Literatura


Cinco panes de cebada; Lucía Baquedano


Cinco panes de cebada; Lucía Baquedano

Muriel quería ser profesora. Iba en un autobús repleto de gente y solían pasar por muchos pueblos y ella quería que alguno de ellos fuera Beirechea, su destino, pero no era así. Cuando llegaron allí, la chiquilla no se dio cuenta y se quedó sentada en su asiento y le tuvieron que avisar de que habían llegado.

Cuando se bajó de autobús se encontró con un señor y le pregunto a ver si era ella la profesora que estaban esperando y ella respondió que sí.

Cuando llegaron al colegio, le dio mucha pena porque había ratas por el suelo comiendo veneno.

Pello le dijo a su hija que le acompañara a la habitación de la joven profesora. La acababan de limpiar.

Salió al balcón y vio una moto que se acercaba. El de la moto era el cura y al verla se rió de ella.

Después se encontró con un hombre que no conocía y le hizo perder toda la tarde diciéndole que hacía diez y siete años que no se limpiaba la clase.

Ana Maria y su hermano le ayudaron a Muriel a limpiar todo el colegio y quedó como nuevo.

Llegó el primer día de clase y faltaban las dos de Iparraguirre y una niña de siete años que nadie conocía. La maestra y Don José Mari ya se llevaban mejor.

Muriel llevaba mes y medio en Beirechea y su intención era quedarse un mes, pero algo le hizo cambiar. Y pensó quedarse hasta la Navidad.

Pasaron los días y la joven parecía estar más guapa. Gracias al amor que le daba Dios empezó a volcarse más en los niños.

Había niños que mostraban interés pero había otros que decían que iban a la escuela para no ser un estorbo ni molestar a sus padres.

Muriel, desesperada, acudió a donde el cura y le explicó la reacción que tenían los niños. Él parecía no prestarle mucha atención y le decía que en el campo se hacían mejor las tablas.

El 4 de diciembre cayó la primera nevada. En el colegio había que poner la estufa cada mañana.

El 8 de enero volvió a abrir la escuela. Era la época de la gripe y faltaban muchos niños a clase y cómo no, Marta Arive. Fue a preguntarle al cura, pero estaba fuera y el alcalde tenía gripe.

Cogió su bicicleta y fue hasta casa de los Arive. Era una casa espléndida. AL otro lado de la casa había un hombre, y Muriel le preguntó si su hija, Marta Arive, estaba escolarizada. Pero él le dijo que era soltero y que no tenía ninguna hija.

Muriel hizo una biblioteca en su clase y a los niños les encantaban los libros de miedo.

Teresa fue bibliotecaria porque leía muchos libros y además muy rápido.

Muriel decidió pasar la semana Santa en su casa y alrededor de su familia.

Cuando iba hacia su casa, en la parada de Pamplona estaban su hermana y su novio esperándole.

Cuando tubo que volver a Beirechea casi pierde el autobús, pero como el conductor le conocía le esperó a que subiera.

Al llegar a Beirechea todos le acogieron muy bien.

Llegaron su hermana Sylvia y su novio Carlos a Beirechea y le dijeron que habían encontrado una escuela en Pamplona y que se fuera allí, pero Muriel se encontraba muy a gusto allí y no podía dejar a sus alumnos.

Tuvieron que retrasar aquella excursión para el primer domingo de mayo. Se fueron a unas cuevas que había en el monte y se lo pasaron muy bien.

Cinco panes de cebada; Lucía Baquedano

Al regresar a Beirechea, Muriel se acordó de que se le había olvidado su jersey rojo y la cámara de fotos allí. Al salir del colegio se cogió su bicicleta y se fue a buscar sus cosas. Empezó a granizar y se perdió. Allí apareció Javier y le ayudó a regresar a casa.

Muriel sabía que aquel no iba a ser un buen día y no lo fue.Los niños estaban alborotados y de repente apareció la inspectora.

Fermín le pidió a Muriel que se casara con él, pero ella le dijo que no y después Miguel también le pidió que se casara con él y también le respondió que no.

Muriel habló con el cura porque estaba un poco triste, pero su hermano le alegró. Después regresó a Pamplona y se hizo amiga de su tía y decidió pintar el colegio.

Pintó la escuela de blanco, y para tapar la gotera pintó también un luminoso sol que la cubría. Un poco más tarde llegó Javier y le ayudó a pintar lo que quedaba. Estuvieron hablando y descubrieron más cosas sobre ellos.

Cuando terminaron de pintar el colegio estaba ansiosa porque volvieran los niños al colegio. José Arana se sentó al lado de los conejos La chiquilla le tuvo que cambiar de sitio porque les tiraba alubias.

Gracias al padre de una alumna suya puso una biblioteca para los mayores y el primero en coger un libro fue Josetxo.

Era domingo y Muriel estaba con Javier. Le preguntó que había estudiado y el le respondió que había estudiado música. Estuvieron hablando y se fueron conociendo más.

Teresa Iparraguirre quería seguir estudiando, pero su padre no le dejaba porque decía que tenía que trabajar con él sembrando. José Mari y Muriel hablaron con él y le convencieron para que pudiera estudiar.

La gente estaba hablando de ellos y tenían envidia de Joaquín. Muriel subió a su habitación y pensaba en el viaje de Teresa , que se iba en las fiestas del pueblo. Sus tres hermanas, Muriel y don José Mari le fueron a despedir. Muriel fue a casa de Arive y él le pregunto a ver si se quería casar con él y ella le respondió que sí.




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Enviado por:Jugatx Jimenez
Idioma: castellano
País: España

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