Filosofía y Ciencia


Ética para Amador; Fernando Savater


Ética para Amador

Hay ciencias que se estudian por propio interés de saber cosas nuevas, otras, para aprender una destreza que permita hacer o utilizar algo y la mayoría, para obtener un puesto de trabajo y ganarse con él la vida.

Ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad, pero hay cosas que se han de saber porque en ello nos va la vida. Entre todos los saberes posibles existe uno imprescindible:

  • El de que ciertas cosas nos convienen y otras no. Ciertas cosas nos convienen y lo llamamos bueno porque nos gustan y nos sientan bien; otras nos sientan muy mal y lo llamamos malo. Distinguir entre bueno y malo es un conocimiento que todos intentamos adquirir por la cuenta que nos trae.

Saber vivir no resulta tan fácil como parece porque hay diversos criterios opuestos respecto a lo que debemos hacer, y ahí es donde interviene ese saber fundamental sobre lo que nos conviene y lo que no, ya que podemos elegir entre vivir para los demás o lograr que los demás vivan para nosotros, vivir para ganar dinero o vivir para ser feliz...

Nosotros somos libres para hacer lo que queramos, para elegir nuestro tipo de vida, para decir sí o no, quiero o no quiero... Nunca tenemos un solo camino para elegir sino varios. Pero ser libres para intentar una cosa no quiere decir lograrlo, no es lo mismo libertad que omnipotencia. Mucha gente que dice no tener libertad en el fondo piensa que como no son libres no tienen la culpa de nada que les ocurra, es decir, al no considerarse libres, piensan que pueden culpar a otros de lo que les ocurre.

En resumen: los hombres podemos elegir e inventar en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente.

A ese saber vivir, o arte de vivir, es a lo que llamamos “ETICA”.

Solemos hacer las cosas porque nos las mandan, (los padres cuando se es joven y los superiores o las leyes cuándo se es adulto) porque se acostumbra a hacerlas así, porque son un medio para conseguir lo que queremos o sencillamente porque queremos hacerlo así. Pero resulta que en ocasiones importantes o cuándo nos tomamos lo que vamos a hacer verdaderamente en serio, todas estas motivaciones nos saben a poco.

En algunos casos ni ordenes ni costumbres bastan y no son caprichos, con esto Savater quiere decir que una acción no es buena solo por ser una orden, una costumbre o un capricho. Nadie puede ser libre en mi lugar, es decir: nadie puede dispensarme de elegir y de buscar por mí mismo lo que me es conveniente o “bueno”.

La “moral” o “ética” es el aprendizaje de cómo emplear bien la libertad que tenemos. Moral y ética desde un punto de vista técnico, no tienen el mismo significado:

  • MORAL: es el conjunto de comportamientos y normas que solemos aceptar como válidas.

  • ÉTICA: es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras morales que tienen otras personas.

No resulta fácil decir cuando un ser humano es bueno o malo, porque no sabemos para que sirven los seres humanos. Por ejemplo, a diferencia de una persona, un coche sabemos, perfectamente, para que sirve, para transportarnos. Es bueno cuándo es cómodo, rápido, seguro... y es malo cuando es inseguro, lento...

Cuándo se considera a los seres humanos en general la cosa no está tan clara, porque no hay un único reglamento para ser buen hombre, se puede ser buena persona de muchas maneras. Por ello has de hacer lo que quieras, haz lo que te parezca correcto.

¿Qué pretende el autor poniendo un “haz lo que quieras” como lema fundamental de la ética?, Pues que hay que dejarse de ordenes y costumbres, de premios y de castigos, en una palabra de cuanto quiere dirigirte desde fuera, y que tienes que plantearte todo este asunto desde ti mismo, desde el fuero interno de tu voluntad.

Un filosofo francés de nuestro siglo, Jean - Paul Sartre, dijo la siguiente gran verdad: “estamos condenados a la libertad”. Con esto quería decir que siempre, hagamos lo que hagamos, vamos ha usar nuestra libertad. Por ejemplo si decides entregarte como esclavo a tal o cual tirano y jurar que le obedecerás, pues lo harás por que quieres, en uso de tu libertad.

La humanización es lo que nos convierte en hombres y mujeres, en lo que queremos ser. La humanización es un proceso reciproco, es decir, para que los demás puedan hacerme humano, tengo yo que hacerles humanos a ellos.

Según Savater, la única obligación que tenemos en esta vida es no ser ingenuos. Hay ingenuos de varios tipos:

  • El que cree que no quiere nada, el que dice que todo le da igual, el que vive en una siesta permanente.

  • El que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y lo contrario de lo que se le presenta: marcharse y quedarse, estar de pie y a la vez sentado...

  • El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo, todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria.

  • El que sabe lo que quiere y, más o menos, sabe por qué lo quiere, aunque lo quiere flojito, con miedo o con poca fuerza.

  • El que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro.

  • Los ingenuos de los que habla suelen acabar bastante mal, suelen fastidiarse a sí mismos y nunca logran vivir bien, en paz consigo mismo.

    Lo contrario de ser moralmente un ingenuo es tener conciencia. La conciencia consiste fundamentalmente en los siguientes rasgos:

  • Saber que no todo da igual porque queremos realmente vivir y además vivir bien, humanamente bien.

  • Estar dispuestos a fijarnos en si lo que hacemos corresponde a lo que de veras queremos o no.

  • A base de práctica, ir desarrollando el buen gusto moral, de tal modo que haya ciertas cosas que nos repugne espontáneamente hacer.

  • Renunciar a buscar coartadas que disimulen que somos libres y por lo tanto razonablemente responsables de las consecuencias de nuestros actos.

  • En realidad hacemos todo esto por una especie de egoísmo y, aunque este suele tener mala prensa, en este caso es un egoísmo limpio, es decir, nosotros queremos vivir bien y, para que esto ocurra, intentamos que los demás también vivan bien.

    Hemos de tomarnos la libertad en serio, nosotros, y solo nosotros, somos responsables de nuestros actos. Por ejemplo, si tienes una piedra en la mano y decides tirarla a lo lejos, no puedes hacer que vuelva para tenerla en la mano de nuevo. Éste ejemplo tiene unas consecuencias sin importancia, pero en otros casos las consecuencias pueden ser mayores, y si estas son muy malas nos producen los conocidos remordimientos los cuales hacen que lamentemos haber obrado mal, y aunque sepas que nadie te lo va a reprochar, te sientes mal ya que esa acción al que más daño le hace es a ti mismo. Los remordimientos vienen de nuestra libertad, si no fuésemos libres, no podríamos sentirnos culpables, ni orgullosos de nada y evitaríamos, los anteriormente citados, Remordimientos.

    Nuestra sociedad está llena de injusticias, muestra de ello son las discriminaciones que se hacen a toda persona diferente a uno mismo, ya sean raciales, económicas o religiosas. Marco Aurelio, emperador de Roma y gran filósofo, solía decir:

    “Al levantarte hoy, piensa que a lo largo del día te encontraras con algún mentiroso, con algún ladrón, con algún adúltero, con algún asesino. Pero recuerda que has de tratarlos como hombres, porque son tan humanos como tú y por tanto te resultan tan imprescindibles como la mandíbula inferior lo es para la superior.”

    Tratar a las personas humanamente consiste en que intentes ponerte en su lugar. Gran parte del arte de ponerse en el lugar del prójimo tiene que ver con eso que desde muy antiguo se llama justicia. Con esto no se refiere únicamente a la justicia como institución publica, también se refiere a la justicia como virtud, o sea: a la habilidad y el esfuerzo que debemos hacer cada uno por entender lo que nuestros semejantes pueden esperar de nosotros. Lo mismo que nadie puede ser libre por nosotros, también es cierto que nadie puede ser justo por ti si tu no te das cuenta de que debes serlo para vivir bien.

    Existen fanatismos de pertenencia especialmente odiosos, porque instauran jerarquías entre seres humanos o quieren hacer vivir a los hombres separados unos de otros, como si no perteneciéramos a la misma especie. El racismo es sin duda la peor de estas abominaciones colectivas. Determinar que una persona deba tener tales o cuales rasgos de carácter, morales o intelectuales. Todo hombre tiene derecho a ser tratado igualitariamente. Lo más siniestro del racismo es que no permite ninguna reconciliación con el “otro”, con el “diferente”: en efecto, uno puede educarse mejor, cambiar sus costumbres, sus ideas, su religión... pero nadie puede modificar su patrimonio genético. Por eso las contiendas ideológicas o religiosas pueden arreglarse alguna vez, mientras no hay reconciliación posible para el estúpido odio racial. La pobreza, la religión y la raza son las discriminaciones más comunes en nuestra sociedad.

    En la mayoría de los casos la gente no es racista, sino xenófoba: detesta a los extranjeros, a los diferentes, a los que hablan otra lengua o se comportan de manera distinta. Los detestan porque se sienten incómodos ante ellos. Los extranjeros que más nos molestan, a los que consideramos inferiores, peligrosos, etc., son también los más pobres; en cambio, los turistas que llegan con buen dinero en los bolsillos son aceptados sin racismo ni xenofobia y hasta son rodeados de cierta y envidiosa admiración. Los xenófobos siempre dicen que ellos no tienen nada contra los otros pero deben reconocer que padecen tales o cuales defectos, objetivamente considerados. Se inventan así las habituales calumnias sobre los grupos humanos: los judíos son usureros pero muy astutos, los negros y los andaluces son perezosos, los Arabes traicioneros, los norteamericanos infantiles, etc. Un poco más cautelosa en sus expresiones que el racismo puro y duro, a lo nazi, la xenofobia no predica el exterminio de los extraños ni su inferioridad, lo único que quieren es que se vallan a su país.

    Cuando la gente habla de moral y sobretodo de inmoralidad el 80% de las veces el sermón trata de algo relacionado con el sexo. Tantas que algunos creen que la moral se dedica a juzgar lo que la gente hace con sus genitales. En el sexo no hay nada más inmoral que en la comida o en el dormir; claro que alguien puede portarse inmoralmente en el sexo (utilizándolo para hacer daño a otra persona, por ejemplo). Pero lo que hace disfrutar a 2 y no daña a ninguno no hace nada malo. El que de veras está malo es quien cree que hay algo de malo en disfrutar. No solo tenemos un cuerpo, sino que somos un cuerpo, sin cuya satisfacción y bienestar no hay vida buena que valga. El que se avergüenza de las capacidades gozosas de su cuerpo es tan bobo como el que se avergüenza de haberse aprendido la tabla de multiplicar.

    Una de las funciones más importantes del sexo es la procreación, pero la experiencia sexual no puede limitarse simplemente a la función procreadora, también a de servirnos para conocernos mejor y para fortalecer la confianza y amor en la pareja.

    Lo que se agazapa en toda esa obsesión sobre la inmoralidad sexual no es ni más ni menos que uno de los más viejos temores sociales del hombre: el miedo al placer.

    El placer nos distrae a veces más de la cuenta, cosa que puede resultarnos fatal. Por eso los placeres se han visto siempre acosados por tabúes y restricciones, cuidadosamente racionados, permitidos solo en algunas fechas, etc.: se trata de precauciones sociales para que nadie se distraiga demasiado del, peligro de vivir.

    A los calumniadores profesionales del placer se les llama puritanos. El puritano es el que asegura que la señal de que algo es bueno consiste en que no nos gusta hacerlo, el que sostiene que tiene más mérito sufrir que gozar, y lo peor de todo: el puritano cree que cuando uno vive bien tiene que pasarlo mal y que cuando uno lo pasa mal es porque está viviendo bien. Por supuesto, los puritanos se consideran la gente más moral del mundo y además guardianes de la moralidad de sus vecinos. Según Savater los puritanos más que tener una actitud moral, tienen una vida de sufrimiento y represión.

    Mucha gente se pregunta cuál es la mayor gratificación que puede darnos algo en la vida, lo máximo que podemos obtener de la vida, sea de lo que sea, es alegría. Todo cuanto lleva la alegría tiene justificación y todo lo que nos aleja de la alegría sin remedio es un camino equivocado. La alegría es un sí espontáneo a la vida que nos brota de dentro, un si a lo que somos, o mejor, a lo que sentimos ser. Quien tiene alegría ya ha recibido el premio máximo y no hecha de menos nada.

    El placer es estupendo y deseable cuando sabemos ponerlo a servicio de la alegría, pero no cuando la enturbia o la compromete. Al arte de poner el placer al servicio de la alegría, es decir, a la virtud que sabe no ir a caer del gusto en el disgusto, se le suele llamar desde tiempos antiguos templanza. Se trata de una habilidad fundamental del hombre libre pero hoy no está de moda: se la quiere sustituir por la abstinencia radical o por la prohibición policiaca.

    A quien te diga que los placeres son egoístas porque siempre hay alguien sufriendo mientras tu gozas, le respondes que es bueno ayudar al otro en lo posible a dejar de sufrir, pero que es malsano sentir remordimientos por no estar en ese momento sufriendo también o por estar disfrutando como el otro quisiera poder disfrutar.

    Por todas partes solemos oír ¡la política es una vergüenza, una inmoralidad! ¡Los políticos no tienen ética!. Y Savater se pregunta porque tienen tan mala fama los políticos, a fin de cuentas, en una democracia políticos somos todos, directamente o por representación de otros. ¿Pero entonces, de donde decimos que viene esa mala fama?.

    Para empezar, ocupan lugares especialmente visibles en la sociedad y también privilegiados. Sus defectos son más públicos que los demás; además tienen más ocasiones de incurrir en pequeños o grandes abusos que la mayoría de los ciudadanos de a pie. El hecho de ser conocidos, envidiados e incluso temidos tampoco contribuye a que sean tratados con ecuanimidad. La verdad es que creemos que los políticos tienen poderes sobrehumanos y luego no les perdonamos la decepción inevitable que nos causan.

    Lo que nos ha de preocupar ahora es si la ética y la política tienen algo que ver y cómo se relacionan. Podemos decir que se relacionan porque la ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; el objetivo de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de manera que cada cual pueda elegir lo que quiere y le conviene. Por ello, como nadie está aislado, cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien no puede desentenderse olímpicamente de la política.

    Sin embargo, tampoco faltan las diferencias importantes entre ética y política. Para empezar, la ética se preocupa de lo que uno mismo hace con su libertad, mientras que la política intenta coordinar de la manera más provechosa para el conjunto lo que muchos hacen con sus libertades. En la ética lo importante es querer bien, porque no se trata más que de lo que cada cual hace porque quiere. Para la política, en cambio, lo que cuentan son los resultados de las acciones, se hagan por lo que se hagan, y el político intentará presionar con los medios a su alcance para obtener ciertos resultados y evitar otros.

    Y surge la pregunta ¿cómo será la organización política preferible?, a la cual Savater responde con los siguientes tres apartados:

    • Como todo proyecto ético parte de la libertad, sin la cual no hay vida nueva que valga, el sistema político deseable tendrá que respetar al máximo las facetas públicas de la libertad humana: la libertad de reunirse o separarse de otros, la de expresar las opiniones, la de trabajar de acuerdo con la propia vocación o interés, la de intervenir en los asuntos públicos... Por ello, un régimen político que conceda la debida importancia a la libertad insistirá también en la responsabilidad social de las acciones y omisiones de cada uno.

    • Un principio básico de la vida buena, como ya hemos visto, es tratar a las personas como personas, es decir: ser capaces de ponernos en el lugar de nuestros semejantes y relativizar nuestros intereses para armonizarlos con los suyos. Se trata de aprender a considerar los intereses del otro como si fuesen tuyos y los tuyos como si fuesen del otro. A esta virtud se la llama justicia, y no puede haber régimen político docente que no pretenda fomentar la justicia entre los miembros de la sociedad.

    • Tomarse al otro en serio, poniéndonos en su lugar, consiste no solo en respetar su dignidad sino también acompañarle en sus dolores, en sus desdichas, enfermedades... Toda comunidad política deseable tiene que garantizar dentro se lo posible la asistencia comunitaria a las personas que sufren y necesitan ayuda.

    Quien desee la vida buena para sí mismo, de acuerdo al proyecto ético, tiene también que desear que la comunidad política de los hombres se base en la libertad, justicia y asistencia.

    Estructura externa

    El libro cuenta con 163 paginas divididas en nueve capítulos:

    • I...........................................................De que va la ética

    • II.........................................................Órdenes, caprichos y costumbres

    • III........................................................Haz lo que quieras

    • IV........................................................Date la buena vida

    • V..........................................................¡Despierta, baby!

    • VI........................................................Aparece Pepito Grillo

    • VII.......................................................Ponte en su lugar

    • VIII.....................................................Tanto gusto

    • IX........................................................Elecciones generales

    Estructura interna

    Este libro según mi opinión estaría dividido en cuatro partes que he ido señalando en el argumento a través de unas líneas.

    - En esta parte se darían las definiciones básicas de lo relacionado con la ética. Podría considerarse como una introducción a la ética. Es una especie de resumen de los diferentes comportamientos éticos.

    2ª - En esta parte se nos habla del racismo y las discriminaciones en general.

    3ª - En esta parte se nos habla del sexo y los diferentes comportamientos éticos a seguir sobre este tema.

    4ª - En esta parte se nos habla sobre la política y sobre los factores que forman un buen sistema político.

    Opinión personal

    Según mi opinión, este libro es un manual de la vida, en el cual se citan situaciones o temas de diversos tipos y los comportamientos éticos a seguir sobre ellos. Su lectura se me ha hecho muy amena, me parece que más de uno debería leer este libro ya que en la actualidad la gente se olvida de la ética y se comportan como si fueran el único ser sobre el universo.

    Me a parecido, sinceramente, el libro más bueno y con más utilidad que me he leído. Se puede observar que esta dirigido a jóvenes adolescentes, ya que un filósofo normalmente no utiliza un lenguaje tan claro y sencillo como para comprenderlo tan fácilmente. Yo creo que la función de este libro es mejorar las futuras sociedades de seres humanos.

    Tema

    Este libro da una serie de pautas a seguir para llevar una vida buena. Pienso que esta dirigido a la juventud ya que este libro fue escrito por Savater para su hijo Amador, es decir, lo escribió para que la juventud -incluido su hijo- entienda mejor la filosofía de la vida.




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    Enviado por:Iñigo Biosca
    Idioma: castellano
    País: España

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