Historia


Alejandro Magno: de la historia al mito


ALEJANDRO MAGNO. DE LA HISTORIA AL MITO

  • ALEJANDRO EL INDIVIDUO

  • Relaciones familiares

  • Filipo y Alejandro nunca tuvieron relaciones muy cordiales, y sabemos que hubo tensiones y falta de entendimiento entre ambos. Filipo se divorció de la madre de Alejandro, Olimpíade, y la envió al exilio, casándose Filipo con una mujer de la nobleza macedonia. Ante esta situación, Alejandro hizo causa común con su madre y también se fue al exilio.

    Filipo reaccionó políticamente promoviendo la boda de su hija Cleopatra con el hermano de Olimpíade, Alejandro el Epirota. En el transcurso de la boda Pausanias asesinó a Filipo y dejó a Alejandro como sucesor del trono, justo en el momento en que se emprende la gran operación hacia Asia.

    Tras la batalla de Queronea, la situación dinástica parecía estar clara: el príncipe Alejandro era el heredero legítimo y Olimpíade solo la madre. El entendimiento entre madre e hijo era perfecto. Se reformaría esta relación cuando Alejandro asumió el mando de Macedonia y hubo de encabezar las campañas orientales. Olimpíade intervino en política en ausencia de su hijo.

    A la muerte de Alejandro en Babilonia en el 323 a.C Olimpíade sufrirá las consecuencias. Sus relaciones con Antipatro, el regente puesto por Alejandro, fueron de odio manifiesto.

    Olimpíade dio prioridades a dos cuestiones: su auto promoción y asegurar la sucesión en el trono de su nieto, hijo póstumo de Alejandro y Roxana, Alejandro IV.

    Antíptrao murió en el 319 a.C y su hijo Poliporconte invitó a Olimpíade a regresar a Macedonia y a que defendiera a los legítimos herederos de sucesión de sus herederos. Poliporconte murió y se erige Casandro quién decidió castigar a Olimpíade en el 315 a.C.

    Las relaciones con mujeres, podremos preguntarnos hasta qué punto fueron razones personales o políticas. Su primera relación fue con Barsine, sin existir boda. Se unió a ella, una mujer de la nobleza persa, en el 333 a.C.

    En el 327 se casó con Roxana, hija de Oixartes, con una mayor motivación personal y sentimental. Fue la madre del futuro heredero. En el 324 a.C Alejandro organizó su boda, multitudinaria, en Susa.

    Alejandro se casó con Barnise, hija mayor de Dario III, y también con Parisátide, hija de Oco. Otra boda colectiva se enmarca dentro del programa de fusión de pueblos.

    Tuvo un comportamiento exquisito con otras mujeres prisioneras de la casa real. Otorgó un trato de dignidad propio de su condición regia a la madre y la mujer del rey Dario III, Sisigambis y Estatira.

    Más romántica parece la relación con Taide, quien aconsejó prender fuego a la residencia real de Persépolis. Lanice, hermana de Clito, amigo de Alejandro al que mató. Alejandro se arrepentiría posteriormente de esta acción.

    B. La educación de Alejandro

    El primer preceptor fue Leónidas, pariente de Olimpíade. Lánice, hermana de Clito, tuvo gran influencia, ya que fue su institutriz. En el año 342 a.C, a la edad de 14 años, pasó a ser educado por ni más ni menos que Aristóteles.

    C. Sus “compañeros de armas”.

    Además de la famosa falange macedonia, estaba la caballería de los “hetaroi” ó “compañeros”. Tenían como misión acompañar al rey en el campo de batalla y son su escolta personal. Clito, el jefe del primero de los escuadrones, manifestó que no estaba dispuesto a consentir que las hazañas de los dioses y de los antiguos héroes quedaran preteridas para atribuir a Alejandro honores inmerecidos. Recordó que Alejandro seguía vivo porque el le salvó la vida en la batalla de Gránico. Expulsaron a Clito del lugar, pero volvió diciendo que el éxito no era solamente de Alejandro. Entonces Alejandro lo mató con una lanza ante tal atrevimiento.

    Calístenes pronunció un discurso en contra de la reciente imposición del ritual de “proskynesis”. Se levantó a darle un beso de despedida sin haberle postrado y Alejandro se lo negó. Calístenes respondió que se iba con “un beso de menos”. Este incidente fue aprovechado por sus enemigos para dar veracidad a los rumores de que había participado en un complot contra Alejandro. Calístenes fue cargado de grilletes y murió a poco tiempo, c. 327 a.C.

    Efestion, íntimo de Alejandro, murió en Eltabana en el 324 a.C a causa de la bebida. Alejandro se quedó abatido y se cortó el pelo sobre el cadáver de Hefestion, en señal de duelo y en imitación a lo que hiciera Aquiles por Patroclo. Organizó unos sacrificios y juegos funerarios y decretó varios días de luto oficial.

    D. Los viejos generales del ejército

    Estos viejos generales componían el núcleo duro del ejército macedonio, y contribuyeron directamente en los éxitos de Filipo.

    Por otro lado Filotas, hijo de Parmenión, mantuvo con Alejandro una relación doble, primero de confianza hasta pasar a un enfrentamiento, que culminó en el 330 a.C con la ejecución del primero, tras haber confesado haber tenido conocimiento de la conjura contra el rey, y admitió que no le había informado. Se había entrevistado con Cebalino, quien iba a ejecutar a Alejandro.

    En segundo lugar tenemos a Parmenión. Era un avezado militar que había prestado servicio de armas ya desde tiempos de Filipo. Ocupaba el rango de segundo comandante. Alejandro aprovechó la primera oportunidad que se le presentó para alejarlo de su lado, cuando decidió trasladar a Ectabana el tesoro capturado a Dario, lo nombró escolta del tesoro.

    En tercer lugar tenemos a Antípatro, viejo general del ejército de Filipo, quien se quedó en Macedonia como encargado. La situación en Grecia distaba de estar bajo control. Tuvo muchos conflictos con Olimpíade. En el 328 Alejandro le reclama el envío de refuerzos. Pero éstos tardaban, y le manda a su hijo Casandro. Debido a la sospecha de que Antípatro había entrado en conflicto con los eolios y de los problemas con Olimpíade, Alejandro lo destituyó como general de los ejércitos de Europa y como regente de Macedonia. Sin embargo, a la muerte de Alejandro en el 323, Antípatro continuará ejerciendo un papel decisivo en los turbulentos años posteriores a la muerte de Alejandro.

    E. Semblanza personal de Alejandro

    Sus más lejanos ancestros estaban en Andrómaca y Aquiles. Su más ilustre antecesor, por parte de padre, fue Heracles. Vincularse a tales antecedentes iba a configurar de alguna manera su personalidad, su carácter.

    Aprovechó de manera política la religión pública. Los soldados de su ejército sentían la necesidad de que su rey refrendara en estas consultas sus proyectos políticos y sus esforzados éxitos militares. La psicología de Alejandro, su póthos, era de un particular interés, un vivo empeño y afán de hacer algo nuevo que redundara en su autoestima. La fuerza de este sentimiento no es otra cosa que su búsqueda de gloria como cualidad peculiarísima de su personalidad. De persona reflexiva, moderada y equilibrada, se convirtió en alguien por completo carente del sentido de la proporción, se hizo desconfiado respecto de sus amigos y perdió el entusiasmo y la confianza en la suerte.

    F. Apéndice: anécdotas de la vida de Alejandro.

    - Su entrevista con Diógenes el Cínico: es el sabio y filósofo cínico frente al soberano y hombre que encarnaba el poder y la ambición. Alejandro fue a visitarlo y le preguntó si quería algo de él, a lo que el sabio le respondió: “algo bien pequeño: apártate un poco que me quitas el sol”.

    - El nudo gordiano: al llegar Alejandro a la ciudad de Gordio el 333 sintió deseos de subir a la ciudadela, al palacio de Gordio y de su hijo Midas, para ver su carro y el nudo de su yugo. Contaba la leyenda que quien fuera capaz de desatar el nudo estaba predestinado a convertirse en soberano del mundo. Alejandro lo consiguió quitando la clavija a la que estaba atado el nudo, o bien cortando de un tajo la soga.

    - Su encuentro con Talestris, reina de las amazonas: se refiere a la supuesta visita de la reina de las amazonas a Alejandro. Un sátrapa de la región de Medias le envió cien de estas mujeres, preciosas guerreras cuyo pecho derecho tenían menos desarrollado y que lo dejan al descubierto en el combate. Alejandro quería tener un hijo con su reina.

    Diodoro cuenta que fue Talestris quien fue en busca de Alejandro. Talestris había venido a engendrar un hijo con Alejandro. Criatura engendrada de tan excelentes progenitores sobrepasaría en valor al resto de los mortales. El aceptó su proposición.

    II. LA HERENCIA DE MACEDONIA

    A. Una cuestión de perspectiva

    Alejandro era un príncipe macedonio por nacimiento y formación. Su condición de macedonio no es de tipo racial o genético. Vivió dentro de un mundo radicalmente distinto del de los griegos.

    Para entender mejor la figura de Alejandro, no está de más que tratemos de considerar el peso decisivo de su herencia macedonia.

    B. La impronta paterna: Filipo II

    Muchos de los comportamientos de Alejandro a lo largo de su corta existencia no se entenderían correctamente sin tener en cuenta el papel desempeñado por su progenitor. Filipo II consiguió hacer de Macedonia un estado fuerte y poderoso, capaz de albergar serias aspiraciones a ocupar un lugar de privilegio dentro del concierto internacional de la época. El rey había cambiado del todo la vida de los macedonios y había convertido a Macedonia en la potencia dominante de la Helade.

    C. La diferencia macedonia

    Las condiciones naturales y sociales no eran similares a las del resto del mundo helénico. Continuaban viviendo a la manera tradicional, muy diferente al modo de vida griego. Sufría inestabilidad continuada de sus fronteras exteriores. Su cercanía con poblaciones nómadas que basaban sus formas de vida en el pillaje de los territorios más próximos la situaba como blanco perfecto de sus repetidas y estacionales incursiones en busca de botín. Esta inestabilidad de sus fronteras era una amenaza permanente para la seguridad de sus habitantes y tuvo también siempre un peso determinante sobre la cohesión interna del reino y sus expectativas de futuro. Desde el punto de vista interno, la situación en Macedonia era confusa e inestable.

    La situación desigual del país favorecía el desarrollo de noblezas locales muy poderosas que controlaban sus respectivos territorios frente a las demandas centralizadoras de la dinastía reinante.

    Los intereses cruzados de la casa real reinante y de los otros clanes nobiliarios entraban en constante pugna. Había una necesidad urgente de asegurarse las espaldas ante posibles conjuras en un medio en el que el carácter implacable de la lucha interna por el poder era una nota dominante.

    La necesidad de procurarse herederos firmes que garantizaran la continuidad en el trono propició la práctica de la poligamia, una costumbre que resultó siempre inadmisible para los griegos.

    D. Filipo y el mundo griego

    La cohesión de Macedonia como un Estado fuerte se veía también solamente amenazada desde la órbita griega. La existencia de una Macedonia fuerte y estable en el norte perjudicaba seriamente los intereses y perspectivas de unos y otros. Por eso decidieron tomar parte activa, sobre todo los atenienses, en los conflictos internos que asolaban el reino macedonio.

    Filipo tuvo que afrontar de forma inteligente y decidida esta situación. Tomó parte interesada en las guerras sagradas y pudo ocupar un lugar privilegiado en la anfictionía. Esto le proporcionó un cierto prestigio y aseguraba un lugar de relieve para Macedonia dentro del panorama griego.

    Algunos intelectuales habían puesto sus miras en Filipo como la única garantía que podía asegurar el futuro de la comunidad helénica.

    Se granjeó, mediante convicción o soborno, partidarios en el interior de todos los estados griegos.

    Fue siempre consciente de la necesidad de asentar sus nuevas conquistas o de legitimar su posición hegemónica sobre las bases institucionales ya existentes que regían dentro del mundo griego. Se hizo nombrar así magistrado principal de la liga de Tesalia y constituyó la liga de Corinto. Se trataba de una confederación de estados ligados entre sí, para la vieja aspiración helénica de una paz común, de la que Filipo fue elegido comandante en jefe plenipotenciario. Supo, además, disfrazar sus ambiciones personales de conquista, contra los persas de Asia Menor con los aires de una cruzada de venganza panhelénica contra Persia.

    E. Las lecciones de Alejandro

    No sentía necesidad alguna de trasladar su pericia al terreno escabroso y enrevesado de la política internacional griega. Sus modales fueron más los del vencedor dominante que impone sin trabas sus condiciones al vencido, que los del político astuto que busca conciliarse por todos los medios la voluntad de los derrotados.

    F. Un instrumento decisivo: la falange

    Filipo construyó un ejército impresionante: la casi toda poderosa falange. Estaba formada por soldados fuertes y disciplinados, curtidos en las duras campañas contra los bárbaros del norte que portaban unas largas lanzas de casi cinco metros y combatían en formación compacta y cerrada.

    Utilizó como instrumento militar decisivo la célebre caballería compuesta por el grupo privilegiado de los “compañeros del rey”, un grupo elegido de jóvenes que se habían formado conjuntamente desde niños en el ejercicio de las armas. Así tenían fuertes lazos de solidaridad interna y una devoción inquebrantable hacia la persona del monarca. Una especie de “primus inter pares”.

    Consiguió también reunir un importante contingente de tropas auxiliares los componentes de las primeras filas enarbolaban hacia el frente las lanzas y, de forma sucesiva, el resto de las filas las inclinaban hacia el cielo en ángulo creciente construyendo un caparazón defensivo.

    Otras innovaciones fueron la formación en cuña de la caballería, el tren de asedio, la catapulta de torsión. Tanto Filipo como Alejandro estuvieron siempre al lado de sus tropas, tanto en las primeras filas de combate como en las celebraciones y festejos.

    Filipo ponía en práctica sus propias decisiones, su condición de gobernante absoluto y comandante plenipotenciario de las tropas despejaba el terreno de los posibles obstáculos intermedios.

    Para la conquista del imperio persa había constituido un ejército imponente, dotado de un armamento contundente y de una maquinaria de guerra importante. Había formado un cuerpo militar dirigente perfectamente coordinado entre sí. Se había asegurado también sobre bases firmes sus dominios egeos, creando una retaguardia sólida.

    La concreción de apoyos institucionales como la liga de Corinto, todo en suma, hacía presagiar una campaña exitosa contra un enemigo que siempre había parecido soberbio y espectacular a los ojos de los griegos.

    III. ALEJANDRO Y LOS GRIEGOS

    A. Un panorama complicado

    Macedonia era a los ojos de los griegos un estado bárbaro. El auge de Filipo II en las regiones del norte del Egeo complicaba todavía más las cosas, teniendo que afrontar toda una campaña propagandística en su contra.

    Filipo encabezó la coalición de la anfictionía délfica contra los focidios en las dos últimas guerras sagradas. Tras la concluyente victoria de Queronea trató de mostrarse magnánimo con los vencidos.

    Alejandro no hizo esta clase de esfuerzos en este sentido. Alejandro notuvo la imperiosa necesidad de negociar largamente con los dirigente sgriegos ni había sentido la obligación de hacerse un lugar bajo el sol del panorama internacional. Todo le había venido rodado ya por las laborosas y complicadas gestiones paternas. El choque con los griegos resultó, por tanto, mucho más frontal y traumatizante.

    Alejandro optó por una vía más rápida y contundente a la hora de conseguir el obligado consenso. Una demostración de fuerza a tiempo resultó lo suficientemente persuasiva. Los focos de oposición posible se apagaron con relativa prontitud.

    Consiguió un acuerdo pacífico con Atenas. Alejandro era consciente de la necesidad de mantener buenas relaciones con los griegos y en particular con los atenienses. Envió a Atenas a 300 “panoplias” capturadas como botín de guerra y puso en libertad a los mercenarios atenienses de Dario.

    Sin embargo todos los intentos resultaron vanos. El rencor y la hostilidad de Atenas estalló con fuerza cuando se conoció la noticia de la muerte de Alejandro en la que sería posiblemente la rebelión más importante de aquellos momentos: la guerra lamíaca.

    B. Alejandro y los griegos de Asia Menor

    Las ciudades griegas de Asia Menor no fueron incluidas en el tratado de la liga de Corinto. Estableció con cada una de ellas pactos personales que regulaban sus mutuas relaciones.

    Alejandro restableció la democracia en estas ciudades y eliminó las tiranías propensas que las habían gobernado hasta entonces. La situación de estabilidad y prosperidad de estas ciudades se vio de repente amenazada por la irrupción de las tropas macedonias. Alejandro trajo todos los serios inconvenientes de una campaña militar a las poblaciones locales. Puso en peligro la situación general de bonanza.

    Un panorama, en suma, que no reflejaba una situación de opresión generalizada en la que los griegos esperaban ansiosos la llegada de un liberador que restaurase sus viejas libertades perdidas. Por el contrario nos encontramos con la existencia de una actitud de compromiso o un simple acomodo a las condiciones existentes por buena parte de la población griega de la zona, que quizá no veía en los persas un obstáculo para su progreso y prosperidad y miraba, en cambio, con recelo la aventura militar de la que en modo alguno se sentía partícipe.

    C. Alejandro y la liga de Corinto

    Alejandro ejercía como máximo magistrado militar de la confederación y se hallaba asesorado por un consejo compuesto por representantes de sus diferentes miembros en su misión de velar por la paz común y conservar las constituciones vigentes. En la práctica, su comportamiento con ellas reflejaba también el trato despótico de quien se sentía dueño y señor absoluto de la situación sin otra clase de restricciones al ejército de su hegemonía.

    Proclamó un decreto de que los exiliados podían regresar a sus ciudades griegas, lo cual infringía una de las medidas de la liga de Corinto que prohibía una medida semejante.

    Alejandro manifestaba su firme decisión unilateral de llevarla a término con la amenaza adicional de que sería implantada a la fuerza en todas aquellas ciudades que no la impusieran voluntariamente. Una medida autocrática que revelaba la verdadera naturaleza de las relaciones existentes entre Alejandro y los griegos.

    La existencia diaria de numerosas comunidades se vio turbada de repente al sentirse obligadas a dar acogida a miles de exiliados que habían abandonado sus lugares de residencia desde hacía tiempo y reclamaban la devolución de sus antiguas propiedades. La estabilidad política de toda Grecia tembló sobre sus cimientos.

    Sabía perfectamente que con la medida adoptada se incrementaban las tensiones internas de todos los estados griegos. De esta forma les resultaría imposible organizar cualquier clase de resistencia armada o colaborar con alguno de los movimientos rebeldes existentes. Pretendía con esta decisión granjearse un buen número de fieles partidarios por todas partes que pudieran ejercer la labor de contrapeso equilibrador frente a todos sus oponentes.

    Alejandro pretendía variar el rumbo de la política emprendida por su padre construyendo una nueva base de apoyo más fiable y duradero. La masa de exiliados que retornaba a sus estados constituía esta plataforma política sobre la que pensaba implantar el nuevo orden.

    D. Alejandro, antítesis ideal del griego

    La figura de Alejandro representaba todo aquello que los griegos odiaban. En su persona se concentraban los rasgos esenciales de la persona de un tirano. La propaganda aristocrática contribuyó de forma decisiva a esta mala imagen. Más tarde, la democracia también mostró su hostilidad. El tirano se convirtió así en el blanco de la ira colectiva.

    Muchos historiadores griegos trataron sobre Alejandro, contribuyendo a su leyenda negra. Fue una venganza histórica y literaria.

    En este contexto debemos encajar seguramente rasgos de su personalidad, que han sido excesivamente resaltados.

    Muchas de estas historias exageraron de forma intencionada algunos de los defectos del monarca y explotaron a fondo todo tipo de rumores sobre su conducta o sobre sus hábitos cotidianos más oscuros. (Polibio, Apiano, Plutarco…).

    E. El rechazo de su divinización

    La adopción de ciertos rituales de la corte persa suscitó la oposición de los macedonios, pero desagradó mucho más a los griegos que de repente se veían obligados a rendir unos tributos debidos exclusivamente a los dioses a quien no era más que un simple mortal.

    Una carta de Aristóteles a Alejandro insistía en la urgente necesidad de que el rey debía saberse ganar la admiración y amistad de los griegos, única manera de conseguir la perennidad de su gloria. Creció la hostilidad cuando Alejandro decidió adoptar las costumbres orientales de la realeza persa y tratar en un plano de igualdad a griegos y bárbaros.

    IV. LA AVENTURA ORIENTAL

    A. La imagen de oriente

    Para la mentalidad griega la imagen de Asia fue siempre la de un continente inmenso donde vivían los pueblos más poderosos de la tierra y un territorio que albergaba en su interior numerosas riquezas y toda clase de maravillas. Durante la época arcaica esta imagen se concretó en el reino de Lidia. Las relaciones con Lidia fueron de hostilidad.

    B. La aparición de Persia en el horizonte

    Todo cambió con el surgimiento de Persia en el siglo VI a.C. La rebelión de los jonios, a comienzos del siglo VI, fue la señal de salida a un conflicto entre griegos y persas. Los griegos, con su victoria a comienzos del siglo V a.C pusieron freno a las aspiraciones persas.

    La situación de guerra dio paso a la conspiración interna, hasta la invasión macedonia del 334 a.C.

    C. Los ecos del conflicto

    Para los griegos, su victoria significó el comienzo de una nueva etapa. Construyó un auténtico imperio marítimo en el Egeo.

    La coalición Ático-Délica construyó la base de la grandeza de Atenas en el siglo V a.C. Desde el lado persa la derrota no pasó de un simple conflicto fronterizo. No significó ningún golpe decisivo a la estabilidad y pujanza del imperio.

    A partir de entonces, los reyes persas comenzaron a influir en la política griega de forma más encubierta y disimulada. Ofrecían apoyo a los oponentes de Atenas, se erigían en árbitros, mediadores de los diferentes conflictos, o se ofrecían como tierra de asilo. La presencia persa no dejó de sentirse en Grecia.

    D. Macedonia y Persia

    Macedonia con Filipo alcanzó una mayor proyección internacional. Los dominios persas de Asia Menor se presentaban como una perspectiva tentadora a las ambiciones expansionistas. Además, había derrotado con relativa facilidad a los griegos, por lo que no era de extrañar que sacara conclusiones optimistas del éxito relativo de los griegos en el Imperio persa. En la corte macedonia había altos dignatarios persas exiliados, eran una fuente de información de primera mano sobre las condiciones políticas y militares de Asia Menor.

    La situación de la región, políticamente inestable a causa de la política individualista y ambiciosa que habían emprendido los sátrapas persas, en su promoción personal, se habían implicado a fondo en la política griega. En el lado griego había también quien veía con buenos ojos una empresa de conquista de territorios orientales, la polis griega había entrado en crisis, había frecuentes luchas y enfrentamientos debilitando las maltrechas economías. Eran muchas las voces que se alzaban en contra del viejo sistema y clamaban a favor de una alternativa de estabilidad política y social más duradera. Algunos miraron a Esparta, otros construyeron sociedades utópicas a la manera de la república platónica y otros a Macedonia, reino fuerte.

    Filipo supo insertarse dentro de este esquema propagandístico a favor de un panhelenismo expansionista y encaminó toda su política en esa dirección. Sus ambiciones personales podían disfrazarlas con la vieja aspiración griega de tomar cumplida venganza de las acciones persas del siglo V a.C.

    De esta manera ganaría prestigio y conseguiría su objetivo de pacificación y control de todo el mundo griego. Filipo no pudo llevarlo a cabo y fue Alejandro el encargado del proyecto.

    E. Las informaciones griegas sobre Persia

    Herodoto con su Historia escrita en el siglo V a.C demuestra un cierto conocimiento de Persia, costumbres, formas de vida, principios morales, religión. Relata la historia de Persia, de sus reyes, de Ciro a Jerjes. Poetas como Frínico y Osquilo pusieron en escena el tema de la guerra en obras como La captura de Mileto o Los Persas. Sin embargo, a pesar de esta aparente riqueza de fuentes, las informaciones de carácter objetivo eran escasas.

    Los persas representaban la imagen estereotipada de un oriente debilitado por la molicie y el lujo, dominados políticamente por los eunucos y mujeres de la Corte, cuyos ejércitos estaban constituidos por esclavos que obedecían ciegamente las órdenes de su rey movidos solamente por temor al látigo. Una presa fácil para un pueblo valeroso y de costumbres austeras como el griego que luchaba en defensa de la libertad y autonomía.

    Ctesias de Cnido, médico griego que había vivido una larga temporada ejerciendo su labor en la corte persa, escribió una historia de Persia caracterizada por el tono legendario y las intrigas cortesanas e historias fabulosas. Ofrecía una imagen irreal y distorsionada del Imperio persa. La historia de Dimón de Colofón, segunda mitad del siglo IV a.C, daba una imagen deformada y caricaturesca que poco o nada tenía que ver con la realidad histórica del Imperio persa.

    F. La información de Alejandro

    Alejandro admiraba la Iliada y conocía a Jenofonte y su narración sobre las peripecias orientales de los diez mil. Tuvo noticias de los persas que habían recabado en la corte macedónica y de individuos que habían tomado parte en las expediciones griegas en Asia Menor y Mesopotamia.

    Desde el mismo momento de su partida, sus pasos estaban medidos, sus fuerzas controladas, las reacciones del enemigo previstas, el terreno estudiado, y el cúmulo de alternativas del enemigo previstas con cierta frialdad. Su espíritu pragmático de militar y estadista concebían un territorio definido y concreto, marcado por las informaciones prácticas de aquellos que lo conocían de primera mano. Solo los territorios más extremos del Imperio persa como la India permanecían abiertos a especulación geográfica y daban pábulo a ensoñaciones románticas.

    G. Un terrible desafío

    Desde el punto de partida en Pela, la capital de Macedonia, hasta su etapa final en Babilonia, Alejandro recorrió una distancia que podemos evaluar de forma global en unos veinte mil kilómetros. Por Oriente alcanzó hasta el río Hifasis, uno de los afluentes del Indo. Por el norte llegó hasta los ríos Amu-Daria y Sir-Daria, más allá de sus riveras se extendían las inmensas estepas de Asia Central. Por el sur descendió siguiendo el cauce del Indo hasta el Océano y prosiguió en su camino por el interior hasta las orillas del Golfo Pérsico.

    El Imperio persa era un auténtico gigante, desde el punto de vista político y/o administrativo estaba perfectamente organizado. Una serie de puestos fortificados controlaba los territorios de las provincias más alejadas. Sus recursos financieros eran casi ilimitados. El rey persa podía contar con un ejército de mercenarios griegos que superaba los 50.000 hombres.

    Alejandro contaba con efectivos mucho más modestos en todos los órdenes. Sus fronteras constituían una amenaza latente, lo que obligaba a dejar tras de sí un ejército importante. Los griegos de la liga de Corinto habían acogido con frialdad su iniciativa de reiniciar la guerra con Persia. Además quedaba sin someter Esparta y una liga Etolia al oeste siempre dispuesta a apoyar a cualquier intentona rebelde.

    Los contingentes macedonios se limitaban a los doce mil infantes y 1800 jinetes de su caballería. Contaban con un número similar de tropas procedentes de la caballería tesalia. Su reducida capacidad financiera solo le permitió contratar cinco mil mercenarios. Alejandro tenía la imperiosa necesidad de conseguir pronto las primeras victorias militares para poder financiar los costes subsiguientes que la expedición exigía. Solo los macedonios constituían un verdadero bloque en torno al rey.

    H. Las etapas de conquista

    Alejandro se encontró con importantes focos de resistencia en Mileto y Halicarnaso. El choque tuvo lugar a las orillas del río Gránico, al norte de la península de Anatolia, en junio del 334 a.C. Esta primera victoria enardeció el ánimo de los macedonios.

    Alejandro realizó al comienzo de esta primera etapa una serie de actos simbólicos. Antes de emprender la travesía del estrecho hizo un sacrificio en la tumba del héroe Protesilao, uno de los primeros héroes caídos en la guerra de Troya. Hizo también sacrificios a Posidón y las Nereidas para asegurarse una buena navegación.

    Al saltar a tierra, ya en Asia, Alejandro clavó su lanza en el suelo indicando así que se trataba de un territorio objeto de conquista. Hizo también una visita al santuario de Atenea en Ilión e intercambió su armadura por unas reliquias venerables que según la tradición remontaban a tiempos de la campaña de Troya. Visitó las tumbas de los grandes héroes, Aquiles y Ayax, pero al tiempo hizo un sacrificio expiatorio en el lugar donde había muerto Príamo. Alejandro asustaba de esta manera entre sus fulas a los viejos fantasmas del pasado.

    Dos acontecimientos emblemáticos tuvieron lugar: en la ciudad de Gordio, Frigia, donde Alejandro tuvo que deshacer el famoso nudo del carro de Midas. El segundo sucedió en Cilicia, agobiado por el calor tomó un baño en el río Cidno, lo que le provocó altas fiebres. El temor por su vida hizo temblar los cimientos de toda la estructura operativa de la expedición macedonia.

    La segunda etapa de la campaña se inició tras un paso decisivo: el de las denominadas puertas cilicias que cerraban el paso desde el sur de Asia Mnoer hacia el norte de Babilonia y Fenicia. Tuvo lugar una batalla en Iso, en noviembre del 333 a.C contra el ejército del rey Dario III. Se apoderó en Damasco del tesoro Persa y emprendió el camino hacia las costas fenicias, donde los persas tenían sus principales bases navales, Tiro y Gaza, ofreciendo una seria resistencia. En Tiro fue necesario construir una plataforma artificial que uniera la ciudad a la costa. Tanto aquí como en Gaza hubo una gran masacre. La actitud con los vencidos iba en relación con la postura sumisa o rebelde. Una vez dominada la costa fenicia, Alejandro decidió adentrarse en Egipto. La población lo aclamó como libertador y fue recibido en Menfis con todos los honores.

    Alejandro sacrificó a los dioses tradicionales, reconstruyó templos y mantuvo una relación privilegiada con el clero. Adoptó la titulatura faraónica y reorganizó su administración estableciendo tres provincias y confió su gobierno a los egipcios. Construyó Alejandría del Nilo, debiendo ser trasladado su cadáver allí. Era una ciudad fortificada y de vocación marítima. Ponía en relación el Valle del Nilo con las importantes vías comerciales del Mediterráneo. En segundo lugar destaca su visita al oráculo de Amón en el Oasis de Siwah.

    Después de Egipto, Alejandro emprendió la ruta hacia las grandes capitales aqueménidas. Rechazó un acuerdo diplomático con Dario y esto provocó malestar entre sus tropas.

    La duración de la expedición se prolongaba más de lo esperado e iban surgiendo en los soldados la añoranza y nostalgia de su patria y de los familiares y amigos.

    Dario había reunido un gran ejército en la batalla de Gaugamela, en octubre del 331 a.C, donde Alejandro volvió a vencer. Hubo unos importantes movimientos de secesión interna en las filas persas que culminaron con la traición y el asesinato de Dario.

    Posteriormente penetró en Babilonia como libertador y fue revestido del título de Rey. Construyó el templo de Marduk e inició la política de colaboración con la nobleza irania.

    También actuó en Persépolis, ciudad resistente, pero que acabó por ser incendiada. Capturó Susa donde se hallaba el tesoro real. Envío dinero a Grecia para luchar contra los espartanos rebeldes y aumentó el número de mercenarios disponibles. Por último se apoderó de la ciudad de Ecbatana.

    Dio por acabada la represalia y licenció a las tropas griegas de la Liga de Corinto. Se iniciaba una nueva etapa hacia las denominadas satrapías superiores Bactriana y Sogdiana, en persecución de Dario y después de sus asesinos, los sátrapas Beso y Espitámenes. Hizo reformas en el ejército con el fin de conseguir unidades más pequeñas con mayor movilidad, forzando el ritmo diario, lo que provocaba la sorpresa de los enemigos. Pero tuvo un coste importante a nivel humano; abandonó en el camino a los enfermos y heridos. Se creó un ambiente de consternación dentro de las tropas macedonias que culminaría con conspiraciones y conjuras contra el rey.

    También provocó descontento la proskynesis o su acercamiento a la nobleza irania. La captura de la roca de los sogdianos culminó un largo periodo de hostilidades con los sogdianos. Después se casó con Roxana para mantener relaciones con la nobleza irania. Decidió rendir honores fúnebres a Dario en consonancia con su dignidad real.

    En esta etapa alcanzó los confines más septentrionales llegando a la ribera del río Jaxartes. No fue más allá por las numerosas tribus nómadas que poblaban aquellas tierras. Para la conquista de la India reforzó su ejército con mercenarios iranios, e hizo alianzas con reyes indios de forma que su penetración en aquel inmenso país resultara más fácil. La campaña india fue extraordinariamente dura.

    El rey indio Poro le plantó cara en la batalla del río Hidaspes en el año 326 a.C. Erigió doce altares sobre la ribera izquierda del río Hifasis, el lugar donde sus tropas se habían negado a proseguir. Alejandro decidió marchar hacia el sur, siguiendo el curso del Indo en busca de su desembocadura del mar.

    Afrontó duras campañas y la rebelión de algunos reyes antes sometidos. Con la llegada a Patala en el 325 se establecieron los mercenarios de regreso. Llegaron a Carmania donde tuvo lugar una gran celebración conmemorativa del éxito de la campaña.

    I. Los objetivos de Alejandro

    Algunos estudiosos creen que Alejandro era defensor del helenismo que pretendía extender la civilización griega por todos los confines del continente. Otros, por su parte, han imaginado a un Alejandro más universalista, deseoso de construir un gran imperio que abrazase por igual a todas las razas del orbe, unidas en concordia. También algunos autores lo veían como un conquistador militar, implacable, frío y calculador, que deseaba abarcar en su Imperio a todo el mundo habitado. Los propósitos de helenización quedan en entre dicho cuando observamos que la política de urbanización era una estrategia de conquista. La fundación de ciudades significa el establecimiento de puestos fortificados. La sedentarización de poblaciones nómadas proporciona mano de obra barata y asequible fácil de integrar en la red fiscal. La orientalización era debido a las aspiraciones a erigirse como legítimo sucesor a la realeza aqueménida, ante los persas. El acercamiento a la nobleza irania era por la necesidad de contar con las elites dirigentes a la hora de controlar los nuevos territorios.

    La plegaria a favor de la concordia entre griegos y persas indicaba más bien la existencia de “mala sangre” entre unos y otros.

    El balance general apunta más bien en una dirección precisa: la de un político audaz y desafiante que confiado en su inteligencia y su fuerza, impulsado por los éxitos militares que iba obteniendo y con la inestimable ayuda de los imponentes recursos que iban fluyendo a sus arcas, decidió construir un imperio personal que abarcara desde la ahora lejana Macedonia hasta los confines de la India. Un imperio que exigía serias readaptaciones como el traslado de su capital a Babilonia, mucho más centrada en este inmenso territorio ahora bajo su dominio, o la colaboración destacada de la nobleza irania en las tareas de gobierno, en la administración o el ejército. Un imperio de tres dimensiones no podía echar por la borda la experiencia y el caudal humano que en este terreno tenían los que durante muchos siglos habían sido los indiscutibles señores de Asia.

    V. EL MITO DE ALEJANDRO: EL DECIMOTERCER DIOS

    Se fue generando el mito gracias a la auto propaganda que fomentaba él mismo por intereses políticos. Hay una imagen de Alejandro-Heracles, prototipo del hombre esforzado, de héroe conquistador, austero y estoico, en cierta medida benefactor y protector de los pueblos inferiores. Pero esta imagen coexiste con la del personaje populachero, demagogo en el doblete Alejandro-Dionisio.

    A. Los últimos días de Alejandro

    Según varios autores y fuentes Alejandro fue envenenado, aunque no se ponen de acuerdo en quién fue el autor. Unos apuntan a Casandro, hijo de Antípatro; otros apuntan hacia Yolao, hermano menor de Casandro.

    Estas noticias deben remontarse a la propaganda de su madre para acusar de magnicidio a Antípatro y a sus hijos. Alejandro murió en la 114ª olimpiada con 32 años y 8 meses. No previó su sucesión hasta un mes antes de su muerte. Roxana daría un hijo póstumo a Alejandro.

    B. El testamento de un rey

    Alejandro murió sin heredero oficial el 30 de junio del año 323 a.C. La alternativa era Arrideo, hermano, débil mental y epiléptico. Pérdicas y la caballería optaron por esperar el nacimiento del hijo de Alejandro. Nearco, comandante, propuso a Heracles, hijo también de Alejandro con Barsine. Ptolomeo propuso un consejo de regencia de “compañeros del rey”.

    Parece ser que hay un supuesto testamento que Alejandro dictó antes de morir en el cual ordenaba el pago a los sacerdotes para ser trasladado a Egipto; dispone la construcción de Tebas y su repoblación; garantizaba la independencia de la isla de Rodas, económicamente; licenciaba a todos los veteranos macedonios y tesalios; designaba a los reyes de las zonas orientales…

    C. Génesis de un mito: divinización de Alejandro

    Desde siempre quería emular las hazañas de los antiguos héroes Aquiles, el dios, Dionisio y su antepasado Heracles. Por ese motivo instauró la proskynesis el 327 a.C. Este hecho era para subsistir la idea de que su padre era Amón y no Filipo. El 324 tras la consulta del oráculo egipcio de Siwah, Alejandro pretendió que fueran atribuidos honores divinos a Hefestion. Alejandro murió el 323 y es entonces cuando empieza a difundirse su culto como hijo de Zeus y se abre el debate de si es lícito rendir a Alejandro culto divino.

    D. La recepción de la figura de Alejandro en Roma

    Se convirtió en un referente para los escritores romanos de época imperial que redactaban biografías. El Imperio de Roma encontró en Alejandro el más directo antecedente de conquistador/organizador político, de gobernante del universo regido por y desde un poder central y personal.

    Algunos emperadores intentaron imitar/emular la política de conquistas orientales de Alejandro. Se suscitó en Roma una doble corriente; de admiración y de hostilidad. Alejandro simbolizaba el poder personal, monárquico, de caudillo, de prototipo de tirano. Coexisten o se suceden una imitación/emulación de Alejandro y una tendencia a crear una imagen deformada e hipercrítica con la intención de conjurar a determinados emperadores romanos. Se detectan en los escritores latinos una clara intencionalidad política.

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    Enviado por:Gustavo Martín
    Idioma: castellano
    País: España

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