Griego


El Greco


GRECO

BIOGRAFÍA

Era un pintor griego, afincado en España.

Su verdadero nombre era Doménikos Theotokópulos, y fue llamado El Greco por su origen heleno. Comenzó a formarse como pintor en su isla natal.

Su pintura se basaba en una iconografía tradicional y bastante arcaica en sus formas y composiciones.

Estudió en Venecia, fue discípulo de Tiziano y del Tintoretto.

Se le atribuyen numerosas obras, políptico de la Pinoteca de Módena, la expulsión de los mercaderes, la curación del ciego, La anunciación y la coronación.

En 1577 se afincó en Toledo y dos años después recibió de Felipe II el encargo de pintar un Martirio de san Mauricio para el escorial.

Se cerraron para el pintor las puertas de la corte. En Toledo se disputaron sus servicios.

El estilo de Greco se caracterizaba por su afición al cromatismo intenso; a las figuras estilizadas.

El Greco llegó a deformar para que transmitiesen una fuerte impresión de miticismo y religiosidad; y por último al dinamismo de la composición, siempre dividida en diferentes planos y relieves y sujeta a los efectos de una luz intensa, casi violeta, que suele radiar de un punto focal centrado.

El Greco tenía la costumbre de trabajar sobre modelos de barro que él mismo solía fabricar. Sobresalían los de temática religiosa.

Sus principales obras: La ascensión, La santísima trinidad, La adoración de los pastores, El bautismo de Cristo, La resurrección; La asunción, el expolio, La expulsión de los mercaderes del templo, El entierro del conde de Orgaz, El caballero de la mano en el pecho, El médico, Paisaje de Toledo, y Laocoonte y sus hijos.

El Greco en Venecia

En fecha aun desconocida pero situada con toda seguridad entre enero de 1567 y agosto de 1568. El Greco se traslada a Venecia para convertirse en un pintor occidental.

No tenemos ningún dato seguro de la estancia del Greco en Venecia. Una serie de testimonios contemporáneos sugieren que estuvo en el taller de Tiziano.

En las obras del Greco se aprecian elementos de neta estirpe tizianesca, pero también otros que proceden de Tintoretto, de Bassano e incluso de Veronés.

A este propósito no deja de ser significativo que buena parte de estos cuadros estuviesen hasta la segunda mitad del siglo pasado atribuidos a Tintoretto, a Veronés o a alguno a Bassano. Tal vez El Greco obtuvo de Tiziano la promesa de consejos ocasionales y el permiso para asistir al taller o para copiar alguna obra. Pero es difícil creer en una relación prolongada y firme entre los dos.

Llegó allí en un momento de esplendor pictórico, con Tiziano viviendo en una gloriosa senectud y Tintiretto, Veronés, Bassano y Schiavone en plena expansión vital. Y ante este panorama y como pintor ya formado, reaccionó con independencia de juicio recogiendo eclécticamente, de cada uno aquello que convenía a su propia naturaleza expresiva.

En sus obras se harían innegables las enseñanzas técnicas de Tiziano.

El Greco en Roma

En el verano o en otoño de 1570, Doménicos abandonó Venecia para dirigirse a Roma.

Con frecuencia, se ha señalado en Venecia que la competencia era demasiado fuerte como para aspirar a abrirse camino con rapidez.

Pudo pensar que en Roma, pero ello parece improbable.

Él era aún un pintor en proceso de formación, totalmente desconocido y además educado en los principios venecianos de primacía del color sobre el dibujo.

Es muy posible, por tanto, que la estancia romana fuese concebida en principio únicamente como una etapa más, la final, dentro de su proceso de conocimiento y asimilación de los modos renacentistas.

Se sabe que estuvo en Parma donde pintó la cúpula de la catedral, la Magdalena de La Virgen con el Niño, San Jerónimo y María Magdalena de Correggio, que hasta 1712 estuvo en su emplazamiento original, la iglesia de San Antonio.

No deja de ser significativo que no fuese utilizado para retratar los miembros de la familia cuando este era un género de cuyo dominio se vanagloriaba.

Hacia 1575 El Greco tenía bastantes razones para intentar la aventura española.

La primera era la de su propia situación personal en Roma, la de un pintor ya maduro y, con toda seguridad, orgulloso de su propio valer, que sin embargo no lograba abrirse camino.

El Greco en España

No se sabe la fecha exacta en que Greco llegó a España ni quién lo trajo. Sólo se afirma que su viaje a España no estuvo motivado por ningún asunto de índole privada, y hay quienes piensan que debió originarse por el deseo de encontrar remuneración digna de sus aspiraciones en las obras de El Escorial, que por el año 1575 se impulsaron con febril actividad.

Nuestro pintor ya había dejado en Venecia a Tiziano ocupado en concluir sus últimos cuadros para el monarca español, Felipe II, y había hallado a Clovio en Roma pintando miniaturas encargadas por el mismo rey.

Greco recibe 400 reales a cuenta del Expolio para la catedral de Toledo.

En esta ciudad trabajaba ya para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo, cuya Asunción lleva, con la firma, la fecha de 1577.

En el pueblo toledano, Doménikos se ubicaría, aunque no todo el tiempo , en las casas principales del marqués de Villena, que ya no existen y que ocupaban , en general, todo lo que es hoy el paseo del Tránsito.

En 1604 volvió a las casas del marqués de Villena y ya no las abandonaría jamás.

En 1591 llegaría su hermano Manusso a Toledo, que se quedaría a vivir con él hasta su muerte.

Sus últimos años de vida

El año 1607 marcó un punto de inflexión en la vida de Greco.

En este año el pintor acabó por plegarse en el largo litigio que le había enfrentado con los administradores del Hospital de la Caridad, Tristán abandonó el taller y Preboste salió inopinadamente de su vida, ambos dos amigos y discípulos.

Greco recibirá aún dos grandes encargos (el retablo para la capilla Iballe en la iglesia de San Vicente y el mayor y dos laterales para la iglesia del hospital de Afuera.

En estos últimos años, decoraría la Capilla Ovalle, el Hospital de Tavera, y pintaría su Laocoonte.

El greco murió con 73 años de edad, el 7 de abril de 1614. Días antes, sintiéndose ya tocado por la muerte, había otorgado un poder para que su hijo testase en su nombre.

En él dejaba a su hijo como heredero universal y nombraba como albaceas al propio Jorge Manuel, a don Luis de Castilla y a frai Domingo Banegas.

Según dice el testamento que redactó su hijo, el cretense fue metido en un ataúd y depositado en una bóveda de la iglesia del monasterio de Santo Domingo.

Sin embargo, en 1618 y ya muerto do Luis de Castilla, las monjas de Santo Domingo obligaron a Jorge Manuel a renunciar a la sepultura que le habían cedido en 1612 y quedó en Toledo la fama del traslado que nunca se hizo de los restos de su padre a nuevo enferramiento familiar que construyó en la iglesia de San Torcuato.

Después, esta iglesia desaparecería.

Los restos del Greco se encuentran hoy en la iglesia de Santo Domingo el Antiguo donde descansan al auspicio de las monjas.




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Enviado por:Martinez
Idioma: castellano
País: España

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