizada la contienda. Sin embargo, a la luz de los documentos históricos es posible dar conjeturas acerca del objetivo de los aliados. Primero: la economía paraguaya era posiblemente la más fuerte de la región, nuestro país no contaba con deuda al inicio de la contienda (ni externa ni interna). La producción nacional cubría perfectamente las necesidades del mercado interno y el excedente era destinado a la exportación, lo cual hacia que los productos extranjeros, principalmente los procedentes del Imperio Británico, no logren ingresar masivamente a nuestro circuito económico tal y cual ocurría en los países vecinos. Segundo: el algodón paraguayo estaba siendo reconocido por su excelente calidad en el mercado europeo, amenazando quitar mercado al de origen inglés. Tercero: con la llegada al poder del entonces General Francisco Solano López, a la muerte del padre de éste, la política de no intromisión en los conflictos regionales fue cambiada por considerarse que el equilibrio de poderes en el Plata era de vital importancia para la seguridad de la República del Paraguay. Cuarto: existían problemas limítrofes tanto con la Argentina como con el Brasil, que no fueron solucionados definitivamente por Don Carlos Antonio López y estos temas fueron heredados por su sucesor. Quinto: si bien el Paraguay tuvo excelentes gobernantes como el Doctor Francia, Don Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano, todos ellos cometieron el error de no preocuparse de algo fundamental para el futuro político de un país; se trata, de la creación de una clase gobernante.
En estos cinco puntos arriba citados, se encuentra probablemente la chispa que encendió la mecha que acabó con el enfrentamiento de países hermanos.
Ahora bien, cabe preguntar, ¿por qué fracasó el Paraguay? Como en la anterior pregunta pueden enumerarse varios causales posibles, pero en esta oportunidad trataré de realizar un descarte de las mismas. Primero: la supremacía numérica del enemigo quien además, contaba con armamentos mucho más modernos que el escuálido ejército paraguayo. Sin lugar a dudas, esta sería la primera opción de muchos, pero a la luz de los hechos es probable y hasta me atrevería a afirmar que esto es falso, pues en numerosas ocasiones las tropas paraguayas han rechazados enemigos que en número eran ampliamente superiores, dándose relaciones de 1 a 10 en algunos casos. Segundo: El Mariscal López, fue apresurado a la hora de iniciar la ofensiva, sin antes tener mejor formado su ejército. A mi criterio personal, también puede rechazarse esta afirmación, pues si bien López actuó sin contar con jefes militares lo suficientemente preparados, ante la superioridad numérica del enemigo existe un principio de guerra conocido por cualquier militar que consiste en que para paliar esta desventaja debe tomarse al adversario por sorpresa. Tercero: la incompetencia de los jefes paraguayos. Este punto, merece mayor atención, pues muchos comandantes paraguayos carecían del valor requerido para la misión que se les era encomendada, pero al cien por ciento es imposible afirmar que por esta razón se perdió la guerra, pues se contaba también con hombres de la talla del General Caballero o del General Díaz.
Ahí están, las tres posibles causas por las que se perdió la guerra y ninguna ha llenado mis expectativas. Por tanto, enumero la cuarta afirmación, sostenida por numerosos analistas militares e históricos: el desastre de Tuyutí. En la mencionada batalla existió una planeación espectacular por parte del Comando Paraguayo, y también fue asignada a Jefes de reconocida trayectoria como el caso del General Resquín. ¿Cuál fue el error? Muy sencillo, falta de coordinación y atraso en la ejecución de la misión, ocasionando de esta manera la pérdida del elemento sorpresa permitiéndose la reacción del enemigos que arrasó con las tropas nacionales.
Con respecto al porqué el Comando Aliado no terminó la guerra en las numerosas oportunidades que se le presentó, ya se han enunciado numerosos cuestionamientos y quedará a cargo del lector establece su propia conclusión de acuerdo a su apreciación de los hechos.
Ahora bien, la importancia del estudio de la historia radica en conocer el pasado, establecer comparaciones con el presente y de esta manera, proyectar el futuro. A eso me abocaré en estas últimas líneas.
Nadie puede negar, que el Paraguay sigue hasta hoy día sometido a las decisiones que pudiera tomar su gran vecino Brasil o mismo la Argentina. Inclusive, existe un interés exacerbado en nuestro país, y no solo de parte de nuestros vecinos sino de parte de numerosas potencias extranjeras.
¿Por qué ocurre esto? Me atrevo a dar respuesta a esta pregunta. En primer lugar el Paraguay cuenta con la mayor reserva de agua dulce a nivel mundial. Y como segundo punto se destaca su envidiable ubicación geopolítica (en el centro exacto de Sudamérica), casi equidistante de todos los puntos del continente. De esto, ya se habían percatado los españoles en la época colonial, quienes establecieron como capital de la conquista Asunción. De allí, surge el interés hasta desmesurado de ciertas potencias en nuestro país.
Pero bien, retornando a nuestro tema histórico, termino afirmando que la guerra no fue culpa de López, quien pudo ahorrarse muchos problemas y hasta pudo salvarse la vida de haberse rendido a las fuerzas aliadas. Además, un presidente con tanta aceptación tantas veces demostrada por el pueblo paraguayo no puede ser un tirano tal y cual han tratado de pintarlo los países invasores.
¡Viva el soldado paraguayo, que defendió su patria hasta VENCER O MORIR!
bIBLIOGRAFÍA
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Britos de Villafañe, Margarita - Las Épocas Históricas del Paraguay - Imprenta Makrografic - Asunción - 1982
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Resquín, Francisco Isidoro - Datos Históricos - Imprenta Militar - Asunción - 1984
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Rolón Medina, Anastasio - El Lustro Terrible - Imprenta La Humanidad - Asunción - 1964
-
Vittone, Luis - Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay - Imprenta Militar - Asunción - 1962
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Enviado por: | Pedro Antonio Galeano Valdez |
Idioma: | castellano |
País: | Paraguay |