Historia


Desigualdades regionales en Argentina


DESIGUALDADES REGIONALES EN LA REPUBLICA ARGENTINA

En este informe se tratarán las desigualdades regionales que se dan en nuestro país. Este tema es de gran importancia a nivel social, económico y cultural, ya que lo podemos observar diariamente en nuestra vida cotidiana y afecta a todos los sectores de la Argentina.

El trabajo consiste en detallar todas las causas y consecuencias que nos llevan a estas desigualdades.

Así, por ejemplo, se abordarán las principales causas históricas que nos llevan a comprender las situaciones que se dan en la actualidad.

También será analizado el tema de la pobreza, que afecta a todas las regiones del país y que tiene un importante impacto en las migraciones internas.

La educación ocupa un lugar relevante en estos aspectos mostrando las grandes diferencias regionales en cuanto a nivel educativo. De esta manera, se puede observar un alto grado de analfabetismo en ciertas provincias, mientras que en otras la situación está en mejores condiciones.

La situación laboral actual, es la principal causa de las migraciones y, por ende, de las distintas desigualdades sociales, económicas y culturales del país.

Las grandes corrientes migratorias que se dan, son entonces un fiel reflejo de estas diferencias entre regiones, ya que todos estos flujos migratorios tienen como destino un mismo lugar: la región pampeana.

Luego de explicar todos estos factores, analizaremos la desigual distribución de la población, que es una consecuencia de lo detallado anteriormente, y por la cual diferenciamos dos zonas opuestas: las áreas urbanizadas (altamente pobladas) y las zonas rurales (escasamente pobladas).

Consolidación de Buenos Aires sobre el resto de las provincias desde el punto de vista histórico

España había impuesto la unidad de varios territorios creando el Virreinato del Río de la Plata. Sin embargo, las diferentes regiones que lo componían tenían intereses contrapuestos. La política de los Borbones había favorecido a la región pampeana, rica en producción ganadera. En cada región se habían formado grupos locales que controlaban el poder y buscaban asegurar sus intereses económicos.

A partir de la Revolución de 1810, las provincias del norte, principal escenario de las guerras de independencia, estaban arruinadas. Buenos Aires intentaba conservar el poder que había logrado siendo capital del Virreinato. Las provincias del Litoral, de gran riqueza ganadera, se sentían perjudicadas por el control que ejercía Buenos Aires sobre el puerto, ya que dependían de éste para exportar sus productos. Así, diferentes grupos regionales se enfrentaron procurando imponer una organización que beneficiara sus intereses.

La región pampeana mostró tempranamente su capacidad para adaptarse a las cambiantes demandas del mercado internacional. Para Buenos Aires, desde principios de siglo XIX, fue evidente que su vocación estaba ligada al puerto, al creciente comercio de los productos de la campaña y a la incorporación de los bienes más sofisticados provenientes del exterior. A estas circunstancias se sumaron paulatinamente los hombres y mujeres que buscaban en el Río de la Plata una forma tangible de la América imaginada. Esa capacidad de adaptación de la campaña caracterizó el período posterior a la caída de Rosas, marcado por el crecimiento de la economía de la población y el comercio.

La cría de ovejas y la exportación de lana fueron el centro de transformaciones en la campaña. Las modificaciones de la estructura productiva de la provincia afectaron también a la ciudad. La población de la ciudad y la provincia creció considerablemente en estos años.

Económicamente, cuando llegaron los primeros colonos (1856-1857), las provincias de la Confederación eran mucho más modestas que la de Bs. As, aunque habían diferencias de importancia entre unas y otras. Entre Ríos, por ejemplo, era la más pujante. La provincia de Santa Fe, en cambio, se encontraba devastada por la larga guerra y apenas comenzaba a instalar las bases de su futura prosperidad mediante la promoción de las colonias. En este período inició su crecimiento la ciudad de Rosario, favorecida por contar con un puerto intermedio entre el interior y Buenos Aires.

El Banco de la Provincia de Buenos Aires era mucho más sólido que cualquier otro banco del país y la Aduana seguía constituyendo la más importante fuente de ingresos. Favorecido por la presencia del puerto y la expansión de la red ferroviaria que lo comunicaba con el resto del país, el municipio porteño era el eje principal de la importación y exportación, empresa a la que sumaban su trabajo los miles de inmigrantes que llegaban anualmente a sus muelles.

La región del litoral, su llanura y sus puertos, fue la que mejor se adaptó al mundo del capitalismo y la división internacional del trabajo. La provincia de Buenos Aires pasó de la ganadería rústica a la cría de la oveja y creció la exportación de lanas. En el centro de Santa Fe, las nuevas colonias empezaron a producir cereales. Buenos Aires y Rosario crecían con ritmo febril: el puerto, el comercio, las artesanías y los transportes. El ferrocarril se fue extendiendo: en forma densa en la provincia de Buenos Aires y en ejes troncales hacia el norte y el oeste, para asegurar que la larga mano del Estado llegase a todas partes. Vascos, gallegos, irlandeses, italianos poblaron ciudades y campo y transformaron el perfil de la sociedad criolla, que se hizo más abierta, más móvil y también más educada, a medida que iban tomando forma los ambiciosos planes de los proyectistas. Estos cambios, visibles en Buenos Aires, en Entre Ríos, en Santa Fe y, al menos en parte en Córdoba, fueron mucho menores en el resto del país.

Las economías regionales se adaptaron mal al mundo del comercio libre; la unificación económica y el avance del ferrocarril quitaron rentabilidad al comercio con Chile o Bolivia, que habría sido una razonable alternativa para muchas de ellas. Esos mundos sociales tradicionales registraron pocos cambios, y en la práctica, siguieron funcionando los viejos criterios estamentales o de casta.

A partir de la década de 1870, comenzó a crecer la producción de trigo y maíz proveniente de las colonias de Santa Fe, el sur de Córdoba y el norte de Buenos aires. Luego de la crisis de 1890, se produjo una nueva y explosiva expansión de la agricultura, particularmente del trigo, alentada por los buenos precios internacionales y la posibilidad de complementar su producción con la ganadería. Las zonas de cultivo se extendieron por toda la provincia de Bs. As, que pronto ocupó el primer lugar con el 40% de la producción. En la primera década del siglo XX, las ganancias obtenidas por la exportación de granos superaban a la ganadería.

A partir de 1895, comenzó la exportación de ganado en pie hacia Inglaterra. Pero, ya en los primeros años del siglo XX, ésta fue reemplazada por exportación de carnes enfriadas primero, y congeladas, después.

Los mercados europeos no aceptaron más exportaciones de ganado en pie y, desde entonces, los frigoríficos fueron la única posibilidad de exportación de carne. El desarrollo del frigorífico reforzó, una vez más, la dependencia de la producción con respecto a los puertos y dio nuevo aliento a la producción en la provincia de Buenos Aires, cada vez más orientada al exterior. La compleja relación existente entre demanda externa, puertos, frigoríficos y ferrocarril, hizo que sólo allí esa producción fuera económicamente redituable.

La expansión de las exportaciones tuvo un fuerte impacto sobre la producción industrial de nuestro país. Por un lado, hizo posible la instalación de las primeras plantas fabriles modernas; pero, por otro, acentuó la decadencia de las industrias artesanales de las economías regionales del interior. Hacia fines del siglo XIX, en los principales centros urbanos de Buenos Aires y la zona litoral, se instalaron nuevas industrias que procesaban las materias primas destinadas a la exportación.

El volumen creciente de las exportaciones de carnes y cereales reportó a los grupos de capitalistas agrarios ganancias también crecientes. Al mismo tiempo, esta expansión de las exportaciones dio un fuerte impulso al crecimiento de los centros urbanos a los centros urbanos más importantes del país (en particular, de Buenos Aires, Rosario y también Córdoba) y originó la diferenciación de nuevos grupos sociales entre la población urbana y rural.

DESIGUALDADES EN LA ACTUALIDAD

Estos factores explicados anteriormente se repiten en la actualidad a causa de las distintas migraciones internas en nuestro país. En los tiempos que corren la calidad de vida (medida por los índices de educación, pobreza, desempleo) es sumamente desigual.

POBREZA EN LA ARGENTINA

En cuanto a la pobreza, se encuentran alrededor de 9.000.000 de personas pobres, de las cuales la gran mayoría está constituida por niños y por los “nuevos pobres”.

En la Argentina, la historia de la pobreza muestra un significativo vuelco en el transcurso de los últimos 15 años. La crisis del modelo agroexportador en la primera mitad del siglo y el temprano desarrollo de la actividad industrial, entre otros factores, favorecieron un rápido proceso de urbanización. Surgen así las villas miserias, barrios ilegalmente constituidos ubicados en zonas marginales del espacio urbano, carentes de una infraestructura mínima de servicios orientados a atender sus requerimientos básicos, y que significaron para un gran número de inmigrantes provenientes de zonas rurales o de los países limítrofes, la puerta de entrada a las grandes ciudades.

Una importante demanda de trabajo en el sector industrial, salarios elevados, y la posibilidad de acceder a créditos para vivienda permitían a los habitantes de las villas dar respuesta, en un principio, a sus necesidades habitacionales, por lo que su permanencia en ellas era una situación transicional.

Pero los cambios que se inician en la década de los '60 en el sistema productivo de nuestro país y, fundamentalmente, la crisis que se inicia en los '70, quitan a estos sectores de la población la esperanza de vivir en mejores condiciones.

Las transformaciones económicas y sociales que caracterizaron a la década del '80 tuvieron un notable impacto en las condiciones de vida de la población. Al igual que en el resto de los países de América Latina, la fuerte recesión, que tuvo entre sus principales desencadenantes el peso de la deuda externa, se tradujo en un notable deterioro de la capacidad del sistema productivo que tiende a generar empleo. En consecuencia, el aumento de la desocupación, la subocupación, el importante corrimiento de trabajadores hacia el sector de menor productividad y la consecuente consolidación del denominado sector informal derivaron en un notable deterioro en el nivel de los ingresos.

Los crecientes grupos sociales se ven de este modo excluidos de la posibilidad de atender sus necesidades básicas. Lo distintivo de la crisis ha sido el surgimiento de un nuevo grupo social: los “nuevos pobres”. Se trata de aquellos sectores medios de la población que, con el deterioro de sus ingresos, se encuentran ante la imposibilidad de acceder a los bienes y servicios básicos necesarios.

Así, la pobreza se extendió y el universo de los pobres es ahora más heterogéneo. La pobreza estructural mantuvo durante este período su tamaño y localización originales. El grupo de los nuevos pobres, por el contrario, al ser más sensible a las variaciones del valor real de los ingresos, es dinámico en términos de su tamaño. En cuanto a su localización, la nueva pobreza se ve dispersa con diferentes niveles de concentración, en todo el espacio urbano.

Este proceso de crisis, deterioro de los ingresos y surgimiento de los nuevos pobres, marca un cambio fundamental no sólo en el tamaño de la pobreza, sino también en sus características.

La llamada nueva pobreza suma a este universo un importante número de familias provenientes de los más diversos sectores de la sociedad, con historias culturales y económicas muy diferentes, por lo que sus necesidades y demandas conforman un amplio espectro que se traduce en una gran heterogeneidad de carencias.

Para el análisis de la situación de pobreza en diferentes regiones del país, se recurre básicamente a dos fuentes de información. Por un lado, los censos de población de 1980 y 1991, a través de los cuales es posible evaluar la incidencia y distribución de la pobreza estructural a lo largo de la década del '80.

En relación con la pobreza estructural, la información proveniente de los censos nacionales de población muestra cierta reducción de su incidencia, tanto en términos absolutos como relativos.

Esta reducción relativa de la pobreza tuvo lugar en la casi totalidad de las provincias del país, siendo la Capital Federal y Tierra del Fuego los únicos distritos donde se verifica un leve incremento de la misma. Esto no implica que en todas las provincias se verifique una reducción del número de hogares pobres. Más aún, en 11 de los 24 distritos se verifica un incremento en el número de hogares con necesidades básicas insatisfechas. Estos distritos son, además de los dos ya mencionados, Misiones, La Rioja, Salta, Formosa, Santa Cruz, Neuquén, Mendoza, San Luis y Jujuy.

En el otro extremo, provincias como La Pampa y Buenos Aires (excluido el Gran Buenos Aires) muestran una incidencia menor, y en la Capital Federal disminuyen las necesidades básicas de sus familias.

La situación de las provincias aparece como mucho más crítica, a partir de los datos disponibles. En octubre de 1985, sólo tres ciudades tenían una proporción de hogares pobres superior al 40%; estas ciudades son Formosa, Salta, y San Juan. Cinco años después, al menos 10 ciudades capitales de provincias se encontraban en esta situación: además de las tres mencionadas, las ciudades de Corrientes, San Salvador de Jujuy, Posadas, Santiago del Estero, Catamarca, Paraná y La Rioja. Más aún, salvo en las últimas tres ciudades, en todas ellas la proporción de hogares pobres supera el 50%.

Hacia fines de 1992 y 1993, en la totalidad de las ciudades para las que hay información disponible se verifica una disminución en el tamaño de la pobreza, aunque en ningún caso vuelve a los niveles de 1985. En mayo de 1993, Corrientes, Formosa y Jujuy muestran aún a más de la mitad de sus familias con ingresos por debajo de la línea de pobreza, en tanto Salta, San Juan y Misiones tienen más del 40% de sus familias pobres por ingresos.

Es de destacar que, salvo Paraná, la totalidad de las ciudades mencionadas, como corresponden a la zona norte del país, región donde se concentran las provincias con los niveles más altos de pobreza extrema.

En resumen, hay provincias en las que la concentración de hogares pobres es muy alta. Y son precisamente esas provincias las que concentran además los niveles más altos de crecimiento de la pobreza, como efecto del deterioro de los ingresos. Los efectos de la pobreza y la desocupación tienen especial impacto en las familias con niños. Los datos presentados alertan además respecto a que la profundización de las carencias en los sectores más pobres viene acompañada por la consolidación de un amplio sector de la sociedad para la cual el futuro es cada vez más incierto.

EDUCACIÓN Y ANALFABETISMO

La educación está sostenida por un bien equipado sistema que, sin embargo, muestra deficiencias regionales. Tradicionalmente, la tasa de analfabetismo ha sido de las más bajas de América Latina.

Los últimos censos han revelado la diferencia educacional existente entre la población del interior y la de las ciudades más importantes. Un número importante de la población no ha asistido a la escuela primaria (6%) o no completó sus estudios (33%). En Jujuy, Salta y Chaco el 10% de la población no fue a la escuela; en la Capital, sólo el 2%. Esto se debe a que, a medida que nos alejamos de las zonas urbanas, es cada vez más difícil el acceso a una buena educación básica, ya sea por la falta de acceso a las nuevas tecnologías, por la falta de capital, o por la situación económica general de la región. Por ello, el analfabetismo es más alto en las zonas rurales que en las urbanas.

A partir de 1980 y hasta 1991 el porcentaje de analfabetismo de la población de 15 años y más, bajó de 6.1% a 4,0% estimándose en 3,6% para el año 2000. El analfabetismo se concentra en la población mayor de 40 años y más, siendo en general, un poco mayor en las mujeres (3,8%).

Este analfabetismo es uno de los factores generadores del traslado de la población desde las regiones del interior hacia las grandes ciudades donde pueden conseguir un mejor nivel educativo y, a través de éste, acceso a un trabajo.

EL DESEMPLEO

El problema del desempleo es posiblemente el tema más urgente de la agenda de la economía argentina; por el costo de oportunidad como recurso ocioso y fundamentalmente por los efectos negativos sobre el bienestar de las familias con trabajadores desocupados. La tasa global de desocupación ha mostrado una tendencia marcadamente creciente en las ultimas dos décadas.

La tabla que se muestra a continuación nos muestra la situación de las provincias con respecto a este fenómeno:

'Desigualdades regionales en Argentina'
Clasificación según Rankings de Desempleo:

En primer lugar se agruparon provincias cuya situación frente al desempleo permaneció relativamente inalterada. Santa Fe, Rosario y Tucumán, se ubican persistentemente en los puestos superiores del ranking del desempleo mientras que Río Gallegos, Mendoza y San Luis en puestos bajos (columna [1]), aunque este último caso presenta mayores oscilaciones. Similarmente, aglomerados como Resistencia y Paraná, se ubican en los puestos medios del ranking de desempleo durante todo el período analizado.

Un segundo grupo está integrado por provincias cuya situación relativa se alteró gradual y monótonamente a lo largo del período considerado. En el primer subgrupo incluye a La Plata, Córdoba, Gran Buenos Aires, Comodoro Rivadavia y Neuquén. En los primeros tres casos se observa un deterioro sostenido en la posición relativa. Estos aglomerados se ubican en los puestos de desempleo más bajos en el comienzo de la década del 80 y a lo largo del periodo analizado su situación relativa empeora sistemáticamente. El caso de Comodoro Rivadavia y Neuquén merece un comentario aparte ya que en estos dos aglomerados el empeoramiento en la posición relativa se da en forma monótona hasta el año 1994, tras lo cual su situación relativa presenta una leve mejora. También es importante resaltar que en Comodoro Rivadavia el fenómeno de aceleración del desempleo se observa a fines de la década del ochenta, a diferencia de la mayoría de las regiones analizadas en las cuales el desempleo se acelera a mediados de la década siguiente. El segundo subgrupo dentro de las provincias cuya posición relativa cambio persistentemente incluye a La Rioja Formosa y Santiago del Estero cuya posición en el ranking de desempleo presenta una tendencia decreciente.

Un ultimo grupo incluye a provincias cuya posición relativa presenta oscilaciones bruscas en el periodo estudiado. Catamarca, Salta, San Juan y Jujuy se ubican en términos generales en la mitad superior del ranking de desempleo pero su posición en el ranking varia erráticamente a lo largo del periodo estudiado. El caso de Posadas es llamativo ya que en los extremos del periodo de análisis ocupa puestos bajos en el ranking mientras que en periodos intermedios su posición relativa varia. Corrientes también presenta un comportamiento particular.

A partir de 1985 su posición en el ranking mejora notoria y gradualmente pero en 1992 su situación se revierte a los niveles observados en la primera mitad de la década del ochenta.

El análisis debe diferenciar los factores que pueden haber estado operando en el mediano y largo plazo de aquellos que responden a la coyuntura económica de los años 90. En consecuencia cabe preguntarse si la respuesta de las distintas provincias en el mediano plazo ante los cambios estructurales y coyunturales experimentados por la economía inducen a una clasificación similar. A tal efecto la Columna [2] muestra que algunas provincias permanecen en su grupo (por ejemplo Santa Fe o Mendoza) mientras que otras cambian de clasificación (por ejemplo Corrientes o Tucumán)

No existe asociación entre la situación relativa de desempleo a comienzos de la década del 80 y a mediados de la década del 90.

Si bien la estructura de desempleo cambia, cuando se comparan los periodos extremos del análisis y cuando se comparan periodos relativamente alejados este cambio nunca se dio en forma abrupta.

El ránking de desempleo se alteró sustancialmente en el período de la Convertibilidad.

El fenómeno de aceleración del desempleo experimentado como consecuencia de las reformas estructurales y de la diferente coyuntura económica a partir de la implementación del plan de Convertibilidad se vio acompañado por Un cambio sustancial en la estructura relativa del desempleo regional.

Es interesante evaluar los efectos de la brusca aceleración del desempleo experimentada luego del “efecto Tequila": el rápido crecimiento del desempleo observado a partir de 1994 no alteró sustancialmente la estructura de desempleo relativo.

El nivel de empleo de cada región se considera como indicador de las oportunidades laborales. Se espera que a mayor tamaño mayor cantidad de oportunidades laborales y menor tasa de desempleo. Por otro lado el tamaño del mercado puede incrementar la duración del desempleo al implicar mayor tiempo de búsqueda.

Las regiones más especializadas en servicios y construcción tienen relativamente menores tasas de desempleo; en la industria esto no es significativo; las regiones especializadas en el comercio tienen tasas de desempleo mayores.

Existen componentes regionales específicos en el problema del desempleo: el desempleo de una región está determinado por factores que afectan a todo el país pero también por otros que son específicos de la región.

En segundo lugar se ha avanzado en la estimación de los determinantes regionales: (i) la composición del producto regional medida por la relación entre los bienes comerciables y no comerciables es significativa; a mayor importancia de los bienes comerciables menor tasa de desempleo; (ii) la estructura productiva medida por la participación de las actividades productivas en el empleo total es también significativa; las regiones más especializadas en servicios y construcción tienen menores tasas de desempleo; (iii) los impuestos al trabajo que recientemente han formado parte de la política económica dirigida al empleo regional tienen el signo esperado (a mayor carga impositiva mayor tasa de desempleo) aunque su significatividad es baja; (iv) a mayor tamaño del mercado de trabajo más oportunidades laborales menor tasa de desempleo; (v) a mayor producto bruto per capita mayor participación económica y mayor desempleo.

MIGRACIONES INTERNAS

LA SITUACIÓN EN LAS DIFERENTES REGIONES

Ya a fines del siglo XIX, el nuevo modelo de país agroexportador privilegió el desarrollo de la región pampeana y determinó un profundo receso para la economía del Noroeste. La consecuencia principal fue una fuerte emigración hacia otras regiones del país y un lento crecimiento poblacional.

En la región del Nordeste, la pobreza es un rasgo dominante de una población con un bajo nivel de desarrollo humano, el más alto nivel de hacinamiento del país y la mayor proporción de viviendas precarias. La falta de empleo ha demostrado su incapacidad de retener a sus habitantes y es intensa la emigración.

En la región de Cuyo todas sus provincias presentan valores próximos a los promedios nacionales en cuanto a hacinamiento, vivienda, condiciones sanitarias y capacidad de subsistencia. Por lo tanto, sus habitantes se ven obligados a emigrar en busca de mejores condiciones de vida.

La región patagónica comenzó a ser poblada a fines del siglo pasado por corrientes migratorias de extranjeros y argentinos procedentes de distintas regiones del país. En la actualidad, el proceso migratorio se encuentra limitado a movimientos intrarregionales con escasa atracción para migrantes extrarregionales.

La región pampeana es la principal receptora de casi todos estos flujos migratorios internos que se dan en el país, debido a las favorables oportunidades de mejores condiciones de vida, presentadas por las ciudades más importantes de la región, especialmente por la Cap. Federal.

DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN

El reparto espacial de la población y las formas de poblamiento son muy interesantes, no sólo desde un punto de vista estrictamente demográfico sino como elemento fundamental de la ordenación del territorio y la planificación regional. El rasgo esencial de la distribución de la población sobre la superficie terrestre es su marcada desigualdad, y ese análisis se completa con los factores explicativos de la ocupación de los territorios. Es posible encontrar áreas de gran concentración como las grandes ciudades y en contrapartida, espacios escasamente habitados: varios sectores de nuestro territorio corresponden a la denominada “Argentina vacía” con densidades inferiores a 1 hab/km2, a las que se le da el nombre de “vacíos demográficos”.

El desequilibrio de la población se manifiesta claramente entre la región pampeana y el Gran Buenos Aires con respecto al resto del país. Las causas que favorecieron dichos fenómenos son muchas y variadas: la concentración de la actividad agropecuaria; la actividad comercial relacionada con la importación y la exportación; el desarrollo industrial en la franja litoral y el núcleo poblacional instalado en esta región que aporta la mano de obra y el mercado consumidor.

URBANIZACIÓN

El papel y la significación de las ciudades en la organización de nuestro territorio es un hecho innegable.

La Argentina se ubica entre los países altamente urbanizados del mundo. El censo de 1991 registró un 87,2% de la población viviendo en zonas urbanas en localidades de 2000 o más habitantes.

Las funciones de la ciudad son las actividades que justifican su existencia y su desarrollo. Para ejercer una determinada función se requiere de una situación geográfica, de un emplazamiento; es decir, que, por lo general, la ciudad se levanta en el lugar más adecuado para realizar sus funciones principales.

Al aumentar de tamaño la ciudad, su población se torna más compleja, diferenciada y sus actividades son multifuncionales.

La aglutinación de personas a menudo adopta la forma de estrella por la red de carreteras y vías férreas que determina la expansión en diferentes direcciones y hacia el centro.

El espacio geográfico urbano puede ser considerado como entramado entre zonas de influencia de las ciudades que forma una red: las ciudades pequeñas relacionadas con las medianas y a su vez éstas con las más grandes, las metrópolis o megaciudades.

El crecimiento desmedido de las grandes ciudades produce problemas serios, como la evacuación de los residuos, la congestión del tránsito, diferentes tipos de contaminación y la presencia de barrios marginales, pobres, que conocemos como “villas de emergencia”.

Entre las provincias más urbanizadas se destacan Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Tucumán, Santa Fe.

En general, la parte más importante del país, desde el punto de vista de la población, está constituida por un espacio geográfico de unos 45.000 km2, que, a manera de semicírculo, rodea la ciudad de Buenos Aires.

Buenos Aires es tradicionalmente el centro político, cultural y económico del país; su desarrollo se vio aún más fortalecido cuando a partir de la Primera Guerra Mundial se inicia en el país el proceso de la industria moderna. Es una de las ciudades que más ha crecido desde su fundación al presente. Con los movimientos migratorios aumentó la población e incorporó un área de influencia sobre los 19 partidos del Gran Buenos Aires.

La ciudad de Rosario, de origen más reciente que Bs. As, se constituyó en centro de la exportación del interior de productos agrícolas debido a su ubicación geográfica, a orillas del Paraná y a las características del puerto.

Toda esta situación se asocia a un crecimiento negativo de la población rural, debido fundamentalmente a procesos migratorios de activos hacia los centros urbanos.

EL SECTOR RURAL

En la Argentina, la población que no vive en localidades de 2000 o más habitantes es población rural.

Los espacios rurales se identifican por el uso extensivo (agrícola o forestal) del suelo, la baja densidad de población y el modo de vida. La población rural ha disminuido desde 1947; 1991 solamente representaba el 13% de la población total del país.

El despoblamiento del campo, es una constante, entre otras razones, debido al desarrollo tecnológico aplicado a las actividades agrícolas y ganaderas que permiten que parte de la mano de obra no sea necesaria y obligue a la emigración.

Como punto final de nuestro trabajo, llegamos a la conclusión de que las desigualdades en nuestro país son provocadas por una serie de factores, tanto históricos como actuales, y que tienen un fuerte impacto en la sociedad argentina. Uno de los grandes indicios de esta situación, es la gran corriente migratoria hacia las ciudades más importantes, la cual es dada por la búsqueda de mejores condiciones de vida, ya que existen grandes diferencias entre la población rural y urbana. Aunque cabe preguntarse hasta qué punto las migraciones mejoran las condiciones de vida, si por vida entendemos algo más que el aspecto material. El individuo del interior trata de mejorar económicamente en una ciudad más desarrollada; pero, en la mayoría de los casos, sufre una profunda depresión debido al desarraigo, al cambio de cultura, de ambiente, etc. La imposibilidad de mejorar su calidad de vida, provoca una gran concentración de personas en barrios marginales, lo cual representa un profundo problema social en los tiempos que corren; también demuestra que la brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande, y que la gente del interior, en definitiva, no logra consolidar los objetivos por los cuales ha llegado a las grandes ciudades.

BIBLIOGRAFÍA

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Enviado por:Sabrina Romero
Idioma: castellano
País: Argentina

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