Literatura


El arte de la guerra; Sun-tzu


Biografía del Autor:

Sun Tzu era originario del Estado de Chi. Gracias a su libro sobre el arte de la guerra obtuvo ser recibido en audiencia por Hu Lu, rey de Wu. De allí en más crece la figura de Sun Tzu. Una de las fuentes sobre la vida de Sun Tzu es la biografía escrita en el siglo II por el historiador Sima Qian, quien le describió como un general que vivió en el estado de Wu en el siglo VI ad. Sin embargo, la biografía no es consistente con otras fuentes del período y la forma y contenido del libro indican que posiblemente fuese escrito entre 400 ac y 320 ac.

Biografías de los comentaristas:

Tsao Tsao (155dc-220dc), fue hecho rey de Wei por Hsien, emperador de los Han en el año 216dc. Murió el año 220 de nuestra era y fue consagrado Rey de la Guerra el año 237. Tras la subida de su hijo al trono imperial, este titulo se convirtió en el de Emperador de la Guerra.

Tu Yu (735dc-812dc), nacido en Wan Nien en el Shénsi, se elevo al rango de ministro de Obras Publicas y de Gran Guardián. Sus trabajos de compilación condujeron a la redacción del Tung Tien, obra enciclopédica dividida en 8 partes.

Li Chuan, que vivía bajo la dinastía de los Tang, fue autor de obras militares, las principales de las cuales, el Tai Pai Yin Ching y el Chiang Lue han llegado hasta nosotros.

Tai Tsu, a partir del momento en que gobernó el imperio entero, acabo con numerosos mandarines. En sus operaciones militares aplico la táctica expuesta en el Sun Tzu y en el Wu Tzu. El cultivo al mismo tiempo las artes de la paz y las de la guerra; durante los 30 años que estuvo al frente de las tropas, los libros fueron sus compañeros.

Mei Yao Chen (1002dc-1060dc), nacido en Wan Ling, en el Anhui, poeta celebre de la época de los Sung, en 1056 fue nombrado miembro de la Academia Imperial y se elevo al puesto de secretario de segunda clase. Se convirtió en miembro de al comisión encargada de elaborar la nueva historia del periodo de la dinastía de los Tang, pero murió antes de terminarla.

Tu Mu (803dc-852dc), nacido en Wan Nien obtuvo un diploma de Chin Shih hacia el año 830. Se elevo a las funciones de secretario del Gran Consejo. Brillo en el dominio de la poesía y es llamado a menudo Tu el joven para distinguirle de Tu Fu.

Wang Hsi, nacido en Tai Yuan, que se halla actualmente en la provincia del Shansi, erudito Han Li, ocupo un puesto de funcionario. En literatura se interesa sobre todo por los Anales del periodo Primavera y Otoño, acerca de los cuales escribió varias memorias criticas.

Chang Yu, historiador y critico, vivió hacia el fin de la dinastía de los Sung. Su obra principal es el Pai Chiang Chuan, las biografías de 100 generales. Eso es todo cuanto se sabe de el.

Nada se sabe de la carrera de los comentaristas muy antiguos, identificados simplemente bajo los nombres de “señor" Meng, Chen Hao, Chia Lin y Ho Yen Hsi.

Aplicaciones:

La obra muestra la inteligencia y la frescura de los ensayos de Sun Tzu. En ella Sun Tzu explica al detalle los preparativos previos a la guerra: estrategias de engaño, disposición de las tropas en el campo de batalla, armamento necesario, carros de combate, etc. Como poder llegar a vencer al enemigo sin tener que desempeñarse al enfrentamiento cara a cara: simplemente imponiendo una moral dominante, infundiendo el miedo al enemigo para así poder vencer sin llegar a la batalla.

Síntesis:

Capitulo I. Aproximaciones

Sun Tzu dice: la guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio. Es indispensable estudiarla a fondo.

Hay que evaluarla en función de 5 factores fundamentales y compararlos con los 7 elementos enumerados mas abajo. Así se podrá apreciar las ideas esenciales. El primero de estos factores es la doctrina; el segundo, el tiempo; el tercero, el terreno; el cuarto, el mando; y el quinto, la disciplina. Estos cinco factores fundamentales han de ser conocidos por cada general. Aquel que los domina, vence; aquel que no, sale derrotado.

Por lo tanto, al trazar los planes, han de compararse los siguientes siete factores, valorando cada uno con el mayor cuidado:

  • ¿Qué dirigente es más sabio y capaz?

  • ¿Qué comandante posee el mayor talento?

  • ¿Qué ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno?

  • ¿En qué ejército se observan mejor las regulaciones y las instrucciones?

  • ¿Qué tropas son más fuertes?

  • ¿Qué ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas?

  • ¿Qué ejército administra recompensas y castigos de forma más justa?

  • El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo.

    Golpear al enemigo cuando está desordenado. Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intenta desordenarlas. Si las estimaciones realizadas antes de la batalla indican victoria, es porque los cálculos cuidadosamente realizados muestran que tus condiciones son más favorables que las condiciones del enemigo; si indican derrota, es porque muestran que las condiciones favorables para la batalla son menores. Con una evaluación cuidadosa, uno puede vencer; sin ella, no puede. Gracias a este método, se puede examinar la situación, y el resultado aparece claramente.

    Capitulo II. La conducción de la guerra

    Una vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo, desanimará a tus tropas y embotará tu espada. Si estás sitiando una ciudad, agotarás tus fuerzas. Si mantienes a tu ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros se agotarán.

    Las armas son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho tiempo producirá calamidades. Como dice el dicho: "Los que a hierro matan, a hierro mueren." Los que a hierro matan, a hierro mueren." Cuando tus tropas están desanimadas, tu espada embotada, agotadas tus fuerzas y tus suministros son escasos, hasta los tuyos se aprovecharán de tu debilidad para sublevarse. Por que jamás se ha visto que una guerra prolongada diera provecho a ningún país. Como se dice, sé rápido como el trueno que retumba antes de que hayas podido taparte los oídos, veloz como el relámpago que relumbra antes de haber podido pestañear.

    Si tomas los suministros de armas de tu propio país, pero quitas los alimentos al enemigo, puedes estar bien abastecido de armamento y de provisiones. Cuando un país se empobrece a causa de las operaciones militares, se debe al transporte de provisiones desde un lugar distante. Si las transportas desde un lugar distante, el pueblo se empobrecerá.

    Cuando recompenses a tus hombres con los beneficios que ostentaban los adversarios los harás luchar por propia iniciativa, y así podrás tomar el poder y la influencia que tenía el enemigo. Es por esto par lo que se dice que donde hay grandes recompensas hay hombres valientes.

    Trata bien a los prisioneros y cuídalos. Todos los soldados hechos prisioneros deben ser cuidados con sincera magnanimidad, a fin de que puedan ser utilizados por nosotros. Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas. Así pues, lo más importante en una operación militar es la victoria y no las operaciones prolongadas.

    Capitulo III. La estrategia ofensiva

    Generalmente, en la guerra, la mejor política es la de tomar el Estado intacto; destruirlo es lo peor que puede pasar. Capturar al ejercito enemigo es mejor que aniquilarlo; coger intacto un batallón, una compañía o una escuadra de 5 hombres es mejor que aniquilarlo.

    De modo que es mejor atacar mientras los enemigos están proyectando sus planes. Acto seguido deshacer sus alianzas.

    La peor táctica es atacar a una ciudad. Asediar, acorralar a una ciudad sólo se lleva a cabo como último recurso. Emplea no menos de tres meses en preparar tus artefactos y otros tres para coordinar los recursos para tu asedio.

    Por lo tanto, un verdadero experto en el arte de la guerra somete al enemigo sin batalla, conquista otras ciudades sin asediarlas y destruye a otros ejércitos sin emplear mucho tiempo.

    Así pues, la regla de la utilización de la fuerza es la siguiente: si tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario, rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son dos veces superiores, divídelo.

    Si están igualados en fuerza puedes entablar combate. Cuando numéricamente estas por debajo, sé capaz de retirarte. Si tus fuerzas están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si tú y tus fuerzas están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más numerosos, puedes entrar en batalla. En consecuencia, si el bando más pequeño es obstinado, cae prisionero del bando más grande.

    Si intentas utilizar los métodos de un gobierno civil para dirigir una operación militar, la operación será confusa. Triunfan aquellos que:

  • Saben cuándo luchar y cuándo no

  • Saben discernir cuándo utilizar muchas o pocas tropas.

  • Tienen tropas cuyos rangos superiores e inferiores tienen el mismo objetivo.

  • Se enfrentan con preparativos a enemigos desprevenidos.

  • Conoce al enemigo y conócete a ti mismo; ni en 100 batallas no correrás ningún peligro. Cuando no conoces al enemigo pero te conoces a ti mismo, tus probabilidades de victoria o de derrota son iguales. Si desconoces al mismo tiempo al enemigo y a ti mismo, puedes estar seguro que te encontraras en peligro en cada batalla.

    Capitulo IV. Disposiciones

    En tiempos antiguos los guerreros hábiles comenzaban haciéndose invencibles y luego esperaban que el enemigo fuera vulnerable. Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabilidad del adversario significa conocer a los demás. La invencibilidad depende de uno mismo, la vulnerabilidad del enemigo.

    De esto se deduce que los que están versados en el arte de la guerra pueden hacerse invencibles, pero no pueden hacer con seguridad que el enemigo sea vulnerable. Lo que depende de mi, puedo hacerlo; lo que depende del enemigo, nunca está seguro. Por eso se dice que es posible saber como vencer, pero sin vencer necesariamente por ello.

    La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad, una cuestión de ataque. Uno se defiende cuando dispone de medios suficientes, uno ataca cuando dispone de medios mas que suficientes.

    Prever la victoria cuando cualquiera la puede conocer no constituye verdadera destreza. Todo el mundo elogia la victoria ganada en batalla, pero esa victoria no es realmente tan buena. Lo que todo el mundo conoce no se llama sabiduría; la victoria sobre los demás obtenida por medio de la batalla no se considera una buena victoria.

    En la antigüedad los llamados expertos en el arte de la guerra ganaban a un enemigo fácil de vencer. Si sólo eres capaz de asegurar la victoria tras enfrentarte a un adversario en un conflicto armado, esa victoria es una dura victoria. En consecuencia, las victorias de los buenos guerreros no destacan por su inteligencia o su bravura.

    La gran sabiduría no es algo obvio, el mérito grande no se anuncia. Cuando eres capaz de ver lo sutil, es fácil ganar. Así pues, los buenos guerreros toman posición en un terreno en el que no pueden perder, y no pasan por alto las condiciones que hacen a su adversario proclive a la derrota.

    En consecuencia, un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después. Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes premeditados.

    Las reglas militares son cinco: medición, valoración, cálculo, comparación y victoria. El terreno da lugar a las mediciones, éstas dan lugar a las valoraciones, las valoraciones a los cálculos, éstos a las comparaciones, y las comparaciones dan lugar a las victorias.

    Mediante las comparaciones de las dimensiones puedes conocer dónde se haya la victoria o la derrota.

    Capitulo V. Energía

    De manera general, mandar numerosas personas es lo mismo que mandar una pocas. Se trata de una cuestión de organización. Para dirigir un ejército, lo primero que hace falta es confiar las responsabilidades a los generales y a sus lugar tenientes y fijar los efectivos de las diversas formaciones.

    Gobernar sobre muchas personas como si fueran poco es una cuestión de dividirlas en grupos o sectores: es organización. Batallar contra un gran número de tropas como si fueran pocas es una cuestión de demostrar la fuerza, símbolos y señales.

    La posibilidad, para el ejercito, de sostener el ataque del enemigo sin ser derrotado queda asegurada por las operaciones de la fuerza extraordinaria y la normal. La fuerza que afronta en enemigo es la fuerza normal; la que lo ataca de flanco es la extraordinaria. Que el efecto de las fuerzas sea como el de piedras arrojadas sobre huevos, es una cuestión de lleno y vacío.

    Por regla general, en batalla, utiliza la fuerza normal para entablar combate; utiliza la fuerza extraordinaria para alcanzar la victoria. Las fuerza normal y la extraordinaria se originan recíprocamente, como un círculo sin comienzo ni fin; ¿quién podría agotarlos?

    Aquel que es experto en el arte militar posee un impulso irresistible, y su ataque es calculado con precisión. En medio del tumulto y el estruendo, la batalla parece confusa pero el desorden no existe en ella. El desorden llega del orden, la cobardía surge del valor, la debilidad brota de la fuerza.

    Si quieres fingir desorden para convencer a tus adversarios y distraerlos, primero tienes que organizar el orden, porque sólo entonces puedes crear un desorden artificial. El orden y el desorden son una cuestión de organización; la cobardía es una cuestión valentía y la de ímpetu; la fuerza y la debilidad son una cuestión de la formación en la batalla.

    Cuando un ejército logra colocarse en una situación favorable, el cobarde se vuelve valiente, cuando pasa a ser una situación desesperada, incluso el valiente se convierte en cobarde.

    Los expertos en el arte militar se fían de la oportunidad y rapidez de la ejecución y no dependen sólo de la fuerza de sus soldados. Eligen a la mejor gente, los despliegan adecuadamente y dejan que la fuerza del ímpetu logre sus objetivos.

    Cuando hay entusiasmo, convicción, orden, organización, recursos, compromiso de los soldados, tienes la fuerza del ímpetu, y el tímido es valeroso. Así es posible asignar a los soldados por sus capacidades, habilidades y encomendarle deberes y responsabilidades adecuadas. El valiente puede luchar, el cuidadoso puede hacer de centinela, y el inteligente puede estudiar, analizar y comunicar. Cada cual es útil.

    Capitulo VI. Puntos débiles y puntos fuertes

    Los que anticipan, se preparan y llegan primero al campo de batalla y esperan al adversario están en posición descansada; los que llegan los últimos al campo de batalla, los que improvisan y entablan la lucha quedan agotados.

    Los expertos en el arte militar hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza. El que es capaz de hacer acudir al enemigo de buen grado, lo consigue ofreciendo alguna ventaja. Y el que es capaz de impedirle que acuda, lo consigue atacando sus fuerzas.

    Ataca inesperadamente, haciendo que los adversarios se agoten corriendo para salvar sus vidas. Interrumpe sus provisiones, arrasa sus campos y corta sus vías de aprovisionamiento. Aparece en lugares críticos y ataca donde menos se lo esperen, haciendo que tengan que acudir al rescate. Aparece donde no puedan ir, dirigete hacia donde menos se lo esperen. Para desplazarte cientos de kilómetros sin cansancio, atraviesa tierras despobladas.

    Para tomar infaliblemente lo que atacas, ataca donde no haya defensa. Para mantener una defensa infaliblemente segura, defiende donde no haya ataque. Así, en el caso de los que son expertos en el ataque, sus enemigos no saben por dónde defenderse; contra los expertos en el arte de defender, sus enemigos no saben por donde atacar.

    Sé extremadamente sutil, discreto, hasta el punto de no tener forma. Sé completamente misterioso y confidencial, hasta el punto de ser silencioso. De esta manera podrás dirigir el destino de tus adversarios.

    Si soy capaz de determinar las disposiciones del enemigo, disimulando al mismo tiempo las mías, en ese caso, yo puedo concentrarme y el debe dispersarse. Y si yo me concentro cuando el se dispersa, puedo usar la totalidad de mis fuerzas para atacar una fracción de las suyas.

    Las situaciones militares se basan en la velocidad: llega como el viento, muévete como el relámpago, y los adversarios no podrán vencerte.

    Así, se conoce el lugar y la fecha de la batalla, se puede acudir a ella aunque se esté a mil kilómetros de distancia. Si no conozco el lugar y la fecha de la batalla, entonces el flanco izquierdo no puede salvar al derecho, mi vanguardia no puede salvar a la retaguardia, y la retaguardia no puede salvar a la vanguardia, ni siquiera en un territorio de unas pocas docenas de kilómetros. Si no conoces el lugar y la fecha de la batalla, aunque tus tropas sean más numerosas que las de ellos, ¿cómo puedes saber si vas a ganar o a perder?

    Indúcelos a adoptar formaciones específicas, para conocer sus puntos flacos. Pruébalos para averiguar sus puntos fuertes y sus puntos débiles. En consecuencia, la victoria en la guerra no es repetitiva, sino que adapta su forma continuamente. Así pues, un ejército no tiene formación constante, lo mismo que el agua no tiene forma constante: se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose según el enemigo.

    Capitulo VII. Maniobra

    La regla ordinaria para el uso del ejército es que el mando del ejército reciba órdenes de las autoridades civiles y después reúne y concentra a las tropas, acuartelándolas juntas. Nada es más difícil que la lucha armada. La dificultad de la lucha armada es hacer cercanas las distancias largas y convertir los problemas en ventajas.

    Mientras que das la apariencia de estar muy lejos, empiezas tu camino y llegas antes que el enemigo. Por lo tanto, haces que su ruta sea larga, atrayéndole con la esperanza de ganar.

    Sírvete de una unidad especial para engañar al enemigo atrayéndole a una falsa persecución, haciéndole creer que el grueso de tus fuerzas está muy lejos; entonces, lanzas una fuerza de ataque sorpresa que llega antes, aunque emprendió el camino después. Por consiguiente, la lucha armada puede ser provechosa y puede ser peligrosa. El experto sacara provecho; y para el que no lo sea, es peligroso.

    Si te movilizas sin parar día y noche, recorriendo el doble de la distancia habitual, y si luchas por obtener alguna ventaja a miles de kilómetros, tus jefes militares serán hechos prisioneros. Cuando la ruta es larga las tropas se cansan; si han gastado su fuerza en la movilización, llegan agotadas mientras que sus adversarios están frescos; así pues, es seguro que serán atacadas.

    Combatir por una ventaja a cincuenta kilómetros de distancia frustrará los planes del mando y solo la mitad lo conseguirá. Si se combate por obtener una ventaja a treinta kilómetros de distancia solo 2 de cada 3 soldados lo conseguirá.

    Así pues, un ejército perece si no está equipado, si no tiene provisiones o si no tiene dinero. Estas tres cosas son necesarias: no puedes combatir para ganar con un ejército no equipado, o sin provisiones, lo que el dinero facilita.

    Los que hacen caso omiso de las condiciones geográficas no pueden dirigir la marcha de un ejercito. Sólo cuando conoces cada detalle de la condición del terreno puedes maniobrar y guerrear.

    En campaña se veloz como el viento; cuando avanzas a pequeñas etapas, majestuoso como el bosque; en la incursión y pillaje, semejante al fuego; en la parada, inquebrantable como las montañas. El que conoce el arte del avance directo e indirecto saldrá victorioso. Tal es el arte de la maniobra.

    Para ocupar un lugar, divide a tus tropas. Para expandir tu territorio, divide los beneficios. Actúa después de haber hecho una estimación. Gana el que conoce primero la medida de lo que está lejos y lo que está cerca: ésta es la regla general de la lucha armada. El primero que hace el movimiento es el "invitado", el último es el "anfitrión". El "invitado" lo tiene difícil, el "anfitrión lo tiene fácil". Cerca y lejos significan desplazamiento: el cansancio, el hambre y el frío surgen del desplazamiento.

    En batallas nocturnas, utiliza fuegos y tambores, y en batallas diurnas sírvete de banderas y estandartes, para manipular los oídos y los ojos de los soldados. Utiliza muchas señales para confundir las percepciones del enemigo y hacerle temer tu temible poder militar.

    Utilizar el orden para enfrentarse al desorden, utilizar la calma para enfrentarse con los que se agitan, esto es dominar el corazón. Dominar la fuerza es esperar a los que vienen de lejos, aguardar con toda comodidad a los que se han fatigado, y con el estómago saciado a los hambrientos.

    Si los adversarios huyen de repente antes de agotar su energía, seguramente hay emboscadas esperándote para atacar a tus tropas; en este caso, debes retener a tus oficiales para que no se lancen en su persecución. No consumas la comida de sus soldados.

    Bajo estas circunstancias, un adversario luchará hasta la muerte. Hay que dejarle una salida a un ejército rodeado. Muéstrales una manera de salvar la vida para que no estén dispuestos a luchar hasta la muerte, y así podrás aprovecharte para atacarles.

    No presiones a un enemigo desesperado. Un animal agotado seguirá luchando, pues esa es la ley de la naturaleza.

    Capitulo VIII. Las nueve variables

    Por lo general, cuando se hace uso de la fuerza armada, la practica quiere que el comandante en jefe reciba su mandato del soberano para movilizar la población y reunir al ejercito.

    No hay que erigir el campamento en un terreno cuesta abajo. En un terreno propicio para comunicarse, únete a tus aliados. En un terreno desnudo, no te retardes. En un terreno cerrado se necesita ingenio. En un terreno mortal lucha.

    Cada ruta debe ser estudiada para que sea la mejor. Hay rutas que no debes usar, ejércitos que no han de ser atacados, ciudades que no deben ser rodeadas, terrenos sobre los que no se debe combatir, y órdenes de gobernantes civiles que no deben ser obedecidas.

    Un general que posee el conocimiento perfecto de los 9 factores variables sabe como conducir a las tropas. El que desconoce las ventajas de los 9 factores variables, no esta en condición de sacar ventaja del terreno, aunque lo conozca bien.

    En la dirección de las operaciones militares, el que no comprende la táctica adaptada a las 9 situaciones variables será incapaz de utilizar eficazmente a sus tropas aunque comprenda las “5 ventajas”.

    Las “5 ventajas” son las siguientes:

  • Un camino, aun siendo el mas corto, no debe ser tomado, si se sabe que es peligroso y que hay riesgo de emboscada

  • Un ejército, aunque pueda ser atacado, no debe serlo, si las circunstancias son desesperadas y el enemigo es susceptible de luchar hasta morir.

  • Una ciudad, incluso estando aislada y prestándose a ser atacada, no debe serlo, si hay lugar a suponer que está bien abastecida de provisiones, defendida por tropas de primera fuerza dirigidas por un general avisado, y sus ministros leales y planes insondables.

  • Un terreno, aunque su propiedad sea contestable, no debe ser el objeto de una batalla, si se sabe que una vez tomado será difícil defenderlo, o que no se puede sacar ventaja alguna, pero que será probablemente contraatacado y habrá perdidas.

  • Las ordenes de un soberano, aunque deben ser cumplidas, no deben ser puestas en practica si el general sabe que comportan el peligro de un enojoso control de la capital sobre asuntos castrenses.

  • Es preciso acomodarse a estas 5 eventualidades en el momento en que se presentan, ya que no es posible decidirlo por anticipado.

    Capitulo IX. Marchas

    Las maniobras militares son el resultado de los planes y las estrategias en la manera más ventajosa para ganar. Determinan la movilidad y efectividad de las tropas. Si vas a colocar tu ejército en posición de observar al enemigo, atraviesa rápido las montañas y vigílalos desde un valle.

    Combate estando cuesta abajo y nunca cuesta arriba. Evita que el agua divida tus fuerzas, aléjate de las condiciones desfavorables lo antes que te sea posible. No te sitúes río abajo. No camines en contra de la corriente, ni en contra del viento.

    En una llanura, toma posiciones desde las que sea fácil maniobrar, manteniendo las elevaciones del terreno detrás y a tu derecha, estando las partes más bajas delante y las más altos detrás.

    Cuida de la salud física de tus soldados con los mejores recursos disponibles. Donde haya montículos y terraplenes, sitúate en su lado soleado, manteniéndolos siempre a tu derecha y detrás. Colocarse en la mejor parte del terreno es ventajoso para una fuerza militar. La ventaja en una operación militar consiste en aprovecharse de todos los factores beneficiosos del terreno.

    Es esencial bajar del caballo y escudriñar el terreno, por si existen tropas escondidas para tenderte una emboscada. También podría ser que hubiera espías al acecho observándote y escuchando tus instrucciones y movimientos.

    Si un adversario no conserva la posición que le es favorable por las condiciones del terreno y se sitúa en otro lugar conveniente, debe ser porque existe alguna ventaja táctica para obrar de esta manera. Si se mueven los árboles, es que el enemigo se está acercando. Si hay obstáculos entre los matorrales, es que has tomado un mal camino.

    Si los pájaros alzan el vuelo, hay tropas emboscadas en el lugar. Si los animales están asustados, existen tropas atacantes. Si se elevan columnas de polvo altas y espesas, hay carros que se están acercando; si son bajas y anchas, se acercan soldados a pie. Humaredas esparcidas significan que se está cortando leña. Pequeñas polvaredas que van y vienen indican que hay que levantar el campamento.

    En asuntos militares, no es necesariamente más beneficioso ser superior en fuerzas, sólo evitar actuar con violencia innecesaria; es suficiente con consolidar tu poder, hacer estimaciones sobre el enemigo y conseguir reunir tropas; eso es todo.

    Arte civilizado significa humanidad, y artes marciales significan reglamentos. Mándalos con humanidad y benevolencia, unifícalos de manera estricta y firme. Cuando la benevolencia y la firmeza son evidentes, es posible estar seguro de la victoria. Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo.

    Capitulo X. El terreno

    Algunos terrenos, según su naturaleza, son fáciles, otros difíciles, algunos neutros, otros estrechos, accidentados o abiertos.

    Cuando el terreno sea accesible, sé el primero en establecer tu posición, eligiendo las alturas soleadas; una posición que sea adecuada para transportar los suministros; así tendrás ventaja cuando libres la batalla. Cuando estés en un terreno difícil de salir, estás limitado. Cuando es un terreno desfavorable para ambos bandos, se dice que es un terreno neutro. En un terreno estrecho, si eres el primero en llegar, debes ocuparlo totalmente y esperar al adversario. En terreno accidentado, si eres el primero en llegar, debes ocupar sus puntos altos y soleados y esperar al adversario. En un terreno abierto, la fuerza del ímpetu se encuentra igualada, y es difícil provocarle a combatir de manera desventajosa para él.

    Entender estas seis clases de terreno es la responsabilidad principal del general, y es imprescindible considerarlos. Los generales que las ignoran salen derrotados.

    Como norma general, para poder vencer al enemigo, todo el mando militar debe tener una sola intención y todas las fuerzas militares deben cooperar.

    Avanzar y retirarse en contra de las órdenes del gobierno no se hace por interés personal, sino para salvaguardar las vidas de la población y en auténtico beneficio del gobierno. Servidores de esta talla son muy útiles para un pueblo.

    Si sabes que tus soldados son capaces de atacar, pero ignoras si el enemigo es invulnerable a un ataque, tienes sólo la mitad de posibilidades de ganar. Si sabes que tu enemigo es vulnerable a un ataque, pero ignoras si tus soldados son capaces de atacar, sólo tienes la mitad de posibilidades de ganar. Si sabes que el enemigo es vulnerable a un ataque, y tus soldados pueden llevarlo a cabo, pero ignoras si la condición del terreno es favorable para la batalla, tienes la mitad de probabilidades de vencer.

    Por lo tanto, los que conocen las artes marciales no pierden el tiempo cuando efectúan sus movimientos, ni se agotan cuando atacan.

    Capitulo XI. Las nueve clases de terreno

    Con respecto al uso que permite hacer de las tropas, el terreno puede ser clasificado como: terreno de dispersión, fronterizo, clave, de comunicación, de convergencia, serio, difícil, cercado y mortal.

    Cuando el señor se halla en su propio terreno, se halla en terreno de dispersión. Cuando solo penetra poco profundamente en territorio enemigo, se halla en terreno fronterizo. Un terreno igualmente ventajoso para ambas partes es un terreno clave, o de importancia estratégica. Un terreno igualmente accesible para ambas partes es un terreno de comunicación. Cuando un Estado esta limitado por otros 3, su territorio es de convergencia, el primero que se haga dueño de el obtendrá el sostén de todo el Imperio. Cuando el ejército ha penetrado profundamente en territorio enemigo, dejando lejos en pos de el numerosas ciudades y villas enemigas, esta en terreno serio. Cuando el terreno atraviesa diferentes accidentes geográficos, se halla en terreno difícil. Un terreno el cual se accede por un gallote y sale por caminos tortuosos, y que permite al enemigo atacarme, se halla en terreno cercado. Un terreno en el cual el ejército solo puede sobrevivir luchando con la energía de la desesperación, es denominado mortal.

    Así pues, no combatas en un terreno de dispersión, no te detengas en un terreno fronterizo, no ataques en un terreno clave (ocupado por el enemigo), no dejes que tus tropas sean divididas en un terreno de comunicación. En terrenos de convergencia, establece comunicaciones; en terrenos serios, entra aprovisionado; en terrenos difíciles, continúa marchando; en terrenos cercados, haz planes; en terrenos mortales, lucha.

    Los que eran antes considerados como expertos en el arte de la guerra eran capaces de hacer que el enemigo perdiera contacto entre su vanguardia y su retaguardia, la confianza entre las grandes y las pequeñas unidades, el interés recíproco par el bienestar de los diferentes rangos, el apoyo mutuo entre gobernantes y gobernados, el alistamiento de soldados y la coherencia de sus ejércitos. Estos expertos entraban en acción cuando les era ventajoso, y se retenían en caso contrario.

    Capitulo XII. El ataque por medio de fuego

    Hay 5 métodos para atacar por medio de fuego: quemar el personal, quemar los depósitos, quemar el material, quemar los arsenales, utilizar proyectiles incendiarios. Para utilizar el fuego hay que apoyarse en ciertos medios.

    El material incendiario siempre debe de estar disponible. Hay épocas y días favorables para provocar incendios. En caso de ataque por medio del fuego, hay que reaccionar a cambios de situación. Cuando se incendia el campamento enemigo, hay que coordinar inmediatamente el conjunto de operaciones del exterior; si sus tropas están en calma, no ataques. Cuando el incendio llega a su paroxismo, acósalo si es posible. Si no lo es, espera. Cuando el viento sopla de día, amainara por la noche.

    No basta saber cómo atacar a los demás con el fuego, es necesario saber cómo impedir que los demás te ataquen a ti.

    Capitulo XIII. La utilización de los agentes secretos

    Una operación militar significa un gran esfuerzo para el pueblo, y la guerra puede durar muchos años para obtener una victoria de un día. Así pues, fallar en conocer la situación de los adversarios por economizar en aprobar gastos para investigar y estudiar a la oposición es extremadamente inhumano, y no es típico de un buen jefe militar, de un consejero de gobierno, ni de un gobernante victorioso. Por lo tanto, lo que posibilita a un gobierno inteligente y a un mando militar sabio vencer a los demás y lograr triunfos extraordinarios con esa información esencial.

    Existen 5 clases de agentes secretos susceptibles de ser utilizados, a saber: los agentes indígenas, internos, dobles, liquidables y volantes. Cuando estas 5 clases de agentes laboran simultáneamente y nadie conoce su procedimiento, son llamadas la divina madeja y constituyen el tesoro de un soberano.

    Los agentes indígenas son los originarios del país enemigo a quienes empleamos. Los internos son funcionarios enemigos a quienes empleamos. Los dobles son los espías enemigos a quienes nosotros empleamos. Los liquidables son los espías nuestros a quienes facilitamos deliberadamente información falsa de pies a cabeza. Los agentes volantes son los que nos traen la información. Es esencial para un gobernante conocer las cinco clases de espionaje, y este conocimiento depende de los agentes dobles; así pues, éstos deben ser bien tratados.

    Siempre que quieras atacar a un ejército, asediar una ciudad o atacar a una persona, has de conocer previamente la identidad de los generales que la defienden, de sus aliados, sus visitantes, sus centinelas y de sus criados; así pues, haz que tus espías averigüen todo sobre ellos. No será ventajoso para el ejército actuar sin conocer la situación del enemigo, y conocer la situación del enemigo no es posible sin el espionaje.

    Fin

    Ficha bibliográfica:

    Sun Tzu

    El arte de la guerra

    México D.F

    Frente y vuelta

    1997

    158 pags




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    País: México

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