Política y Administración Pública


Golpe militar en Chile


¿ Golpe o Pronunciamiento?

Ha transcurrido más de una década desde el retorno de la democracia a nuestro país, y los chilenos aún no somos capaces de escribir nuestra historia.

Las heridas aún están y es imposible evitar despertar sentimientos al tocar el tema.

En este ensayo no pretendo dar mi opinión acerca de uno de los períodos más importantes y trascendentales de la historia de nuestro país. Esto sería una falta de criterio de mi parte, porque no fui testigo de los hechos y sólo sé lo que me han dicho terceras personas, cada uno con su propia visión de los acontecimientos, que no siempre es la verdadera. Pero ¿puede haber una opinión objetiva al respecto?

El objetivo principal de este ensayo es mostrar alguna de esas versiones con respecto al Régimen Militar. Las opiniones van desde la razón del golpe, hasta las medidas tomadas durante el Gobierno del Gral. Augusto Pinochet Ugarte

En estas páginas quisiera recordar esta etapa, quisiera darle una mirada a ambos lados de la historia. Poder determinar un lado correcto y uno incorrecto sería mucho pedir. Me conformo con poder analizar de manera objetiva y tener la posibilidad de reconocer los aspectos positivos y negativos de cada una de las partes.

Espero, después de este análisis, poder formarme una opinión más fundamentada e instruida al respecto. De esta forma añoro poder hablar con conocimiento de causa de un tema que, en la mayoría de los casos, envuelve más pasión y emociones que sangre fría.

Desde antes de asumir la presidencia, el gobierno de Salvador Allende estuvo marcada por un halo trágico. No sólo era la cuarta vez consecutiva que se presentaba a las elecciones presidenciales, sino que, la única vez que logró la mayoría de los votos (y con esto el cargo de presidente) fue con apenas un tercio de la población. A esto se le sumaba el hecho de que la clase que lo apoyaba no era la más influyente política ni económicamente.

Con todos estos datos se podía predecir que la cuesta no se le haría fácil al líder comunista. Debería enfrentarse a dos tercios del país que eran opositores a su postura, entre los cuales se contaban los personajes más destacados e influyentes de la sociedad.

Como si esto fuera poco, contaba con un temible y poderoso enemigo: Estados Unidos. En plena guerra fría, la potencia norteamericana consideraba un riesgo considerable un gobierno marxista elegido democráticamente. Por ello creó una operación, llamada “Proyecto Fulbert”, que tenía como única misión derrocar y hundir al Gobierno comunista emergente en Chile.

La historia cuenta que Fidel Castro había aconsejado a su amigo Salvador Allende que estuviera en buen pie con las Fuerzas Armadas, pues ya eran conocidos los casos donde éstas habían derrocado gobiernos en muchas partes del mundo, e, incluso en Chile mismo, en los tiempos del General Carlos Ibáñez del Campo. Es por eso que el socialista nombró como Ministro del Interior al entonces comandante en jefe del ejército, Carlos Prats. Dado que este no era en absoluto indicado para el cargo - imposible no recordar su ataque de ira en plena costanera cuando disparó al aire a raíz de la protesta de algunas personas en la calle - se vio en la obligación de renunciar, no sólo al Ministerio, sino a la Comandancia también. Allende necesitaba a alguien de confianza en el puesto, a alguien que no fuera a traicionarlo bajo ningún motivo. Entonces se fijó en Augusto Pinochet Ugarte, un militar que se caracterizaba por su bajo perfil político.

Durante el gobierno del abanderado de la Unión Popular, el país se sumergió en la, probablemente, peor crisis de su historia, al menos desde los tiempos de la Anarquía en el siglo XIX. Si bien había logrado que el Congreso, por unanimidad, legislara sobre la nacionalización del Cobre y había logrado acelerar la repartición de tierras conforme a la Reforma Agraria, el país estaba hecho un caos. La confusión y la desorganización regían el país aún más que el propio gobierno. La población ya empezaba a impacientarse ante las volubles políticas del gabinete de Allende y las amenazas de quiebre eran cada día más evidentes, en especial las generadas dentro de la sociedad que se encontraba en una crisis de identidad que le impedía a la población sentirse apegada a algún tipo de ideal.

Entre las causas de la caída del Gobierno de Allende destacan: El Mínimo consenso entre la sociedad chilena. El país se encontraba dividido. El único punto en común era que todos deseaban que el presidente fuera elegido de manera democrática. Nada más. En todo otro orden de decisiones reinaba el caos, Vicios de los partidos políticos. Los partidos habían ido perdiendo credibilidad, ética y entereza. Esto se debía a la falta de democracia dentro de ellos mismos; a la intromisión de dichos partidos en el Gobierno, lo que traía constantes conflictos entre ellos y el Presidente; problemas de financiamiento, lo que hizo que estos perdieran su interés político para enfocarse en uno económico y la gran ideologización que tuvieron, la que, en algunos casos, los volvió extremistas. La gran crisis económica que reinaba en el país legada por el Presidente Frei Montalva. El país estaba sumido en una gran miseria, la pobreza alcanzaba límites impensables. Crisis de la educación. Hubo una baja brutal en la calidad de la educación, sobre todo en la básica, que es la única que recibía y recibe gran parte de los chilenos. Entre 1964 y 1973 la cantidad de alumnos aumentó considerablemente, pero no así los fondos destinados para la educación. La consecuencia lógica fue la ya mencionada. Falta de recursos básicos. Para el último período del Gobierno de Allende la situación se estaba haciendo insostenible. La población debía hacer inmensas colas para conseguir elementos básicos, tales como jabón, pasta dental o papel higiénico.

El descontento de la población era evidente. Todos los hechos anteriores crearon un serio sentimiento de disconformidad y un ambiente de tensión dentro del país de manera considerable.

La gente llamaba al pronunciamiento militar. Era casi pan de cada día ver a grupos de personas, principalmente mujeres, batiendo cacerolas o lanzando maíz a los militares (con esto intentaban tildarlos de “gallinas”), incitándolos a tomar cartas en el asunto.

Días Antes del pronunciamiento, la situación dentro del país se estaba volviendo insostenible, se sentía en el aire. La pregunta para muchos ya no era si el Pronunciamiento iba a no. La pregunta era “¿Cuándo?”.

El primer atisbo de pronunciamiento se vio el 29 de Junio de 1973. Un grupo de militares intentó sacar al Presidente Allende del poder. El Comandante en Jefe del Ejército, General Prats, detuvo este intento en el acto evitando que pasara a mayores. Este hecho fue denominado “El Tanquetazo” y fue una especie de advertencia de lo que habría de venir.

Pero este intento de pronunciamiento Militar había dejado sembrada, con más fuerza que nunca, la semilla de la rebelión. El darle carta blanca al Ejército para que se pronunciara contra el Gobierno era ya, para muchos, más que una idea: era una solución. Para muchos era la única manera de liberarse del caos, de la desorganización y de Allende.

De este día en adelante los hechos empezaron a desarrollarse con mayor rapidez. La Cámara de Diputados redactó un documento - en el cual participó incluso Patricio Aylwin - en el cual se acusaba al Presidente de violar constantemente la constitución. Mucha gente interpretó estas declaraciones como un evidente llamado a las FF.AA. para que reaccionaran, aunque algunos redactores del documento lo han negado. Lo cierto es que Toribio Merino, comandante en jefe de Marina envió documentos al resto de los comandantes en jefe de las fuerzas restantes, informándoles que el día 11 de Septiembre del presente año (1973) se tomarían cartas en el asunto, y pidiéndoles a sus colegas que se sumaran a la acción. Gustavo Leigh, comandante en jefe de la Fuerza Aérea firmó de inmediato. Sin embargo, Pinochet dudó. De todas maneras firmó con un “el ejército cumplirá con su deber” 1 . Esta ambigüedad de su respuesta le da la razón a aquellos que dicen que, en realidad, el Pronunciamiento Militar fue organizado por Sergio Arellano Stark.

El día del Pronunciamiento, el Presidente Allende se enteró de los primeros movimientos de tropas en su morada de Tomás Moro.

A pesar de que sabía lo que iba a ocurrir, se dirigió a La Moneda dispuesto a pasar ahí sus últimas horas, argumentando que sólo lo sacarían de ahí muerto. Aquí se entra en una disyuntiva ¿Es correcta y leal a la patria la decisión de Allende o es sólo un acto de cobardía?.

Los partidarios del Golpe aseguran que fue un acto innecesario. Argumentan que se le ofreció en varias ocasiones un avión que lo sacaría del país, junto a su familia, rumbo al destino que él eligiese, pero que él nunca accedió. Afirman que su suicidio fue sólo un acto de vergüenza y cobardía por no saber afrontar sus propios errores y que es ridículo que se califique de “héroe” a alguien que haya acabado voluntariamente con su vida para acabar con sus penurias. Por otro lado, los seguidores de Allende afirman que fue un acto heroico, que sólo dejó en manifiesto que él era un hombre de principios claros e incorrompibles, que prefería morir antes que entregar el poder a aquellos que lo buscaban por las vías contrarias a la democracia. Argumentan que al Presidente, en medio del Golpe o pronunciamiento, le ofrecieron un vehículo para que saliera a parlamentar con la Junta de Gobierno, pero Allende se negó argumentando: “Los Presidentes atienden en La Moneda. Si ellos quieren parlamentar, yo estaré feliz de recibirlos aquí”. 2

El bombardeo a La Moneda estaba programado para las once de la mañana, pero se efectuó a las doce del día. Los aviones “Hunter” que habían despegado desde

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1 -: “www.latercera.cl

2-: “Todos quieren la revolución” Fontaine, A.

Concepción, sobrevolaron el Palacio de Gobierno dejaron caer sus bombas, dejando el máximo símbolo de la democracia en llamas.

Allende se quedó dentro de él junto a sus más cercanos colaboradores. Hacía algunas horas había hecho evacuar a todas las mujeres (salvo a su secretaria, “Payita”), por lo que sólo quedaban algunos funcionarios de Investigaciones y su médico (quien sería el único testigo del suicidio del Presidente).

Luego de un rato le pidió a sus hombres que se rindieran. Los hizo salir de uno en uno con una bandera blanca. Él se quedó atrás. Su doctor se dio cuenta que había olvidado su maletín, por lo que se devolvió a buscarlo. Fue en ese minuto cuando vio al Presidente sentado en un sillón, al instante en que su dedo tiraba del gatillo y el arma que le había regalado Fidel Castro le volaba la cavidad craneana.

Los hombres del Presidente que se habían rendido fueron sacados de La Moneda y tendidos boca abajo en el suelo amenazados.

Y así fue como en la fecha prevista, la historia de nuestro país cambió radicalmente de rumbo, para pasar de un gobierno - dictadura según algunos - que quería imponer el socialismo, a una dictadura - gobierno según esos mismos - que, sin embargo, logró solucionar, al menos en un principio, la crisis que agobiaba al país.

Gonzalo Vial destaca enfáticamente que el Golpe para algunos o Pronunciamiento Militar no tuvo motivaciones políticas, sino que se dio debido a la presión de la población, a una lucha histórica contra el comunismo y al peligro que las Fuerzas Armadas fueran divididas, “...fue, al fin y al cabo, la respuesta a las peticiones que la gente no se cansaba de pedir...” 3

Una vez superado en parte el caos que se ocasionó después del Pronunciamiento, los protagonistas del pronunciamiento se dieron cuenta que era imperante establecer algo semejante a un gobierno, que se viera como una figura de

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3 -: “Todos quieren la revolución” Fontaine, A.

autoridad. Por eso, establecieron una junta, compuesta por Augusto Pinochet, Comandante en Jefe del Ejército; Gustavo Leigh, Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea; Toribio Merino, Comandante en Jefe de la Armada de Chile y el director de Carabineros, César Mendoza, el cual había asumido ese cargo el mismo día del golpe. Dado que ninguno de los cuatro integrantes de esta junta llevaba tiempo en el cargo, se acordó que se rotarían la presidencia de la junta cada mes, y el orden sería según la antigüedad de la institución que representaban, por lo tanto fue Pinochet el primero en ocupar el puesto, convirtiéndose en el mandatario con más años en el poder (17 años).

El nuevo gobierno tenía un objetivo muy claro, el de reordenar constitucionalmente el país. Superar la crisis económica era también una prioridad - la inflación había alcanzado un 1.000% o un 400% dependiendo del punto de vista político por donde se la mire - y ahí entró un nuevo protagonista a la historia, o, mejor dicho protagonistas: los “Chicago Boys”, un grupo de economistas, principalmente de la Universidad Católica, los cuales habían realizado post-grados en la Universidad de Chicago, he ahí el nombre que se les dio. Éstos vieron en el nuevo régimen la gran oportunidad de instaurar como modelo económico un proyecto que venían planeando hace ya bastante tiempo. Proponían establecer una economía de libre mercado, destacando, por ejemplo, la importancia de la propiedad y la inversión privada. Este nuevo modelo, tan opuesto al anterior tuvo progresos lentos y reacciones inmediatas bastante contradictorias. Por un lado, los empresarios alabaron las nuevas medidas. Pero era un sistema donde el más débil debía sacrificarse, y por eso muchas empresas sin la suficiente fuerza quebraron, aumentando considerablemente la cesantía. Recién en 1976 la economía empezó a repuntar, hasta que llegó a hablarse del “milagro económico”. Pero ese milagro arrastraba críticas de variados sectores, incluida la mismísima Iglesia Católica.

Sin duda no todo era color rosa. En su afán por eliminar cualquier resquicio de oposición, el gobierno militar comenzó una verdadera cruzada. Se persiguió sin tregua a los miembros del Partido Comunista y, en especial, a los del MIR. Se prohibieron algunos partidos políticos y otros fueron puestos en receso. Los opositores al régimen consideraban esto una aberración a los derechos humanos y civiles; los partidarios, una medida necesaria para establecer el orden y se adoptaron medidas disciplinarias como los toques de queda para mantener el orden en las calles.

Pero este tipo de acciones represivas no fueron nada en comparación con otras que tiñeron los años del régimen, como la tortura y asesinato de muchos detractores de los militares. La caza fue brutal, muchos fueron fusilados y otros, sencillamente desaparecidos. Las cifras siempre serán irregulares, los partidarios de izquierda dirán que son unos cuántos cientos de miles más que los que la derecha asume. Cabe preguntarse hasta qué punto eran “necesarios”- como los han calificado algunos integrantes del gobierno militar - el sacrificio de esas vidas humanas. La prensa, ferozmente censurada, en especial la de izquierda que, simplemente tuvo que cerrarse, fue testigo de los abusos del nuevo régimen. Se recurrió a mandar el exilio a todos aquellos que se consideraban molestos para el régimen. A mediados de 1978, tan sólo los exiliados en Europa Occidental sumaban casi 30.000 chilenos. De esta forma se le negó el ingreso a su patria a miles de familias, por el hecho de haber estado en contra- o no ser simpatizante- de dicho Gobierno. La policía secreta, más conocida como DINA, creada por el propio Pinochet, se convirtió en el organismo más temido por los antiguos adeptos de Allende o los actuales detractores de Pinochet. Después del asesinato de Orlando Letelier, el cual causó especial impacto entre la sociedad chilena y mundial, la DINA fue disuelta por la firme oposición que pusieron los organismos internacionales de derechos humanos y se dio paso a la CNI, una organización bastante más reducida. Esta nueva organización tenía fines menos violentos que la anterior.

La gran protectora de los derechos humanos en esta época fue la Iglesia Católica. Aquí recurrían las familias de los detenidos, por lo que ellos podían llevar un registro de cuánta gente se encontraba desaparecida.

El gran mentor de esta ayuda fue el Cardenal Raúl Silva Henríquez, quién se esforzó por ayudar a las familias y desmentir las versiones que les otorgaban los militares.

A pesar de esta ayuda, la Iglesia nunca se vio sancionada de ninguna manera. Es más, el mismo General Pinochet destituyó a un Ministro que en una ocasión habló mal de ella.

Para ese entonces, la represión había disminuido y la calma parecía volver al país, al menos para los ciudadanos comunes y corrientes.

Era evidente la necesidad de crear una nueva constitución, que fuera de acuerdo con la nueva situación del país. Para ello, se le encargó a una comisión de estudios la redacción de la misma. Incluso se realizó un plebiscito para aprobarla, y la población, contenta por el auge económico la apoyó generosamente.

En 1980, y ante las críticas que sufría el Gobierno, que señalaban que eran una dictadura autoritaria, que no había libertad de expresión y que en el país no había democracia, el General Pinochet decidió llamar a un plebiscito. Aquí quedó establecido que la mayoría de los votantes estaba a favor del régimen. Claro que muchos argumentan que esta votación no fue del todo democrática y algunos partidarios en contra del gobierno militar afirman que: “el voto no era secreto, que el ambiente estaba plagado de amenazas” 4 El punto es que así Pinochet pudo probar que, democráticamente, no era tan injusto que permaneciera en el poder.

Pero como ya hemos visto en todos los períodos de la historia de nuestro país, no todo podía durar para siempre. En 1982 se vino encima una gran crisis económica, la cual desbalanceó todo el sistema. La oposición logró un par de años después organizarse de tal manera que, la Democracia Cristiana, un partido que prefería estar sólo en la contienda política, aceptó aliarse con la facción del Partido Socialista formando así la Concertación, la cual, en una campaña

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4 -: www.Icarito.cl

espectacular, logró que el Presidente que rompió el récord de mayor tiempo en el gobierno cediera a hacer un plebiscito que terminó por determinar que la gente ya quería un cambio en el poder. Así en 1989, Gral. Don Augusto Pinochet devuelve el mando a la Democracia en manos de Patricio Aylwin, el cual años antes había firmado el documento donde decía que el Presidente Allende violaba la Constitución.

Es así como quise mostrar las dos caras: dos versiones, que en ocasiones se oponen y en otras se complementan. Quise compilar en una los aspectos más positivos y negativos de cada una, para así intentar obtener una visión lo más objetiva posible.

Creo que la mejor forma para terminar con los conflictos y los rencores de esta época es informarse; conocer el lado bueno y el malo de aquella versión que es contraria a la de uno. Sólo de esa forma podemos tener una visión global de lo ocurrido, entender los motivos y las necesidades, para poder así perdonar y no condenar. Eso es lo que se ha hecho estos últimos años: condenar. No creo que sea correcto. Todos aspiramos a la reconciliación de nuestro país y para ello debemos dejar atrás los rencores.

BIBLIOGRAFÍA

  • Historia de Chile 1808 - 1994”; Collier, S.

Capítulo 13: los años de Pinochet.

  • Análisis Crítico del Régimen Militar; Vial, G.

Colección Universidad Finis Terrae.

  • “Todos Querían la Revolución”; Fontaine, A.

Editorial Zig - Zag.

  • “www.icarito.cl”

  • “www.latercera.cl”

Ensayo de Historia:

Las dos caras de la moneda

¿ Golpe o Pronunciamiento?

Golpe militar en Chile

NOMBRE: MATÍAS CRISTÓBAL ARAYA DUQUE

COLEGIO: TREWHELA'S ENGLISH SCHOOL

CURSO: IV 1/2 A

PROFESORA: PATRICIO CORTES.

RAMO: HISTORIA N° DE CARACTERES: 19.824

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Enviado por:Matias Araya Duque
Idioma: castellano
País: Chile

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