Gestión y Administración Pública


Democracia digital


Resumen:

Las nuevas técnicas de información y comunicación y las comunicaciones mediante computadoras han inducido la transformación del ámbito político y social y una nueva dimensión ciberpolítica que conlleva una “democracia electrónica”. Esta transformación ha producido cambios o diferencias en nuestra lógica actual como la perspectiva territorial homogénea frente a los espacios virtuales heterogéneos, el surgimiento de “Estados virtuales” capaces de convertir las ideas en influencia política o la concentración urbana de la ciberpolítica.

Pero este espacio virtual que se está creando, de momento está limitado por los imperios privados, por lo que también en cierta medida, limita la democracia virtual. Para la participación ciudadana además es necesaria una red segura.

Debido a la vulnerabilidad de la red y los ataques que sufre aún seguimos viendo más seguro los métodos tradicionales de comunicación. Ante estos ataques existen unos servicios básicos de seguridad como son la autentificación, confidencialidad e integración de datos, servicio de no repudio y de control de acceso o anonimato. Además existen técnicas de ocultar mensajes, criptología, claves secretas o públicas o la firma digital.

Es necesario analizar, detectar ataques y proveer de técnicas de seguridad al espacio por el que nos queremos mover o comunicar, para que los ciudadanos estén tranquilos y sepan que sus derechos serán iguales. Por lo tanto, aunque algunos partes de la sociedad piensen que la informatización de sus actividades puede llegar a ser una pérdida de su privacidad y de sus derechos, se puede confirmar que es todo lo contrario, ya que los servicios de “seguridad cívica”, no sólo los garantizan, sino que permiten ampliar dichos derechos en la democracia digital. También habrá que esperar a los nuevos adelantos que probablemente aumentarán la seguridad. Asimismo, cada vez hay más extensión de éstos tipos de comunicación, lo que nos lleva a pensar en un cambio de la sociedad existente hacia una “sociedad de red”, avance que se realiza a través de las nuevas tecnologías.

Como recapitulación, podemos decir, que para implantar comunicaciones seguras dentro de un determinado medio de seguridad, sería oportuno desempeñar, de forma sistemática, un análisis de los riesgos y detectar los ataques contra los que habrá que defenderse, de tal forma que los servicios de seguridad que sean necesarios establecer en cada comunicación, se creen a partir de este análisis.

Para administrar estos servicios sería ideal que se estableciesen los correspondientes protocolos de seguridad, lo que conllevaría el uso de determinados mecanismos de seguridad como los métodos criptográficos.

El aumento de la implantación de servicios telemáticos se ha llamado estratificación o división digital. Pero para definir esta estratificación hay que analizar las distintas desigualdades de nuestra sociedad, producidas por esta implantación. Por ejemplo podemos destacar la gran diferencia que existe entre los usuarios habituales de las nuevas tecnologías y aquellos a los que se les ha terminado por llamar “ analfabetos” informáticos. Existen también otras desigualdades como es la forma de acceder a las computadoras, las infraestructuras, la edad, el género etc.

Otra diferenciación importante es el idioma del contenido de las páginas Web y que pueden limitar nuestra información, asimismo hay otros puntos sobre la estratificación digital y desigualdad, que es aquello que tiene que ver con el equipamiento del ordenador y los recursos que nos ofrece: el acceso a las nuevas tecnologías y lo que conlleva; el lugar de acceso, la conectividad, explorar la red, la localización del usuario, la disponibilidad de información gratuita para todos los sectores sociales ( pobres o ricos). etc.

Respecto al análisis de “democracia digital”, primero debemos centrarnos en el concepto de los “modelos de tráfico de información” que hacen referencia a las distintas formas que adoptan las comunicaciones en el ámbito político, distinguiendo unos modelos básicos: como la alocución, distribución de la información desde el centro hacia los núcleos locales, la consulta, que es el proceso contrario, el registro, que es la acumulación de información con importancia y la conversación entre entes locales sin pasar por el centro la información que se intercambia.

Pero antes de llegar a la verdadera “democracia digital”, debemos saltar unos obstáculos y desigualdades respecto de las nuevas técnicas de información y diseño de la nueva sociedad, es decir, que para el perfeccionamiento o mejora de la “democracia digital” universal, han de solucionarse todas las desigualdades existentes y garantizar una distribución de la información, que conlleve un aumento de la participación de los ciudadanos en dicha democracia.

A través del uso de la tecnología, estamos asistiendo a un desarrollo o cambio de los gobiernos actuales respecto a la forma de proporcionar información como a la prestación de servicios públicos a los ciudadanos. Por lo que ha surgido un nuevo concepto de gobierno, el “gobierno digital”. Estos cambios se han hecho patentes en aspectos importantes como un aumento de la transparencia a través de las páginas Web o también en un aumento de la interactividad entre los ciudadanos y los organismos públicos, pero incidiendo en que éstos son más notables en las sociedades desarrolladas con acceso a nuevas tecnologías que las sociedades subdesarrolladas.

Una variable que influye en esta desigualdad es el desarrollo democrático. Se puede suponer que aquellos países de sistemas democráticos tienen mayor transparencia e interactividad. Además, existe otra variable influyente y es el desarrollo tecnológico en estas sociedades desarrolladas y de sistemas democráticos.

Pero a pesar de la euforia que suponen estas nuevas técnicas de información y comunicación, hay que averiguar si todas ellas son realmente factibles y eficaces en los gobiernos y en qué medida las tecnologías contribuyen realmente tanto a la innovación y mejora como a la democratización y participación ciudadana. Por ejemplo, existen algunas diferenciaciones apreciables: mientras que la democracia es un proceso lento y largo en el tiempo, las nuevas tecnologías se caracterizan por su rapidez, por lo tanto, hay que tratar con cautela la incorporación de las técnicas a la democracia. Igualmente, aunque estamos en un auge de la democracia, hay cierto distanciamiento aún entre representados (no partidos sino instituciones) y representantes, y problemas en los mecanismos de toma de decisión, por lo que hay una creciente insatisfacción por parte de los ciudadanos.

Para solucionar esta insatisfacción surgen alternativas como una mayor responsabilidad e implicación tanto de representantes como ciudadanos, como mejorar los canales de comunicación o una participación más directa de la población en las decisiones públicas. Pero existe cierto escepticismo por los costes y problemas que estas alternativas pueden ocasionar. Ante estos problemas, las técnicas de información y comunicación, pueden comportarse como un nexo de unión entre instituciones y ciudadanos. Además, existe una opción consumerista que explica que lo que falla son los mecanismos de información, por lo que dichas tecnologías pueden entran a satisfacer estas necesidades.

De nuevo surge un nuevo problema y es la forma de gestionar las políticas y canales de comunicación entre ciudadano y administración. Una mala gestión nos puede llevar a una violación potencial de la privacidad de determinada información, por lo que las nuevas técnicas pueden, más que reforzar la implicación ciudadana, el control y autoridad de las élites institucionales. Ante el problema de percepción de distancia entre los que deciden y aquellos que representan, las nuevas técnicas tienen como propósito la mejora del funcionamiento de los entes que “deciden” y la población.

Por otro lado aparecen, con las técnicas de información y comunicación, muchas otras posibilidades de comunicación entre el ámbito social y el estatal, que se interrelacionan con las reglas del mercado. Además, existe otro mecanismo que es la democracia directa, posible gracias a la utilización de estas nuevas técnicas, pero surge un dilema ante la situación de regresar a practicas clásicas como por ejemplo el ágora griego. Hoy en día no es posible realizarlo en un lugar concreto, porque hay mucha población y porque a pequeños núcleos no les interesan determinados temas o no tienen capacidad para tratarlos.

Por lo tanto, utilizar las nuevas técnicas de información para la democracia directa conlleva también problemas, de tal modo que hay que buscar fórmulas para utilizar estas tecnologías evitando los problemas anteriores.

Pese a las dificultades de implantación de nuevas tecnologías en la democracia, el desarrollo de estas técnicas ha supuesto un aumento de posibilidades de participación (aunque no son plenamente satisfactorias) lo que parece llevarnos de nuestra actual democracia participativa a una “electrónica”. Surge el problema respecto a la legitimación de la democracia. Vemos como única y legítima sólo a la participativa. De ahí que debamos analizar los problemas políticos y jurídicos que conllevaría la nueva “democracia electrónica”. Por un lado, a mas participación hay acumulación de datos, mas opinión pública, lo que supone mas tiempo en la toma de decisión y, por otro lado, habrá aspectos que no se deberían consultar, como por ejemplo, cualquier tema relacionado con los derechos fundamentales o en momentos críticos, determinadas consultas no serían objetivas.

Hay que destacar que siempre suscita recelo cualquier nuevo método de participación, además de la amenaza que pueda suponer a aquellos que ostentan el poder, asimismo, al servicio del estado puede llegar a ser un gran mecanismo de control. Si realmente hubiese una participación universal, surge una pregunta: ¿para qué serviría la democracia representativa si podemos participar todos en la toma de decisión?. De momento, las nuevas tecnologías sólo sirven para dar mas información, por lo que intensifica la crisis de legitimidad política, es decir, “es inútil participar si no sirve para nada”. Pero hay que matizar que en momentos de crisis o crispación, a través de las nuevas tecnologías se dan a conocer los problemas o preocupaciones de la población.

Actualmente, hay experiencias de democracia digital en algunos países, pero aún queda lejos un voto digital extendido a toda la población o países democráticos por la vulnerabilidad de la red y porque aún se necesita una mejora en las técnicas de comunicación para conseguir medios más seguros y fiables. Del mismo modo, en nuestro país, ya hay experiencias de legitimación del voto electrónico para poder dar solución a los problemas anteriores. Analizando esta última experiencia, podemos observar la introducción de los nuevos conceptos y definiciones que conlleva el voto electrónico, así como la redefinición de conceptos antiguos (utilizados en la actualidad), como el voto nulo, en blanco, etc. La implantación de nuevos medios o procedimientos de control, es decir, para garantizar la ausencia de manipulación y por último, establecer mecanismos de formación para los ciudadanos.

Pero en general, la regulación del voto aún es farragosa, es decir, larga y confusa, porque debe recoger todo aquello que pueda ocurrir con el voto electrónico. Es, además, una regulación necesariamente provisional, tiene una tecnología cambiante, constantemente innovadora, que provoca que también lo sea su regulación. En tercer lugar, tiene regulación muy limitada. Esto quiere decir que aún debe desarrollarse y extenderse su regulación a todos los ámbitos y pasos que conlleva este tipo de votación. Por otro lado, la regulación es complementaria, puesto que técnicamente aún falta tiempo para poder generalizar este voto. Por último, es una regulación incompleta, es decir, todavía hace falta más experimentación y comprobación para resolver los muchos problemas y dificultades que aún conlleva trasladar este voto a toda la sociedad.

Por lo tanto, para extender este sistema de voto, aún hay que convencer a retractores y tradicionalistas, resolver todos los problemas mencionados a lo largo de la lectura, garantizar y legitimar esta “democracia electrónica” en todas sus esferas, concienciar a los votantes y sobretodo llevar a cada hogar o individuo las tecnologías necesarias para su desarrollo.

Opinión:

A través de los nuevos avances tecnológicos, está surgiendo una nueva visión sobre la política, el estado y la sociedad. A esta nueva visión se la ha denominado como “democracia electrónica”, es decir, entender la democracia como una forma de gobierno en la cual todos podemos participar.

Este método, como cualquier nuevo método, conlleva una serie de problemas, limitaciones y consecuencias. El primer problema que surge es el “recelo” de los usuarios o receptores del nuevo método, esto podría resumirse en un refrán que viene a decir que “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Este refrán explica que las personas tienden a tener miedo a lo desconocido. Este miedo se agrava con el alejamiento que en los últimos tiempos está teniendo la sociedad respecto a las instituciones políticas. Otro problema que aparece, es la falta de legitimación y seguridad que nos presenta este modelo respecto a nuestro actual modelo democrático. Hay que decir, que para solucionar este problema, hay que esperar a que se desarrollen y aparezcan nuevos avances y, además, que con la extensión o la experimentación de este modelo se pueda regular, legitimar, etc. como se hace con cualquier nuevo modelo a lo largo del tiempo.

Una de las limitaciones más importantes es aquella que va relacionada con el aspecto económico: las infraestructuras, la educación informática, la información pública y gratuita en los nuevos medios de comunicación... Además de la limitación económica, hay limitaciones respecto a la edad, el desarrollo de sistemas democráticos en el país donde se intenten instaurar las nuevas tecnologías de comunicación, etc.

Después de la experimentación, podemos extraer consecuencias positivas de la “democracia digital”. Por un lado, la insatisfacción ciudadana puede resolverse a través de la implicación en la toma de decisiones, la comunicación más directa con los organismos y administraciones o la exposición de los problemas que nos afectan, es decir, participar directamente en la política como se hacía en el ágora griego.

Al leer el texto sobre la “democracia digital” se me han planteado varias cuestiones respecto a sí es beneficioso o no para la sociedad este nuevo método de comunicación. También me planteado que, para qué nos sirve la democracia participativa que tenemos actualmente. Si con el desarrollo de las nuevas tecnologías podemos participar todos, ¿haría falta un parlamento?.

Con el desarrollo de la lectura he comprobado que tendemos a participar en la política sólo en aquellos temas que nos afectan personal y directamente, por lo que sería necesario una representación como la que hay actualmente. De tal modo, que utilizásemos las nuevas tecnologías como un referendum más rápido y eficaz.

Democracia digital

“Límites y oportunidades”

Derecho Constitucional

II. Gestión y Admnistración Pública




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Enviado por:Lia
Idioma: castellano
País: España

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