Educación y Pedagogía
Educación inclusiva
HACIA EL DESARROLLO DE ESCUELAS INCLUSIVAS
1. MARCO CONCEPTUAL
Los Derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes
Los principios básicos que deben orientar la política educativa para los niños, las niñas y los adolescentes con discapacidad son los mismos que orientan la política para cualquier niño. Estos principios están consagrados en los instrumentos internacionales de Derechos Humanos y más particularmente en la Convención sobre los Derechos del Niño. Esta Convención tiene gran relevancia dado que ha sido ratificada casi universalmente. El eje central de la Convención es que consigna a los niños, todos los niños, como sujetos de derecho lo que implica un cambio sustantivo en la relación entre los niños, el mundo adulto y el Estado. El hecho que los niños, las niñas y los adolescentes sean titulares de derecho hace necesario implementar cambios legales, institucionales y culturales para que estos derechos sean efectivamente respetados y puedan ser exigidos.
Derecho a la Educación
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño tiene una propuesta muy clara en torno a la educación, en ella se establece que:
- La educación es un derecho de todos los niños.
- El acceso a este derecho debe estar eximido de discriminación e inspirado en la igualdad de oportunidades.
- Se debe garantizar en el sistema escolar un trato compatible con la
dignidad humana.
- La educación se orientará por objetivos de calidad, que desarrollen al máximo las capacidades del niño, preparándole para la vida adulta.
- La educación debe realizarse en medio de una convivencia respetuosa de los
derechos humanos, la libertad, justicia, respeto y la promoción de la participación
de niños y adolescentes en los asuntos de su interés.
En síntesis, la escuela debe ser un instrumento para la igualdad de oportunidades para
todos, además de un espacio de integración social, donde se conoce, comparte y convive
con personas provenientes de otros grupos sociales, y se aprende a respetar y valorar al
diferente. Se busca la mayor calidad educativa para todos, para lograr su plena
participación e integración social y productiva en el mundo adulto. Nada puede ser más
perjudicial para la formación de nuestros hijos que educarlos en guetos, en una escuela
que no da cabida, ni tolera la diversidad en su interior. La escuela debe ser el espacio
privilegiado, en que todos aprendemos a convivir con los otros, y en que cada uno tiene la
oportunidad de desarrollar al máximo sus capacidades de aprendizaje.
Derecho a la Educación, la No Discriminación y la Participación.
Otro aspecto a considerar es que la Convención de los Derechos del Niño en su artículo 2
deja en claro que los niños no deben ser objeto de ningún tipo de discriminación. Esto no
significa tratar a todas las personas de la misma manera, sino, por el contrario, ofrecer las
ayudas y oportunidades que cada persona necesita de acuerdo a sus características y
necesidades individuales. Por lo tanto, implica que los sistemas educativos han de
proveer los recursos humanos, materiales y financieros necesarios para que los alumnos
con necesidades educativas especiales cuenten con las ayudas necesarias que faciliten
su proceso de aprendizaje y su autonomía personal. En este sentido, la igualdad de
oportunidades no hay que entenderla sólo en relación con el acceso a la educación sino
también con el derecho a una educación de igual calidad.
La misma Convención en su artículo 23 apunta específicamente a los niños con
discapacidad, señalando: “...que se reconoce que el niño mental o físicamente impedido, deberá disfrutar de una vida plena y decente en condiciones que aseguren su dignidad, permitiendo llegar a bastarse por sí mismo y faciliten la participación activa del niño en la comunidad". En el ámbito educativo este derecho significa que los niños con necesidades educativas especiales deberían educarse con el resto de los alumnos de su edad y participar al máximo posible de las actividades escolares sin perder de vista sus necesidades específicas. Deben participar del currículo común, haciendo los ajustes necesarios, ya que en éste se establecen las competencias necesarias para ser un ciudadano que participa activamente en la sociedad.
1.2.- La atención a la diversidad.
La educación escolar tiene como finalidad fundamental promover de forma intencional el
desarrollo de ciertas capacidades y la apropiación de determinados contenidos de la
cultura necesarios para que los alumnos puedan ser ciudadanos activos en su marco
sociocultural de referencia. Para lograr esta finalidad, la escuela ha de conseguir el difícil
equilibrio de proporcionar una cultura común a todos los alumnos que evite la
discriminación y desigualdad de oportunidades, respetando al mismo tiempo sus
características individuales, sociales, lingüísticas y culturales.
El concepto de diversidad nos remite al hecho de que todos los alumnos tienen unas
necesidades educativas individuales propias y específicas para poder acceder a las
experiencias de aprendizaje necesarias para su socialización, que están establecidas en
el currículo escolar. Estas necesidades educativas individuales tienen su origen en las
diferencias culturales, sociales, de género y personales. Los modelos y propuestas
educativas están influidos por la percepción y connotaciones de valor que se tengan
respecto de las diferencias. Cuando se habla de diferencias sociales se está hablando no
sólo de alumnos diversos, sino de alumnos que tienen diferentes oportunidades (unos
tienen más que otros). Cuando se habla de diferencias culturales, suele considerarse que
hay una cultura mayoritaria y otras minoritarias que tienen menor influencia en la sociedad.
Cuando hablamos de diferencias individuales suele haber una tendencia a valorar más a
aquellos que tienen altas capacidades; especialmente las de tipo intelectual.
Muchos alumnos experimentan dificultades de aprendizaje y de participación en la escuela
porque no se tienen en cuenta dichas diferencias, como consecuencia del modelo
homogeneizador de los sistemas educativos. Los diversos grupos sociales, culturales y
etnias tienen normas, valores, creencias y comportamientos distintos a los de la cultura
escolar. Los alumnos que pertenecen a sectores sociales y culturales con menor
vinculación a los objetivos y cultura de la escuela pueden generar menos expectativas en
los profesores y tener menor autoestima y seguridad en las actividades escolares. La
percepción de estos alumnos de que se espera poco de ellos refuerza su sensación inicial
de que son poco competentes para las tareas escolares.
Las diferencias de género también influyen en el proceso de enseñanza- aprendizaje.
Finalmente, las diferencias individuales en cuánto a capacidades, motivaciones, estilo de
aprendizaje, etc., que son inherentes al ser humano y se dan al interior de los colectivos
señalados, tienen gran influencia en los procesos de aprendizaje haciendo que estos sean
únicos e irrepetibles en cada caso.
Sin embargo, se debe señalar que las necesidades educativas de los alumnos no dependen sólo de las diferencias anteriormente señaladas, sino que están también relacionadas con el tipo de situaciones que vive cada uno en la escuela. La oferta curricular, la organización escolar, las estrategias de aprendizaje en el aula, las expectativas de los profesores, las relaciones con la familia y los sistemas de participación que se establecen son mecanismos importantes que favorecen o dificultan el aprendizaje y la plena participación de los alumnos al proceso educativo. Dos escuelas del mismo contexto pueden abordar de forma muy distinta las diferencias de los alumnos y alumnos, contribuyendo al éxito en el aprendizaje y la participación o por el contrario al fracaso y segregación de los alumnos.
1.3. - El concepto de necesidades educativas especiales.
Muchas necesidades individuales pueden ser atendidas a través de una serie de
actuaciones que todo profesor y profesora conoce para dar respuesta a la diversidad; dar
más tiempo al alumno para el aprendizaje de determinados contenidos, utilizar otras
estrategias o materiales educativos, diseñar actividades complementarias, etc. En
algunos casos, sin embargo, determinadas necesidades individuales no pueden ser
resueltas por los medios señalados, siendo preciso poner en marcha una serie de
ayudas, recursos y medidas pedagógicas especiales o de carácter extraordinario
distintas de las que requieren habitualmente la mayoría de los alumnos.
El concepto de necesidades educativas especiales implica que cualquier alumno o
alumna que encuentre barreras para progresar en relación con los aprendizajes
escolares, por la causa que fuere, reciba las ayudas y recursos especiales que necesite,
ya sea de forma temporal o permanente, en el contexto educativo más normalizado
posible. Algunas necesidades educativas especiales sólo requieren para ser atendidas
una serie de medios, recursos o ayudas técnicas que van a permitir que el alumno pueda
seguir en gran medida el currículo común, y van a facilitar su autonomía y proceso de
aprendizaje. Otras necesidades educativas van a requerir modificaciones o ajustes en el
currículo mismo, y finalmente existen necesidades que requieren para ser atendidas
modificaciones en el contexto educativo, estructura social o clima afectivo en el que tiene
lugar el hecho educativo.
Hasta hace relativamente poco sólo los alumnos con algún tipo de discapacidad eran los
destinatarios de este tipo de ayudas y recursos especiales, mientras que muchos otros
que tenían dificultades de aprendizaje o de adaptación seguían en la escuela común sin
ningún tipo de ayudas. El concepto de necesidades educativas especiales afecta a un
número mayor de alumnos que aquellos que presentan discapacidad ya que existe un
colectivo más amplio de alumnos que, por diferentes causas, pueden requerir ayudas
especiales para superar sus dificultades de aprendizaje y favorecer el pleno de sus
capacidades.
Uno de los avances más importantes del concepto de necesidades educativas especiales
es que pone el acento en lo que la escuela puede hacer para compensar las dificultades
del alumno, ya que desde este enfoque se considera que las dificultades de aprendizaje,
sea cual sea el origen de las mismas, tienen un carácter interactivo dependiendo tanto de
sus características personales como de la respuesta educativa que se le ofrece. Este
enfoque se preocupa sobre todo por identificar las necesidades educativas del alumno y
la alumna como consecuencia, no sólo de sus limitaciones personales sino también de las
deficiencias de la respuesta educativa.
En la mayoría de los países se sigue considerando como alumnos y alumnas con
necesidades especiales sólo a aquellos que presentan una discapacidad, porque se
utiliza como criterio el origen del problema en lugar de considerar el tipo de ayudas o
recursos que hay que proporcionar a ciertos alumnos y alumnas para facilitar su proceso
de aprendizaje y su progresión con relación al currículo escolar.
1.4.- El concepto de integración educativa.
La integración es la consecuencia del principio de normalización, es decir, el derecho de
las personas con discapacidad a participar en todos los ámbitos de la sociedad
recibiendo el apoyo que necesitan en el marco de las estructuras comunes de educación,
salud, empleo, ocio y cultura, y servicios sociales, reconociéndoles los mismos derechos
que el resto de la población. La integración educativa debe formar parte de una estrategia
general cuya meta sea alcanzar una educación de calidad para todos.
El argumento esencial para defender la integración tiene que ver con una cuestión de
derechos y con criterios de justicia e igualdad. Todos los alumnos tienen derecho a
educarse en un contexto normalizado que asegure su futura integración y participación en
la sociedad. Una segunda razón por la que surge la integración es que las escuelas
especiales no han proporcionado los beneficios que se esperaban, y el hecho de existir
éstas ha conllevado que un gran porcentaje de alumnos que fracasan en la escuela vaya a
parar a ella. En prácticamente todos los países, la educación especial se ha configurado como producto de un proceso sistemático de expulsar a los alumnos y alumnas con discapacidades leves del sistema regular, sumándole posteriormente a los alumnos y alumnas que presentan niveles más graves de discapacidad. Las escuelas especiales están atendiendo a los niños y niñas de los que la escuela regular no se quiere hacer cargo. Mientras, un alto porcentaje de niños y niñas con discapacidad, que necesitan una mayor atención, están en sus casas sin poder acceder a ningún tipo de educación ni regular ni especializada.
Un tercer aspecto a considerar es que las escuelas de educación especial han fallado en
su objetivo principal de preparar a los niños, niñas y jóvenes con discapacidad para su
participación y su inserción posterior en la sociedad. Se presenta, entonces, la integración
educativa como el medio para que esta inserción social sea efectiva. Otros argumentos a
favor de la integración tienen que ver con la calidad de la educación misma. La integración
realizada en las debidas condiciones y con los recursos necesarios, es beneficiosa no
sólo para los alumnos con discapacidad, sino también para el resto de los alumnos, y para
los docentes. No obstante, también existen ciertos temores hacia la integración, incluso por parte de aquellas personas que comparten su filosofía y principios. Un primer obstáculo tiene que ver con la dificultad de cambiar las representaciones y las creencias. Muchos piensan que los alumnos con discapacidad "aprenden menos" en la escuela común que en la especial, porque no tienen una enseñanza tan individualizada ni la presencia constante de
especialistas. Otro temor muy frecuente es que el resto de los niños aprendan menos o
más lentamente por la presencia en las aulas de niños con discapacidad. Sin embargo,
las evaluaciones e investigaciones realizadas no avalan lo anterior, sino todo lo contrario.
Otra de las principales preocupaciones está relacionada con el funcionamiento de la
escuela regular: clases muy numerosas, mayores exigencias, enseñanza muy rígida y
homogeneizadora. Obviamente, la integración implica que se produzcan cambios
profundos en el currículo, la metodología y la organización de las escuelas, de forma que
creen las condiciones necesarias para que todos los alumnos, sin excepción, participen y
tengan éxito en su aprendizaje. Finalmente se argumenta que la integración requiere una
serie de recursos materiales y humanos, que no siempre están disponibles. Es cierto que
se requieren una serie de recursos, humanos y materiales de carácter especializado, pero
no siempre es necesario aumentar los recursos sino utilizar de forma distinta los ya
existentes.
La generalización de la integración implica la reconversión progresiva de los centros de
educación especial, pero no la eliminación de los profesionales y servicios de educación
especial que habrán de realizar funciones distintas. Desde esta perspectiva la educación
especial deja de ser un sistema paralelo que sólo se ocupa de los niños y niñas con
discapacidad para convertirse en un conjunto de servicios y apoyos para todos los
alumnos que lo requieran, contribuyendo así a la mejora de la calidad de la enseñanza.
En consecuencia, los centros de educación especial han de reconvertir progresivamente
su rol y sus funciones, incorporándose a la red general del sistema educativo y los
procesos de reforma. La tendencia general es que se conviertan en centros de recursos
para la comunidad y las escuelas comunes, y que sólo escolaricen niños y niñas
gravemente afectadas.
1.5. - El concepto de educación inclusiva.
La educación inclusiva se asocia frecuentemente con la participación de los niños con
discapacidad en la escuela común y de otros alumnos etiquetados "con necesidades
educativas especiales". Sin embargo, esta acepción estaría más relacionada, según lo
expresado anteriormente, con el concepto de integración educativa y no el de inclusión. El
concepto de educación inclusiva es más amplio que el de integración y parte de un
supuesto distinto, porque está relacionado con la naturaleza misma de la educación
regular y de la escuela común. La educación inclusiva implica que todos los niños y niñas
de una determinada comunidad aprendan juntos independientemente de sus condiciones
personales, sociales o culturales, incluidos aquellos que presentan una discapacidad. Se
trata de un modelo de escuela en la que no existen "requisitos de entrada" ni mecanismos
de selección o discriminación de ningún tipo, para hacer realmente efectivos los derechos
a la educación, a la igualdad de oportunidades y a la participación.
El proceso de integración educativa ha tenido como preocupación central reconvertir la
educación especial para apoyar la educación de los niños integrados a la escuela común,
trasladando, en muchos casos, el enfoque individualizado y rehabilitador, propio de la
educación especial, al contexto de la escuela regular. Desde esta perspectiva, se hacían
ajustes y adaptaciones sólo para los alumnos etiquetados "como especiales" y no para
otros alumnos de la escuela. El enfoque de educación inclusiva, por el contrario, implica
modificar substancialmente la estructura, funcionamiento y propuesta pedagógica de las
escuelas para dar respuesta a las necesidades educativas de todos y cada uno de los
niños y niñas, de forma que todos tengan éxito en su aprendizaje y participen en igualdad
de condiciones. En la escuela inclusiva todos los alumnos se benefician de una enseñanza
adaptada a sus necesidades y no sólo los que presentan necesidades educativas
especiales.
2. -DESAFÍOS PARA AVANZAR HACIA UNA EDUCACIÓN INCLUSIVA.
El desarrollo de una educación inclusiva implica cambios en el ámbito del sistema y de las
políticas educativas, en el funcionamiento de las escuelas, en las actitudes y prácticas de
los docentes y en los niveles de relación de los distintos actores.
2.1. Cambios en las políticas, las normativas y los sistemas educativos.
- Fortalecimiento de la responsabilidad del estado para garantizar la igualdad de
oportunidades y asegurar las condiciones básicas de funcionamiento de las escuelas en
términos de recursos humanos, materiales y didácticos, de forma que puedan atender la
diversidad de su alumnado. Es fundamental asimismo establecer mecanismos de
discriminación positiva que beneficien a los grupos en situación de mayor vulnerabilidad
y a las escuelas con mayores carencias.
- Ampliación de la cobertura y de la calidad de los programas de educación y
cuidado de la primera infancia: Cuanto antes se comienza la integración en el sistema
regular, más normalizado es el proceso. Actualmente es una realidad que los niños y
niñas que más necesitan una educación temprana para compensar su situación de
desventaja son quienes menos acceden a los programas, o reciben una educación de
menor calidad. Por ello, un desafío importante es lograr una mayor equidad en la
distribución y la calidad de la oferta educativa que asegure la igualdad de oportunidades
de los niños y niñas que por sus condiciones individuales, sociales o culturales se
encuentran en situación de desventaja. Los niños con discapacidad constituyen uno de
los colectivos más excluidos, en circunstancias que para ellos es vital una educación
temprana que compense sus dificultades y optimice su desarrollo.
- Flexibilidad de la oferta educativa en todas las etapas. Es necesaria una mayor
flexibilidad y diversificación de la oferta educativa dentro de las propias instituciones,
ofreciendo distintas propuestas y alternativas en cuanto al currículo, las situaciones de
aprendizaje, los materiales y procedimientos de evaluación. Las instituciones
educativas han de ofrecer a sus alumnos y alumnas mas de un camino o formato para
asegurar que todos logren, en la medida de sus posibilidades, las competencias
básicas establecidas en el currículo escolar.
- Recursos de apoyo para los docentes. La mayoría de los países cuentan con una
serie de servicios de apoyo a la escuela que son de capital importancia para el éxito de
las políticas educativas inclusivas. Los recursos de apoyo han de centrar su intervención
en la escuela en su conjunto, orientando a los profesores y las familias para que sean
cada vez más capaces de atender las necesidades de los niños. Un apoyo muy valioso
es el que se pueden prestar las escuelas entre sí; es importante fomentar redes de
trabajo entre escuelas y entre los sistemas de educación regular y especial, que se
reúnan para reflexionar conjuntamente e intercambiar experiencias.
- Políticas educativas e intersectoriales que promuevan la inclusión en todos los
niveles educativos. Un aspecto sumamente sensible tiene que ver con la transición de
los y las estudiantes con necesidades educativas especiales a lo largo de su vida:
transición del hogar a la educación inicial, de ahí a la educación primaria o básica, la
transición de la básica a la educación secundaria y de ahí al mundo laboral. Cada
proceso de transición tiene sus propias complejidades y es necesario encontrar la forma
de suavizar y simplificar estos procesos.
- Legislación y normativas educativas e intersectoriales. El concepto de la
integración de alumnos con discapacidad en la educación regular ya se ha incorporado
plenamente en las políticas de muchos países.
- Redes de trabajo intersectorial entre diferentes sectores responsables del
bienestar de las personas con discapacidad. Es necesaria la articulación entre el
gobierno y la sociedad para colaborar principalmente en temas relacionados con la educación, el empleo y la salud.
2.2. Cambios en las actitudes y las prácticas educativas.
- Valoración de la diversidad como un elemento que enriquece el desarrollo
personal y social. La condición más importante para el desarrollo de una educación
inclusiva es que la sociedad en general y la comunidad educativa en particular tengan
una actitud de aceptación, respeto y valoración de las diferencias. Es fundamental
desarrollar una intensa actividad de información y sensibilización, en la que los medios
de comunicación social pueden jugar un rol fundamental.
- Un currículo amplio y flexible es una condición fundamental para responder a las
diversidad ya que permite tomar decisiones ajustadas a las diferentes realidades
sociales, culturales e individuales. Pero la respuesta a la diversidad implica además un
currículo amplio y equilibrado en cuanto al tipo de capacidades y contenidos que
contempla. Se han realizado importantes avances en el diseño de currículo que pueden ser muy beneficiosos para dar respuesta a la diversidad, pero todavía no se ha logrado que estos modifiquen realmente la práctica educativa, porque muchos docentes no se han apropiado de ellos.
- Los enfoques metodológicos y la pedagogía deben estar centrados en el alumno, y
facilitar la diversificación y flexibilidad de la enseñanza, de modo que sea posible
personalizar las experiencias de aprendizaje comunes. El punto central es cómo
organizar las situaciones de aprendizaje de forma que todos los alumnos participen sin
perder de vista las necesidades y competencias específicas de cada uno. Uno de los
mayores desafíos es romper con la cultura homogenizadora de las escuelas y la enseñanza transmisora y frontal que considera que todos los alumnos son iguales y aprenden de la misma forma.
- Criterios y procedimientos flexibles de evaluación y de promoción. Desde la
perspectiva de una educación inclusiva, el fin de la evaluación es identificar el tipo de
ayudas y recursos que precisan para facilitar su proceso de enseñanza-aprendizaje y de
desarrollo personal y social. Un aspecto que favorece la atención a la diversidad, es que
en muchos países se ha superado el modelo curricular en el que se gradúan los
aprendizajes curso por curso, y se ha establecido la promoción automática. La respuesta
a las diferencias implica utilizar una variedad de procedimientos de evaluación que se
adapten a distintos estilos, capacidades y posibilidades de expresión de los alumnos.
- Proyectos educativos de toda la escuela que contemple la diversidad y
compromiso de cambio. Los procesos de descentralización curricular y de gestión
educativa que han emprendido muchos países facilitan que las escuelas puedan elaborar
proyectos educativos acordes a las necesidades de sus alumnos y su realidad. En
aquellas escuelas en las que existe un trabajo colaborativo entre los profesores, entre
profesores y padres y entre los propios alumnos, es más factible que se pueda atender a
la diversidad. La existencia de un buen clima afectivo y emocional en la escuela y el aula
también es una condición fundamental para que los alumnos aprendan y participen
plenamente.
- Participación de los padres y de la comunidad. Es importante una relación de
colaboración entre todos los implicados en el proceso: entre directivos, directivos y
docentes, entre docentes, entre docentes y padres, y entre los propios alumnos. Los
padres han de participar en las actividades de la escuela, en el apoyo de determinados
aprendizajes en el hogar y en el control de los progresos de sus hijos.
- Formación de los docentes y otros profesionales. Todos los cambios señalados no
pueden llevarse a cabo si los docentes y especialistas no cuentan con las competencias
necesarias para desarrollar una práctica educativa distinta. Por ello es fundamental
renovar los programas de formación docente inicial y en servicio y de otros especialistas
para responder a los requerimientos de la educación inclusiva. Es también importante
que los profesores tengan unas condiciones laborales adecuadas, una mayor valoración
por el trabajo que realizan y una serie de incentivos que redunden en su desarrollo
profesional.
Uno de los grandes objetivos de las agencias internacionales es contribuir y apoyar a los
países en este proceso de transformación de los sistemas educativos, para convertirlos en
verdaderos instrumentos de integración social que permitan la plena participación de los
ciudadanos en la vida pública. Las agencias internacionales han cumplido el rol de
agentes coordinadores. Este rol debe ser reforzado y aumentado para que el desarrollo
de la inclusión se introduzca en las agendas de trabajo de todos los países.
Bibliografía.
Ainscow, M. (1993). Las necesidades educativas especiales en el aula. Conjunto de
materiales para la formación de profesores. París: UNESCO.
Ainscow, M. (1998). Llegar a todos los educandos: Lecciones derivadas de experiencias
personales. Ponencia principal de la Conferencia sobre Efectividad y Mejoramiento
Escolar, Manchester, enero de 1998.
Blanco, R. (1999). La atención a la diversidad en el aula y las adaptaciones del currículo.
En A. Marchesi; C. Coll y J. Palacios (compiladores). Desarrollo psicológico y Educación,
III. Necesidades educativas especiales y aprendizaje escolar. Madrid, Alianza Editorial.
Blanco, R. (1999) Hacia una escuela para todos y con todos. Boletín Proyecto Principal de
Educación en América Latina y el Caribe no48, Abril 1999, UNESCO/OREALC, Santiago
de Chile.
Delors, J. el al. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la
Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI. París: UNESCO.
Fierro, A. (1990). La escuela frente al déficit intelectual. En A. Marchesi; C. Coll y J.
Palacios (compiladores.). Desarrollo psicológico y Educación, III. Necesidades educativas
especiales y aprendizaje escolar. Madrid. Alianza Editorial.
Hegarty, S. (1994). Educación de niños y jóvenes con discapacidades. Principios y
práctica. París: UNESCO.
Marchesi, A. y Martín, M. (1998). Calidad de la enseñanza en tiempos de cambio. Madrid:
Alianza Editorial.
Marchesi, A. y Martín, M. (1990). Del lenguaje del déficit a las necesidades educativas
especiales. En A. Marchesi; C. Coll y J. Palacios (compiladores). Desarrollo psicológico y
Educación, III. Necesidades educativas especiales y aprendizaje escolar. Madrid: Alianza
Editorial.
Organización Mundial de la Salud, (1999) CIDDM-2 Clasificación Internacional
del Funcionamiento y la Discapacidad. Borrador Beta-2. Ginebra, Suiza.
República de Chile (1990). Decreto Supremo de Educación N° 490 que Establece
Normas para Implementar Proyectos de Integración Escolar en Establecimientos
Comunes.
República de Chile (1994). Ley N° 19.284 sobre la Integración Social Plena de las
Personas con Discapacidad.
República de Chile (1998). Decreto Supremo de Educación N° 1 sobre la Integración
Escolar de Alumnos con Necesidades Educativas Especiales.
UNESCO. (1994). Declaración y Marco de Acción de la Conferencia Mundial sobre
necesidades educativas especiales: Acceso y Calidad. Salamanca.
UNESCO, (1999) Estudio Temático para la evaluación de EPT 2000: Participación en la
Educación para Todos: La Inclusión de Alumnos con Discapacidad. Santiago de Chile.
UNESCO, (2000) Marco de Acción Subregional de América Latina. Evaluación de
Educación para Todos en el año 2000. EPT 2000.República Dominicana.
W.AA. (1990). Evaluación del programa de integración escolar de alumnos con
deficiencias. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia/CIDE.
Warnock Report. (1979). Special Educational Needs. Report of the Committee of inquiry
into Education of Handicapped Children and Young People. London. HMSO.
MARCO INTERNACIONAL
Desde la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, en la que se reconoce el
derecho de todas las personas a la educación, se ha recorrido un largo camino y se ha
realizado un gran esfuerzo por parte del sistema de Naciones Unidas para que este
derecho sea cada vez más efectivo en las diferentes partes del mundo, aun cuando somos
conscientes de que todavía existen muchos obstáculos para conseguir una auténtica
igualdad de oportunidades. A pesar de los avances logrados en la expansión de la
educación básica todavía persiste un importante número de niños, jóvenes y adultos que
están excluidos de la educación o reciben una educación de menor calidad. Las personas
con discapacidad constituyen el colectivo más excluido y se requieren políticas decididas
que aseguren su derecho efectivo a la educación, la igualdad de oportunidades y la
participación.
Una primera concreción de este derecho se produce en 1983 con el Programa de Acción
Mundial para los Impedidos, aprobado el 3 de Diciembre por la Asamblea General en el
contexto del Decenio de las Naciones Unidas para los Impedidos (1983-1992). En él se
subrayaba el derecho de las personas con discapacidad a tener las mismas
oportunidades que los demás ciudadanos y a disfrutar de las mejoras en las condiciones
de vida. Por primera vez se definió la discapacidad como relación entre las personas y su
entorno y se adoptaron los principios de normalización, integración y participación.
En 1990 tiene lugar en Jomtien, Tailandia, la Conferencia Mundial sobre Educación para
Todos: Satisfacción de las Necesidades Básicas de Aprendizaje, organizada
conjuntamente por UNESCO, UNICEF, PNUD y el Banco Mundial. Por primera vez los
dirigentes mundiales comienzan a enfrentar el desafío de la exclusión de la enseñanza y se
aprueba el objetivo de la "Educación para todos en el año 2.000". Una de las
recomendaciones básicas de esta Conferencia fue la de prestar especial atención a las
necesidades básicas de aprendizaje de las personas con discapacidad y tomar medidas
para garantizar a estas personas la igualdad de acceso a la educación como parte
integrante del sistema educativo.
Cuatro años después, en 1994 tienen lugar dos acontecimientos importantes. El primero
de ellos es la publicación de las Normas Uniformes de las Naciones Unidas sobre la
igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad (1994), cuya finalidad es
garantizar que estas personas puedan tener los mismos derechos y responsabilidades
que los demás. En estas normas se recogen tres términos que contribuyen a una mejor
definición del problema; deficiencia discapacidad y minusvalía, ya acuñados por la
Organización Mundial de la Salud. Estos tres términos han vuelto ha ser redefinidos por la Organización Mundial de la Salud en 1999. Desde esta perspectiva se considera que la
deficiencia es toda pérdida o alteración de una estructura o función psicológica, fisiológica
o anatómica. La discapacidad hace referencia a las limitaciones funcionales que se
producen respecto a los requerimientos sociales como consecuencia de las diferentes
deficiencias. Por último, la minusvalía sería la pérdida o limitación de oportunidades de
participar en la vida de la comunidad en condiciones de igualdad con los demás como
consecuencia de las deficiencias del entorno.
El otro avance importante de 1994 se produce en la Conferencia Mundial sobre
Necesidades Educativas Especiales: Acceso y Calidad, Salamanca, organizada por la
UNESCO. Esta Conferencia, representó una oportunidad internacional para dar
continuidad a la labor realizada en Jomtien, situando las necesidades educativas
especiales en el marco más amplio del movimiento de Educación para Todos. Este
acontecimiento significó un nuevo punto de partida para millones de niños privados de
educación. Se definió el concepto de necesidades educativas especiales, ampliando el
mismo a todos los niños que, por la razón que fuere, no se benefician de la enseñanza
escolar y se establecieron las acciones a desarrollar para proporcionar una respuesta
educativa adecuada a las necesidades individuales de los alumnos, sea cual sea el origen
de las mismas. El principio rector del Marco de Acción de Salamanca es que las escuelas
deben acoger a todos los niños, independientemente de sus condiciones personales;
niños discapacitados y bien dotados, niños de la calle, de minorías étnicas, lingüísticas o
culturales y de zonas desfavorecidas o marginales y la reforma sustancial del sistema
educativo para que esto sea posible.
En la VII Reunión de Ministros de Educación de América Latina y el Caribe, Kingston
1996, una de las recomendaciones fue la de "Fortalecer las condiciones y estrategias que
favorecen el desarrollo de las escuelas para que atiendan niños con necesidades
especiales o que presentan dificultades de aprendizaje debidas a diferentes causas, tales
como: discapacidades físicas, enseñanza o escolaridad inadecuada y ambientes sociales
marginados. Las escuelas integradoras favorecen la igualdad de oportunidades,
proporcionan una educación más personalizada, fomentan la solidaridad y cooperación
entre los alumnos y mejoran la calidad de la enseñanza y la eficacia de todo el sistema
educativo.
Recientemente, en Santo Domingo, Febrero 2000, ha tenido lugar una reunión regional
para analizar la evaluación de los diez años de implementación de la Declaración y el
Programa de Acción de la Conferencia Mundial de Educación para Todos. Esta reunión
se realizó previa al Foro Mundial de Educación de Dakar, Senegal, Abril 2000. El marco
de acción regional planteó como un objetivo el desarrollo de una educación inclusiva
estableciéndose las siguientes recomendaciones:
Formular políticas educativas de inclusión, que den lugar a la definición de metas y
Inclusión de niños con Discapacidad en la Escuela Regular
prioridades de acuerdo a las diferentes categorías de población excluida en cada país y a
establecer los marcos legales e institucionales para hacer efectiva y exigible la inclusión
como una responsabilidad colectiva.
- Diseñar modalidades educativas diversificadas, currículos escolares flexibles y nuevos
espacios en la comunidad que asuman la diversidad como valor y como potencialidad
para el desarrollo de la sociedad y de los individuos, recuperando las experiencias
formales y no formales innovadoras para atender las necesidades de todos: niñas, niños,
adolescentes, jóvenes y adultos y adultas.
- Promover y fortalecer la educación intercultural y bilingüe en sociedades multiétnicas,
plurilingües y multiculturales.
- Implementar un proceso sostenido de comunicación, información y educación de las
familias, que resalte la importancia y beneficios para los países de educar a la población
"actualmente excluida.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos que se vienen realizando tanto en el ámbito
internacional como en los contextos nacionales, todavía queda mucho camino por recorrer
y es preciso centrar los esfuerzos en pasar del plano de la declaración de intenciones a la
efectiva puesta en práctica de las mismas.
Descargar
Enviado por: | Ajc |
Idioma: | castellano |
País: | España |