Geografía


Emigración en Extremadura


INTRODUCCIÓN

En un territorio de unos 40.000 km2 viven actualmente algo más de 1 millón de personas. Esto arroja una relación de unos 25 habitantes por km2.

La relación población territorio no es hoy la misma que en el pasado ni igual en todas las áreas de la región.

La población no es nunca la misma ni en el espacio ni en el tiempo. Las gentes, de forma continua, nacen y mueren, emigran e inmigran, aprenden y olvida, progresan y fracasan.

Cualquier cambio en el flujo en un flujo demográfico (nacimientos, defunciones, migraciones) incide en los demás y en la estructura de la población, y ésta, a su vez, predetermina en buena parte la entidad de los flujos.

Las migraciones, algo normal en todos los lugares y épocas, representan un papel de gran magnitud en la estructura y dinámica de las poblaciones, en especial en las sociales. En las poblaciones de gran dimensión, el impacto migratorio suele ser poco perceptible, pues la máxima intensidad migratoria suele darse dentro de marcos más restringidos.

La fragilidad de la estructura económica de Extremadura ha contribuido históricamente a crear un espacio caracterizado por su poco peso poblacional y la debilidad de sus estructuras demográficas, lo que ha traducido en determinadas etapas del siglo XX, en la emigración de buena parte de sus efectivos.

Para entender la realidad demográfica del territorio extremeño, hay que tener como referencia el año 1960. Esta fecha marca un antes y un después. Los primeros sesenta años supusieron un incremento de la población, con una tendencia en la evolución claramente regular y constante. A partir de los sesenta hasta el setenta y cinco, acontece el mayor periodo de crisis del siglo para la población extremeña.

El proceso migratorio en Extremadura demostró la debilidad de la estructura económica de la región, por esa pérdida de hombre y mujeres jóvenes en edad de procrear.

Los problemas comenzaron a surgir sobre esa estructura social que debía adaptarse a una nueva forma de economía. La crisis en el sector agrario, el raquitismo de la industria y los servicios, las limitaciones físicas, las dificultades de comercialización agraria y la creciente presión demográfica, todos estos fueron una suma de causas que coincidieron con el desarrollo de otros espacios regionales. Esta situación coincidente se convirtió pronto en el desencadenante del éxodo que marcaría a partir de entonces a la sociedad extremeña.

1.1 Evolución de la población en el siglo XIX y XX.

La población extremeña durante el siglo XIX permaneció estancada, estando condicionada por altas tasas de natalidad contrarrestadas con altas tasas de mortalidad (mortalidad provocada por epidemias de cólera, gripe, problemas digestivos por mala alimentación, ausencia de sanidad e higiene). Estas tasas de mortalidad arrastraban a la población más débil, niños, pero que se generalizaba en periodos de escasez y crisis, provocadas ambas por las sequías y las malas cosechas. Perduran las crisis de subsistencia, en la medida que se mantiene la agricultura como principal fuente de riqueza. El precio de los alimentos aumenta, las condiciones en las que se desarrolla la agricultura no son las más saludables.

La entrada en el siglo XX supone un cambio importante en las pautas demográficas de la región. De tal manera que se produce un descenso de las tasas de fecundidad conforme va pasando el siglo y la mortalidad se acelera en periodos críticos como en la gripe de 1918 y en los años de la Guerra Civil. Además, la contienda provoca la detención de la emigración tanto a Europa, por la guerra, como a América, por la ofensiva en el mar. No obstante, aumentó la emigración interior (1930), primero a las ciudades y luego a las regiones industrializadas, como Cataluña, la región más favorecida por la guerra, el País Vasco o Asturias.

Las autoridades franquistas, con su política autárquica, impidieron la emigración de España, pero tras el Plan de Estabilización de 1959 se vuelve a autorizar. Cuando se permite la emigración de una España pobre y atrasada, la partida a Europa se hace masiva, sobre todo a Francia, Suiza y Alemania. Los trabajadores que emigran son, en general, campesinos sin tierra con escasa cualificación.

Además, se produce un auténtico éxodo del campo a la ciudad. Con este éxodo rural la sociedad española se urbaniza definitivamente, y se asimila a cualquier otro país desarrollado. Este éxodo es la continuación del que había comenzado en la República, y que se había detenido durante la guerra y la posguerra. La corriente migratoria, primero se dirige del campo a la capital de la provincia o extraprovincial, luego a las regiones industrializadas.

La corriente migratoria es menor a partir de 1967 y se detiene a partir de la crisis de 1973. La crisis que se produce en ese año no sólo detiene la corriente migratoria, sino que provoca un proceso de retorno. Entramos en crisis y el paro aumenta.

    En esta segunda mitad de siglo las características demográficas son las siguientes: La mortalidad se reduce, en 1963 se generaliza la sanidad pública y se crea la Seguridad Social, y tras la posguerra desaparecen definitivamente las crisis de subsistencia. Pero los éxitos más notables se consiguen en la reducción de la mortalidad infantil que, aun siendo alta, a principios de los 70 baja.  También se reduce la fecundidad, a pesar de las políticas natalistas del régimen de Franco. Las tasas de fecundidad mantienen la tendencia a la baja, porque la emigración afecta a la población masculina joven en edad fértil, lo que llevaría en pocos años a un envejecimiento de la población.

A partir de 1980, la evolución de la población va a estar condicionada por los acontecimientos citados. La natalidad continua su descenso, y ello es causa de ese cambio de mentalidad (los niños son una carga que supone unos gastos elevados), por la incorporación de la mujer al mercado laboral, la sociedad de consumo, tener un hijo se equipara a tener menos bienes, la generalización de los métodos anticonceptivos, el retraso que se produce a la hora de contraer matrimonio.

Por tanto, la población extremeña comienza a estar en el progresivo envejecimiento a causa de la pérdida de población joven en edad fértil, como consecuencia de la emigración de los años 60 y 70, y por el regreso de los jubilados en busca de paisajes tranquilos y naturaleza.

MOVIMIENTOS MIGRATORIOS DE LA POBLACIÓN

Los movimientos migratorios han sido seculares en Extremadura, aunque de forma moderada a lo largo de la primera mitad del siglo. El ritmo de pérdidas se vio intensificando a lo largo de la década de los cincuenta, para dispararse en la década de los sesenta, disminuir en la de los setenta y ser positiva en los ochenta.

A partir de los años sesenta, la emigración adquirió un carácter masivo por lo que las consecuencias en los lugares de origen eran desastrosas.

En nuestra región la década de los sesenta no presentó un desarrollo de su industria, sino más bien la pérdida de su capital humano, su recurso más importante, lo que supuso el despoblamiento de muchos de sus municipios, ya que la desesperada situación socioeconómica actúa como efectivo factor de expulsión de la población extremeña que se sentía atraída por las mejores condiciones de vida que ofrecían otras regiones españolas.

Fuente: PÉREZ DÍAZ, A. / BARRIENTOS ALFAGEME, G. (2005). “Emigrantes Retornados e inmigrantes: Extremadura ante el siglo XXI”. Badajoz.

Las migraciones interiores, ya sea estacional o temporal y definitiva o de larga duración, han tenido una relativa importancia a lo largo de la década de los 60. El éxodo rural es un proceso de abandono masivo del campo y está estrechamente relacionado con la revolución industrial que se produjo en aquellos años.

Por otra parte, durante estos años el proceso migratorio manifestó un claro comportamiento selectivo, estando protagonizado, en su mayoría, por varones adultos-jóvenes (personas a la búsqueda de su primer empleo, jóvenes no cualificados o pequeños propietarios), casados o solteros, sobre todo.

La situación varió entre el inicio de los años sesenta y mediados de los setenta. En tal periodo, la emigración posee un volumen mayor de población desplazada a diferencia de lo ocurrido en las primeras décadas del XX. La región extremeña tardará en librarse de las secuelas de este éxodo más intenso y generalizado. Ni siquiera los cambios estructurales que ha experimentado en los últimos años de movilidad de los extremeños han logrado erradicar sus efectos.

2.1 Causas desencadenantes del proceso migratorio de los años 60.

La emigración del campo a la ciudad no es un fenómeno exclusivamente contemporáneo, siempre ha tenido lugar, en mayor o menor medida, pero en la España del desarrollismo alcanzó cifras espectaculares, más de 300.000 personas al año.

Estos movimientos de población se explican por la situación económica que imperaba en el campo, y la necesidad del país de crear una industria y por lo tanto un proletariado industrial desvinculado del campo. Las labores del campo en los años 40 y 50 tenían un carácter temporal, y sus rendimientos eran muy bajos. Ello encubría situaciones de paro y trabajo estacional, ya que había gran número de jornaleros que sólo encontraba trabajo en las épocas agrícolamente activas: siembra y recogida, principalmente. Las situaciones de minifundio y latifundio agravaban el panorama laboral. Tras el Plan de Estabilización (1959) y el desarrollo de la concentración parcelaria las necesidades de mano de obra jornalera disminuyeron, y la falta de salida laboral impulsó a muchos de ellos a la emigración. La mecanización del campo fue definitiva, lo que contribuyó a que la emigración del campo también lo fuese. Todo ello ligado a la repulsión del lugar donde se vive, originado por el paro, los bajos niveles salariales, la imposibilidad de acceder a la cultura, la monotonía, falta de alicientes del modo de vida, la desigual distribución de la tierra… así como por la ausencia de una política eficaz para las actividades agrarias y ganaderas, el empleo y la población.

Pero habría que considerar que las razones explicativas de esa emigración que tan intensamente ha padecido Extremadura entre los años 60 y 70 responde a imperativos económicos, es decir, el excesivo peso económico del sector agrario y en contrapartida, el enanismo de la industria y la insignificante capacidad productiva de los servicios. En esos años se produciría un gran achaque a la economía regional.

Fuente: INE

El sector agrario extremeño ocupa al más del 70 por 100 de la población activa, es decir, más de la mitad de la población extremeña mantenía una clara dependencia respecto a las actividades agrarias. Por el contrario, el sector industrial y de servicios no estaban tan desarrollados como en otras regiones españolas.

El deseo de tierra se agudizaba en los pequeños propietarios, arrendatarios y agricultores, y el carácter extensivo de las grandes explotaciones no permitía generar nuevos puestos de trabajo. El paro y el subempleo crecían al tiempo que se dividían las aspiraciones de mejora salarial de los trabajadores.

A finales de los 50, se dieron los primeros síntomas de hendimiento de la economía agraria tradicional. Indicios que se agravaron con el éxodo. Se introdujeron unas transformaciones en los sistemas de producción agropecuarios que sin más reparo fueron el fruto de las repercusiones socioeconómicas de la emigración del campo a la ciudad.

2.2 Éxodo rural. 1960-1975.

Nuestro país hasta mediados del siglo XX es considerado como un país eminentemente agrícola y ganadero, con un aislamiento político y económico que le llevaba a realizar esfuerzos para garantizar el autoabastecimiento alimentario.

A partir de los años 60 entra en una etapa de desarrollismo industrial; se reanudaron las relaciones con el exterior (Alemania, Italia); la población española comienza a conocer el aumento de sus rentas y el bienestar social.

Pero claro no todo era optimismo, ya que se disimularon desastres territoriales. Por ejemplo el desastre de la desigualdad espacial que ha caracterizado al proceso de industrialización nacional.

En Extremadura, en esta década, se registró la pérdida de sus recursos humanos. Esto llevaba consigo el despoblamiento de muchos de sus municipios y el rápido envejecimiento demográfico, pasando de un 25,7% en 1960 a 40,4% en 1970, lo que provocó una disminución de la natalidad y un aumente de la mortalidad.

La desesperada situación socioeconómica que padecía la región fue un factor de repulsa, a su vez se sentían atraídos por un modo de vida más confortable y grato, basado en la necesidad de mano de obra para una aceleración del desarrollo urbano.

Los destinos de los emigrantes fueron, prioritariamente las periferias metropolitanas de las áreas industrializadas (Madrid, Barcelona, Bilbao o Valencia). Importantes colonias se instalan alrededor de los nudos de comunicación, como sucedió en la aglomeración madrileña. Pronto se concentraron en barrios dormitorios como Móstoles, Alcorcón, San Boi de Llobregat, Sabadell, Baracaldo, Avilés… donde el proceso de integración era posible.

Fuente: BARBANCHO, A. G. (1975). “Las migraciones interiores españolas en 1961-70”.

En este decenio, hubo una polarización muy concentrada de las corrientes migratorias hacia pocas áreas del país. Las grandes áreas de atracción (Madrid, Cataluña, País Vasco y Levante) recogen por sí solas más del 80% de todos los emigrantes extremeños. Existen otras zonas con atractivo para los emigrantes, entre ellas las regiones cantábricas y Andalucía occidental.

Es difícil evaluar la cantidad real de emigrantes que salieron durante estos años fuera de Extremadura. Pero el cálculo de los saldos migratorios permite comprobar la existencia de una clara diferenciación de la emigración producida entre comienzos de siglo y los años 60-70.

Fuente: INE.

Toda la región destacó como emigrante en la década 1951-60, pero esta situación se agrava en la de 1961-70. La provincia de Badajoz es la que registra el mayor saldo migratorio. Pero además, el mayor número de emigrantes se produce en la provincia donde se ha ejercido una fuerte acción a través del conocido Plan Badajoz.

Desde finales de la década de los años 50, la emigración se hizo masiva y no tan selectiva (varones jóvenes y solteros), se convirtió en un fenómeno general para el conjunto de la población adulta-joven.

Las áreas inmigratorias reforzaron sus recursos productivos y reproductivos mientras que en poblaciones emigratorias sucedió justamente lo contrario. De este modo, las estructuras de población sufrieron cambios a veces espectaculares y de gran trascendencia futura a escala regional. Aunque las migraciones significativas se acabaron en la década de los años 70, sus efectos perduraron y perduran décadas posteriores.

Fuente: PÉREZ DÍAZ, A. / BARRIENTOS ALFAGEME, G. (2005). “Emigrantes Retornados e inmigrantes: Extremadura ante el siglo XXI”. Badajoz.

Como hemos comentado anteriormente, el grupo de población emigrante con mayor porcentaje es el de los varones y con edades comprendidas entre los 25 y 60 años de edad y casados, es decir los cabezas de familia.

El objetivo de este grupo era marcharse a las ciudades industriales y de servicios, permanecer allí el tiempo necesario que les permitiera ganar el máximo capital posible para enviárselos a los suyos.

En muchas ocasiones, se marchaba primero el cabeza de familia y tiempo después la familia e incluso tenían allí sus hijos, en el lugar de destino. Estos hijos, ocasionalmente, no solían volver a los lugares de origen, sino se quedaban en la ciudad donde habían nacido.

Fuente: PÉREZ DÍAZ, A. / BARRIENTOS ALFAGEME, G. (2005). “Emigrantes Retornados e inmigrantes: Extremadura ante el siglo XXI”. Badajoz.

Fuente: PÉREZ DÍAZ, A. / BARRIENTOS ALFAGEME, G. (2005). “Emigrantes Retornados e inmigrantes: Extremadura ante el siglo XXI”. Badajoz.

En cuanto a la estructura profesional de la población emigrada, este proceso migratorio afecto a todas las categorías profesionales, a los cualificados y a los no cualificados. Aunque afectó principalmente a los jornalero agrícolas y obreros sin cualificar, que protagonizaron más de la mitad de las salidas de este periodo. Los obreros cualificados, técnicos y funcionarios también se vieron obligados a emigrar, siempre representaron un menor porcentaje con respecto a los no cualificados.

Los sectores que eran ocupados en los lugares de destino por los extremeños emigrantes eran la industria, la construcción y en menor porcentaje, los servicios.

Respecto al origen de los emigrantes extremeños, decir que aunque todas las comarcas poseían un saldo migratorio negativo, las que se vieron más afectadas eran las regiones serranas (minifundio), y en menor proporción las regiones con mejor calidad de suelo para la explotación agrícola y ganadera.

Los emigrantes en estas décadas no dejaban de moverse en masa y los cuales fueron los causantes de un crecimiento económico en algunas áreas de España. Se estaba produciendo una transferencia masiva de las actividades del sector primario a los sectores secundarios y terciarios, que son los que constituyeron el eje del crecimiento. Esto supuso una movilidad sectorial de la población; una movilidad espacial o geográfica, debido a que las nuevas actividades no exigen el desparramarse por todo el territorio: y una movilidad, consecuencia de estas, por la que la población está pasando de rural a urbana.

La emigración provocó en nuestra región un grave estancamiento económico y social, basado en un importante descenso de la población activa, lo que da lugar al envejecimiento de la sociedad y el retroceso económico relativo, ya que las tasas de población pasiva eran muy elevadas. El sector de la agricultura fue el que más se transformó a consecuencia del éxodo, ya que muchas tierras se quedaron sin explotar, al no habar mano de obra, es por lo que la desertización será un fenómeno muy importante en nuestra región. Pero a su vez, permitió la mejora de las estructuras de las explotaciones (mecanización).

Otras consecuencias del éxodo rural fueron: la despoblación del campo y el aumento del índice de masculinidad. La despoblación provocó el abandono pueblos, y supuso la disminución de los servicios para atender a las poblaciones. El aumento del índice de masculinidad se debe a que si bien en principio la emigración era cosa de varones, el aumento de la oferta de puestos de trabajo en el sector servicios en las ciudades españolas atrajo a ingentes cantidades de mujeres desde los pueblos, dejando a estos sin el elemento femenino necesario para crear familias.

EL RETORNO DE LA POBLACIÓN

La región extremeña se ha caracterizado históricamente por ser una tierra emigrante. Entre 1950 y 1975 se dieron los años de mayor éxodo hacia otras regiones españolas como Madrid, Cataluña, País Vasco, Andalucía occidental y Valencia.

A partir de 1976 el retorno se incrementó, situando su tasa en las proximidades de la cota emigratoria. En los primeros años de la década de los 80, Extremadura cambia su tendencia, registrándose saldos positivos. Esta nueva situación migratoria se percibió en el plano espacial. La tasa de inmigración se situó por encima de la emigratoria. Con un valor del 10,7 por 1000 anual. En la provincia de Cáceres la tasa de emigración fue de 10,6 por 1000 y la de la inmigración de un 12,1 por 1000; en Badajoz se observaban valores de 6,9 por 1000 en emigración y 9,3 en inmigración.

El retorno se empieza a producir entre 1976-85, ya que el emigrante que retorna es aquel que ha sufrido la reconversión industrial o está a punto de jubilarse.

Esta alteración se produjo por una series de perturbaciones donde la economía mundial y a su vez la española se vieron afectadas: ruptura del orden monetario internacional; encarecimiento del petróleo (crisis de 1973) y de otros productos primarios; modificaciones en las técnicas de producción… Todo ello llevo a una crisis económica que provocó la destrucción de miles de puestos de trabajo. El paro se disparó a partir de esos años. Los focos industriales de atracción ya no atraían emigrantes, pero comenzaron a surgir otros focos de atracción situados en las áreas turísticas de la costa mediterránea, aunque tuvieron el mismo efecto que los industriales.

Este nuevo proceso también tuvo consecuencias positivas y negativas para nuestra región. El emigrante que retorna puede estar dentro de estos tres grupos de población: puede ser un profesional (alguien que emigró para estudiar) y vuelve para ejercer su profesión en su tierra natal, este sería un caso muy positivo. Aunque los profesionales que retornaban, desgraciadamente solían ser persona jubilada o a punto de serlo. Los retornados con edad activa aunque mayores de 50 años, cuando volvían a su lugar de origen montaban negocios tales como bares o pequeñas tiendas e invertían en tierras. El retorno de jubilados supuso una ventaja socioeconómica a la región, ya que el número de población pasiva aumentaba, con lo cual la creación de infraestructuras a personas de la tercera edad también aumentaba. Ante esto se produce una injusticia con la región, ya que los beneficios que podría haber aportado esa persona en edad activa se quedaron en la región a la que emigró.

Pero no todos llegaron a regresar, y a día de hoy sabemos que hay muchas personas que nacieron en Extremadura y que aún siguen fuera de ella.

Fuente: RODRÍGUEZ CANCHO, M. / TORRES GALLEGO, G. (2001). “Geografía de Extremadura. Ensayos ante un nuevo milenio”. Badajoz. (pág. 62-87)

En esta etapa, la situación laboral de los emigrantes extremeños se va a caracterizar por un predominio en el sector terciario, un notable cambio, ya que en un principio era la industria y la construcción los empleos típicos de lo emigrantes. La mayoría trabajaban por cuenta ajena, por dos motivos: la comodidad de cobrar periódicamente a final de mes (salario) y la falta de capital para poder montar una empresa. Los pocos que trabajaban por cuenta propia no solían tener empleados. Con las nuevas generaciones, la mujer ha comenzado a trabajar fuera de casa. El tipo de trabajo que realiza el hombre (energía, industria, transporte…) es diferente al de la mujer (limpieza, servicio doméstico, confección…), además los trabajos de las mujeres suelen estar menos remunerados. La mujer que trabaja fuera de casa tiene una edad menor a los 45 años.

La tendencia migratoria en Extremadura ha cambiado, son ya pocos los que emigran y los que lo hace son en su mayoría mujeres, pero se tiende más al retorno.

Se registraron porcentajes elevados de inmigrantes que tenían edades superiores a los 60 años, lo que permite afirma que el retorno fue protagonizado por población jubilada, principalmente.

Pero también hay que tener en cuenta que no todos querían o podían volver. Existen condiciones para volver que en muchos casos se veían irrealizables: el miedo al paro, la jubilación, equipamientos insuficientes para los hijos (sanidad, centro educativos, universidad…), un trabajo mejor y sobre todo el que sus hijos quieran volver con ellos la región. Los que solían retornar, volvían con mejores condiciones económicas que cuando partieron.

CONCLUSIÓN

La coincidencia del máximo de emigración con la época de mayor desarrollo económico en España provocó una auténtica fiebre migratoria, que ha hecho perder a Extremadura más de un tercio de su población.

Teniendo en cuenta el fenómeno de la emigración desde los años cincuenta hasta mediados de los 80 en Extremadura, observamos que en la región fue el éxodo rural (abandono de la agricultura y los núcleos rurales para irse a las ciudades y trabajar en la industria, servicios básicos y en la construcción) fue la principal característica.

El desarrollo industrial, como consecuencia, ha alterado y perjudicado a Extremadura, llevándose a miles de extremeños hacia los nuevos puestos de trabajo en lugar de crearlos en la propia Extremadura.

La marcha de la población extremeña y las pocas que retornaron tiene consecuencias graves, que hoy en día se está dejando ver en la estructura de la población de las zonas afectadas por la emigración. Consecuencias como envejecimiento demográfico y de masculinización.

Por último, la inmigración es un factor positivo para nuestra región, porque de alguna manera evita ese envejecimiento acusado y se empieza a producir desarrollo económico en las comarcas.

Migración: Cambio de residencia de un municipio a otro, al extranjero o desde el extranjero. Cuando la migración es entre municipios del territorio nacional se habla de migraciones interiores. (INE. Instituto Nacional de Estadísticas)

Barcelona, Valencia, Madrid, Bilbao, San Sebastián, Zaragoza y Alicante.

Barcelona, Madrid y País Vasco.

Los movimientos migratorios son desplazamientos de media o larga duración o incluso definitivos; determinan un cambio de actividad y se explican por un desequilibrio entre las condiciones de vida existentes en los lugares de origen y de destino. PUYOL, R. (1982). “Población y Espacio. Problemas demográficos mundiales”

RODRÍGUEZ CANCHO, M. / TORRES GALLEGO, G. (2001). “Geografía de Extremadura. Ensayos ante un nuevo milenio”. Badajoz. (pág. 62-87)

Emigración: Cambio de residencia desde un municipio perteneciente al ámbito geográfico estudiado.

PÉREZ DÍAZ, A. / BARRIENTOS ALFAGEME, G. (2005). “Emigrantes Retornados e inmigrantes: Extremadura ante el siglo XXI”. Badajoz.

BARRIENTOS ALFAGEME, G. (1990). “Geografía de Extremadura”. Badajoz. Universitas Editorial.

RODRÍGUEZ CANCHO, M. / TORRES GALLEGO, G. (2001). “Geografía de Extremadura. Ensayos ante un nuevo milenio”. Badajoz. (pág. 62-87)

La población extremeña: éxodo rural. 1960-75

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Enviado por:Caty Cano
Idioma: castellano
País: España

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