Economía y Empresa


Crisis de 1929


  • Preámbulo

Para poder analizar las posibles causas de la crisis acontecida a finales de los años 20 en todas las economías de los países desarrollados es preciso mencionar la evolución de la situación mundial en los años previos a la citada depresión. Así, la situación económica en el período de entre guerras y anterior a la crisis del 29 es una herramienta fundamental para intentar comprender algunas de las posibles causas que llevaron al desastre con el que comenzó la década de los 30 tanto en los mercados financieros como en los comerciales, laborales, etc.

  • Situación previa.

Tras la II Guerra Mundial, la vuelta a la “normalidad” era objetivo primordial de las dañadas potencias europeas, pero las estructuras económicas, políticas y sociales habían quedado seriamente afectadas tras el conflicto.

Los países occidentales hallaron dificultades para recuperar el anterior sistema productivo colonial porque muchas de las colonias desarrollaron en el transcurso de la guerra una industria propia, destinada a suplir las carencias producidas por la falta de suministros de las metrópolis. Como se deduce de esto, al volver a la producción primigenia de aquellos centros encargados de abastecer las colonias antes de la Gran Guerra, se produce un peligroso efecto de superproducción. Asimismo, la guerra había originado un extraordinario desarrollo de industrias ligadas a la producción de material bélico como la metalúrgica, que debieron adaptarse a la nueva situación de paz.

Un segundo hecho económico importante fue la dependencia de la economía europea de la estadounidense. Tras el gran conflicto que asoló el viejo continente, EE.UU. pasó a ocupar el liderato de la economía mundial, y no sólo eso, sino que además se erigió como la potencia de la que pasaron a depender las economías de las viejas naciones europeas. Así, al acabar la guerra, Estados Unidos estaba en situación de iniciar un fuerte despegue económico y convertirse en árbitro del mundo capitalista.

La situación económica fue especialmente grave en la derrotada Alemania. Las consecuencias de la guerra junto con las durisimas condiciones de paz impuestas en el Tratado de Versalles (entre las que se incluía la pérdida de regiones altamente productivas como el Sarre, o la baja Silesia y unas desmesuradas indemnizaciones) llevaron a una situación insoportable con elevadísimas tasas de paro y una asfixiante inflación.

Gran Bretaña tuvo que enfrentarse con un problema tanto económico como social, el espectacular aumento del desempleo debido al descenso de las exportaciones. Antes de la Guerra, Gran Bretaña se había especializado en la producción y exportación de carbón, hierro y acero, productos cuya demanda decreció notablemente en los años de la inmediata posguerra. Los productos manufacturados ingleses, antaño apreciados y poderosos dueños del mercado internacional (maquinaria, barcos, tejidos) no lograron competir en el mercado mundial.

Situación diferente fue la de Francia. Su economía observó un rápido ascenso hasta la crisis mundial del 29. Esta reactivación se produce gracias a una hábil modernización de sus sistemas productivos junto a una política monetaria deflacionista que hacía fuertemente competitivos los productos franceses en el mercado internacional.

Estados Unidos se convirtió en la década de los 20 en la mayor potencia mundial, llevando a cabo una política nacionalista, xenófoba y puritana, que se tradujo en una serie de severas medidas destinadas a detener la inmigración europea. Entre 1919 y 1929 la economía estadounidense experimentó un gran desarrollo; fueron los años de la “prosperity” caracterizados por la implantación de nuevos métodos de trabajo fundamentados en la racionalización de la producción (Taylorismo, cadenas de montaje, etc.). Se generalizan también nuevas formas de energía como el petróleo y la electricidad, se fortalecen las medidas proteccionistas, la defensa de los trust y monopolios, etc.

  • La crisis

Para entender sus causas debemos aquí hacer una pequeña referencia al desarrollo de los acontecimientos que a partir del 24 de octubre de 1929, el llamado “jueves negro”, convulsionarían las economías capitalistas produciendo una crisis económicas de proporciones devastadoras.

Al alcanzar 1929 nos encontramos con una superproducción que muchos autores han atribuido a la combinación de ciclo económico alto, prósperas cosechas, y la capacidad por parte de las colonias europeas para abastecerse sin depender de los gobiernos del viejo mundo. Esta superproducción conllevará la respectiva saturación del mercado. Esto, junto con una feroz especulación de capitales hizo que las cotizaciones en bolsa subieran artificialmente muy por encima de sus valores reales. El índice Dow-Jones fue desde un mínimo de 191 en 1928, hasta un alta de 381 un mes antes del jueves negro. Así, se produce una burbuja especulativa que al pincharse produjo los conocidos efectos de pánico entre los inversores y la consiguiente caída en picado de la bolsa. Sin embargo, el peligro no fue causado tan solo por la enorme ascensión de los precios, sino que gran parte de la culpa de que se produjese tal debacle fue del precario sistema de crédito que sustentaba el mercado. Fue este el responsable de que el pánico hiciera que todo el mundo quisiera retirar su capital, incluido el depositado en las instituciones bancarias, que se veían imposibilitadas a pagar a sus clientes. Una nueva caída, aun más violenta si cabe se produce el martes siguiente, conocido también como martes negro.

Esta desestabilización de EE.UU. provoca una gran caída de los precios americanos y de sus exportaciones. Los países que suministraban a EE.UU. como Chile, Brasil, Argentina o Venezuela sufrieron las graves consecuencias de dichas caídas. En Europa se produjo una caída monetaria como consecuencia sobre todo de la anulación de los créditos que EE.UU. suministraba a Alemania y a Austria para que rehicieran su economía. El paro y la asfixiante creciente deflación se empezaban a agudizar peligrosamente. La difícil recuperación que Europa había logrado en los últimos diez años había quedado anulada.

Si el derrumbamiento de las economías capitalistas lo juntamos con la precaria situación que se producía en la URSS tras el primer Plan Quinquenal, podemos comprender el clima de total desestabilización que azotó el mundo a mediados del S. XX y que culminó con el mayor conflicto bélico que jamas se haya observado en la historia de la humanidad.

  • Posibles causas de la crisis de 29

Explicar las posibles causas que llevaron al desastre económico de finales de los 20 y principios de los 30 es realmente complicado debido a la cantidad de factores que convergieron para producir el colapso de las economías capitalistas. ¿Fueron aquellos factores determinantes para que la crisis se produjera?, ¿Pudieron haberse evitado?, ¿Fueron debidos a una política económica equivocada o por el contrario fueron el natural devenir de los acontecimientos y la crisis era inevitable?. Estas preguntas no han podido ser respondidas con rotundidad y uniformidad y surgen diversas interpretaciones, muy ligadas a las tendencias políticas de cada uno de los economistas que las han llevado a cabo. Así, los aduladores del librecambismo abogarán por unas determinadas causas, mientras que desde posiciones más keynesianas se propondrían otras distintas.

Así aparecen autores que culpan la política monetaria norteamericana (Friedman), otros a un estancamiento secular (Hansen), a un desequilibrio estructural (Svennilson) o a una posible deflación euivocada (Keynes). Especialmente interesante resulta la teoría de Kindleberger, autor que aboga por la existencia de una potencia estabilizadora, y que achaca la situación del 29 a EE.UU. y a Gran Bretaña por no poder cumplir con dicha responsabilidad. Así enuncia las cinco funciones que deberían haberse llevado a cabo por estas 2 grandes potencias como entes estabilizadores de la economía mundial: el mantenimiento de un mercado abierto para bienes con problemas, proporcionar préstamos a largo plazo anticíclicos, estructurar un sistema estable de tipos de cambio, coordinar las políticas macroeconómicas y actuar como prestamistas de última instancia. Ante esta posible estructuración de la política mundial, con un gran director encargado de su normalidad, cabría realizar unas cuantas críticas como son: el consiguiente peligro que supone la hegemonía unilateral sobre la economía mundial que supondría la consiguiente orquestación a nivel político del resto del mundo. La creación de un monopolio de la demanda que supondría un ente que dirigiera las relaciones macroeconómicas. Bien podría hablarse de una clara perturbación del comercio internacional debida a la injerencia de dicha potencia hegemónica. Esta es la situación que parece respirarse en la actualidad encarnándose como órgano rector de la normalidad económica mundial el FMI, dirigido de manera clara por EE.UU.

A tenor de los acontecimientos que se sucedieron a partir de 1929 parece claro decir observando el problema “a posteriori” que fue el sistema de créditos, junto con la depresión agrícola de los años posteriores lo que a buen seguro multiplicó los efectos devastadores del crack bursátil. No fue sino la confluencia de distintos eventos lo que produjo que la crisis alcanzase esos niveles tan peligrosos y que hiciese tambalearse los pilares que sustentaban la economía mundial. Como en casi todos los grandes acontecimientos históricos que se estudian, somos capaces a posteriori de enumerar distintos factores que explican por qué se dieron, pero nos vemos incapacitados para encontrar esa razón última por la cual se explique totalmente su repercusión y las causas que hubiesen hecho variar su curso. Quizá en este caso, la crisis fuera inevitable debido al curso cíclico de la historia, o puede que se debiera a variables que no llegamos a analizar, lo que está claro es que no se puede tratar de simplificar un hecho como la depresión del 29 en uno cuantos datos macroeconómicos sino en la confluencia de un inmenso número de factores.




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Enviado por:Alex
Idioma: castellano
País: España

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