Arte


Arte grecolatino


Museo Español de Arte Contemporáneo, Madrid

Las obras seleccionadas son:

  • Apoxiomenos, de Lisipo, del periodo Clásico fechada en 330 a. C.

  • Torso de Belvedere cuya autoría se desconoce pero data del periodo Helenístico, allá por el siglo I a. C.

  • Augusto de Prima porta, hallado cerca de Prima Porta en Roma. Es del siglo I a. C.

  • apoxiomeno

    Entre las tres obras hay muchas similitudes, salvando las distintas
    épocas, claro está. La primera es que representan todas ellas
    la figura humana. En cuanto a Apoxiomeno, es una escultura de mármol construida en el 330 a. C. aproximadamente, en ella Lisipo retrata un atleta en la posición de quitarse el polvo y el aceite después de una carrera con una estrígila o raedera (objeto en forma de hoz que se utilizaba en la Antigüedad para limpiar el cuerpo después
    de una competición atlética) El original de esta obra, sita en Los Museos Vaticanos, lleva taparrabos, al contrario que en la copia del museo, donde el taparrabos está ausente, tal y como lo esculpió Lisipo. Probablemente este asunto del taparrabos venga dado por el puritanismo de la Iglesia y su política cristiana. En cualquier caso, en esta escultura destaca la modificación del canon que hizo Lisipo con respecto a Policleto. Una visión que dotó a sus esculturas de una mayor elegancia y expresividad, una cabeza más pequeña que hace más esbelto el cuerpo humano. Las obras de este escultor, predilecto de Alejandro Magno, son muy especiales. Su principal virtud es que logra emancipar a la escultura de su espacio, es decir, que la escultura tiene volumen, saca brazos, manos o pies. Y hace que el espectador pueda tener una visión múltiple de la obra.

    A Apoxiomeno se le emparienta con el Doríforo de Policleto y no es de extrañar ya que Lisipo perteneció a su escuela. Además, su postura, la entonación de los músculos o simplemente las facciones son muy parecidas a las obras de Policleto. También se pueden establecer conexiones con las otras obras a analizar en este trabajo. Por ejemplo, con Augusto de Prima Porta la relación que podemos hacer es el contraposto de ambas escenas o la posición de los pies,
    uno totalmente apoyado y el otro ligeramente levantado. O sin duda la expresión de la cara, que no expresa sentimiento alguno.

    torso de belvedere

    En cuanto a la comparación de Apoxiomeno con el Torso de Belvedere la empresa es más complicada. Quizá podemos observar una inclinación hacia la izquierda de ambas figuras, vistas frontalmente, proporcionada la contorsión de su cintura y abdomen. Poco o nada más se puede decir de estas dos figuras juntas ya que el Torso de Belvedere, que pertenece al Helenismo griego, no tiene las
    extremidades enteras, aunque eso en realidad no importa, porque viendo la forma en la que está trabajado el cuerpo, los músculos y demás, nos centramos en esa expresión, que aunque no sea facial nos transmite muchas cosas, quizá más que ningún otro rostro. Miguel Ángel dijo del Torso de Belvedere que: “Esta es la obra de alguien que ha sabido más que la Naturaleza” y no es para menos cuando se ve por primera vez. Es una obra virtuosa y elegante, que respira Naturaleza por todas partes. Esta construida en mármol y se encuentra en los Museos Vaticanos.

    augusto de prima porta

    Arte grecolatino

    Por último la tercera estatua, que presenta idealizado al Emperador Augusto. Una escultura de la que se desconoce su autor y que
    representa al Supremo General del Ejercito dirigiéndose a sus súbditos y en pose de
    mando, debido a que tiene la cabeza erguida
    y el brazo derecho levantado. Esta estatua es
    una de las más importantes de la escultura romana, está realizada en mármol y es de estilo helénico que tanto gustaba en la corte de la época. Augusto está vestido con una coraza de militar romano y con la toga típica del Imperio. En su mano porta una vara de Emperador.

    Esquema compositivo de “Augusto”

    También hay que citar el pequeño Eros que se encuentra a sus pies. Representa el deseo del escultor de magnificarle a la altura de los mismísimos dioses. Por ello también lo presenta descalzo.

    El autor quería transmitir con la obra serenidad y sobriedad. Y lo consigue gracias a expresión de su cara y sobre todo a su porte de mandamás, que sin duda impone bastante respeto.

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    Enviado por:Angel Machón
    Idioma: castellano
    País: España

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