Literatura


El Buscón; Francisco de Quevedo. Libro del Buen Amor; Arcipreste de Hita


Libro de buen amor - Arcipreste de Hita

En el período comprendido entre los siglos XI y XIII asistimos a la consolidación de las lenguas romances, como el castellano, el catalán o el gallego. Desde el punto de vista cultural hay que destacar la Escuela de Traductores de Toledo, importante núcleo cultural en el que convivían intelectuales cristianos, musulmanes y judíos, y que alcanzó su mayor esplendor en tiempos de Alfonso X el Sabio.

Siglo XIV: Contexto político, social y religioso


El siglo XIV representa el comienzo de un proceso de transformación del sistema medieval en lo político, lo social y lo religioso.

Las dificultades del siglo XIV, plasmadas en los malos años de cultivos, las pestes y las guerras internas devastadoras, explican que la Reconquista cristiana quedara paralizada. En la Corona de Castilla fue importante la labor del monarca Alfonso XI (El Justiciero), y durante su reinado se consolidó la estructura económica ganadera de Castilla. Pero su sucesor, Pedro I (El Cruel), se enzarzó en una guerra fratricida con su hermano bastardo Enrique II el cual obtuvo la victoria.

En el aspecto político se desarrollan varias luchas por el poder entre la monarquía y la nobleza, los reyes buscan el apoyo del pueblo y la burguesía, por lo general relacionada con los judíos. La ruptura de la armonía de las tres razas y la reacción del antisemitismo obliga a muchos judíos a una conversión por conveniencia, comenzando así las reticencias entre los cristianos viejos y los conversos por la limpieza de sangre, tema que incidirá directamente en la literatura posterior.

Paralelamente, entra en crisis el poder feudal. La situación difícil de los campesinos provoca sublevaciones y su huida a las ciudades, abandonando las tierras, por lo que faltan brazos para cultivarlas. Los campesinos imponen condiciones y es necesaria la promulgación de leyes que los protejan del poder feudal. Además, la peste que azota al país incide en esta mengua de hombres y en la huida del campesinado a las ciudades.

El comercio y la pequeña industria siguen su proceso, dependiendo en parte de los judíos. El dinero adquiere cada vez más color y trastoca el orden social, con lo que se acentúa la crisis del sistema feudal. La burguesía, opuesta al poder tradicional de la Iglesia y la nobleza, representaba una ruptura del orden establecido y la creación de un sistema de valores diferente que se pone en cuestión los ideales de la sociedad caballeresca. Esta actitud se manifiesta en una literatura realista y satírica, en la que domina la astucia y el dinero sobre lo religioso y caballeresco. Es una literatura burlesca o, por el contrario, didáctica, pero siempre próxima al espíritu práctico.

En el aspecto religioso, se produce un rechazo de los modelos teocéntricos en favor de una actitud más antropocéntrica que lleve al individuo a desarrollar sus capacidades de realización como hombre. Esta crisis de los valores religiosos trae como consecuencia una visión de la vida diferente, que se manifiesta en su concepto del mundo, al que se considera como algo digno de ser gozado; la muerte pasa de ser considerada como puerta que libra de la cárcel del cuerpo, a ser la patética pérdida de todo lo terreno. Se camina hacia un ideal más humanista y vitalista, en que el goce del vivir y el amor, en toda su amplitud, son temas recurrentes. Al mismo tiempo, hay otras actitudes que tratan de enseñar y moralizar ateniéndose a una concepción ascética de la vida.

En el resto de Europa se inicia la Guerra de los Cien Años y además se produce una gran crisis en la Iglesia (Cisma de Occidente). La labor de la Iglesia en el campo educativo sigue pero ahora se le añaden escuelas urbanas. Pero en Castilla esta clase urbana es aun poco refinada, pero demandan también literatura, no sólo de tipo religioso o didáctico sino también diversión.

La literatura deja de ser patrimonio exclusivo de la Iglesia o de un grupo de profesionales al servicio de señores. En este siglo XIV observamos la decadencia del mester de clerecía. Ya no se respetan los contenidos y formas de éste. Decae también la épica, ya que se pasa de un sentido más práctico de la vida que provoca una crisis de conciencia de ideología medieval. Como dijimos ya, pasamos de una concepción teocéntrica a una visión antropocéntrica. La literatura se va apreciando cada vez más. Lo que importa a partir de ahora es el dinero, lo que conduce a una crisis moral. Juan Ruiz refleja también en su obra humanismo frente a la crisis.

¿Quién fue su autor?

En diferentes estrofas del Libro de buen amor, aparecen los breves datos biográficos que se poseen sobre el personaje. En ellas nos declara su nombre y profesión, «Yo Juan Ruiz, el sobredicho arcipreste de Hita» (1575a); también nos manifiesta el lugar en que nació: «Fija, mucho vos saluda uno que es de Alcalá» (1510a), lo cual hace suponer que fuera de Alcalá de Henares, pues toda su vida se desarrolla en torno a esta ciudad; de la posible estancia en la cárcel nos deja dicho: «de aqueste dolor que siento // en presión sin merecer» (1674). El título de Libro de buen amor, definido por el filólogo Ramón Menéndez Pidal, quiere hacer referencia a la distinción hecha por el autor entre buen amor (el amor a Dios) y loco amor (el amor carnal). El autor, sin embargo, parece perseguir fundamentalmente el segundo.

¿Cuándo se escribió?

Se compone en la segunda parte del reinado de Alfonso XI.

No nos ha llegado el original de El Libro de buen amor. Solamente se conservan tres manuscritos medievales. Son estos:

Gayoso (G): Corresponde a la primera versión del Libro de buen amor y parece representar el estado lingüístico más próximo al original de Juan Ruiz.

Toledo (T): Copia muy imperfecta del original. Le faltan muchas estrofas al principio y en el medio.

Salamanca (S): Es el manuscrito más amplio de los tres y corresponde a la segunda versión del Libro de buen amor. Este manuscrito incorpora varios añadidos que no aparecen en G ni en T: oración inicial, prólogo en prosa, cantiga de "Loores de Santa María",señalando la fecha de 1343 (estrofa 1634) como el año de composición.

Además de estos tres manuscritos se conservan una serie de fragmentos del Libro de buen amor.

El Ms. T refiere como fecha de composición de la obra el año 1330, mientras que el Ms. S da el año 1343. Estos datos, y las divergencias entre los textos, han hecho pensar a muchos críticos que el texto es resultado de dos redacciones distintas, realizadas por el mismo autor en dos momentos de su vida; la primera redacción, representada por G y T, sería la terminada en 1330, según señala el propio texto; y más tarde, en 1343, el autor refundiría la primera redacción, añadiendo las partes que son exclusivas de S. Aunque esta última parte bien pudiera haber sido añadida por los copistas sucesivos del famoso libro.

¿Cuál es su estilo?

Desde el punto de vista métrico, el verso más usado es la cuaderna vía, propia del mester de clerecía, aunque el arcipreste cambia frecuentemente el ritmo de las cuartetas, haciéndolas de dieciséis sílabas, en lugar de las tradicionales catorce. El arcipreste también incluye una diversidad de estrofas, de versos cortos y largos, que dan variedad y agilidad métrica al libro.

Mester de clerecía, escuela literaria española de los siglos XII y XIII que se entendía como un oficio de hombres cultos. La oposición entre mester de clerecía y mester de juglaría proviene de la segunda estrofa del Libro de Alexandre (primera mitad del siglo XIII):

Mester traigo fermoso, non es de joglaría,

mester es sin pecado, ca es de clerezía;

fablar curso rimado por la cuaderna vía,

a sílabas contadas, ca es grant maestría.

En estos versos se afirma un arte poética: combinación estrófica llamada 'cuaderna' (del latín quaterna, 'cuatro cada vez') cuya vía es un curso rimado consonante de cuatro versos a sílabas contadas (isosilabismo): alejandrinos divididos en dos hemistiquios de siete sílabas cada uno. La estrofa citada permite entrever que el mester de juglaría no respeta la métrica (es anisosilábico) y, por tanto, carece de maestría y es hablar con pecado (con error). Es Gonzalo de Berceo quien lleva a su máxima expresión el uso de la cuaderna vía, de procedencia francesa.

La cuaderna vía prospera hasta finales del siglo XIV, con oscilaciones entre versos de 14 y versos de 16 sílabas, dado el vigor en español del octosílabo. Por otra parte, la rigidez de la cuaderna vía hizo que muchos poetas abandonasen el alejandrino en busca de otras combinaciones métricas. Lo fundamental del mester de clerecía es, por tanto, la tendencia hacia una composición isosilábica, cualquiera que sea el metro elegido.

Juan Ruiz utilizó para la composición de su obra un elevado número de fuentes, incluyendo, entre otras: la Biblia, tratados eclesiásticos, obras clásicas latinas (Ovidio), poesías medievales, fábulas y ejemplos de origen árabe, y canciones y poemas populares.

¿Cuál es su estructura?

En el Libro de buen amor se nos ofrece una sucesión de episodios interrelacionados y bastante bien organizados. A través de la técnica autobiográfica, el autor participa directamente en él, unas veces como actor y otras como espectador de los diferentes poemas. El arcipreste dispone todos los elementos según una línea continua, que es la referida a su vida amorosa, en episodios sucesivos, y de vez en cuando hace un breve desvío para introducir una fábula u otro episodio que por sí mismo forma un cuadro independiente.

Las diferentes partes que componen el Libro de buen amor están perfectamente engarzadas en la línea general del mismo. Para atar todos los cabos y dar una sensación de unidad, Juan Ruiz utiliza diferentes procedimientos. Cuando introduce cualquier fábula o ejemplo establece una comparación previa entre los personajes de la historia y los del cuento, y al final suele repetir la comparación o añade algunas palabras que llevan al lector a la parte autobiográfica.

En otras ocasiones lo que hace es plantear una tesis general, que ilustra con un cuento y al final se aplica a sí mismo la tesis. En los episodios contados en tercera persona «don Carnal y doña Cuaresma» el autor se hace presente y dialoga con los personajes. Las composiciones líricas intercaladas suelen hacer alusión directa a momentos de la historia, o bien son continuación de la narración.

Después de una oración de súplica a Dios y a Santa María, pidiendo que le liberen de la prisión, se encuentran los siguientes pasajes:

  • Un prólogo en prosa, construido como un sermón medieval, con abundantes citas, en Latín, de la Biblia y de otros textos eclesiásticos.

  • El relato autobiográfico: consta de 14 aventuras amorosas, cuya distribución en tres partes viene exigida por la presencia entre ellas, de dos episodios alegóricos

  • Elementos incorporados: nacen de la necesidad de ejemplificar con claridad varios pasajes del texto, de la finalidad didáctica que preside la composición de la obra, de la intención satírica del autor o de su maestría en la elaboración de episodios alegóricos y en la versificación.

    • Fábulas (25) - breves relatos de intención moralizante cuyos protagonistas son animales; responden a la tradición esópica medieval, que, depositaba en diversos fabularios en latín y en francés, menos dos, de origen oriental

    • Cuentos (8) de carácter moral, de carácter burlesco y de carácter erudito

    • Derecho civil, diseminadas a lo largo de la obra demuestran el amplio conocimiento que, de origen tanto doctrinal y erudito como popular, tenía el Arcipreste

    • Derecho canónico trata de la necesidad de que la confesión sea directa y verbal, sin que entre el sacerdote y el penitente se interponga persona o escrito alguno, y de la prohibición a sacerdotes de confesar a fieles no pertenecientes a su propia parroquia

    • Materia Musical: el extenso inventario en las estrofas 1228-1234, y las diferencias técnicas e instrumentales, que señala entre la música europea y la hispánica, muestran los grandes conocimientos del Arcipreste en el terreno musical

    • Astrología: desarrolla la creencia propia de la época, de que los astros, sometidos sólo al poder de Dios, influyen de manera determinante en la conducta humana.

    • Digresiones amatorias con carácter de elogio

    • Digresiones amatorias de carácter crítico

    • Digresiones amatorias en forma de consejos

    • Detallado y satírico análisis de los pecados capitales, a los que hace fruto del amor, señala sus efectos e ilustra con datos bíblicos o tomados de leyendas profanas

    • El Sermón de las armas, en el que el autor pone en relación cada una de las virtudes, sacramentos, dones del Espíritu Santo y obras de misericordia con una de las piezas de la armadura, definiéndolas como instrumentos necesarios para el cristiano, que debe aprestarse a la lucha contra los pecados, el demonio, el mundo y la carne

    • Contra el amor y los pecados capitales

    • Contra el dinero

    • Contra el vino

    • Contra la muerte

    • De la peleo que ovodon Carnal con la Cuaresma

    • Triunfo de Don Amor

    • La Copla Cazurra

  • La Conclusión integrada por

    • Indicaciones del Arcipreste sobre la manera en que se ha de entender la obra y contiene también una petición de recompensa para el autor

    • Varias composiciones marianas, una sátira y dos cantares de ciego

Influencias literarias

En el "Libro de Buen Amor" confluyen tres grandes corrientes tradicionales literarias:

    • La de clerecía - el saber erudito, los ejemplos latinos, la cuaderna vía - tomada de la clerecía francesa -, etc.

    • La árabe-judaica - la estructura de la obra, el dualismo buen amor / loco amor, personajes moros, instrumentos músicos del mismo origen, el amor personificado como varón adulto, alusiones a costumbres judías, etc.

    • La juglaresca - trovas de burlas, descripciones hiperrealistas y satíricas del estamento clerical y de la vida burguesa, estrofas y metros propios del arte de los juglares, presentación de personajes populares, lenguaje vivaz y coloquial, etc.

En resumen:

El "Libro de Buen Amor" es una síntesis de las distintas tradiciones socioculturales y literarias que confluyen en la España del siglo XIV.

Casi todo el relato se encuentra narrado en primera persona, considerándose éste como una autobiografía inventada. El libro trata sobre el buen amor es decir, el lícito y a Dios y a sus mandamientos. Trata también el amor ilícito pecaminoso.

La obra está compuesta por trece historias en las que el autor nos cuenta su vida amorosa con mujeres de toda condición. El libro comienza por unas oraciones escritas en verso hacia Dios y a la Virgen, pidiéndole que el libro salga bien y un prólogo escrito en prosa -único escrito en prosa- en donde dice que ha escrito el libro para que la gente vea lo malo de algunos amores, pero como dice que pecar es humano también enseña a hacerlo. Cuenta también que el libro podría servir de ejemplo para todo aquél que quiera escribir en verso.

EN DEFINITIVA el tema es de amor, y tiene una forma narratológica muy variada. En él, predomina un fino sentido del humor, a través del cual el amor profano y el religioso se mezclan a partir de elementos populares mezclados con el de los clérigos.

La obra no sólo se ciñe al argumento anteriormente citado sino que a su vez se compone de una serie de relatos como fábulas, canciones de serrana etc...

Canciones de serrana: en ellas se satiriza a las serranas que eran unos personajes femeninos creados en la Edad Media, éstas eran mujeres hermosas, extremadamente cultas, que estaban pastando en el campo cuando los caminantes se le acercaban para preguntar el camino correcto. Estos caminantes siempre se quedaban enamorados de sus guías. El Arcipreste de Hita, satiriza estas obras mediante la descripción de las serranas, mujeres ordinarias, feas a las que los caminantes no se acercan por miedo a su rudeza.

También cabe destacar, numerosas elegías -obras escritas en verso en donde se resalta la figura de una persona muerta-. En el libro del Buen Amor esto se da en al morir Don Hurón y a Trotaconventos que es un personaje de carácter secundario que aparece a lo largo de toda lo obra proporcionando al arcipreste las mujeres para satisfacer su amor ilícito.

Además se incluyen algún que otro poema lírico a la virgen como muestra de arrepentimiento, dolor...

Por última una de las parodias que se incluyen en esta obra de las más conocidas es la parodia de Don Carnal y Doña Cuaresma en donde se discute sobre las vanidades de una fiesta profana y la pulcritud de una religiosa.

Recursos utilizados por el autor

            • la amplificación;

            • el coloquio;

            • la visión concreta de la realidad;

            • la sorpresa.

La amplificación

Puede ejercerse sobre los hechos narrados, sobre el lenguaje, sobre los recursos de estilo. Ejemplos: enumeración de las prendas de doña Endrina (581-583); aplicado a las comparaciones en “las dueñas chicas” (1612-1613); acumulando sinónimos en los apodos de la tercera (924 y ss.) y el ejército de son Carnal (1082 y ss.)

La ampliación verbal se combina muchas veces con el recurso de las series paralelas u opuestas (662).

Finalmente abunda en los refranes, las máximas y dichos sentenciosos (424)

El coloquio

Por primera vez en la literatura española, Juan Ruiz capta el valor artístico del habla cotidiana, del coloquio popular y callejero, del diálogo vivaz y afectivo. Por ejemplo el diálogo entre don Melón, Trotaconventos y doña Endrina (872-877). El lector intuye desde el principio la presencia de doña Endrina y sus reacciones: temor, sorpresa, contento.

La visión concreta de la realidad

Sabe captar hasta en los más ínfimos detalles la visión concreta de las cosas, de los lugares, de los personajes. Hasta las fábulas citadas enraízan en el entorno del autor. Sus protagonistas adoptan los gestos, las costumbres, la psicología de sus contemporáneos: el león goloso (298), la corneja, que va a lucir sus galas ajenas a la iglesia (286); el lobo que es invitado a cantar misa y a bautizar a los recién nacidos (776).

No hay estado, condición u oficio que no esté retratado en el libro. También los están las costumbres y los usos sociales cotidianos.

No cabe duda que el Arcipreste fue un observador sagaz. Con él penetramos en la intimidad de las casas, de los conventos, de la vida campesina y el bullicio de sus ciudades, de sus mercados, de sus plazas. Nos dice cómo se vestían sus contemporáneos, qué comían, qué instrumentos tocaban. Y por supuesto, cómo enamoraban. Su visión es alegre y jovial, de momento picaresca o maliciosa, muy pocas veces grave y circunspecta (prudente).

La sorpresa

Juan Ruiz elabora los episodios de su obra en una línea zigzagueante en que gusta sorprendernos. Su humorismo descansa en gran medida en este recurso.

El ejemplo más significativo tal vez sea el de doña Garoza, que encamina al lector en una dirección para sorprenderlo después en la dirección opuesta. Trata de enamorar a una monja mediante la intercesión de la Trotaconventos, y todo parece que ya se dio el amor, cuando en el último párrafo se aclara que era una amor más alto, ya que quedó cautivado por la rectitud moral de la monja (1502-1504)

Este recurso juega mucho con la realidad y la apariencia.


El Buscón - Quevedo

Siglo XVII: Ambiente histórico y social

El Buscón (1604 aprox.) es una de las obras literarias producidas en los primeros veinte años del siglo XVII, época cumbre de la literatura española.

Lo peculiar de la historia de España es que el esplendor artístico y literario se alcance cuando el poderío político empieza a declinar y en vísperas de una desintegración casi total.

Este proceso de desintegración ya se advierte en los últimos años del reinado de Felipe II, tras el descalabro de la Armada, y se acelera en el de sus sucesores Felipe III y Felipe IV. España, cuyas empresas asombran al mundo del siglo XVI, se derrumbó en el XVII con tanta rapidez que merece el estudio de los factores causantes: la debilidad económica y financiera, el decaimiento del poder militar y la mengua de los sentimientos patrióticos y religiosos. Y el rasgo más curioso es el florecer artístico y literario en el mismo momento del colapso.

En lo político y militar, España deja de ser el árbitro de la política europea con el fin de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) que empezó siendo una lucha entre católicos y protestantes y terminó con la pérdida de gran parte de sus posiciones europeas y la independencia de Holanda.

Las aspiraciones a la Monarquía universal como cabeza de la unidad cristiana han fracasado. Las naciones más poderosas luchan por la supremacía con las armas de la doctrina de Maquiavelo, el cual pensaba que un gobernante no debe respetar normas éticas. En esta lucha, España está a la defensiva tanto en los hechos como en lo doctrinal. Sus pensadores políticos y religiosos se enfrentan con el maquiavelismo triunfante, aunque no confesado, de otros países.

La política interior sufre con la ineptitud de los reyes y su temperamento frívolo, lo que ocasiona que el manejo real de los negocios cayera en otras manos.

Se acentúa la centralización y toda la vida social gira en torno a la Corte que se trasladó a Madrid. Este centralismo es burocrático, pero también espiritual.

El ambiente cortesano presenta contrastes: esplendor y pobreza, lujo y miseria, galantería y rufianesca, búsqueda de placer y ascetismo religioso extremo y superstición.

Tales contrastes no fueron sólo en España, pero en ella los extremos fueron mayores y no estuvieron contrarrestados por las corrientes de renovación que transformó el mundo europeo. La amenaza de derrumbe político, la decadencia interna y el conformismo religioso reforzaron el aislamiento iniciado por Felipe II. En la defensa de su modo de vida se dan juntos la severa crítica de los males internos con el desprecio de lo extraño y el clamor nacionalista. Hubo hombres que intentaron un cambio de rumbo (es el caso de Quevedo) pero no lograron entrar en España la nueva filosofía de Descartes ni la ciencia de Galileo. El racionalismo español sigue fiel a la escolástica y bajo la dirección de pensadores jesuitas fieles a la ortodoxia.

En lo espiritual los sentimientos son de amargura y desengaño. Se desconfía de la naturaleza humana y se afirma lo trascendente frente a lo temporal.

Quevedo vuela en su obra el pesimismo y la desesperación de un espíritu sensible a los males de la patria. El estoicismo humanístico que proclamaba la dignidad del hombre, se sustituye por el estoicismo sombrío cara a la muerte. La severa moral de Séneca aparece reforzada con el Libro de Job y la máxima “vanidad de vanidades” del Kempis. La vida es un sueño que pasa muy rápido, cuando no se convierte en una horrible y gesticulante pesadilla como en Quevedo.

Pero la visión pesimista de los sufrimientos terrenos es compatible con un optimismo en la otra vida basado en la doctrina católica. La vida humana es transitoria y todo hombre puede salvarse para la eternidad, mediante la justificación, la gracia y el libre albedrío.

Barroco y ambiente literario

Las características del barroco español son:

  • Reacción frente al sentimiento renacentista de la armonía de la vida y la belleza orgánica.

  • Predominio de la inquietud metafísica y religiosa frente a lo natural y pagano. Anhelo de Dios y del infinito.

  • Desengaño, contraste entre naturalismo e iluminismo. Ascetismo y dislocación de lo mundanal. Tensión entre vida y espíritu, con dos vías de escape: la negación ascética y la ironía.

  • Transformación de lo real y lo irracional, encarnación de lo espiritual y espiritualización de lo carnal. Sensualidad de lo trascendente.

  • Existen fenómenos artísticos del barroco que al principio se mantienen equilibrados pero luego no; ellos son:

  • Conceptismo: juego ingenioso de palabras y conceptos. De él resulta un estilo lleno de agudezas, chistes, símbolos y antítesis rebuscadas.

  • Culteranismo o cultismo: exageración artificiosa de las formas cultas del lenguaje, imágenes, metáforas. Ambos fenómenos son correlativos, pero la diferencia consiste en que el conceptismo opera sobre el pensamiento abstracto y el culteranismo sobre la sensación.

  • Naturalismo exagerado de la picaresca y la literatura satírica. Lo feo y los aspectos más desagradables de la realidad entran en el arte, acentuándose con rasgos extremados que en Quevedo llega a lo caricaturesco.

  • Las tres corrientes tienen una raíz común en la oposición entre arte y naturaleza. Desconfiando de la belleza natural, trata de crearse una belleza artificial. El mundo exterior aparece a los ojos del artista como algo engañoso. Nada es lo que parece. Todo es pura ilusión.

    Su autor

    Quevedo y Villegas, Francisco de (1580-1645), escritor español, que cultivó tanto la prosa como la poesía —ambas en multitud de facetas con resultados extraordinarios— y que es una de las figuras más complejas e importantes del barroco español.

    Su Vida

    Nació en Madrid en el seno de una familia de la aristocracia cortesana. Era el tercero de los cinco hijos de Pedro Gómez de Quevedo, que ocupó cargos palaciegos, y de María de Santibáñez. Estudió en el colegio de la Compañía de Jesús en Madrid y en la Universidad de Alcalá (Madrid); después cursó estudios de teología en la Universidad de Valladolid (1601-1606), pues allí se había desplazado la Corte. En esta época ya destacaba por su gran cultura y por la acidez de sus críticas contra Luis de Góngora. En 1606 marcha a Madrid en busca de éxito y fortuna a través del duque de Osuna que se convierte en su protector; también entabla un pleito por la posesión del señorío de La Torre de Juan Abad, pueblo de la provincia de Ciudad Real, en el que hasta 1631 gastó una gran fortuna y muchas energías.

    En 1613 viaja a Italia llamado por el duque de Osuna, entonces virrey de Nápoles, el cual le encarga importantes y arriesgadas misiones diplomáticas con el fin de defender el virreinato que empezaba a tambalearse; entre éstas intrigó contra Venecia y tomó parte en una conjuración. El duque de Osuna cayó en desgracia en 1620 y Quevedo sufrió destierro en La Torre (1620), después presidio en Uclés (1621) y, por último, destierro de nuevo en La Torre. Esta etapa azarosa y desgraciada marcó todavía más su carácter agriado y además entró en una crisis religiosa y espiritual, pero desarrolló una gran actividad literaria. Con el advenimiento de Felipe IV cambia algo su suerte, el rey levanta su destierro pero el pesimismo ya se había hecho dueño de él.

    Su matrimonio con la viuda Esperanza de Mendoza (1634) tampoco le proporcionó ninguna felicidad y la abandonó al poco tiempo; ella moriría en 1641. De nuevo se siente tentado por la política, pues ve el desmoronamiento que se está cerniendo sobre España y desconfía del conde-duque de Olivares, valido del rey, contra quien escribió algunas diatribas amargas. Un asunto oscuro que habla de una conspiración con Francia, hace que sea detenido en 1639 y encarcelado en San Marcos de León, donde las duras condiciones mermaron su salud.

    Cuando sale, en 1643, es un hombre acabado y se retira a La Torre para después instalarse en Villanueva de los Infantes donde el 8 de septiembre de 1645 murió.

    Obras en prosa

    La obra de Quevedo es inmensa y contradictoria. Hombre amargado, severo, culto, cortesano, escribió las páginas burlescas y satíricas más brillantes y populares de la literatura española, pero también una obra lírica de gran intensidad y unos textos morales y políticos de gran profundidad intelectual. Esta fusión o doble visión del mundo es lo que le hace el gran representante del barroco español.

    Sus primeras obras fueron satíricas y burlescas. La vida del Buscón llamado don Pablos (c. 1603, impresa sin autorización del autor en 1626) es una novela picaresca dentro de las características del género; pero su originalidad reside en la visión vitriólica que ofrece sobre su sociedad, en una actitud tan crítica que no puede entenderse como realista sino como una reflexión amarga sobre el mundo y como un desafío estilístico sobre las posibilidades del género y del idioma. Los Sueños (1605-1622) son cinco piezas cortas conceptistas, producto de los desengaños que padeció en esos años, en las que viene a decir que no hay nobleza ni verdad en el mundo sino que todo es horror y fealdad. Estas obras circularon manuscritas hasta que un editor las reunió en 1626, aunque Quevedo las publicó en 1631 con el título de Juguetes de la niñez y travesuras del ingenio con un prólogo en el que arremetía contra los editores piratas y declaraba la intención de estos escritos en los que pretendía denunciar los “abusos, vicios y engaños de todos los oficios y estados del mundo”.

    Una faceta de Quevedo, muy valorada por la crítica actual, son sus obras morales y políticas de hondo contenido estoico (indiferencia por el placer y el dolor; gran entereza ante la desgracia) y raíces del filósofo hispanorromano Séneca, como Política de Dios, gobierno de Cristo, tiranía de Satanás (1626) en la que traza la imagen ideal del gobernante siguiendo los Evangelios, y Marco Bruto (1646) una glosa sentenciosa de obras de Plutarco, para mostrar “los premios y los castigos que la liviandad del pueblo dio a un buen tirano —Julio César— y a un mal leal —Bruto—”, en ella, aunque pretende ser un tratado general, hace un retrato de los problemas de la España de su tiempo.

    Obra poética

    Si la obra en prosa de Quevedo era variada y compleja, su poesía lo es aún más. Se conservan de él casi un millar de poemas, pero sabiendo que nunca se preocupó por editarlos y que los conservados proceden de personas próximas a él, es de suponer que escribió muchos más. Se publicaron después de su muerte en dos volúmenes Parnaso español (1648). Forman un conjunto monumental de poesía metafísica, amorosa, satírica, religiosa y moral. Es una poesía tanto ligera y de corte popular como seria y profunda, generalmente de estilo conceptista que exige esfuerzo y agilidad mental por parte del lector para captar todos los recursos que proporcionan las figuras de dicción. Resulta inevitable comparar su estilo conciso y severo con la luminosidad brillante de su antagonista, el culterano Luis de Góngora, el otro gran poeta barroco español.

    Sus primeros poemas —al igual que su prosa— fueron letrillas burlescas y satíricas como “Poderoso caballero /es don Dinero”, pero este género siguió cultivándolo con gran brillantez durante toda su vida, y es el Quevedo más conocido y popular. Criticó con mordacidad atroz los vicios, locuras y debilidades de la humanidad y zahirió de una manera cruel a sus enemigos, como en el conocido soneto, paradigma conceptista “Érase un hombre a una nariz pegado”. En su poesía amorosa, de corte petrarquista en la que lo que cuenta es la hondura del sentimiento, Quevedo vio una posibilidad de explorar el amor como lo que da sentido a la vida y al mundo, ejemplo de ello es el soneto “Cerrar podrá mis ojos la postrera”. Es uno de los sonetos más bellos de las letras españolas, en el cual la muerte no vence al amor que permanecerá en el amante como queda evidente en el último terceto:

    su cuerpo dejara, no sin cuidado

    serán ceniza, mas tendrán sentido

    polvo serán, mas polvo enamorado

    El tema de la muerte y de la brevedad de la vida son una constante en su poesía metafísica en la que de nuevo aparece el estoicismo para aceptar la angustia que provoca el Tiempo que todo lo destruye, pues la vida y la muerte se confunden:

    Ayer se fue, mañana no ha llegado

    hoy se está yendo sin parar un punto.

    Soy un fue y un será y un es cansado.

    En Quevedo subyacen dos extremos, el moralista estoico y preocupado por la decadencia nacional y el satírico burlón vitalista que incluso recurre a la procacidad, al lenguaje jergal y grotesco. Pero por encima de esta contradicción lo que hay es un excelso poeta, de gran profundidad emocional, virtuoso del idioma y en el que la poesía conceptista alcanza su cumbre.

    Novela picaresca, extensa obra de ficción, por lo general de carácter satírico, cuyo personaje principal es un individuo cínico y amoral. La novela picaresca narra una serie de incidentes o episodios de la vida del protagonista que se presentan en orden cronológico sin entremezclarse en una trama sólida. El género se originó en España a mediados del siglo XVI.

    La novela picaresca es uno de los géneros más representativos, genuinos y populares de la literatura española y posteriormente derivó hacia la novela de aventuras o cuadros de costumbres. Utiliza el esquema tradicional de los libros o novelas de caballería, pero lo hace con una voluntad claramente desmitificadora, a partir de la crítica a la sociedad de la época. La estructura es un relato en primera persona de episodios o la vida del autor que vienen a justificar su situación final poco afortunada. Sin embargo, la novela picaresca no constituye un género claramente diferenciado, pues el propósito de sus autores es siempre distinto. Entre las principales obras del género cabe mencionar la Historia del buscón llamado don Pablos (1626), de Francisco de Quevedo, donde la estructura autobiográfica cede en importancia ante la brillantez del lenguaje.

    La Obra

    Pablos es segoviano; sus padres se ganan la vida con negocios turbios, al margen de la ley. Travesuras infantiles ponen en contacto a Pablos con Diego Coronel, compañero de escuela, a cuyo servicio entra y a quien acompaña a casa del licenciado Cabra, que los mata de hambre. Sigue a su amo hasta Alcalá y allí se convierte en pícaro. Al conocer la muerte de su padre que ha sido ahorcado y la prisión de su madre, acusada de hechicería por la Inquisición, vuelve a Segovia para cobrar su herencia. Se hospeda en casa de su tío, Alonso Ramplón, verdugo de la ciudad. Asqueado por las actitudes de su pariente, huye hacia Madrid, donde se sostiene a expensas del prójimo, ya que forma parte de una cofradía de supuestos mendigos.

    Conoce la cárcel pero compra su libertad con dinero. Decide, entonces, asegurar su futuro y planea casarse con una mujer de recursos para mejorar su estado. Cuando está a punto de convencer a la dama, su antiguo amo, don Diego Coronel, descubre la verdadera identidad de Pablos -que se ha hecho pasar por un gran señor- delante de la joven y lo hace apalear. El Buscón se convierte en actor y así llega a Sevilla, donde prosigue su vida de juego y trampas. Cierta noche, borracho, mata a un agente de la justicia y debe huir nuevamente. La novela termina cuando Pablos decide partir hacia América.

    Estructura

    La obra consta de un prólogo Al lector, y está dividida en dos libros de trece y diez capítulos, respectivamente.

    Libro Primero

    Prólogo

    En Segovia

    Orígenes de Pablos

    Pablos conoce a Diego Coronel.

    Juntos asisten a la escuela del Lic. Cabra.

    I

    II

    III

    En Alcalá

    Vida y desventuras picarescas de Pablos.

    Carta de su tío.

    IV-VII

    Viaje de Alcalá a Madrid

    Viaje de regreso a Segovia.

    Encuentro con un poeta.

    VIII

    IX

    En Madrid

    Lectura de la Premática contra los poetas.

    X

    En Segovia

    Encuentro con su tío, el verdugo.

    XI

    Otra vez en Madrid

    Huida de Segovia.

    Respuesta a su tío.

    XII

    XIII

    Libro Segundo

    En Madrid

    Aventuras picarescas con la cofradía de presuntos ciegos

    I-III

    En la cárcel

    IV

    Fallido engaño a una dama para casarse y mejorar situación económica.

    V-VII

    Se hace mendigo.

    VIII

    Hacia Toledo

    Se convierte en poeta y galán de monjas.

    IX

    En Sevilla

    Decide probar fortuna en América.

    X

    Quevedo busca en su entorno, el material y los personajes de sus obras. Sin embargo, su vena satírica no se contenta con pintar hechos y seres tales como son, sino que carga las tintas de su paleta, exagera rasgos, hiperboliza actitudes, acentúa registros lingüísticos. En los retratos, estas características se manifiestan en forma notable ya que, en tanto hace la caricatura del personaje en cuestión, aplica el mismo tratamiento deformador al plano del lenguaje.

    Así, uno de los pasajes más famosos corresponde al retrato del dómine Cabra (Libro I, cap. 3º), a cuya casa y como pupilo Pablos acompaña a su amo, el joven don Diego Coronel.

    Quevedo sobresale en el retrato caricaturesco, que es uno de los medios más efectivos en el terreno de la sátira; y para lograrlo recurre a dos procedimientos: la agudización ingeniosa y la descripción intensificada metafóricamente.

    En el retrato que nos ocupa, el del dómine Cabra, el soporte estructural está dado según un modelo bastante repetido en la obra quevedesca: se parte de una descripción grotesca a través de su aspecto exterior general (“era un clérigo cerbatana [...] con dos piernas largas y flacas”), de su ropa (“Traía un bonete [...] podía ser tumba de un filisteo”), de sus costumbres (“Pues su aposento [...] las sábanas”); hasta completarla con un juicio resumidor (“Al fin, él era archipobre y protomiseria”).

    Varios son los recursos de que se vale el autor para lograr la caricatura:

    • La “cosificación” degradante. Le quita su condición humana.

    • La comparación con animales y plantas.

    • La irrealidad de la impresión general provocada por la descripción de cada rasgo en forma independiente e hiperbólica. Además, como si cada uno tuviera vida por sí mismo.

    • El doble sentido.

    • La ironía eufemista. (Definición de eufemismo: expresar con decoro una idea que dicha francamente sería malsonante. Por ejemplo: decir “no es joven” en lugar de “vieja”.)

    • La formación grotesca de palabras imitando esquemas lingüísticos.

    • La alegorización del personaje.

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    Enviado por:César Dakhne
    Idioma: castellano
    País: Argentina

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