Literatura


El Conde Lucanor; Don Juan Manuel


-Esquema general del Libro

El libro del conde Lucanor que me he leído es el de la editorial Castalia.

Está dividido en partes: la primera es la que vamos a trabajar que tiene 51 cuentos, y las otras cuatro son más breves.

Esta parte del libro contiene 51 cuentos, de los cuales únicamente voy a trabajar trece, diez elegidos por la profesora y otros tres elegidos por mí.

Todos los cuentos tienen una misma estructura, aunque cada uno trata de cosas distintas, en la que al principio el Conde Lucanor explica un problema en el que duda cómo actuar y le pide su opinión y punto de vista a Patronio, que le contesta con una historia que pone de ejemplo debido a que se asemeja a la situación presentada por el conde y que acaba siempre bien para que el conde Lucanor la lleve a cabo. Finalmente, todos los cuentos acaban con una moraleja, en forma de pareado, que resume la historia que Patronio ha contado y lo que debe hacer el conde Lucanor para solucionar su problema.

- Esquema de 13 cuentos

Cuento VI: Lo que pasó a la golondrina con los toros pájaros cuando sembró el hombre lino

El Conde Lucanor le pide consejo a Patronio porque cree que sus vecinos van a intentar hacerle daño, y éste le dice contándole una historia que debe prevenir todo lo posible por si acaso, porque nunca se sabe.

Este le cuenta que una vez una golondrina, dándose cuenta de que el hombre estaba plantando lino para hacer redes y capturar a los pájaros, se lo dice a los demás pájaros para destruir la cosecha, pero estos no la hacen caso. Cuando ya las plantas son grandes y no pueden solucionar nada, los pájaros se dan cuenta y se arrepienten de no haberla hecho caso. Gracias a ello la golondrina se hizo amiga de los humanos, y por eso ahora se cazan todos los pájaros menos las golondrinas.

La moraleja es: “Para que los males no puedan llegar, su raíz al comienzo debemos cortar”.

Cuento VIII: Lo que sucedió a un hombre a quien tuvieron que limpiar el hígado

El Conde Lucanor le pide consejo a Patronio porque no tiene mucho dinero y algunas personas que no lo necesitan se lo están pidiendo. A esto Patronio le dice que no preste dinero a personas que no lo necesitan contándole una historia, en la que un cirujano que está operando a un hombre que estaba muy enfermo del hígado, tiene el hígado en la mano y otro hombre le pide que le dé un trozo para su gato.

La moraleja es: “El no saber qué se debe dar, daño a los hombres ha de reportar”.

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Cuento X: Lo que sucedió a un hombre que por pobreza y falta de otra cosa comía altramuces

El Conde Lucanor le pide consejo a Patronio diciéndole que cuando necesita dinero quiere morirse. Patronio le dice que debe luchar por salir de la situación y que siempre hay gente peor. Le cuenta una historia en la que un hombre que había sido rico está tristemente comiendo altramuces tirando las cáscaras para atrás y otro (detrás de él) está comiéndose las cáscaras; y este consigue consolarse viendo que hay personas peores que él y consigue salir de su pobreza.

La moraleja es: “Por pobreza nunca desmayéis pues otros más pobres que vos veréis”.

Cuento XI: Lo que sucedió a un deán de Santiago con don Illán, el mago de Toledo

El Conde Lucanor le pide consejo a Patronio contándole que él está ayudando a un amigo a cambio de que este le ayude a lo qué le pida, pero ya se ha negado a varias cosas, y no sabe si seguir ayudándole o no. Patronio le explica contándole una historia que no le ayude más si después de tanto ayudarle el otro no le devuelve los favores. Le cuenta la historia en la que un deán de Santiago fue a Toledo para pedirle a un mago que le enseñase el arte de la nigromancía, y el mago le dijo que él estaba de acuerdo pero que le debería recompensar independientemente de lo mucho que subiese su cargo en la iglesia, y el deán aceptó. Éste va subiendo de cargo y el mago lo único que le pide es que le dé un buen puesto a su hijo, pero el deán se va excusando varias veces para no dárselo incluso cuando llega a ser papa; y finalmente el mago acaba yéndose otra vez a Toledo tal y como estaba.

La moraleja es: “Del que vuestra ayuda no agradeciere, menos ayuda tendréis cuanto más alto subiere”.

Cuento XVII: Lo que sucedió a un hombre que tenía mucha hambre, a quien convidaron por cumplido a comer

El conde Lucanor le dice a Patronio que qué debe hacer porque un hombre le ha propuesto hacer por él una cosa que le viene muy bien, pero únicamente se lo ha dicho por compromiso esperando que no acepte, y Patronio le dice con una historia que acepte dándole a entender que lo hace por complacerle y fingiendo que no se ha dado cuenta de que lo hace por compromiso. En esta historia le cuenta como un hombre que antes era rico pasa por la casa de un conocido y como ya no tiene ni dinero para comer acepta comer en su casa aunque sabe que únicamente se lo ha dicho por compromiso, pero con ello consigue beneficiarse.

La moraleja es: “no te hagas mucho de rogar en lo que te pueda beneficiar”.

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Cuento XIII: Lo que sucedió a un hombre que cazaba perdices

El conde Lucanor le dice a Patronio que hay personas que a veces le hacen daño y se justifican diciendo que fue por necesidad y que no podían hacer otra cosa, y le pide consejo acerca de lo qué debería hacer. Patronio le dice que no debe admitir que le perjudiquen aunque digan que lo hicieron por necesidad, a no ser que perjudicase involuntariamente y esa persona hubiese ayudado en otras ocasiones, siempre que no se repita a menudo. Esto se lo da a entender con un cuento en el que un hombre cazaba perdices y cuadno las iba sacando para matarlas le lloraban los ojos por el aire y las perdices pensaban que era bueno porque se compadecía de ellas, pero otra que estaba fuera de la red las dijo que daba igual que llorase o qué no, si finalmente las iba a matar.

La moraleja es: “Procúrate siempre muy bien guardar del que al hacerte mal muestra pesar”.

Cuento XXIII: Lo que hacen las hormigas para mantenerse.

El conde Lucanor le pide su opinión a Patronio porque algunos le han aconsejado que descanse y goce de la buena vida con las riquezas que ya tiene y que con ello podrá vivir hasta que se muera y además dejar herencia; pero Patronio le explica con un cuento que no use siempre lo que tiene y se dedique a la buena vida, porque el dinero que se tiene si se saca de él cada día y nunca se repone se terminará. En el cuento le pone el ejemplo de las hormigas que salen a por todo el grano que pueden, lo secan la primera vez que llueve, y luego las próximas veces como puede ser que el grano germine y las mate, sacan los granos y se comen su corazón para que no germine. Y teniendo todo el grano que necesitan nunca dejan de llevar al hormiguero todo lo que encuentran por si acaso no les alcanza.

La moraleja es: “No comas siempre de lo ganado, mas vive de modo que mueras honrado”.

Cuento XXV: Lo que sucedió al conde de Provenza, que fue librado de prisión por el consejo que le dio Saladino

El conde Lucanor le dice a Patronio que debe ayudar a un vasallo suyo a elegir un hombre con quien casar a su hija y que le dé consejo de a quién tiene qué elegir. Patronio le dice que elija al hombre que valga por sus méritos, y no por su linaje o por sus riquezas. Esto se lo explica poniendo el ejemplo del cuento en el que el conde de Provenza, buscando salvar su alma, reúne un gran ejército para ir a Tierra Santa pensando que no pasaría nada, pero le acaba capturando Saladino. Éste pasó a ser tanto su prisionero como su consejero, y en una ocasión a cambio de lo que hace por él le pidió un consejo a Saladino: que le ayudase a elegir un marido para su hija, y Saladino le aconsejó que eligiese al más hombre, independientemente de sus riquezas o de su linaje. Todo esto se llevó a cabo y se casó con él. En la noche de bodas estaba persuadido de que no sería un hombre si no hiciera lo qué debía, y fue a visitar a

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Saladino (ocultando su identidad) del que se hizo bastante amigo, y un día que fueron

de caza consiguió secuestrarle y le dijo quién era realmente pidiéndole que soltase a su suegro. Finalmente Saladino accedió de buena gana sabiendo que había sido librado de la muerte por un consejo que él mismo había dado; y después de todo esto el Conde y su yerno salieron con riquezas para Provenza.

La moraleja es: “Verá la que se casa con un hombre aumentar sus riquezas y buen nombre”.

Cuento XXVII: Lo que sucedió con sus mujeres a un emperador y a Alvar Fáñez Minaya

El conde Lucanor le dice a Patronio que no sabe qué hacer para corregir los dos extremos de forma de ser que tienen sus dos hermanos que son totalmente opuestos, debido a que uno quiere tanto a su esposa que apenas logran que se aparte de ella, y sin embargo el otro no entra en su casa para no ver a su mujer. Patronio le cuenta dos historias para decirle que si sus hermanos se portan tan diferente porque sus mujeres son muy distintas, y que por ello se tienen que dar cuenta antes de casarse porque seguirán así hasta que Dios quiera.

En la primera el emperador Federico se casó con una doncella, y no se dio cuenta hasta después de casado que tenía muy mal genio y que siempre le llevaba la contraria. Por ello decidió ir al Papa para que anulara el casamiento, pero le dijo que no. Un día este se quería ir a cazar y preparó dos ungüentos: uno le dijo a su mujer que no se lo diese porque cualquiera moría con él y otro que era para curar la piel, y tras decirla esto se fue a cazar. La mujer pensó que la estaba mintiendo y se echó el ungüento que no debía (a pesar de que la gente le dijo que no lo hiciese) y murió.

En la segunda Don Alvar Fáñez le dijo al conde Pedro Ansúrez que quería casarse con una de sus tres hijas, y la única que quiso casarse con él (debido a que él tenía algunos problemas) fue la hija pequeña. Un día vino un sobrino suyo y le dijo que le veía un defecto: que se dejaba influenciar demasiado por su mujer. Después se fueron a caballo él y su sobrino y al cabo de los días vino también su mujer. Don Alvar Fáñez le dijo a su sobrino que mirase qué yeguas y este dijo que eran vacas y no yeguas, cuando la mujer tuvo que opinar dijo también que eran yeguas (por darle la razón a su marido), luego vieron otras iguales y el tío ahora dijo que eran vacas y su mujer le volvió a dar la razón, y con esto el sobrino se creyó que se estaba volviendo loco. Lo mismo pasó cuando vieron un río, el tío dijo que el agua corría para el lado contrario del que estaba corriendo y su mujer le apoyaba, por lo que el sobrino creía que se estaba volviendo loco. El tío le dijo a su sobrino, viéndole tan preocupado, que con lo qué había pasado hoy le había respondido a lo que le dijo de que se dejaba influenciar mucho por su mujer, explicándole que él sabía que lo primero eran vacas y que el agua corría en el sentido que debía de correr; y que ella se portó muy bien con él desde el día en que se casaron y le sigue su voluntad.

La moraleja es: “Desde el comienzo debe el hombre decir a la mujer cómo han de vivir”.

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Cuento XXXIV: Lo que sucedió a un ciego que conducía a otro

El conde Lucanor le dice a Patronio que un familiar suyo en quien confía plenamente le ha dicho que vaya a un sitio al que asegurándole que no le va a pasar nada pero le pide consejo a Patronio y este le dice que si lo teme que no lo haga, independientemente de lo que le diga, y se lo da a entender con una historia. En la historia explica como un ciego llevó a otro a que fuese con él al pueblo de al lado, aún sabiendo que había dificultades en el camino, pero afirmando que él sabía ir y le consiguió convencer para que fuese con él aunque el otro tenía miedo, y finalmente cae en un hoyo aun sabiendo el camino para ir y acaba muriendo.

La moraleja es: “Huir del peligro es mayor seguridad que la que ningún amigo puede dar”.

Cuento XXXVI: Lo que sucedió a un mercader que halló a su mujer ya su hijo durmiendo juntos.

El conde Lucanor muy enfadado le dice a Patronio que le han dicho una cosa que le ha ofendido y que quiere darles una venganza que recuerden siempre. Pero Patronio le cuenta un cuento para explicarle que no debe decidir nada sin estar seguro de que el hecho es completamente cierto. Le cuenta que un mercader fue a pedirle consejo a un sabio que no tenía otra manera de ganarse la vida, y este le dijo que de cuanto dinero quería el consejo (dependiendo del dinero así sería el consejo) y le dijo que de un maravedí, pero le dio una tontería de consejo, entonces le dijo que quería uno de una dobla y le dio un consejo muy útil: que cuando estuviese muy enfadado no hiciera nada hasta saber toda la verdad. El mercader tuvo que irse de viaje, dejando a su mujer embarazada, y cuando este volvió del viaje su hijo ya había cumplido los 20 años y su mujer le llamaba marido y dormía con él. Cuando llegó decidió no decirla nada, simplemente les espiaba, y veía que le llamaba marido y que dormía y comía con él y les quiso matar en varias ocasiones creyendo que su mujer tenía algo con ese hombre tan joven, pero recordando el consejo del sabio no lo hizo. Hasta que un día oyó a su mujer llamarle hijo y ya se dio cuenta de lo que estaba pasando, y entonces agradeció no haberles matado y no haber cometido un grave error.

La moraleja es: “De la resolución que airado tú tomares te arrepentirás cuando bien te informares”.

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Cuento XXXVIII: Lo que sucedió a un hombre que iba cargado de piedras preciosas y se ahogó en un río.

El conde Lucanor le pregunta a Patronio que qué debe hacer, debido a que si va a un lugar ganará mucho dinero pero a su vez corre el riesgo de perder la vida. Patronio le aconseja que no vaya si hay peligro, porque es más importante la vida que las riquezas, y le cuenta una historia que le ocurrió a un hombre que llevaba a cuestas muchas piedras preciosas. Este hombre llegó a un río, y debido a que se hundía más de lo normal por el peso de las riquezas, cuando llegó al medio del río notó que se iba hundiendo cada vez más, y otro hombre que estaba en la orilla le dijo que tirara las piedras o perdería la vida; y este, no queriendo perder sus riquezas por agonía, no le hizo caso y murió.

La moraleja es: “A quien por codicia la vida aventura, las más de las veces el bien poco dura”.

Cuento XLVI: Lo que le sucedió a un filósofo que por casualidad entró en una calle donde vivían malas mujeres

El conde Lucanor le dice a Patronio que le aconseje acerca de cómo puede ganarse una buena fama y Patronio le cuenta con una historia para explicarle que lo puede conseguir haciendo cosas que agraden a dios y a los hombres, pedirle ayuda a Dios, y no hacer cosas que puedan dar lugar a duda entre la gente. La historia que le cuenta es acerca de un filósofo que tenía una enfermedad por la cual tenía que obrar cuando le vinieran ganas y no esperar porque era malo para su salud. Un día iba por la calle y le entraron ganas, entonces se metió a una calle cualquiera, que sin él saberlo era donde trabajaban las mujeres públicas, y con ello dio lugar a que la gente hablase de él porque le habían visto allí y desde entonces perdió su buena fama.

La moraleja es: “Haz siempre bien y evita la ocasión de que duden de tu buena condición”.

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Enviado por:RaQuEL
Idioma: castellano
País: España

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