Varios


El cartero llama siempre mil veces; Andreu Martín


EL CARTERO

SIEMPRE

LLAMA

1000 VECES

'El cartero llama siempre mil veces; Andreu Martín'

INDICE

  • RESUMENES

  • VOCABULARIO

  • RECURSOS LITERARIOS

  • OPINIÓN PERSONAL DEL LIBRO

  • RESUMEN:

    Silvia Jofre era una chica que vivía en un pueblo de Lérida llamado Sant Martí del Congost. La protagonista del libro era una chica tímida, encerada en sí misma, y aislada del mundo que le rodeaba sin tener amigos y encerrada todo el día en su habitación a la que ella llamaba “Sancanstrórum”.

    Todos su compañeros del colegio la llamaban la mula, a causa del chulo de la clase: Ramón Agut. Con éste chico siempre se estaban peleando y insultándose mutuamente.

    Un día en que Silvia estaba en su casa llamaron a la puerta: era el cartero que traía por o menos cien cartas para ella. La chica, sorprendida por tan acontecimiento las empezó a leer y comprendió por el tipo de cartas que eran, que eso debía ser una broma de Ramón Agut. Las cartas que recibió daban a suponer que alguien había puesto un anuncio a su nombre en una revista juvenil buscando pareja, y lo confirmó al comprar una de ellas en la que se hablaba sobre cotilleos. Leyendo cartas en su habitación hubo un par de ellas que le llamaron la atención. Una de ellas, le llamó la atención porque el autor, parecía un chico como ella: encerada en su mundo, creyendo que nadie la comprendía y aficionada a la lectura, pero en el remite del sobre de esa carta solo ponía Alfredo sin ningún apellido y que vivía en Riudalgues (un pueblo cercano al suyo). Y otra de ellas también le interesó porqué en ella había una cantidad de dinero considerable: cincuenta mil pesetas, y estaba firmada por un tal Pablo Elorza.

    Ese hombre llamó al cabo de unos días y le pidió que si podrían quedar en algún sitio para que le devolviera el dinero que le había entregado en la carta que le había escrito porque, según él, eran para mandárselas a su madre y se confundió de sobre. Silvia cedió y quedó con ese hombre, mayor que ella, el sábado en el Bogey, un bar del pueblo donde vivía que era elegante y para gente mayor. El sábado, cuando Silvia llegó al local, Pablo ya estaba allí, esperándola sentado. En el antro, también había una pareja que le llamó la atención por su aspecto pero la chica no le dio importancia. Cuando se presentó con Pablo, él le dio un brazalete que según él había comprado de camino para allí, pero aunque a Silvia le pareció horroroso lo aceptó. Al cabo de estar un rato charlando con el individuo, Silvia se fue para casa con su bicicleta. En el camino para casa, sintió que alguien la estaba siguiendo, era una moto. Entonces, el conductor del zumbido que la había estado siguiendo la atacó tirándola de su bicicleta e intentando arrebatarle su mochila. Silvia, asustada y sin saber qué hacer, se escondió entre unos matorrales pero sabía que el atracador no tardaría mucho en descubrirla. Cundo estaba apunto de ser vista, un nuevo ruido de moto se paró ante ellos y los dos individuos cubiertos por cascos de motos se empezaron a pelear y Silvia salió corriendo horrorizada y sin saber que era lo que estaba pasando exactamente. Cando logró ir a parar a un lugar donde hubiera gente, el hombre que la había salvado del atracador, la saludó en un gesto de confianza y se fue sin decir nada. Cuando llegó a casa empezó a pensar en quién podría ser aquel hombre que intentó robarle y porqué y para descubrirlo estaba pensando en quién sabía que ella iría al Bogey cargada de dinero y cayó en la conclusión de que nadie lo sabía excepto Alfredo, ese chico que parecía ser su alma gemela y que vivía en Riudalgues. Luego, le preguntó a su hermano pequeño, Riqui, si le había dicho a alguien donde ella iba a ir esa noche i le explicó que se lo había contado a Fernando Grau, un chico de la clase de Silvia que parecía parecerse a ella por la forma de ser.

    Al día siguiente, Silvia se fue a Riudalgues en bicicleta para ver a su supuesta alma gemela: Alfredo. Cuando llegó al pueblo se vio incapaz de preguntarle a alguien si conocía a un tal Alfredo sin saber ningún apellido. Entonces, le preguntó a un hombre del pueblo si podía encontrar una librería abierta y la chica fue allí. Al entrar, la atendió un chico llamado Fredi con el cuál tuvieron una conversación un poco irritada que no gustó a ninguno de los dos.

    Entonces, se fue al balneario donde se suponía que estaba alojado Alfredo pero al preguntarle al conserje, le aseguró que en los últimos meses no se había alojado nadie en el edificio llamado Alfredo y también le aclaró que el único Alfredo que había en el pueblo era Fredi, el chico de la librería a la que había ido Silvia anteriormente. Entonces, cayó en la conclusión de que el chico que era su alma gemela había estado con ella ese mismo día y de que ella ni se había dado cuenta.

    Al llegar el lunes al colegio, la protagonista se dio cuenta de que Fernando Grau llevaba un ojo morado y la mente de Silvia se dejó a entender que puede Fernando era el hombre que la había salvado del atracador la noche de la cita con Pablo Elorza. Pero entonces todo se aclaró cuando le explicaron que el golpe del chico en el ojo había estado causado por un partido de fútbol que se transformó en una batalla campal. Ese mismo día, cuando se hizo de noche, los padres de Silvia dejaron solos a ella y su hermano en casa porque se iban a cenar. Todo iba muy bien hasta que se fueron a dormir. Cuando Riqui ya se había dormido, se oyó un fuerte ruido proveniente de la planta baja de la vivienda y sin darse casi cuenta, un misterioso atracador entró en su habitación y le empezó a preguntar cosas sobre un tal brazalete. Pero entonces, apareció de nuevo su salvador, el cual ya la había salvado el día del Bogey, y la libró del ladrón que la volvió a atacar de nuevo. Esa noche, todo le encanjó: lo que buscaba el delicuente que ya la había atacado dos veces, era el brazalete que le regaló Elorza la noche que quedaron. Pero ¿quién era el atracador?.

    Cuando volvió a Riudalgues para aclarar todo el tema de Fredi, el chico lo reconoció y se fueron a tomar algo para celebrar que se habían conocido y también le explicó toda su historia con Pablo Elorza, el atracador misterioso y de Ramón Agut, ya que Silvia estaba convencida de que todo formaba parte de una broma pesada de él. La chica entregó el brazalete a su amigo y el se lo quedó para que otro día fueran juntos a un joyero para ver el valor que tenía. Cuando terminaron de charlar, Fredi le invitó a salir con él para ir a alguna discoteca o local y “enseñarle a divertirse”.

    Al día siguiente cuando Silvia volvió a Riudalgues para saludar a su nuevo amigo Alfredo, descubrió a Fredi y Ramón Agut hablando tranquilamente como si fueran amigos de toda la vida y Silvia se dio a entender que todo era una broma y que su supuesta alma gemela había colaborado en aquella humillación. Entonces, la chica, enfurecida regresó a su casa lamentando haber conocido ese chico y haberse metido en todo ese lío.

    A la mañana siguiente, Silvia estaba mirando la tele tumbada en el sofá cuando de pronto, una imagen de la televisión la dejó congelada: el brazalete que Pablo Elorza le había regalado la noche del Bogey y los individuos misteriosos, estaba valorado en setenta millones de pesetas y correspondía a un poderoso príncipe, al cual se lo habían robado. Silvia atónita y sin saber qué hacer siguió mirando las noticias cuando hubo algo que aún la dejó más helada: el informativo decía que el ladrón del brazalete era un empleado del banco en el que estaba alojado la joya y se llamaba Pedro Orsa y la foto que salía del individuo era la de Pablo Elorza. Cuando estaba subiendo las escaleras dirigiéndose a su “sancastrórum”, una mano le tapó la boca y la bajó hasta el salón dónde le empezó a preguntar quién tenía el brazalete. La protagonista le dijo que lo tenía un amigo suyo: Fredi y que ella ya no tenía la joya y Orsa se la llevó en un coche sin saber dónde se dirigían. En el trayecto, la chica se dio cuenta de que alguien les estaba siguiendo y Pedro subió su velocidad aún más hasta que llegaron a un antiguo balneario en ruinas dónde se estrellaron contra una pared. Al cabo de unos minutos, aparecieron dos individuos al edificio: era la pareja que estaba en el Bogey (Daniel y Petra) la noche que quedó con el supuesto Pablo Elorza y que les estaba mirando todo el rato. Silvia, sin saber que hacer y sin entender nada bajó del coche asustada. A causa de la conversación que tuvieron la pareja y el delincuente Silvia lo entendió todo: Pedro Orsa trabajaba en el banco en el cual estaba alojado el brazalete. El delincuente se asoció con Daniel que trabajaba allí también para que lo arreglara todo para que Pedro Orsa pudiera bajar a la caja fuerte y robar la joya.

    Y también entendió porqué ella estaba metida en todo ese lío: Pedro Orsa se había inventado lo de las cincuenta mil pesetas de su madre para poder entregarle la pulsera a Silvia para que Daniel se pensara que esa pulsera no valía nada y poder quedarse él solo con los setenta millones. Daniel preguntó quién tenía la pulsera y al descubrir que la tenía Fredy, hizo escribir una carta de rescate a Silvia para entregársela al chico y que viniera con la pulsera para poder quedársela. Cuando llegaron Petra, el ángel de la guarda de Silvia y el brazalete, Silvia descubrió que su ángel de la guarda, el hombre que la salvó de Orsa durante sus atracos no era Fredy, sino Ramón Agut. Cuando registraron al chico de arriba a bajo comprobaron que él tampoco tenía la pulsera porque decía que la había escondido por el camino en coche y que nunca la encontrarían. Entonces, Daniel desesperado fue a por unos explosivos y en su ausencia, los chicos y Pedro Orsa lograron escaparse de Petra haciéndola caer al suelo. Mientras los tres corrían desesperados por lograr escapar de ese infierno, Ramón declaró su amor a Silvia y le explicó que desde el principio, ese tal Alfredo que leía los libros que a ella le gustaban, y quién era su alma gemela verdadera era él. Pero de pronto, Daniel cogió una máquina excavadora y empezó a derribar todas las paredes del viejo edificio haciendo caer un bloque en que se quedó estancado y sin poder moverse. Luego, los chicos salieron del edificio en ruinas y Ramón cogió el brazalete del escondite donde lo había dejado y vino la policía enseguida, arrestando a Pedro Orsa, a Daniel y a Petra.

    VOCABULARIO:

    • libelo- escrito informativo, denigrativo// petición o memorial.

    • ignominia- afrenta pública que uno padece con causa o sin ella.

    • escarnio- befa que se hace con el propósito de afrentar.

    • imprecación- procesar palabras que manifiestan deseo de daño a alguien.

    • bregar- luchar, reñir, agitarse mucho, trabajar con afán.

    • filípica- censura violenta.

    • funesta- triste y desgraciada.

    • displicencia- desagrado y indiferencia en el trato// desaliento en ejecución de un hecho.

    • blasfemia- palabra injuriosa contra Dios, la Virgen o los Santos.

    • soez- basta.

    • alud- desprendimiento de tierra o nieve.

    • oprobio- vergüenza o afrenta.

    • aderezado- condimentado, adornado.

    • insulsos- sosos.

    • calaña- modelo o naturaleza de una persona o cosa.

    • escarnio- burla.

    • ruborizada- sonrojada.

    • titubeo- duda.

    • escueto- sin adornos.

    • vedado- sitio acotado por ley.

    • embriagador- que emborracha.

    • lánguida- débil, sin energía.

    • atuendo- la ropa que llevas encima del cuerpo.

    • exabrupto- palabrota, taco.

    • harén- lugar donde se recluyen las mujeres en países árabes.

    • tunecino- de Túnez.

    • retahíla- serie de cosas que van una detrás de otra.

    • porfiar- continuar con perseverancia una acción para lograr un fin.

    • etéreas- relativo al cielo.

    • restallido- el ruido que hace un látigo al dar contra algo.

    • mella- hueco, rotura, hendidura en el borde de una cosa.

    • espoleada- picar con una espuela a la cabalgadura// estimulada.

    • tejemaneje- maniobras con el fin de conseguir algo.

    • enardecidas- excitadas y con ánimo de disputa.

    • furibundo- con furia.

    • impertérrita- que no se altera por nada.

    RECURSOS LITERARIOS:

    Los recursos literarios que he encontrado en el libro son:

    • Se desprendió de las monedas como si estuvieran sucias.

    • La frase se le clavó como una flecha.

    • Se echó a reír como si no le cupiera en la cabeza.

    • Tan encerrada, como una monja de clausura.

    • Enseñar las piernas como quién enseña un jamón.

    • Fea como un pecado.

    • Provocó un susto como si se lo hubiera encontrado amenazándola con un cuchillo de cocina.

    • El coche giró como una peonza.

    OPINIÓN PERSONAL DEL LIBRO:

    Personalmente, creo que es un libro excelente, fácil de leer y que no tiene un vocabulario difícil.

    Me ha gustado mucho porqué tiene momentos de intriga y no tiene episodios en que aburra o no cuente nada interesante. Es un libro que engancha desde que empiezas a leerlo.

    Si tuviera que ponerle una nota sobre diez, sencillamente le pondría un diez. También creo que ha sido muy buena elección del profesor elegir este libro como lectura en este curso.




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    Idioma: castellano
    País: España

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