Maestro, Especialidad de Educación Primaria


Desarrollo infantil


Lactancia

En esta etapa, el sentimiento juega un papel muy importante en el niño. Al contrario que en el adulto, todo se limita a la experiencia afectiva, se reduce a reacciones afectivas.

En los cuatro primeros meses, su vida emocional se halla ligada a las sensaciones orgánicas (hambre, sed, dolor, etc.), y se manifiesta a través de signos pasajeros (pataleo, llanto, etc.) que pronto se irán modificando y dando lugar a sentimientos pasajeros que los expresará de distinto modo según vaya siendo su desarrollo.

En los dos primeros meses de vida del niño, las emociones de displacer predominan sobre las de placer, debido a que el recién nacido ha sufrido un cambio brusco en su desarrollo. Esto produce en el niño la llamada depresión primaria debido a que antes se encontraba bien albergado en el seno materno y ahora se encuentra de golpe expuesto a sensaciones extrañas como el frío, malas posturas, ruidos intensos, etc. Que provocan en el niño reacciones cortas y de gran intensidad unidas a fenómenos corporales y que constituyen signos de una defectuosa adaptación.

Entre el tercer y en sexto mes de vida, las sensaciones de placer predominan sobre las de displacer, lo que se manifiesta a través de un descenso del llanto y de las reacciones bruscas del niño, por la expresión del niño cuando s encuentra en el lecho de su madre. Esta sensación de placer va asociada a la sensación afectiva de seguridad que le da el contacto físico con la madre.

El desarrollo de las relaciones sociales en esta etapa está ligada a la conducta emocional del niño. Es ahora cuando aparece el apego, es decir, el vínculo afectivo que impulsa al niño a estar con las personas adultas que le rodean. Este puede estar motivado por una serie de factores que hacen que la comunicación entre el niño y el adulto, especialmente con la madre, sea más predecible:

A) Sistemas de conducta del niño como procuradoras del contacto corporal, conductas que muestran preferencia perceptiva por los estímulos sociales como el rostro y las voces, y las señales de comunicación social como los gestos, el llanto y la sonrisa que el niño utiliza conscientemente con una intención definida para satisfacer sus necesidades y expresar sentimientos que surjan en ciertos momentos.

B) Sistemas de conducta por parte de la madre o del adulto que actúe en su lugar como la tendencia a establecer el contacto corporal, a contextualizar la satisfacción de las necesidades biológicas primarias del niño, el intercambio visual, el empleo de los lenguajes verbal y gestual, etc.

Al principio los niños no muestran preferencia por la gente que los rodea, pero a partir del tercer mes, comienzan a rechazar a los desconocidos por medio del llanto fundamentalmente. La disponibilidad y la cantidad de atención dedicada al niño es fundamental para que esta “desconfianza” se vaya disipando.

La llamada carencia “afectiva” produce en el niño efectos variables según sea la separación niño-madre. Bowlby ha descrito tres fases: fase de protesta con lloros y agitación intensa del niño, fase de desesperación con rechazo de la comida, inactividad y silencio, y la fase de distanciamiento de la madre aceptando las atenciones de otra persona. Esto se duele dar en la sociedad urbana espacialmente, debido a que la madre se ha incorporado al mundo laboral, por lo que las escuelas deben de tener estrategias y recursos para responder a este problema.

Primera infancia:2-4 años

En esta etapa el miedo y la rabieta son dos emociones aprendidas por el niño que se suelen dar simultáneamente.

Según Watson, el miedo se da de forma diferente en cada uno de los niños según los distintos condicionamientos que haya recibido en su ambiente. Los miedos principales son el miedo a los animales, el cual se puede reducir si al niño le vamos acostumbrando poco a poco a los animales que rechace. El miedo a la oscuridad, por el miedo a lo desconocido, ya que al estar en un lugar a oscuras, el niño no puede controlar lo que pasa a su alrededor debido a que no lo percibe.

Las rabietas, muchas veces, el niño las utiliza para satisfacer sus deseos y como medio de mostrar sus frustraciones, puesto que su independencia se va desarrollando y al ver su ineptitud en ciertas situaciones como a la hora de vestirse, el niño puede tener expresiones impulsivas, es decir, agresiones dirigidas al exterior, ya sean personas u objetos, o expresiones inhibidas, el niño se retrae y no exterioriza sus frustraciones.

Los factores que influyen en esta variedad de expresiones son los medios de educación en el hogar, las reacciones de los padres ante sus expresiones de rabia y el rango del niño en la familia y que deriva en la personalidad del niño.

En esta edad aparece la terquedad y la obstinación, debido a que el niño comienza a tomar conciencia del yo. Esto es una mezcla de rebeldía y de negación ante los deseos de los demás. Esta toma de conciencia de sí tiene dos consecuencias:

- Sentimiento del propio poder y valor personal: según Wallon, el niño trata de hacerse notar sobre todo ante personas extrañas. El término “mío” es un símbolo de fuerza y poder sobre todo ante los compañeros más pequeños.

- Sentimiento de inferioridad: Se presenta en forma de vergüenza y timidez. Este sentimiento se debe a que su deseo de independencia no se puede ver satisfecha, puesto que no puede hacer lo que hacen las personas mayores. A éstas las ve como una autoridad, lo que hace surgir un sentimiento de dependencia y debilidad.

Ahora el placer del niño pasará de la boca al ano. Comenzará a controlar su esfínter como una muestra de cariño hacia la madre, puesto que él lo relaciona con un deseo de ésta. Los psicólogos lo relacionan con el nacimiento de la moralidad.

El niño comienza a formar en su persona una moralidad de premio y castigo a partir de las reacciones, sobre todo de su madre y también de su padre, como consecuencia de las reacciones de éstos hacia ciertas acciones del niño..

A partir del nacimiento de la terquedad y de la obstinación, en la cual el niño va tomando consciencia de que no es único y omnipotente, que hay más gente y que tienen sentimientos y necesidades, va desarrollando una vida moral. Pero para desarrollarla, el niño necesita un cierto nivel de pensamiento simbólico, desarrollar su voluntad y adquirir la facultad estimativa. Según Baldwin, este nacimiento de la moralidad tiene mucho que ver con el trato familiar que tenían en el hogar. Los niños que se habían desarrollado en hogares democráticos y los de hogares más controlados, tenían caracteres diferentes, debido a las pautas diferenciales de recompensas o castigos. Respectivamente unos eran premiados por su curiosidad, espontaneidad y autonomía, mientras que los otros eran castigados por ello, pues los padres se preocupaban por su seguridad y se sentían amenazados por su independencia.

Otro estudio hecho por Baumrind, llegó a la conclusión de que en el marco del hogar en el que se prestan atenciones y cuidados a los niños de esta edad, se ejerce control y se exige elevados niveles de madurez respecto a los hijos, fomentan en ellos la madurez y la competencia.

El niño a esta edad comienza a ir a la escuela donde pondrá a prueba sus adquisiciones sociales. Ahora un papel importante en la educación social y afectiva será la educadora que será más directiva que la madre. El niño intentará establecer relaciones sociales a través de generalizaciones y con ensayos con las respuestas y conductas aprendidas en el hogar, con lo que aprenderá muchas cosas de la vida social. Los efectos de ello serán la adquisición de nuevas conductas y extinción, debilitación o cambio de otras adquiridas anteriormente y la seguridad personal así como el ajuste social.

El esfuerzo psicológico que el niño ha de hacer para conseguir todo lo anterior le puede provocar, en ocasiones, situaciones de tensión emocional o inseguridad afectiva, lo que puede provocarle al volver a casa la aparición de conductas regresivas cuyo significado es el intento de reconquistar por medio de los padres el cariño y la seguridad que cree perdidos por su ausencia.

Segunda infancia: 4-6 años

En esta etapa se producen cambios importantes en la vida emocional. El comportamiento emocional tiende a estabilizarse y a ser menos explosivo y casual, debido a una mayor capacidad de aceptación de las frustraciones impuestas por el medio social. Las emociones e inquietudes se amplían a la vez que tienden a socializarse, pero también se puede dar el caso de que los niños den muestras de conductas inadaptadas y de desequilibrio por la hipermotividad y ante la ansiedad que les produce no poder lo que sus compañeros o la inseguridad de aceptación social por los otros niños.

Ahora el niño tendrá una tendencia a las actividades imaginarias, algo que tendrá un papel muy importante en esta etapa. Con ellas satisfacen sus deseos y necesidades evadiéndose del mundo real sin enfrentarse con él. Esto lo hacen a través del gusto por los cuentos y la identificación de los personajes fantásticos; tienden a la fabulación, es decir, cuentan algo irreal que para ellos sí es real, con tal convicción que los que les escuchan son “engañados” y creen que es real, esto se puede deber a un niño con carencias afectivas; aparece la pseudomentira debido a esta gran imaginación.

En esta etapa, el niño comienza a imitar a sus padres, especialmente al progenitor del mismo sexo. Esto ocurrirá más frecuentemente con los padres que satisfacen las necesidades del niño y que se muestran más afectuosos con él. La persona a imitar debe tener unas cualidades apetecibles y ser una persona atractiva para el niño. Esto también se verá favorecido cuando el niño advierte que lleva el peinado del padre o de la madre, que lleva el mismo apellido y/o nombre, etc.

En relación con la identificación con los padres, está un componente sexual manifestado por:

- Curiosidad sexual: El niño comienza a tener curiosidad por su propio cuerpo, más concretamente por sus genitales, y por saber las diferencias y semejanzas entre sexos y sus semejantes. También comienza a preguntar acerca de las relaciones padre-madre y sobre su origen y nacimiento a sus padres. Estos deben de ser respondidos con la verdad, en la medida de lo posible, para evitar que se responda él sólo y pierda confianza en sus padres.

- Tipificación sexual: En esta etapa ya tiene conciencia e los roles, intereses y conductas de cada sexo, debido a las presiones sociales, la fuerza estimulante del progenitor de su mismo sexo a imitarle e identificarse con él. Esto sería más eficaz si el modelo a imitar se comporta de modo agradable y servicial con el pequeño.

En la conciencia moral del niño en esta etapa, toma los valores de la persona modelo que haya elegido para imitar. Debido a esto, el niño considera malo o bueno a los actos o acciones según vea las reacciones del adulto en cuestión. Así mismo. Irá formando una moral no como un acuerdo entre los hombres socializados, sino como la autoridad omnipotente de los mayores.

Las relaciones con los compañeros de la misma edad es visible a través de tres tipos de actividades según Paten y Newal:

- Actividad individual y paralela: se dan más en la etapa anterior.

- Actividad de asociación: Intercambio entre los participantes, pero sin un objetivo en común. A partir de los cinco años se iguala con la actividad de cooperación.

- Actividad de cooperación: Comienza en la etapa anterior pero se afianza en ésta. La actividad está más o menos organizada, dirigida a imitar o realizar determinadas acciones o comportamientos. A veces uno o dos compañeros dirigen la acción en común.

Esto hará una brecha en su egocentrismo y comenzarán a darse cuenta de la existencia de sus iguales. Al principio se unirán según su hostilidad por un tercero por los choques y conflictos que aparecen, pero más tarde descubrirán el placer de estar y actuar juntos, placer que se hará único motor y la simpatía mutua sustituirá a la hostilidad.

Niñez: 6-12 años

Ahora habrá dos fases bien diferenciadas.

- Fase de transición (6-7 años): Se refleja a través de la propensión al cansancio, cambios rápidos de su estado de ánimo, fobias nocturnas (historias, relatos, sueños...), propensión al descontento, etc.

- Fase de relativa serenidad (8-10 años): Las nuevas facultades psíquicas y el aumento de sus contactos sociales producen en el niño el desarrollo de su voluntad que le permite un mayor control sobre sí, una actitud optimista, un alto sentimiento de sí mismo, de su propio poder, es decir, sus nuevas actitudes intelectuales le prestan confianza en su capacidad psíquica, lo que se manifiesta esto ultimo en su capacidad para hablar y actuar.

Ahora el niño quiere hacerse valer y quiere que se le valore, no quiere quedar en ridículo, sobre todo ante adultos y niños de su misma edad.

En relación con estas dos etapas, el ingreso en la escuela también está presente.

En la primera fase, el niño ingresa en la escuela y tiene que empezar a entablar relaciones sociales con profesores y compañeros, que varía según sea la fijación que tengan los niños con sus padres. En ocasiones puede haber conductas de regresión, es decir, el niño se comporta de modo distinto en la escuela que en casa. En casa se vuelve más niño: se torna caprichoso, exigente y tiránico, desagradable y pueril, mientras que en clase son amables, simpáticos, atentos...

La relación con el profesor juega un papel muy importante y trata de tener un trato principal a través de regalos, le defienden delante de padres y compañeros, pasando los padres a un segundo plano.

La clase no es un grupo unido, es el profesor el que da cohesión al grupo como “líder” y “jefe”. Pero los niños se comienzan a unir por la necesidad de jugar a un juego en común, aunque estos grupos no son fijos y son relativamente inconscientes de ello.

En la segunda fase, el niño tiene la necesidad de unirse con sus compañeros según sus intereses, gustos y actividades en común, y comienza a aparecer un sentimiento de amistad y camaradería. En la clase comienza a haber una estructuración grupal relativamente fija.

Ahora la pandilla toma un papel importante. En ella hay un “cabecilla” y unos subordinados a éste especializados en distintas materias. El “cabecilla” puede ir variando según dependiendo de los objetivos en común que se tenga en un momento dado en el grupo. Se tiene como un medio de acrecentar el poder de uno mismo, haciendo cosas que solo no se atrevería. Según Nickel, esto afecta a cuatro sectores del desarrollo de la personalidad: aprendizaje de la interacción social, afianzamiento en el sentimiento de la seguridad o inferioridad de uno mismo, asimilación del estereotipo del sexo y establecimiento de normas y juicios de valor y pueden influir en el ulterior comportamiento.

También existe una mayor frialdad afectiva, más acentuada en los chicos.

Pubertad y adolescencia:12-18 años

Pubertad

En la pubertad aparece la excitabilidad manifestada por una predisposición a las emociones, aumento de la tensión nerviosa (se muerden las uñas, se chupan el pulgar, etc.) y aumento de la labilidad afectiva. Todo ello suele desembocar en una disposición a la ansiedad y en la lucha interior ante las fuerzas antagónicas del hecho a tener que desarrollarse, de hacerse mayor, y se manifiesta por el miedo a la oscuridad, pesadillas, etc. Sobre todo en las chicas.

El púber es un ser fantasioso, fantasea consigo mismo y se cree superior, intenta superarse a sí mismo y superar a los demás, se quiere hacer notar a través de gestos, risas escandalosas, etc., intenta a engañar a los demás con sus apariencias y a la vez se engañan a sí mismos. Tiene un sentimiento de exagerada confianza en sí mismos y se alterna con el desaliento y la desconfianza, el sentimiento de sí es lábil y oscila continuamente entre el sentirse satisfecho e insatisfecho de sí mismo.

También tiende a distanciarse de la familia, tiene un fuerte deseo de independencia. No permite que se metan en sus asuntos, tanto los padres como los profesores, discuten las órdenes y no obedecen. Esto es más o menos frecuente según el ámbito del púber, si es urbano o rural, si es chico o chica, condición social y económica más o menos alta. Ahora el púber entrará en conflictos con sus familias y personas mayores que le rodeen.

Los preadolescentes tienden a asociarse en grupos como medio de evasión de su realidad familiar, la necesidad de ser aceptado (condición fundamental para el bienestar del preadolescente según psicólogos) y no sentirse rechazado, lo que puede hacer que si uno no es popular el púber se encierre en sí mismo y se divierta solo con televisión, libros, estudios, se torne agresivo socialmente, dejen de estudiar cuando terminen los estudios obligatorios e intenten destacaren alguna materia para hacerse notar. También quieren pertenecer a un grupo para recuperar la seguridad; el nacimiento de la rivalidad y la diversión.

La formación de las pandillas viene dada según los gustos y objetivos comunes, vínculos de admiración y afecto mutuo. Al principio son de un mismo sexo, pero a lo largo del tiempo se vuelven mixtas. A partir de estos intereses y objetivos comunes se formen las normas del grupo de forma inconsciente. Toda pandilla tiene una estructura: Líder, contralíder, segundón, disidente y los indecisos, a grandes rasgos, los cuales pueden fomentar los problemas entre ellos si nacen intereses distintos.

Adolescencia

El adolescente ya es consciente de su mundo interior y aumenta el deseo de autoafirmación. Se están encontrando a sí mismos por lo que rechazan conscientemente toda influencia extraña a ellos. También quieren realizar sus propios valores y conquistar un status adulto y se comparan con ellos queriéndolos igualar incluso exteriormente, al igual que su comportamiento es más espontáneo. El chico de 15-16 años fuma y bebe en público de forma arrogante para demostrar que es mayor, y las chicas se visten y arreglan según la ultima moda.

Este deseo de ser mayores hace que los adolescentes se opongan al mundo de los padres con una actitud crítica.

A través del deseo de independencia y libertad manifiestan una expresión de afirmación y los adolescentes exigen libertad para estar fuera de casa, tener una vida personal fuera de la familia, elegir distracciones personales, para asumir responsabilidades, para expresar sus opiniones personales y en las actividades personales. El adolescente se muestra ahora rebelde e inconformista con el medio que le rodea, debido a tres elementos psicológicos:

1.- De origen perceptivo: comienza a ver el medio como un constante cambio y le hace difícil su adaptación al mundo espacio-tiempo.

2.- De orden afectivo: adhesión a los contenidos de valor que le llevan a actitudes radicalistas y exclusivistas.

3.- De origen cognoscitivo: en el mundo adulto ve una forma de vida superior por lo que desea participar y entrar en él.

Todo ello hace que aparezcan frustraciones en el adolescente por no ser reconocido por el adulto y desconocimiento de este mundo porque los adultos a veces hablan con un lenguaje oculto e incomprensible para el adolescente, lo que le produce desconcierto y distanciamiento de los adultos.

El adolescente experimenta una necesidad psíquica de comunicar sus ideas y experiencias que realiza con una o varias personas en las que confía y se dedica, y también exige amistad exclusiva, por lo que se suelen disolver las pandillas de la pubertad.

El grupo del adolescente se guía por otros motivos que la pandilla y es más reducido. El grupo da al adolescente apoyo y valorización personal, ofrece la seguridad indispensable para lograr la independencia, sensación de prestancia personal, prestigio, adaptación social, oportunidad de liberación emocional, etc.

El amigo íntimo en la adolescencia es un papel muy importante. El adolescente comparte con un semejante sus sentimientos, experiencias, etc.; es como otro yo, como un espejo donde se reflejan mutuamente. De ahí las consecuencias cuando ésta amistad se rompe, por lo que la base de ciertas fugas se encuentre en una amistad rota.

Este tipo de amistad no suele aguantar una separación. Las amistades adquiridas en la adolescencia no suelen perdurar debido a que los sentimientos son muy conmutables, al igual que cuando uno se deja de ver reflejado en el otro la relación se rompe, por lo que cuando el adolescente vaya tomando conciencia de sí, de lo que es, quiere ser y afirmarse cada vez de forma más personal, la amistad será más estable porque el amigo será visto tal y como es.

El adolescente cambia la pandilla de su pubertad por la banda. Esta es más cerrada que la pandilla. Un adolescente inadaptado busca en ella el calor, el afecto y la comprensión y sobre todo la protección que le ha faltado anteriormente. En ella deja de ser un chico para convertirse en un hombre, al menos ante sus ojos.

Psicológicamente está preparado para renunciar a su autonomía y a su libertad para someterse a los deseos del grupo.

Estos retrasados afectivos han desarrollado en ellos otros sentimientos que le han madurado prematuramente, han aprendido que la vida es una lucha en la que permanece el más fuerte y que intentan conseguir el éxito a cualquier precio. Por lo que no dudan en alienarse con el mal.

Estos delincuentes juveniles no distinguen entre el bien y el mal, debido a que no se lo han mostrado adecuadamente en su infancia y lo consideran algo para ellos inalcanzable.




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Enviado por:Gata
Idioma: castellano
País: España

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